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Viejo verde: por fin me follé a mi sobrina

en Hetero: General

La reputación que tengo en mi barrio de ser un "viejo verde", lejos de atenuarse, se afianza más día a día. A mi me da igual. No es que me agrade, pero tampoco me supone ningún problema, ni se puede decir que haga gran cosa por desmentirla. Aquellos de ustedes que me conocen, por haber leído alguno de mis anteriores relatos, ya lo saben, pero para los que no, les confesaré algo: soy realmente un cerdo lúbrico, un auténtico obseso sexual. Es un hecho, una realidad. Me paso la mayor parte del tiempo obsesionado con el sexo, deseándolo, buscándolo. Quizás sea anormal para alguien de mi edad (pronto cumpliré los cincuenta y ocho), no lo sé, pero tampoco es algo que me preocupe, al contrario, lo asumo y hago lo máximo por provocar situaciones que me permitan disfrutar de él.

Ya puesto a confesarles secretos e intimidades añadiré que también ignoro si soy una excepción o si suele ocurrirle lo mismo a los demás hombres, pero cuanto más viejo me hago, más guarro me vuelvo y más jóvenes me gustan las mujeres. Y cuando digo jóvenes quiero decir que a pesar de desearlas prácticamente a todas, las que más salido me ponen son las muy, muy jóvenes.

Aunque, eso si, quisiera dejar bien clara una cosa: no soy uno de esos putos pederastas. Es más, odio a esos despreciables tarados que de manera brutal ensucian y destruyen, por la fuerza o mediante engaños y amenazas, la tierna inocencia de niños y jóvenes adolescentes. Eso me parece repugnante, de lo más despreciable y reprensible, digno de ser severamente castigado.

Pero, francamente, las jovencitas de hoy en día, esas chicas que todos podemos ver por las calles de nuestras ciudades (como mi sobrinita Paloma, de 18 años, y sus amiguitas), aunque no sean aún oficialmente "mayores de edad", ¿quién se atrevería a calificarlas de "inocentes criaturas"? En serio, ¿ustedes han visto como visten, como andan provocando y puteando con total descaro por todas partes y a cualquier hora? Seamos realistas: la inmensa mayoría de esas zorritas hace mucho tiempo que perdieron toda inocencia, y ya han visto, tocado, mamado y follado, a sus tiernas edades, más pollas que muchas mujeres de mi generación lo han hecho en toda su vida.

Desde aquí reto a que el papá o la mamá de alguna de esas chicas venga y teniendo su niña al lado así vestida, mostrándomela y mirándome a los ojos, me diga que no, no, qué va, su nena no es una furcia calientapollas ni una golfa que anda pidiendo a gritos un rabo tieso y duro, que su actitud y forma de vestir son correctas, de lo más normales y adecuadas, en absoluto provocativas y ni mucho menos indecentes. Venga ya, por favor, ¡no me hagan reír!

El caso es que a mí, como les comentaba, me vuelven loco. Acabo siempre salido como un cabrón y con la pija gorda y latiendo de ganas cuando, por ejemplo, las veo pasar por delante de casa, camino del cercano instituto público de enseñanza. Con frecuencia por la mañana, nada más levantarme, me asomo a la ventana que da directamente a la acera de la calle y las veo pasar camino de sus clases. Tan deseables, con esas camisetas cortitas y pegadas al cuerpo, con escotes por los que dejan ver buena parte de sus juveniles tetas, las cuales, al no usar sujetador muchas de ellas, clavan los pezones con descaro contra la fina tela. Con cortísimas minifaldas o pantalones tan ajustados que se diría una segunda piel, marcando los deliciosos culitos y los labios de esos apetecibles tiernos coños. Pantalones tan bajos de cintura que dejan al descubierto las lindas barriguitas y toda la parte baja de la espalda, y por donde se ven asomar las finas tiras elásticas de los tanguitas de furcia que llevan debajo. Y yo me pregunto: ¿como harán los chavales, los compañeros de clase de esas pequeñas putas, para concentrarse en el estudio? Es imposible, joder, ¡deben de pasarse todo el día con la polla tiesa y haciéndose pajas!

