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Hipnotizando Secretarias (6)

en Control Mental

Hipnotizando Secretarias (6)

“No puedo creer lo que me está pasando”, pensó Katleya al experimentar el segundo orgasmo mañanero.

Estaba en su pose preferida, en semi-perrito, con el culo levantado y el pecho apoyado sobre la cama, mientras sus dos manos apartaban sus pompis para que Jimmy, un programador de su trabajo la taladrase a su gusto. Él la estaba clavando a su gusto con violencia, mientras le soltaba unas ruidosas nalgadas que la hacían gritar de placer. A esa hora probablemente ya habría despertado a algunos vecinos de su vecindario. La estaba pasando fabuloso.

Y lo más gracioso era que el día anterior a esa hora, no tenía ni la menor idea de quién era ese tal Jimmy.

Desde la semana previa…

Jimmy vuelve a las andadas, esta vez apuntaba muy alto. Su nuevo objetivo era Katleya, la secretaria de uno de los gerentes principales de la empresa Sekami.

Katleya era una de esas mujeres que parecían haber nacido para el placer masculino. Soltera y sin hijos. Tenía casi 30 años y una figura estupenda fruto de largas horas en el gimnasio. Poseía unos labios carnosos y unos muslos que eran todo un deleite para la vista. Lo cual ella se ocupaba en lucir con minifaldas infartantes. Era vox populi que era o había sido la amante de varios gerentes. Hasta circulaba un video de ella, algo borroso donde le hacía un oral a uno de los hijos del accionista principal en la sala de juntas de la empresa.

En realidad la fama de Katleya era exagerada. Se la habían cepillado varios de sus jefes pero no todos. El video era real pero gracias a que estaba borroso, ella lo negaba siempre. Había sido un momento de debilidad. Desde esa oportunidad se cuidaba mucho de ser grabada o fotografiada en momentos íntimos.

Le gustaba hacerse la difícil. Como tenía gustos caros, su sueldo siempre le quedaba corto, le gustaba que sus amantes ocasionales le regalasen costosas joyas, carteras y sobre todo zapatos.

Jimmy no era de su tipo, solo era un pobre programador como otros tantos. Pero el muchacho sabía lo que quería y lo lograría contra viento y marea.

Pacientemente, Jimmy esperó el momento en que lo llamasen de la oficina donde ella trabajaba. Y así sucedió, una tarde cualquiera pidieron soporte técnico porque una impresora se había desconfigurado. Él se acercó muy solícito. Katleya lo trató con indiferencia y le agradeció fríamente cuando él terminó, pocos minutos después.

Lo que ella ignoraba era que Jimmy había instalado un virus informático que borró toda la información al día siguiente. Desesperada Katleya llamó nuevamente a soporte y él acudió prestamente. Esta vez ella no lo trató con tanta frialdad. Estaba desesperada por todos sus archivos borrados.

Mientras el programador escaneaba la máquina con el antivirus y recuperaba los datos borrados. Katleya le agradecía. Estuvieron conversando un buen rato.

- Me has salvado la vida – dijo ella.

- No es nada – dijo él.

- Déjame servirte una taza de café – dijo ella.

- ¿Qué harás mañana en la noche? – le preguntó él, - ¿saldrás con tu novio?

- No tengo novio – dijo ella, tratando infructuosamente de no sonar despectiva – Me quedaré en casa descansando.

- Deberías salir más y para descansar nada mejor que una buena sesión de hipnosis.

- ¿Hipnosis? – dijo ella entre sorprendida y divertida - ¿Tú te relajas mediante la hipnosis?

- Claro que sí – dijo él. – La hipnosis es una técnica muy útil para relajarse, así puedes descansar y despertar completamente renovada. Si quieres podemos intentarlo.

- ¿Tú sabes hipnotizar? – preguntó ella escéptica.

- Aprendí hace varios años y he hipnotizado a docenas de amigos y desconocidos.

- ¿Aquí? – preguntó ella, indecisa - ¿y si nos interrumpen?

- Pues si quieres lo dejamos para otro día aunque ya casi todos se han ido – dijo él, como si perdiese el interés.

- Mejor otro día – dijo ella.

Parecía que la oportunidad había pasado pero Jimmy no se dio por vencido tan fácilmente.

-       Generalmente uso esto – dijo él.

Levantó la cadenita que había usado tantas veces antes para hipnotizar a otras víctimas. Era una versión tridimensional del logotipo de la empresa, un mapamundi con un rayo en diagonal. Empezó a oscilar la esfera como un péndulo a unos centímetros del rostro de la mujer, haciendo que sus ojos mirasen hacia arriba por la posición del péndulo. De inmediato la mente de Katleya quedó atrapada por la fascinante joya.

-       Ponté cómoda y déjame relajarte un poco – dijo él.

Por unos segundos, la mujer estuvo a punto de ponerse de pie e interrumpir a Jimmy, algo en su cerebro había encendido el botón de alarma. Pero ese impulso de huida no duró mucho y se dejó llevar por la situación. El brillo de la joya inundaba su mente.

