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Mis mejores momentos...

en Grandes Relatos

MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")

Muchas veces me han vuelto a la memoria los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé y hoy les hago llegar una recopilación de esas gratas circunstancias.

"Esto me sucedió una vez que estaba en una fiesta y me encontraba un poquitín bebida. Mi esposo siempre me recrimina que hable con doble sentido y coquetee con los hombres presentes porque dice que pueden interpretar que los estoy buscando y a veces me suceden cosas como esta por mi forma de actuar.

Se ve que lo había impactado al buen señor con el que había estado en el salón porque cuando me quise dar cuenta estaba dentro de ese cuarto y el tipo me estrechaba contra su cuerpo y comenzaba a masajearme la cola. Quise impedírselo pero estaba tan borrachita que no podía con mi ser.

Me desabrochó la blusa y sacó mis pechos fuera del corpiño. Comenzó a pellizcarme los pezones mientras su boca pretendía unirse a la unía y yo, girando la cabeza, lo rechazaba. Entonces se puso a besarme los pezones que ya se habían puesto duros mientras me recostaba sobre una mesita que había en la sala,

Empezó a subirme la pollera y torpemente me quería quitar la bombacha. Como opuse resistencia a pesar de mi estado me empujó bruscamente y siguió tirando de esa prenda íntima hasta rompérmela

Luego y mientras con una mano me sujetaba la boca para que no gritara con la otra se bajó el cierre de su pantalón y sacando su verga que parecía a punto de estallar me la introdujo sin ningún preámbulo.

Yo por suerte estaba mojada sino me hubiera lastimado esa penetración tan salvaje. El tipo bombeaba sin parar y pronto su semen se desparramó en mi interior mientras profería un grito de placer."

"Mi marido me proponía introducir un tercero en la cama y sistemáticamente me había negado hasta que un día accedí y le pedí que fuera una persona de mi agrado. Elegí al marido de una amiga con el que simpatizaba mucho y mi marido lo convenció de meterse en la cama con nosotros y así fue sucediendo todo.

Cuando llegó y luego de tomar unas copas y bailar un rato nos fuimos para el dormitorio y él me fue desnudando de a poco mientras mi marido observaba todo. No me animaba a tocarlo y cuando me depositó suavemente sobre la cama llevó mi mano hacia su miembro que todavía fláccido era grande. Allí noté que estaba empezando a crecer y que realmente su mujer no había mentido cuando alardeaba con su tamaño.

Me dejé estar y empezó a besarme desde los pies a la cabeza mientras sus manos se aferraban a mis pechos, no me tocaba mi cuevita para nada, cuando llegaba al lugar pasaba de largo y eso me calentaba cada vez más. Mis pezones parecían reventar. Estaban tan duros y excitados que el solo roce de sus dedos me llevaba al borde del climax. Comencé a temblar como loca.

El finalmente llevó sus dedos a mi concha y me introdujo dos al tiempo que con el pulgar comenzaba a masajear mi botoncito delicadamente. Su lengua y sus dedos parecían multiplicarse para estimular mis centros más sensibles.

En un momento dado apoyó su cabeza sobre mi concha y me prodigó varias lamidas sobre el clítoris hasta que, finalmente, me introdujo su lengua y allí exploté sin contenerme y tuve mi primer orgasmo. Nunca había sentido nada igual. Mi marido me miraba sin entender nada.

A esta altura su miembro parecía cada vez más grande. Nunca había visto nada igual. Me puso debajo de él y me penetró suavemente. Pensé que no iba a poder aceptarla por sus dimensiones y hasta sentí cierto temor.

Su verga se deslizaba lentamente hacia mi interior y cuando estuvo bien adentro comenzó a entrar y salir, avanzando con cada acometida varios centímetros hacia el fondo de mi canal. Nos estábamos acercando al orgasmo. El continuaba bombeando y el ritmo violento de sus embestidas me resultaba ya insoportable.

