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Puta! (3)

en Control Mental

Puta (Tercera Parte)

por Hypnoman

El plan de Jessica era satisfacer a su Amo. Y necesitaba un equipo de colaboradores para lograrlo.


La Perra-Jessica estaba en el gimnasio haciendo ejercicios con barra. Por supuesto, estaba desnuda. El Amo-Thunor tampoco usaba ropa, como ella era menos que él, obviamente, ella tampoco debía usarla. Además era una ventaja para estar "disponible" a él en cualquier momento. La ropa lo único que hacía era interferir.

En los tres meses que desde que había comprado el equipamiento de gimnasio, la Perra-Jessica se había puesto sorprendentemente en forma. Sus pechos se habían reducido ligeramente cuando perdió grasa en su cuerpo pero ahora se estaban asentando (en ese preciso momento, tendida allí, caían hacia los costados). Eran pechos firmes sobre un esternón muy marcado, lo que se hacía visible cuando levantaba la barra con las pesas. Definitivamente, su busto había aumentado.

Sus brazos y piernas estaban igualmente fibrosos y su duro abdomen era una hilera pareja de montículos que bajaban hasta su entrepierna desnuda. Había comenzado a afeitarse, allí, porque al igual que como con la ropa, sentía que acentuaba su desnudez, su abierta postración ante su Amo.

Además, creía que a su Amo-Thunor le resultaba más agradable lamerla allí, como lo hacía habitualmente. Recordaba con placer la mata de vello púbico de Marina y el dulce sabor que encontraba debajo del mismo, pero también recordaba lo fastidioso que resultaba estar horas intentando quitarse los pelos que quedaban alojados en la base de la garganta, pensó. Y el Amo-Thunor no tenía porqué enfrentarse a tal incomodidad. Ni por un instante consideró la posibilidad de afeitarlo a él, a pesar de las frecuentes mamadas que ella le hacía y del pelo que le quedaba en la garganta. Pero él era el Amo. Y ella era la Perra. La comodidad de él lo era todo. La incomodidad de ella era absolutamente irrelevante.

La Perra-Jessica descubrió que adjuntar a su nombre su condición de perra era un buen mnemónico para mantener bien claro sus ideales. Ella primero era Perra, Jessica sólo después. El amo era Thunor primero, y secundariamente su Amo. Ella era menos importante para él que Él para ella, naturalmente. Ella era una Perra.

Lanzó un gruñido cuando intentó levantar la barra por última vez. "Es el deseo del Amo", pensó y redobló el esfuerzo hasta conseguir levantarla y dejarla en el apoya barra con un sonido metálico. Su obediencia la hacía fuerte.

Quedó tendida allí, casi sin aliento, sintiendo el tibio sudor aparecer sobre su cuerpo desnudo. Se estaba convirtiendo en la herramienta perfecta para su Amo. Era lista, fuerte y se concentraba en servirlo completamente. Y se convertiría cada vez más.

Escuchó el sonido de sus patas sobre el piso y levantó un instante la cabeza para observar SU entrada en la habitación. Él se detuvo y la observó con SUS inescrutables ojos marrones. La mirada de ella permaneció fija sobre SU mirada, aguardando el momento de darle placer. Había sido asombrosamente fácil, en cuanto reconoció que era una perra, aprender SUS humores, averiguar SUS necesidades. Ahora, como ya estaba adiestrada, esperaba obedientemente una señal.

El Amo-Thunor trotó en la habitación. La perra Jessica se quedó tendida en el banco, siguiéndolo con la cabeza. Su sudor estaba comenzando a enfriarse pero la habitación estaba calida.

El Amo-Thunor llegó hasta los pies del banco y clavó su cabeza entre sus piernas. Sexo. Ella bajó la cabeza y abrió sus piernas, sintiendo SU respiración en la vagina. Luego siguió su lengua y EL comenzó a lamer su concha, disfrutando del sabor salado de su sudor.

