miprimita.com

Mi amigo Oscar (7)

en Gays

Mi amigo Oscar.

Capitulo 7.

Este capitulo es la continuación de otro, para entender mejor el relato es recomendable leer almenos el anterior a éste.

Al día siguiente desperté desnudo y boca arriba cuando el padre de Oscar vino a nuestra habitación para decirme que me vistiera que íbamos a un sitio, no me gustaba eso de ir con aquel tío a un sitio nosotros solos. ¿Pretendía decirme algo por lo que vio anoche? Quizás si que se dio cuenta...

Puesto y que no íbamos a la playa decidí ponerme unos pantalones tejanos que en esos días no me había dado tiempo a usar, y los acompañé de una camiseta de tirantes, estaba caliente pero no tenia tiempo de hacerme una buena paja, así que subí a la furgoneta junto al padre y arrancó el motor, con la erección me arrepentí en ese mismo instante de llevar tejanos, pero aguanté el dolor que causaban en mi pene y disimulé mientras llegábamos a lo que parecía un callejón perdido en las afueras de aquel municipio.

Entonces fue cuando el padre de Oscar me dijo que saliera, abrió la puerta de atrás de la furgoneta y me hizo entrar dentro, él entró tras de mi cerrando las puertas y dejándonos a oscuras en aquel lugar por el que no pasaba nadie.

La situación era incómoda, ¿Qué pretendía hacer conmigo?, y entonces me agarró de los brazos y me llevo poco a poco hacia el fondo para, una vez allí, empezar a desabrochar mis pantalones...

Me asusté y quedé petrificado, no quería que lo hiciera pero tampoco supe reaccionar a tiempo, y cuando quise darme cuenta, mi pantalón estaba desabrochado y su mano acariciaba mis calzoncillos, en su interior, mi pene minutos antes erecto ahora yacía flácido tras mi acojonamiento.

Sus manos empezaron a acariciar mi pene por encima de la tela, me daba miedo pero no podía evitar excitarme con sus tocamientos, me agarró los tejanos y empezó a deslizarlos hacia abajo revelando mis piernas temblorosas a su paso, tenía miedo, mucho miedo, pero mi instinto me traicionaba y el miedo se mezclaba con el ardor de mi cuerpo.

Me agarró los calzoncillos, y empezó a tirar hacia abajo, por un instante estuve a punto de detenerle, pero no me atreví, y noté como mi sexo quedaba a su merced completamente al descubierto. Al llegar a mis tobillos, y sabiendo que no tenía mas con que taparme, fue subiendo sus manos sigilosamente por mis piernas hasta llegar a mi pene flácido, lo agarró con dos de sus dedos y empezó a menearlo, de lado a lado primero, como esperando respuesta, y tras eso retirando mi pellejo hacia atrás y hacia delante, masturbándome.

Mientras hacía esto, agarró uno de los tirantes de mi camiseta y lo estiró hacia un lado, dejándose caer, luego hizo lo mismo con el otro, y mi camiseta cayó por si sola hasta mis tobillos, teniéndome ya desnudo y con una erección a medias, empezó a tocar todo mi cuerpo, mi cuello, mi rostro, mi pecho y mis piernas, me tocó todo cuanto pudo con tanta sensualidad que me costaba mantenerme en pie de tal excitación, enseguida supe que quien mejor conoce el cuerpo de un hombre, es otro hombre.

Sus dedos me tocaban los puntos mas sensibles, sus manos me frotaban con la presión exacta en cada parte de mi cuerpo, mi erección aun no era completa cuando noté algo húmedo en mi pene, entraba y salía de su boca mientras yo, apoyado a un lateral de la furgoneta, aguantaba como podía el equilibrio.

Y allí, en un callejón perdido del pequeño municipio, el padre de Oscar me la estaba chupando, desnudo en la furgoneta con mi ropa en los tobillos como si fueran grilletes, tuve un pequeño orgasmo del que no me sentía del todo satisfecho, mi pene llegó al límite, pero mi cuerpo pedía mas.

Me agarró por los sobacos y levantándome un poco me sentó en una caja grande que había a un lado de la furgoneta, entonces empezó a quitarme las bambas y la ropa en mis tobillos hasta dejarme completamente desnudo frente a él, aprovechando la poca luz que entraba, se paró un momento a examinar mi cuerpo, y tras eso me dio la vuelta y me fue colocando en la posición que para el sería mas cómoda.

Me puso de pie frente a la caja, luego me hizo inclinarme hacia ella hasta apoyarme, me levantó un poquito mas el culo y me abrió de piernas, yo ya sabía lo que me iba a hacer, tenía algo de miedo, pero estaba tan caliente que me dejaba hacer, mis genitales quedaron colgando y del simple balanceo de mi pene me excitaba aún mas.

