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Encuentros sexuales con Jazmín

en Confesiones

Encuentros sexuales con Jazmín

El día 13 de junio, se dio nuestro primer encuentro, nuestra primera cita, esperaba ansiosa tal encuentro. Pasaban las cuatro de la tarde y llegué a la agencia de transportes que venía desde Lima a Piura, norte del Perú. Un hola tímido se dio entre nosotras, caminamos directo a la plaza de la ciudad, nos sentamos en una de las bancas y empezamos a hablar de aquellas personas que posibilitaron nuestro acercamiento, el estar frente a frente; conversando de todo menos del motivo de nuestro encuentro, el nerviosismo nos embargaba. Fueron casi tres horas que me parecieron minutos, admirándola de pies a cabeza, un metro sesenta centímetros de estatura, más pequeña que yo, de piel morena, cabello corto y lacio, de labios gruesos que se veían deliciosos, de pechos grandes, piernas firmes y trasero en su lugar.

Y estábamos nuevamente en la agencia rumbo a Lima con escala en Trujillo, tomadas de la mano con el débil roce de nuestros cuerpos que se encendían en suave coqueteos, triste porque en breves minutos la dejaría de ver, en una despedida que no deseaba, queriendo arrancarle un beso de sus labios, en ir sobre ella y abrazarla ardientemente, pero me contuve ante ella.

El 29 de agosto nos volvimos a encontrar, y pasamos por alto las formalidades. En un primer impulso nos tomamos de las manos y caminamos juntas por las calles de la ciudad, rumbo al hotel donde nuestros encuentros se harían intensos y excitantes.

En casa tuve que decir que me iría de viaje con unas amigas por tres días, pero en realidad Jazmín y yo habíamos planeado pasar los tres días encerradas en un cuarto de hotel de la ciudad, algo lejos de mi casa.

Estábamos allí, juntas en el cuarto de hotel, echadas en la cama, tomadas de la mano, conversando de las peripecias del viaje y de la necesidad de nuestro encuentro. De un momento a otro sus labios se posaron sobre los míos y nuestros brazos se entrecruzaron acariciándonos sin cesar. Luego ella se echó sobre la cama, dejando caer su cabeza sobre la almohada y sobre ella fui yo, acariciando sus cabellos y mis labios se unieron a los suyos, sintiendo como su lengua me iba penetrando y jugueteando con la mía; una de mis manos fue hasta su coño y lo frotó por encima de sus ropas, tocando también sus pechos y ella los míos. Esta calentura nos condujo a despojarnos de nuestras ropas, quedándonos solo en ropa interior, continuando con nuestras caricias y besos sin detenernos. Mis manos trataron de ir hacia su coño mientras nos tocábamos con lujuria, pero ella me detenía porque tenía su prenda empapada, de su rica miel, que deseaba tenerla entre mis dedos. Tuvo que ir al baño y limpiarse esa sobre excitación.

Al regresar del baño, desnuda, me encendió el cuerpo y me desnudé también frente a ella. Se echó sobre mí, abrió su boca junto a la mía para comernos a besos, nuestros labios, humedecidos ya, por nuestras salivas que de nuestras lenguas eran bañadas. Mis manos acariciaban su espalda suave, sus piernas fuertes, apretando sus nalgas con mis manos. Ella se dio vuelta sobre la cama, quedando ahora yo sobre ella, mis labios unidos a los suyos, mis manos acariciando sus pechos, con mis dedos jalando sus pezones, mis labios bajaron hasta sus pechos, con mi boca quería abarcar todo su pecho y mi lengua jugueteando en sus pezones; una de mis manos fue directo a su coño, los vellos de su vagina se enredaban entre mis dedos hasta penetrarle el coño y arrancarle un suspiro. Uno de mis dedos buscaba su clítoris para masajearlo mientras otros entraban y salían de su coño sin detenerse. Notaba la excitación del momento por la calentura de mi coño, ahogando nuestros gemidos con nuestras bocas abiertas unidas entre sí; una almohada sobre su culo le levantaba el coño para subirme en ella y frotarlo junto al mío mezclando nuestras mieles sedientas de más placer, frotar mi coño en sus muslos, frotando el suyo sobre los míos, enjugando nuestros cuerpos, uniendo nuestros pechos, rozando nuestros pezones mientras nuestras bocas se enlazaban con nuestras lenguas y nuestras manos subían y bajaban de nuestros cuerpos, acariciando nuestra espalda, apretando nuestras nalgas, nuestros coños unidos, nuestros cuerpos sudorosos y muy juntos. Estando en la cama, de costado, con una mano sobre nuestras cabezas y con la otra acariciándonos nuestros cuerpos, metiendo nuestros muslos entre las piernas de la otra frotando nuestros coños, nuestras bocas entreabiertas con nuestras lenguas jugueteando, besándonos apasionadamente.

