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Mis mejores momentos... (14)

en Grandes Relatos

MIS MEJORES MOMENTOS (o tendría que decir "Mis mejores cog....")

Parte XIV

En esta oportunidad los hago cómplices de los buenos momentos de sexo que he tenido no solo con mi esposo sino en los tríos, intercambios o relaciones circunstanciales de las que participé, pero vistos desde la óptica masculina, ya que se trata de recopilación de los relatos de mi pareja.

"Fui a visitar al marido de mi prima porque se había accidentado. Luego pasaría mi mujer a verlo y retornaríamos juntos para casa. Aprovechando mi llegada mi prima se fue al supermercado porque tenía que hacer la compra mensual y se iba a demorar un par de horas.

Estuve charlando con él un buen rato y me contó que estaba cansado en esa posición y que no tenía sexo y estaba por explotar porque mi prima era incapaz de hacerle un mimo, una caricia para aliviarle las tensiones. Me sorprendió con el comentario pero no le di mucha importancia hasta que dejó entrever que sería capaz de pedirle a mi mujer que le aliviara la situación.

Lo miré sorprendido y riéndose me dijo que era una broma pero que si se lo proponía era muy probable de lograr que cualquier mujer le hiciera unos mimitos, por más que estuviera casada, porque sabía cómo convencerla.

Le dije que con Piru (así la llamamos cariñosamente) eso no pasaría y fue entonces que me apuró y me sugirió jugar una pequeña apuesta. Si lograba algo me la tenía que aguantar y no decirle nada ni a mi mujer ni a él. Si no lo lograba que fuera pensando que le podía ir pidiendo, que podía ser cualquier cosa que se me ocurriera que él lo aceptaría porque confiaba mucho en sus poderes.

Lo pensé un poco y acepté ya que sabía que mi mujer, por más que se llevaba bien con él y simpatizaban mucho sería incapaz de tener algún encuentro sexual de cualquier tipo porque estábamos muy enamorados y me era fiel.

Cuando sentimos el timbre me dijo que fuera al parque y no apareciera por nada del mundo que él iba a tratar de que Piru le hiciera un par de caricias. Dudé pero me fui atrás ya que podía observar todo a través de los ventanales por estar el parque a oscuras y el living comedor iluminado. De adentro no se veía nada para afuera.

A través del portero eléctrico abrió la puerta y cuando entró mi mujer se sorprendió de no verme allí ya que había quedado en esperarla. Le mintió diciéndole que había llamado porque tenía un contratiempo en el trabajo y que no podía llegar, así que no me esperara y que se fuera sola para casa. Piru se lo creyó.

Comenzaron a conversar de cualquier cosa y sonrisa va, sonrisa viene le pidió (yo escuchaba todo a través de las ventanas) que le trajera algo de beber y que ella se sirviera también.

Cuando se acercaba con la copa a la camilla donde se encontraba vestido solamente con un pantalón pijamas corto debido al yeso que cubría sus piernas desde sus tobillos hasta cerca de su ingle le tomó una de sus manos y la puso arriba de su miembro.

Ella se sorprendió y la quiso retirar de inmediato pero no podía hacerlo bruscamente porque en la otra mano tenía la copa y no quería derramarle el líquido encima.

Escuché cuando le preguntó el por qué lo hacía, que no correspondía y Sine todo compungido y actuando como para recibir el Oscar de la Academia le dijo que se sentía muy mal, que disculpara su atrevimiento, que ella no se merecía esto pero que era la única que lo podía ayudar ya que su mujer era medio pacata y no le hacía ningún mimo y él ya llevaba así unos cuantos días y como era muy activo sexualmente se estaba poniendo loco por no poder hacer nada y que todavía le quedaba mucho tiempo por delante en ese estado e iba a reventar.

Que necesitaba su ayuda, que era como una cura que le iba a hacer. Que él la respetaba y eso no saldría de esas cuatro paredes. Que lo ayudara.

Piru se rehusó en forma terminante, lo que me llenó de orgullo, pero ante la insistencia de Sini, no se cómo, se dejó convencer.

