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Niña Lucía (Iniciación)

en Sadomaso

Continuación de: http://www.todorelatos.com/relato/55367/

Niña Lucía tenía frío. La corta faldilla, acortada para no parecer una remilgada mojigata, del uniforme del instituto no cubría casi nada. Por si fuera poco, estaba "aquello".

"¿No vienes, Luci?"- le preguntó Ángela.

"No, he quedado."- dijo Niña Lucía, forzando una sonrisa.

La joven, a la puerta del instituto, esperaba de pie, tenía miedo de sentarse, no fuera a notarse. Estiraba su faldilla hacia abajo, tratando de tapar la mayor parte posible de sus piernas, y así evitar que el viento frío se colara por debajo y, subiendo por sus muslos, soplara en su sexo.

Y es que Niña Lucía, a petición expresa de Natalia, con quien se había cruzado en el tiempo del recreo (y quien le había proporcionado discretamente un enema para que fuera bien limpia a su cita de hoy), no llevaba braguitas. Mejor dicho, las llevaba en la mochila, debajo del libro de biología, y el aire cosquilleaba sobre su desnudo monte de Venus, encendiéndola aún más. Tal vez no debió haberse despedido de Joan con un beso tan largo (Y tan lascivo, algunos de los alumnos de cursos inferiores se habían quedado mirando durante varios segundos cómo los dos jóvenes se devoraban la boca). Ahora estaba muy cachonda.

El sonido de un rugiente motor la sacó de sus ensoñaciones. Vaqueros ajustados, chaqueta de cuero, gafas de sol, melena al viento… Natalia llegaba en su moto.

"Hola, pequeña…"- la mujer, sin bajarse de la motocicleta, la saludó con un beso demasiado cercano a la comisura de los labios, y le entregó el casco que llevaba bajo el brazo.- "Póntelo… ¿Preparada?"

Niña Lucía se puso el casco y se subió a la moto.

"Preparada."- respondió, desde la cueva plástica del casco, mientras Natalia arrancaba con un giro de muñeca y la motocicleta reanudaba su grácil camino.

En la acera frente al colegio, Ángela, mirando la escena, frunció el gesto y cruzó los brazos.

I. Buenas tardes, bienvenida.

Tras unos minutos de camino, llegaron ante la puerta de la Casa de las Chicas. Por una de las ventanas, alguien miraba y dio el aviso. La puerta exterior se abrió automáticamente y la moto en la que iban subidas las dos jovencitas subió la cuesta, hasta llegar al garaje, donde otros tres coches y una moto más descansaban.

"¿Hiciste lo que te pedí?"- preguntó Natalia, mientras ayudaba a Niña Lucía a quitarse el casco.

Tímidamente, Niña Lucía se subió la falda, mostrando su lampiño sexo desnudo.

"Niña… eres una puta del copón…"- sonrió Natalia, adelantándose y besando a la dieciseisañera.

Suspiró Niña Lucía, aún con la lengua de Natalia en su boca, cuando los dedos de ésta treparon por sus muslos y acariciaron su mojado coñito. El morbo comenzaba a superarla.

"Bueno, Pequeña Lucía…"- dijo Natalia mientras le abría la puerta interior del garaje, que daba a unas escaleras que subían hasta la primera planta de la casa.- "Hay algo que no te dije…"

"¿Qué?"

"Verás… tienes que pasar una… "iniciación"."

"¿Una iniciación?"

Lentamente, las dos jóvenes fueron subiendo las escaleras, continuando su diálogo.

"Sí, verás… para ser una de las nuestras, las veteranas tendremos que probar tu valía."

"¿Veteranas?"- Sin prisa, pero sin pausa, Niña Lucía ya Natalia habían llegado ante una gran puerta doble, de color blanco, y tras la que se oían algunas voces femeninas.

"Las nueve que estábamos cuando compramos la Casa éramos las Veteranas. Después de la dimisión de una de las chicas, que quería otro tipo de vida, decidimos subir de rango a la siguiente más antigua, para eso de que fueran impares y se pudiera hacer mayoría… somos, por así decirlo, el órgano de gobierno. Y nada entra en esta casa sin que antes haya pasado por nuestras manos."

