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Unos Días Más Tarde (El comienzo 2)

en Grandes Series

Unos Días Más Tarde...

Lola despertó en su cama, era sábado, pero no un sábado cualquiera, a escasos días de esa fecha había experimentado la mejor corrida de su vida junto a Roberto mientras la prima de este y mejor amiga suya, Esther, los miraba masturbándose. Hoy era el día de su reencuentro con su amiga, no habían hablado desde entonces, solo un mensaje en el móvil de Lola el día anterior para quedar como todos los Sábados.

Lola pasó el día nerviosa, no sabía por qué, pero se parecían a los nervios previos a una cita con el chico que te gusta y con pretensiones sexuales.

Sobre las ocho de la tarde llegó un nuevo mensaje al móvil de Lola, ella se temía lo peor, después de lo acontecido no le extrañaría que su amiga optara por no salir, pero no fue así – "Me quedo sola en casa, pásate antes, tomamos algo y hablamos" -. Lola se impaciento aun más, puesto que habían quedado a las once, supuso que un rato antes sería sobre las nueve, solo le quedaba una hora.

Rápidamente fue a vestirse, no sabía que ponerse, quería estar más atractiva que nunca, pero por qué?, ni ella misma podía contestar y tampoco se lo quería plantear, solo quería llegar a casa de Esther lo antes posible. Se introdujo dentro de un vestido rojo escotado, prieto y bastante corto, lo había comprado con su amiga y sabía que le encantaba.

A las nueve en punto Lola se encontraba frente a la puerta de Esther con un pánico terrible a llamar al timbre, pero no podía rajarse, sin pensarlo dos veces llamó.

Esther abrió la puerta, también estaba arreglada, se veía francamente bien, muy bien. Llevaba la melena suelta que caía insinuante por sus hombros hasta rozar el comienzo de sus pechos, que se dejaban ver por el escote más grande que alguien pueda imaginar, el vestido al que pertenece ese magnifico escote, era de terciopelo negro, y si cabe, aun más prieto y corto que el de Lola.

Casi sin poder contenerse Lola soltó un ¡¡¡GUAU!!!, y rápidamente añadió – Hoy vas a por todas eh? – Esther la miró de arriba a bajo y dijo – Esa es mi idea-.

Las dos amigas pasaron al salón, evitaron el tema de lo sucedido y empezaron a beber tal vez con la esperanza de que fuera el alcohol quién terminara sacando el tema.

A las diez ambas llevaban varias copas, lo justo para estar un poco alegres, fue entonces cuando Lola sin más rodeos dijo a Esther entre risas – Por qué no me dices que hacías el otro día en tu habitación?-, -Ya tardabas en preguntar- contestó Esther- Verás, cuando os deje a ti y a Roberto pensé que algo podía pasar, por eso llamé, para saber si estabas aquí, y aunque lo cogió Roberto supe que no estaba solo, esa fue la razón de que viniera, no tenía pensado mirar mientras lo hacíais, solo os quería gastar una broma, y sinceramente, no me esperaba que os fuerais a acostar-.

Dicho esto Lola se desanimó un poco, en su interior estaba el deseo de que realmente su amiga hubiera hecho todo habiéndolo planeado todo, pero no era así. –Vaya, jaja, realmente llegué a pensar que lo habías planeado porque te daba morbo mirarnos- añadió Lola, - Bueno en cierto modo...- continuó Esther- solo pensaba asomarme a la habitación, al veros allí me dio mucho morbo, ya se que erais mi primo y mi mejor amiga, pero no se, creo que eso me dio aún más morbo-. Lola la miró a los ojos y contestó – A mi también me podía el morbo de ver como nos mirabas-.

Esther al oír esto se puso un poco a tono, Lola ya lo estaba hacía rato, y poco a poco esta última empezó a acariciarse el cuerpo ante los ojos de su amiga. Comenzó sobre el vestido, recorriendo sus caderas y pasando sobre su abdomen, después subió a sus pechos, para entonces Esther también había empezado a tocarse, pero ella fue buscando su coño lo más rápido posible, ya que este latía como nunca bajo su tanga.

Lola se inclinó sobre su amiga y metió sus manos bajo su vestido apoderándose de los finos hilos del tanga que llevaba, suavemente lo deslizó por sus piernas hasta desprenderla de él. Esther estaba paralizada, Lola era totalmente dominante, al fin y al cabo, a excepción de con Roberto, siempre lo había sido.

Lola subió el vestido de su amiga hasta ver su chochito chorreante, la visión la puso a cien, nunca había imaginado que dicha imagen pudiera crear en ella esa sensación, sin saber que hacer exactamente pero sin perder su autoridad sobre Esther, llevó sus dedos al sexo de su amiga y empezó a frotarlo como a ella misma le gustaba hacérselo. Esther se encogía de placer mientras los ágiles dedos de su compañera jugaban en su lugar más íntimo.

