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Mis mejores momentos... (03)

en Grandes Relatos

MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")

-Parte III-

Muchas veces me han vuelto a la memoria los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé y hoy les hago llegar una recopilación de esas gratas circunstancias.

"Estábamos en pleno juego amoroso con mi marido y no podía creer lo que estaba escuchando. Me había amenazado –en el buen sentido de la palabra- con introducir a otro en nuestra cama y ahora salía diciendo que no era uno sino dos. Me puse muy nerviosa y mi respiración se aceleró.

Gire su cabeza hacia la puerta y como no vi a nadie lo miré con una sonrisa burlona a mi esposo y continuamos acariciándonos.

Ya estábamos los dos desnudos y tratando de introducirme su miembro erecto en mi conchita.

Cuando sentí que una mano ajena me acariciaba la cola giré bruscamente y me encontré con nuestros amigos Jorge y Raúl desnudos al lado de la cama. Me separé inmediatamente de Salva y me senté en la cama tratando de taparme mi desnudez como podía al tiempo que lo miraba a los tres con una bronca que ni les cuento.

Les grité a los visitantes que se marcharan, que eran unos degenerados al igual que mi marido y no que era una puta dispuesta a hacerles favores. Me puse a lagrimear y les pregunté por qué me hacían esto a mí e indirectamente a sus esposas que eran mis amigas. Por qué me humillaban de esa manera si nunca les había dado motivos para ello.

Los tres se quedaron sin decir palabras hasta que Raúl me dijo, casi avergonzado, que tenía razón, que los perdonara, que podía pensar cualquier cosa de ellos y Salva, pero que no lo hacían con mala intención, que acudían al llamado de mi marido porque pensaba que yo no disfrutaba tanto con él y necesitaba más sexo del que podía brindarme y ellos luego de mucho pensarlo accedieron a ayudarnos a los dos.

Me juraron que nadie se enteraría de este encuentro, que no saldría una palabra de esas cuatro paredes, que sería por esta única vez y después volverían a su vida normal siendo nada más que amigos como hasta ahora.

A pesar de que no creía que esto último sucediera porque si iba a tener sexo con ellos no podía pensar que después se cortara todo así porque sí, les agradecí irónicamente su generosidad y accedí a pasar la "prueba" como argumentaran no sin antes putearlo a mi marido, ya que si bien reconocía que necesitaba más sexo de lo que él me proporcionaba no tenía por qué pasar por esa situación.

Le pregunté a boca de jarro si le gustaba vermea coger con otros hombres y vi que se puso mal y no me contestó nada.

Pasaron unos segundos interminables sin que nadie dijera o hiciera nada hasta que Salva me diera un beso en la boca y comenzara a acariciarme los pechos.

Casi sollozando porque realmente no me sentía bien me volví a subir encima de él y empezamos a movernos de nuevo.

Lo noté raro y me pareció que iba a suspender todo pero dudó un instante y ya Jorge, al que notaba más excitado, me acercó su pija a la cara y sin mediar palabras empece a acariciársela y después, mirándome de reojo a Salva, se la introduje lentamente en la boca.

Quería que jugará, pués jugaría aceptando el reto.

Raúl, que estaba ubicado detrás me empezó a lubricar el agujerito del culo. Primero besándomelo y luego con un gel que había traído expresamente. Emití un gemido pero no le negué la entrada, estaba dispuesta a todo aunque después me costara el matrimonio, así que acercó su verga también lubricada y empezó a metérmela en forma lentamente.

Si Salva quería que me cogieran sus amigos mejor no la podía estar pasando ya que estaba siendo penetrada por los tres al mismo tiempo. Lo mamaba a Jorge y recibía las pijas de Raúl y Salva por mi culo y concha respectivamente.

Tenía todos mis agujeros ocupados y estaba gozando mucho. El primero en acabar fue mi marido quien sin embargo la dejó adentro y por suerte erecta un buen rato. Luego acabó Raúl sacándola y tirándome la leche por mis nalgas y mi espaldo..