"¿Nueve?"- Niña Lucía tragó saliva. Natalia ya estaba girando la manivela de la puerta.

"Te acabará gustando, ya verás."

"P-pero…"

Natalia abrió la puerta del salón, y ocho pares de ojos se dirigieron hacia Niña Lucía. El noveno, los ojos de Natalia, tardaron un poco, y la miraron simplemente para animarla a entrar con un:

"Pasa ya."

Niña Lucía lo hizo, trataba de mirar a la cara a las mujeres, pero le costaba horrores no bajar la cabeza. Aquella miradas… lobos. Mejor dicho, lobas. Lobas que salivaban y sonreían viendo a su tierna y frágil presa.

A más de una los pantalones ya le habían estorbado, y se paseaban enseñando las braguitas y tangas. Tras escrutar detenidamente el cuerpecito delgado de Niña Lucía, que le daba a su uniforme del instituto un nuevo significado, se miraron entre sí, y asintieron.

"Desnúdate."- Ordenó una morena de ojos castaños que mostraba un piercing bajo su labio y otro en el ombligo que, por la posición elevada de su top, podía verse. Posiblemente fuera la mayor de todas. De todas formas, ni Niña Lucía ni nadie podía echarle más de veintiséis años.

"Hazlo, pequeña Lucía."- le susurró al oído, desde atrás, Natalia, arrancándole con su aliento un escalofrío a la jovencita.

Niña Lucía obedeció. Comenzó a desabotonarse lentamente la blusa de su uniforme, desnudando sus pechos niños.

"No tiene tetas, Nat… ¿De verdad piensas que es buena?"- preguntó una rubia de amplísimo busto.

"No lo pienso. Estoy seguro de ello. Lo he comprobado."- Natalia besó el nacimiento del cuello de Niña Lucía mientras la blusa de ésta caía en vuelo libre al suelo, desnudando ya a la joven de cintura para arriba.

Niña Lucía se estremeció en aquel beso. ¿Qué estaba haciendo? Desnudarse ante nueve mujeres que se la iban a follar. Nueve. Sólo Dios, de existir, sabría qué iban a hacer con ella.

"Ahora me decís si no es un encanto."- Las manos expertas de Natalia desabrocharon la falda del uniforme y la bajaron por las piernas suaves de la jovencita. Allí, vestida únicamente con zapatillas y las medias del uniforme, quedo Niña Lucía.

"La hostia…"- suspiró la primera de las mujeres, la que parecía más mayor.- "Coñito de niña… es… perfecto…"- añadió, acercándose e inclinándose sobre el sexo depilado de la pequeña rubia.

"Vaya, vaya…"- intervino otra de las mujeres.- "¿Y es toda para nosotras?"

"Hoy sí."- respondió Natalia, mientras Niña Lucía cerraba los ojos avergonzada. Aún así, el rubor de su cara no era únicamente de vergüenza. Su sexo perladito de flujo así lo demostraba.

"Creo que nuestra querida Lucía es toda una cachonda…"- dijo una.

"Ey. La duda ofende."- Otra replicó, aunque Niña Lucía no supiera bien la razón.

"Tranquila, Lucía… sabes que hablamos de la nueva putita…"- respondió la primera.

"Es verdad, pequeña… ya tenemos una Lucía…"- dijo Natalia, mientras obligaba a la jovencita a darse la vuelta, desnuda, para que todas pudieran comprobar cada centímetro de su piel.- "Habrá que buscarte otro nombre para diferenciarte… ¿Cuál es tu apellido?"

Niña Lucía no se atrevía a abrir los ojos, pero notaba el aliento de Natalia sobre sus labios, señal de que estaba tan cerca que, sólo con mover los suyos, podría besarla.

"Del… Del Solar…"- respondió Niña Lucía…

"Lucía… Luci… ¿Lucía del Solar?... ¿Luz del Sol?... no, parece nombre de grupo mierda emo…"- musitó una voz femenina que Niña Lucía no reconocía.

