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De como la pasión nos une inexplicablemente

en Hetero: General

Creo que estarán de acuerdo conmigo en que a veces las cosas tienen una forma rara de suceder. Muchas veces uno busca como algo pase y nunca se tiene éxito. Otros sin buscarlo llegan a alcanzar casi sin esfuerzo aquello por lo que otros lucharon tanto y no consiguieron.

En mi historia, una mujer es ese algo que sin yo desearlo ni ella buscarlo llegó a mi vida.

Para cuando Jackie entró a trabajar donde yo ya llevaba unos tres años, ella ya era una ama de casa. Casada, con tres hijos, un esposo tres años menor que ella. Para ese entonces yo tenía 24 y ella andaría por los 34. A pesar de haber sido madre de tres todavía conservaba un rostro lozano, además de que era bastante atractiva. Inevitablemente tenía sobrepeso debido a los embarazos, y aun asi mas bien se miraba hermosa, una mujer un tanto gordita y atractiva.

Durante los siguientes dos años en el diario que hacer en la oficina llegué a concerla bastante mejor. De hecho más de lo que hubiera querido ya que en muchas ocasiones, sin ellas percatarse de que yo estaba cerca, oia a las chicas del lugar conversar acerca de sus vidas maritales, sus experiencias en la cama, lo dotados que eran sus esposos, etc. Jackie era la que se mostraba más abierta a hablar de todo. Incluso hasta mencionaba en qué posiciones hacía el amor con su marido. Hasta la vi demostrar a las otras cómo era que lo hacían y ahi pude ver que, a pesar de estar algo gordita en realidad tenía un cuerpo muy flexible.

Pero no todas las historias son color de rosa. Una mañana Jackie llegó con la noticia cuyo encabezado decía "divorcio". Algo había salido mal, talvez infidelidades, hastío o rutina, nadie lo supo con claridad.

Durante los siguientes meses ella comenzó a preocuparse mucho más por su figura. De pronto ya no se iba a casa, sino que al terminar la jornada salía rumbo al gimnasio. Poco a poco la vimos transformarse en una mujer esbelta, con un abdomen que dia a dia se hacía más y más plano. Y finalmente, al regresar de unas vacaciones supimos que había aprovechado el tiempo para hacerse una cirugía estética y remover la piel en exceso que le había quedado.

Definitivamente era otra mujer, ahora tenía el cabello más largo, teñido en un color un poco más oscuro que su color natural, lo cual hacía resaltar más su piel blanca. Al caminar el contoneo de su cintura de veras que llamaba mi atención. Hasta se miraba más joven. Sin embargo, se habia vuelto una persona apartada, ya no hablaba alegremente como lo hacia antes. Su mirada expresaba una mezcla de indiferencia con hastío, y sus ojos emocionalmente apagados hacian que su rostro se viera algo triste.

Yo no le ponia mucha atención a ella como mujer. Aun con todo el cambio físico que había logrado, todavía no llegaba a concebir la idea de acostarme con ella. La veia como una señora, como alguien mayor que yo, alguien que mas bien me inspiraba respeto en lugar de deseo.

Un año más estaba por concluir. Era la noche del 7 de diciembre y al igual que en los otros paises de Centroamérica, al dia siguiente no habría trabajo. Esa noche el trabajo terminaba temprano, sin embargo yo no tenía nada que ir a hacer a casa. No tenía esposa ni hijos, ni siquiera una mascota. Vivia solo en mi apartamento.

Estaba trabajando en mi cubículo, talvez serían ya las seis y treinta de la tarde cuando escuché sollozos que provenían de un cubículo cercano. Normalmente no me habría levantado de donde estaba, pero como dije al principio, las cosas tienen una forma rara de pasar ellas solas. Como ya sabrán, se trataba de Jackie. Estaba sentada, con la cabeza apoyada sobre los brazos en su escritorio, llorando. Cuando se percató de mi presencia trató de guardar compostura y evitar que viera su rostro. Le ofrecí mi pañuelo, el cual ella tomó para luego llorar nuevamente, esta vez ya en confianza conmigo. Estuvimos un rato en silencio, lo que yo interpreté como que ella quería estar sola. Di media vuelta para irme y fue cuando ella me dijo:

- No te vayas. Perdona si te incomodé con mi llanto.