Suspiró con felicidad. Se sentía tan bien ser querida por su Amo.

SU lengua se entretuvo unos minutos entre sus piernas y muy pronto el banco quedó cubierto de una mezcla de saliva, sudor y la lubricación que comenzó a producir. Pequeños destellos de calor subían por su espina dorsal mientras Él la lamía y no podía dejar de temblar del placer. SU lengua recorría los labios vaginales, deslizándose sobre su clítoris, a medida que este iba apareciendo a SU tacto.

Luego se detuvo. En un instante, haciendo caso omiso a su propio deseo de quedarse tendida allí para que SU amo continúe lamiéndola, ella salió del banco y se arrodilló en el piso. Pudo notar que había hecho lo correcto porque EL ya tenía su verga hinchada de sangre. Con solo haber pasado algunos meses EL estaba seguro que ella obedecería. No había ninguna vacilación en su mente sobre su comportamiento y en que ella se anticiparía a SUS necesidades. EL la lamía porque EL disfrutaba haciéndolo y ella estaba agradecida, pero su lugar estaba debajo de EL, en el instante en que EL quería que ella estuviera allí.

EL rápidamente se montó sobre su espalda, caminando como un pato con sus patas traseras hasta colocarse en posición. La Perra-Jessica se dio cuenta que sus pectorales estaban aún muy exhaustos de su gimnasia y con el peso adicional del Amo-Thunor sobre sus espaldas sus brazos cedieron y se desplomó al piso. Por supuesto, su culo quedó levantado y el pene rojo brillante del Amo-Thunor comenzó rápidamente a deslizarse sobre su estómago dejando un rastro pegajoso.

Con su cara aprisionada sobre el piso de recubierto por una carpeta de goma, ella extendió una mano hacia atrás y lo guió a EL dentro suyo. Estaba copiosamente lubricada y EL la penetró fácilmente. Inmediatamente, EL comenzó su bombeo de martillo neumático, presionando sus pelotas en el bajo vientre de Jessica con cada embestida.

Derrumbada en el piso, con la parte superior de su cuerpo sobre la carpeta de goma, la Perra-Jessica estaba en el cielo. El Amo-Thunor la estaba bombeando duro y ella podía sentir su concha dilatarse y contraerse aprisionando SU verga. Luchó contra su inminente orgasmo que amenazaba con desencadenarse en cualquier instante. Su cuerpo estallaba de placer pero debía mantener su culo levantado y quieto para que el Amo bombeara, con sus piernas firmemente juntas, apretando fuertemente con su concha la verga de su Amo.

La baba de la lengua balanceante del Amo-Thunor salpicaba su espalda. Sus patas delanteras estaban ahora aferrando su cintura. Para felicidad de la Perra-Jessica, el Amo-Thunor prefirió aferrarse a su cintura más que parado sobre su espalda, así que los rasguños eran mínimos. Con sus hombros presionando el piso, la parte superior del cuerpo de su Amo estaba recostada sobre ella. La boca de la Perra-Jessica estaba abierta, jadeando, y su propia baba estaba formando un charco en el piso de goma. Sintió una gota de saliva del Amo-Thunor en su labio y rápidamente se la lamió. La Perra atesoraba cada cosa de su Amo.

Luego EL se detuvo y ella sintió SU gran verga estremecerse dentro suyo brevemente y luego brotar a chorros. Sintiendo los fluidos calientes dentro suyo, la Perra-Jessica perdió el control y acabó vigorosamente. Luces destellaron en su visión y ella se estremeció espasmódicamente, abrumada de placer. Arqueó la cabeza y lloró de satisfacción, de gratitud.

Cuando la Perra-Jessica acabó, temblando, el Amo-Thunor se desmontó. SU verga había comenzado a hincharse, formando el nudo que lo aprisionaría a su Perra. Pero al intuir que SU deseo de desmontarse, la Perra-Jessica abrió sus piernas tanto como pudo, dilatándose rápidamente y la verga de su Amo se liberó con el ruido de una botella al descorcharse.