Al vivir en la primera planta del edificio puedo admirar el espectáculo en primera fila, y tal es el deseo que me provocan que no puedo evitar llamar su atención, dedicarles comentarios y piropos en los cuales expreso sin disimulo alguno ese lujurioso deseo que me posee. Tampoco puedo evitar, mientras las contemplo y piropeo, llevarme la mano a la polla y manoseármela, pelármela despacio hasta ponérmela gorda y comenzar a pajearme. Me ha llegado a ocurrir, cuando alguna de esas tiernas furcias contesta descarada a mis insinuaciones y piropos, de asomar con disimulo mi gorda verga tiesa por la parte baja de la ventana y sin dejar de cascármela enseñársela a la o las calientapollas de turno. Incluso en alguna ocasión me he llegado a correr pajeándome ante ellas y enviado desde la ventana hacia la acera algunas lanzadas de esperma.

Acompaño la exhibición con una invitación a entrar a casa y gozar de mi polla... "ven zorrita, sube un ratito y verás que gustito más rico te voy a dar con la lengua y esta tranca, tesoro..." Pero, por desgracia para mí, esas invitaciones nunca son aceptadas, lo cual no es sorprendente dada la importante diferencia de edad y, sobre todo, mi poco agraciado aspecto físico, cuyas características (obesidad, calvicie, baja estatura…) me han penalizado y acomplejado durante prácticamente toda mi vida. La mayoría de las veces solo recibo a cambio insultos y miradas de desprecio, aunque algunas de esas chicas se divierten provocándome. Se detienen bajo la ventana para charlar unos minutos conmigo e incluso mostrarme fugazmente sus tetitas, excitándome como un toro con sus descaradas palabras y provocaciones... "¿Te gustaría pasarme la lengua por el culo y el coño y follarme después, viejo cerdo? …"Hoy estoy cachonda, gordo asqueroso, mira que duritos tengo los pezones, ¿y tu, te la estás pajeando, me enseñas tu pollota para que piense en ella cuando me haga un dedito en clase?".

A pesar de todo, cuando el deseo de poseer una de esas núbiles hembras se hace obsesivo hasta el punto de convertirse en una tortura, siempre consigo arreglármelas para poder saciarlo. Conozco varias direcciones de aquí, de Madrid, en las cuales se pueden obtener sin ninguna dificultad los favores de jovencitas de esas edades, prácticamente todas extranjeras y muy complacientes. Pero las más deseables y viciosas putillas, lindas y morbosas como esas niñas que pasan ante mi ventana y que suponen los más exquisitos bocados, las obtengo gracias a la complicidad y secreta asociación que mantengo con mi sobrina Paloma la cual, como también sabrán si ya me han leído en anteriores ocasiones, viene a visitarme de vez en cuando acompañada de alguna de sus amiguitas. Como habrán adivinado, tanto en un caso como en otro, esos favores me son concedidos a cambio de dinero.

El episodio que quería narrarles en esta ocasión sucedió ayer mismo. Estaba en casa, durante la calurosa hora de la siesta, tirado en el sofá, en pelotas (me encanta andar siempre desnudo por casa), bebiendo coñac, fumando y viendo una película, un dvd que había alquilado. Uno de esos dvd’s que Carmelo, el encargado del videoclub, guarda oculto debajo del mostrador, reservado exclusivamente para los clientes conocidos y de absoluta confianza.

