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Mi compañera de trabajo

en Hetero: General

Julieta es desde hace un par de meses mi nueva compañera de trabajo. Reemplaza a un compañero que se fue a vivir a otro país. Julieta estaba recién haciendo sus primeras armas en la programación, ya que antes había trabajado como analista, por lo que, a veces, tenía algunas pequeñas dificultades. Como soy el compañero, suele hacerme a mí las consultas.

Como para que conozcan como es Julieta, la voy a describir. Tiene un año menos que yo, es decir, 27, recién cumplidos, bastante alta, alrededor de 1.80, flaca, con muy buenas tetas, a pesar de ser flaca, culo bien durito, morocha, de tez blanca. Una pinturita, la compañera que cualquiera quisiera tener. Además suele venir vestida al trabajo de manera muy sensual: alguna mini con botas hasta casi la rodilla, o algún pantalón muy ajustado. Arriba suele usar camisas claras, ajustadas, notándosele bien el cuerpazo que tiene. Lo que tiene de bueno es que es muy efusiva, cuando llega y se va, suele saludarte con algún beso y un abrazo, apoyándose algo sobre uno, levantando los humos de más de uno, como se imaginarán.

Un día, al tener que dejar terminado una parte del sistema, nos quedamos trabajando hasta tarde, muy tarde. Es más, durante el día ya pensábamos que nos quedaríamos a dormir en la oficina. Se había venido ese día con una de sus tradicionales minis, pero de las más cortitas que tenía, sus tradicionales botas hasta la rodilla, con medias trasparentes y una camisita blanca.

La verdad, que estaba para matarla por todos lados. A eso de las 10 de la noche, cuando había yo terminado mi parte, me quedé a ayudarla, porque me había dicho que estaba teniendo algunas dificultades. Me senté al lado de ella, los dos con las piernas dentro del huevo del escritorio de su box. Como era chico como para que entraran dos, nuestras piernas quedaban pegadas. Nos pasábamos el teclado de un lado a otro, para no cansarnos.

En un momento dado, suena el teléfono, que estaba de mi lado en el escritorio. Ella reaccionó rápidamente y, pasando su cuerpo por encima del mío, lo atiende. Roza sus pechos sobre mis piernas, provocándome una erección. Unos segundos después, al no aguantar estar en esa posición, puso una mano sobre mi bulto. Se apoyó con la mano entera. Yo no daba más. Me abrió el pantalón y me empezó a masturbar. Esperé unos segundos, disfrutando de su pajeo.

Mientras seguía ella hablando por teléfono y pajeandome, le metí una mano dentro de su mini y le saqué la bombacha. Le inserté un par de dedos en su conchita y le correspondí la paja. Notaba en su cara la falta de respiración y su grado de calentura. Cortó rápido y me estampilló un beso, muy lenguoso. La ayudé a sentarse sobre mí, levantándole la mini y abriéndole bien las piernas. Mientras se iba sentando y metiendose mi pija en su conchita hiper húmeda, yo le sacaba la camisa y el corpiño.

Lentamente me comenzó a cabalgar, haciendo chocar los tacos de sus botas contra el suelo, yo le manoseaba las tetas. Julieta gemía mucho, a veces gritaba, aceleraba el ritmo de su cabalgata. Yo la agarraba de la cola con una mano y una teta con la otra. Sentía que profundo hacía llegar a mi pija dentro de su conchita esta perrita. Le chupaba la teta que tenía libre, le daba besos con mucha lengua, ella me cabalgaba más fuerte.

Cogimos como 20 minutos así, cada vez más rápido, hasta que me estaba por venir. Se lo dije y me contestó que ella también. Aceleró todo lo que pudo, gritaba fuertísimo, pegaba alaridos, se contorneaba, mientras le llenaba la conchita de leche.

Al terminar, pegó un suspiro, se aflojó y me abrazó. Me dio un beso con mucha lengua, se sacó la pija de su conchita, se puso su ropa y me dijo:

- Lo podríamos hacer más seguido, no?