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Minifalda y Botas (2)

en Control Mental

Las alumnas del curso se desvivían por congraciarse con la profesora Lucía. Le preguntaban cosas sobre moda, peinados, vestidos y quedaban deslumbradas por el nivel de conocimiento que Lucía tenía sobre las colecciones de ropa de los distintos diseñadores y sobre lo que se usaba y se iba a usar en los próximos meses. Eran capaces de quedarse muchos minutos pasada la hora, cosa que nunca hacían hasta entonces, para conversar con la profesora. Transmitía un magnetismo tal que hasta las más desinhibidas y egocéntricas se sentían atraídas por la profesora. Sin embargo Grace, la alumna más atraída hacia Lucía y por quien sentía un amor y un respeto inconmensurable, se mantenía al margen de esas conversaciones. Se sabía rechazada por el grupo y aunque la profesora en más de una oportunidad intentó sumarla, las caras de sus compañeras eran una fiel señal de que ese no era su lugar. Prefería seguir manteniendo algunos minutos de conversación con Lucía a la salida del colegio, a solas en su auto, lo que le parecía algo a lo que todavía sus "amigas" muy lejos estaban de poder acceder.

La profesora sabía que Grace no se perdía detalle de la conversación que mantenían ella y las alumnas, y también sabía que prefería mantenerse al margen por vergüenza y por no sentirse incluida en ese mundo de glamour, maquillaje, zapatos, carteras y peinados. Por tal motivo, sabiendo que sus palabras iban a ser escuchadas atentamente por Grace, dijo, en forma descuidada pero bastante potente como para que lleguen a los oídos de Grace:

….es que el peinado y el corte de pelo tienen mucho que ver con el rostro de la persona. Por ejemplo, a mi me encantaría ver a Grace con el pelo mucho más corto y desmechado. Además, le aclararía un par de tonos ese color de pelo. Por el tipo de rostro tan bello y esos ojos tan vivos, sería una combinación ideal…..

A Grace le pareció que una flecha se incrustaba en su cerebro. Diferentes sensaciones se combinaban y oleadas de placer recorrían su torrente sanguíneo. Por un lado la profesora, su profesora, "su señora" Lucía se había referido a ella. No había puesto como ejemplo a ninguna de esas muñequitas Barbie de sus compañeras, quienes se habían dado vuelta, no sin asombro, para observar a Grace e intentar imaginar lo que la profesora había expresado. Por otro lado había sentido un deseo irrefrenable de satisfacer la inquietud de Lucía. Se había decidido, como si resultase imposible contradecir ese impulso, a pedirle a Lucía algo que, sabía de antemano, le iba a causar un grave inconveniente con sus abuelos. Pero no le importaba. Su cerebro hacía un tiempo que había a comenzado a pensar de otra manera. Ahora se había agregado alguien a quien obedecer pero con una gran salvedad: esta vez la obediencia era placentera, la sumisión era sinónimo de contención y de felicidad.

Esperó pacientemente que sus compañeras fueran abandonando el aula y se acercó al escritorio de Lucía, mientras esta acomodaba sus cosas.

Lucía, ¿necesito pedirte un favor?

Lo que gustes, Grace

Sin querer he escuchado lo que les decías a las chicas sobre mi rostro, mis ojos y el peinado que según tu opinión debería llevar y…..

Uy, perdóname Grace, no fue mi intención entrometerme. Sólo me pareció que….

¡No, no! No me malinterpretes. Me ha causado mucho placer y alegría. Solo quería pedirte si me acompañas a la peluquería para poder hacerme ese peinado y ese corte que tu crees que me quedaría tan bien. Si no lo crees un abuso de mi parte…

¡Al contrario, Grace! Sería un gran placer. Dime a que Salón de Belleza vas y te acompaño cuando gustes.

Es que….no conozco ninguno. ¡Nunca fui en mi vida a ninguno! ¡Nunca….

Bueno, bueno. No te preocupes. Yo se donde llevarte. Déjalo en mis manos. ¿Cuándo te parece que podamos ir?

¡Ahora mismo, si no te molesta! Estoy muy decidida, como nunca antes en mi vida y se que si llego a mi casa y me encuentro con mis abuelos esa decisión comenzará a desvanecerse. ¿Te parece o es mucha molestia?