- Necesitas algo? Un vaso con agua? Dime, que yo con gusto…

- No. Gracias. Suficiente con el rio que ya lloré, no crees?

Y al decir eso sonrió. Fue una sonrisa hermosa, dominada por la tristeza aun presente en sus ojos. Talvez esa rara combinación era lo que la hacía hermosa. Luego me dijo:

- Crees que uno tiene la vida que merece? Crees que todo ocurre porque asi es como debe sucederte?

- Yo creo que las cosas caen por su peso. Personalmente pienso que no hay que presionar para que pasen. Las cosas simplemente pasan.

- Entonces ahi fallé. Me esforcé por mantener a ese idiota a mi lado, cuando en realidad el nunca me quiso. Le di tres hijos y mis mejores años, y el desgraciado me pagó dejándome por otra más joven y además rica. Me juré a mi misma que nunca derramaría una sola lágrima por él, pero…

Aqui su voz se quebró totalmente. Nuevas lágrimas afloraron y su bello rostro se contrajo con la ingrata emoción del llanto. Aun así, pudo terminar lo que iba a decirme:

- …esta será la primera Navidad que voy a estar sola…

Y ya no pudo decir más. Nuevamente los sollozos tomaron el lugar de sus palabras. La vi mientras enjugaba sus lágrimas con mi pañuelo. No supe que hacer y se me ocurrió que talvez acariciar su cabeza la haría sentir mejor. Me acerqué a ella y acaricié sus cabellos por unos segundos. Luego de eso ella, sin que yo lo esperara, se levantó de su silla y me abrazó. Fue algo que yo nunca esperé. Realmente me quedé sin saber qué hacer o que decir. No hice más que estrecharla en mis brazos, sintiendo su cuerpo temblar mientras lloraba. Poco a poco se fue calmando hasta que nos separamos. Ella, un tanto apenada musitó una disculpa y volvió a su escritorio.

Por lo general no soy muy sociable. Salgo poco, y cuando lo hago normalmente voy solo. Es por eso que hasta la fecha, aun no se de dónde me salieron las palabras que dije:

- Si quieres podemos ir a tomar algo, ya sabes. Nos relajamos un poco con nuestras bebidas favoritas y hacemos que este mundo cruel nos extrañe. Que dices?

- Suena bien. Hacer que este mundo cruel nos extrañe… de acuerdo!

Minutos después nos encontrábamos en un bar. El lugar estaba tranquilo, con música suave ya que se trataba de un lugar ideado para parejas. Esta vez ella pudo contarme, ya sin el llanto y más bien con algo de rabia, todo lo que había ocurrido. Al principio habían sido solamente rumores. Luego hubo sospechas que se confirmaron con el comportamiento extraño de su esposo. Después ya sus amistades le decían a ella abiertamente que el la engañaba con una joven ricachona que el había conocido por medio del trabajo. Y finalmente, despues de muchos reclamos y confrontaciones que el siempre terminaba huyendo, la bomba estalló y el sacó valor quien sabe de dónde para decirle en su cara que iba a dejarla. La verdad era que el había llegado a donde estaba gracias a ella, que el apenas era un estudiante cuando se casaron y fue por ella que el logró terminar su carrera e incluso por medio de una de sus amistades, ella logró que le dieran un buen empleo en una naviera.

Yo escuchaba todo lo que ella me decía, participando en la conversación. Hablábamos de todo, incluso nos contábamos chistes, pero en el fondo yo me encontraba recordando el episodio en la oficina, cuando minutos atrás ella me había abrazado y yo había tenido, por primera vez, la oportunidad de sentir su cuerpo esbelto y firme. También estaba su olor, que me cautivó desde el primer segundo que lo sentí. Y ahora estaba su sonrisa, que me tenía bajo su hechizo, junto con la expresión alegre de sus ojos para terminar de hacer el conjuro. De pronto me dijo:

- Vamos a mi casa. Ahi podemos estar mas a gusto, sin nadie que se moleste por nuestras carcajadas.

- De acuerdo, pero luego me llevas a la oficina? Mi auto se quedó allá.

- Si, no hay problema. Vamos!