"¿Qué tal Luci a secas?"- preguntó otra.

"No… muy cursi… ¿Lucía putita?"- Otra voz se sumó a la discusión, Niña Lucía temblaba de miedo y excitación. Natalia lo sabía y comenzó a acariciarle suavemente el sexo, haciendo que la jovencita suspirara de placer.

"No… no le queda bien… Necesita uno más tierno, miradla, es una chiquilla, tiene pinta de dormir aún con peluches."- musitó Natalia.

"Que… ¿Qué tal...?"- comenzó la desnuda jovencita.- "¿Qué tal… Ni… Niña Lucía?"- suspiró.

"Niña Lucía…"- Pensó Natalia…-"A mí me parece de puta madre… ¿Y a vosotras?"

"Perfecto."

"Le queda que ni pintado."

Todas, las nueve voces, estuvieron finalmente de acuerdo.

"Pues nada, pequeña…"- le dijo Natalia, volviendo a girarla hacia sus compañeras y obligándola a que abriera los ojos.- "Te presento a Gloria, Pilar, Lucía, Samantha, Vanessa, Susana, Carolina, y Tania. Chicas, ésta es, desde ahora… Niña Lucía."

"Bienvenida, Niña Lucía…"- sonrieron todas, algunas deshaciéndose de las camisetas y tops, otras, simplemente, mirándola con hambre.

Hambre de hembra.

Hambre… de Niña Lucía.

II. Nueve mujeres y una niña. PX

"Vale, pequeña…"- se acercó a ella Gloria, la más mayor de todas.- "Arrodíllate. Esta tarde no sales de aquí hasta que no nos dejes a las nueve satisfechas…"

"y cuidado…"- añadió Samantha, una espigada joven de piel y cabellera morenas.- "Algunas somos muy perversas."

Todas rieron cómplicemente las palabras de su compañera. Hasta que Niña Lucía, arrodillada, dijo:

"No más que yo."

Un murmullo generalizado de sorpresa se fue extendiendo. Alguna aplaudió la osadía de Niña Lucía.

"Bien, comprobémoslo."- La tal Pilar, una exuberante pelirroja (la única pelirroja), vestida ya únicamente con un tanguita negro, mientras que el resto de la ropa descansaba detrás de uno de los sofás, se giró y se sentó en un sillón, de cara a Niña Lucía, y abrió las piernas.- "Gatea hasta aquí y cómeme el coño."

Niña Lucía puso sus manos sobre la alfombra y comenzó a gatear hacia Pilar, mientras las otras jóvenes le hacían hueco. Completamente desnuda, la cabeza gacha, el corazón retumbándole en el pecho… Niña Lucía notaba cómo cada vez más, su sexo se humedecía. Lentamente, comenzó a atravesar el paseíllo que formaban las otras ocho, Natalia entre ellas, cuatro a cada lado.

Nada más pasar ante la primera pareja, dos fuertes palmadas sonaron en el salón y Niña Lucía elevó un sonoro quejido.

"Sigue caminando."- ordenó Natalia, mientras se soplaba la mano con la que acababa de palmear las nalgas de Niña Lucía. Dos, cuatro, seis palmadas más acompañaron a Niña Lucía en su camino, ni una sola de las mujeres se olvidó de hacer sonar su mano con el culo de la jovencita.

"Joder, tiene un buen culo…"- Dijo Carolina. Mientras observaba cómo la muchacha se colocaba entre las piernas de Pilar y a órdenes de ésta, hacía desaparecer su tanguita mostrando un pequeño y cuidado matorral de pelirrojo vello púbico.

"Sí, que lo tiene. Creo que es un culazo perfecto… ¿Vosotras qué pensáis?"

El culo de Niña Lucía, en pompa y enrojecido por el castigo sufrido, se veía decididamente atractivo.

"Mmmmm… no come nada mal, nenas…"- sonrió Pilar, desde su sillón, donde recibía en el coño la lengua traviesa de Niña Lucía.

"Veamos, pequeña… nosotras también queremos marcha… ¿Tienes alguna mano libre?"