Dejó la copa sobre una mesita y procedió a sacarle el miembro fuera del pijamas y a acariciarlo suavemente con ambas manos. Yo no podía creer lo que estaba viendo y además, lo peor, era que me estaba calentando con la situación. Veía a mi mujer con otra pija entre sus manos y comencé a excitarme.

Rápidamente y por los movimientos de Piru el miembro de Sine creció a pasos agigantados y realmente tenía una verga considerable.

Notaba a través de la ventana que ella también estaba sorprendida por el tamaño y la miraba algo extasiada. Sus movimientos iban de abajo arriba y dejaban al descubierto la rojiza cabeza del glande. Sine intentó acariciarla en su espalda pero ésta se rehusó y le dijo que no la tocara, que la dejara actuar.

Siguió con sus movimientos que se hicieron más intensos a medida que pasaban los minutos. Por momentos una de sus manos de deslizaban hacia los testículos y trataba de apretárselos con lo cual parecía que Sine se retorcía en su camilla.

Siguió acelerando sus movimientos y fue entonces que un chorro de leche salió disparado furiosamente hacia arriba. Piru continuó con su tarea sin importarle que el semen se desparramara sobre su mano. Es más y ahí casi me vuelvo loco, de golpe acercó su boca al miembro de Sine y sin mediar palabra se lo introdujo en su boca. Le pasó la lengua por su cabeza y el tronco limpiando toda la verga hasta dejarla bien limpita. Luego le preguntó dónde tenía otro pijamas y sacándole el que llevaba puesto se lo cambió por uno limpio no sin antes darle un nuevo beso a semejante garrote. Después le dio un beso en la boca a Sine quién pretendió tomarla con sus brazos pero ésta no quiso y se retiró rumbo a casa. Sine le agradeció y le prometió que ello no iba a salir jamás de su boca, que sellaría sus labios, que se quedara tranquila.

Luego de unos minutos aparecí en escena y le dije que era un hijo de puta pero que me había ganado y tal cual lo pactado no díría nada ni a mi prima ni a mi mujer.

Mientras iba rumbo a casa me preguntaba una y mil veces si esa sería la primera vez que Piru me engañaba o si era normal que hiciera cosas por el estilo sin yo saberlo. Era la gran duda que de ahora en más me perseguiría.Lo malo de todo esto fue que me había excitado viéndola chuparle la pija a otro hombre y no se cuanto pasará hasta que le diga que la ví porque por ahí podemos iniciar una nueva vida de ahora en más haciendo intervenir un tercero o, por qué no, una tercera en la pareja."

"Eduardo no era un buen jugador y solo lo hacía para divertirse y no le importaba mucho ganar o perder importantes sumas de dinero. Eso me alentaba más.

Jugamos primero por el efectivo que había llevado e insólitamente, perdí. No lo podía creer.

Mi mujer, que estaba junto a mí quiso que nos retiráramos pero yo quería la revancha.

Máxime que por mi cabeza rondaba la idea de verlo al desgraciado que quería birlarme la mujer, quebrado y pidiéndome por favor otra oportunidad.

Lo miré a los ojos, era el momento de decidir qué hacía: me levantaba y dejaba ese juego ahí, declarándome perdedor, o me jugaba entero y lo humillaba.

Opté por lo último, pensando en tirarle sus restos a mi mujer a sus pies, demostrándole que ese adulador era un fraude.

La apuesta era fuerte. Jugué nuestra casa contra dos de las suyas.

La partida fue prolongada y por fin llegó la última mano, era a todo o nada.

Cuando tiré la primera carta se acercó mi mujer, la que desde que me había pedido que me retirara de la partida se había alejado enojada hacia otro lugar del cuarto.

No sabía nada de mi apuesta y fue cuando el muy desgraciado mientras tiraba su carta fuerte le dijo: "Hermosa, tu marido está por perder la casa" y ella con el rostro desencajado se dejó caer pesadamente en un sillón al tiempo que me gritaba que la casa no la jugara.

