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Mi compañera de trabajo

en Hetero: General

Carolina es una compañera de trabajo, que se desempeña en el área de marketing.

Rubia, 1,70 de altura, linda colita y tetas no muy grandes. Como vivimos cerca, viajamos a la vuelta casi siempre juntos, en la misma línea de colectivos, que suelen ir repletos a la hora pico, la hora de volver a casa.

El día que sucedió lo que les voy a contar era típico de invierno, frío, nublado, con posibilidades de lluvia. Un rato antes de terminar la jornada laboral, se largó un chaparrón. Nos encontramos en la puerta de la oficina, como casi todos los días. Vestía muy sexy: mini negra, botas altas también negras, medias color piel y una top blanco, sin corpiño. Cualquiera que la viera, querría darle por todos lados. Abrió su paraguas, la abracé por la cintura y nos dirigimos a la parada de colectivos. Cuando venía un viento un poco más fuerte, ella se agachaba y yo levantaba un poco mi mano rozando una de sus tetas. Ella me dijo:

-Che: no te pases de piola.

- Pará, che. Si no te hice nada.

Sonreímos picaronamente los dos y seguimos nuestro camino.

Ya en el colectivo, que venía repleto, nos quedamos parados los dos juntos, cara a cara.

Nuestros cuerpos iban casi pegados, pero con el movimiento y las frenadas, quedamos muy pegaditos. La tomé de la cintura diciéndole:

- Así nos agarramos por si alguna frenada nos pudiera tirar al piso.

Aceptó gustosamente, apoyando todo su cuerpo contra el mío. Rodeé su cintura con mi brazo y pegué mi pelvis a la suya. Nos refregamos un poco con el movimiento del colectivo. Ella me miraba lujuriosamente. Me abrazó y apoyó sus tetas en mi pecho, pegando un gemidito en mi oído y diciendo:

- Basta o te cojo acá.

Le estampé un beso con mucha lengua y nos bajamos inmediatamente. Fuimos a un hotel que estaba justo en la parada del colectivo. Pedimos la habitación y entramos.

Apenas cerré la puerta, rodio mi cintura con sus piernas tirándome sobre la cama. Me desabrochó el pantalón mientras yo le subía la mini y nos besábamos con muchísima lengua. Aun con la bombacha puesta, apoyó su pelvis sobre la mía, metiéndose bien adentro mi pija. Todavía recuerdo el grito de lujuria que pegó. Mientras le saquee el top y le chupaba las tetas, ella me cabalgaba cada vez más rápido. Se arqueó cada vez más, gemía más fuerte, tenía menos respiración. Mi pija estaba más dura que un hierro y se hundía bien adentro de Carolina, que gritaba:

- Basta!!!! No doy más!!!! Basta!!!!!

Y gemía y rogaba que no le diera más, mientras me seguía cabalgando y arqueándose.

Pegó un grito largo, muy largo y quedó tendida sobre mi, sin respiración casi, mientras yo sentía sus jugos pasar por mis huevos. Yo quería acabar pero en su conchita ya no podía. Saquee mi pija, la acosté y se la metí entre las tetas. Las apreté y me masturbé un buen rato. Terminé en la cara, mientras me chupaba la puntita.

Ambos estábamos rendidos, nos abrazamos. Nos bañamos juntos y nos fuimos a su casa, donde siguió nuestra noche de placer.