Con los nervios, al notar un lametón en el ano di un salto hacia arriba, me estaba dando lametones, y yo, pensando en que eso era lo mas asqueroso que se podía hacer, me retorcía de placer sobre la caja, no entendiendo como un acto tan asqueroso podía excitarme tanto, pero su lengua pasando por mi culo era un deleite para mi sistema nervioso, que se estremecía con cada lametón que aquel hombre me daba.

Dejó de lamerme y noté como se desabrochaba sus pantalones, tras unos segundos, puso su mano en mi culo para restregarme algo frío y viscoso, hundiendo su dedo en mi ano empezó a introducírmelo, yo, dada mi reciente experiencia, entendí que se trataba de algo parecido al agua que yo usé con Oscar, pero mas efectivo.

Su dedo se deslizaba por mi ano sin demasiado esfuerzo, y su pene ya preparado empezó a contactar con mi culo, pensé en Oscar por un momento, en lo que pudo sentir él cuando yo iba a embestirle, tras coger fuerzas y prepararme para la embestida, el padre de Oscar decidió metermela y follarme, por primera vez alguien me penetraba a mí desvirgando mi ano.

Tras introducirme su pene por mi ano sin mucho dolor, llegó a un punto en que la penetración se hacía mas dura, y fue ahí cuando deseé que su pene no fuera mas grande que lo que yo había imaginado, me habría metido ya unos 4-5 centímetros cuando empezó a forzar mi maquinaria y yo a retorcerme, 3-4 centímetros después, llegó hasta el fondo, su pene debía medir unos 8 o 9 centímetros, no mas, aunque metidos en mi ano parecían muchos, estaba seguro que no era mas que eso.

Empezó a follarme y mientras yo aguantaba el dolor, notaba como me metía mano, mi pene y testículos eran ahora suyos y todo mi cuerpo le pertenecía mientras sentía como había perdido toda mi hombría e intimidad con ese hombre que me trataba como a una mujer.

A pesar de sus tocamientos, no pude excitarme, estaba demasiado concentrado aguantando el dolor y equilibrio mientras me embestía, deseaba que terminase cuanto antes y nos marcháramos a casa, noté como aceleraba su ritmo y, antes de correrse, se salió de mi para empezar a dar lechazos por la furgoneta, todo un detalle para mi frágil cuerpo.

Me ordenó que me vistiera, y yo, aun con dolor en el culo, agarré mis pantalones y camiseta y me los puse de un tirón, luego me coloqué las bambas y sin tan siquiera atarlas salí de la furgoneta mientras me abrochaba los tejanos, pero antes de abrir la puerta, alguien la abrió por mi.

- Pichica, hoy has venido muy temprano, no podías dormir sin mi? – Dijo aquel hombre algo afeminado, moreno, alto y delgado.

Tras prestar algo mas de atención en mí, descubrió con sorpresa que era bastante joven, y mis tejanos desabrochados y algo caídos le permitieron descubrir algo mas de mí, con total confianza observó mi descuido mientras yo intentaba inventarme alguna excusa y no se me ocurría nada.

- Vaya... parece que ahora te van las pieles mas suaves y las pichicas jóvenes.

- Es un chico precoz que tenia ganas de crecer demasiado rápido, si quieres te lo presto, pero primero ven aquí. – Dijo el padre de Oscar mientras mostraba una sonrisa en su rostro.

Entró en la furgoneta y cerró la puerta, se acercó al padre de Oscar y, delante de mí, empezaron a darse el lote, morreándose, desnudándose, y metiéndose mano. Cayeron al suelo y mientras se revolcaban aquel desconocido dio a parar con mis calzoncillos, que en mi descuido se me habían olvidado.

- Hmmmm, que pequeñitos, y huelen a varón joven con ganas de sexo. ¿No quieres unirte a la fiesta pequeño?

- Déjale, ya ha tenido bastante conmigo.

Me puse nervioso y decidí sentarme en un rincón mientras observaba con dificultad en la oscuridad sus roces, escuchaba sus besos y gemidos, y respiraba un olor fuerte, de macho, mucho mas fuerte que el mío o el de mis calzoncillos.

Mientras observaba aquellos dos, me preguntaba el motivo de dos hombres teniendo sexo, no tenía sentido, pero igual que ellos yo y Oscar lo habíamos hecho, ¿Serían amigos de la infancia tal vez?. Igual que ellos yo y el padre de Oscar lo habíamos hecho, porqué lo hacíamos si éramos hombres, y porque lo disfrutaba tanto?

Llegué a la conclusión de que no importa con quien lo hagas si se hace bien, ni tampoco te convierte en mujer, lo que importa es disfrutar de la vida y del sexo, pasarlo bien, y entonces me decidí y me acerqué a ellos, quería ser hombre también, quería crecer y disfrutar del sexo como hacían ellos, sin importar con quién, ya no tenía miedo a nada.

– ¿Me hacéis un hueco? Aun tengo ganas de sexo.