Mi verga estaba tiesa como un palo. No veía la hora de follármelas pero yo quería disfrutar de los minutos previos. Una gota perla de semen se lucía en la punta de mi pene pues yo me había desnudado para poder frotarme contra esos cuerpos inermes.
Un joven pajillero consigue una mamada inolvidable por parte de una de las adictas al semen más famosas de la red.
Escribir trae gratas sorpresas si eres sincero con tus lectores.
Luego de unos minutos, Mistress Helga se quitó el collar del cuello y empezó a oscilarlo frente a unos centímetros del rostro de Jorge. La inducción con un péndulo era un clásico de la hipnosis. Marlene estaba al borde del orgasmo.
Control mental. Hipnosis. Tetas. Hipnotizadora tetona.
Envalentonado, él le tocó el hombro y la llamó nuevamente. Esta vez, ella respondió con un quejido y una frase ininteligible. La droga había hecho efecto.
Lorenzo le puso su mano derecha sobre la cabeza para empujarla un poco. Ella cedió un poquito sin tragarse toda la polla de mi amigo por el momento.
Mi tía tenía el coño muy bien cuidado, con un mechón sobre el pubis que se veía muy elegante. Ella parecía una mujer conservadora pero era evidente que ese corte de vello púbico era de una persona acostumbrada a desnudarse ante los hombres.
Superados sus nervios iniciales, la induje a un estado de hipnosis profunda. Luego de un par de pruebas para ver el grado de su trance, empecé a jugar con ella. La hice desnudarse y exhibirse por la ventana, luego hice que se convirtiese en una gatita, en una perra, en gallina y en muebles.
Bruno empezó a jadear, era la primera vez que le hacía un beso negro. Empezó a ver estrellas mientras la hábil lengua de Olga se introducía en esa vía tan poco explorada.
Control mental. Ciencia ficción. Manipulación. Dominación. Hermafroditas. Ingeniería genética. Extraterrestres. Cyborgs sexuales. Bisexuales. Desfloración anal.
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Las cuatro muchachas empezaron a moverse siguiendo la cadencia de una canción de moda. Al principio lo hicieron con algo de torpeza, pero luego fueron tomando más confianza y sus movimientos eran cada vez más sensuales.
Sin decir palabra, Carlos le indicó con una mano a Kiara que se pusiera de pie. Ella obedeció. El hipnotizador levantó la mano izquierda y la hizo girar en círculos mientras le dirigía palabaras inintelegibles a la bella joven quien no tardó en quedar dormida bajo su influjo. Cayendo al suelo como un muñeco de goma.
El beso fue ganando en intensidad, nuestras lenguas se entrelazaron en una lucha sin sangre. Mis manos, dejaron su culito, y pasaron a apretar sus tetas. Las estrujé con mucha pasión.
No había terminado de hablar cuando ella se puso de rodillas en la cama y apartó las sábanas. Su rostro estaba inexpresivo. Me bajó los pantalones de pijamas y el slip para atrapar entre sus labios mi verga que estaba media morcillona.
La miré, porque ella se había quedado inmóvil. De espaldas a mí. Pensé que estaba haciéndome algún tipo de broma pesada.
Una científica descubre un somnífero con sólidas consecuencias en los varones.
Un trío de una esposa recatada con el amigo de su esposo.
En la cabaña los esperaba Ingrid. Quien no pareció sorprenderse al ver llegar a su novio cargando sobre el hombro a su amiga Karla.
Esa noche durmió poco, lo sucedido en la tarde le impedía conciliar el sueño. Descalza y vestida solo con el camisón, fue a la cocina a tomar un poco de agua. La penumbra de la casa provocaba hacer cosas prohibidas.
Desde entonces, no pudo evitar humedecerse cada vez que veía un hipnotizador. Pocos eran tan guapos como el hombre que había visto en vivo y en directo pero era algo más fuerte que ella. Simplemente no podía evitarlo. Se imaginaba siendo poseída mentalmente y eso le provocaba un deleite muy peculiar
Katleya era una de esas mujeres que parecían haber nacido para el placer masculino. Soltera y sin hijos. Tenía casi 30 años y una figura estupenda fruto de largas horas en el gimnasio. Poseía unos labios carnosos y unos muslos que eran todo un deleite para la vista.
Empecé a investigar sobre el control mental a través de la hipnosis. Logré encontrar técnicas de profundización más agresivas, por encadenamiento de patrones hipnóticos y reinducciones constantes.
Wendy era muy guapa y con un cuerpo sexy pero no era particularmente inteligente. Tampoco era tonta pero no se caracterizaba por su mente lógico-matemática. Sin llegar a ser la típica calabacita o cabeza hueca, no destacaba por ideas brillantes.