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El Hechicero (2)

en Jovencit@s

EL HECHICERO 2. ®

Juan untó sus manos con un líquido aceitoso que extrajo de un recipiente, el ambiente se impregnó del aroma de las hierbas molidas en esa solución. Vino hasta la cama y comenzó a masajear el cuerpo de Blanca en su espalda, bajando hasta su trasero perfecto, las curvas de esa niña eran muy acentuadas. La niña cerró los ojos y su expresión mostró el placer que le producía ese tratamiento. Las manos de Juan subían y bajaban por el cuerpo de la pequeña desde el cuello hasta los tobillos, dejando la parte posterior de ese cuerpo bellísimo brillante y oleoso. Miguel había vuelto a sentarse en la silla y contemplaba todo con una evidente excitación y temor.

Miguel, venga ayúdeme usted, ha sido un día muy largo y agotador para mí- llamó Juan. Miguel vino a su lado y el hechicero depositó líquido en las manos del padre de Blanca.

Usted encárguese de la parte de adelante – ordenó Juan. Miguel tímidamente comenzó a untar el cuerpo de Blanca desde el cuello, bajando delicadamente hasta los diminutos pechos, volvió sobre el vientre de la niña , sin atreverse a ingresar a la zona intima, donde los labios vaginales se exhibían desprovistos de toda vellosidad.

Juan continuaba sus masajes, que más bien eran caricias. Penetraba profundamente entre los glúteos de Blanca, la niña no podía permanecer indiferente a las cuatro manos que la recorrían. Cerró los ojos y su cuerpo se balanceó siguiendo los movimientos de las manos que la acariciaban.

Creo que ya esta haciendo efecto- dijo Juan. Observó el trabajo de Miguel y le indicó- Dije en toda la parte delantera, especialmente en su sexo, esa zona es la mas contaminada.

Miguel descendió tímidamente, sus manos aceitadas recorrieron por primera vez la intimidad de su hija, abrieron los labios vaginales y se deslizaron por la preciosa abertura virginal de la pequeña. Blanca emitió pequeños quejidos y risas entrecortadas. Las manos de Juan se adentraban en su trasero y las de su padre en su vagina, todo eso le producía un placer insoportable.

Juan interrumpió sus masajes y sirvió nuevamente dos vasos con la bebida de miel y droga. Blanca y Miguel bebieron esta vez con mucha rapidez, sus bocas estaban secas por la excitación y el calor corporal.

Blanquita, tiéndete en la cama – ordeno Juan. La niña se ubicó de espaldas sobre el gran lecho.

Ahora veremos que tiene esta niña- murmuró Juan. Se sentó a un lado de Blanca y tomando sus rodillas con sus manos, abrió las preciosas piernas, dejando en exhibición completa la zona vaginal de la niña. Se inclinó y acercó su rostro a los labios vaginales. Miguel se ubicó al otro lado de la cama observando todo con una excitación que ya le era casi incontrolable.

- No se ve nada extraño acá- dijo Juan, se diría que su actitud era la de un ginecólogo – Sin embargo nunca podemos saber hasta comprobar- Hablaba en voz baja, como para sí mismo. Blanca se había abandonado, su cuerpo estimulado por las fuertes pócimas de alcohol y drogas estaba en un completo estado de éxtasis.

Estoy seguro que hay algo – murmuró Juan, acercando mas su rostro a la vagina de Blanca – Deberé reconocer por el sabor si existe algo malo en esta zona.- dijo esto mirando a Miguel, quien solo movió la cabeza asintiendo. Juan deslizó su lengua profundamente por toda la vagina de Blanca, la niña se movió respondiendo a la caricia. El hechicero profundizo aun más llevando su lengua hacia la deliciosa abertura.

Encuentro algo raro acá – dijo mirando al padre de la niña- Ven Miguel, acércate.

