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Mis Primeras Practicas Profesionales (3)

en Amor filial

Mis Primeras Prácticas Profesionales (3)

Las prácticas en la empresa con Antonio continuaban de lo mejor, trabajo y placer o como diría Antonio negocios y placer, que deliciosa combinación para sentirse bien. La vida en la oficina era aparentemente normal, no así dentro de la oficina, con las complicidades de siempre entre Antonio y yo.

Y para salir de la rutina de fin de semana, resolvimos hacer un viaje de dos días, los cuatro, mi hermano, Antonio y su hija y yo; lo planificamos un jueves en la oficina y lo confirmamos un viernes, para salir ese día por la tarde rumbo a Trujillo, que queda a ocho horas de Piura en ómnibus. Una idea estupenda, mi hermano como pareja de Julia, hija de Antonio, y yo como amante de Antonio, para no llamar tanto la atención de los tontos.

Era un viernes por la tarde cuando partimos, serían como las 15 horas del día, en ómnibus interprovincial, admirando el paisaje a lo largo del camino, escuchando música para relajarnos, recostados sobre los asientos y tomados de la mano unos de otros. Llegamos por fin como a las 23 horas del día, algo perezosos y un poco cansados. Tomamos un taxi que nos lleve a un hotel cercano, es lo bueno de esta ciudad, un hotel cercano. Alquilamos habitaciones contiguas, por los días sábado y domingo; eran habitaciones con unas camas enormes, baño privado en cada cuarto, habitaciones, 304 y 305, de ventanas amplias, teléfono con línea abierta y algunas comodidades más. Sin embargo a esa hora el hambre hacía presa de nosotros y, entre el caminar por la ciudad y buscar restaurantes para comer algo, solo encontramos pollos broster, nos comimos un pollo a la brasa, un pollo bien frito, entre nosotros y con unas bebidas gaseosas, para saciar la sed. Nos entretuvimos por la ciudad, la pequeña parte de la noche, hasta las 2 primeras horas del día sábado y nos fuimos al hotel.

En el hotel, nos metimos todos en una misma habitación, la que teníamos Antonio y yo. Sin medir nada, nos quitamos toda la ropa y quedó regada en el piso de la habitación. Así desnudos nos subimos a la cama. Estaba Antonio y yo, de lo más rico con nuestras caricias, toqueteos en nuestros sexos para excitarnos mucho, a pesar del cansancio físico; lo que nos estimuló en la misma cama, besos suaves en mis pechos, masturbaciones lentas, entrecruce de piernas para sentir el contacto de los cuerpos, luego una penetración suave, lenta y calmada, tomándose Antonio todo su tiempo. A mi lado estaba mi hermano con Julia que le apretaba las nalgas con sus manos y se la acercaba a su cuerpo para que sienta más su verga dentro de su coño. Nos chocábamos unos a otros en nuestros movimientos, Julia y yo que estábamos echadas en la cama y nuestros amantes encima de nosotras. Nos intercambiamos luego, ahora sentir la verga de mi hermano y Julia la de su padre, haciéndolo y mirándonos entre todos, delicioso amor, el incesto, amantes por siempre; esta vez éramos nosotras quienes estábamos encima de nuestros amantes, sentadas en sus vergas, con nuestras manos en sus pechos, acariciándolos y moviéndonos suavemente de atrás para adelante y terminamos así, con mi boca y pechos llenos de semen, Julia y yo, echadas en la cama. No hubo motivo para ir al baño porque al poco tiempo nos quedamos dormidos.

Al siguiente día, nos levantamos tarde, serían como las 11 horas del día sábado. Nos vestimos y nos fuimos a los respectivos baños de cada uno de los cuartos del hotel para prepararnos para salir a comer algo y ver algunas cosas por la ciudad. Caminamos como parejas de enamorados por la ciudad, visitando lugares por aquí y por allá; esto nos entretuvo casi todo el día. Y regresar al hotel casi al anochecer, para tomar un reparador baño y disfrutar del resto de la noche, juntos.