Niña Lucía, sin decir nada, puesto que su lengua estaba ocupada con el coño de una cada vez más cachonda Pilar, saludó con la mano derecha, la misma que Vanessa, tras desnudarse, terminaría por dirigir a su sexo.

La nariz de Niña Lucía se inundaba del fuerte aroma de Pilar, a su lado, Vanessa, arrodillada e inclinada hacia delante, hacia el sofá, donde entablaba una escueta conversación con Pilar que no tardó en acabar sepultada bajo un mar de besos entre ambas, recibía entre sus piernas las caricias de la mano derecha de Lucía.

Una nueva palmada, y un nuevo gemido de dolor de la jovencita. Otra. Y otra. El rojo de las nalgas de la chiquilla aumentaba de intensidad, así como también aumentaba la sensibilidad de su piel.

La uña de Natalia acarició suavemente la piel del culo de Niña Lucía, que se estremeció al roce, contrayendo espasmódicamente las piernas por las insospechadas cosquillas.

"Nenas. Traed el maletín."- Niña Lucía escuchó la voz de Natalia y quiso girarse para saber de qué se trataba el maletín, pero Pilar volvió a dirigir la cara de la dieciseisañera entre sus piernas, obligándola a reanudar el trabajo de su lengua.

"Ni se te ocurra parar hasta que yo te diga, putita…"- gruñó Pilar.- "¿Lo hace bien, Vane?"

Vanessa, con dos dedos de Niña Lucía entrando y saliendo de su cuerpo no pudo contestar. Un estremecimiento de placer le puso los ojos en blanco y no dejó salir de su garganta más que un gemido.

Niña Lucía sintió dos dedos metiéndose en su coñito. Hubiera querido girarse para saber de quién eran, pero no podía. La boca ocupada en Pilar, la mano derecha en el coño de Vanessa, quedaban siete mujeres para disputarse su sexo. O tal vez, su solo sexo se les quedara corto.

Aquellos dedos en su interior eran expertos. El coño de Pilar, cuyas caderas comenzaban a moverse adelante y atrás sin control, apagaba sus gemidos. No así los de Pilar y Vanessa, que no se cortaban un pelo a la hora de gemir y jadear.

Su coño destilaba flujo. El ambiente comenzaba a cargarse del aroma del sexo. Sexo donde no había sitio para el olor del semen. Sólo sexo femenino, flujo y sudor de hembra en celo.

Los dos dedos salieron de su cuerpo mientras Vanessa, con otros dos dedos de Niña Lucía dentro de sí y otro más que se había sumado a frotarle el clítoris entre las piernas, empezaba a correrse entre espasmos y gemiditos.

"¡Dios!"- Pilar, por su parte, también se veía a las puertas del clímax y obligó a Niña Lucía a detenerse.- "No todavía, niñita…" -dijo la pelirroja, ofreciéndole su sitio a Samantha.- "Ya verás, Sam, cómo come esta puta…"

Niña Lucía sintió la fría y lisa superficie de un vibrador abriéndose paso entre los labios de su sexo, mientras los de su boca, donde ya se mezclaban flujo y saliva, se amorraba al clítoris de Samantha.

"Mmmmm…"- comenzó a gemir Niña Lucía cuando pusieron en marcha el instrumento, arrancándole un escalofrío de goce.

"Manténlo adentro, putita. Más te vale que no se te caiga…"- gruñó en su oído Susana, un segundo antes de, sin poder evitarlo, lanzarse a besar el cuello delgado de Niña Lucía, que seguía concentrada en el coño de Samantha. Cuando la propia Susana, sin embargo, agarró su mano izquierda y la obligó a acariciarle el sexo, Niña Lucía tuvo que compartir la concentración entre sus dedos y Susana, su lengua y Samantha y el vibrador y su coño, que dificultaba cualquier acción, revoloteando en su sexo.

"Se te está saliendo, Niña Lucía."- avisó la otra Lucía, una morena de grandes curvas.

Niña Lucía, apretó los músculos de su sexo, tratando de atrapar al vibrador, que, encerrado en tal tensión, parecía dar aún mayor placer.