- Mira con mucha atención la esfera, Katleya – dijo él con un tono levemente autoritario en la voz. - Sólo mantén tu mirada fija en la esfera, mírala fijamente, cada vez más y más. Sólo sigue mirándola. Mírala y poco a poco sientes que todo el cansancio del día te agobia. Te sientes cansada, muy cansada, el trabajo es agobiador. – Jimmy bajó un poco el tono de voz y empezó a usar pequeñas pausas. El péndulo oscilaba de un lado a otro, ella no podía apartar los ojos de ese objeto. - Mientras miras profundamente, comienzas a sentirte cansada... muy cansada... Mantén tu mirada fija en la esfera y sintiéndote muy cansada... Todo lo que quieres hacer es descansar... descansar... Estás muy cansada y quieres cerrar los ojos... Solo mantén tu mirada cansada más y más tiempo mirando... te sientes más y más cansada... sólo quieres dormir... Te sentirás muy bien si cierras los ojos... cierra los ojos... confía en mí... cierra los ojos... confía en mí y cierra tus ojos... dormir... estás dormida...duerme…duerme…duerme profundamente…cada vez más y más profundo…

Los ojos de la mujer pestañearon varias veces antes de cerrarse por completo. Ella se deslizó un poco sobre el respaldo de la silla ergonómica, estaba profundamente dormida.

Jimmy sonrió, hasta el momento todo funcionada a la perfección. Se levantó y aseguró la puerta de la oficina y apagó todas las luces excepto la del escritorio. Delante suyo tenía una vez más a una secretaria hipnotizada y lista para ser usada como su juguete sexual.

- Katleya, estás dormida pero me escuchas claramente – dijo él con voz de mando.

- Sí – dijo ella, en voz baja y apagada.

- Escúchame con atención. Estás bajo mi control y ahora harás lo que yo te ordene, ¿has entendido?

- Sí – respondió ella con el mismo tono de voz, completamente impersonal.

- Muy bien, ahora escúchame con atención. Cuando te diga que abras los ojos no me verás a mí sino a tu actor favorito. Y querrás follar con él. Quieres hacerle sexo oral y lo harás hasta dejarlo satisfecho ¿has entendido?

- Sí – dijo ella por tercera vez.

- Abre los ojos ahora – dijo él chasqueando los dedos.- Ya sabes qué hacer.

La secretaria abrió los ojos. Su mirada estaba levemente extraviada pero se arrodilló sin vacilación y le bajó la cremallera. El pene de Jimmy estaba erecto desde hace buen rato. Sin dudarlo Katleya se metió el glande en la boca y empezó a chuparlo con suavidad.

Empezó a lamer su falo desde la base hasta llegar a la cabeza que estaba hinchada y deseosa de ingresar a esa boquita deliciosa

- Así, muy bien – la guió él – lo haces muy bien.

La voz del joven programador estaba enronquecida por la excitación. La lengua de Katleya se movía hábilmente sobre el erecto pene del muchacho, prodigándole un delicioso latigueo fruto de una amplia práctica en prodigar caricias orales.

Mientras se la chupaba, Jimmy se fue quitando la ropa. Katleya se quitó la blusa y el brassiere. Él pudo ver sus lindos senos, medianos pero lindos y coronados por unos pezones que estaban endurecidos y que se sentían deliciosos entre sus dedos.

Jimmy tenía la verga tiesa, como pocas veces antes. Ella se ayudó con la mano derecha para masturbar al joven mientras poco a poco introducía su verga en su boca. Masajeaba sus bolas, las tomaba con su mano izquierda y luego cogía el falo y seguía masturbándolo, mientras su lengua recorría la verga de arriba abajo y regresaba arriba, para envolver su capullo con la lengua, de pronto se detenía y él podía ver como con su lengua acariciaba de manera deliciosa toda la cabeza y como si quisiera penetrarlo con ella, trataba de introducirse por el agujerito de su verga tiesa, provocándole una sensación realmente deliciosa.

Mientras tanto Jimmy había metido su mano derecha por debajo del pantalón de Katleya y estaba acariciando sus nalgas, que se sentían suaves y firmes, mientras que su mano izquierda acariciaba ese par de hermosas tetas que ya quería mamar.

Ella seguía dándole una de las mejores mamadas que había disfrutado en toda su vida. Jimmy se puso de pie para permitirle a la mujer cambiar de posición y descansar un poco. Ella se sentó sobre la cómoda silla ergonómica y él quedó frente a ella con su verga a la altura de su cara. Ella continuó mamando su verga mientras él acariciaba su cabello y sus tetas que ahora podía ver mejor.

Su polla entraba y salía de la boca de Katleya. La mano izquierda acariciaba sus bolas y luego rodeaba mi verga con sus dedos largos, masturbándolo mientras succionaba la cabeza de su polla. Luego el pene volvía a entrar en su boca hasta que se perdía por completo en ella, la sacaba poco a poco y quedaba con el capullo enrojecido dentro de su boca, su lengua pasaba rápidamente de un lado a otro, masajeando rápidamente su glande, regalándole un placer indescriptible.