Llegamos a su casa. Todavia tenia ambiente familiar, se podía ver que había niños viviendo en ella por algunos juguetes esparcidos. Una puerta con un poster del artista de heavy metal del momento marcaba la habitación del mayor de ellos. Ella fue a su cuarto para ponerse algo mas cómodo. Cuando regresó llevaba puesta una franela blanca y unos pantaloncillos cortos de color celeste. Descalza y con el cabello suelto, y su rostro ya sin maquillaje.

- Y bien? Que te parece mi casa? Te gusta?

- Si, claro. Es muy acogedora. Me gusta el ambiente hogareño que tiene.

- Aunque hoy no hay mucho ambiente, el imbécil se llevó a los niños para pasar el fin de semana con ellos.

A partir de ese momento empezamos a hablar nuevamente de los hechos que todavia rodeaban su divorcio. Yo trataba de hablar de otra cosa, pero era difícil cambiar de tema. Finalmente decidí ser franco y le dije:

- Creo que era mejor el ambiente del bar. Estar aqui hace que recuerdes una y otra vez lo mismo. Mejor salgamos, te parece?

Ella me miró en silencio, con los ojos tristes. Para ese entonces ya ella se había acomodado conmigo en el sofá, colocando su cabeza sobre mis piernas. Se veia tan bonita asi, con aquella figura esculpida a punta de gimnasio. Sus hermosas piernas lucian tentadoras. Y su olor me tenía atornillado en el lugar en donde estaba. Para nada me quería levantar de aquel sofá y menos ahora que ella estaba ahi conmigo. Me dijo:

- Perdona que te haga pasar por esto. No tienes por qué estar aquí con una vieja como yo. La verdad es que es la primera vez que hablamos asi, y he descubierto que eres alguien que de verdad escucha. Me siento tan mal, tan sola…

Las lágrimas visitaron sus ojos de nuevo. Yo acariciaba sus cabellos con una de mis manos, y con la otra acariciaba su espalda de vez en cuando. Luego le dije:

- Ya encontrarás a alguien que te quiera. Con lo bonita que eres…

- Tu crees? Me propuse reemplazar al idiota con alguien más. Alguien que valiera la pena, y quería hacerlo para demostrarle al estúpido que no lo necesitaba. Pero parece que mi tiempo ya pasó.

- Hey, eso no es verdad. Ahora que te veo bien, asi como estás vestida y sin maquillaje, estás mejor que muchas chavas que conozco.

- De veras? Crees que… No! Lo dices para hacerme sentir mejor.

- Hey, es en serio. Conozco muchas chavas gordas, desgarbadas, desaseadas. Tu eres elegante, bonita, y ahora que te pusiste en forma, de verdad que eres deseable.

Creo que ese fue el inicio de todo. Le dije que era deseable, y la verdad es que lo era. Pude ver en sus ojos cuando un brillo diferente se posesionó de ellos. De pronto ya no había duda ni tristeza, sino un deseo de obtener lo que buscaba. Me miró fijamente, mientras una de sus manos acariciaba mi rostro, y me dijo:

- Crees que soy deseable?

- Si, lo creo.

- Se sincero. Me desearías? Te darían ganas de hacer el amor con una mujer como yo?

- OK. Conste que me pediste ser sincero. Si, Jackie. Me gustaría hacer el amor contigo.

Eso fue todo. Nos quedamos quietos por unos instantes, o talvez por una eternidad, no lo se. Fueron instantes en los que nos vimos fijamente a los ojos, siempre quietos, como esperando que el otro diera el primer paso. Al fin, simultáneamente acercamos nuestros rostros, en busca de ese primer beso que vendría a ser el sello que romperíamos para desatar algo que ninguno de los dos sabía que estaba ahi.

Nuestras bocas se fundieron en un largo beso, primero algo tímido, e instantes después apasionado, con nuestras lenguas explorando la boca del otro. Ella poco a poco se fue incorporando hasta quedar sentada sobre mis piernas, siempre sin romper el beso. Ahora mis manos recorrían su espalda y sus hermosas piernas blancas. Ella movía sus caderas, masajeando mi pene que para entonces ya tenia un buen tamaño. Yo ya estaba tocando sus pechos por encima de la franela, y podia sentir que no llevaba nada por debajo. Por fin nuestras bocas se separaron y ella dejó escapar un gemido en el momento que yo me apoderaba de un pezón con mis dedos. Se levantó y me dijo:

- Esperame aqui. Voy a mi cuarto. Cuando te diga puedes entrar.

