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Mordido por un perro

en Jovencit@s

Cuando yo tenia 12 años sucedió algo que cambiaria mi vida para siempre, descubrí el sexo y la masturbación, pero quizás mi modo de descubrirlo no fue el mas normal de todos sino un tanto especial.

Salía del colegio para volver a casa en una tarde de primavera, un chico delgado y ágil como yo al que le encantaba saltar y correr no dudo en tomarse un atajo a través de un solar que hasta el momento nunca antes nada había sido construido, pero en el que ahora estaban edificando un bloque de pisos, habían colocado una vaya, pero esa vaya no era rival para mi astucia y agilidad, así que decidí adentrarme en la parcela para continuar practicando el atajo de toda la vida, cual fue mi sorpresa al encontrarme a un perro vigilando la zona muy gruñón y fiero dispuesto a devorarme, me quede petrificado mientras el mismo se dirigía a toda velocidad corriendo hacia mi y se abalanzó contra mi para tumbarme, conseguí frenarle la primera embestida con mis brazos y evite que me mordiera, tras eso intento morderme un pie que aparte a tiempo, y entonces entre mi desequilibrio, mis nervios y sobretodo, mi mala suerte, el perro abrió toda su enorme mandíbula para asestarme el mordisco de mi vida, justo entre mi pie derecho y mi pie izquierdo, en todo el centro, creo que toda mi zona púbica cupió dentro de su boca, del mordisco, inmediatamente perdí el conocimiento, suerte tuve de que un hombre mayor, no se si perteneciente a la obra o que simplemente circulaba por allí vio la escena y detuvo al perro al tiempo que llamó a una ambulancia.

Cuando ésta llegó recuperé el conocimiento con el balanceo de ponerme en la camilla y el meneo para subirme a la ambulancia, el hombre debió comentarles el motivo que provocó mi desmayo, por lo cual nada mas subirme a la ambulancia el personal de la misma no dudó en bajarme los pantalones y el resto de cuanto me cubriera, dicha acción me despertó por completo vergonzoso de mí que me estaban viendo el mayor de mis secretos, intente frenarles pero ni mi aturdimiento ni mis fuerzas diminutas de niño de 12 años pudieron contra esos salvajes que no tuvieron compasión de desnudarme aun con las puertas de la ambulancia abiertas y alguien desde fuera, quizás aquel hombre, mirándonos.

Llegamos al hospital y la cosa no parecía grave, me cubrieron con una pequeña sabana mientras entrábamos por la puerta de urgencias, sabana que yo me asegure que no se moviera para que las personas de a pie que allí esperaban su turno no vieran mas de lo que se debía ver, la camilla fue circulando a través de puertas y pasillos hasta llegar a una zona entre cortinas en donde me dejaron, 30 segundos después apareció una chica joven muy amable que rondaría los 21 añitos y otro hombre mas mayor y serio que empezó a preguntarme mi nombre y el teléfono de casa mientras la chica, muy a mi pesar y mientras yo me moría de la vergüenza, examinaba la zona con detenimiento.

Pero no fue ella sino el hombre serio quien con tan solo echar un vistazo y tocar la zona afectada un instante supo determinar mi situación y mi tratamiento, lo cual comentó a la chica la cual se disponía a curarme. Los dos se fueron, quede solo y pensé en subirme los pantalones, pensé que seria poco efectivo, pero las cortinas no cerraban adecuadamente la instancia y yo veía pasar gente entre las brechas de la misma por lo que me tapé con mis manos mi intimidad ante la duda de si alguien llegaría a verme.

Finalmente volvió la chica con agua oxigenada, algodón y una crema que no recuerdo, tras desinfectar la zona mordida empezó a aplicar la crema en el testículo mordido por el can a fin de regenerar la zona dañada, dicho masaje despertó en mi cierto nerviosismo y cosquilleo interior, cierta sensación especial y agradable que la chica vio reflejada en forma de erección entre mis piernas, aunque yo, habitante del Edén que aun no había mordido el fruto prohibido del Árbol de la Vida, desconocía que dicha erección informase de lo que sentía.

