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Juegos exhibicionistas con Nicole (2: El parking)

en Voyerismo

Mi adorada Nicole me confesó lo excitante que había sido para ella ese primer acto exhibicionista que consistió en ser sodomizada por mi delante de la ventana abierta y ver al vecino de enfrente masturbarse mientras nos miraba. Aunque también es cierto que le molesta un poco el hecho de que se trate de un vecino con el que se cruza muy a menudo últimamente por la calle. Ella sospecha que esos encuentros son demasiado frecuentes para ser casuales y le asustan un poco las miradas de vicio y la cara de demente salido que el repelente tipejo le dedica cada vez que lo ve.

Por otra parte, también desde aquella tarde, nos dejamos llevar cada vez con más frecuencia por nuestra afición exhibicionista y nuestro gusto por practicar sexo en sitios donde corremos el riesgo de ser vistos.

A mi tierna princesa le gusta, por ejemplo, provocarme cuando vamos en el coche, mientras conduzco, y sea cual sea el lugar por el que circulemos o el momento del día.

Suele empezar por colocarse muy cerca de mí, hasta frotar contra mi brazo sus magníficas tetas, siempre prietas y rebosantes en los provocadores escotes que suele vestir, y susurrarme alguna guarrada al oído con su voz dulce, dándole un tono de falsa inocencia, y haciéndome sentir su aliento caliente en la piel... "Estoy segura de que te encantaría que te chupara la polla ahora, ¿verdad mi amor?" Seguidamente acostumbra a bajar la cremallera de mi pantalón, introducir su manita dentro y masajearme el pene y los testículos hasta ponerme la tranca bien tiesa y dura. Ante tal magreo soy incapaz de retenerme y acabo bajándome los pantalones y la ropa interior (cuando la llevo) hasta las rodillas, todo eso sin dejar de conducir. Me adelanto un poco en el asiento y Nicole comienza entonces a hacerme una buena paja. Si las condiciones del tráfico me lo permiten la acaricio yo también con la mano derecha entre las piernas. En las ocasiones en que viste faldita paso la mano por debajo y le palpo el coño sobre las bragas, que rápidamente siento humedecerse con mis caricias. Por supuesto, la etapa siguiente consiste en tener su cabeza entre mis piernas y mi polla dentro de su boquita de terciopelo, sentir su lengua relamérmela haciéndome temblar de gusto y obligándome a hacer un esfuerzo sobrehumano de concentración en la conducción para no tener un accidente.

En alguna ocasión me ha ocurrido pararme en algún semáforo en rojo estando en esa situación y tener al lado un vehículo alto, como un camión o furgón de reparto. Evidentemente, el o los ocupantes del vehículo nos observan atónitos y con caras de envidia y deseo. Entonces le comento a Nicole... "Tesoro, el camionero de al lado nos está mirando. Deberías ver la cara de puerco que pone, hasta babea, seguro que se está empalmando viéndote mamarme la polla." Y ella se detiene un segundo, dedica una rápida y provocadora mirada al individuo en cuestión y prosigue con la felación más intensamente, con casi exagerados movimientos de su cabeza arriba y abajo, tragándose entera la verga, follándome con la boca, matándome de gusto.

Llegados a este punto suelo pararme al borde de la carretera si hay arcén, en una zona de descanso si estamos en la autopista o, si es en la ciudad, en una calle solitaria o un parking, y abalanzarme sobre ella como un poseso para desnudarle y mamarle las tetas mientras le ladeo la braguita y penetro profundamente con los dedos el empapado coñito. La situación suele calentarnos tanto que de manera rápida y descontrolada acabamos corriéndonos solo con esas caricias y pringando nuestras ropas y la tapicería del coche con los chorretones de mi esperma.

Y mientras tanto otros vehículos, e incluso según el lugar, peatones, circulan y pasan junto a nuestro coche. Sin ir más lejos, hace solo un par de semanas y estando en plena "faena" en una solitaria zona de descanso de la autopista entre Ginebra y Lausana, donde me había parado muy cerca de los aseos públicos, una pareja de unos 50 años vino a estacionar junto a nosotros y al bajar del coche para dirigirse hacia los aseos, mirándonos descaradamente, pudieron ver como nos masturbábamos mutuamente.