Una ventaja que ella tenía sobre las perras caninas en satisfacer al Amo, pensó la Perra-Jessica. La naturaleza podría haber querido que EL se quede en ella, pero no lo hizo, y SUS deseos son lo único que importa. Ella se recostó totalmente sobre el piso.

El Amo-Thunor caminó unos pocos pasos y luego se echó en el piso. Comenzó a lamer su miembro. La Perra-Jessica se permitió un momento de descanso para disfrutar la sensación de total satisfacción de sentir la semilla de SU Amo depositada en su cuerpo, pero rápidamente gateó hacia donde EL se encontraba.

Aunque en un principio era infrecuente, el Amo-Thunor ya se había rápidamente acostumbrado a utilizar los servicios de la Perra-Jessica después del sexo, por lo que al verla venir se echó de espaldas y abrió SUS patas. Ansiosa, se echó sobre EL, chupándole la verga, la base todavía hinchada, lamiéndola y limpiándole sus jugos. Ese era el lugar de la perra, le decía su mente, servirlo sin pensar en otra cosa que en el placer de su Amo.

Lo lamió y lo limpió durante un largo rato, hasta que SU miembro disminuyó de tamaño y EL se incorporó y dejó la habitación. Entonces ella se puso de pie, con una mezcla de semen y fluidos vaginales chorreándole por sus piernas. Se llevó uno a uno los dedos a su boca y se los chupó. Perra. Ella era una Perra y ese era su propósito. Luego miró el banco, brillante, los ríos de líquido sobre el piso y se marchó, todavía goteando, a buscar los artículos de limpieza. Las Perras mantenían la casa ordenada para Su Amo.


La Perra abrió la puerta del laboratorio y la cerró detrás de sí. Marina estaba desnuda, tendida sobre el sillón camilla. Tenía puestos los auriculares y los anteojos, todavía funcionando.

La Perra vio como los pechos de Marina aumentaban y disminuían con su respiración y se notó excitada. Aunque ya era toda una perra, todavía sentías oleadas de lujuria por Marina. Suavemente le quitó los anteojos protectores. Los ojos de Marina, dilatados increíblemente, de a poco fueron regresando a la normalidad. La Perra le quitó los auriculares, se volvió hacia el gabinete y retiró una ampolla, con la que preparó dos jeringas.

Detrás de ella, escuchó a Marina moverse y deslizarse sobre la camilla. Cuando tuvo las jeringas listas se dio vuelta y encontró a Marina sentada al borde de la misma, mirándola.

- Hola, Marina ¿Cómo estás?

- Supongo que muy bien. Un poco extraña pero me imagino que debe ser así. Estoy mucho más tranquila ahora.

- Sí, se nota. ¿Estás preparada para la próxima inyección?

- Sí, por favor Jessica. Yo…..me huelo un tanto particular.

- Me di cuenta. Yo también, pero me he estado duchando regularmente. Si quieres, podríamos tomar juntas una ducha después que te suministre el agente.

- Me encantaría Jessica, pero no es que yo quiera estar limpia. En realidad no me disgusta la manera en que huelo ¿Qué es?

- Bien. Es que el agente ya está empezando a cambiarnos. La mezcla de químicos que generan nuestras glándulas se está alterando para parecernos más a un canino. Básicamente, Marina, estamos empezando a oler de la misma forma que los perros.

Ambas mujeres se miraron en silencio cuando la Perra pinchó el brazo de Marina y le inyectó despacio el contenido. Mientras la Perra preparaba la segunda jeringa, Marina continuó:

- Yo….yo quiero oler de la misma manera que una perra, Jessica. Realmente no se que me estás haciendo, pero quiero que sigas. No me siento nada mal, de ninguna manera.

- Eso es maravilloso, Marina. Sujétate el brazo.

Marina lo hizo y la Perra descargó el contenido de la segunda jeringa.

