Mi tía se llamaba Amelia y era monja. Pero no descubrí su verdadera realidad hasta que encontré esa carta tan clarificadora para mí. Ya no era la única oveja negra de la familia.
¿Sois de los que pensáis que Halloween es una puñetera horterada, incompatible con nuestro erótico carnaval? No seáis antiguos; la sensualidad gore es un exquisito manjar. Quizá esa historia pueda daros alguna idea para la fiesta.
No hubo piedad para mí. Suplicaba, gemía y aullaba para defenderme de los depredadores; pero la intensidad del deseo traicionaba siempre mis ruegos.
Como castigo, mi padre me mandó a un pueblo a recoger fruta. Me aburría mucho trajinándola, pero lo que nunca llegué a imaginar es que yo acabaría siendo el sujeto pasivo del violento trajín, más por mi conducta viciosa, que por ser una pieza interesante para el mundo hortofrutícola.
Él quería reinsertarse en la sociedad y hacer lo mismo conmigo, insertándome una y otra vez sin compasión, tras no haber catado mujer en mucho tiempo
Elena me invita a pasar el fin de semana en casa de su padre. ¿Podré resistirme a un hombre maduro calmando mi calentura con otros métodos, o sucumbiré a sus encantos?
Tenía la esperanza de que un chico de mi edad me desvirgara algún día. Eso era lo convencional y lo que se esperaba de mí, pero todo se torció por culpa de mi calentura viciosa y de ese conductor de autobús maduro...
Leer esto os supondrá acompañarme a tan lamentable destino, pero...
Hermano Mayor llega a casa de una sumisa cenicienta y de sus dos libidinosas hermanastras. ¿Podrá reconducir la situación o sucumbirá a la depravación de ese hogar? Todo un reto para Roberto Candiles Sobado, el conductor del programa.
No era una exploración agresiva, pero tampoco exenta de riesgos. Soy bastante hipocondríaco y había imaginado todo tipo de efectos secundarios, pero ninguno como ese...
Esta historia es un homenaje a todos los amores imposibles, incomprendidos. Pasiones tabú que superan las barreras que la sociedad impone. Este relato pretendía ser una parodia de "El amante de Lady Chatterley", pero está claro que se torció desde el primer momento.
No sé si el refrán se ajusta a lo que me pasó. Lo cierto es que tras llorar como una mujer, gocé como una perra.
Si el saber no ocupa lugar; el placer, menos. De ocuparlo, uno se afloja en la pila del baño, le da al chorro del agua y se acabó el problema. A vuestra salud.
París. Cocó acude a un desfile, que no es de moda como se esperaría en ese lugar tan glamuroso, sino militar. Mi ti@ conoció el placer en los sitios más inverosímiles. L@s hay con suerte.
Olegario se convirtió en Cocó y el mundo -indiferente a nuestro ir y venir- siguió dando vueltas como siempre. Pero yo quería saber más de ella y de su extravagante vida:
¿Tienes hijos, estás en paro, los vecinos no te saludan porque no pagas las cuotas de la comunidad y vas a perder la casa de un momento a otro? El gobierno por fin responde con eficacia a tus problemas.
No sabía que tuviese una tía abuela en París, pero me enteré cuando murió. No entendí los prejuicios de mi familia y porque me habían negado su existencia: Lo bautizaron con el nombre de Olegario, pero en París se hacía llamar Cocó.
Lorenzo acude a la boda de su prima, donde tendrá una morbosa experiencia con una tía materna del novio.
Buscando el polvo perfecto me topé con esos consoladores monstruosos. Fue la paja "casi perfecta".
Lorenzo piensa que la elegancia no es cosa de unos pocos y acude a una sastrería. Allí le atenderá una sastresa madura con una particular visión del negocio y de lo que supone el «valor añadido
Ni en los trenes están libres las maduras de la salvaje atracción que ejerce sobre ellas, Lorenzo, y tampoco él se siente libre de sus morbosas influencias. Siempre se juntan el hambre con las ganas de comer.
No tenía claro que me gustasen los transgénicos, pero por probar...
¿Es posible que una mujer llegue inmaculada a los 39 y vaya a un burdel para que la desvirguen y la ofrezcan de puta? Suena rocambolesco, pero también parece raro lo de que el hombre llegó a la Luna y pocos lo discuten. Así me lo contó Lorenzo y yo apuesto por su historia:
Lorenzo conoce por fin lo que es arrimar el hombro con el trabajo duro. Pero dos maduritas sabrosas: Puri T., la dueña ; y Elvira, la sirvienta, lo sacan del buen camino y le hace incumplir una de las normas más básicas de la convivencia: Nunca metas el carajo, donde tengas el trabajo
Lorenzo necesita una mano amiga con la que desahogarse y, aunque apenas quedan cines X, encuentra una sórdida sala rescatada del pasado. Dos maduritas cumplirán su cometido, pero le espera una sorpresa...