Como estaba al borde del orgasmo aceleré los movimientos de mi boca ayudándome con mis manos y cuando sentí el primer chorro del semen de Jorge en mi boca la saqué salpicándome la cara y las tetas y parte del cuerpo de Salva, lo que no me disgustó.

Después de un rato de relax se fueron invirtiendo las posiciones y mientras se la chupaba a Raúl cogía con Jorge mientras Salva observaba todo con cara de calentura y resignación a la vez.

Descansamos otro poco mientras los masturbaba y chupaba indistintamente para que sus miembros estuvieran erectos con prontitud cosa que no ocurria fácilmente, dado que los amigos que había traído Salva eran tan maduros como él.

Al primero que se le paró totalmente fue a Jorge, que como dije estaba super excitado y además, era el más joven de los tres. Entonces me le subí encima y comencé a cabalgarlo. Me lo cogí prácticamente en pocos movimientos y acabamos simultáneamente en un grito de gozo y placer.

Luego Raúl me dio vuelta y me la introdujo suavemente desde atrás (pero no por el culo) mientras yo lo mamaba a Salva.

Después de un rato de seguir tocándonos les dije que me quería dar una ducha y me retiré dejándolos a los tres solos sin decir palabras.

Cuando regresé compartimos un café y charlamos de cualquier tema y ninguno de los presentes hizo alusión a los momentos vividos.

A la noche al acostarnos luego de concurrir al cine y a cenar afuera le confesé a Salva que me había gustado mucho pasar la experiencia de ese día y quería repetirla de vez en cuando, con ellos o con otros amigos o desconocidos. Luego nos dormimos plácidamente."

"Me estaba excitando como nunca con este hombre que apenas conocía personalmente desde hacía un par de días pero que me estaba llevando al éxtasis, tal cual había prometido en sus mensajes.

Fue entonces que decidí darle una recompensa y hacerle algo que le había anticipado...se la iba a mamar.

Para ello me deslicé en el suelo entre sus piernas y abrí su bragueta.

Busqué y palpé su pija que estaba caliente y bien dura. La sostuve entre mis manos y subí hasta su cara y lo besé.

Noté en ese instante que su miembro daba un pequeño respingo y entonces lo saqué afuera y me dispuse a chupárselo.

Lentamente, mientras lo miraba a los ojos, recorrí con mi lengua los labios para tenerlos humedecidos. Noté cómo se excitaba y me puse contenta.

Sabía que le gustaría lo que le iba a hacer y difícilmente se olvidara de ello. Más que una vez me había escrito que su mujer no era muy proclive a hacérselo.

Comencé por la base de su tronco y lamí hacia arriba muy despacio. Giré la cabeza de lado y mirándolo nuevamente simulé morderlo, colocando mis dientes suavemente en su carne.

Seguí humedeciéndosela mientras con un mano le acariciaba sus pelotas tratando de buscar por debajo y atrás de ellas ese lugarcito tan sensitivo que tienen los hombres antes de su ano y que estimula el músculo de la erección.

Después de lamérselo un montón de veces y habiéndoselo dejado todo húmedo y bien duro noté que José comenzaba a retorcerse como queriendo acelerar las cosas.

Me gusta ese momento de los hombres porque se empiezan a desesperar y quieren cogerte por la boca de impacientes que se ponen.

Continúe con la tarea que conozco bien lamiéndole ahora la punta de la pija y poniéndole la lengua en el agujerito del centro, pero sin chuparle la cabeza.

Recorrí con mi lengua el borde de su capullo, por todo el contorno, haciendo frecuentes pases por su tierna piel. Noté por los movimientos que había acertado con uno de sus puntos sensibles y me alegré por José...sabía que estaba gozando mucho.

Estrujé luego su miembro y ví como empezaba a brotarle el líquido claro preeyaculatorio y lo esparcí con la lengua por toda su cabeza.

El estaba cada vez más excitado y entonces, como si fuera un helado, me metí la cabeza de su verga en mi boca humedecida. Lo escuché gemir y me la metí entonces todo lo que pude, manteniéndola quieta en mi interior por un instante.