¡Vamos, Ya!

Todo estaba saliendo tal cual Lucía lo había planificado. Sabía que Grace escucharía ese comentario que ella había hecho "casualmente" a las otras chicas y sabía que todo lo que saliera de su boca era una orden imposible de desobedecer.. Lo más importante era que Grace creyera que era su voluntad, que había tomado esa decisión en forma independiente. Suponía que Grace nunca había ido a una peluquería, las pruebas estaban a la vista, pero si por algún motivo la chica le hubiese llegado a dar el nombre de algún Salón de Belleza distinto al que Lucía tenía "preparado", se hubiese encargado de "sugerirle" el cambio. De la misma manera, si Grace hubiese optado por ir otro día, con darle un chocolate hubiese alcanzado para determinar que el mejor momento era ahora. Pero no hubo necesidad de convidarle nada. El gran secreto estaba en el chocolate. Mejor dicho, en la droga que Lucía inyectaba en los chocolates. Una droga casi desconocida por el mundo occidental y solo conocida en antiquísimas culturas de monjes orientales. ¡Cómo había cambiado el mundo de Lucía a partir de la tetrodotoxina! ¡Y como cambiaría el de Grace!

Lucía conoció la tetrodotoxina casi de casualidad. Como profesora que era le interesaban las culturas antiguas casi tanto como su otra pasión: el control de la mente humana. Siempre había sido muy manipuladora pero no se conformaba con sus habilidades naturales. Sentía inmenso placer y excitación de tener a alguien totalmente sometido a su lado. Poder apropiarse de la voluntad de los demás para su gusto y placer. Y ambas cosas coincidieron cuando Lucía conoció a un monje totalmente aislado en una choza de montaña. Por él se enteró de la existencia de la tetrodotoxina, una droga que proviene del pez globo que sirve para controlar la mente ya que hace a la gente enormemente vulnerable a la sugestión. En pequeñas dosis puede usarse como alucinógeno, pero en grandes dosis puede transformar a una persona en zombie. Quienes ingieren tetrodotoxina hacen lo que se les ordena, pero a su vez es una droga que puede anular la memoria.

Se le puede hacer olvidar cualquier cosa a una persona y a la vez hacerle recordar lo que se les dijera. Lucía había logrado conseguir una muy buena partida de tetrodotoxina que licuaba con otras sustancias químicas que inyectaba en bebidas o comestibles para administrársela a sus "víctimas". Una vez logrado esto, todo quedaba en la gran habilidad de Lucía para manipular las mentes ajenas, totalmente abiertas a ser sugestionadas por efecto de la droga.

En el automóvil, camino al Centro de Belleza, Lucía casi ni dirigió palabra. Parecía concentrada en el tránsito y apenas respondió con monosílabos a ocasionales preguntas que Grace hizo sobre su futuro aspecto. A poco de llegar, Lucía fue recibida por quien parecía ser la dueña del lugar: una mujer alta y estilizada, con el pelo largo de color rojizo y un maquillaje que bien podía ser para una fiesta. A Grace le sorprendió el "glamour" de esa mujer. Era como esas modelos mayores que aparecían en las revistas que, luego de retirarse del modelaje, abrían una casa de ropa o un instituto de belleza o una escuela de modas. Se saludaron efusivamente, con una intensidad que sorprendió a la desprevenida Grace, y la mujer comenzó a observarla con una mezcla de asombro e incredulidad. Se acercó al oído de Lucía y con voz muy tenue, para no ser escuchada por Grace le dijo:

Veo que es tu última "adquisición". ¿No pudiste conseguir alguien más desarreglado? Tendremos que hacer milagros…

Pues, justamente por eso vengo aquí. Tú sabes hacer milagros y además recibes una paga más que interesante por hacerlos, jajaja!