En el filme se exponía la tenebrosa historia secreta que mantenían un hombre maduro y sus dos jovencísimas ahijadas gemelas. Las muy bellas y sobre todo muy putas nenitas, idénticas como dos gotas de agua, eran folladas sin recato por el vicioso padrastro, el cual las obligaba también a penetrarse mutuamente con los dedos y diversos objetos. Habían escenas, todas ellas muy intensas, de magníficas folladas, sexo oral, anal, lésbico y también de temática sadomaso, en las cuales aparecían ellas atadas y amordazadas, y el afortunado individuo azotaba sus frágiles y tiernos culitos de blanca piel, les colocaba pinzas en los pezones y los labios del coño, vertía sobre ellas la cera ardiente de una vela encendida, las agarraba sin miramientos del pelo y les follaba las bocas, les colocaba en la cabeza una bolsa de plástico mientras las sodomizaba, orinaba sobre ellas y las obligaba a que lo hiceran a su vez, entre ellas y sobre él... Todo el mundo en la película, casera, rodada con muy pocos medios y protagonizada por particulares, de escaso nivel técnico pero altísimo nivel sexual, parecía gozar muy intensamente.

Ni que decir tiene que yo también estaba completamente salido como un animal y no paraba de masturbarme mientras contemplaba las imágenes. Estaba visionando la película por tercera vez, me había corrido ya dos veces pajeándome como un mono y seguía sin poder cesar de menearme la polla. Me sentía obsesionado e incluso ansioso y angustiado por el febril deseo que me provocaban esas dos deliciosas putillas de la película y por la frustración de no poder abalanzarme de cabeza contra la pantalla, entrar en ella y poder tocarlas, lamerlas, follarlas. Entendí que de nada iban a servir todas las pajas que me pudiera hacer, no iban a calmar mi obsesión. Solo el poder gozar de una buena hembra tierna de carne y hueso podría apaciguar mis desbocadas ansias. Decidí llamar sin demora a mi sobrina Paloma a su teléfono móvil:

-¡Hola tío!

-Hola, mi nenita preciosa, ¿como estás cariño? Yo estaba pensando en ti y me preguntaba si no te gustaría que nos montemos una fiestecita aquí en mi casa esta tarde y de paso ganarte unos euros para el finde.

-¡Ay tiíto –contestó mimosa- esto debe de ser telepatía! También yo estaba pensando que hace tiempo que no te visito y… oye, tío Manolo, ¿te pasa algo? Te oigo jadeante, ¿estas enfermo o es que te estas cascando un pajote? –Añadió soltando una alocada carcajada.

-Qué bien me conoces, princesa. Es verdad, a ti no te puedo ocultar nada, me la estoy machacando, y es que estoy muy salido, tesorito, necesito desahogarme, ¡necesito follar! Dime, ¿por qué no llamas a tu amiga Rita y venís a tomar café a casa? Tengo aquí un billete de cien euros y no sé que hacer con él.

-Jo, tío, a la Rita hace tiempo que no la veo. Desde que su novio el Charly está de permiso, o le dieron el tercer grado ese, no sé. El caso es que ya no está en el trullo y como el cabrón es tan celoso no la deja sola ni pa ir a cagar. Anda, que si supiera ese chulo de mierda la cornamenta que lleva y que la Rita se ha follao a medio Madrid mientras él estaba entre rejas, ¡seguro que la mataba! -Concluyó riendo divertida.

-Vaya, pues que mala suerte, tendré que ir a gastarme el dinero por la zona de Montera o llamar a la vieja Sofía a ver si tiene alguna nena cariñosa en su casa, con ganas de polla y de que le inunden los bajos de leche…

-Que no tío, joer, de eso nada, -contestó decidida- no quiero que malgastes tu dinero con esas asquerosas guarras callejeras o que se lo lleve la vieja alcahueta. En menos de una hora te encuentro una chavalita pa que te la folles y te la llevo a tu casa, tu no te muevas de ahí y guárdame ese billete ¿vale tío Manolo, me esperas?

-Bueno, en tus manitas lo dejo, date prisa, pero a ver a quién me traes, ¿eh? Venga, te espero tesoro, pero no más de una hora, ¿vale? Hasta luego.