Más tarde, en mi casa, estando tumbados en el sofá viendo la tele, desnudos y abrazados, Nicole rememoró la situación...

-Cariño ¿has visto como nos miraba la pareja de la autopista? Que excitante, ¿verdad? La señora tenía la vista clavada en tu polla! Creí que le iba a dar algo cuando te has corrido, se relamía de ganas al ver brotar tu leche, la viejita!

-Si cielo –contesté- claro que lo he visto. Y tú, buen primer plano de tus tetas que les has dado! El tío estaba como hipnotizado mirándolas. Y es que las tienes tan ricas, mi amor! ¿Crees que se han excitado y han follado después en el coche?

-Hummmm, quizás. O tal vez la vieja zorra se la ha mamado al marido en los aseos mientras se hacía un dedo, agachada y despatarrada –respondió divertida-. Me hubiera gustado verlos follar delante de nosotros, sobre el capó del coche!

-Te gustó verlos mirarte mientras te corrías, ¿no es así? –pregunté mientras comenzaba a acariciarle los senos y pellizcarle los pezones- Te hubiera gustado ver al tipo sacarse la polla y empezar a pelársela, ¿verdad putita?

-Oh, siiii...

Poco a poco, conversando y fantaseando, nos fuimos excitando, con el recuerdo de la situación en la autopista e imaginando situaciones similares en las cuales varios desconocidos nos miraban y se autosatisfacían. Empezamos a acariciarnos y acabamos volviendo a follar apasionadamente, en el suelo, sobre la alfombra del salón, mientras desde el televisor nos miraba hacerlo la presentadora del telediario.

Esa conversación y sus consecuencias me dieron la idea de preparar algo nuevo y excitante para sorprender y complacer a mi amada. Al día siguiente me conecté a una página local de Internet de contactos personales que he utilizado en muchas ocasiones y me ha permitido vivir algunas experiencias bastante excitantes. Un medio discreto y eficaz para establecer contactos y encuentros sexuales de todo tipo.

Puse un anuncio en la sección "Exhibicionistas y voyeurs" en el que escribí que una pareja se exhibiría al día siguiente por la noche en un parking de la ciudad, dentro de su coche. Los interesados en asistir, única y exclusivamente como voyeurs, podían solicitar información enviando respuesta al anuncio, adjuntando su número de móvil y explicando el porqué de su interés.

Recibí varias decenas de respuestas. Algunas eran de parejas que se proponían para estar en el coche con nosotros y exhibirse al mismo tiempo. Desechadas. Otras de tipejos (la mayoría de los cuales se definían como bisexuales) también proponiéndose para participar activamente. Desechadas también. Y el resto, de individuos y alguna pareja manifestando su afición por el voyeurismo y su deseo de asistir como espectadores y a su vez exhibirse y masturbarse si la situación llegaba a ser propicia para ello. Seleccioné las que más sinceras y excitantes me parecían (había una, por ejemplo, de un tipo que afirmaba ser un vicioso exhibicionista y voyeur y tener un rabo de 35 centímetros! Pensé que excitaría mucho a Nicole) y compuse una lista de nueve nombres con sus respectivos números de teléfono. En principio eran, si venían todos, siete hombres y dos parejas, once personas en total, aunque estaba seguro de que algunos fallarían.

La tarde siguiente, jueves, sin comentar nada del tema a Nicole, la invité a cenar en un restaurante que solemos frecuentar. Durante la cena simplemente le indiqué que esa noche le tenía preparada una pequeña sorpresa, sin darle más detalles, y la estuve calentando, como suelo hacer cada vez, metiendo la mano bajo el mantel para acariciarle el coño sobre la braguita, que ella, abriendo las piernas, me deja accesible. En ocasiones se excita tanto que al cabo de unos minutos va al baño y cuando regresa compruebo que se ha quitado el tanga y procedo a pajearla metiéndole dos o tres dedos. La mayoría de las veces suele llegar a tener un orgasmo, que intenta disimular poniéndose la servilleta delante de la boca, aunque no siempre impide que la gente de las mesas vecinas sospeche algo de lo que ocurre.

