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La vida de Alejandro (1)

en Grandes Series

La vida de Alejandro. Capitulo 1.

Relato sobre un chico de 13 años con la orientación sexual no definida y su vida en el instituto en el que los lectores deben participar y decidir como continúa la historia.

 

 

Acababa de cumplir mis trece años y tenia que celebrarlo como todos los virgo, empezando las clases y dejando atrás esos días de playa y fútbol en que los pantalones cortos y los bañadores se habían convertido en mis prendas favoritas. Ahora las cosas cambiaban, atrás, no tan solo dejaba días de calor y diversión, también dejaba mi inocencia y mi infancia, y es que en aquel año desde la primavera me había empezado a interesar en cosas distintas y abierto nuevos horizontes.

Tras la primera semana de clases y la readaptación a las mismas, aún me encontraba sorprendido de cómo habían cambiado todos, a las chicas les había crecido el pecho y algunos chicos ya empezaban a cambiar la voz, algunos incluso, presumían de tener bello púbico o semen.

De entre las chicas, una de ellas destacaba entre las demás para mi, era Verónica, siempre había sido muy simpática conmigo y ahora estaba que se salía con un par de melones impresionantes, de los mas grandes de la clase, llena de pronunciadas curvas y una simpatía especial que la convertían en mi musa para todas las pajas.

Pero había algo que me preocupaba mas, últimamente cuando me acercaba a Dani, mi mejor amigo, sentía cosas dentro de mí que no sabría explicar, sentía ganas de tocarlo y abrazarlo con fuerza, de besarle incluso, cuando a veces le veía semidesnudo llegaba a tener una erección contemplando su cuerpo, realmente el deseo que sentía por él me preocupaba, y ya no estaba seguro de que significaba lo que sentía.

El martes de aquella semana, sentado junto a Dani, este se abrazó a mí jugando, sentir sus brazos rodeando mi cuerpo me dio un escalofrío que recorrió toda mi alma, me quedé petrificado y mi corazón comenzó a palpitar a toda potencia, con la piel de gallina y su rostro tan cercano, la tentación de besarle era enorme, pero debía contenerme ante la mirada de todos, deseaba quedarme a solas con Dani para poder abrazarle otra vez y sentir de nuevo el calor de su cuerpo, esa sensación mágica indescriptible que hacia palpitar mi corazoncito a mil por segundo.

Un día después, y aún con la sensación de su piel con mi piel desbordando mis sentidos, la Monja, una chica muy reservada y católica, que siempre nos reñía por casi cualquier cosa que ella consideraba pecado, me dijo que quería hablar conmigo, me llevó a los baños y a solas me preguntó si me gustaba Verónica, a pesar de mi inexperiencia, enseguida entendí que era una enviada para informarse y caminar sobre seguro. Le respondí que sí, que me gustaba mucho, y ella se marchó. Mas tarde, Verónica me dijo que le gustaría hablar conmigo y que si quería el viernes me esperaba en el parque rojo, que llamábamos así porque el suelo del mismo estaba pintado de rojo.

¡¡Una cita!! ¡¡Por fin tenía una cita!! Si conseguía que Verónica fuese mi novia iba a ser la envidia de la clase y el chico mas popular, además sería mi primera novia y ya lo estaba deseando, los misterios del sexo me llamaban enormemente la atención y deseaba explorar esas sensaciones cuanto antes. Mi chica preferida y yo de novios, encima la mas pechugona, guapa y simpática de clase, era un sueño hecho realidad...

La impaciencia me comía, los días pasaban a cámara lenta y no podía parar de pensar en esa cita, el viernes quedaba cerca pero a la vez tan lejos, ¿que me pondría? ¿Debía llevar colonia? ¿Y los calzoncillos? ¿Condones? ¿Quizás yo iba muy rápido? Pero las chicas maduran muy rápido, si ella me proponía algo y yo no iba preparado quedaría fatal, tenia que estar preparado para cualquier cosa y además, sabía que en cuanto los chicos se enteraran iban a preguntar, y un buen machote tenía que conseguir como mínimo un beso de la chica en la primera cita o sino eras un capullo.

El jueves se hizo aun mas largo, yo la miraba, ella me miraba, y entre mirada y mirada iban pasando las clases, entonces, Dani me miró y me dijo que ese fin de semana se iba con sus padres de acampada a la montaña, me comentó que tenía una tienda para él solo y que si quería podíamos ir juntos, que nos lo pasaríamos muy bien, saldrían el viernes por la tarde y volverían el domingo.

El corazón me dio un vuelco, me estaba proponiendo dormir juntos, muy juntos, en época aun veraniega como era el mes de septiembre en una tiendecita de campaña donde nadie nos vería, solo de pensarlo la piel se me erizaba y mi excitación crecía como mis partes mas nobles también lo iban haciendo, le dije que sí sin pensarlo, que iría encantado, pero un segundo después me di cuenta, yo había quedado el viernes por la tarde con Verónica, y si no asistía a la primera cita ya podía olvidarme de ella... le dije a Dani que tendría que preguntarle a mis padres para pedirles permiso y que el viernes le decía, me dijo que vale pero que el viernes por la mañana como muy tarde tenia que decírselo, que salíamos a las 5 de la tarde como muy tarde, vamos, que no me daría tiempo a quedar con Verónica...

¿Que haré?, ¿Que haré?, me preguntaba yo... y vosotros, queridos lectores, tenéis la respuesta. Enviad comentarios y decidid si nuestro confundido protagonista debe ir con Dani o, por el contrario, debe asistir a la cita de Verónica.