Me olvidé de quién estaba encima mío y de que mi esposo estaba observando todo. Cerré mis ojos y me dejé flotar en mi orgasmo que fue algo maravilloso.

Cuando acabó se fue al baño y yo le pedí a mi marido que se acercara y comencé a masturbarlo y pronto lo hice acabar. Antes de que desparramara toda su leche me metí su pija en la boca y se la dejé bien limpita. Me agradeció con la mirada.

Cuando regresó del baño noté que su miembro se ponía duro otra vez.. Yo quería gozarlo más y me subí arriba de él para cabalgarlo. Fue un momento glorioso porque me detuvo con una mano en el ombligo mientras me acariciaba una teta con la otra. Bajé la vista y vi su pija bien parada y brillosa y entonces tomé la iniciativa; me elevé sobre la rodilla, le agarré la verga del tronco, me la ubiqué a la entrada de mi conchita y me dejé caer suavemente sintiendo la entrada de cada centímetro de su vergaa, gozando como no había gozado jamás, mirándonos la cara y sonriendo.

Después empezó el movimiento que siguió hasta el paroxismo. ¡Qué manera de coger!. Mi marido nos miraba con cara de sorprendido y tenía su pija erecta nuevamente, así que le hice una seña para que se acercara y me la puse nuevamente dentro de mi boca –sabía que le gustaba mucho eso- y comencé a mamársela. Pronto los tres estallamos en intensos orgasmo y quedamos rendidos recostados sobre la cama sin decir palabras.

Luego de un buen rato me dieron ganas de chupar la de Raúl, así que fui girando suamente hasta quedar en un perfecto 69. Acerqué mi cara al glande agarrando decididamente su pija por el tronco mientras le acariciaba los testículos con la otra mano. Rocé la cabeza con los labios y vi aparecer en la boquita de la verga el líquido preeyaculatorio que tenía todo el olor a macho. Yo estaba lanzada e inicié mi fellatio tragándome esa poronga descomunal, chupándosela con vigor y estremeciéndome cada vez que él bombeaba lentamente con su boca en busca de los jugos de mi concha.

Raúl me separó las piernas y comenzó a lamerme. Se lengua se metía en todos los rincones de mi concha. Me rodeaba el clítoris con sus labios y pretendía succionármelo. Mi marido dijo que quería participar y me pidió que me pusiera en cuatro patas sin dejar de chupársela al otro. Se arrodilló detrás de mí. Yo estaba excitadísima y le pedí por favor que me la metiera. Mi concha estaba bien expuesta y con los labios hinchados. El los separó y hundió un dedo en mi cavidad caliente y supermojada. No podía dejar de gemir y movía las caderas incitándolo a que me la pusiera de una vez pero a él no se le paraba del todo, así que seguí chupando la gruesa verga del marido de mi amiga que sí estaba dura mientras esperaba la embestida de mi marido.

No se si por lo que estaba viendo o porque tenía que suceder a mi esposo se le paró de una manera como nunca había visto y sentido. Me la metió hasta el fondo de mi conchita húmeda y comenzó a moverse a un ritmo descomunal. Pensé que iba a desfallecer. ¡Qué zaranda me dio!. Nunca lo hubiera imaginado. Me cogía de vuelta como en los mejores días.

Mi marido estaba tan entusiasmado que me propuso cogerme por el culo mientras Raúl me la metía por la concha. No dudé un instante y rápidamente dejé de chupársela a mi amigo, me dí vuelta y lo monté dejando el culito bien paradito para que mi esposo no tuviera dificultades. Para lubricarme me pasó la lengua por el agujero y me empecé a volver loca cuando me la fue metiendo despacito para no dañarme. Hacía tanto que no lo hacía por ahí que me había olvidado el placer que me producía.

Cuando agarraron el ritmo yo era un pelele entre los dos, pero nunca hubo un pelele tan feliz como yo en esos momentos. Me estaban cogiendo dos tipos al mismo tiempo. Jamás lo hubiera imaginado. Me estaban deshaciendo, pensaba que no iba a poder coger por un tiempo pero cómo los gozaba."

