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Amigos son los amigos

en Sexo Anal

A M I G O S S O N L O S A M I G O S

Esta otra experiencia mía, también real, se trata de lo que sucedió en aquella "próxima visita" que yo le pedí encarecidamente a mi amigo que repitiera, asegurándome él que volvería con toda la barra amigos.

Podría decirse que este relato es la continuación de lo que me pasó con él, aquel afortunado día.

Mi amigo (no dije su nombre antes ni lo haré ahora) ya me había avisado con anterioridad que me preparara para recibir a los demás chicos de la barra un día en casa, para que me "conocieran" como realmente era.

No tardó mucho en presentarse la ocasión y tras avisar por teléfono a mi amigo de que viniera primero él solo, corrí a ponerme la medibacha y el resto de mi ropa interior, tal cual había usado aquella vez. Cuando llegó (usando otra vez la medianera como entrada) le di la llave de mi puerta para que más tarde le abriera al resto de los chicos.

Yo ya estaba todo vestido y con unos nervios terribles de que algo saliera mal. Pero yo ignoraba lo bien que iba a resultar.

Cuando los chicos llegaron (habían venido todos) los recibió mi amigo explicándoles que nos íbamos a divertir de una manera muy especial y que para eso, primero debían volver a conocerme. Mi amigo me llamó y yo me presente ante las miradas de cinco muchachos que quedaron con la boca por el suelo al verme así vestido. Al principio se negaron a saludarme, pero después de explicarles la idea de mi amigo, las cosas comenzaron a tomar otro color. Les dijimos que yo era puto y que nadie pasa por homosexual por darle una mano a una amiga y que todo se reducía a eso, a un favor sin compromisos ni deudas. La idea les encantó de tal manera que ya habían empezado a tocarse sus braguetas (que bastantes gordas estaban ya por mirarme tanto) para sodomizarme en el acto. Lo único que les pedí fue una pequeña contribución para comprarme lencería y sandalias, mis dos pasiones. Aceptaron de buena gana y enseguida fuimos todos a mi habitación.

Se desvistieron rápido y en cuanto me puse de rodillas tuve las pijas (todas parecidas a la de mi amigo) al alcance de mi boca. Durante media hora chupé sus pijas por turno mientras masturbaba a dos y los otros tres esperaban o se frotaban en mí, pero nadie se quedó sin conocer mi boquita... La cosa siguió así hasta que mi amigo me dijo que ahora iba a probar algo nuevo y distinto. Nuevamente me saqué la bombacha, me bajé las medias hasta por encima de las rodillas y me puse en cuatro patas en la cama, mientras ellos aplaudían y me decían cosas. Yo sonreía. Ellos se formaron en hilera detrás de mí. Volví a sentir unos dedos conocidos que me lubricaban mientras mi colita se abría como una flor: era mi amigo, que después de verme bien abierto fue el primero en penetrarme con su terrible pijota.

La historia se repetía mientras mi amigo me cogía y me cogía sin parar, pero luego de unos diez minutos, la cosa cambió. Los demás, que se reían por lo bajo haciéndome blanco de las peores obscenidades, comenzaron a acercarse y uno de ellos ocupó el lugar que mi amigo dejó libre. Al instante, otra tremenda berga un poco más cabezona que la de mi amigo me abrió el culo hasta llegar a mi fondo, y fue entonces cuando comprendí lo que era ese "algo nuevo y distinto". Ya tenía lo que pedí, y si mi amigo realmente me rompió el culo (al día siguiente me sangró un poquito), el resto me iba a desfondar. ¡Y yo estaba súper feliz!

Gemí de dolor y de placer mientras su tronco se abría paso en mi culo a fuerza de embestidas, y él no paraba de alabar la estrechez de mi ano, que le daba un placer inmenso. Cuando terminó, sentí como mi colita se cerraba un poco, pero sin perdida de tiempo el tercero ya estaba dentro de mí, metiendo y sacando el gran poste que lleva por pija. En ese momento me confesó que sin saber por qué, siempre le gustó mi culo y que ahora lo estaba confirmando. Yo le dije que mi colita era de la barra y por lo tanto también suya y que me podía coger todo lo que quiera, al fin y al cabo yo me había fijado en su bulto en repetidas ocasiones.

Cinco minutos después le tocaba el turno al cuarto pibe. Me la metió toda hasta el fondo y aún así no sentía sus huevos en mi ano. El flaco estaba tan excitado por cogerme que por poco acaba en ese momento. Pero por orden de mi amigo nadie podía hacerlo todavía, porque todavía faltaban un par de cosas...

Luego de los quince minutos que duró el turno de este pibe, mi culo estaba súper abierto y muy rojo, al punto de sangrar, pero eso no fue motivo para que el quinto me atravesara hasta las tripas, con su grueso garrote. Este me dijo mientras me cogía con entusiasmo, que le parecí puto desde que había llegado a la barra, y que sólo por eso me merecía que me rompieran el culo. Y yo le dije que sin importar lo que piense, su pijota era muy bien recibida en mi culo y que era libre de acabarme dentro cuantas veces quiera. Durante los cinco minutos restantes se sonreía mientras le pedía que me cogiera más.