Intenté contestarle pero él se adelantó y le mostró el documento que yo le había firmado apostando nuestra casa.

En ese momento no se realmente qué me molestó más, si que el tipo le contara de mi apuesta o que le hubiera dicho "Hermosa" así, tan descaradamente, a mi mujer.

Las cartas volaron sobre la mesa y recién ahí me dí cuenta del gran error que había cometido. Había perdido todo, incluso la casa y no sabía si a partir de ese momento también a mi mujer.

El cretino sonrió y mirándola a los ojos le dijo: "Te casaste con un perdedor, solo a mi lado tendrás el éxito y la buena vida".

No sabía qué decir. Me sentía avergonzado y muy humillado. No levantaba la vista para no verle el rostro a ella. Estaba descorazonado y me sentía culpable.

De pronto escucho la voz de mi mujer diciéndole que el juego no había terminado y no entendía nada.

La miro sorprendido mientras él le decía que no teníamos nada que apostar.

"Si" dijo ella y dándose vuelta se desabrochó su vestido y bajó el cierre hasta donde la espalda deja lugar a su cola. "Lo que está más abajo es lo que tengo" agregó.

Muy humillado quise interponerme pero ella no me dejó, estaba decidida a todo para recuperar nuestra casa. Me hizo callar diciéndome que ya había hecho demasiadas macanas y realmente tenía razón.

Eduardo entonces comentó socarronamente que aceptaba cambiar la casa por el cuerpo de mi mujer y tomó las cartas para iniciar una nueva partida.

"No, la casa por mi cuerpo no, es poco" dijo ella. "Te doy solamente mis manos y mi boca. Si sos un buen jugador aceptarás la propuesta, si sos un cobarde con suerte podés abandonar la partida y quedarte con nuestra casa".

El, nervioso, sacó el documento que yo le había firmado, lo puso sobre la mesa y pidió cartas.

Ella no sabía de póker casi nada así que me pidió que le indicara qué cartas jugar para luego decidir, en base a su intuición, qué hacer.

Se dieron cartas, el juego se enredó y al final llegó el momento de la verdad.

Mi mujer tenía poco juego y yo sabía que él generalmente no mentía así que le aconsejé no jugarse dado la carta que había tirado pero lo hizo y aceptó el juego. ¡Ganó!. Yo no podía entender cómo con esas cartas había ganado. Lo que había sucedido era que él mintió pensando que un perdedor como yo y una mujer inexperta no subirían la apuesta y perdió.

Nuestra casa volvió con nosotros.

El, ofuscado, dijo que no jugaba más y propuso tomar unos tragos antes que nos retiráramos.

Pero mi mujer quería seguir y ahora apostó contra una casa de fin de semana y se la ganó también. Teníamos ya dos casas.

El firmó los documentos respectivos, se enojó mucho y volvió a decirnos que la cortaba ahí pero ella, a esta altura insaciable, quería seguir y ofreció, para convencerlo, su cuerpo entero. Le apostó ser su esclava de placer por esa noche si perdía.

No me gustó para nada la idea pero como venía con racha ganadora (suerte de principiante pensé) la dejé hacerlo.

La partida duró y duró hasta que unas cartas muy buenas me cebaron. Le dije que se jugara...y perdió. Me quería morir.

Propuse de inmediato hacer otra mano pero ella me miró y me dijo "Ya está, perdí y pago".

No me gustó para nada la decisión tomada pero como buen perdedor acepté que el cretino –que a esta altura se estaba relamiendo- tuviera sexo con ella.

Mi mujer se desnudó ahí mismo y la ví más linda que nunca.

Sus hermosas y voluminosas tetas, su cintura angosta, sus sensuales caderas y su pubis de tenue vello sería ahora para ese odioso personaje.

Desesperado quise retirarme pero ella me lo impidió al tiempo que me decía: "Vos te quedás, llegamos a esto por tu vicio y ahora pagá las consecuencias".