Pasó algo más de un minuto y entonces me llamó. Cuando entré la visión fue suficiente para que la verga se me pusiera como un mástil. Ella estaba ahi con un baby doll de color azul intenso que contrastaba deliciosamente con su blanca piel. Era totalmente transparente, dejando ver la forma y contorno de sus pechos, su figura y su vulva con los labios sin un solo vello pero con una mata de pelos cubriendole el pubis. Me desvestí en instantes, viendo como ella me miraba de pies a cabeza, deteniendose de vez en cuando en mi verga totalmente erecta. Nos abrazamos y acariciamos mientras nos besábamos con la misma intensidad anterior.

Ella ahora tenia mi verga en sus manos y la acariciaba y masajeaba suavemente, pajeandome con delicadeza. Yo por mi parte tenia una mano en su espalda, abrazandola y con la otra acariciaba su sexo por encima de la transparente tela. Finalmente no pude mas y la despojé del baby doll. Contemplé por unos instantes la belleza de su cuerpo desnudo. Sus pechos medianos colgaban un poco, pero eran preciosos. Los vellos que coronaban su sexo eran rojizos, justamente el color natural de su cabello. Las estrías producto de sus embarazos eran notorias, pero mas bien me hacian desearla mas.

La tomé en mis brazos y la deposité en la cama. Acto seguido me lancé sobre sus pechos, devorándolos con mi boca. Ella gemía y jadeaba cuando me apoderaba de un pezón y lo chupaba, mientras que con las manos amasaba ambos pechos y jugaba con el pezón que quedaba libre. Alternaba de un pecho al otro, estimulado por sus gemidos mientras que sus manos pajeaban mi verga ahora con más vigor que antes. Poco a poco abandoné sus pechos para bajar por su vientre, besando el camino pulgada a pulgada. Cuando llegué a home pude sentir la fragancia de mujer que emanaba de su sexo. Los labios estaban brillantes por los flujos que ella había liberado. Ambos labios eran las costas de un océano de miel sexual en el cual yo estaba a punto de zambullirme. Acerqué mi cara, aspirando aquel aire que rodeaba esa deliciosa vulva, prácticamente saboreandola sin siquiera haberla tocado aun. La soplé con mi aliento, para que ella sintiera la calidez directamente. Ella dejó escapar un gemido algo nervioso cuando hice esto. Con delicadeza lamí toda su raja, desde donde me permitía la cama, hacia arriba, hasta llegar a sus vellos. Estando ahi tuve una inspiración y tomé sus vellos con mis dientes y tiré de ellos suavemente, incrementando la fuerza poco a poco. Ella gemía algo fuerte y arqueaba la espalda, luchando por no mover las caderas. La solté, e inmediatamente ella tomó mi cabeza entre sus manos y me aproximó nuevamente a su matorral rojizo, invitándome a hacer la misma travesura de nuevo. Lo hice varias veces, para luego bajar nuevamente a su raja.

Con suavidad separé los labios, abiendo su vulva, exponiendo sin pudor alguno su clitoris y la entrada de su vagina. La inundación no había parado. Aquel paraiso color rosa estaba totalmente lleno de flujos, fragantes y frescos. Nuevamente lamí su raja, solo que esta vez abierta, con lo cual casi llené mi boca con su miel. Volvi a lamerla, una y otra vez, siempre recogiendo su sabor al hacerlo. Pasaba la punta de milengua por su entrada, sintiendola muy caliente, lista para recibir verga. Su clitoris estaba ya erecto, duro, y no escapaba de mis lenguetazos. Cada vez que recibía uno ella gemia y se estremecía. Me dediqué a el por un largo rato, dándole con la lengua. Lo que hice fue atraparlo con mi boca y lamerlo a mis anchas dentro, con mi lengua. Ella se retorcia de placer, como si tratara de impedir que siguiera, pero la verdad es que ella no podía controlar sus movimientos, simplemente se estaba dejando llevar. Luego subí a su boca, para besarla y que ella sintiera el sabor de sus jugos en mis labios. Ella no rechazó el beso, y se encargó de limpiar mis labios por completo, dejándome solo con el aroma de su sexo.