- Tú tienes que querer ser una perra.

La Perra retiró la aguja y miró fijo a los ojos de Marina.

- Una Perra.

Marina se estremeció y gimió.

- Sí, una Perra.

Tembló otra vez.

- Quiero ser una Perra….. ….Ehhh, ehhhh…..

- ¿Sí?

- Jessica… ¿Tú eres una Perra?

- Lo soy.

- Eres ….¿la Perra de Thunor?

- Sí.

- ¿Puedo ser SU Perra, yo también?

- Oh, Marina. Eso es lo que he estado haciendo. Por supuesto que puedes ser su Perra. Es para lo que estamos. Tú y Yo.

- ¿Él……me cogerá?

- ¡Oh, sí!

- ¡Oh, Dios, Jessica! Quiero que me coja. Lo deseo tanto.

- ¿En serio?

- ¡Más que cualquier otra cosa!

- Bien, luego veremos si podemos conseguir SU atención.


Después que el Amo-Thunor se marchó, Jessica se incorporó de la silla desde donde había observado al Amo cogerse a la Perra-Marina. Durante la cogida, Jessica se había masturbado para tener su propio climax. La habitación olía profundamente a sexo.

- ¿Y bien? ¿Cómo te sientes?

Desde el piso, la Perra-Marina miró a la Perra-Jessica. Cubierta de sudor y con las piernas chorreadas de fluidos, sonrió.

- Completo

La Perra-Jessica se inclinó hacia el piso, se puso al lado de la Perra-Marina y la olió profundamente.

- Ahh, Perra-Marina. ¡Qué bien hueles! De la misma manera que una perra caliente que acaba de ser cogida por su Amo.

La Perra-Jessica terminó de recostarse sobre el piso refregó su cuerpo contra el cuerpo de la Perra-Marina para impregnarse de sus olores por todo su cuerpo.

- ¿Perra-Jessica?

- ¿Sí?

- Sólo quería decírtelo. Suena tan bien: Perra-Jessica, Perra-Marina….

- Mmmmm, síiiiii….. -la Perra-Jessica pasó su mano sobre el estómago de la Perra-Marina y deslizó los dedos dentro de su concha. La Perra-Marina cerró los ojos y gimió suavemente.

La Perra-Marina abrió los ojos y se inclinó para besar los labios de la Perra-Jessica. Le recorrió la boca con sus labios y luego ambas lenguas se entrecruzaron en un beso apasionado. Mientras tanto, los dedos de la Perra-Jessica hábilmente entraban y salían del sexo de su compañera, haciéndola gotear suavemente.

Sin parar de acariciarla la Perra-Jessica dio una vuelta en el piso, quedando sobre la Perra-Marina, en dirección contraria y comenzó a recorrer todo su cuerpo con su boca, hasta que llegó a su propia mano, que seguía entrando y saliendo, despacio, adentro y afuera. Besó su ombligo, siguió lamiendo el mechón de pelo inferior hasta llegar a su concha. Succionó por los labios exteriores y comenzó a juguetear el clítoris con su lengua, mientras sus dedos continuaban con su ritmo monótono pero incesante.

La Perra-Marina gemía. Y entonces, la Perra-Jessica sintió el aliento entre sus propias piernas y el contacto inconfundible de unos labios sobre su propia concha. Oleadas de placer subieron por su cuerpo y a los pocos segundos, ambas Perras entonaban un concierto de gemidos.

Quedaron allí tendidas, un largo rato.


Las Perras estaban ociosas en el living. La Perra-Jessica estaba leyendo algunos resultados de laboratorio, haciendo notas con una lapicera roja. La Perra-Marina, sentada en el sofá estaba leyendo una novela de misterio. Ambas mujeres estaban casi desnudas, de no ser por un conjunto negro deportivo. El Amo-Thunor estaba durmiendo la siesta, al calor del sol, bajo la ventana del frente.

