miprimita.com

Compañeros de Piso

en Dominación

Compañeros de Piso

Hacia ya unos meses desde que Miguel se había independizado para ir a estudiar fuera.

El piso:

Miguel vivía en un sexto, con ascensor claro, un piso espacioso y bien amueblado, una ganga de las que no se encuentran.

Gran cocina, gran salón, dos habitaciones, un par de baños, y una sala de estar con equipo de música, dvd y televisión panorámica, un piso de en sueño.

Los compañeros:

Con Miguel convivía una pareja, Lidia y Eduardo, ambos compartían la habitación más grande del piso mientras que Miguel se alojaba en otra que no tenía nada que envidiar a la primera.

Eduardo, Edu, era un chico de unos 26 años, alto, apuesto, y con la cabeza muy bien colocada sobre los hombros, si preguntaras a sus amigos solo te dirían, serio y ordenado, no había mucho más que destacar en él.

Lidia, en cambio, era una chica de la que se podían decir muchas cosas, y no solo de su físico extraordinario, sino también de su gran personalidad que alegraba y motivaba a cualquiera que hablara unos segundos con ella. Su aspecto era muy llamativo, llevaba el pelo rojo, teñido eso si, ya que se dejaba parte del cabello de su color, quedando un negro intenso desde las raíces a media oreja y de allí a media espalda el rojo fuego. Sus ojos eran de un verde intenso que atravesaba al mirar, labios carnosos y sensuales, pechos voluminosos y firmes, cintura estrecha y amplia cadera, piernas carnosas y en su justa medida, simplemente, un sueño hecho realidad.

Miguel:

¿Qué decir de Miguel?, "alma inquieta, intranquila, que vaga hasta el amanecer entre alcohol y chicas de mala reputación, eso pensaban sus padres, sus amigos, y quien lo viera tambaleándose camino a casa cualquier día, ya fuera fin de semana como lunes o martes.

No podemos negar que era atractivo, poseía una sonrisa resultona que hacía perder la cabeza a sus incautas victimas". Sí, ese era Miguel, no ese no era Miguel, eso no es más que su auto descripción en una especie de diario que escribía a veces, fantaseando con ser ese hombre soñado por cualquier chica, lo único cierto es que era resultón, pero las chicas no eran lo suyo.

Se solía pasar horas ante el ordenador mirando fotos de toda clase de perversiones, no hacía otra cosa fuera de clase, bueno si, se masturbaba bastante y de formas originales, en su retorcida mente había una posible celebridad sexual a pesar de que su experiencia era nula.

Lo que sucedió un fin de semana:

Miguel, como buen pervertido, de vez en cuando tomaba prestadas algunas prendas de Lidia para masturbarse pensando en follarsela, todo un regalito de chico.

Aquella tarde, Miguel había vuelto de clase media hora después de irse, nadie lo aviso de que ese día harían un puente especial de viernes.

Como todos los viernes, Edu se había ido a unos kilómetros de la ciudad, a su pueblo. A veces Lidia iba con él y a veces iba a su propio pueblo, rara vez se quedaba en casa, Miguel por su parte siempre volvía a casa para el fin de semana, pero con el alboroto esta semana no pudo comprar su billete por primera vez en todo el tiempo de independencia, así que lo retrasó al día siguiente o bueno por una semana no pasaba nada, ya vería que hacer.

 

Durante esa noche, Miguel observó que estaba solo, así que decidió disfrutar de esa soledad y de la ropa interior de Lidia, esa misma noche ya la aprovechó.

El sábado pasó tranquilo, toda la mañana dormido y pensaba hacerse un par de pajas tras la comida.

Al terminar el almuerzo, se dispuso a su sesión particular, cogió algunas prendas de Lidia y fue al su cuarto para poner una porno en su amado ordenador.

De repente, sintió la puerta, vaya!!, seguro que notaban la falta de ropa de la habitación, pero quién sería?

Rápidamente pegó la oreja a la puerta, si era Edu no pasaría nada, no se fijaría en la ropa, pero... y si era Lidia? qué hacer?

Efectivamente, la voz era la de Lidia, pero venía alguien más cuya voz era irreconocible para Miguel, lo único seguro es que no se trataba de Edu.

Miguel decidió calmarse, no haría ningún ruido y nadie sabría que estaba allí, su puerta tenía llave así que no podrían entrar.

Poco rato después, Miguel se había calmado tanto que pensó que masturbarse un poco le vendría bien.

Al retomar su puesto en el ordenador e intentar acceder a internet, noto que la velocidad de su línea había caído de forma radical. Todo pajillero internauta que se precie, es también un experto informático y viceversa, así que sin demora se apresuró a comprobar que pasaba.

No tardó en notar algo extraño, la línea que tenían en el piso era compartida por todos y de una capacidad bastante elevada, aun así, parecía que otro usuario captaba la totalidad, o casi, de la red.

Miguel accedió al ordenador de sus compañeros, sin ninguna complicación, para ver que pasaba para tal succión de banda. Parecía que todo se debía a un programa de video, estaba emitiendo a gran escala a la vez que miles de usuarios accedían.

Miguel presa de la curiosidad, se infiltró a mirar eso que tantos querían ver...