Mis manos tomaron las suyas, entrelazando nuestros dedos. Sus piernas se abrieron por completo, dejando el campo libre para que mi verga traspasara la indefensa entrada a su vagina. Puse la punta de mi verga justo ahi, en la entrada de su tunel de amor, y lentamente fui entrando, despacio, sintiendo el calor y la humedad de su ser, centímetro a centímetro. Ella suspiraba de forma entrecortada a medida que yo iba entrando. Mantenía los ojos cerrados, la boca suspirante, sus caderas quietas, sintiendo como el intruso se apoderaba de su intimidad, revelando su forma de sentir al hacer el amor.

Cuando hube entrado por completo en ella, me abrazó y entrelazó sus blancas piernas, aprisionando mi cintura. Me susurró al oido:

- Mi amor, que rico estás. Esta noche soy toda tuya.

- Tu tambien estás deliciosa. Esta noche no te dejaré dormir.

Me abrazó con fuerza con sus brazos, mientras que sus piernas me liberaban, para poder comenzar a taladrar aquella vagina que, a pesar de los tres partos, se sentía de maravilla. Ya no estaba estrecha, pero justamente eso la hacía sentirse de lo mejor, porque la sentía tan suave.

Al comienzo nos movíamos suavemente, sintiendonos. Poco a poco incrementamos el ritmo. De pronto lo estabamos haciendo a lo salvaje. Mi verga salia por completo de su vagina, para volver a entrar hasta el tope. Ella por su parte se hacia hacia atrás cuando yo salía y volvía hacia adelante cuando yo embestía, prácticamente saliendo a recibir mi verga cada vez que entraba a su vagina. Además del crujido de la cama, de nuestras respiraciones, de nuestros gemidos, se escuchaba el sonido que nuestros cuerpos hacían al encontrarse: plat! plat! plat! plat! plat! plat! plat! plat! plat!

Después de unos minutos de estar haciendolo asi, ella se acomodó un poco, sin interrumpir para nada la cogida de la que ambos estabamos gozando, y levantó una de sus piernas para pasarla por encima de mi hombro, luego se acomodó de nuevo para hacer lo mismo con su otra pierna. Su elasticidad era impresionante. Sin dejar de coger había cambiado de posición y ahora la tenía con sus piernas sobre mis hombros. Sus gemidos eran ahora más intensos que antes, casi como pequeños gritos.

En un momento saqué la verga y al embestir de nuevo erré y la punta se deslizó y rozó con fuerza su ano. Ella dio un grito de sorpresa y hasta abrió los ojos como si fuera víctima de un susto. Nos quedamos quietos por unos instantes, ella solo me dijo, a la vez que sonreia:

- Amor, por ahi no. Todavia no…

- Todavia? Mmmm…

Ella sonrió aun más cuando dije eso y con sus manos orientó mi verga de nuevo hacia su vagina. Se la metí en un solo movimiento, arrancándole un 'aaahhh!!!'. Y reanudé mi tarea, metiendo y sacando una y otra vez, deleitandome con aquellos Ahhh! Ahhh! Ahhh! Ahhh! cada vez que entraba en ella de nuevo.

A veces cubría su boca con la mia en un beso que ella correspondía mientras seguíamos moviendonos el uno contra el otro, ella levantando sus caderas para encontrarme en el preciso momento en que yo descendia, introduciendo mi verga hasta lo profundo de su vagina.

- Estas buenisimo!

- Y tú estás riquísima!

- Más amor! Más! Más! Más! …

Ella arreció el movimiento de sus caderas y yo le correspondí dándole puyazos a su vagina despiadadamente. Pude sentir cuando se tensó y su vagina se inundó aun más con sus jugos que ya goteaban de mis bolas y seguramente corrían por su raja, pasando por su culo hasta llegar a la cama. Gemidos muy fuertes escaparon de su boca, mientras que con los ojos cerrados se dejaba llevar por su orgasmo, a medida que poco a poco perdía fuerzas en sus movimientos.

Yo continué moviéndome, metiendo y sacando la verga de su conchita, escuchando aquellos "Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! Aaaahhh! …"

Llegó el momento en que yo ya no pude más y descargué todo dentro de ella. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho espasmos de mi verga, cada uno producido por un chorro de semen que entraba en ella.