Salimos por la noche, como lo habíamos previsto, emparejados, encontrando un lugar acogedor. Era un lugar donde había música diversa, ambientes contiguos, en uno de los ambientes había música romántica, donde veíamos unas parejas que se hacían cariñitos y tocamientos excitantes en todo su cuerpo, en otro ambiente había música rock y pop donde las parejas bailaban desenfrenadamente al ritmo de este movimiento contagiante, y, diversa música para cada ambiente y, llegamos nosotros a un ambiente grande donde se escuchaba salsa sensual, nos quedamos allí. Bebimos algunas cervezas, bailamos estas salsas sensuales para ponernos a tono y empezar a calentarnos. Pude sentir como la verga de mi hermano y la de Antonio, se ponían duras al bailar pegaditos en nuestros bailes sensuales.

De regreso al hotel, ocupamos nuevamente una sola habitación, la que compartíamos Antonio y yo. Nos desnudamos así, con nuestra piel sudorosa y muy excitada.

Antonio y Carlos, estaban echados en la cama y nosotras, Julia y yo, en medio de la cama, justo frente a sus vergas para cogerlas con las manos y meternos la puntita en nuestras bocas, jugando con nuestras lenguas en su verga, dentro de nuestras bocas. Después nos las sacábamos y lamíamos desde la punta hasta las bolas, que estaban duritas; así moviendo la cabeza de arriba hacia abajo lamiendo toda esa ricas verga de nuestros amantes. Después hicimos un maravilloso 69 pero ahora estaba encima de mi hermano y Julia sobre su padre. Nuestros coños eran lamidos en su parte media por donde la verga penetrará después  y por los lados también lamían, sus manos acariciaban nuestras nalgas y sus dedos empezaban a entrar suavemente en nuestros culos. Esto nos excitaba con la verga en nuestras bocas, dándole masajes con la lengua dentro de nuestras bocas, sacándola hasta la puntita para volverla a meter dentro de nuestras bocas hasta donde podíamos, sujetándonos de sus nalgas, apretándolas en cada momento de gran placer. Luego nos incorporamos, tomamos la verga de ellos con nuestras manos y las dirigimos a nuestros coños, nos metimos la puntita y poco a poco lo demás, hasta que entró toda y terminar sentadas en las piernas de nuestros amantes con la verga dentro; luego pusimos las manos en la cama, a los costados de los cuerpos de nuestros amantes, quedando nuestros pechos cerca de sus caras y movernos muy rápidamente de atrás hacia adelante, haciendo ruidos extraños que aumentaban el placer.

Después mi hermano me echó en la cama, me levantó una pierna sobre su hombro y me penetró de un solo golpe para luego tomar mi otra pierna y ponerla sobre su otro hombro y luego al penetrarme se iba hacia adelante poniendo mis rodillas casi cerca de mi cara en sus embestidas. Julia a mi lado estaba en cuatro con la verga de su dentro de su coño, ella estaba con su cara apoyada en la cama, con el culo levantadito y paradito, con las rodillas clavadas a la cama, abierta de piernas, siendo penetrada con furia por su padre.

Ahora era mi turno de recibir una doble penetración. Antonio estaba echado en la cama, me subí encima de él, tomé su verga y me la metí en el coño en un segundo, luego me incliné un poco hacia adelante y mi hermano empezó a hurgar con su lengua mi culo y mi ano, después metió uno de sus dedos para finalmente meter toda su verga dentro de mí, empujándome hacia adelante y mover mi coño para que la verga de Antonio goce junto con nosotros. Julia, que estaba en la cama se puso de pie, para poner su coño cerca de mi boca y empezar a lamérselo como a mí me gusta que me lo hagan. Una escena muy excitante, con todos los ingredientes para elevarnos de placer. Y terminamos con nuestras caras bañadas en leche hasta nuestros pechos y sus cuerpos cansados y sudorosos frente a nosotras, cogiéndose la verga para sacar la última gota de leche para nosotras.

Al descansar en la cama luego de haberlo hecho, imaginé una deliciosa fantasía, tener una pareja además de nosotros cuatro y hacerlo más rico entre todos como en una gran orgía. Todo este gran momento, unido a la salida que tuvimos, nos llevó a un sueño profundo que nos levantó hasta las 12 horas del día domingo. Al levantarnos, darnos un reparador baño, salir a comer lago, caminamos por las calles de la ciudad. Antonio iba de la mano conmigo, Julia y mi hermano Carlos a nuestro lado como una gran familia. En nuestro paseo por el parque conocimos una linda familia con la cual hicimos buena conversación. Unos padres felices con tres hermosos hijos, una chica de casi 19 años, dos chicos de 20 y 22 años. Nosotros nos presentamos como Antonio nuestro padre y nosotros tres, sus hijos también. En medio de la conversación acordamos la celebración de cumpleaños de uno de nosotros en aquel lugar, una mentirita para llamar su atención. Como era un lugar concurrido y conocido, decidimos encontrarnos allí.

