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Néctar de Venus (1)

en Lésbicos

NÉCTAR DE VENUS I

Por Reriva.

El viaje había sido largo, estaba frente a el domicilio anotado en la tarjeta que permanecía en su sudorosa mano. Lisa se preguntaba si habría sido buena idea emprender el viaje sin informarle a Eva de su llegada. Descendió del vehículo con toda parsimonia, a medida que lo hacía, sentía como los latidos del corazón se incrementaban; la sangre parecía abultarse en su pecho y abandonar el resto de su cuerpo.

El timbre tenía un elegante sonido de campana. Los pocos instantes que antecedieron a la respuesta se le hicieron eternos. La puerta se abrió y apareció ante ella una muchacha uniformada que rondaba los veinte años.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó la joven gesto amable.

Lisa estaba muy nerviosa, se deshizo dando explicaciones, diciéndole que venía a visitar a Eva, que era su amiga desde hacía muchos años, pero que tenían mucho tiempo sin verse, que había venido a visitarla de sorpresa y que quería que la anunciara, pero que no quería que le dijera quien era... A medida que la escuchaba, la joven fue esbozando una sonrisa, divertida ante la situación;

—No se preocupe, ya entendí lo que me quiere decir —un guiño de complicidad le hizo notar la desbordante simpatía de la chica, que la hizo pasar y tomar asiento en un sillón de la sala—. Espéreme tantito, ahorita se la traigo...

La muchacha se alejó riendo divertida. El uniforme le sentaba de maravilla, favorecía tanto la figura de la jovencita que Lisa no pudo evitar seguir el contoneo de su trasero mientras se alejaba en busca de su entrañable amiga. Al poco rato escuchaba dos voces discutiendo al tiempo que se aproximaban.

—Verónica, pero si yo ya te dije que no compré nada.

—¿Que quiere que haga, señora?, me dio su nombre y sus datos, dice que usted lo pidió y que no lo puede devolver...

—Pero si yo no pedí nada...

—Pero a mi no me diga nada, dígaselo a ella... —la chica señaló Lisa que se había puesto de pie mientras tanto.

Eva quedó pasmada, ante la figura de Lisa. El silencio resultante fue roto por una ligera carcajada que Verónica emitió, antes de retirarse dedicó una reverencia a Lisa diciendo: "Servida, señorita".

Las dos mujeres quedaron solas, frente a frente, a unos cuantos pasos de distancia, que fueron acortándose de manera casi imperceptible. Finalmente, las dos se estrecharon en un fuerte abrazo, en el que cada una quería sentir el cuerpo de la otra, como tratando de confirmar que era real la presencia que tenían ante sí. Ninguna de las dos pudo evitar derramar lágrimas de ante tan ansiado reencuentro.

Después del impacto inicial de el reencuentro. Tomaron asiento, tomadas de las manos. Eva apretaba fuertemente las manos de Lisa, se le notaba inquieta, casi desesperada. Mientras charlaban alegremente poniéndose al tanto de sus vidas, no podía evitar buscar con su mirada los hermosos ojos grisáceos de su amiga. Luego se veía afectada por un nuevo apreso de risa, se tranquilizaba acariciando disimuladamente el rostro encendido de Lisa.

—No puedo creer que al fin estés aquí, Lisa...

Verónica se apareció nuevamente, para ofrecerles una bebida que aceptaron de buena gana al tiempo que festejaban las ocurrencias de la joven. Al tiempo, Eva aprovechó para pedirle que preparara el cuarto de huéspedes para su amiga, que pasaría algunos días en la casa.

—Ven conmigo, Lisa; voy a mostrarte tu recámara

Eva prácticamente la arrastró hasta su recámara, cerró la puerta tras de sí y contra ella recargó la espalda de Lisa, le levantó la falda al tiempo que se ponía en cuclillas, pegó su boca directamente en la entrepierna de Lisa y comenzó a succionar con desesperación. Ante tal acción, Lisa suspiró profundamente, abandonándose a las caricias de la rubia que saboreaba el líquido que la excitación había producido y que ahora se filtraba a través del fino encaje blanco de la más íntima de sus prendas.

—No es que me disguste lo que estás haciendo, cariño; pero me hubiera gustado más que me hubieras besado antes.

Momentos después, Lisa sintió flaquear sus piernas y sus manos que permanecían recargadas a los costados de su cuerpo se movieron de lugar, enredando sus dedos en la rubia cabellera de Eva y haciendo presión para que no abandonara su posición. La reacción de Lisa le anunció a Eva la proximidad de su orgasmo, incrementó la intensidad de su succión, una descarga de líquidos le confirmó el suceso, continuó mamando y más levemente hasta que el resabio de la descarga disminuyó. Luego se puso de pie, sus ojos buscaron los de ella, acercó su rostro rozando con su nariz la de Lisa.

—Disculpa, mi amor; estaba ansiosa por saborearte así.

Tomó con ambas manos la cabeza de Lisa y se apoderó de su boca, succionando sus labios y su lengua con la misma intensidad con la que momentos antes lo había hecho con su entrepierna. La sesión de besos apenas comenzaba, Eva tenía muchas ganas de extenderla indefinidamente, pero la situación no se lo permitía. Como lo esperaba, no tardaron en llamar a la puerta, era Verónica que venía a preparar la recámara para la visitante.

Continuará...