Tras los postres y mientras esperábamos los cafés me disculpé y fui al baño. Desde allí envié un sms a los nueve números de teléfono que tenía apuntados, en el cual indicaba el nombre de un gran centro comercial de las afueras de Ginebra, la zona de aparcamiento, la hora, y la marca, modelo y color de mi coche.

Cuando salimos del restaurante Nicole estaba muy caliente. Le había estado pajeando el coño bajo el mantel discretamente hasta el momento de marcharnos. Nada más subir al coche empezó a provocarme y palparme la polla sobre el pantalón, aunque yo me hacía el desinteresado y, divertido, jugaba a ignorarla.

Al ver la dirección que tomaba, completamente opuesta a la de mi casa, donde pensaba ella que le esperaba mi sorpresa, volvió a interrogarme acerca de tal sorpresa y preguntarme con insistencia (mujeres!) de qué se trataba.

Al llegar al centro comercial entré en el aparcamiento de la zona de los cines, el único en que había algunos coches, y me dirigí lentamente a la parte del fondo, espacio que estaba casi completamente vacío. Tomé la precaución de activar el cierre automático y la alarma del coche, y subir las ventanillas dejándolas apenas abiertas unos milímetros. Aparqué bajo un neón de manera que la luz caía directamente sobre el parabrisas del coche e iluminaba toda la parte delantera del interior del auto, donde nos encontrábamos nosotros.

Entonces, anticipando la llegada de los voyeurs, decidí comenzar el espectáculo.

-Ven cariño, estás caliente, ¿verdad? –Pregunté al tiempo que le pellizcaba suavemente los pezones sobre la blusita- Quiero sentir el sabor de tu lengua en mi boca. Ven putita mía, me tienes la polla gorda de ganas...

Nicole no se hizo de rogar y comenzamos a besarnos. Ella me metía la lengua entera en la boca y yo se la mamaba con fuerza, como sé que le gusta, al tiempo que le palpaba las tetas metiendo la mano bajo la blusa tras haber desbrochado algunos botones. Mientras, veía mirando de reojo como algunas personas se aproximaban al coche y se paraban a mirarnos. Pude contar seis hombres y una mujer. También Nicole se percató de ello al cabo de unos minutos y pareció sorprendida. Me preguntó si era esa la sorpresa de la que le había hablado.

-Si, esta es tu sorpresa mi amor, ¿qué te parece? Si te disgusta lo dices y nos marchamos, sin ningún problema, te lo aseguro. Pero si nos quedamos, ya te puedes imaginar, te voy a follar y hacerte gritar de gusto como una perra delante de toda esta gente. ¿Qué me dices?

-Quedémonos –respondió tras unos segundos de duda pero presa de una gran excitación- es demasiado tentador, aunque me asusta un poco esa gente, me excita y contigo me siento segura. Oh cariño, gracias! Cuanto te quiero...

Empujé los asientos lo máximo que pude hacia atrás y recliné los respaldos de los mismos. Nicole quedó recostada en el suyo, sin hablar, mirando las personas que rodeaban el vehículo y un poco desorientada.

Sin más demora comencé a levantar su faldita hasta dejar sus preciosos muslos desnudos y descubrir su minúscula braguita blanca. Le separé las piernas y empecé a acariciar suavemente con la yema de los dedos sobre el monte de venus y su sexo.

Los asistentes se colocaron ya sin disimulo pegados a las ventanillas del coche, salvo la pareja, compuesta por un hombre de unos 40 años y una mujer de por lo menos 10 más, que siguieron mirando desde la parte delantera del mismo.

Mis caricias hacían gemir de placer a mi deliciosa Nicole y le pedí desabrocharse y quitarse la blusa. Lo hizo y quedaron desnudos sus magníficos senos, puesto que no llevaba sujetador. Con mi mano libre, comencé a pellizcarle los pezones y hacerlos rodar entre mis dedos, excitándolos y sintiéndolos, como de costumbre, hinchados y duros.