Puedo decirles que ello no fue fácil porque el instrumento de José es de considerables dimensiones y además quería apurar la cosa. Estaba muy caliente.

Se por experiencia que si lo dejaba actuar acababa de inmediato y no lo dejé imponerse, quería que el placer le durara más.

Pero no pude aguantarlo mucho y como su excitación y la mía iban en aumento empecé a moverme rápidamente, deslizándome arriba y abajo por si pija como si lo estuviera cogiendo.

Cambiaba de ritmo constantemente para que no acabara o cuando suponía que su verga se volvía inmune a mis movimientos. Temía que se le durmiera aunque ello resultaría muy difícil pero suele sucederle a algunos hombres y no quería que fuera justamente a él.

Así fue que pasaba de mamarle tan solo el capullo como si fuera un pezón a tomársela completa y chuparla todo el tiempo hacia arriba y abajo como si fuera una aspiradora.

Continúe chupando y ví que José no se aguantaba más y aceleré los movimientos. Lo sentí venir y quise ver cómo se disparaba su leche y me lo aparté de la boca por un instante.

Fue asombroso verla salir a borbotones y rápidamente me la volví a meter para recoger todavía mucha de su leche. Me la tragué lentamente y después le pasé la lengua por todo el tronco dejándoselo bien limpito."

"En cierta oportunidad que estábamos cogiendo con Salva me preguntó si no me gustaría estar con dos tipos más en la cama y jugando le dije que me encantaría. No pensé jamás que me iba a tomar en serio y me iba a poner en esa situación aunque no se realmente si no la deseaba. Un día que estábamos en pleno juego amoroso comenzó a besarme y acariciarme y poco a poco me fue sacando el vestido dejándome apenas con mi pequeña tanguita de encaje.

Pretendí retribuirle acariciándole la verga pero no me dejaba. Me puse algo molesta pero él continuó besándome y me fue llevando de a poco para el dormitorio.

Me recostó sobre la cama y sin dejar de besarme empezó a acariciarme las tetas que tenían los pezones duros como nunca.

Me sacó suavemente su tanquita y me besándome las piernas se internó en mi conchita. Ahí se dedicó a mi clítoris como pienso que nunca la había hecho y me puse loca. Le pedía que me la metiera y ahí me largó si no me gustaría que mientras él se dedicaba a esa tarea yo me ocupaba de alguna que otra pija.

Estaba tan excitada y pasadita de alcohol que entrecerrando los ojos le dije que si con la cabeza.

Se dirigió entonces a la puerta del vestidor y cuando la abrió y aparecieron dos tipos desnudos me quedé boquiabierta. Mis ojos pasaban rápidamente de la cara de Salva a las pijas de los muchachos y viceversa.

Le dije que era un loco, que no podía creer que esto estuviera pasando.

Cuando empezaron a acariciarme lo miré como asustada, pero ante su sonrisa cómplice me distendí y di rienda suelta a mis instintos.

Recostada sobre la cama comencé a acariciarle las vergas mientras Salva seguía con la tarea que había quedado inconclusa.

Después se retiró y los dos extraños se apoderaron de mi cuerpo mientras él miraba la escena entre molesto y fascinado.

Siempre me quedan las dudas si sufre con ello o le gusta realmente verme poseída por otros.

Ellos me besaron por todo el cuerpo y yo estaba excitadísima. Fui penetrada de todas las formas posibles y tampoco me quedé atrás y les mamé nunca lo había hecho antes sus miembros.

Gemí un par de veces y llegué hasta gritar a raíz de los orgasmos que me producían los muchachos. Realmente eran unos expertos y sabían como satisfacer a una mujer. Actuaban delicadamente y eso me calentaba más.

Cuando todo termino mi cuerpo lucía exhausto y con olor al semen que habían derramado los hombres en esa especie de batalla sexual.