"Ah… no… no puedo… no puedo…"- Niña Lucía había dejado de lamer coño. Aquella polla de mentiras taladraba su consciencia.

"Pide permiso antes, puta."- El tono de voz se difuminaba entre las explosiones que tomaban la cabeza de Niña Lucía por campo de batalla, pero la joven creyó reconocer las palabras de Tania, una joven castaña de gesto severo y curvas suaves.

"¿Pu… puedo… puedo correrme?"

"¿Le dejamos, nenas?"

Niña Lucía no aguantaba más. Estaba al borde, sobre el filo de la navaja, todo su cuerpo, toda su mente se centraba en aplazar un orgasmo que ya, con el vibrador palpitando en su sexo, parecía inaplazable.

"Yo le dejaría."- Suspiró, desde un sofá donde descansaba del orgasmo anterior, Vanessa.

"Yo también. A ver si continúa con su trabajo, que bien lo hacía…"- dijo Susana.

"Opino lo mismo."- Fue Samantha quien habló.

Niña Lucía no se creía capaz de aguantar a que las nueve emitieran su opinión. El instrumento vibraba en su sexo, y sus piernas se estremecían mientras ella soltaba pequeños gemiditos que presagiaban un aguante más bien efímero.

"Que aguante."- dijo Tania. 3 a 1.

"Sí, que aguante un poco."- Carolina. 3 a 2.

"Que se corra."- Lucía. 4 a 2. Niña Lucía puso los ojos en blanco. Imposible. Era imposible aguantar más y ya empezaba a perder importancia lo que las chicas dijeran. Ella iba a correrse, lo necesitaba, ya le daba igual lo que dijeran y, a pesar de eso, seguía resistiendo. Porque ellas así lo ordenaban y porque ella tenía que obedecer.- "Sólo falta una para la mayoría… ¿Nat, Pili, Gloria?"

"Córrete."- Natalia agarró el consolador, lo sacó del coño de Niña Lucía, vibrando, y lo volvió a introducir de una estocada.

El grito de placer de Niña Lucía resonó en toda la casa. Sus piernas se estremecieron y todo su cuerpo pareció colapsarse en un estallido total. Le fallaron también las manos con las que se apoyaba, a cuatro patas, y se dejó caer al suelo donde tembló como si le hubiera dado un ataque. Algo así era. Un ataque de placer, un orgasmo, un clímax poderoso que estremeció todo su cuerpo y lo dejó temblando sobre la alfombra. Una alfombra que manchó de flujo cuando, entre contracción y contracción en la posición casi fetal en la que Niña Lucía terminaba de gozar su orgasmo, el vibrador salió de su cuerpo, seguido por una cantidad de flujo que salpicó las propias nalgas de Niña Lucía y la alfombra.

"Joder cómo me ha puesto la niña… joder… jod…"- Samantha se había colocado de cuclillas sobre Niña Lucía, masturbándose frenéticamente.-"Joder… oh, joder… joderrrrrrrrr…"

Temblando, con los dientes apretados y su mano frotando desesperadamente su sexo, Samantha se corrió sobre Niña Lucía, e incluso algunas gotas de flujo cayeron sobre la cara de la pequeña rubia.

"joder… a ver quién limpia luego esto…"- rió Gloria, observando las salpicaduras de flujo de ambas y viendo cómo Niña Lucía, aún con los ojos cerrados, se recuperaba lentamente del orgasmo sufrido.

"Bueno, parece que la putita se ha corrido. Ahora nos tocará a nosotras, ¿no?"- Sonrió Pilar, la pelirroja, que ya se había colocado un strap-on, un arnés con polla.- "venga, ponte otra vez a cuatro patas, putita."

Niña Lucía, cubierta aún de flujo y sudor y visiblemente cansada del orgasmo sufrido, obedeció. Pronto tuvo una polla de plástico perforando su coño, mientras Pilar, sonriente, jadeaba. Niña Lucía estaba cansada, pero notaba cada una de las embestidas, y nuevamente volvió a calentarse en poco tiempo.