La excitación era creciente para todos. Yo sentía ya casi dolor de la presión que mi polla erecta soportaba por el pantalón; Nicole abría las piernas sin pudor y mis dedos pasaban bajo la tela del tanga para acariciarle el coño sin retención, mientras ella, al tiempo que miraba los voyeurs, se tocaba las tetas y pellizcaba los pezones con fuerza, gimiendo de vicioso placer.

La mayoría de los mirones se habían sacado la polla y se estaban cascando una paja. Uno de ellos vestía una gabardina y al abrirla vimos que estaba desnudo de cintura para abajo, excepto las medias negras de mujer y el liguero (!) que llevaba puestos, y tenía una polla descomunal (imaginé que debía tratarse del famoso trípode de los 35 cm.) que pajeaba también. La mujer de la parte delantera estaba recostada sobre el capó caliente del coche, mirando con cara de vieja zorra mientras el hombre que la acompañaba se había colocado justo detrás de ella y se frotaba contra su culo.

Sintiendo a Nicole apunto de correrse, le saqué el tanga y, tras levantar completamente su faldita sobre su vientre, la penetré profundamente con dos dedos, al tiempo que le decía... "Siiii putita, siente mis dedos follarte! Mira esas pollas pajearse por ti, mi cielo, todos están salidos y les devora el vicio de ver tu cuerpo de tierna putita temblar de gusto, siiii, correte a gusto..." y aceleraba el ritmo del mete y saca de mis dedos. Eso provocó que aumentara también en varios puntos la intensidad del ritmo zambombero de los pajeros. Ella gozaba como una gata en celo con mis dedos y miraba esas pollas que nos rodeaban, algunos las hacían chocar contra las ventanillas, uno de ellos se corrió ya lanzando un espeso chorro de esperma sobre la ventanilla del lado de Nicole, y ésta sin retención gimió y gritó de placer corriéndose como una posesa.

Yo no aguantaba más. Me quité la ropa y quedé, al igual que Nicole, completamente desnudo dentro del coche. Me desplacé un poco hacia atrás sobre el asiento y le pedí a mi dulce putita que me chupara la polla. Aún con los ojos vidriosos de placer tras el fuerte orgasmo que acababa de vivir, agarró mi verga con una de sus manitas y comenzó a cascármela fuerte, hasta casi hacerme daño, como sabe que me encanta que haga cuando estoy muy excitado. Después se acercó más y comenzó a mamármela.

Vi entonces como el acompañante de la mujer, que seguía recostada sobre el capó del coche, le levantaba la falda y la penetraba. Sospeché que la penetración había sido anal ya que la mujer permaneció un tiempo sin moverse, con los ojos cerrados y los dientes apretados, al tiempo que se ponía una mano entre las piernas para, supuse, darse placer acariciándose el clítoris. Poco a poco fue reaccionando y recuperando esa cara de vieja puta viciosa mientras su acompañante la enculaba. Los demás mirones seguían machacándose las pollas. Dos de ellos se colocaron junto a la pareja, así tenían doble espectáculo, aunque era mi preciosa Nicole la que atraía más las miradas.

Y yo me moría de ganas de follar a mi chica. Le pedí incorporarse y volver a su asiento para poder recostar completamente los respaldos. Entonces le hice ponerse entre los dos asientos, dándome la espalda, arrodillada y apoyada en los respaldos de los asientos, con una mano y una pierna en cada uno. Yo me incorporé como pude y me coloqué detrás de ella. Con tan poco espacio no podía lamerle el culito, como tanto me gusta hacer antes de follarla, y me tuve que contentar con acariciarle el húmedo y dilatado coño con los dedos unos minutos para seguidamente, y poseído de un deseo animal, clavarle la polla desde atrás mientras me apoyaba también en los asientos recostados y comenzaba a moverme despacio.

