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Empezando las clases y con mi amiga Lourdes

en Lésbicos

Empezando las clases y con mi amiga Lourdes

Nuevamente a la aulas universitarias, el reencuentro con todos los chicos y chicas, aunque con algunos si nos vimos esporádicamente. Mi amiga Lourdes me llamó mucho la atención por su semblante triste con una sonrisa fingida, le di un saludo cordial en ese momento.

A la salida de las clases en uno de nuestros descansos, la busqué con la finalidad de saber más de ella, no es por nada pero la nena estaba para comérsela con sus piernas largas y morenas, su rostro piel canela, su cabello lacio que caía sobre sus hombros, sus ojos medianos y algo jaladitos, con un culo firme y unas grandes tetas que se querían salir por el escote de su blusa;  me acerqué a ella tratando de ganarme su confianza preguntándole sobre su relación con nuestro común amigo David. Ella con su semblante sombrío me confesaba que se sentía un poco desencantada con él, ya no tenía detalles con ella, incumplía algunas de sus citas y ni siquiera como pareja la complacía. La situación se hacía picante, mucho mejor de lo que esperaba.

  • Dime reina, acaso no te cumple como se debe.
  • Pues no sé, siempre me deja con ganas de más. No sé si contarte mis momentos íntimos Angie.
  • Vamos reina somos amigas de hace más de un año y quiero seguir siéndolo para ti.
  • La verdad es que cuando estamos en la cama, él se sube encima de mí me introduce su pene, se mueve, me acaricias, me besa y cuando me empiezo a excitar transcurren casi diez minutos deja su semen dentro de mí y se sale, luego se va al baño, regresa y descansa. Es todo el sexo que tengo y se ha tornado monótono y algo aburrido.
  • Sabes bonita, tu situación me hace recordar a una amiga en tu misma condición; conoció a una chica impresionante se hicieron muy íntimas y hoy se llevan a las mil maravillas, en la cara de ella se nota la felicidad y la satisfacción.
  • Quéeeee…..quieres que me acueste con una lesbiana.
  • Vamos amiga, no me digas que ni siquiera lo has pensado, al menos por un momento.
  • Pensar si, pero hacerlo es diferente.
  • Es un hecho que me gustan los hombres pero alguna vez he pensado que me gustaría que me lo mamara una chica.
  • Wow linda, me impresionas. No me esperaba eso. Después de todo quien mejor que una chica para conocer tu cuerpo y puedes estar con ella toda una noche entera.
  • Lo crees así.
  • Claro amiga, una mujer sabe dónde está tu punto sensible para hacerte sentir el placer que necesitas.

Una sonrisilla se dibujó en su rostro, lo cual me permitía saber más de ella, la idea no le era distante después de todo.

Al día siguiente de nuestra amena e interesante charla de chicas decidí invitarla a mi casa, estaba sola, bajo pretexto de realizar trabajos de la universidad. Lourdes llegó temprano como a las nueve de la mañana, estuvimos más de media hora haciendo el trabajo para el cual la había llamado,, después de este tiempo decidí irme por ella:

  • Dime linda, todavía sigues fantaseando que una nena te lo mame rico.
  • Que te lo empiece a frotar con dos de sus dedos largos y estirados mientras con el pulgar busca tu clítoris para rozarlo con la yema de su dedo; metiendo su otra mano dentro de tu brasier para jalarte los pezones, dándote largos pellizcos.
  • Que te quite tu pequeña tanguita, dejando tu coñito al aire, debajo de tu faldita, para meterse dentro de ti y abarcar todo tu coño con sus labios e ir cerrando la boca sin apartarla de tu coño para detenerse en la entrada de tu rica cosita y meter su lengua hasta el fondo de ti mientras sus dedos jalan tu hinchadito clítoris.

Esta situación estaba poniendo a Lourdes a tono, sus ojos se notaban brillantes, sus piernas muy cerradas como si tratara de detener algo que se escapaba por ahí. Tome sus muslos entre mis manos y la abrí de piernas, metí mi mano dentro de su faldita y dentro de su tanguita sexy para sentir su coño húmedo y meter un dedo en él, doblándolo y estirándolo dentro de su coño para después metérselo y sacárselo muy rápidamente y repetidas veces.

  • Vamos cariño déjame ayudarte a sentir el placer que tanto desea tu cuerpo.

Ella se abrió de piernas, se recostó en el mueble, cerró sus ojos puso su cabeza de costado y gimió silenciosamente. En la intensidad del momento su tanguita se rompió, pero eso no iba a detenerme, mis dos dedos ahora dentro de su coño, entraban y salían, con una velocidad increíble; no le daría paz a ese coñito rico hasta que me deje los dedos encharcados. La veía como mantenía sus ojos cerrados y se mordía fuertemente los labios tratando de impedir un grito de excitación, ahogando sus gemidos. Fueron varios minutos interminables, pero muchos más de los que pasaban con David.