El sexto pibe de la barra también alabó la estrechez de mi ano aún después de tantas y tan duras penetraciones, después de habérmelo forzado para culearme como los dioses, muy parecido a mi amigo. Durante su turno recordé varias cosas vividas la vez anterior. Sus diez minutos fueron muy agradables. Y sin demoras, el último me fue penetrando lentamente y luego empezó a bombear despacito mientras me decía entre sonrisas que le encantaría coger y acabar el en culo de una mujercita como yo. Y yo le pedí que se saque el gusto todo lo que quiera, mientras me sodomizaba por séptima vez.

Cuando su enorme pedazo de carne salió de entre mis nalgas, me desplomé en la cama, totalmente abatido pero con una gran sonrisa de satisfacción. Nunca pensé que fuera capaz de resistir tanto y me alegró comprobarlo de tan feliz manera. Pero la cosa no terminó ahí. Mientras dejaba descansar un poco mi maltratada (¿o tal vez muy bien tratada?) colita, me entretuve en volver a chupar las pijas de todos otra vez, pero mi amigo ya no estaba en la habitación. Cuando pregunté por él me dijeron que había ido a buscar la "sorpresa". Me sonreí, sin saber lo que me esperaba. Cuando volvió, trajo una cremita que no alcancé a reconocer. Se agachó y me besó las nalgas diciendo que una cola tan hermosa y estrechita como la mía no podía terminar hoy sin la "sorpresa" y que era lo mínimo que podían hacer por mí (como si no hubieran hecho suficiente ya). Se acostó boca arriba en mi cama y mientras se untaba la crema en la pijota, me le acerqué.

Me hizo poner en cuatro patas y me untó el culo por fuera y un poquito por dentro. Acto seguido me hizo sentar de frente a él sobre su miembro erecto, mientras yo advertía una sonrisa de picardía ya conocida. Cuando terminé de sentarme sobre él, tomó su miembro y me penetró muy fácilmente. Entre las sucesivas cogidas que me dilataron el ano y el efecto de la cremita, casi no lo sentí. Luego, otro de ellos se paró delante de mí y entonces creí entender lo de la sorpresa (mientras él me coge se la chupo al resto, pensé para mí), y así se lo dije a mi amigo. Lo que me desconcertó fue que tras decirme que así era, me dijo que también me daría la famosa "sorpresa".

Comenzó a cogerme mientras yo se la chupaba al otro. Unos minutos después ambos paran de repente y ahí por fin lo supe: ¡otro de los chicos me la estaba metiendo en el culo! ¡Dos pijas al mismo tiempo! Lo que era peor, dos terribles pijotas... Grité como una puerca por el enorme goce que me estaban dando, no sin un poco de dolor que por suerte después cedió. Siguieron cogiéndome de a dos a gusto y gana mientras el tercero me ocupaba la boca con la berga. Por turnos de unos veinte minutos me cogieron así hasta que mi amigo pidió que paremos, preocupado por la salud de mi pobre culo. Pero yo estaba gritando de placer y ya casi no tenía dolores, así que les pedí que siguieran hasta donde puedan. La hora que pudimos continuar así fue realmente un enchastre.

Quisieron acabarme ahí mismo y de esa forma, pero yo tuve una mejor idea que me llenaría aún más de satisfacción: me pondría en cuatro patas y todos me bombearían un poquito para después acabarme adentro del culo, uno por uno (ahí vino el desastre). Ellos aceptaron urgidos de deseo, formando la fila mientras yo me ponía en cuatro patas. Tanto mi amigo en primer lugar como el resto después, todos bombearon un poco y acabaron dentro de mi colita con abundantes y espesos chorros de leche caliente. Luego de que lo hiciera mi amigo, mi ano ya no respondía al reflejo de cerrarse y parecía permanecer así de abierta por siempre. En eso, comenzó a regurgitar el semen introducido mientras el segundo estaba eyaculando. Esto causó que me manchara de leche la parte de afuera del ano y comenzara a caer por mis piernas hasta las sábanas.

De todos modos, eso no detuvo a los demás, que a pesar de eso me acabaron como yo les pedí. Cuando hubo terminado el último, decidí darle el toque final a la fiesta: ahora yo les iba a dar una "sorpresita". Sin moverme le pedí a mi amigo que me traiga un vaso de la cocina. Cuando me lo dio, procuré ubicarlo debajo de mi maltrecho y dolorido culo mientras me levantaba. No pudieron contener el aliento al ver caer un chorro de leche tan grande que parecía una canilla abierta. Afortunadamente, ese chorro cayó dentro del vaso de vidrio que les permitió ver a todos como lo degustaba para luego tragármelo todo y llenarme el estómago con él.

Sus caras de asombro fueron increíbles. Nunca imaginaron que llegarían a hacerme lo que me hicieron entre todos, ni mucho menos que me verían a mí hacer lo del vaso.

Después de eso les di un beso en la pija a cada uno y nos vestimos. Ya vestido otra vez como antes, salí a despedirlos hasta la próxima (de hecho hubo más de una), me cambié y me fui a descansar, pensando en todo lo sucedido y en cómo quedaría mi culo por la mañana.

Lo cierto es que desde ese día estuvimos más unidos que nunca en todo sentido y todos guardamos el secreto de eso que nos une. Todos sabían ya que no salir era fiesta segura y que una "sorpresa" no se le niega a nadie. Al fin y al cabo, ¿para qué están los amigos?