De regreso al hotel, pensábamos mil maneras de hacerlo juntos, uno de los chicos, estaba muy decidido a juzgar por la sonrisa coqueta que le lancé. En la noche, nos encontramos en dicho lugar, estaban los tres juntos, era más de lo que esperaba. En medio de la reunión, coqueteaba sobre manera con uno de los chicos, mi hermano lo hacía con la chica, Julia y su padre lo dialogaban con el otro chico. Poco después el chico que se hallaba con Julia y su padre se unió a otro grupo mientras que nosotros estábamos a gusto. Sin hacer muy larga la espera decidimos retirarnos a otro lugar y que mejor que las habitaciones de nuestro hotel, nos quedamos un rato en un pequeño bar del hotel, para entonarnos más. En un momento de la reunión el chico y yo, decidimos subir a una de las habitaciones, la de mi hermano y Julia. En el camino nos fuimos acariciando y besando. En tanto que en el bar estaban mi hermano, Julia, su padre y la chica.

Al abrir la puerta de la habitación, dejé la llave puesta en el cerrojo porque sabía que Julia subiría detrás de nosotros. Dentro de la habitación, el chico de 20, de nombre Roberto, alto y delgado, de piel canela, cabello ondulado, de rasgos parecidos a los de su hermana, de nombre Andrea, me abrazó y me besó en los labios como dos enamorados. Correspondí a sus caricias y con una de mis manos le cogí su verga por encima de su pantalón, la tenía grande y dura. Desabroché su pantalón para poder meter mi mano a gusto y poder sentir esa verga entre mis manos. En esos momentos, metió sus manos debajo de mi faldita para sentir mis muslos e ir subiendo sus manos hasta acariciar todas mis nalgas y bordear con sus dedos mi tanguita.

Me percaté que la puerta de la habitación estaba cerrada pero no asegurada y así la dejé, puse algo de música no muy ruidosa para no angustiar a los vecinos de cuarto pero si estaba ligeramente alta. De inmediato, bajé sus pantalones de Roberto, me puse de rodillas y empecé a chupar su rica y gran verga mientas él me tocaba los pechos y el cabello. Me levantó luego, me hizo sentar en la cama, me subió la blusa, subió mi sostén, dejando mis pechos al aire y empezó a besarlos, morder mis pezones, su mano se fue hasta mi coño, con sus dedos hizo a un lado mi tanguita y me empezó a masturbar, como pude lo masturbaba. La calentura se subió en nosotros y nos despojamos de nuestras ropas, quedándonos desnudos. Me senté al filo de la cama, al medio, quedando mi rostro mirando la puerta, al mirar que la puerta giraba hacia dentro pude notar que alguien trataba de entrar a la habitación. De inmediato, le dije a Roberto que se pusiera de rodillas para que me haga sexo oral. Así, mientras estaba sentada al filo de la cama por su parte media mirando a la puerta notaba que estaban Antonio con Andrea, la hermana de Roberto mirándonos en silencio y Roberto, arrodillado con mi coño en su cara, de espaldas a la puerta, besándomelo, mordiendo mis labios vaginales, metiendo su lengua en mi sexo. Después se levantó, puso la punta de su verga en la entrada de mi coño y me penetró. Así sentada me abracé a su cuerpo, aprisionándolo a mis pechos, tenía mis piernas abiertas y él estaba entre ellas, así que deslicé mis piernas para aprisionarlo quedando mis pies en sus nalgas mientras él se movía de atrás hacia adelante y en cada embestida cerraba mis ojos gimiendo de placer. La atención de la nena era mucha, sobre todo por mirar a su hermano teniendo sexo, aunque no podía apreciar su verga porque estaba dentro de mí, pero lo demás lo dice todo.

