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Mi amigo Oscar (6)

en Amor filial

Mi amigo Oscar.

Capitulo 6.

Tras ducharnos y cuando Oscar y yo nos disponíamos a juntar nuestros cuerpos en la habitación, yo estaba calentísimo, el padre de éste le dijo que se vistiera rápido que tenían que ir a una cosa ellos dos, entendí por la frase que no contaba conmigo, Oscar se puso la ropa rápido y se marchó con su padre, y ahí quedaba yo, caliente y cachondo completamente desnudo a punto de ir a mi cama para masturbarme cuando alguien me agarra por detrás abrazándome y me dice "Vamos a mi cama que te quito la arenita".

Y la verdad es que era una idea mas buena que la que yo tenía, sin dudarlo seguí a la madre de Oscar hasta su habitación y me tumbé boca abajo en su cama esperando que ella se quitara la ropa, pero en vez de eso se abalanzó sobre mí y empezó a chuparme el cuello, entendí que esta vez iba en serio y que aquello cobraba otro rumbo, no era de mi nivel pero intentaría que lo fuese, aunque hiciéramos cosas demasiado fuertes para mí estaba dispuesto a llegar hasta el final.

Se empezó a quitar la ropa y yo confuso no sabía si ayudarla, meterle mano, o que hacer, así que no hice nada y me quedé observando como esas peras botaban a 20 centímetros de mi cara y como mi pene apuntaba en muy buena dirección, ella empezó entonces a lamerme los pezones, era extraño pero me gustaba, me excitaba cada vez mas y empezaba a desesperarme.

Completamente desnudo y sentado en medio de la cama frente a ella decidí que tenia que metersela a toda costa y se lo hice saber, le agarre el pantalón y empecé a tirar hacia abajo para intentar sin éxito quitárselo, no pude pero ella entendió el gesto y continuó quitándose el resto de su ropa.

Ahora ya si, los 2 desnudos y en su cama, teníamos que darnos prisa, no queríamos quedar a medias esta vez pero yo pretendía ir mucho mas rápido y puse mi mano en su vagina ya que al estar ella encima mía me era difícil meterle mi pene, quise almenos tener contacto con su sexo, ella entendió mi desesperación y no tardó en sacar un preservativo.

Claro, ni me acordaba ya del dichoso plastiquito, estaba tan ansioso por metersela que la goma me incordió mucho, pero sus sabias manos colocaron con mucha delicadeza el condón en mi pene, depositando suavemente el condón en la punta del mismo y deslizándolo suavemente hacia abajo, verla a ella tocándome mi zona mas intima con tanta confianza y sensualidad me excitó aún mas al tiempo que me avergonzaba un poco de estar haciendo esas cosas.

Sabiendo que yo necesitaba desfogarme antes de continuar chupando todo mi cuerpo, se tumbó en la cama esperando mi embestida, estaba deseando meterla en esa zona prohibida, además esa mujer era realmente preciosa, ni que tuviera 20 años mas que yo, eso no importaba, seguía estando estupenda y yo a cien por fin se la metí.

Sin demasiadas dificultades fui entrando, de rodillas frente a ella y agarrando mi pene con la mano lo introduje poco a poco porque tenía miedo de hacerle daño a ella o hacérmelo a mi, era mi primera vez y no sabía hasta donde podía meterse, pero cuando aún no había tocado fondo no la pude meter mas, estaba enterita dentro de ella, descubriendo zonas que ningún otro pene jamás había explorado, pues su marido no alcanzaba ni la mitad que éste.

En ese momento escuché crujir la puerta, miré asustado pero por suerte no había nadie, y tras el susto me tumbé encima de ella dispuesto a perder, una vez mas, mi virginidad.

Agarré sus senos y empujé con fuerza, a fuera y adentro empujaba yo dando embistes y disfrutando del momento y de la sensación hermosa, el calor de su vagina, sus labios húmedos y mi pene como una piedra frotándose entre si hasta que finalmente mi respiración se aceleró al máximo, mis contracciones guiaban al resto de mi cuerpo y empecé a eyacular mi semen, ella me había dejado desahogarme con paciencia y comprensión, pero también con gusto, el gusto de sentir un buen pene dentro de ella.

Nada mas correrme ella no perdió el tiempo, empezó a tocarme todo, a chuparme todo, y agarró mi pene aún erecto para meterselo en la boca, ya sin preservativo y sintiendo su lengua lamer mi sexo, a pesar de haber eyaculado escasos segundos atrás ya me encontraba nuevamente firme para esa nueva batalla.