Me serví otra copa de coñac, encendí un "Ducados" y volví a poner la película, ansioso por que pasara el tiempo y llegara mi sobrina. Al terminar el cigarrillo fui al cuarto de baño a lavarme ya que, con la excitación y las pajas que me había cascado, había estado sudando como un cerdo y notaba que apestaba, además, tenía que limpiarme los chorretones de semen que tenía esparcidos por toda la panza y los muslos. Llené media bañera de agua caliente, a la que añadí un buen chorro de gel de baño, y me metí dentro. Noté como el calor y la espuma, ayudados sin duda por la importante cantidad de coñac que había ingerido, me relajaban y sumían en un agradable sopor. Empezaba a quedarme dormido cuando sonó el timbre.

No había visto el tiempo pasar. Salí rápido del agua y fui a abrir, solo con una toalla enrollada en la cintura y descalzo. Al hacerlo encontré a mi sonriente sobrina, la cual venía acompañada de una chica bastante más alta que ella y muy delgada, vestida con minifalda y camiseta de tirantes, con una carita pálida medio oculta tras su largo cabello lacio y de inquietante mirada.

Las invité a entrar y Paloma, tan alocada y encantadora como siempre, se abrazó a mi cuello mientras me daba dos sonoros besos en las mejillas y me frotaba con descaro uno de sus magníficos muslos entre las piernas, directamente contra mi polla que colgaba debajo de la toalla. Seguidamente me presentó a su amiga Letizia.

Eché un rápido vistazo a la chica y la invité a tomar asiento en la salita, donde está el televisor y en cuya pantalla seguían desfilando las pornográficas imágenes provenientes del dvd. Agarré a Paloma de un brazo y la obligué a seguirme hasta mi cuarto.

-Hostias Paloma, ¿pero qué me has traído esta vez, una jodida anoréxica? Esa cría parece un saco de huesos, y vaya cara de loca alucinada que tiene, ¡parece que se le acabe de aparecer un puto extraterrestre! No pienso gastarme ni un euro por ese esperpento.

-Vamos tiíto, ¡no seas gruñón! Es la única amiga que he podido encontrar y convencer de venir en tan poco tiempo. Leti es muy cariñosa y aunque no lo parezca, una calentorra, ya verás como te mola. Y además, estoy yo también, ¿no? ¿Ya no te gustan mis tetas, no quieres meter tu pollota entre ellas y follármelas, como tanto te gustaba hacer antes? –Contestó con voz mimosa, restregándose contra mi cuerpo y metiendo la mano bajo la toalla, agarrándome le verga y comenzando a pajeármela muy despacio.

-Joder nena, mira que eres zorra, siempre consigues de mi lo que quieres. Bueno, veamos como os portáis y a ver si os ganáis el dinero.

Regresamos a la salita, donde Letizia miraba embobada como una de las gemelas de la película, tumbada sobre una mesa, a la cual estaba encadenada completamente despatarrada, era follada por su padrastro mientras su hermanita se había sentado sobre su cara y ella le lamía el coño.

Me senté en el sofá a su lado y busqué algo que decirle para iniciar la conversación y relajar el ambiente:

-¿Te gusta la peli, guapa? –Me limité a preguntar, al no encontrar nada mejor que decir.

-Si, bueno, está bien, vaya tela de niñas, hay que ver el vicio que tienen y como follan las tías, y el viejo tiene una buena verga, también.

Animado por su respuesta descarada, decidí ir directamente al grano. Me arranqué de un tirón la toalla y me ladeé para arrimarle el pene y restregárselo contra los delgados muslos.

-Y esta polla de viejo, ¿te parece también buena, mi cielo?

-¡Hostias, vaya pija más gorda! –Exclamó sinceramente sorprendida- Yo creía que los gordos tenían todos unas pichas ridículas… bueno, esto… quiero decir… no se ofenda, ¿eh?

