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La noche de mis musas...

en Sadomaso

† Una Musa †

Atrás quedaron aquellas noches en que mi mente solía volcarse en maratónicas sesiones de ideas y maravillosas fantasías que emanaban por borbotones desde lo más profundo de alma, cuando aún existía un alma que se regodeaba creando universos distintos, dándole vida a las evocaciones de epifanías que aparecían por centenares, conjurando personajes, seres míticos de aspectos increíbles, seres que nunca hubiera podido concebir la mente humana… Atrás han quedado las noches tormentosas, donde una tras otra, como granizos sobre el frió suelo, azotaban sin cesar la marabunta de escenas y de pensamientos que terminaban fraguando una historia, una narración o un cuento.

Ahora sólo se presagian tormentas, rayos y truenos en el firmamento nocturno que me inducen a un estado de profundo mesmerismo. No suenan mas las notas de mi talento, y es que he perdido la parte más importante de todo aquel que osa llamarse a sí mismo… Artista.

¡Una musa! ¡Maldita sea! ¡Necesito una musa!…

Elevé ya mil plegarias al cielo, baje y conjuré mil evocaciones al infierno, y hasta al voltee el rostro hacia el mundo y contemple las miserias del hombre… implorando, suplicando, exigiendo, rogando añorando, soñando pidiendo una musa a mi lado.

¿Que artista no necesita una ¡¿Quién que se precie de ser un creativo no necesita el fino roce de la mano de una musa para inspirarse y poder crear!

¡Porque se niegan entonces a mí! ¡Porque me abandonan! ¡Porque me dejan! ¡Mierda! ¡Mil maldiciones caigan sobre las hijas de Zeus!... por haberme amado, por haberme tocado, por haberme seducido, por corromper mi espiritu cual si fueran súcubos y luego, una vez que de mi se hartaros y que con mi vida se alimentaron vorazmente, me dejaron tirado en un mundo que no me comprende, me dejaron solo y desprotegido.

Con lágrimas de sangre, esas que no necesitan derramarse para quemar el cuerpo y al mundo entero, ¡Aún sostengo!, ¡Que no existen buenos o malos poetas! ¡Sino excelsas musas que nos inspiran para crear dónde no existe más que el vacío absoluto!

Pero no más… ¡Estoy harto de que esas perras bastardas hijas del dios del trueno vengan a mí a poseerme y que luego se vayan una vez que drenaron mi vida! ¡No más!... está vez, me toca corromperlas a mi, despojarlas de su manto divino y convertirlas en lo que en realidad son unas pobres y patéticas perdidas hambrientas de sexo, lujuria, de perdición, podredumbre y pasión… ¡Me necesitan! Y está noche, cuando vengan a mí… les daré de probar el brebaje que las convierta de musas, en unas putas cualquiera.

Hoy corromperé y violare hasta saciar mis más bajos instintos a las 9 musas, y las convertiré en mis amantes, ya no sere yo quien tenga que rogarles, sino ellas las que se arrastren a mis pies lamiendo mi cuerpo y pidiéndome a gritos que las mate o que las posea por un instante…

Calíope, musa de la Poesía épica, perra ramera serás a la primera que invoque y una vez en mi presencia, sabrás lo que es una jornada épica de azotes. ¡Con que inspiras al hombre para que escriba sobre las hazañas heroicas! ¡bien! Entonces guerrera de mil batallas, a ti, a ti te dominaré con las artes que Marte ha puesto a mis servicios. ¡Mira mi rostro henchido en un placer profundo! Ya que cuando intentas tocarme te respondo con un golpe, y abofeteo tu hermoso rostro esperando que emane la sangre para amarrártelo en la cara. ¡Quiero violarte! Quiero humillarte, quiero poseerte tan brusca y violentamente, que una vez que te halla partido el cuerpo, sangrada, violada, sobajada, me hables de usted y que en ti, luego de ello, la primera y la última palabra que surja, sea… si amo.

Talía, te acercaste a mí para embadurnarme tu rostro en mi mente, bien… ahora yo pasearé tu cuerpo desnudo por las calles del mundo, y me burlaré de ti, y de tus esas que tu llamas virtudes. Me enseñaste la comedia, ¡Bendita sea! ¡Porque de ella, y con ella te dominaré! Me reiré de ti, de lo que eres, me burlaré, te tomaré de los cabellos y te raparé, luego usaré tu cuerpo para saciar mis más bajas pasiones, pero no te penetraré, ¡y rogaras porque lo haga! Pero no lo hare y cuando termine, me orinaré sobre tú cara, y me reiré… y una vez corrompida, no tendrás más que reírte de ti, Talía, y de lo mucho que te ha gustado.