Mis dedos chapoteaban en su inundado coño, pero aún así seguían entrando y saliendo sin detenerse. Ella tuvo que cerrar las piernas para aprisionar mi mano entre sus muslos y dejar mis dedos metidos en su coño, tensando su cuerpo, poniéndose rígida. Así con mi mano prisionera, acerqué mi boca a la suya y le di un beso. Después de ese rico beso abrimos nuestras bocas para que nuestras lenguas juguetearan y se masajearan entre ellas dándole más placer a su cuerpo y con mi mano libre acariciaba su largo cabello lacio. Sus manos tocaron mi espalda y me dieron inocentes  caricias. Luego acerque mi boca hacia su oreja derecha, se la mordí suavemente y le dije:

Vamos a mi cuarto amor, hoy haré realidad todas tus fantasías.

Nos encaminamos hacia mi habitación torpemente, y allí nos quitamos la ropa lentamente, admirando nuestros cuerpos, mientras nos acariciábamos una y otra vez.

Ella se acostó en la cama poniendo su trasero al filo de ella mientras sus piernas bajaban desde la cama hasta el piso de la habitación con las piernas bien abiertas, yo estaba arrodillada en el piso sosteniéndome de sus muslos con mis manos, uno para cada mano y le abrí más las piernas para que mi lengua pueda lamer su rico coño, con la punta de mi lengua empecé a lamerle desde abajo donde termina la entrada de su coño y seguí subiendo sin apartar mi lengua de su coño hasta su clítoris, moviendo la cabeza de arriba hacia abajo para detenerme luego de un rato en la entrada de su coño y meterle mi lengua hasta donde más pude, acariciándole las paredes del coño mientras mis manos recorrían sus muslos para buscar sus hermosas nalgas y tomar una en cada una de mis manos y apretarlas con deseo y ganas, mis labios y mi lengua eran dueñas de su preciado coño lamiéndolo y mordiéndolo suavemente, intensamente, dándole sonoros chupetones que la hacían estremecer y sentir como mi boca era bañada por unos flujos que me hacían desearla más y más.

Jalé a Lourdes un poco hacia adelante quedando su culo al aire con su cuerpo echado en la cama y así con las piernas abiertas sostenida mi mano izquierda a su muslo derecho mientras mi lengua y mis labios seguían en su coño, mi mano derecha acariciaba sus nalgas, recorriendo con la punta de mis dedos la raja de su culo, hurgaba con mi lengua voraz su coño rico y mientras mis dedos acariciaban su raja casi de improviso metí rápidamente un dedo en su culo, derecho y hasta el fondo, con mi mano izquierda la sujeté para inmovilizarla y con mis labios le mordí el coño más de lo debido mientras su cuerpo se tensaba y se levantaba hacia arriba como queriéndose sacar mi dedo del culo pero no se lo permití sino que violé su culo con mi dedo, sin importar los gritos que exhalara ni las súplicas para que la deje tranquila, seguí dándole más placer a su coño y su culo hasta hacerla desfallecer y temblar sus piernas. Metí casi la mitad de sus nalgas en la cama, la abrí de piernas, me metí entre sus piernas y froté mi coño al de ella una y otra vez, rápidamente, frotando nuestros clítoris, sostenida a sus pechos con mis manos, ella con sus manos me apretaba las nalgas para pegarme más a su cuerpo. Luego me trepé en la cama y le puse mi coño chorreante en su boca para sentir su lengua dentro de mí; pero la nena se resistió un poco y no quería hacérmelo y sin más abrí mis piernas, una a cada lado de su cuerpo, apoyada con mis manos a la cama, me refregué con mucha fuerza mi coño por toda su cara, ahogándola, haciendo que su respiración se haga menos normal, lo cual hizo que con sus dos manos, golpeando mis nalgas fuera arrojada por encima de su cabeza hacia la cama. Mi nena había sentido varios orgasmos y yo ya me iba por el primero y Lourdes no estaba dispuesta a dármelo. Así que la nena se empezó a vestir poniéndose su brasier y su blusa encima para acomodarse luego la faldita, mientras esto sucedía busqué afanosamente un consolador, debía medir al menos veinte centímetros a más y como sabía que su tanga se había roto en nuestro encuentro en la salita de mi casa y al verla cerca de la puerta la empujé hacia ella chocando todo su cuerpo contra dicha puerta sujetada con  mi mano izquierda y en mi mano derecha el consolador lo metí debajo de su falda busqué la entrada de su ano y se lo introduje de un solo golpe y hasta el fondo, el grito que soltó fue escandaloso y ensordecedor, el llanto suplicante; si mi dedo en su culo hizo arquear su cuerpo pues el consolador la terminó por tirar al piso pero estaba sostenida por mi y la sujeté. Quería que el dolor fuera intenso para que no luchara conmigo y la despojé de todas sus ropas quedando desnuda con la ropa raída, tirada por el piso, con el consolador en el culo, gritando de dolor para que se lo sacara. Le saqué el consolador hasta una cuarta parte para poner mi coño ahí quedando pegado mi coño a su culo, ella tirada en el piso y yo encima de ella unidas por el consolador entre su culo y mi coño, disfrutaba al máximo y disfrutaba más con las muestras de dolor de mi nena; pero mi nena no se rendía quería levantarme en peso y arrojarme al piso. Una de mis manos buscó sus pechos y mis dedos encontraron sus pezones y se los pellizqué con toda la intención de hacerle daño y causarle dolor y con mi mano izquierda tomé su cuello y pegué su cara al piso, quedando su mejilla izquierda pegada al piso, mirándome con cólera y con la boca abierta que exhalaba gemidos de dolor más que de placer, yo me movía de arriba hacia abajo y de lado a lado  hasta chorrearme toda, alcanzando mi orgasmo tan deseado y contra la voluntad de mi nena. Me salí lentamente y despacio de encima de ella, sacándole el consolador que tenía hilillos de sangre producto de la penetración forzada; Lourdes solo dobló su cuerpo quedando culo arriba con las manos en el piso y su cara entre sus manos llorando por lo sucedido.