Llamaron a la puerta. Tres cabezas giraron para mirar hacia ese lugar. La Perra-Jessica, rápidamente se dirigió hacia la puerta, colocándose una bata que estaba tirada en el piso. Miró por la mirilla y sonrió al abrir la puerta.

La Perra-Maeve entró. Llevaba puesto un trajecito gris muy profesional. Las mujeres se besaron y la Perra-Maeve comenzó a quitarse la ropa.

- ¿Y, bien? ¿Cómo te fue? -preguntó la Perra-Jessica.

- ¡A las mil maravillas! Quedaron asombrados con el laboratorio pero dudo que supieran para que eran la mitad de las máquinas que se encuentran allí.

-¡Excelente!

- Sí, por supuesto. Han quedado realmente impresionados por sus informes. Además, ni aunque hubiese querido, hubiese salido algo mal. Tú tienes a esos muchachos de Kensignton en la palma de la mano.

- Hombres de dinero. Sólo tienes que saber que quieren y dárselo. Después, están a tus órdenes.

- Cómo tu dices.

- La Perra-Maeve se quitó sus bragas y las colocó sobre la pila. Sonriendo, la Perra-Jessica abrió sus brazos y la Perra-Maeve caminó hacia ellos, dándose un profundo beso. Se presionaron un largo rato, disfrutando el contacto.

La Perra-Maeve se despegó con una expresión ligeramente preocupada.

- Amo.

- La Perra-Jessica sonrió francamente y se hizo a un lado. La Perra-Maeve rápidamente pasó al living, los ojos fijos en el Amo-Thunor. Cuando se acercó a Él cayó de rodillas y luego se inclinó aún más, al nivel de los ojos del Amo-Thunor.

La Perra-Maeve comenzó a dar vueltas, en cuatro patas, alrededor del Amo-Thunor, rozándolo con su cuerpo y lamiendo el costado de su lomo, para luego lamer su cara. Él también la lamía como respuesta.

El teléfono sonó y la Perra-Jessica se levantó del piso, desde donde había estado mirando ese cortejo amoroso, dejando un charquito de fluidos producto de su excitación. Fue a la cocina a atender.

Después de saludar a su Amo, la Perra-Maeve se puso de pie y su cara exhibía la satisfacción de haber sido aceptada. Viendo a la Perra-Marina en el sofá, ella se arrodilló en el piso y comenzó a lamerle su cuerpo por un minuto o dos.

Al terminar, pasó la lengua por sus labios.

- Mmmmm, Hola, Perra-Marina.

- Hola, Perra-Maeve

La Perra-Maeve sonrió.

- Puedo olerte, Perra-Marina. Ya no hueles como humano.

La Perra-Marina dejó su libro debajo de la mesita y se estiró, arqueando su espalda.

- Sí, el agente realmente está funcionando. También está empezando a afectar mis sentidos. La Perra-Jessica dice que hay que saber transitar esa línea tan fina que hay entre Convertirnos pero a la vez dar una imagen normal ante la gente. ¡Ayy!

La Perra-Maeve le estaba succionando un pezón y le había dado un mordisco juguetón.

- Lo siento, no me pude resistir. Son tan tentadores así duritos.

- No empieces nada que después no puedes terminar, Perra -dijo la Perra-Marina con una mirada acogedora.

- ¡Oh, yo soy buena para eso, realmente! -la Perra-Maeve se acomodó para volver a besarla pero se detuvo.

-¡Oh, primero debo aplicarme mis inyecciones! ¿Perra-Jessica?

- ¿Sí? -contestó una voz desde la cocina.

- Es hora de mis inyecciones, ¿no?

- ¡Oh, sí! Es verdad. Ya estoy por allí.

En la cocina, la Perra-Jessica sonreía mientras hablaba por teléfono.

- ¡No veo la hora de que estés aquí también, dulce! ¡Nos veremos pronto! ¡No estudies tanto!. Te amo, Chau!

 

Fin Tercera Parte