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Esposas drogadas (1)

en No Consentido

Esposas drogadas (1)

Miguel le mostró a Jaime el video que guardaba en su celular. Ambos estaban un poco nerviosos. La cafetería estaba casi vacía y nadie les prestaba atención pero aún así ambos se sentían como dos conspiradores a punto de ser descubiertos y ser llevados a un oscuro calabozo.

Se habían conocido en un foro de internet donde se compartía material erótico de diversas categorías. Ambos compartían el raro gusto por las mujeres dormidas, de cualquier tipo, las normales, tomadas sin el conocimiento de las participantes, y también las que incluían mujeres borrachas, drogadas, etc.

Miguel estaba casado con Karen, a quien drogaba desde hace casi tres años, dos o tres veces al mes. Al principio solo la manoseaba un poco pero luego empezó a tomarle fotos y videos. Compartía su material por la web y de vez en cuando hacía intercambios con personas de su confianza. Ahora quería ir un paso más allá. Quería que un tercero manosee a su esposa drogada. Y él también quería manosear a una mujer distinta a su esposa.

Jaime estaba casado con Soraya. Él también tenía el gusto especial por las mujeres dormidas. Pero hasta el momento solo se había limitado a ver fotos y videos sobre el tema. Le había tomado un par de fotos a su esposa mientras dormía, pero ella tenía el sueño ligero y no era muy aficionada a las fotos eróticas.

Fue Jaime quien le escribió a Miguel, felicitándolo por las fotos que compartía y si era posible poner en ese estado a su propia esposa. Desde ese día empezaron a comunicarse casi a diario. Hasta que llego el momento de conocerse en persona y vivir nuevas experiencias.

El video que Miguel le mostró a Jaime en la cafetería estaba sin editar, duraba menos de un minuto pero excitó enormemente a su nuevo amigo. En el video, se veía a la esposa de Miguel dormida sobre la cama, cubierta solo por un ligero camisón. La iluminación era muy buena. A primera vista no parecía que Karen estuviera bajo los influjos de ninguna droga. Parecía que dormía normalmente. Luego la imagen se acercaba a ella. Enfocaba sus pies y sus piernas en un paneo rápido. Se notaba el nerviosismo del camarógrafo. Luego se veía que una mano izquierda entraba a escena, levantando el camisón de la mujer  dejando al descubierto dos senos medianos de pezones grandes. La mano estrujaba nerviosamente ambos pechos, luego se dirigía al rostro de la mujer para girarlo con algo de brusquedad. El audio permitía oír un ronquido muy ligero. La mano movía la mandíbula de la mujer dejando ver sus dientes y luego se dirigía a sus ojos, abriéndolos de manera total, se notaba la mirada perdida de quien estaba bajo los influjos de alguna droga poderosa.

Jaime vio el video tres veces y en cada oportunidad estaba más excitado. Cualquier escrúpulo que tenía, desapareció. Él también quería tener a su merced de esa manera a su esposa Soraya.

Previamente al video, Miguel le mostró unas fotos normales de Karen a su amigo. Se la podía ver en reuniones sociales o en casa. Karen no era muy alta y tenía algunos kilitos de más. Poseía un busto apetecible que ella se cuidaba de mostrar en ocasiones especiales con escotes generosos. Era una mujer madura atractiva, sin duda alguna.

Después de ver el video, Miguel amplió los detalles de la forma en que drogaba a su esposa con cierta regularidad. Él era farmacéutico y tenía acceso a múltiples drogas en su trabajo. Había diseñado una droga especial mezclando otras en dosis pequeñas hasta conseguir que fuese indetectable y sin eventos adversos para quien le fuese administrada.

“Bastan un par de gotas en su café o refresco por la noche – le explicó a su amigo -. Ella jamás nota algo raro. La droga empieza a hacer efecto a los 20 o 30 minutos. Se va a la cama y tarda en alcanzar el sueño profundo unos 20 minutos más. Al principio si la toco mucho se queja y se mueve pero sin despertar del todo.  Hay que tener un poco de paciencia para que la droga haga su efecto completo que es a las dos horas. A partir de ahí puedo jugar con ella por una o dos horas. Ni un terremoto la despierta. Luego ya hay que bajar el ritmo porque va desapareciendo el efecto. Se despierta a las 7 u 8 horas, un poco mareada pero nada grave. El efecto completo desaparece a las 10 o 12 horas. Lo bueno es que también genera amnesia así que si se despertó o molestó un poco durante el sueño por mis manoseos, ya no lo recuerda al día siguiente.”

Miguel le explicó que drogaba a Karen cada quincena, aproximadamente. Generalmente lo hacía los fines de semana para no afectar el desempeño laboral de su esposa. Pero lo había hecho en un par de ocasiones a mitad de semana debido a la excitación del momento. Aprovechando alguna reunión familiar para que ella atribuyese el cansancio del día siguiente a la desvelada del día anterior.

Jaime le realizó un sinfín de preguntas. Soraya era más alta que Karen, quizás necesitase una dosis mayor. Miguel le recomendó que le aplique solo dos gotas y vea los resultados. Le dio un frasquito con gotero y le dio algunas recomendaciones para su primera experiencia. Le dijo que podía escribirle en cualquier momento cuando tuviera alguna duda.

