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La Enfermera

en Fantasías Eróticas

La Enfermera

Toni había sido ingresado de urgencia por apendicitis dos días atrás. Ahora reposaba en una habitación para el solo, ya que disfrutaba de un seguro privado. Como todo lo pagado, el hospital donde se encontraba tenía un servicio estupendo, al igual que las enfermeras...

Toni se estaba recuperando muy bien de la operación, para un chicarrón como él no había ningún problema por unos puntillos en el abdomen. A pesar de eso en el hospital hacían todo lo posible por que su estancia fuera llevadera y placentera, su cicatriz apenas dolía y podía moverse sin resentirse lo más mínimo, pero aun así no le dejaban hacerlo.

Entre las enfermeras se comentaban muchas cosas jugosas acerca de él, alagaban su físico de infarto, su rostro de ángel y su... polla de demonio...

Todas andaban locas por darle su primer baño seco y completo, ya que hasta el momento solo habían sido algo superficiales, y lo del tamaño era solo un rumor salido de la sala de operaciones.

Ya de noche, Toni se encontraba solito en su gran alojamiento, su familia se marchaba a casa, no había motivo para seguir allí estando en tan optimas condiciones y tan bien cuidado. Era la hora de su baño.

Sara entró en el habitáculo, era una enfermera joven y con cara de no haber matado una mosca, bastante tímida y cortada, no llamaba la atención a simple vista, no parecía querer destacar lo más mínimo, pero si se la observaba de cerca podías contemplar uno de los rostros más bonitos de nuestro planeta.

Fue Sara la encargada de el baño seguramente dada su vergüenza, ya que el doctor al mando pensó que solo ella trataría al paciente con seriedad y sin ningún tipo de propaso.

Toni miró a Sara de arriba a bajo, no se fijo demasiado y quizás pensó en alguna de las otras enfermeras y el por qué no vino ninguna de ellas. A pesar de todo, Toni, se prendo de la dulce cara de su enfermera.

Sara sin mediar palabra se aproximó a la cama, saco la esponja y metió su mano bajo la sabana. Toni ante la situación estaba algo tenso, ya que no quería ponerse, con otra enfermera tal vez no le importaría nada, pero a Sara apenas la conocía y nunca le dio confianza.

Sara seguía con el baño, poco a poco bajaba por el fibroso y ordenado cuerpo del paciente de esa noche, lo hacia con movimientos suculentos y rítmicos, su mano seguía bajando hasta llegar a la zona prohibida pero sin entrar en ella, solo la rodeaba, con círculos cada vez más pequeños. Toni ante esta situación perdió un poco los papeles y dejó que su miembro se expandiera bajo las sabanas.

Sara se sobresalto un poco al ver que algo de un tamaño elevado se tornaba duro bajo a pocos centímetros de ella, Toni al ver su expresión pensó en que debería haber tenido más cuidado para no alarmar a la pobre niña inocente que estaba ante él.

Un silencio absoluto reino en la habitación.

Ante la calma Toni intento calmar toda su anatomía, pero aun notaba la mano de Sara sobre su piel, incluso habiendo cesado el movimiento esa simple sensación le mantenía la erección.

Sara, algo ruborizada, retiró la mano y soltó la esponja, en ese momento el enorme pene de Toni empezó a perder su rigidez, Sara veía perfectamente como volvía a bajar, mientras el rostro de Toni se ruborizaba. Sara de un movimiento rápido y certero agarro con fuerza la polla y dijo – Qué, acaso se va a poner pequeñita cuando viene lo mejor?- Toni rompió en mil pensamientos pero ninguno con gran valor, ya que antes de reaccionar su enfermera le estaba frotando la cabeza de su nabo de una forma que ni tan siquiera sabía que podía hacerse.

-Vaya- dijo Sara –es tan grande como decían mis compañeras-, Toni ni tan siquiera articulo palabra.

Sara frotaba con sus dedos el capullo de su paciente aprovechando el liquido preseminal para lubricarlo bien, pero si hacía falta se ayudaba escupiéndole en la polla.

De repente paró en seco, se alejó de la cama bajo la atenta mirada del enfermo y cuando estaba a la distancia conveniente, y de espaldas a él, empezó a bailar mientras se desprendía de su bata. Sus movimientos eran dignos de ver y grabar en la mente, su cuerpo ondeaba como bandera victoriosa mientras iba dejando ver lo que escondía bajo ese traje de enfermera. Medias blancas sujetas con un liguero del mismo color, eso se podía ver desde su espalda cuando jugaba con la bata, en un zas, esta cayó, fue entonces cuando Toni pudo comprobar que bajo la fachada de la chica mas tímida y recatada estaba la fiera más salvaje con el cuerpo más propicio para el pecado.

Tulgentes pechos sujetos a media por una especie de corsé transparente con cordeles en el centro y de nuevo blanco, más abajo las medias y liguero ya mencionadas, y aunque desde la cama no pudiera verse, llevaba unas botita de tacón de aguja del susodicho color.

Mientras tanto, el nabo de Toni bombeaba litros y litros de sangre por sus venas, no podía creer lo que veía.

Nuestra enfermera, tras un golpe de cadera que rompería paredes, volvió a parar en seco, se abalanzó sobre la cama y subió hacia arriba rozando todo su cuerpo por toda la anatomía del paciente para terminar colocando su coño empapado en la boca de Toni.

-Come- dijo ella, Toni simplemente obedeció. Sara se retorcía sobre su boca y chorreaba dentro de ella, en otro de su bruscos movimientos se giro completamente y deslizo su sexo por el cuerpo de Toni de nuevo, pero esta vez en sentido descendente hasta llegar a su miembro, una vez allí, simplemente se lo metió dentro mientras le mostraba al "impaciente".

Cabalgaba como una amazona, movimientos pélvicos de miedo que provocaban espasmos en Toni. Cuando este parecía estar apunto de estallar, Sara volvió a parar, sin sacar la polla de dentro se giró sobre él, mostrando ahora sus grandes tetas, y tras esperar que su mascota no se escapara volvió a moverse haciendo botar sus pechos de forma descomunal.

Toni no podía más, se iba, ya no le quedaban fuerzas, así que Sara desmontó rápido y se coloco más abajo. Empezó a lamerle las pelotas mientras le machacaba la polla con la mano derecha, Toni estaba apunto y entonces ella metió el dedo corazón de su mano izquierda en el culo del paciente sin dejar de hacer ninguna de las otras cosas. Toni estalló y se corrió de forma estrepitosa llegando incluso a la pared que estaba más atrás de su cabeza. Sara por su parte volvió en un salto a subir hasta la boca de Toni, y en pocos movimientos de sus dedos en su clítoris, se corrió pero no como cualquier corrida en una mujer, sino que lleno la boca de Toni de todo el sabroso juguito de su sexo, solo un gemido y todo terminó.

Al momento la enfermera se vistió, recogió y se fue. Toni no volvió a verla por el hospital, y el resto de las enfermeras aunque preguntaron durante semanas si se la vió se tuvieron que aguantar con un simple "no me fije demasiado"

 

Fin