"Realmente no se cómo sucedió, quizá por la discusión con mi marido o tal vez, por verme sola acompañada por los dos jóvenes que había conocido en el bar y había llevado a mi casa. Sabía que me deseaban, es que me fui calentando pensando en la situación en que me encontraba. Estaba solamente cubierta por la toalla de baño porque apenas llegamos los invité a servirse unas copas mientras me daba una ducha. Estaba sentada frente a ellos que, mientras tomaban su bebida, no dejaban de mirarme las piernas que, voluntaria o involuntariamente, iba abriendo cada vez más dejando ver mejor mis muslos.

La tensión crecía y era detectada con mayor claridad por los muchachos.

Cuando me paré para ofrecerles más café, Ricardo me tomó por la toalla arrancándomela y dejándome completamente desnuda frente a sus ojos. Me tomó del brazo y tiró hacia él hasta que caí sobre ellos.

Permanecían sentados en el sofá y me atenazaban acostada sobre sus muslos.

Sus manos comenzaron a acariciarme por todo el cuerpo. La boca de Pablo tomaba mi lengua mientras sus manos se llenaban de mis tetas. Ricardo acariciaba mi concha con sus dedos.

No podía creerlo. Me estaba derritiendo de placer con lo que estaban haciéndome.

No podía estar quieta y comencé a desnudarlos toscamente.

Ricardo se arrodilló y con su lengua recorría mi sexo, deteniéndose en el clítoris, que masajeaba en forma inusitada mientras sus manos se aferraban a mis nalgas en forma brutal.

No pude aguantar más y me corrí en su boca gimiendo como una loca.

Tomé la verga de Pablo y me la introduje lentamente en mi boca.

Aceleré el ritmo hasta que explotó en mis labios dejando correr por mi barbilla su leche espesa y ardiente.

Ricardo no quería ser menos y me volteó dejando mi cara a escasos centímetros de su pija al tiempo que Pablo, que había recobrado rápidamente su erección, se había acomodado entre mis piernas.

Con un movimiento rápido me sentó sobre él penetrándome hasta el fondo. Mi cuerpo sintió un profundo escalofrío que pronto se transformó en gemidos a medida que sus acometidas se volvían más fuertes. El impulso de las embestidas aceleró el ritmo de la verga de Ricardo que tenía en la boca. Mis dos manos la atenazaban mientras mis labios se ajustaban a su rojiza cabezota.

Todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo se volcaron hacia mis entrañas invadiéndome de un éxtasis salvaje e insoportable y tuve un nuevo orgasmo y luego la relajación más intensa que halla podido vivir.

Los muchachos habían acabado también y quedamos los tres rendidos en el suelo."

"La mujer de mi primo me había recomendado al doctor. Me dijo que no solo era un buen profesional sino que iba a resolverme todos mis problemas así como había hecho con ella. No me dio más explicaciones pero creí entender el mensaje y tomé una consulta con él. Cuando lo vi se me produjo un estremecimiento en todo el cuerpo porque se trataba de un hombre muy atractivo.

Después de hacerme un par de preguntas me hizo desvestir y recostarme sobre la camilla y me volvió a preguntar si estaba tranquila y al consentir con la cabeza me indicó que colocara las piernas sobre los estribos de la camilla quedando de ese modo con las piernas totalmente abiertas como en cualquier examen de este tipo. Se ubicó frente a mí y corrió la tela que apenas me cubría para poder revisarme. Se calzó los guantes y me introdujo los dedos, lo que me causó un sensación especial. Los sentía cada vez más adentro, como si los estuviera girando en su interior. Parecía que quería masturbarme y empecé a sentir placer.