Así desnuda como estaba corrió las cartas de la mesa de fino paño verde y se sentó arriba de ella. Se acurrucó tomando sus rodillas con fuerza hacia su pecho y al encoger las piernas su concha se mostró abierta, su tajo expuesto, en medio su vulva y un clítoris rosado, carnoso.

El clavó su mirada en esa zona, se acercó y acarició los pies de mi esposa. Temblaba, sudaba, parecía sentir una pasión incontrolable por ella.

Deslizó sus dedos por la fina piel de sus piernas y recorrió sus muslos. Lentamente se acercó hacia su entrepierna pero al llegar a su concha... cambió la dirección de sus manos deliberadamente, postergando el placer de tocar la vulva de mi mujer.

Sus manos apretaron su cintura y le pidió que se recostara sobre el paño.

Miró su cuerpo espléndido y acarició sus grandes senos al tiempo que dibujaba con sus dedos el contorno de sus pezones tiesos.

Luego con su lengua fue dejando una estela de saliva sobre la tersa piel. Jugueteó con las puntas rosadas y llegó otra vez hasta su pubis. Ahora sí, separó lentamente la vulva y su boca comió el clítoris de mi mujer. Al sentir sus jugos, su aroma a sexo, se descontroló.

Note como en su pantalón un bulto inmenso se erguía.

Se desabrochó el cierre de la bragueta y de su interior emergió un miembro enorme y rígido. El tenía una pija mucho más grande que la mía y se cogería con ella a mi mujer.

El cretino tomó la mano de ella sin dejar de chuparle la concha y la llevó hacia su verga. Ella la tocó.

Al hacerlo abrió los ojos hasta ese momento cerrados y la palpó. Ví cómo sus dedos se afirmaban a esa carne eréctil, cómo recorría su tersa venosidad, acariciando ese glande provocador, rojo de sangre.

Ella comenzó a arquear su espalda como tratando de entregar más profundamente su concha a esa boca intrusa que la devoraba al tiempo que le apretaba la pija. Y lo hacía con ganas...

En un momento él, con su rostro enrojecido y su boca chorreando flujo, se levantó y tomó las piernas de mi mujer, las separó bruscamente y la atrajo hacía sí de un tirón. Acomodó su pija entre los labios vaginales y aprovechando la dilatación le mandó hasta el fondo el miembro erecto.

Ella apretó sus labios, deseaba gemir pero se contenía. Una tras otra llegaron las embestidas. El cuerpo de mi esposa vibraba. Sus senos se movían sensualmente.

El sudor ganó su piel y su empeño por apagar el fuego que surgía de su interior fracasó bajo un estruendoso orgasmo que explotó en vibrantes gemidos.

Fue tal su pasión y fogosidad que entre mis piernas una dolorosa erección sorprendió mi dignidad.

Estaba excitándome verla caliente y lo más extraño era que otro la estaba cogiendo.

El se aferraba a sus tetas apretándolas con brutalidad y la embestía pasionalmente hasta que acabó furiosamente y comprimió sus gestos emitiendo un sonido ronco pero profundo.

La noche terminó a los minutos.

El se llevó el premio pero su angustia fue mayor ya que la deseaba profundamente.

Mi mujer, aun desnuda, se arrodilló frente a mí y me mamó la pija tratando de apagar el fuego que su actitud había encendido. Acabé rápidamente. Extenuado y tenso por lo vivido, me senté en el sillón de la sala.

Ella se paró y todavía chorreaba por sus piernas la leche del ganador del juego.

Puso su mano sobre su tajo conteniendo el semen y se fue a higienizar antes de marcharnos.

Me quedé pensando en el placer que ella había sentido al ser penetrada por otro y en el mío propio al verla en esa situación.

Sin duda, esa noche abandonaba un vicio pero...contraía otro."

"Durante la cena no ocurrió nada, excepto que el vinito empezó a hacer efecto, se notaba en las risas de Alicia y Piru. Yo estaba más caliente que un volcán pensando en que mi mujercita no llevaba puesta su bombachita y estaba loco por terminar la cena para irnos a casa y tener sexo con ella.