Aquello era una auténtica orgía de placeres y sensaciones, íbamos rápido y a saco sabiendo que los otros volverían enseguida, debíamos disfrutar el uno del otro al máximo y en pocos minutos, y así lo estábamos haciendo cuando ella me lamía el pene y agarraba el culo, y yo que aunque quería tocarle las tetas no podía hacer mas que aguantar el equilibrio en aquella difícil postura, gemía de placer por todo cuanto estaba sintiendo.

De rodillas frente a ella sin llegar a estar sentado, ella si, sentada frente a mi y chupándome con ahínco el pene erecto, empecé a embestir también en su propia boca, siguiendo el ritmo que ella misma había impuesto, completamente desnudo en su cama y metiéndosela por la boca, me sentía completamente avergonzado de mostrarle a esa mujer todo cuanto tengo y cuanto podía hacer, toda mi intimidad al descubierto y envuelto de placer estaba a punto de correrme de nuevo en su boca cuando la tensión de mis músculos llegaba a su límite y mi excitación también, agarré su cabeza y con fuerza introduje mi pene en su boca para correrme en ella, sin soltarla, eso iba para dentro tanto si le gustaba como si no, y no podía evitarlo porque de la excitación me había vuelto loco, loco de placer.

Mi semen empezó a inundar su boca y aunque ella intentó salirse no la dejé hacer, me corría en su garganta y se tragó cuanto quiso y cuanto no quiso también, cuando solté todo el chorro, aun esperé que relamiera aquello, mi pene y mis testículos a lametones, no parecía desagradarle lamérmelo todo, y a mi tampoco.

Mi pene quedó flácido y decidimos que ya era el momento de terminar, antes que fuera demasiado tarde, para así ducharnos rápidamente y quitarnos todo el semen y líquidos que recorrían nuestros cuerpos. Mientras nos duchábamos, aún le quedaron fuerzas y tiempo para enjabonarme con gusto tocando todo mi cuerpo y relamiéndome como si fuera su pequeño caramelo joven y recién desvirgado al que sólo ella podía degustar.

Por la noche al acostarnos estaba pletórico, había perdido mi virginidad pero no podía contárselo a Oscar, las dudas me invadían, me encantaba follar con su madre y quería volverlo a hacer, pero me sabía mal por mi amigo además que sabía que eso no estaba del todo bien, también me gustaba hacerlo con Oscar, y tampoco tenía claro que eso estuviera bien, mas aún enrollándome con madre e hijo, estaba muy confuso pero sobretodo estaba empalmado y excitado al no poder quitarme de la cabeza lo que había hecho esa tarde.

Con mi pene erecto levantando la sabana, Oscar se acercó a mi cama, se metió por debajo de la sabana y se metió mi pene en la boca, al principio quise negarme, estaba bastante confuso, pero luego, al notar su lengua lamiendo mi glande, no pude resistirme a la tentación y cedí.

Conforme me la chupaba me iba excitando mas y mas, pensé en su madre y en que ella me la mamaba, pero lo cierto es que la idea de que me la chupase Oscar incluso me gustaba mas, puse mi mano en su cabeza para hacer fuerza sobre ella y meterle mi pene entero en su boca, por algún motivo tenía ganas de tirarme a Oscar, pero al no tener vagina solo se me ocurría un lugar por el que entrar.

Retiré las sábanas y observé cómo Oscar me la chupaba, levanté su cabeza e hice que dejara de hacerlo, por si acaso se negaba, no le propuse nada, simplemente le ordené que se pusiera boca abajo tumbado y se abriera de piernas, y así lo hizo.

Me senté frente a su trasero, observando la situación y planificando como se la iba a meter, le separe las nalgas y la cosa no parecía muy óptima para un pene, demasiado pequeño... pero tenía que intentarlo, así que posicioné la punta de mi pene sobre aquel agujero y apreté con fuerza, no entraba, Oscar, quizás por miedo, hacía fuerzas para impedir que se la metiera, le dije que se dejase, que no hiciera fuerzas o le dolería mas, se creyó esto y se abrió mas aún de piernas para que le penetrara.

La situación seguía siendo difícil, sin experiencia alguna pretendía metérsela y no sabía como, probé con la fuerza pero no entraba, al final desistí y decidí frotar mi pene entre sus nalgas, no era lo mismo pero almenos me consolaría, conforme frotaba fui calentándole el culo y calentándome a mi mismo, mis líquidos preseminales empezaron a brotar y su ano empezó a humedecerse con ellos, esto permitió un mejor deslizamiento y cuando menos lo esperaba, la puntita de mi pene casi se le mete dentro, entonces lo volví a intentar y, aunque sólo conseguí introducir la puntita, ya era un buen comienzo, algo había cambiado, era la humedad, necesitaba algo para deslizar mi pene por el interior de su culo.