Empecé a follarla con ganas y bombear cada vez más rápido, arrancádole gemidos de placer, mientras ella ladeaba la cabeza para ver como era observada mientras yo la penetraba. Poco a poco, sin dejar de follar, fuimos encontrando la posición más cómoda y en la que mejor nos acoplábamos y pude penetrarla profundamente. Mientras la follaba desde atrás, le pasé las manos bajo el cuerpo para agarrarle y apretarle las gordas tetas.

Se iban oyendo ya gruñidos en el exterior, algunos de los voyeurs se corrían, pajeándose la polla y dando con ella golpecitos en las ventanillas para seguidamente lanzar su pastoso semen sobre los cristales. La pareja de la parte delantera debía de seguir follando puesto que, a pesar de no poder verlos, sentía el movimiento que las embestidas del hombre en el culo de la mujer transmitían al coche.

Mi excitación era tal que no pude resistir más. Se lo dije a Nicole y le indiqué que deseaba correrme en su boquita. Ella, complaciente como de costumbre, se volteó y resbalo hacia abajo por el asiento para permitirme avanzar un poco sobre ella y venir a meterle la polla en la boca desde arriba. Agarraba mis nalgas y me empujaba, animándome a follarle la boca, cosa que empecé a hacer con descontrolados movimientos. Al mismo tiempo colocó un dedo sobre mi ano y lo empujó al interior, penetrándome y multiplicando con ello por mil las sensaciones y el placer. Me rendí en pocos segundos y empecé a lanzar en su boca y sobre su carita chorros de mi esperma caliente entre fuertes gemidos, y siguió chupando mi polla y pajeando mi culo mientras duró mi orgasmo, para prolongarlo al máximo.

Mientras, ella había colocado los pies, despatarrada, sobre la consola delantera y exponía y se pajeaba el coño mientras yo le seguía frotando el rabo erecto y mojado de esperma sobre la cara. Me ladeé y le permití ver como la pareja follaba sobre el capó del coche, con con fuertes embestidas, y a su lado se masturbaban dos hombres, uno con la polla flácida (supuse que se acababa de correr) y el otro con la tranca bien tiesa, al que vimos correrse también enseguida.

En pocos segundos un nuevo orgasmo se apoderó de Nicole, mientras despatarrada exponía su depilado coño, que ella misma pajeaba, a todos los presentes y miraba algunas de la pollas alrededor eyacular en su honor.

-Así perra, córrete, hummmmm, que puta te vés! –Le decía al oido mientras sentía los temblores de placer sacudir su cuerpo- Todos te miran correrte, te ven pajearte el coño y la cara de furcia viciosa chorreante de mi leche…

 

Qué increible experiencia! Nuestros orgasmos habían sido tan intensos como cuando los imaginábamos fantaseando con una situación similar. No podía sospechar cuando planeé y organicé la "reunión" que iba a resultar tan sumamente placentera.

Al cabo de unos minutos, tras recuperar el aliento, recojimos nuestras ropas esparcidas por el coche y comenzamos a vestirnos. Los mirones fueron desapareciendo mientras nos vestíamos. La pareja permaneció un poco más de tiempo. Cuando ya estábamos completamente vestidos y dispuestos para marcharnos se incorporaron y, tras dedicarnos una sonrisa maliciosa y cómplice, el hombre vino a dejar su tarjeta de visita en el parabrisas, tras lo cual se marcharon despacio, cojidos del brazo, hacia su automóvil.

Llevé a Nicole a su casa. Durante el camino no hacía más que decir lo alucinante que había sido la aventura para ella, lo mucho que le había gustado. Me repetía una y otra vez lo agradecida que me estaba y, comiéndome a besos, lo mucho que me quiere.

Al llegar y bajar para acompañarla hasta su puerta pude ver en que estado me habían dejado el coche los voyeurs pajeros. Habían chorretazos y rastros de esperma en todas las puertas, las ventanillas y sobre el capó. Le comenté a Nicole, entre risas, que antes de volver a casa mejor pasaba por un túnel de lavado cercano que permanece abierto de noche.