Seguía disfrutando del sexo con Roberto y le hice unas señas a Antonio para que al irse echara llave a la habitación. Y minutos después escuchamos Roberto y yo como en la habitación contigua la puerta se abría y se cerraba. Roberto y yo seguíamos gozando, ahora él estaba en la cama echado sosteniendo se verga dura y grande, me subí en él, tomé su verga en mi mano y me la introduje de un golpe, sentándome rápidamente. Mis manos descansaban en la cama, a los lados de su cuerpo, a la altura de sus hombros, moviéndome rápidamente como si la vida se me fuese en ello. Habían transcurrido, no sé, más de 15 minutos, y se escuchó un gritito agudo, Roberto reaccionó y pensó en su hermana, que le había parecido su voz, desde el otro cuarto. Como estaba subida en él, no lo dejé moverse, lo calmé porque le dije que estaba con mi padre y mis hermanos, que eran buenos chicos, que la cuidarían como a una hija más. Seguí incansable moviéndome de atrás hacia adelante con mi coño comiéndose toda su verga, muy rápido, dándole más placer. Y seguimos hasta que sentí que un líquido calientito me empezó a recorrer el coño, saliendo muy rápido de encima de él e ir al baño y tratar de orinar rápido para no tener dentro semen, en ese momento él aprovecho para ir hacia la puerta y salir, no pudo. Al salir del baño fui a su encuentro y allí, el de pie junto a la puerta, yo me arrodille y empecé a chupar su verga y sentir en mi boca toda su leche. Me esmeré, mis dos manos se sujetaron a sus piernas y mi boca se metía su verga hasta donde llegue sin producirme arcadas, luego me la sacaba hasta la punta para volverla a introducir en mi boca, y así, una y otra vez, hasta sentir todo su semen dentro de mi boca, terminando Roberto apoyado a la puerta, casi sin fuerzas, botando las últimas de gotas de leche en mis pechos. Después de un breve descanso, llamé a Julia para que nos abriera la habitación. Salimos de la habitación y nos fuimos al cuarto contiguo donde sabía que estaría Andrea.

En la habitación estaban desnudos Antonio, Julia, mi hermano Carlos y Andrea. Ella, Andrea, estaba acostada en la cama con las piernas abiertas, con el coño enrojecido, con los ojos llorosos, expresión de haber estado llorando, me pareció que la nena era virgen cuando llegó al hotel, pero ahora ya no lo era. Roberto pudo apreciar el hermoso cuerpo desnudo de su hermana. Desde donde estaba Julia se acercó a Roberto, le bajó sus pantalones y empezó a chupar su verga, Roberto de pie y Julia de rodillas. A un lado de la cama, estaba de pie, mi hermano Carlos, hizo echar mi cuerpo en la cama, quedando mi culo al aire y con las piernas abiertas, me quitó la faldita, la tanguita, se puso detrás de mí y me penetró de una, cuánta excitación por aquel momento vivido. En la cama, al medio, echados Antonio y Andrea, él le besaba los pechos y acariciaba su adolorido coño, mordía sus pezones. Por pequeños momentos Andrea miraba la verga de su hermano que estaba sobre Julia, que ya estaba en 4 siendo penetrada por él, donde ella se movía en círculos para darle mayor placer a Roberto.

Antonio se deleitaba con sobar su verga por todo el cuerpo de Andrea y terminar con ésta en la boca de ella que la chupaba tímidamente.  Eran momentos, mesclados de placer, de tensión, de saber que pasaría los próximos minutos.

Después de estas escenas caliente, Roberto se acomodó sus ropas y ayudó a Andrea su hermana a vestirse, sin evitar tocarla mientras lo hacía. La despedida fue cortés, pero no muy efusiva, prometiéndonos ver al siguiente día, lunes por la tarde. Nosotros seguíamos ahí, desnudos, con ganas de más. Es así que en la misma cama nos echamos Julia y yo, Antonio sobre mí y mi hermano sobre Julia, con nuestras piernas sobre sus hombros y nos embistieron como nunca lo habían hecho, como si quisieran traspasar nuestros coños con sus vergas, nosotras Julia y yo, acariciándonos nuestros pechos, besándonos. Terminamos ahí mismo todos juntos, bañados en sudor, mi cuerpo y el de Julia también de leche de nuestros amantes.

Descansamos un largo rato, nos dimos una buena refrescada en el baño, acomodamos nuestras cosas. Partimos del hotel un día lunes, muy temprano, las primeras horas del día, 5 horas de la mañana, con un evidente cansancio y falta de sueño, pensando que en el ómnibus tendríamos tiempo de hacerlo. No esperamos a nuestros amantes trujillanos y nos despedimos de la ciudad.

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