Como tenía los ojos cerrados, imaginaba cosas y no podía creer lo que me estaba pasando. Nunca una revisación de este tipo me había resultado tan placentera. Me puse muy nerviosa e inconscientemente moví el cuerpo. Era como el principio del goce que se intensificaba, por lo que le pregunté si faltaba mucho.

El doctor me preguntó si tenía dolor, si me molestaba y sin pensarlo le respondí que no, que todo lo contrario. Fue la frase clave. Me miró sonriente, dejó su mano ahí y se acercó a mí descubriéndome los pechos. Ya tenía los pezones duros y erguidos. Como estaba tan cerca mi mano le rozó el pene y pude notar que ya estaba erecto.

Mientras sus dedos continuaban moviéndose dentro de mi vagina humedecida, él se desabrochó el guardapolvo y se acercó aún más. Estaba tan excitada que me resultaba tentador tocarle el miembro pero me contuve esperando que él tomase la iniciativa.

Así lo hizo. Me tomó mano y la depositó sobre su bulto. Se acercó más y cuando comenzó a rozar sus labios sobre mis pechos, abrí los ojos y no obstante el buen momento que estaba pasando le pregunté que era lo que pretendía hacer.

El selló mis labios con un beso y ahí sí perdí el control y le tomé la verga, que él ya había sacado fuera del pantalón y se la empecé a acariciar en movimientos masturbatorios. El doctor también excitado por la situación y supuestamente por lo que le había contado me acercó la pija a la boca y me la fue poniendo poco a poco.

Comencé a mamársela suavemente (me daba algo de vergüenza lo que estaba haciendo pero me gustaba) y él a bombear como si quisiera cogerme por la boca como si se tratara de la concha mientras sus dedos entraban y salían sin cesar de mi vagina. Estaba tan excitada que tuve un orgasmo y no pude evitar que se me escapara un grito de placer y dejé caer la cabeza hacia atrás. El miembro del doctor se me salió de la boca y un chorro de semen me salpicó la cara y el pelo."

"Me tocó viajar de urgencia con el presidente de la empresa para solucionar un problema en una sucursal. Cuando estábamos en pleno vuelo me confesó que estaba caliente conmigo y que me deseaba mucho y que tenía una erección tremenda de solo pensar en tenerme. No lo dudé mucho, sabía de su fama de Don Juan y además de su poder, así que me acurruqué en el asiento acomodándome sobre su hombro como si fuera a dormirme y despacio, muy despacio comencé a acariciarle la verga suavemente moviendo mi mano de arriba para abajo y viceversa dejando que la piel corriera entre mis dedos. Tocaba el agujerito del glande y volvía a repetir la acción. Me daba cuenta que su respiración cambiaba de ritmo.

Después de un instante de masturbarlo con la mano me incliné un poco más pasando por debajo de su brazo y me llevé su pija a mi boca y comencé a mamársela. El bajó su mano y comenzó a acariciarme las piernas hasta llegar a mis nalgas por la posición en que me encontraba. Lo hacía en buena forma y me estaba empezando a calentar.

Yo mientras tanto seguí con mi tarea, que la verdad no me disgustaba. Le daba vueltas con mi lengua alrededor del glande, me detenía en la corona, en el frenillo y trataba de introducírmela toda en mi boca. Le acaricié los testículos con mi mano y empezó a estremecerse.

Me susurró que la sacara de la boca ya que estaba por acabar. No le hice caso y aceleré el trámite acompañando la succión de mi boca con los movimientos de mi mano. Quería que eyaculara dentro. A mi esposo nunca lo había permitido que lo hiciera y una vez que tardó en sacarla y me salpicó la cara me puse furiosa pero con este hombre era distinto, no sé que me pasaba, me había liberado de golpe y quería mamársela hasta la última gotita.

El presentía que no podía aguantarse e intenta apartarme pero no lo dejo y descarga toda su leche dentro de mi. No me resultó tan desagrabable el sabor de su leche. Me acuerdo haber leido en un viejo libro de Jacqueline Susan que tomarla o ponérsela por la cara era beneficiaria para la salud. No se si era cierto o no pero no me disgustó el hacerlo.