Un coño, con un par de aros en uno de los labios, se le puso delante a la altura de la boca, y la joven no lo dudó. Apoyándose sólo en una mano, dirigió la otra al sexo desconocido que se le presentaba ante sí, para ayudar a la lengua en su lúbrico trabajo. Al empezar los gemidos fue cuando reconoció la voz de Gloria. Un nuevo cuerpo se puso debajo de Niña Lucía, bocarriba y con su cara pegada al sexo de la jovencita, que se abría a las embestidas de la falsa polla de Pilar.

III. Prueba superada

Piel pálida, pelo rubio (lo supo por que el vello púbico era rubio), Niña Lucía la reconoció como Carolina. Repartió las caricias de su lengua y su mano zurda entre Carolina y Gloria. La lengua de la rubia que se acababa de poner bajo suyo comenzó a lamer el coñito enrojecido de la más joven, y sus dedos, que en un principio también acariciaban el sexo de Niña Lucía, acabaron por compartir su experiencia con Pilar, colándose bajo el arnés y masturbándola a cada embestida que la pelirroja detenía para recibir las caricias de Carolina por un lado y por el otro para hacer sentir a Niña Lucía aquella polla hasta lo más hondo de su ser.

Pilar, nuevamente antes de correrse, abandonó su puesto y lo cedió a otra compañera que también se había colocado otro arnés. Tania se colocó ante Niña Lucía y hundió su polla de plástico en lo más hondo de su sexo, deslizándose como mantequilla por la abundante lubricación.

"Tráeme una polla de plástico."- Pidió Tania, y sus deseos fueron cumplidos cuando alguien puso en su mano el vibrador que poco antes había causado el orgasmo de Niña Lucía.

Inclinándose hacia atrás y escondiendo el vientre (lo poco que podía esconder de su vientre plano) sin sacar la polla de su arnés del coño de Niña Lucía, Tania acarició con la punta del vibrador el oscuro agujerito posterior de la joven.

Niña Lucía se estremeció. Notaba ya la lengua cansada del trabajo al que Gloria le obligaba, aun cuando, por los movimientos de ésta, poco tiempo le quedara a la morena de disfrutar de la rubia. Bajo ella, Carolina lamía con fruición el clítoris inflamado de la joven, que respondía a sus caricias con gemidos. Tras ella, la polla de Tania se hundía en sus entrañas y el vibrador que tenía en las manos parecía tener pensado emularla, aunque fuera por otro agujero.

"¿Puedo correrme?"- preguntó Niña Lucía.

"¿Otra vez?"- a su derecha, Susana se reía.- "Pues esta vez creo que tendrás que aguantar."- Quizá sólo por reafirmar sus palabras, quizá sólo porque le excitaba, abrió la mano y azotó nuevamente las enrojecidas nalgas de Niña Lucía.

Poco a poco, el resto de mujeres fue dando su opinión, y excepto Natalia y Vanessa, todas estuvieron en contra de Niña Lucía.

Esta vez se veía más capaz de aguantar, sin embargo, así que lo hizo. Trató de olvidarse de la polla en sus entrañas, del vibrador que se internaba poco a poco entre sus nalgas, abriendo su ano con suavidad, de la lengua de Carolina, haciendo travesuras sobre su sexo. Trató de olvidarse de todo aquello y Gloria, que era la única concentración que se permitió, lo agradeció.

Tras unos segundos más de intenso trabajo conjunto de dedos y lengua, Gloria se corrió, suave, placentera, silenciosamente. Simplemente siseando y empotrando su sexo en la cara de Niña Lucía.

Otra mujer había tenido su orgasmo. ¿Quedaban? Niña Lucía ya no sabía. Se había convertido en un pelele a merced de nueve mujeres. Nueve mujeres que hacían con ella lo que querían. En ese instante, lo que hicieron fue colar un vibrador completo en su culo mientras una polla de goma le avasallaba el coño. Le dolió la intrusión, la presión en su interior era enrome. No se quejó. Le venía bien para alejar de ella el orgasmo. Un orgasmo indeciso, que iba y venía, oscilando entre el placer, el dolor y el cansancio.