Lola miraba a Esther disfrutar, le encantaba esa imagen, le encantaba sentir los jugos de su amiga en su mano, y casi sin poder evitarlo se los llevó a la boca, el olor desprendido por su mano y el sabor de sus dedos era algo increíble, era como si la esencia del sexo estuviese guardada en ese aroma y ese gusto. Tenía que probar directamente de la fuente de tal líquido tan maravilloso. Se inclinó de nuevo sobre Esther, pero esta vez sus intenciones eran otras, lentamente acercó su boca al manantial de su amiga, los efluvios la embriagaban cuanto más cerca estaba, y en menos de un instante extendió su suave lengua llevándose con ella parte de los jugos y un tremendo gemido de Esther.

Lamió perfectamente todo su chochito desde los labios exteriores a los interiores, tragando todo lo que salía de entre ellos, luego consiguió hacerse con su clítoris absorbiendo hasta colocarlo en su boca para sostenerlo con los labios y dientes apretando lo justo y lograr así frotarlo con rapidez con la punta de su lengua, entonces empezó a meter dentro de Esther un dedo que pronto se convirtió en dos, los gemidos de Esther se acentuaban según su amiga absorbía y soltaba más rápido y fuerte su clítoris, lo hacía de manera igual a tener un chupete en la boca, y ese movimiento volvía loca a su amiga.

A escasos lametones del orgasmo de Esther, Lola paró en seco, casi podía verse latir el clítoris de su amiga pidiendo más, pero ella aún no había disfrutado y ya era hora.

Lola tomó a Esther por la cabeza y la hizo arrodillarse en el suelo, se levanto el vestido y le mostró su ardiente coño, Lola ni tan siquiera llevaba tanga, parecía que tenías las ideas claras sobre lo que quería para esa noche fuera con Esther o no.

Era el momento, Esther se encontraba frente al manjar de su mejor amiga, sería capaz de hacerlo?, claro que fue capaz, no podía contenerse, las ganas de saborearlo eran superiores a ella.

Empezó algo torpe y con lametones aquí y allí, pero no tardó en dirigir su lengua por la ranura al centro de su amiga. Perturbó todos los rincones de su coño sin dejar uno, introducía su lengua tanto como podía y la sacaba rápidamente para volver ha hacerlo de nuevo.

Lola estrujó la cabeza de Esther fuertemente contra su chocho para que se lo comiera entero, así lo hizo sin rechistar, lo lamía y mordía con la mayor sensualidad que se pueda dar.

Lola volvió a parar la situación, hizo que su compañera se levantara y le quitó el vestido, Esther hizo símil con el de Lola, y ambas empezaron a tocarse lascivamente, observando sus cuerpos y dando especial atención a sus pechos, que lamían mutuamente con toda la impaciencia de un cachorro recién nacido.

Poco a poco se volvieron a echar sobre el sofá del salón, Lola se colocó sobre Esther y se puso al contrario, formando un sesenta y nueve digno de diccionario, ambas lamieron sus sexos, empaparon sus paladares con los jugos más íntimos de su mejor amiga hasta que al fin Esther comenzó a correrse, Lola salto entre sus piernas y agujereo su culo y su coño mientras terminaba de lamerlo, Esther temblaba mientras tenía un orgasmo sin igual. Al terminar casi ni podía moverse, pero Lola también quería su orgasmo así que agarró a Esther por su larga melena y la llevó a su coño, Esther se lo volvió a lamer bestialmente. Lola se hizo con una de las botellas de las que habían estado bebiendo, se la dio a Esther y le pidió que la cerrara bien y se la metiera todo lo que pudiera, sin pensarlo Esther lo hizo y siguiendo el ejemplo de su amiga también quiso penetrarle el culo, así que pilló otra botella más y la ensartó por ambos lados mientras seguía lamiendo su coño y mordisqueando su clítoris. En escasos segundos Lola empezó a agitarse como poseída por el orgasmo que venía de camino, las convulsiones de su cuerpo dificultaba la continuidad de los lengüetazos de Esther, pero no importó, se corrió hasta explotar en una lluvia de jugos, parecía haber reventado una botella, pero todo salía de Lola, era una corrida en toda regla como pocas veces se ven.

Lola se quedó tumbada tras su orgasmo y sobre ella Esther que la medio abrazaba. Pasó un rato y ambas lograron incorporarse de nuevo, aun era temprano y la noche joven, con este comienzo de sábado tenían que ver como acababa.

 

Continuará...