Miré de reojo a Paloma y vi como nos observaba atenta, con una pícara sonrisa en los labios. Comencé a sobarle las tetillas a Letizia, tomé una de sus manitas y la coloqué sobre mi polla –"pajéamela, amorcito"- le ordené. Es verdad que la chica no parecía hacerle ascos a nada y procedió a pelarme la pija con energía, como a mi me gusta, mientras separaba los muslos para permitirme que comenzara a tocarle el coño. Un par de minutos después le había ladeado las bragas y la penetraba metiéndole dos dedos enteros en la vagina, ella gemía de gusto como una gata en celo, y yo tenía la verga tiesa y un vicioso deseo se apoderaba de mí.

-Venga cariño, ven aquí, que yo no aguanto más, voy a comerte el coño.

Se levantó y quitó sin recato la minifalda y la camiseta. Yo le agarré las bragas y se las baje de un tirón, con la intención de atraerla contra mí e incrustar mi lengua en su sexo. Pero algo me detuvo.

-Joder nena, ¡vaya pelambrera que tienes! -Exclamé al ver la imponente cantidad de vello púbico que le cubría la totalidad de la entrepierna.

-Coño tía, de verdad, pero ¿es que tu nunca te depilas o qué? –Preguntó a su vez Paloma, bastante enojada.

-Si… si claro, pero es que no he tenido tiempo y… como ahora no tengo novio… -contestó avergonzada, balbuceando torpemente.

La agarré del brazo y la llevé hasta el cuarto de baño, donde la bañera seguía llena.

-Venga, métete en el agua y mójate bien ese chocho, que te lo vamos a afeitar ahora mismo.

Saqué del botiquín la espuma de afeitar y una maquinilla desechable de doble hoja, se las entregué a Paloma y le pedí que ayudara a su amiga a dejárselo bien rasurado. Esta seguía metida en el agua, parecía haberse vuelto tímida e indecisa de repente.

-Siéntate en el rincón de la bañera y abre bien las piernas, corazón, -le pedí con voz amable- ya verás que rápido y bien que te lo hace Paloma, te va a dejar un coñito bien lindo y apetitoso, como lo tiene ella también. Paloma, cielo, ¿por qué no te quitas la ropita que podamos ver lo rico que lo tienes?

Yo seguía desnudo y con la polla erguida, excitado por la morbosa situación. Segundos después Paloma se quitaba también toda la ropa, como le había pedido. Tanto Leti como yo dirigimos de inmediato la mirada a la entrepierna de mi sobrina y admiramos su lindo y tentador pubis, que ella nos exponía exhibiéndose con orgullo. Casi tan bronceado como el resto de su cuerpo, lucía solo un pequeño triangulito alargado, unos centímetros por encima de la raja del coño, de recortado vello.

Me metí de nuevo en el agua, todavía caliente, y me tumbé a contemplar como Paloma, colocada entre las abiertas piernas de la flacucha, extendía abundante espuma de afeitar sobre el mojado vello, la repartía bien con los dedos y afeitaba con delicadeza ese coño hasta dejarlo lampiño como el de una lactante. Cuando hubo terminado, tomó la ducha y lo roció abundantemente con agua caliente, haciendo desaparecer los restos de espuma. Letizia, totalmente despatarrada, con la cabeza ladeada y los ojos cerrados, gimoteaba de nuevo de gusto mientras encajaba el chorro de agua caliente en pleno coño. Mi sobrina, al percatarse, comenzó a dirigir el chorro más de cerca y directamente sobre el clítoris y los labios vaginales, los cuales acariciaba con la otra mano y comenzó a penetrar despacio con un dedo. También Paloma estaba muy excitada, buena prueba de ello eran su respiración agitada, la vidriosa manera de mirar directamente a los ojos a su amiga mientras la dedeaba y el impresionante volumen que mostraban sus erectos pezones.