Entraron al lugar y se dirigieron hacia un box privado. Mientras caminaban, a Grace no le alcanzaban los ojos para admirar el lujo del lugar. Muchas mujeres parecían trabajar en él y todas ellas eran preciosas y estaban impecablemente vestidas y maquilladas. Las que parecían ser las clientas no se quedaban atrás. Mujeres de todas las edades, evidentemente con un poder económico muy alto se sometían a toda clase de tratamientos estéticos, atendidas por 2 o 3 asistentes cada una y utilizando maquinaria tecnológica que Grace no tenía la menor idea de para que servía. Dentro de la impactante belleza que emanaba de cada una de las asistentes, Grace notó que actuaban con un nivel de sumisión y obediencia muy alto. No hablaban entre ellas, casi ni se reían, salvo para hacer sentir cómoda a la clienta, no "cuchicheaban" en los rincones, es decir, no hacían nada de lo que había escuchado decir por allí de cosas que sucedían habitualmente en las peluquerías. Se sintió más cómoda. Sin conocerlas en absoluto se sentía más cómoda con esas mujeres que con sus compañeras de curso. Ella, siempre criada bajo normas de obediencia y sumisión, parecía encontrar en esas muchachas a gente con un carácter parecido al suyo, obviamente, salvando la distancia de la apariencia.

Sentada en un confortable sillón y frente a un gran espejo, todo parecía dispuesto a dar comienzo. A Grace le habían lavado el cabello y la dueña del lugar le estaba dando indicaciones a las 2 asistentes que se encargarían del cambio de look de la muchacha. Por el espejo, Grace observó que Lucía se sentaba detrás de ella y, mientras saboreaba un delicioso café, leía una de esas revistas de moda de máxima circulación en ese mundo. Cuando Grace observó el líquido con la tintura que iba a caer sobre su cabellera, entró en una especie de ataque de pánico. En ese momento se imaginó llegando a su casa y exponiéndose ante sus abuelos. Si la vida había sido dura hasta el día de hoy y ella solo se había encargado de obedecer, que pasaría a partir de ahora si su abuela y su abuelo sufrieran semejante disgusto.

¡No puedo!, ¡no puedo! ¡Perdón Lucía, te pido perdón pero no puedo hacerlo! ¡No….!

Grace intentó bajarse del sillón, ante la mirada inexpresiva de las 2 asistentes. Lucía dejó caer la revista, trató de no hacer lo propio con el pocillo de café, y logró sostener su brazo para evitar que bajara del sillón. Giró el sillón hacia ella y con voz enérgica y mirándola a los ojos, le dijo:

Escúchame Grace. Escúchame bien. Este momento lo has deseado desde que tienes uso de razón. Era una necesidad tan fuerte e imperiosa que no has podido contener más. Toma un poco de jugo, te sentirás mejor. Hoy es el momento. La vida no suele dar otra oportunidad. Es hoy o nunca más. Entiendes. Mírame a los ojos. Es hoy. Es el momento de cambiar. El cambio no será tan brusco. Ni tan traumático. Al contrario. Es el momento de dejar de obedecer a cosas desagradables, a impulsos negativos, a la rutina martirizante que te acompañó durante toda tu vida. Es el momento de seguir obedeciendo pero a cosas que te den placer, de dejarte llevar por aquello que has soñado durante tanto tiempo. Es el momento de someterte a la felicidad…

La voz de Lucía iba perforando las defensas de Grace. Su cuerpo había comenzado a tomar un estado de relajación muy placentero, a poco de haber tragado los primeros sorbos de jugo. Su mente parecía abrirse pero solo para escuchar las palabras de Lucía. Unas palabras que dominaban su mente y la llenaban de placer y relajación.

Ahora, Grace, las chicas comenzarán a trabajar sobre ti. Sentirás sus manos por tu cabeza y cada roce de sus manos por tu rostro y por tu pelo será una caricia maternal, una caricia que has pasado años sin recibir. Ellas te protegerán y te tratarán con mucho cariño y dedicación. A ellas también les encanta obedecer y ser sumisas. Pero fíjate que hermosas que son, que impecables que están. Fíjate como sienten placer por obedecer y someterse a cuidarte, a ponerte más linda, a ir quitando de a poco esa vieja vida a la que nunca más querrás volver. Cada toque de sus manos en tu cabeza te hará sentir mejor, más plena, más feliz. Y cada mechón de tu pelo que vaya cayendo al piso será un jirón de tu vieja vida que se aleja de ti y que no regresará jamás a molestarte. Cada mechón de pelo que caiga al piso te dará felicidad plena, éxtasis total. Es la nueva vida que reemplaza a la vieja. ¿Estás de acuerdo? ¿Continuamos?. La decisión es tuya….