Los hombres se retiraron y al quedarme sola con Salva tuvimos sexo como nunca. Le agradecí lo que había hecho y le dije que ya me estaba gustando mucho la idea de que me compartiera con otros, así que fuera pensando en repetirla de vez en cuando."

"Cuando el desconocido me levantó por la calle y me invitó a tomar algo sabía que luego me llevaría a un hotel y no me importaba.

Nos dirigimos a su auto que tenía estacionado a un par de cuadras. Subimos y, con la complicidad de la oscuridad del lugar, nuestros cuerpos se fundieron en un apasionado beso.

Aquél beso nos encendió aún más. Acaricié su pecho como implorando reciprocidad, la que no tardó en llegar.

Tras quitarme el abrigo retiró de mis hombros las frágiles cintas que sostenían mi vestido, dejando al descubierto mis tetas, ya que no llevaba corpiño puesto, las que listas y anhelantes por sentir el roce de sus manos, se erguían en su punta haciendo innegable mi extremo estado de deseo.

Sus manos daban cálido mensaje a mis pechos mientras su aliento recorría mi cuello y mis oídos, llenándome de gran placer.

La parcial oscuridad en la que nos encontrábamos no hacía necesario que cerrara los ojos y lo veía tan excitado a él también que me empecé a humedecer.

Mis manos, agradecidas por el momento que estaba pasando, buscaron su entrepierna para sentir aquella maravillosa carnosidad y fuente de placer que todas las mujeres deseamos.

Como pude, recorrí su cierre para abrirme paso hacia el delicioso destino mientras él, cada vez más ansioso, recorría mi vestido para finalmente despojarme por completo de él.

Deseosa de él, acariciaba su sexo por encima de su ropa interior mientras me besaba mis tetas con entrega animal.

Ante la presencia de sus manos por mis zonas erógenas y para facilitarle la tarea procedí a sacarme la bombachita al tiempo que él desabrochó totalmente su pantalón para soltar aquel majestuoso portento, para que mis manos lo apresaran y sometieran a delirante vaivén.

Ya no había marcha atrás. Si había planeado llevarme a un hotel, lo haría después de terminar con la tarea que había comenzado.

La oscuridad del lugar impedía que los pocos transeúntes que pasaban por ahí se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo.

Me sentía incapaz de suspender esta deliciosa escaramuza, así que desplacé el respaldo de mi asiento hacia atrás haciéndole entender lo que quería.

Entusiasmado se abalanzó sobre mí separándome mis piernas y, tras detenerse momentáneamente para colocarse un preservativo, me penetró con incontenible vehemencia.

La furia de sus acometidas no hacía sino elevar mi deleite a niveles mágicos, imposibles de plasmar en palabras.

Su enérgico accionar, hábil y prolongado, era el de un amante diestro y experimentado, como lo había sido otrora mi marido.

Me acordé por un instante de él pero inmediatamente me lo borré del pensamiento y seguí viviendo con intensidad este hermoso momento.

En ese momento ya no nos importaban disimulos o convencionalismos sociales, éramos su cuerpo y el mío entregados al máximo disfrute que mutuamente pudieran darse, lo demás -los ocasionales transeúntes que podían percatarse de la situación- no interesaba.

Finalmente ocurrió. Como si nuestros cuerpos fueran uno, alcanzamos el momento sublime al unísono, estallando nuestras almas en el más sublime placer.

Con pudor, pero sin arrepentimiento. pudimos observar mientras nos vestíamos los rostros de algunas personas que al parecer habían presenciado cada instante de aquellos momentos culminantes, atraídos quizá por el indiscreto movimiento que todo auto exhibe en circunstancias como las que acababan de darse.

Visiblemente preocupado por protegerme de aquella bochornosa situación, Mario, que así se llamaba mi compañero, se apresuró a sacarme del lugar."