Le pasé la lengua por toda la verga hasta que no quedó una sola gotita y se la volví a guardar en su lugar. Como ya estaba algo fláccida no tuve inconvenientes. Le subí el cierre del pantalón y me incorporé en mi asiento."

"Por fin nos decidimos con mi esposo y fuimos a una reunión de swingers. Era la primera vez y no sabíamos bien cómo actuar pero pronto se fueron aclarando las cosas. Estábamos charlando y bebiendo con un grupo de parejas cuando el hombre que tenía a mi espalda subió mi falda y lentamente metió sus manos entre mis piernas. Lo detuve. Era muy fuerte lo que me pasaba y deseaba vivir cada momento con plena conciencia. Me senté al lado de mi esposo, pero antes de que pudiera hablar con él, buscar su estímulo, alguien me tomó del brazo y preguntó si no quería acompañarlo a la habitación, es decir derecho a la cama.

Miré a mi esposo y él me impulsó con un gesto.

Cuando entré en la habitación me senté en la cama. A mi alrededor había parejas disfrutando del sexo sin medias tintas. Me di cuenta que no saldría de allí, si así lo deseaba, sin que cada uno de esos hombres me poseyera.

Pensé en mi casa, en los líos que los chicos le estarían haciendo a mi madre, en la ropa que tenía que lavar y planchar al otro día, en las cuentas que restaban por pagar....

Me paré, me saqué el vestido y me zambullí en aquella cama que, como si tuviera mil brazos, me atrapó. Casi no podía distinguir las bocas. Los penes cambiaban sin que yo perdiera ni un minuto de sensaciones. Hasta me encontré besando senos ajenos. Tuve allí una cantidad de orgasmos tal que en números equiparaban a tres meses de mi vida sexual normal. Compartí el calor de cuerpos desconocidos y recibí los fluidos de hombres que me desearon por un instante. Salí de la habitación tratando de arreglarme el pelo, buscando a mi esposo, preocupada por mi audacia."

"Había concurrido a las clases de natación incitada por mi amiga Claudia quien me dijo que no me iba a arrepentir de ello. Cuando terminó la clase me demoré un poco de más y cuando ingresé al vestuario ya no quedaba ninguna mujer. Me saqué el traje de baño y me fui a duchar. Cuando salí descubrí al profesor de natación. No se por qué me oculté y me quedé espiando y cuando comenzó a sacarse el pantaloncito y le vi su verga me quedé perpleja y giré rápidamente para retirarme del lugar produciendo un pequeño ruido que él, en la soledad del vestuario percibió y preguntó quien estaba.

Me quedé quieta y no respondí con la intención que pensara que no había nadie, se cambiara y se retirara del lugar.

Pero no fue así, cuando apareció desnudo, con su pantaloncito en la mano me quería morir. ¡Qué papelón!

Se me acercó y me preguntó el por qué de mi presencia ahí todavía, ya que supuestamente las mujeres ya se habían retirado todas, sin percatarse que no tenía su pantaloncito puesto y que su miembro empezaba a crecer a pasos agigantados. ¿Sería tal vez porque yo estaba apenas tapada por esa pequeña toalla?

Le expliqué en forma entrecortada que me había demorado y que no sabía que él también se cambiaba allí y no podía apartar mi vista de su verga que estaba cada vez más erecta. Estaba muy excitada y pienso que se me notaba.

Se me acercó tanto que no podía responder ya por mis actos. Lo había visto en malla pero desnudo era realmente excitante. Me empecé a calentar. Mis pezones empezaron a endurecerse y parecían querer atravesar la toallita. Mi vagina comenzó a humedecerse.

Al notarme tan excitada me tomó por los hombros y dejó que cayera lo que apenas me cubría, dejando caer también su pantaloncito y me besó apasionadamente en la boca.