Grace estaba en una nube. Las palabras de Lucía la transportaban a un mundo al que, por su propia inconciencia estuvo a punto de abandonar, casi sin darse la oportunidad de conocerlo. Sentía vergüenza por lo que casi estuvo a punto de hacer, pero por otro lado sentía felicidad por no haberlo hecho. A punto de contestarle a Lucía, sintió las manos de una de las asistentes hacia su cabeza, con una toalla, para quitarle la excesiva humedad de su cabello. El masaje capilar la llevó directo a un mundo de sensaciones de placer, de relajación y de felicidad. Quería ser como esas chicas. Miró a Lucía a los ojos con una mezcla de amor y devoción y le dijo:

Por favor, sí. Sigamos……mi….señora.

Grace no recordaba haberse adormecido, pero cuando fijó sus ojos en el espejo, la imagen que veía lejos parecía a la que estaba acostumbrada a observar. Su pelo era más claro, estaba ostensiblemente más corto con unos desmechados que se acentuaban en toda su cabellera. Las asistentes acomodaban los últimos mechones con sus dedos, mientras Grace observaba su rostro. Sus ojos resaltaban en su cara, por su propia vivacidad, pero también por el maquillaje. Sus mejillas, tenuemente rosadas, le daban un toque angelical a su rostro. Sus pestañas lucían como nunca imaginó que podrían verse y su labios estaban pintados con un color muy tenue pero muy sensual. Mientras se acercaba la dueña del lugar, avisada por las asistentes del final de la tarea, Grace no podía dar crédito a lo que veía, al punto de no haberse dado cuenta que Lucía se encontraba a su lado, aprobando con señales de satisfacción el trabajo realizado.

Y…..¿lo hemos logrado una vez más, Lucía?

Eres increíble. Es más de lo que imaginaba…

Sí, si. Yo también estoy sorprendida. Esta muchacha es muchísimo más bella de lo que aparentaba. Creo, sin equivocarme que es de lo mejor que has traído últimamente.

Seguro. Y fue por pura casualidad. Aunque los colegios son un buen proveedor de "voluntarias" nunca creí que podría encontrar algo así.

El problema es esa ropa. Me imagino que tienes pensado un cambio urgente de vestuario. De nada sirve todo este cambio si esta chica sigue usando los mismos harapos…

¡Ja, Ja! Despreocúpate. Ya mismo me encargo de eso.

Te he visto muy concentrada en el trabajo que le hacíamos a esta chica. Me imagino que querrás algo de relax. ¿Por qué no eliges a una de las asistentes y pasas al privado? Nosotros aquí daremos los últimos retoques a tu muchacha.

Tienes razón. Te haré caso. ¿Sigue trabajando Britney?

Por supuesto. Ya la llamo.

La dueña del lugar se acercó a un teléfono e intercambió un par de palabras. A los pocos segundos se acercó hacia el lugar una chica bellísima, rubia, con ojos celestes impactantes y una cabellera larga y lacia. Era muy parecida a Britney Spears, en sus épocas de esplendor y de ahí el sobrenombre que le habían puesto. La dueña le dijo unas palabras al oído y la muchacha se dirigió hacia Lucía y la saludó con un beso en la mejilla que por milímetros no rozó la comisura de sus labios. Lucía la tomó de la mano y se dirigieron hacia el fondo del salón, donde se encontraba el privado.

Una vez allí y habiéndose asegurado la privacidad, Britney le quitó a Lucía su blusa y acercó su bellísimo rostro para darle un beso en la boca….un beso que la dejó sin aliento. Lucía se dejó llevar y le respondió el beso mientras le acariciaba su pelo. Britney le besó el cuello y le susurro:

- ¡Que bien huele, señora!