La chica me miro con cierta sonrisa picarona, yo se la devolví con toda tranquilidad desconociendo aun lo que sucedía, ver mi inocencia reflejada en mis ojos provoco algo de risa en la chica aun en practicas y que decidió que ya era hora de aprender, de paso, me alegraría un poco el mal día con un masaje agradable y relajante.

Cuando al parecer ella termino de aplicarme la crema en los testículos, que al no ser muy grandes en vez de aplicársela a uno se la aplico a los 2 al unísono, mi erección era ya total y clara y mi estado de excitación tan exagerado que sin darme cuenta hasta se me estaban produciendo ligeras contracciones claras y evidentes, ante lo cual, la chica con disimulo cogió algo mas de crema y la aplico en mi pene para empezar a frotar también esa zona afectada en esta ocasión por un mal distinto.

Su mano agarrando mi pene provoco en mi la primera gran contracción de mi vida, pero cuando deslizo el pellejo de mi pene hacia atrás, mi sangre empezó a subir y bajar por todo mi cuerpo y la respiración se me detuvo, ella continuó moviendo arriba y abajo suavemente y no pude mas, mi respiración acelerada, mi cuerpo tenso, mis contracciones, mis casi gemidos y finalmente, mi orgasmo, con los ojos cerrados mi cuerpo en tensión y sintiendo todo el placer del mundo de las manos de una universitaria, finalmente había probado el elixir de la vida.

Aún sin saber bien como ni porqué, pero allí estaba yo, tumbado boca arriba con los pantalones bajados mis genitales al descubierto y gente pasando al otro lado de la cortina medio cerrada, ya nada importaba, que mirasen cuanto quisieran y viesen cuanto tenia, ahora había otra cosa que me preocupaba mas.

¿Qué había pasado? ¿Cómo había hecho eso? ¿Sería esa una crema mágica? ¿Cómo se conseguía? Preguntas y mas preguntas me inundaban y entonces el médico mayor y serio apareció para observar mi estado, no se si por mi estado de shock ante el descubrimiento o por simple rutina, decidió que debía quedarme 24 horas en observación por el golpe en la cabeza tras caerme en el desmayo.

Mis padres llegaron y mi madre paso la noche conmigo, al día siguiente volví a casa, ya era fin de semana y las dudas me invadían, todo había sucedido tan rápido... pero lo olvide todo hasta el lunes, en que tuve que explicarle lo sucedido con el perro a mi mejor amigo, y este, curioso, me pidió que le enseñara la zona afectada, decidimos que en la hora del patio se la enseñaría en los baños y así fue.

Fuimos al baño y entre las sordas paredes del baño del cuarto piso, solitario y hasta fantasmagórico a esas horas, me baje los pantalones y me levante la camiseta para enseñarle el mordisco del perro a mi mejor amigo, él mismo fue quien descubrió mi pene apartando mi ropa interior y empezó a tocarme los genitales observando la zona con detenimiento, sus caricias provocaron nuevamente en mi el mismo estado que días atrás en el hospital, me puse muy nervioso y vi como mi pito se inflaba a gran velocidad, volvía ese cosquilleo interior.

Mi amigo, sin pensárselo dos veces, inicio un proceso de masturbación asistida sobre mi pene, provocando en mi todas esas sensaciones que días atrás sentí, su mano estaba mas fría y era mas pequeñita, su meneo incluso puede que mas basto y torpe, pero la sensación fue la misma, un ardor interior y un cosquilleo que culminaron en un enorme y espléndido orgasmo.

Tras terminar conmigo, mi amigo se bajo sus pantalones y me dejo ver su pene, ya erecto, algo mas pequeño que el mío para empezar a masturbarse, y aquí fue donde, finalmente, lo entendí.

No era una crema mágica, ni unas manos de mujer, tampoco las manos de otra persona, no, simplemente había que frotar y no importaba quien lo hiciera, ver a mi amigo masturbarse me hizo entender que yo podía hacer lo mismo, ese mismo día en mi casa lo puse en practica, había iniciado un nuevo camino en mi vida, aun ni siquiera había descubierto el sexo opuesto, me bastaba con el propio, pero ese día por fin empezaría a disfrutar de ciertos placeres que le dan ese sabor especial a nuestras vidas.