  • Eres de lo peor, te odio. Nunca quiero volver a verte.
  • Tranquila amor, solo estamos disfrutando de la mañana.
  • Disfrutar!, me has roto el culo imbécil. Maldita enferma.
  • Vamos amor, no seas dura conmigo, siempre he deseado estar contigo y quiero que sigamos gozando más.
  • Ven amor, déjame ayudarte a levantarte del piso.
  • Suéltame, que me das asco.

Con mi mano izquierda tomé su brazo para que gire su cuerpo hacia mí, y en mi mano derecha tenía un puño cerrado que se estrelló en la boca de su estómago, quitándola el poco aire que le quedaba.

  • Las nenas que disfrutan del sexo solo se aman y se desean pero jamás se insultan, verdad que lo entiendes así amorcito bello.

Y otro golpe seco con mi puño en su estómago. Las lágrimas brotaban de sus ojos en grandes cantidades. Le nena estaba entendiendo mis cariños y empezaba a dejarse dominar de mi, así que con mi mano derecha levanté su barbilla y nos dimos un gran beso mezclado con nuestras salivas, nuestras lenguas, con el caer de sus lágrimas que mojaban nuestros rostros. Al salir de su boca, le expresé:

  • Es hora de nuestro baño relajante mi amor.

Tomé la mano de mi nena y nos fuimos al baño. Ella entre miedo y deseo me siguió sin expresar palabra. Allí de pie en el baño dejamos el agua caer sobre nuestros cuerpos, mientras la acariciaba con más deseo.

Por un momento cerré la llave del agua, tomé el jaboncillo y empecé a frotarle por todo su cuerpo, delicadamente y sin prisas, deteniéndome más entre sus pechos, su coño y su culo. Luego ella hizo lo mismo con mi cuerpo, abrimos la llave del agua y la dejamos caer sobre nuestros cuerpos y nos fundimos en un gran beso con una mano tomada de su cabeza y la otra acariciando sus nalgas. Con nuestros cuerpos húmedos nos fuimos a la cama, nos echamos las dos en ella, de costado tocando nuestros cuerpos y besándonos como nunca, pidiendo más sexo. Me subí encima de ella, le puse mi coño en su boca mientras mi boca estaba en el de ella y nos hicimos un hermoso 69. Mis manos en sus muslos casi cerca de sus nalgas la sujetaban y mi lengua daba tremendos lametones a su coño, rozando su clítoris; ella se aplicaba en el mío, ahora le daba placer a su ama y su ama le correspondía con el mismo placer. Así nos entretuvimos hasta que la mañana terminó.

Al momento de vestirnos usó una de mis tangas que le quedaba algo estrecha pues sus nalgas eran más grandes que las mías, su faldita encima, su brasier, luego su blusa y encima de la blusa un pequeño saco de tela ligera para tapar su raída blusa entre las sonrisas de nosotras. Así desnuda la acompañé hacia la puerta y antes de abrir la recosté en la pared a unos centímetros de la puerta le estampé un gran beso mezclando nuestras lenguas y con mi mano derecha le apreté el coño placenteramente. Ella se abrió de piernas ofreciéndomelo todo. Mientras sus manos se iban al mío. Así vestida como estaba la hice arrodillar para que le de unos besitos a mi coño. Luego la levanté y le dije:

  • Siempre he deseado hacerte gozar de placer mi Lourdes querida, mi morenita graciosa y caliente.
  • Sí, pero fuiste muy mala conmigo, nunca me habían tratado así.
  • No negarás que no lo disfrutamos amor. Ahora soy tu ama y tú serás mi obediente nena, y daremos mucho placer a nuestros cuerpos.

Le di un sonoro beso de labios, ella me dio su boca y la abrió para mi, con mis dientes mordí su labio inferior sin hacerle mucho daño, con una mano golpeé sus nalgas y con la otra abría la puerta. Me miró, me sonrió, me dio un beso voladito cuando ya había cruzado la puerta y fue el término de una mañana excitante. Eran ya como las dos de la tarde y mi familia estaba por llegar.

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