Fue bajando de su cuello hasta su pecho pasándole la lengua muy suavemente, le quitó el sostén mientras no dejaba de lamer su cuello, bajo hasta su pezón izquierdo y lo saboreo. Lucía seguía disfrutando sin contestar, sentía la lengua suave por su pezón mientras le acariciaba el otro con su mano derecha. Estaba que volaba del placer, Britney le succionaba los pezones y Lucía gemía de gozo. Fue bajando hasta su estomago sin dejar ni un pedacito de su piel por recorrer, con esa lengua tan exquisita y acrobática que tenia. Llego hasta sus muslos, los recorrió suave y, como para desesperarla, metió el dedo en el coño de Lucía y noto que estaba súper mojada. Metió dos dedos más en su coño y con el dedo pulgar acarició su clítoris.

Lucía estaba como en la luna y ya gemía fuerte, afortunadamente la habitación estaba protegida contra la sonoridad y nadie se enteraba de lo que pasaba allí adentro, aunque casi todas las clientes, menos Grace, sabían perfectamente la clase de servicios adicionales que se ofrecían en ese salón. A Lucía la situación le gustaba mucho más de lo que ella se permitía. Solía tomar el control de las situaciones pero desde que había conocido a Britney era distinto. Precisamente la muchacha llevó sus labios hasta el coño de Lucía, que ya sentía que se corría pero se contuvo. Britney le pasaba la lengua por el clítoris de arriba a abajo y succionaba, le metía dos dedos en la vagina mientras le chupaba el clítoris muy concentradamente y con una mano pellizcaba su pezón. Lucía sentía ya los calambres del orgasmo. Dándose cuenta de la situación Britney bajó su lengua hasta el hoyo de su culo y le pegó un tremendo beso negro mientras le metía dos dedos en el coño. Lucía gritaba de placer, entregada totalmente a los servicios de la eficaz asistente. Ella aceleró las embestidas de los dedos en su coño y pasó mas rápido esa lengua acrobática por el agujero de su culo, luego llevó nuevamente los labios hasta su clítoris mientras la seguía cogiendo con los dedos. Lucía cerró los ojos y sintió como su cuerpo vibraba de placer; se le acalambraron las piernas, sostuvo firmemente la cabeza de Britney y, en unos cuantos segundos, explotó con un orgasmo como nunca antes lo había tenido. Britney la lambió y se tomo todos sus fluidos mientras Lucía seguía disfrutándolo. Le lamió todo el coño hasta dejarlo seco. Así, mientras la lamia, Lucía tuvo dos orgasmos más y terminó exhausta. Habiendo terminado, Britney la acompañó hasta una camilla, la ayudó a recostarse boca abajo y embadurnó sus manos con un aceite humectante, dispuesta a terminar la tarea dándole a su señora un buen masaje descontracturante.

Cuando salió del privado, Grace hacía rato que estaba esperando a Lucía. Se encontraba cómodamente sentada en un sillón bebiendo un vaso de jugo. Minutos antes habían vuelto a su mente las consecuencias que podía tener esta "escapada" y nuevamente se desesperó, aunque no tanto como cuando Lucía la tuvo que contener. Afortunadamente la dueña del lugar se dio cuenta de la situación y prontamente la calmó y le ofreció el vaso de jugo que ahora estaba a su lado y que "mágicamente" la relajó y la calmó casi de inmediato.

Cuando Grace vio salir a Lucía de la mano de Britney no pudo evitar un poco de celos. No podía admitir que alguien pudiese robarla tanto tiempo de su lado. Ella la necesitaba mucho más que esa hermosa muñeca, cuyo rostro reflejaba las huellas de un trabajo arduo. Sin embargo tampoco podía sentir resentimiento hacia Britney ni hacia ninguna de las chicas. Las veía tan sumisas, tan obedientes (como ella) y a la vez tan perfectas, tan hermosas, tan bien vestidas y tan elegantes (como estaba empezando a quedar ella) que sintió un sentimiento de cariño y hermandad hacia las chicas.

Cuando Lucía terminó de despedirse de la dueña del salón (y de abonar todos los "servicios"), se dirigió con paso firme hacia Grace y con voz enérgica le dijo:

Ahora, sin dudarlo, vamos al shopping. Hay que cambiar urgente ese vestuario.

Grace sintió el impulso de mirar el reloj, pero la mirada penetrante de Lucía, clavada en sus ojos, le quitó todo vestigio de voluntad. Una vez más decidió entregarse y dejarse llevar.

Como tú digas…..

Fin Segunda Parte