Sin poder aguantar más incorporé bruscamente, aunque no sin cierta dificultad, mi voluminoso cuerpo, vertiendo abundante agua al suelo, y me precipité hacia Leti. "-Ven amor, déjame saborearte ya la rajita, tesoro-". La hice ladearse para hacerme frente, le abrí las piernas y me coloqué entre ellas. Agarré sus tiernas nalgas de un puñado, la levanté de golpe y atraje contra mí, hasta dejar bien acoplado su coño contra mi boca. Comencé a relamer, gruñendo de vicio como un poseso, la piel suave y perfumada del recién afeitado pubis, chupé su clítoris y deslicé la lengua entre sus empapados labios vaginales para proceder a follarlos con ella.

Mientras hundía y agitaba la lengua en la vagina de Leti, la cual me agarraba la cabeza con sus manos y gemía retorciéndose de gusto, cerca ya del orgasmo, miré de reojo hacia Paloma y vi como sentada en el suelo, con la espalda apoyada contra la puerta y bien abierta de piernas, se hundía profundamente con un rápido mete y saca dos dedos de su mano derecha en el coño, mientras que con la izquierda se pellizcaba un pezón.

-Vaya, te has puesto como una moto afeitándole el coño a esta guarra, ¿eh cariño? –Le pregunté interrumpiendo unos segundos la comida de chocho que le estaba metiendo a la otra putita.

A pesar de que estaba devorando un delicioso coñito tierno, algo que me encanta degustar con placer y dedicación, mi atención era acaparada por la extraordinariamente excitante y morbosa imagen de mi sobrina tirada en el suelo, ronroneando de gozo, despatarrada y masturbándose. Mi linda sobrina Paloma, esa tierna hembra, hija de mi hermana, a la que tanto deseaba desde tiempo atrás.

Letizia seguía dejándose follar por mis dedos y mi lengua, mientras me frotaba los huevos y la polla, un tanto torpemente, con los pies. Le había penetrado el ano con un dedo, el cual sentía metido entero, prieto y caliente atrapado en la estrechez del conducto, y le aplicaba intensos lengüetazos por todo el abierto coño, que solo interrumpía para atrapar entre mis labios su clítoris y mamárselo con ansia.

-Joder cabrón, aaahhhhh, ¡que bien me lo comes, aaahhhhh, síiii, méteme entera la lengua, que gusto me das! Hummmm, síiii, fóllame con la lengua, síiii, sigue cerdo… más… sigue…

No tardó en correrse, agarrándome la cabeza con ambas manos y apretándomela fuerte contra su chocho, el cual me restregaba con rabia contra la boca dando incontrolados y casi violentos movimientos de pelvis y soltando grititos de placer.

Cuando dejé de sentir los agitados temblores de placer que sacudían su cuerpo, la volví a sentar en el borde de la bañera y tendiendo una mano hacia mi sobrina, en un gesto casi de súplica, le pedí venir hasta mí.

-Ven corazón, ahora toca a ti, ven y verás que gustito más rico te va a dar tu tiíto… Tu mientras, cariño, mámame la polla –añadí mirando a la zorra de Letizia, que agitada y ojerosa recuperaba poco a poco la respiración tras el intenso orgasmo.

Me recosté de nuevo en la bañera y la chica, obediente, se colocó a mi lado y tras agarrarme la tranca con una manita comenzó a masturbarme y chuparme el glande. Paloma acudió a mi lado, el coño le brillaba de lo empapado que lo tenía… "Ven a sentarte sobre mi boca, cielito, -le rogué- que te quiero saborear entera".

Pasó una pierna por encima de mi cabeza y apoyó el pie en el borde opuesto de la bañera, se agarró al toallero de la pared y bajo el culito hasta quedar sentada sobre mi cara. Como había hecho anteriormente con su amiga, le agarré y separé las nalgas con las manos y procedí a lamerle intensamente toda la raja del culo y el coño. Estaba realmente sabrosa, y tan empapada y dilatada que podía introducirle la lengua entera en el coño. En pocos segundos los gritos de placer que le provocó su orgasmo resonaron en el cuarto de baño.