El vibrador, entonces, fue puesto en marcha y un temblor irreprimible recorrió a Niña Lucía. No pudo recrearse en él. Bajo suyo tenía a Carolina, con las piernas abiertas y el sexo brillante de flujo. Se lanzó a besarlo, chuparlo, penetrarlo y, aunque tenía muy cansada la lengua, también a lamerlo.

Tania reanudó sus embestidas, metiendo y sacando la polla de goma del interior de Niña Lucía. A cada envite, si el vibrador que rellenaba el ano de Niña Lucía había salido algún centímetro, con el propio cuerpo lo volvía a meter en su apretadísima y oscura cueva.

"Lo estás haciendo de putísima madre, Niña…"- le susurró al oído Natalia.- "Tienes a todas cachondas perdidas."

Carolina terminó por correrse, lo mismo Tania, a la que la vibración del cacharro que había introducido por el esfínter de Niña Lucía parecía habérsele contagiado.

"¿Puedo correrme ahora?"- Niña Lucía trataba de aguantar. Y pensar. Tania, Carolina, Vanessa, Samantha, Gloria, Pilar… no, Pilar no se había corrido. Con ella, aún quedaban cuatro.

Un rápido vistazo alrededor sólo dio caras sonrientes y asintiendo, algunas satisfechas, otras anhelantes. Lucía extrajo el vibrador del ano de su tocaya y lo sustituyó por dos de sus dedos, mientras que la otra mano, al tiempo que sostenía a Niña Lucía por el vientre, frotaba su sexo incendiado.

El movimiento de los dedos de Lucía "la mayor" se hizo frenético durante unos segundos. Tiempo en que ardieron en el recto de la joven. El tiempo en que los gemidos de Niña Lucía tardaron en convertirse en gritos cortos y secos y, siendo masturbada por el culo, acabar corriéndose por segunda vez ese día. Tercera si contamos la masturbación de Niña Lucía en la ducha antes de salir al instituto.

Niña Lucía, no se sabe si por el cansancio, el placer, la borrachera de cachondez que llevaba, o el dolor de sus músculos agotados, empezó a perder consciencia de lo que pasaba. Recordó cabalgar sobre Susana, armada con el mismo arnés que antes había usado Pilar. Cabalgaba a gran velocidad, deseosa de mostrar sus habilidades. Y cabalgó hasta que su tocaya Lucía se colocó el arnés con que se había corrido Tania y la penetró, al tiempo, por el culo.

"Le caben dos pollas al tiempo… ¡Joder, es una máquina! Creo que a su edad a mí no me cabía ni un Alpino"- se rió Pilar, recordando la marca de lápices de colores.

Cuando ambas se cansaron de darle caña a Niña Lucía, se quitaron los arneses y se colocaron ante ella, a cuatro patas, culo en pompa exponiendo sus hinchados labios entre sus piernas, que abrieron para permitir que los dedos de Niña Lucía se hundieran en su interior. Así lo hizo la jovencita.

Masturbó frenéticamente a ambas hasta que se corrieron. Primero Susana, luego Lucía.

Niña Lucía se sentía agotada. Era una jornada maratoniana. ¿Cuánto hacía que estaban allí, follando? ¿Dos, tres horas? Menuda tarde. Agarró el vibrador, que rodaba por el suelo, y se dirigió hacia la pelirroja Pilar, que la recibió con las piernas abiertas, tumbada sobre la alfombra húmeda de flujo.

La combinación de la vibración del consolador en su coño, un dedo de Niña Lucía en su culo, y la lengua de la rubia sobre su clítoris fue suficiente como para llevar a Pilar a un orgasmo dulce y escandaloso, que la removió de arriba abajo.

"Bueno, Nat… Ya sólo quedas tú ¿Qué piensas hacer con la nueva?"- Preguntó Gloria.

"Me he esperado al final por algo, ¿no?"- dijo Natalia, haciendo levantarse a Niña Lucía con suavidad.- "Me la llevo a la sala 4".

