miprimita.com

Siluetas

en Confesiones

He visto tu silueta dibujada entre las sombras de mi ventana por la noche.

Creo contemplarte sonriendo cada que miro el oscuro cielo, cada que me pierdo entre estrellas y nubes, cuando en esta dulce oscuridad, creo ver tu rostro dibujado en la luna. Sé que he sentido tu presencia rondando entre las sombras de mi alma, recorriendo palmo a palmo, cada pliegue de mi cama. Y yo me he quedado ahí, impávido, inmóvil y temeroso; entre las sabanas blancas, oculto mi cuerpo y mi rostro, lo escondo de tus ojos y esquivo tu mirada, pero no es que no quiera verte, añoro de hecho, cada instante que te deslizas suave y callada, como un fantasma silente entre la luz y la oscuridad, y puedo verte bailando para mí, y puedo escuchar el sonido del violín con cada paso que das, y es entonces cuando cierro los ojos, y con los ojos cerrados te veo, y al verte te deseo, y cuando desapareces, más y más te deseo, y me aferro a ese recuerdo, pero tengo miedo. Miedo me da que puedas pensar que quiero olvidarte, que creas que te estoy ignorando, que no me importas, o que te entierro en lo más hondo de mis recuerdos perdidos…

Es tan solo que mi vida, que te entregué hace tanto, sigue en ele remolino de la agonía, llevada por un rápido vaivén de una mundana existencia donde no puedo oponer alguna resistencia; me tienen preso, y lo que más me duele en este cautiverio, es que no me dejan ir a ti.

Quiero acercarme a tus brazos y no me dejan, me encadenan a las ruinas de su mundo. Es que ellos no entienden, creen salvarme al dejarme en medio de esta inmensa soledad, porque sin ti, es en lo único que pienso, es lo único que puedo sentir. ¡Sí tan sólo comprendieran que mi vida empieza cuando te veo y termina cada que te veo partir! Si tan sólo pudieran entender, pero no quieren hacerlo y me siguen condenando a estar alejado de ti.

Y encadenado entre muertos, tan sólo vivo de imágenes y de inventos, de escenas que mi mente crea para aligerar la pena, de ilusiones ficticias que se desvanecen con la luz del día, cada vez que despierto. Tú a mi lado, con tu dulce mano, curando mi piel sangrante, sanándola con tus caricias. Tu mano cubriendo la mía, mi piel cubriendo tu piel, y los dos, en medio de esta inmensa oscuridad, besándonos, amándonos, siendo tuyo, haciéndote mía…

Bailando entre muertos, volando entre fantasmas, en medio de esta inmensa oscuridad, tan sólo tu imagen me da aliento, fuerzas y alivios.

Y al final, cuando todo pasa, cuando despierto la siguiente mañana, mis lágrimas recorren mi rostro, y no puedo, no quiero detenerlas, porque entiendo que ese día, debo seguir existiendo, existiendo, más no viviendo, porque la vida se va contigo, y sólo queda un recipiente vacío. Sé que cada noche te llevas mi alma y dejas vacío mi cuerpo, y me gusta, y es a ese sentimiento, al que me aferro, porque creo, porque quiero creer, que volverás esta noche, igual que la noche de anoche, a verme de nuevo, a bailar entre muertos, y quizá, si supero mi temor, quizá esta noche… si pueda robarte, de verdad un beso.

Ángel mío, tú que engalanas el cielo nocturno con tus hermosas alas brillantes, que te encuentras en las alturas de la gloría y que desde ahí quisiste bajar la mirada y contemplar y frió e inerte rostro de un ser oscuro y triste, dime, dime por favor, que puedo hacer yo, para agradecerte el hecho de que me iluminaras la vida, mi noche, mi camino, que me cubrieras con tu luz, que me arropes con tus alas. Dime, y juro que rasgare el cielo con mis manos, que me hundiré y conquistare cualquier infierno, que no habrá obstáculo alguno que me detenga, para cumplir tus deseos…

Déjame ser tu genio, tu demonio de la guarda, donde cada pensamiento tuyo, se vuelve una dulce orden que yo sabré cumplir.

Me he quedado quieto, callado, de tras tuyo, contemplando encantado tu hermosa espalda desnuda de donde nacen poco a poco tus bellas ala, veo como crecen poco a poco y no puedo dejar de sonreír, de mi rostro, de mis ojos, que hasta ahora sólo habían visto caos y que carecían de esperanza, emergen un par de lagrimas que dejo huir, pero no son de tristeza, sino de la inmensa alegría que siento, al poder ser testigo del nacimiento de tan sublime ser.

Y ahora que te veo desplegarlas y batirlas para iniciar tu vuelo, ahora que sé que inicias un camino pesado, con mucho amor, me inclino y te digo:

"Tome mi cuerpo, se lo ofrezco, es el único tributo que le puedo entregar a la reina de mi reino, y se lo entrego con gran gozo, porque usted, mi lady, me ha dado la vida que requiero, usalo como quiera, le pertenece. Cuando necesite un lugar donde reposar su cansado cuerpo, deje que sea mi pecho el remanso a su piel cansada; cuando las alas le pesen en demasía, deje que lentamente, mis manos, cada uno de mis dedos, acaricien su espalda desnuda, la recorran en sutil danza dibujando en ella bellas figuras que le arrebaten el dolor que sus alas le producen, déjeme hacerle olvidar cuanto pesan, tan sólo con una caricia; si tiene sed, deje que mis labios mojen sus labios y que le calmen el ansia de agua, deje que la inunde con el néctar que de mi ser emana, ese que usted me hace destilar tan sólo cuando aquí, en medio de la oscuridad, repito su nombre oculto debajo de mis sabanas, ese vino envenenado que sabe a miel, y sabe a vid, que sabe a licor y sabe a azúcar, que es amarga pero que en verdad, usted hace endulzar con cada frase que piensa; si está cansada, que mis manos rodeen su cintura, que se deslice mi cuerpo en sus caderas, déjeme hundir mis dientes en su cuello, y beber de su sangre, y a cambio, entregarle mi vida, la vida que obtenga de saborear su cuerpo. Y si tiene frió, mis alas, negras como la noche, serán su cobijo, y le quitara el frió, y así, cubriéndonos con amabas, dentro de ese capullo, juntos, unidos cuerpo con cuerpo, pudiendo sentir tu aliento, y absorber tu aroma, podré al fin susurrarle a ti, al oído, y ya no más al viento… "LA AMO, USTED NO ES PRINCESA, ES REINA Y DUEÑA DE MI ALMA Y DE MI CUERPO"