No por ello dejé de lamerla. Conozco a Paloma y sé muy bien que cuando se pone en ese estado es capaz de encadenar varios orgasmos seguidos. Mientras le acariciaba el clítoris despacito con la yema de un dedo y le hurgaba el ano con la punta de la lengua, la oí decirle a su amiga:

-Agárrale los huevos con la otra mano y métele un dedo en el culo mientras le chupas el rabo, ¡puta estúpida!

Me encantó percibir ese tono violento y ese vicio en su voz, signo inequívoco de que estaba, como yo, poseída por un vicioso deseo salvaje. Poco a poco sentí como, quizás por la flojera tras la corrida y tener las piernas cansadas dado lo un tanto incómodo de la postura, dejaba caer despacio su cuerpo resbalando sobre mí hacía el centro de la bañera y quedaba finalmente tumbada boca arriba sobre mi panza.

-Quita de ahí, jodida cerda, que no sabes ni ordeñar una polla. –Le ordenó a la pobre Letizia, empujándola con un pie sin miramientos.

Me agarró los huevos de un puñado con una mano y la verga con la otra, la cual comenzó a restregar contra su encharcado coño, a la vez que me la pajeaba con rabia. La muy puta me hacía gruñir de gusto como un cerdo. Yo la abrazaba, recorría con mis manos su barriguita y atrapaba sus magníficas tetas, cuyos duros pezones pellizcaba y hacía rodar entre las yemas de mis dedos. Estábamos ambos a punto de explotar.

-Clávate en mi rabo, amor, venga princesa, métete mi polla en el coño, cielo, fóllate… fóllame... –Le susurré al oído sin dejar de trabajarle los pezones.

-Joder tío… no sé… aaahhhhh –me respondió entre gemidos con voz ahogada, casi inaudible- no… no estaría bien, soy tu sobrina… aaahhhhh… la tienes muy gorda… hummmmm… está caliente y dura… aaahhhhh… joder, que ganas de polla que tengo… tu… tío, ¿crees que podemos? aaahhhhh…

-Pues claro que podemos, Palomita, hummmmm, vamos amor, empálate ya en mi polla de una puta vez, joder, que lo estamos deseando los dos, venga cielo, venga… venga…

Noté como cediendo al intenso deseo, subía el culo unos centímetros y se colocaba la cabeza de mi pene contra el coño. Le separé los muslos con mis manos lo más que pude y acariciándole suavemente el clítoris, la animé a metérsela empujándola contra mi pija. Con un morbo y un placer increíbles, noté como mi gordo glande se hundía casi por completo en la vagina de Paloma y esta, gimiendo intensamente, comenzaba a empujar hacia abajo.

Aquello que tantas veces y tan intensamente había soñado y deseado, una de mis más locas e imposibles fantasías, follar con Paloma, se estaba realizando, por fin lo estaba viviendo. Cerré los ojos y me abandoné a las sensaciones, al tremendo placer de sentir mi polla hundirse en el joven cuerpo de mi dulce sobrina, oyendo sus profundos gemidos de placer y sintiéndola subir y bajar rítmicamente, restregándose contra mi piel, haciendo resbalar su espalda y su culo contra mi pecho y mi panza arriba y abajo.

Agarré sus carnosos y duros muslos con mis manos, los levanté y separé, ayudándola en sus movimientos de vaivén, a la vez que la embestía con fuertes golpes de riñones, acentuando con todo ello la cadencia y la profundidad de la follada. Comenzamos a agitarnos como animales, provocando un intenso oleaje en la bañera y derramando al suelo buena parte del agua que quedaba.

-Si tío, qué gusto joder, aaahhhhh… me cago en la puta hostia… aaahhhhh… fóllame duro tío… aaahhhhh… tu puta madre, cabrón… aaahhhhhh… si, así, dame, dame cabrón… dame rabo… más… más... dame… aaahhhhh… aaahhhhh… -Gritó Paloma al explotar en un nuevo e intenso orgasmo.