Las ocho mujeres restantes asintieron con complicidad y Natalia llevó de la mano a Niña Lucía, ambas dos completamente desnudas, por toda la casa. Subieron las escaleras y volvieron a aquél pasillo de rojiza iluminación que a Niña Lucía le recordaba los cinco orgasmos del día anterior.

Entraron en una sala donde sólo había una cama grande y un armario.

"Me vas a tener que perdonar, Luci…"- avisó Natalia mientras iba hacia el armario y le indicaba que se subiera a la cama.- "Pero si no lo hago reviento… aún me he esperado porque no quería que te lo hicieran todas… pero… vas a perdonarme…"

Niña Lucía observó con curiosidad a Natalia. No entendía qué quería decirle. Pero cuando vio lo que Natalia llevaba en las manos lo entendió. Aquello era una paleta de spanking, un utensilio para azotar culitos rebeldes.

"¿Estás segura que quieres eso?"- preguntó Niña Lucía, ocultando un escalofrío.

"Lo llevo queriendo desde que me tiraste el cigarrillo en el baño."- rió Natalia.

"Está bien. Si tú quieres…"- Niña Lucía, sumisamente, se giró y se puso a cuatro patas sobre la cama, mostrando su culo a Natalia, que jadeó excitada y se subió también al lecho, junto a la chiquilla.

Natalia trató de calmar su respiración antes de golpear. Se concentró, armó la paleta, y azotó.

"¡AYYY!"- El quejido de Niña Lucía no hizo sino excitar más a Natalia, que volvió a armar su brazo derecho con la paleta y azotó de nuevo.- "¡AYY!"

Cada golpe de la paleta en las nalgas de Niña Lucía era respondido por un gritito de dolor. Lo que antes era una piel enrojecida pasó a tener un color violáceo. Pero Natalia no cejaba. Azotaba con la derecha, de rodillas sobre la cama, mientras con la izquierda se masturbaba. Los azotes se iban acelerando, tanto como los propios latidos de Natalia, su mano, y los quejidos en respuesta de Niña Lucía, que ya lloraba a lágrima viva.

"Toma, puta. ¿Te gusta, puta? ¡Dímelo! ¡Te gusta, verdad! ¡Guarra! ¡Estás cachonda como una perra, no lo niegues!"- la pequeña rubia sólo podía responder con quejidos y sollozos a la sarta de blasfemias de Natalia, que seguía masturbándose azotándola sin piedad una y otra vez.

El culo de Niña Lucía ya había dejado muy atrás el rojo cuando Natalia alzó la pala por última vez. No llegó a azotar más. Comenzó a estremecerse, temblando de arriba abajo, y un grito poderoso surgió de su garganta.

Se corrió. Azotando a Niña Lucía, que lloraba por el tratamiento recibido, Natalia se corrió. Cayó tumbada junto a la rubia y observó su carita de niña envuelta en dolor.

"Perdona, Luci. Me he pasado."

Niña Lucía, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, y sin variar la postura aunque el propio aire le ardía en el culo, simplemente besó a Natalia, que aceptó el ósculo sin problemas.

"Prueba superada, niña. Lo has conseguido… otra vez."- Dijo Natalia, y Niña Lucía sonrió.

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Vístete de humo

Niña Lucía (Kinbaku)

Niña Lucía (Luisa)

Niña Lucía (Poesía)

En mi cenicero

Niña Lucía (Luis)

Niña Lucía (Cuéntame, Ángela)

Niña Lucía (Ángela y Joan)

Las olas tienen nombre

Niña Lucía (Cúentame, Lucía)

La luna ha mentido

Niña Lucía (Cuéntame, Joan)

Niña Lucía (Agua sucia)

Niña Lucia (Un completo desconocido)

Niña Lucía (un tigre de peluche)

Niña Lucía (A ojos de Ángela)

Niña Lucía (Reencuentro)

Niña Lucía (La Venganza)

Dame tequila

Niña Lucía (Ángela)

Niña Lucía (Tío Rodrigo)

Niña Lucía (Joan)

Me voy

Niña Lucía

No te he escrito una poesía