Una tía impresionante con máscara y peluca se lo estaba montando con dos tíos a la vez de una forma guarrísima. No era nada que él no hubiera visto ya, había que admitir que la chica estaba buena pero... pero... no, no podía ser. Por un momento pensó que era Lidia, pero no podía ser. Solo veía tras ellos un fondo en blanco, parecían querer ocultar el lugar, ya que todo estaba tapado con sabanas, sofá, sillones...

Miguel solo se dedicó a verlo y aprovecho para manejar su juguetito mientras.

En un descuido uno de los participantes del trío dejo caer parte de la sabana que cubría un gran sofá en el centro de la imagen, Miguel se sobresaltó, era el sofá de su piso seguro. Miró atentamente a la chica, y a pesar de la máscara y la peluca, estaba seguro de que era Lidia.

Miguel salió sigilosamente de la habitación, se aproximó a la salita donde estaba el sofá que le había parecido ver. Un cable no muy grueso era la razón de que alguien hubiera dejado abierta la puerta de la salita, eso ayudó a Miguel a mirar dentro.

Sííííííí!!!!!!! estaban allí, eran los mismos del ordenador, era Lidia, sí, su deseada Lidia.

Volvió rápido a la habitación para grabar todo y luego regreso a ver la escena en directo. Tantísimo sexo le estaba poniendo a cien, pero se contenía, algún motivo le hacía guardar sus fuerzas.

Miguel estuvo observando hasta que los dos maromos se corrieron sobre todo el cuerpo de Lidia, ese era el momento de su huida silenciosa.

Una hora de espera en su habitación, bastó para oír como se marchaban todos menos Lidia, ahora era su momento.

Salió de su cuarto hacía la salita donde parecía estar alguien viendo la tele. Efectivamente Lidia estaba allí, medio desnuda, ya que solo la cubría ropa interior de la que alguna vez se había servido Miguel.

Miguel entró de sopetón en la habitación, Lidia sobresaltada no sabía que decir, hasta que pudo articular una frase "¿Qué haces aquí?" Él con una gran sonrisa en su cara respondió "¿y tú, qué acabas de hacer aquí?".

Lidia lo al mirarle a los ojos descubrió que lo sabía todo, solo se atrevió a preguntar, "¿qué quieres?" Miguel sin perder su sonrisa se acercó a ella y la hizo levantar agarrándola por una teta "Ahora eres mi perra" fue lo único que le dijo.

Lidia no opuso ningún tipo de resistencia, sabía que ahora solo era un objeto en sus manos, ella nunca había pensado en el como hombre y no sabía a que atenerse.

Miguel la llevo al cuarto de ella e hizo que se vistiera para él con la ropa que más morbo le daba. Una vez hecho esto, le ordeno que le ayudara a desnudarse, así lo hizo.

Mientras quitaba su ropa Lidia miraba atentamente cada palmo de su cuerpo, no era desagradable ni mucho menos, más bien, todo lo contrario. Al llegar a su ropa interior Lidia vio algo maravilloso, una polla perfecta, y no por su tamaño solo, también por su forma tan apetecible... Se iba dando cuenta de el macho que tenía ante sus ojos. La mezcla de esto y el sentirse dominada la ponía muy cachonda, tanto que su coñito empezaba a chorrear.

 

"De rodillas" dijo Miguel, Lidia obedeció al instante. Cuando tenía la cara a la altura de los genitales de Miguel, este le asestó un golpe con su pene a los lados de la cara, después la empujó al suelo quedando ella de espaldas a él. Miguel podía ver el hondo culo de Lidia aun algo abierto por su juerga de hace poco, así que se la metió sin miramientos mientras estrujaba sus tetas con las manos, se la follaba como a las perras.

Sin sacarla de dentro, obligo a Lidia a echarse de lado en el suelo para poder verle la cara mientras su culo estaba apunto de reventar.

Lidia sin esperarlo lo más mínimo tubo un orgasmo tan fuerte que incluso le dolió, le encantaba que su amo la tratara de esa forma.

Al ver esto Miguel le dijo que se hacía corrido antes de que él se lo dijera, ahora tendría un castigo.

Se levanto y la arrastro por los pezones hasta la cama que compartía con Edu, una vez allí le dijo que mirara una foto de Edu, que había sobre la mesa de noche, mientras el se la volvía a meter estando a cuatro patas, pero esta vez por el coño.

Lidia no paraba de chorrear, la escena hacía que perdiera la cabeza del calentón que le daba.

A punto de volver a correrse Lidia, le pidió permiso a su amo, este le azotó el culo fuerte y dejo que se corriera. Del sexo de Lidia manaban litros de jugo, su corrida fue bestial, aun más fuerte que la primera.

Antes de llegar a sentir el ultimo rescoldo del orgasmo Lidia recibió un fuerte tirón del brazo que la hizo colocarse bajo el miembro de Miguel, este le indico que se lo comiera mientras se masturbaba, ella lo hizo también sin rechistar. El orgasmo no paraba, el morbo podía con ella. Se la estaba comiendo mejor de lo que había comido cualquier otra en su vida, al fin Miguel estalló en su boca y no dejó que se saliera nada, Lidia gustosamente trago todo.

Miguel la miró a los ojos diciéndole "desde ahora serás mi perrita", Lidia solo respondió "Sí, mi amo"

 

FIN