Después de cenar seguimos tomando unas copas y el nivel de alcohol por ese entonces era muy elevado en los cuatro.

Alicia me pidió fuego y le dije que buscara en los bolsillos de la chaqueta. Aquello fue el origen de todo.

Al buscar encontró la tanga que se había quitado Fina y cuando la sacó sosteniéndola con dos dedos, tanto mi mujer como yo nos quedamos helados y no sabíamos qué decir.

Ella, pícara, me increpó y me preguntó si era un trofeo de guerra a lo que Fina contestó que era de ella.

Alicia entonces dijo que lo suponía y por qué no las llevaba puestas. Como mi mujer le dijo que las llevaba de repuesto su amiga rápidamente se le acercó y levantándole la corta pollera que tenía puesta la dejo al descubierto de que no llevaba nada.

Le preguntó a Piru si toda la cena había estado sin bombacha y al asentir con la cabeza, dijo que ella no quería estar en desventaja y procedió a levantarse su pollera y quitarse también su bombacha.

No pude ver nada pero esa imagen quedó grabada en mí para siempre.

Aquello no podía ser verdad.

Raúl y yo nos miramos mutuamente. Nadie dijo nada hasta que nuestro amigo dirigiéndose a su esposa le pidió que, ya que se había sacado la bombacha se quitará también el corpiño y provocaba realmente a todos, como lo hacía con él cuando estaban en la intimidad.

Claro –contestó ella- y ustedes mientras siguen mirando. Solo me quitaré la ropa si todos lo hacemos.

Al oir ello mi mente comenzó a funcionar a mil por hora, tenía que sacar provecho de la situación y con voz pausada me dirigí a los tres:

-Les propongo un juego, dije, un juego de cartas. El que tenga la más alta le quita una prenda al que tenga la carta más baja.

Hubo un pequeño silencio, Piru me miraba con sonrisa cómplice y nuestros amigos cruzaron sus miradas.

Nos sentamos en el sofá. Las chicas estaban muy excitadas y además tenían pocas prendas y no llevaban bombacha, como ya sabemos.

En menos de cinco minutos Alicia había perdido los zapatos y la blusa, fue una delicia para mí desabotonársela. Lo hice lentamente y mis torpes dedos hacían que aquello durara más de la cuenta.

Raúl estaba con el torso desnudo, pero conservaba los pantalones. Yo en cambio solo tenía puestos los boxer.

Hasta ese momento todo había ido bien, nos habíamos reído y disfrutado del momento.

Alicia volvió a perder a manos mías. Ahora debía quitarle una prenda, no sabía si ver sus deliciosas tetas o por el contrario que nos mostrara su conchita.

Me decidí por las tetas, habría tiempo para más.

Le dije que se pusiera de pie, quería que fuera toda una ceremonia.

Me puse detrás de ella y le desabroché el cierre del corpiño. Antes de soltárselo le pedí que juntara los brazos al cuerpo para evitar que cayera al piso. Con ambas manos sujeté el corpiño por encima de las tetas. Nadie dijo nada en contra, por lo que me recreé con ello. Después de unos segundos de manoseo le pedí que pusiera sus manos detrás de la cabeza. Esto siempre lo hago con Fina para que sus tetas se muestren desafiantes ante mí. Una vez que tuvo sus manos detrás de la cabeza separé las mías de sus pechos y el corpiño las acompañó en el movimiento, mostrando ante mí ese par de tetas que tanto anhelaba. Sus pezones estaban duros como rocas y miraban hacia arriba, desafiantes.

Alicia bajó los brazos y nos sentamos. Cuando lo hice pude comprobar como mi verga había reaccionado y tenía una gran erección. Aunque era un poco embarazoso no me preocupé por ello, es más me gustó mostrarme así delante de las mujeres, sobre todo de Alicia.

Raúl por su parte pareció no darle importancia a que yo le hubiera sobado las tetas a su mujer, aunque fuera por arriba del corpiño y Fina seguía con esa sonrisa mezcla de excitación y complicidad.