"Cuando mi marido se acomodó sobre el respaldo de la cama entendí perfectamente que tenía que hacer. Empecé a acariciarle la verga y fui bajando hasta ponerme entre sus piernas como lo hago siempre porque se que a él lo enloquece y me la metí casi toda en la boca, dejando mi culo y mi conchita paraditos apuntando para fuera de la cama como si estuviera esperando algo. Es la típica posición de yoga llamada "gato estirándose" que me enseñó la profesora y que hoy dio buen resultado.

Lo noté raro a Salva, como nervioso, pero lo atribuí a la forma en que estaba mamándosela.

De pronto, sentí algo a las puertas de mi vagina y dejé de chupársela para ver quién era el que intentaba penetrarme.

Fue imposible, Salva tomándome por la cabeza impedía que me diera vuelta al tiempo que me decía que no mirara y que me dejara hacer, que no la iba a pasar mal, que confiara en sus palabras.

Traté de relajarme y me dispuse a gozar de ello continuando con la mamada.

Como estaba mojada nuevamente aguanté la embestida de ese grueso miembro que me penetraba sin problemas. Lo miraba a Salva y estaba gozando, no se bien todavía si era por lo que yo le estaba haciendo o por lo que estaba viendo.

Me cogían delante de él y se cumplían nuestras fantasías.

El miembro entraba y salía con potentes empellones y yo gozaba mucho.

Empecé a recular para que entrara toda ya que estaba por tener otro orgasmo. Sentí que el hombre que estaba cogiéndome la retiraba y me sentí mal hasta que acabó furiosamente derramando su semen sobre mi cola y mi espalda.

Salva que estaba excitadísimo no se pudo contener y se corrió en mi boca. Como es mi costumbre no dejé que se escapara ni una sola gota.

Cuando sentí que se retiraba la pija que me había cogido intenté darse vuelta nuevamente pero mi marido me lo volvió a impedir.

Luego me fue alzando hasta tenerme acurrucada entre sus brazos y al preguntarle el por qué no me había dejado ver a la persona que me había penetrado, me contestó que había sido un juego y que como tal no tenía que saber quién era el que me cogía delante de él.

Después nos dormimos un rato y al despertarnos hicimos el amor como nunca. Le confesé lo bien que la había pasado y que no me disgustaría repetir la experiencia.

Luego nos duchamos y fuimos a una reunión con amigos. Yo miraba a los hombres presentes porque suponía que uno de ellos debería ser el que había estado conmigo a la tarde, sabía que Salva no se arriesgaría a traer a casa a un desconocido pero no pude adivinar nada.

Nunca supe quién fue. Estaba segura que era uno de ellos pero lo disimuló muy bien."

"Para nuestro aniversario de bodas mi esposo me invitó a cenar en un restaurante muy lujoso y en el medio de la charla me dijo que tenía un regalo especial para mí.

Ese día me había vestido muy sexy con minúsculo vestido negro pegado al cuerpo, ropa interior de encaje negra y ligas.

Cuando terminamos de cenar fuimos directo a un hotel donde Salva había reservado una habitación especial.

Antes de entrar en ella me vendó los ojos y mi ansiedad crecía a pasos agigantados. Le preguntaba mil cosas a mi marido, el que permanecía en silencio.

Me hizo recostar de espalda sobre la mesita y llegué a escuchar que hablaba por teléfono sin darme cuenta con quién. Cuando le pregunté siguió callado.

De pronto se abrió la puerta de la habitación y me pareció percibir que entraba más de una persona.

Como seguía con los ojos vendados, como ocurriría después durante el resto de la noche, no podía saber qué pasaba.

De pronto sentí unas manos que me acariciaban y al preguntar si era Salva siguió el silencio. Unos labios se posaron en mi boca y comenzaron a besarme. Al principio pensé que se trataba de mi marido y lo besé apasionadamente pero pronto me dí cuenta que estaba equivocada ya que otras manos me bajaron la bombacha y empezó a comerme la conchita.

No había reaccionado de mi sorpresa cuando me rasgaron el vestido a la altura de los pechos y comenzaron a acariciármelos y a besarme los pezones que ya a esta altura se habían endurecido casi totalmente.