Oí también unos familiares grititos a mi izquierda y al buscar su origen vi como Letizia, a la que había olvidado por completo, se estaba masturbando y sin duda corriéndose de nuevo. Se había sentado sobre la tapadera del inodoro, subiendo y juntando los pies sobre el plástico y separando los muslos. Con las piernas plegadas y abiertas se estaba masturbando con furia mirándonos follar. Gemía como una perra metiéndose el mango de un cepillo para el pelo en el coño con una mano y frotándose el clítoris con los dedos de la otra.

También yo me sentía al borde del éxtasis, no podía ya aguantar más. Notaba esa intensa e irrefrenable sensación que, naciendo de las entrañas de mis huevos, anunciaba las inminentes descargas de placer y la inexorable erupción de borbotones de semen caliente.

-Me voy a correr nena, fóllame todo el rabo, mi linda puta, clávatela entera, clávatela… entera… aaahhhhh…

Gruñendo de gusto, hundiendo profundamente la verga en el coño de la chica y agarrando con fuerza sus gordas y duras tetas, me corrí gozando como hacía mucho tiempo que no gozaba, sintiéndome transportado a otra dimensión, notando las eléctricas impulsiones que desde mis cojones y a través de todo lo largo de mi polla enviaban ríos de placer y esperma hacia el tierno coño de mi sobrina, inundándolo y desbordando de él.

Permanecimos así, unidos, abrazados y jadeantes dentro de la bañera durante largos minutos. Fue para mí una experiencia realmente excepcional, inolvidable. El placer vivido, puro y salvaje como pocas veces en la vida se puede vivir. Por eso sentí cierta pena cuando finalmente Paloma se levantó despacio y con delicadeza dejó salir poco a poco de sus entrañas mi flácida verga.

Salí de la bañera, me puse un viejo albornoz que andaba tirado por el suelo y abandoné el cuarto de baño. Me dirigí al salón, donde me encendí un "Ducados" y me serví una copa de coñac. Me senté en el sofá, fumando y saboreando la bebida, esperando tranquilo y relajado mientras las chicas se aseaban y vestían. Cuando vinieron, pedí a Paloma que me acompañara a la cocina y allí le entregué el prometido billete de 100 euros.

-Joer tío, me da cosa aceptar el dinero, no sé, mi amiga no te ha gustao y a mi me has hecho correrme como una loca, me has follao de puta madre, no tienes porqué pagarme, de verdad.

-Vamos princesa, no es un pago, es solo un regalo, para agradecerte ser tan buena sobrina, y lo mereces más que nunca. Venga, tómalo, le das algo a la flacucha si quieres y el resto te lo gastas en divertirte este fin de semana, cariño.

Finalmente lo aceptó, dándome las gracias con beso breve y suave sobre los labios. Fue a buscar a su amiga y se despidieron. Me sorprendí a mi mismo cuando al verlas marchar sentí una punzada en el corazón, sabiendo que a ciencia cierta, siendo Paloma tan puta como es (para que vamos a engañarnos o andar con rodeos) sin duda iba a ser muy pronto, quizás esa misma noche, follada por otras vergas, gozada por otros hombres.

Pero, bueno, así es la vida, que le vamos a hacer, de todas formas me duraron poco esos celos. Fue solo que en ese momento, como les comentaba antes, acababa de vivir con ella una experiencia excepcionalmente intensa y satisfactoria. Por eso hoy, nada más levantarme, después de haberme masturbado reviviendo en mi mente esos magníficos momentos, he decidido escribir este relato sin demora, para narrársela y compartirla con todos ustedes. Ahora que ya lo he hecho y que me he vuelto a excitar como un cabrón haciéndolo, no tendré más remedio que hacerme otra paja.