Esto siguió por algunos minutos, pero no hay quien aguante mucho cuando se encuentra a alguien que sabe hacer una deliciosa mamada como la que le estaba haciendo Katleya, así que cuando él empezó a dar señales que estaba a punto de venirse, ella saco la verga de su boca y siguió lamiéndole el capullo mientras con lo masturbaba con ambas manos. Lo hacía con tal maestría que en medio de uno de los mejores placeres que Jimmy había tenido, se vino haciendo que su semen cayera sobre su cara, su cuello y sus lindas tetas, con sus manos ella no paraba de masturbarlo y de sacarle toda la leche que tenía. Aunque no terminó en su boca, ella se encargó de dejar la verga completamente limpia, pues la introdujo entre sus labios y eliminó todo vestigio de semen que en ella quedaba ayudándose con su lengua.

Jimmy no pudo contenerse más, cogió ambas orejas de Katleya y con rudeza le ordenó: "trágatelo todo, trágalo". Ella no necesitaba esa orden para obedecer. Jimmy soltó un rugido apagado mientras ella continuaba lamiendo su verga que perdía rápidamente su consistencia para quedar morcillona dentro de la boca de la hermosa secretaria.

Ella bebió hasta la última gota. Cuando terminó regresó a su posición inicial. Una gota de semen se escurría por la comisura de sus labios. Jimmy se la limpió con una mano.

El programador descansó unos minutos y luego le indicó con total naturalidad.

- Ahora voy a darte por el culo – dijo él.- Quítate la ropa y ponte en posición contra el escritorio.

Nuevamente Katleya obedeció sin protestar. Ella se había convertido en una autómata que recibía órdenes de su amo. Jimmy era el dueño de su voluntad. Se quitó la ropa que le faltaba, el ceñido pantalón y las bragas. Se acomodó apoyando sus hombros en el escritorio de la oficina.

A Jimmy no le costó mucho recobrar la erección. Katleya poseía un culo blanco, de nalgas firmes y rotundas. Un culazo de campeonato. Él se acomodó detrás de ella y separando las nalgas con ambas manos, buscó el orificio posterior.

Jimmy comenzó a jugar con el dedo meñique de su mano derecha en el ojete de la hermosa secretaria. Lo introdujo lentamente mientras recuperaba completamente su erección. Poco a poco sintió la necesidad de clavarla y que sus huevos chocaran contra ese maravilloso culo.

Introdujo otro dedo, el anular. Luego el dedo medio y finalmente el índice. Sacó los dedos y pudo ver su ojete bastante abierto. Era una visión espectacular. Decidió que ya había llegado el momento de penetrarla con su verga.

Apenas puso el capullo sobre el orificio anal, entró con suma facilidad. Era una sensación sumamente deliciosa. Poco a poco fue entrando más y más, él estaba cabalgándola completamente, prácticamente montada sobre ella. Sentía como su polla entraba milímetro a milímetro en ese culo de nalgotas rotundas.

Ella se puso tensa cuando el pene del muchacho la ensartó completamente, pero no fue más que un respingo. Todo estaba bajo control. Jimmy empujó un poco más y luego empezó a moverse rítmicamente.

Era un orificio muy apretadito, casi le cortaba la circulación. Los huevos del joven chocaban contra su culo.

- Plaf… plaf… plaf…

Ella resistía sus embestidas echando el culo para atrás para que la penetración fuera más profunda.

Luego de unos minutos, Jimmy se corrió por segunda vez, llenándole sus intestinos son su cremosa leche. Siguió embistiéndola un poco más. Se salió un poco de semen del culo que fue cayendo por efecto de la gravedad.

Jimmy se limpió y le ordenó a Katleya que se vistiese.

- Cuando cuente hasta tres, despertarás y no recordarás nada de lo que ha sucedido aquí, - le instruyó Jimmy. – Te sentirás completamente renovada y descansada. Esta noche iré a tu casa para pasar la noche juntos. Cuando cuente hasta tres despertarás, ya estás despertando, uno, ya estás por despertar, dos, ya estás despierta, TRES.

Katleya abrió los ojos y sonrió, se sentía muy a gusto. No creía mucho en la hipnosis antes de esa experiencia pero ahora estaba convencida de sus beneficios. Se despidió cariñosamente de Jimmy.

Mientras bajaba por el ascensor sintió un sabor peculiar en su boca que no conseguía identificar, asimismo tuvo que admitir para sí misma que le dolía un poco el culo.

Jimmy guardó en el bolsillo de la chaqueta el papel con la dirección y el teléfono de la secretaria. No faltaba mucho para la hora de salida. Le daba tiempo para ir a su casa y alistar una mochila donde poner algo de ropa para ducharse y alistar una muda de ropa para el día siguiente. Pasaría la noche con la hermosa secretaria y quizás se quedaría el fin de semana y unos días más con ella hasta encontrar otra víctima para seguir disfrutando del sexo y el control mental gracias a la hipnosis.

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