Me siguieron rompiendo el vestido y me besaron en el pubis. A esta altura no podía darme cuenta si eran dos, tres o cuatro los que me estaban tocando.

De pronto sentí que me besaban el culito e intentaban meterme la lengua dentro del agujerito. No lo podía creer. Traté de deducir rápidamente, por las manos y bocas que estaban posadas en mí, pero tenía una confusión terrible.

No sabía si Salva era uno de ellos. Estaba como loca y no podía creer lo que sucedía, gemía de placer. Estaba en estado de éxtasis.

Casi sin darme cuenta y muy delicadamente me dieron vuelta poniendo mi cola bien parada para afuera y fueron penetrándome uno por uno por la vagina. Pensaba que erán más de tres pero no tenía el número exacto porque no sabía si alguno repetía su embestida. Seguía con las dudas respecto a si una de ellas era la de mi marido. Por más que la conocía muy bien en la entrada y salida de varias a la vez no podía darme cuenta, salvo de una de ellas debía ser una cosa descomunal porque por más que estaba toda humedecida y mi vagina muy dilatada la sentía penetrar y cómo.

Sentí que me venía un orgasmo y no pude impedir exhalar un gemido y quedar luego tendida sobre la mesa."

"Los obreros que estaban trabajando en casa me avisaron que ese día se irían temprano porque tenían que visitar otra obra y aproveché para decirles que cerraban bien todo porque tenía una reunión con los compañeros de oficina y por ahí llegaba un poco tarde.

El brindis con mis amigos comenzó con una copa de champagne y luego sirvieron canapés y todo tipo de bebidas. Seguí con el vino blanco pues me fascina y me tomé como cuatro copas. Cuando volví a pedir me dijeron que se había terminado así que seguí con whisky haciendo una mezcla para nada aconsejable.

Como es fácil de imaginar al rato estaba mareada y mis amigas me metieron en un taxi, no sin antes indicarle la dirección dónde tenía que bajar porque yo no respondía de mí.

Entré a la casa tambaleando y me senté en un sillón del living y no se todavía por qué me quité toda la ropa y empecé a acariciarme y a masturbarme. Estaba extrañando a mi esposo porque ya hacía unos cuantos días que se había marchado.

Recordé que teníamos un vibrador y fotos nuestras desnudos y haciéndonos el amor guardadas en el cuartito de servicio y me dirigí hacia él a buscarlas para seguir masturbándome.

Abrí la puerta del mismo y cual fue mi sorpresa al encontrarme al maestro albañil desnudo y con las fotos que yo buscaba en sus manos. Se estaba masturbando también. Al ver aquello quedé atónita.

El hombre me miró y yo no sabía qué hacer. Me quedé mirando su enorme y gruesa pija, con la cabeza enrojecida por la erección cuando de pronto se levantó y acercándose a mí me dijo que ya nada de eso era necesario porque me tenía a mí.

En ese momento reaccioné y me dí cuenta que estaba completamente desnuda. Sentí sus toscas y grandes manos que se apoyaron en mi cintura y como empujaba mi cuerpo hacia él. Me besó en la boca metiéndome su lengua y no supe qué hacer.

Entonces su cuerpo se pegó al mio y sentí como su pene erecto se incrustaba entre mis piernas mientras él seguía besándome el cuello hasta llegar a mis tetas, las que comenzó a succionar. Sus manos se apoderaron de mis nalgas y traté de alejarlo pero la verdad no tenía las suficientes fuerzas para hacerlo dado mi estado.

Apretó mis nalgas elevándome hacia su verga que empezó a tallarme la vagina por el frente mientras que las mamadas de tetas y las sobadas de nalgas comenzaban a surtir efecto en mí.

Uno de sus gruesos dedos comenzó a acariciarme el culo y sentí como las piernas se me doblaban y la excitación me subía de golpe. Abrí las piernas y la verga encontró lugar en medio de ellas. Las cerré nuevamente y el tallar de la pija hizo que me humedeciera como nunca .