La siguiente mano la perdí yo y ganó mi mujer. Hubiera preferido que fuera Alicia, pero bueno, me levanté y me puse a su lado. Ella sin levantarse y sin cortarse lo más mínimo tiro de mi boxer hacia abajo y mi pija saltó delante de su cara. Inmediatamente mi mujer se la llevó a la boca, le dio un par de lengüetazos, me tocó los huevos y me dijo que tenía bastante por ahora.

Mi verga parecía que iba a reventar. Cuando me dirigía a mi sitio comprobé que los ojos de Alicia estaban posados en ella. Aquello me gustó. Miré a Raúl que estaba embobado con Fina y aquella fue la ocasión propicia para mis planes y decidí jugármela.

-Con tu permiso, le dije a Raúl y me puse al lado de Alicia.

Mi pija quedaba a la altura de su cabeza, ella giró y no lo dudó, agarró mi erecta pija con una mano y empezó a acariciarla. Era genial, Piru y Raúl miraban la escena perplejos, sin decir nada.

Alicia entonces la agarró firmemente y la dirigió a su boca. Aquello fue maravilloso, la dejé que fuera ella quien marcara el ritmo. Lo hacía muy bien.

Entonces se me ocurrió otra idea. Le hice un gesto a mi mujer para que se acercara y mientras Alicia continuaba con su mamada la coloqué a mi mujer de espaldas, frente a Raúl. La fui desnudando lentamente quitándole las pocas prendas que le quedaban. Cuando le enseñe sus tetas a nuestro amigo éste no aguantó más y sacando su verga comenzó a masturbarse delante nuestro.

Alicia seguía chupando magistralmente. Piru que estaba muy excitada también se dejaba hacer.

Estaba a punto de correrme y decidí que era el momento de conocer un poco más la anatomía de Alicia así que la hice ponerse de pie y le quité su falda. Al caerse al suelo me mostró su preciosa conchita y yo ya no daba más.

No quería dejar pasar el tiempo y la puse contra el sillón donde apoyó sus manos en uno de los lados. Me ofreció su nidito y se la metí de un solo empujón. Empezó a gemir y rompió el silencio. Ví como Raúl dejó de prestar atención a Fina y miraba como yo me cogía a su mujer, así que decidí darle algo más a él también. Desnudé por completo a Fina y su maravillo cuerpo comenzó a atraerlo nuevamente. Completamente excitado se acercó a ella, quien se puso de rodillas delanté suyo y empezó a mamársela como solo ella sabe hacerlo.

Mientras yo no me podía aguantar más y creo que Alicia se había corrido ya, pero me daba igual y eyaculé dentro de su concha y permanecí dentro moviéndome despacio y disfrutando del momento. Veía aquél culo que por fin era mío y no lo podía creer.

Entonces volví a la realidad. No me había fijado que Raúl se estaba cogiendo a mi mujer. Cuando lo ví detrás de ella clavándosela hasta el fondo me dieron ganas de gritar, pero aquella imagen hizo que mi pija volviera a reaccionar y no lo dudé. La saqué de la concha de Alicia y sin tiempo a dejarla reaccionar se la metí directamente en el culo, sin preámbulos.

Sin duda era virgen por aquel agujero y costó que entrara, pero entró y se abrío camino por aquel angosto canal hasta que sus gritos de dolor se convirtieron en gritos de placer.

Entonces empecé a darle azotes en el culo con la palma de mi mano y aquello pareció excitarla más. Empezó a decir groserías que solo conseguían que mi pija la penetrara más salvajemente, aunque sin duda era lo que ella estaba buscando.

Me olvidé por completo de Piru y Raúl y me dediqué a cogerme de todas las maneras posibles a mi amiga Alicia. Probamos todas las posturas que ella y yo conocíamos y terminamos en la cocina del duplex con ella tumbada sobre la mesa y chorreando semen por el culo. No recuerdo otra experiencia simila.

Aquella noche cuando nos despedimos prometimos cenar más seguido juntos.

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