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¡Qué pena de pene!

en MicroRelatos

Mi novio no dejó de pedirme sexo desde el mismo día en el que nos comprometimos. Eso me enfurecía, porque había prometido respetar mi virginidad hasta el día en el que contrajésemos matrimonio; y sin embargo me acosaba casi salvajemente. No dejaba de decir obscenidades y presumir de un pene descomunal. Todo eso ocurrió hasta que me harté y acepté sus proposiciones; ahora bien habríamos de perdernos en mitad de la arboleda, en el bosque y allí disfrutaríamos.

Excitadísimos, sobre todo él, llegamos bajo aquel magnífico roble y haciéndole creer que estaba juguetona logré atarlo al tronco del árbol. En primera instancia planeé abandonarlo a su suerte, pero finalmente pudo mi curiosidad y bajé sus pantalones a ver si era verdad lo de su polla descomunal. Me dio por reír al ver algo tan diminuto y afloró mi crueldad al ridiculizarlo. No obstante me excitó humillarlo y le di el sexo que deseaba masturbándolo hasta que se corrió. Después me marché dejándolo allí.