El albañil se levantó y me tiró literalmente en el catre que teníamos ahí y se avalanzó sobre mí. Me seguía sobando las tetas, me besaba, me mamaba, me hacía de todo y yo para entonces estaba disfrutando como loca de la situación hasta que de pronto sentí como su gruesa pija se abría paso en mis labios vaginales.

Reaccioné nuevamente y traté de evitarlo al tiempo que le decía que no, pues si iba a suceder quería que tuviera puesto un preservativo. No quería correr riesgos inútiles.

No me dio tiempo a nada. De un golpe y sin dificultad alguna por la gran humedad de mi conchita, su verga se abrió paso y sentí como el enorme falo me llegaba hasta el fondo. Ello provocó que me arqueara y él comenzó a moverse rápidamente afianzado de mis nalgas. Me seguía acariciando las tetas y yo por los efectos del alcohol nuevamente me relajé y comencé a pujar y a moverme disfrutando de la pija que tenía adentro.

Recuerdo que el albañil me decía que hacía rato que quería metérmela. Que estaba muy caliente conmigo. Que lo había excitado mucho en estos días mostrándome casi desnuda y que por ello ahora había encontrado lo que tanto anduve buscando.

Yo seguía meneándome aumentando mi calentura hasta que de pronto el comenzó a hacer unos movimientos que delataban que estaba por acabar. Me vino un gratificante orgasmo mientras me aferraba a su espalda y mi abdomen comenzaba a convulsionarse. Con las piernas lo aprisioné hacia mí para que no se moviera y la mantuviera adentro.

Lo solté lentamente y siguió nuevamente con sus movimientos. Yo metí la mano izquierda entre los dos y le alcance la verga y los huevos y comencé a acariciárselos. De pronto el tipo se pegó a mi cuerpo y con los dientes me mordió levemente una teta y simultáneamente sentí como su verga se descargaba y llenaba de leche caliente mi vagina.

Luego se quedó sobre mí descansando y yo acabé agotada quedándome dormida.

Desperté de madrugada en mi cuarto y sentí algo raro. El albañil estaba sobre mi, yo me encontraba boca abajo y el metido entre mis piernas. Sentí nuevamente su gran excitación y en ese momento sentí dolo. Todavía algo aturdida por los efectos del alcohol no lograba coordinar bien. Volví a sentir dolor y metí mi mano debajo y cuando estaba por tocarme la vagina sentí todo el peso de su cuerpo sobre mis nalgas y su verga perforándome el culo. Me estaba cogiendo donde nunca me había dejado. Solté un quejido y volteé tratando de verlo y le dije que la sacara porque me dolía.

El albañil estaba tan caliente que hizo caso omiso a mi petición y siguió con su tarea.

Comenzó a moverse lentamente hasta que, luego de un rato de estar sufriendo con la verga tan gruesa dentro de mi culo, el dolor aflojó y el placer afloró, haciendo que en las repetidas embestidas tuviera un par de orgasmos antes que mi culo se inundara de semen.

Nuevamente me quedé dormida y cuando desperté tenía su enorme pija a las puertas de mi boca. Quiso que se la mamara sin sacarla para nada de la boca pues cuando hice el intento le ví las intenciones de pegarme. Me sobaba las tetas y yo le acariciaba los huevos. Luego de un rato la verga estalló llenándome de líquido toda la boca y la cara. Me gritó que me tragara toda su leche así que obedecí al tiempo que comencé a espantarme.

Luego se recostó y yo también hasta quedarme dormida. En la mañana me despertó y nuevamente me cogió hasta que se corrió nuevamente dentro de mí. Yo ya no disfrutaba nada pues me dolía todo el cuerpo. Después de un rato se marchó y por la tarde volvió con sus ayudantes como si nada hubiera pasado.

A la tarde recibí un llamado de mi marido que me decía que no llegaría hasta el domingo a la noche. No le dije nada de lo ocurrido y no se si lo haré ya que en parte soy la principal responsable de que esto hubiera sucedido..

Al bajar a comer obviamente lo hice más tapadita."

Mas de Piru

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