Finalmente me derrumbé, exhausto. Ella me acogió amorosamente, sentía sus manos acariciado mi cabeza y mi espalda. Yo todavia dentro de ella, respiraba agitadamente, bañado en sudor, y bañándola a ella también. Nos besamos tiernamente, fueron muchos besos. Finalmente sali de ella, y nos acomodamos en la cama, abrazados, con nuestras piernas entrelazadas. Estabamos cara a cara, besándonos, no solo la boca, sino todo el rostro. Finalmente ella dijo:

- En mis quince años de vida marital él nunca fue asi de cariñoso conmigo. Perdona si sientes que te estoy comparando. De hecho, lo estoy haciendo…

- No importa. Debo confesar que nunca me propuse llevarte a la cama. No me arrepiento de haberlo hecho, pero no quiero que creas que…

- Soy yo la que quiere aclarar algo. No creas que soy una coscolina, o que ando necesitada. Hasta hace unos meses yo tenia marido y la verdad es que no me había hecho falta un compañero de cama. Me gustó hacer el amor contigo, ha sido lo más lindo.

- Pero…

- Pero… aun no entiendo como llegamos hasta aqui.

- Recuerdas lo que te dije? Que las cosas solo pasan y no hay que forzarlas?

- Si, tienes toda la razón.

Más besos y caricias siguieron mientras recuperabamos las fuerzas. Aquella noche iba a ser nuestra, hasta que muriera el último vestigio de penumbra nocturna a manos de los rayos del sol. Mientras ella jugueteaba con mis manos una sonrisa iluminó su rostro y me dijo:

- Dime una cosa

- Si?

- Mañana es 8 de diciembre y no hay trabajo, cierto?

- Asi es.

- Te propongo algo. Que te parece si vamos al trabajo el 9, con las ropas de hoy, y te llevo en mi auto?

Después de pensarlo y reirme un poco, entendiendo la forma en que pasaríamos los dos el dia 8, le dije:

- No me perturba en lo más mínimo. Pero tengo una condición.

- Si?

- No quiero que te pongas nada de ropa a partir de esta noche, hasta la mañana del 9.

Me miró a los ojos y luego me besó con pasión. Luego me abrazó y me dijo al oido:

- Lo que mi rey ordene. Ya te dije que soy tuya!

 

 

Por muy discreto que hemos sido en nuestra relación, ya todos en la oficina saben que somos pareja. Lamentablemente ella ya no puede tener hijos porque se hizo cortar las trompas despues de su tercer parto. En fin, talvez es mejor asi. No hay que forzar las cosas. Tuvimos que dejar caer la bomba sobre sus tres hijos con suma cautela, pero al final no hubo problemas. Los chicos lo tomaron con calma, aunque al principio me gané algunas caras poco amigables.

El tonto que abandonó a esa diosa de mujer por una joven ricachona va a ser padre por cuarta vez, ya que embarazó a la chica a los dos meses de casarse con ella. Sin embargo se rumora que el padre de ese bebé no es otro que el ex de la chava. Son sólo rumores pero ya saben, cuando el rio suena…

Jackie y yo llevamos las cosas con calma. Hemos hablado de casarnos un par de veces, e igualmente hemos decidido posponerlo otro par de veces. Primero queremos estar seguros de que realmente estamos listos para el matrimonio. Sin embargo eso no nos ha impedido tener interminables noches de sexo desenfrenado, a veces en casa cuando los niños no están, otras veces en mi apartamento, y otras en moteles fuera de la ciudad, habiendo llenado la noche con nuestros gemidos y gritos de placer en todas esas ocasiones.

Este año ella cumplirá 40. Está tan hermosa y tan bella. Le envié una tarjeta electrónica a su correo, felicitándola por adelantado por ser la chica de 40 más bella y hermosa que conozco. Ella me contestó: "La noche de mi cumple verás lo que una chica de 40 como yo puede hacer."

En la oficina ya no es la persona apartada y callada. Ha vuelto a ser muy conversadora y jovial, solo que ya no comenta nada acerca de sus relaciones intimas. Ahora se le nota diferente, con la alegría reflejada no solo en sus labios al reir, sino que también en su mirada. He descubierto que de ella lo que más me gusta es su sonrisa, y por eso me gusta hacerla feliz.