Hay jardines que huelen a mujer encerrada,
hay mujeres que huelen a lluvia, a problemas,
a cuerdas de nailon y a acordes de guitarra,
y otras mujeres huelen simplemente
a jardín exuberante.
Pero solo conozco una,
una que es como todas y como nadie,
única y común, diosa y persona,
con brazos y piernas como enredaderas,
pechos de amapola salvaje,
cintura de tulipán,
besos de rosa.
Tan solo conozco una
que huela a jazmín.
Sabe disfrazarse de violeta
y perfumar de nomeolvides sus ausencias
tiene un algo de girasol en la mirada
y deja tras de sí cuando camina
un reguero de pétalos de lirio.
Pero entre mis manos, cuando huele,
huele a jazmín.
Se desnuda con aspavientos de azucena,
me roza como con pétalos de azahar,
y cuando abre la boca en un gemido
se le escapan las gardenias atrapadas
en el fondo de su cuerpo incandescente.
Y cuando llega al orgasmo, todo el cuarto
huele a jazmín.
Es una orquídea selvática cada noche,
con sexo de vainilla apasionada,
que florece y enraíza en mi alma.
Pero tanto su sudor como su aliento
huelen a jazmín
Hasta su coño
huele a jazmín.
Huele a Jazmín
Kalashnikov