Estuvimos así un rato hasta que comencé masturbarlo suavemente. Luego bajé y me puse su pene en la boca. La tomé con las dos manos y me la introduje hasta la mitad, que era toda mi capacidad bucal. El también excitado empezó a empujar queriéndome llegar a la garganta y casi me ahogó y tuve un pequeño acceso de tos.

Se la chupé un buen rato mientras trataba de controlar el orgasmo que me venía por la situación.

Me hizo subir y me recostó delicadamente en uno de los bancos del vestuario y acercó su voluminosa pija a las puertas de mi conchita y me la puso hasta el fondo ya que estaba totalmente humedecida..

La situación era maravillosa. Acabó de inmediato y a pesar de que su verga se ablandó no me dejaba ir ya que estaba gozando mucho con ese miembro fláccido dentro..

Terminamos los dos extenuados pero felices."

"Cuando mi marido me dejó sola en la casa de la playa por razones de trabajo yo estaba segura que se volvía a ver a su amante así que me propuse tomar venganza. Conocí a unos muchachos que estaban con el guardavidas y los invité a una supuesta fiesta en casa, sin decirles que yo era la anfitriona y la única mujer invitada. Cuando llegaron se sorprendieron pero no les disgustó la idea y nos propusimos divertinos a lo grande. Tomamos algo y nos pusimos a bailar y luego los fui desnudando al tiempo que ellos lo hacían también conmigo. Luego empecé a acariciarles los miembros un rato a cada uno masturbándolos un poquito hasta que sus miembros llegaron a su máxima expresión. Después la fellatio fue la estrella. Tomaba cada una de las vergas y las chupaba suavemente. Salía de una flaquita y larga y me introducía una gruesa, para terminar con la del muchacho que había conocido en la playa que estaba muy bien dimensionado.

A esta última la saboreaba bien descubriendo el glande con sus movimientos manuales. Ellos apretaban las piernas para no pasar por precoces pero el que la tenía gruesa falló y me llenó la boca de leche, tanta que tuve que sacarla para no ahogarme. El resto saltó sobre mi rostro. Eso causó un efecto catarata y tuve que sorber también la leche del que la tenía flaquita y larga porque tampoco se aguantó.

El que sí se contuvo fue el guardavidas y fue el primero que me cogió. Lo acosté boca arriba y le pasé mi húmeda concha por su pecho, bajando de a poquito hasta su pija. La tomé con la mano y la pasé por mis labios inferiores. Un vez mojada me la introduje hasta los testículos y comencé a cabalgarlo.

Los otros dos viendo la escena comenzaron a masturbarse y como el que la tenía finita y larga ya la tenía dura lo invité a ponérmela por detrás. El joven no se hizo desear y me la metió con todo, previa lubricación, hasta llenar mi capacidad quedándole la mitad afuera. Mis orgasmos comenzaban antes de que otro acabara. Gemía y gemía. El que se ocupaba de mi culo acabó y le dejó el lugar al del miembro grueso que, como el orificio ya estaba bien dilatado, no tuvo dificultades en penetrarme.

Como el guardavidas no acababa giré y lo puse en posición de 69 ya que quería mamársela nuevamente porque estaba muy excitada. Una chupada profunda, una leve presión sobre el cuello del glande y la leche llegó con fuerza desparramándose en el interior de mi boca.

Mientras él acababa y me chupaba el clítoris, otro se introdujo en mi vagina y me sacudió con fuerza aunque sin llegar al orgasmo. Pasamos toda la noche juntos. Las posiciones se iban intercambiando y terminamos todos extenuados. A esa altura no tenía orificio que no estuviera sensible y los penes ya no se paraban con tanta facilidad como antes. Había sido una fiesta brutal.

Me vestí, los besé uno por uno y prometí volver a verlos aunque nunca más regresé a esa playa.

Nunca había tenido una experiencia como ésta, me había cogido a tres tipos y me había gustado y hasta me olvidé de la amante de su marido."

Mas de Piru

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