El padre de Blanca se ubicó también sobre la cama acercando su rostro a la zona que el hechicero le señalaba, viendo como los pliegues vaginales de la niña estaban humedecidos completamente por los líquidos interiores que emitía la niña y por las caricias bucales que habia recibido.

Anda Miguel, prueba y dime si encuentras algún sabor especial, yo puedo confundirme, porque no he bebido esa infusión de limpieza que les he dado a ustedes.

Miguel no necesitó otra invitación, su rostro se abalanzó hacia esa preciosa intimidad, su lengua recorrió los labios vaginales de Blanca. La niña se retorció emitiendo quejidos y murmullos de excitación. Juan tomó las piernas de la muchacha y levantándolas al máximo, dejó descubiertas ambas aberturas, la vagina y su precioso culito. Miguel continuó deslizando su lengua, abarcando ahora hasta la entrada posterior de la niña.

Tiene que llegar profundo, allí sentirá el sabor – dijo Juan a su lado. Blanca no podía quedarse quieta, su cuerpo se contorcionaba experimentando increíbles sensaciones, aumentadas por la droga y el alcohol ingerido. Sentía la lengua de su padre entrar en su vagina, deslizarse hacia su culito y presionar su esfínter entrando en su conducto posterior.

Ahora viene la segunda parte – sentenció Juan. Con mucha calma el hechicero se desprendió de su pantalón y sus calzoncillos largos y anticuados. Su cuerpo moreno, cubierto solo con la camisa abierta en el pecho se exhibió mostrando su enorme miembro, lacio, largo, grueso, en estado de reposo, el hombre tenia un enorme control sobre sus emociones. El espectáculo de Blanca desnuda lo había excitado notablemente, pero aun así mantuvo la calma y su organismo se controló.

Miguel lo vio hacer, sin dejar de lamer la intimidad de su hija, era un sueño que se hacía realidad, sus fantasías más ocultas se estaban realizando. Contempló al hechicero desnudo y eso no le llamó la atención, mas bien le pareció lógico en su mente embriagada de alcohol y droga. Blanca había quedado mirando directamente al miembro de Juan que se balanceaba. Nunca habia visto a un hombre desnudo y si bien los misterios del sexo eran un tema permanente con sus amigas en la Escuela, se asustó a ver el tamaño y la envergadura de ese gran ariete de carne.

El sexo de un hombre es la más poderosa herramienta para sanar- dijo el hechicero. Tomó con su mano una crema oleaginosa de color verde, nuevos aromas inundaron la habitación. Con su mano untó profusamente su verga con esta substancia. Blandiendo su miembro semi erecto se acercó deslizándose sobre la cama hasta quedar a la altura del rostro de Blanca.

Miguel, usted continúe, no se detenga por favor – le dijo al padre de la niña que lo miraba expectante. Miguel no necesitó otra instrucción y su boca nuevamente se ocupó en recorrer todos los rincones íntimos de su hija. La niña se agitó más violentamente respondiendo en su naturaleza virgen a las primeras caricias sexuales de su vida.

Juan acercó su verga a la boca de Blanca, esta lo miraba con ojos asustado, pero las caricias que recibía de su padre en su vagina no la dejaban pensar. Abrió su boquita exquisita y el miembro de Juan penetró en su interior.

Debes comer toda la preparación que esta allí, te hará muy bien- le dijo el hechicero con voz ronca. La niña comenzó a chupar, a comer, a beber esa substancia de muy buen gusto. En unos instantes la verga penetró mas en su boca, sus labios se dilataron recibiendo al intruso casi hasta la mitad. Juan entraba y salía de esa boca abierta al máximo. Miguel detuvo sus caricias para contemplar mas cómodamente la escena . Juan se detuvo y le preguntó:

¿Quieres ayudarme también en esto?- Miguel no esperó que le repitieran la pregunta, se puso de pie y rodeando la cama se acercó al lado de Blanca. Se desprendió rápidamente de sus pantalones y ropa interior, su miembro era delgado y largo. Juan depositó en las manos de Miguel una cantidad de la substancia oleosa, el papá de Blanca embadurnó su pene con ella y se acercó al rostro de la bella niña. Juan se sentó en la cama y con su mano siguió estimulando la intimidad de Blanca.