Euterpe de la Poesía lírica “Sentí frío, era el frío que tenían en tu alcoba tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas, Entre blancuras nimias de las mortuorias sabanas, era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte, era el hielo de la nada” Bellas palabras que inspiraste. ¡Bien perra! ¡Zorra inmunda! Sea pues, que a ti, te mataré, y una vez que tu cadáver yazga en el frío de la fosa común, porque ni siquiera te mereces una lapida propia, ahí te mancillaré ¡Esa será tu condena! ¡Morirás virgen! Y sólo muerta te poseeré. ¡Y volverás del mundo de los muertos porque querrás más de lo que te habré dado!

Terpsícore ¡Danza! ¡Música! ¡Portento de bailarina! Decía de ti tu padre… ¡Que vea ahora! ¡cuando entregues tu cuerpo al mejor postor! Al que por ti de un diezmo de su alma. ¡Baila perra desgraciada! ¡Baila! En ese tubo quitándote la ropa para todos esos ebrios que te tocan, que no les importa que llores y supliques que todo termine. ¿Qué lo que haces es arte Embárrate en el cuerpo del gitano mal oliente que paga un céntimo por tenerte, ¡Que me lo da a mí! y que la única canción que espera de ti, son tus gemidos mientras te penetra salvajemente.

Urania… También sé cual es tu punto débil, también sé como mantenerte a partir de ahora, cómo una perra en celo esperando la hora en que forniquen con ella. ¡Toma! Este aparato y juega con el. Algún día sentirás lo que es un hombre vivo abriéndose paso entre tus entrañas, pero hoy, niña idiota, consuélate por tus propios métodos.

Clío la de la Historia, ¡probaré contigo el arte de la Querontofília! Anciana… sólo te tocaré con desprecio al ver marcado en tu rostro las arrugas y las marcas del tiempo. No vale la pena malgastar verborrea contigo, si basta un dedo para dominarte.

Polimnia ¡Te vestiré de novia! ¡te llevaré al templo de tu padre! ¡adornaré el recinto con flores blancas! Y recitaré el conjuro de tu condena, sacrilegio. ¡Qué vea tu padre como pierdes la cabeza por el placer que te provoco! ¡Qué vea como su hija no es más que una mujerzuela que se retuerce entre orgasmos! Y grita cual la más loca parroquiana del mundo… ¡Sagradas serán los vituperios que de tu boca emanen piándome más!

Más si a todas las he de ver sufrir a mis pies, y humilladas, si deseo que todas las musas sean mancilladas de la peor forma posible ¡hay una! ¡una! Que en especial, deseo como concubina…

Me acercaré a ti, y te seduciré, me aprovecharé de los dotes que tus hermanas corrompidas me han dado, para que tú caigas a mis pies, y ahí pueda pisotearte por haberme ilusionado y luego… por haber sido, de todas, la más vil perra maldita al haberme racionado. Pues si tus hermanas se ofertan a cualquiera que las evoca, ellas no me dijeron lo que tú. ¡Tú! ¡Tú! ¡Tú me ofreciste un juramento de amor! Erato. A ti más que a nadie, a ti por sobre todas… Por haberme quitado, con tu partida, el único sentimiento puro que jamás me había inspirado… hasta ahora.

¡Si! ¡el amor es el más grande de los inspiradores del mundo! Tan sólo comparado con su hermano, el odio.

A ti Erato, te daré a probar, de mi amor, y luego te dejaré libre para que pruebes otras bocas, y te usen como deseen, para que te amen de mil formas y al final veas que nadie, nadie te hubiera amado, tan pura e intensamente como yo…

… Ahí yacen todas las hermanas corrompidas, de musas, ahora son simples concubinas, todas, salvo una…

A ti dedico este texto, mi forma de agradecerte el que nunca me hallas dejado, y por sobre todo, para cumplir tu sueño querida mía, de ver hundidas a tus hermanas en el más hondo dolor, para que así, y sólo así, conozcan la belleza de tu poesía.

Tú deseabas que ellas dejasen de burlarse de ti por ser quien inspira a las almas atormentadas como yo, te decian que no valía la pena el acariciar el rostro de una mente enferma. ¡Pero sólo tú! ¡sólo tú contemplaste mi belleza! Por eso, es que esta ofrenda la pongo a tus pies, en el templo que he construido para ti, y te pido que brindes conmigo con la sangre de ellas…

Sea pues, grata para usted, esta ofrenda que le presento Melpómene.