Se despidieron con un fuerte abrazo, ambos hombres seguirían adelante con su malévolo plan. Primero Jaime drogaría a su mujer y luego se pondrían de acuerdo de la forma en cómo hacer un intercambio de esposas drogadas.

El siguiente fin de semana, Jaime puso en marcha el plan que había urdido con Miguel. En la noche echó dos gotas de la droga en una copa de vino. Él se sirvió otra y luego le dijo a Soraya que brindasen. Ella tomó el vino sin la menor sospecha. Inclusive comentó que estaba muy suave.

Jaime no podía contener los nervios. Al principio tenía temor de confundir las copas y fuera él quien tomase la droga. Pero logró contener su ansiedad y esperó con impaciencia que la droga empiece a hacer efecto.

A los quince minutos Karen bostezó y dijo que se iba a dormir. Él le dijo que la alcanzaría en unos minutos pues quería terminar de ver el noticiero. Ella le sonrió y se fue a la recámara.

Jaime esperó unos minutos y luego no pudo más. Fue al dormitorio con pasos cuidadosos. Todas las luces estaban apagadas. Encendió la lámpara de la mesa de noche y llamó a su esposa.

Para sorpresa de Jaime, ella protestó por la luz encendida y le dijo que la apague. Él se disculpó, apagó la luz y regresó a la sala. Quedó consternado por unos minutos. Quizás la droga no había hecho efecto o era una dosis inferior para el peso de la mujer.

Escribió a Miguel sobre sus dudas por el servicio de mensajería instantánea que usaban para comunicarse desde que se conocieron en el foro de internet. Miguel le dijo que tuviera paciencia. Que el alcohol no anulaba el efecto de la droga y que hasta la potenciaría. Solo era cuestión de esperar a que haga efecto.

Media hora después, Jaime se armó de valor y regresó al dormitorio. Encendió la luz nuevamente y volvió a llamar a su esposa. Esta vez Karen no se movió. Envalentonado, Jaime le tocó el hombro y la llamó nuevamente. Esta vez ella respondió con un quejido y una frase ininteligible. La droga había hecho efecto.

El corazón del hombre dio un vuelco. Estaba muy excitado y nervioso. Sus manos sudaban. No sabía cómo continuar.

Karen dormía boca abajo con unas pijamas poco excitantes. Ella era así, no muy ardiente a menos que él se esforzase en excitarla. Era un poco friolenta y por eso tanta ropa encima, a pesar de que la temperatura era templada por esas fechas.

Pero Jaime decidió superar esa contrariedad y empezó a tocar las curvas de su mujer. Siguiendo los consejos de su amigo, lo hizo con calma, esperando que la droga siguiera haciendo efecto.

La respiración de la mujer era pesada. Ella también empezó a roncar muy suavemente. Las manos del hombre recorrieron sus piernas y su culo. Metió la mano por debajo de su cuerpo para manosear las tetas de su esposa.

Poco a poco, notó que ella estaba cada vez más inconsciente, así que se atrevió a girarla. Ella se quejó y parecía que se iba a despertar pero no lo hizo. Era evidente que estaba completamente drogada.

Durante la siguiente hora, Jaime usó el cuerpo de su esposa de muchas formas. La manoseó con fuerza, le levantó la parte superior de las pijamas para magrearle las tetas y le bajó el pantalón y las bragas para darle una lamida a su coño.

Le excitaba sobre todo, abrirle los ojos para ver la mirada perdida. Le metió un par de dedos a la boca. Ella se agitaba un poco pero no se despertaba. Jaime levantó los brazos de su mujer y los dejaba caer pesadamente sobre la cama. Las extremidades rebotaban sin que ella se quejase en lo absoluto.

Ante toda esa andanada de manoseos, Karen se movía quejándose ligeramente. Al principio Jaime se asustaba y se detenía pero luego notó que ella volvía a quedarse quieta y él volvía a manosearla cada vez con mayor confianza.

Luego de transcurrido el tiempo que Miguel le había indicado como el lapso en que la droga hacía su mayor efecto y empezaba a ser depurada por el hígado de su mujer, Jaime detuvo sus manoseos. Se puso de pie al lado de su inerte esposa y se masturbó mientras la miraba en ese estado en el que la había colocado, completamente drogada.

Su eyaculación fue copiosa. Por un momento pensó que no terminaría de brotar el semen. Realmente estaba muy excitado por la situación, por como la había drogado y todo lo que había disfrutado en toquetearla en ese estado.

Definitivamente tenía que volver a disfrutar de esa experiencia y no solo con ella. También quería magrear las redondas tetas de la esposa de su amigo Miguel.

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Relato escrito a pedido de uno de mis lectores. Es solo fantasía. El lector y yo estamos en contra de todo acto que atente contra la libertad sexual de las mujeres y de las personas en general.

Seguiré con esta serie según las lecturas y comentarios, así como la decisión del lector. Agradezco la comprensión de todos. 

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