Miguel vio a su hija abrir su boca por segunda vez, su verga entró en esa cavidad preciosa sintiendo como los labios de su pequeña atrapaban la barra de carne con una delicadeza exquisita. El miembro del hombre entraba y salía en movimientos rítmicos, la diferencia de tamaño con el hechicero, permitía que la niña no se atragantara y en unos instantes estuvieron en un acople perfecto.

Juan no se estaba quieto, trajo una nueva crema que aplicó a la intimidad de Blanca, sus manos deslizaron la substancia en toda la zona. Miguel continuaba con sus movimientos haciendo entrar y salir su verga de esa deliciosa boca infantil. Juan, con movimientos muy controlados, introdujo lentamente uno de sus largos dedos en la vagina de Blanca. En verdad la lubricación interior de la niña, los movimientos convulsivos que realizaba, permitieron que el dedo largo y grueso entrara casi sin dificultad. Blanca emitía pequeños quejidos y murmullos, sin soltar de su boca la verga dura de su padre.

El largo dedo de Juan entraba y salía e toda su extensión de la vagina de Blanca. Miguel, concentrado en la boca de su hija no había advertido la operación del hechicero. En un momento se detuvo, lo observo y quedo perplejo, el dedo del hombre estaba profundamente dentro del cuerpo de su hija, ese dedo superaba en grosor a su delgado pene. Era increíble. Miró a Blanca y solo vio que su hija, con los ojos cerrados se movía lentamente respondiendo a la penetración del dedo de Juan.

Este dedo es más grande que tu verga Miguel... - dijo Juan - ¿ Te gustaría estar acá adentro?

Miguel lo miró, observó a su hija que, con los ojos cerrados continuaba disfrutando, se movió lentamente hacia donde Juan estaba.

Así me ayudas a que la crema que le coloqué se aloje bien adentro de su cuerpo- lo animó el hechicero.

Miguel se ubicó entre las piernas abiertas de su hija. Blanca entendió lo que venia, lo miró con los ojos muy abiertos. Miguel colocó su larga verga en la entrada de esa cuevita hermosa y presionó....

El delgado y largo pene se introdujo sin dificultad en la vagina de Blanca. Cuando estaba en la mitad la niña se quejó y sacudió su cuerpo, la barrera de la virginidad se habia roto casi sin dolor. Lo cuerpos del padre y la hija se juntaron, fundidos en la penetración completa. Miguel comenzó a moverse como poseído, toda la excitación contenida desde que entró a esa habitación se expresó en una unión enloquecida. Blanca, siguiendo su instinto, respondió moviendo sus caderas, permitiendo que el pene de su padre, aprisionado en esa gruta estrechísima, le proporcionara sensaciones deliciosas que la hicieron gritar de placer.

Miguel sintió los gritos de su hija que anunciaban su primer orgasmo, arreció en su ataque entrando y saliendo con violencia y en un éxtasis inmenso, sintió su miembro explotar en el interior delicioso de su hija, inundando su cuerpo de semen caliente. La niña se convulsionó cuando sintió palpitar el miembro de su padre en su interior:

Papaaaaaaaa- el grito de Blanca, acompañado de sacudidas epilépticas, le trajeron un violento orgasmo con que inundó la verga de Miguel. Ambos permanecieron abrazados, aun sintiendo la presión de la vagina infantil en el pene de Miguel que volvía a su expresión más pequeña.

Juan vino junto a la pareja con sendos vasos de bebida refrescante, padre e hija se habían olvidado del hechicero.

Estamos bien, la recuperación recién ha comenzado – dijo Juan como si esa sesión sexual formara parte de un tratamiento médico.

 

(Continuará)

 

 

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