En ese momento se me ocurrió ir corriendo hasta el baño para ponerme algo de agua en el pene, al llegar así lo hice, pero con tan mala suerte que al salir del baño el padre de Oscar salía de su habitación y me pilló desnudo, erecto, con el glande al descubierto y el pene mojado, me miró con cara de extrañado tanto a mí como a mi pene, y yo, aterrorizado pensando en que Oscar estaba con el culo en pompa en mi cama y la puerta de la habitación abierta, decidí entrar rápido antes que su padre lo viera, almenos no a él, ya que a mi ya todo me lo había visto.

Ahí estaba yo, completamente nervioso tras ser descubierto por su padre apoyado sobre la puerta dispuesto a poner cualquier excusa si ese hombre intentaba abrirla, pero por suerte, tras ir a la cocina y volver, el padre de Oscar se metió en su habitación, era el momento de pasar a la acción, aunque mi pene ya no estaba tan húmedo, tenía la suficiente agua como para intentar penetrar a Oscar.

Al ponerme de nuevo encima de la cama, sorprendí a Oscar con su dedo metido en el ano, al parecer él mismo ya estaba intentando abrir el agujero, y en parte lo había conseguido, aunque mi pene era algo mas grueso que su dedo, era un buen comienzo tener un pequeño agujero abierto.

 

Me puse en posición y empecé a penetrarle, aunque conseguía meterle el pene poco a poco costaba mucho, pero observé como poco a poco aquello cedía, Oscar puso su cara hundida en la almohada ahogando algún que otro grito y mientras tanto, mi pene pedía sexo y mi paciencia estaba a punto de terminarse.

Ya le había metido casi medio pene, unos 5 centímetros adentro, y pensé que con eso bastaría, ya no podía esperar mas, me tumbé encima de Oscar y empecé a empujar hacía dentro, notando su dolor y sintiendo mucho placer, empujaba hasta el tope y con cada embestida mi pene se hundía un poco mas, poco a poco forzaba aquel agujero y me excitaba mas conforme crecía mi ritmo y me agarraba a Oscar por sus hombros para sostenerme, se abrió aun mas de piernas y mi pene cada vez mas duro le desvirgaba por detrás.

A pesar de la dificultad mi pene ya había entrado almenos 9 centímetros, el ardor de su cuerpo me recordaba al de su madre, continué meneando mi cola en su ano, frotando con fuerza, con ritmo, con ganas de follarme a Oscar, y mi excitación subió a las nubes para explotar en su interior, quizás debí correrme fuera, pero lo hice dentro.

Tras terminar, Oscar se levantó y con el culo dolorido se fue andando poco a poco y con cuidado hasta su cama, en donde se tumbó boca abajo pues de otra forma no podía hacerlo, yo, reconozco que me quedé con ganas de mas, quería metérsela hasta el fondo, pero esperaría a otro momento.

Al día siguiente desperté desnudo y boca arriba cuando el padre de Oscar vino a nuestra habitación para decirme que me vistiera que íbamos a un sitio, no me gustaba eso de ir con aquel tío a un sitio nosotros solos, ¿pretendía decirme algo por lo que vio anoche? Quizás si que se dio cuenta...

Puesto y que no íbamos a la playa decidí ponerme unos pantalones tejanos que en esos días no me había dado tiempo a usar, y los acompañé de una camiseta de tirantes, estaba caliente pero no tenia tiempo de hacerme una buena paja, así que subí a la furgoneta junto al padre y arrancó el motor, con la erección me arrepentí en ese mismo instante de llevar tejanos, pero aguante el dolor que causaban en mi pene y disimulé mientras llegábamos a lo que parecía un callejón perdido en las afueras de aquel municipio.

Entonces fue cuando el padre de Oscar me dijo que saliera, abrió la puerta de atrás de la furgoneta y me hizo entrar dentro, él entró tras de mi cerrando las puertas y dejándonos a oscuras en aquel lugar por el que no pasaba nadie.

La situación era incómoda, ¿Qué pretendía hacer conmigo?, y entonces me agarró de los brazos y me llevo poco a poco hacia el fondo para, una vez allí, empezar a desabrocharme mis pantalones...