Nuestros cuerpos, bañados en sudor, nuestros jugos y saliva, descansando sobre la cama, dándonos caricias suaves, tratando de alcanzar nuevamente la excitación. Estando allí, nos levantamos y nos dirigimos hacia el baño. Mientras el agua caía sobre nuestras cabezas, nos abrazamos intensamente besándonos con más deseo, tocando nuestros coños con nuestros dedos, masturbándonos frenéticamente. Después de este breve baño nos fuimos a la cama donde continuamos besándonos, yo sobre ella; sentí un deseo de verla masturbarse mirándome a los ojos, dándole caricias a su cuerpo, pero se opuso. Se puso al filo de la cama, con las piernas en el piso del cuarto, medio cuerpo sobre la cama; con cada una de mis manos cogí sus piernas y mi boca se fue directo a su coño, metiéndole mi lengua. Mi boca pegada a los labios de su coño y mi lengua penetrándola una y otra vez, haciéndole un delicioso sexo oral. Nos volvimos a encender y una vez más en la cama, yo sobre ella, nuestras manos recorriendo nuestros cuerpos, nuestros pezones besándose, nuestros coños muy cerca uno del otro, masturbándonos en nuestras piernas muy suavemente haciendo los días y las noches cortos ante nuestro deseo.

Esta vez nuestra despedida fue con un gran beso. Y el 1 de noviembre, nuevamente, ya éramos una pareja con deseos sexuales muy intensos entre nosotras. Esta vez quisimos aumentar más nuestros placeres, con mi hermano Carlos. Estuvimos amenamente comiendo un cebiche norteño y bebiendo licor para disminuir la sensación del picante por el ají del cebiche. Luego de conocernos un poco más, nos encaminamos al cuarto de hotel,  e intentar conocernos más.

Ya en la habitación, abracé y besé a Jazmín, poco a poco nos fuimos despojando de nuestras ropas. Mi hermano Carlos echó sobre la cama a Jazmín besándola metiendo su mano sobre su coño para acariciarlo mientras su verga se le ponía dura; sólo bastó unos minutos hasta que nos quedamos totalmente desnudos. Carlos se subió en la cama al centro y Jazmín besando su pecho fue bajándose hasta llegar a su verga, tomándola con una mano, besando la cabeza de su verga, dándole suaves cuponcitos, rodeándolo con sus labios, poco a poco se fue introduciendo su verga dentro de su boca, viendo como la verga de mi hermano se perdía dentro de la boca de Jazmín. Cuando hubo mamado un rato, tomó la verga entre sus manos se puso sobre ella y se la fue introduciendo despacio hasta tenerla toda dentro de ella, moviéndose de adelante hacia atrás lentamente y luego imprimiendo más velocidad conforme su orgasmo llegaba. Luego ella, se puso en posición de perrito con la cabeza apoyada en la cama y el culo levantado y mi hermano penetrándola desde atrás con una rodilla sobre la cama y la otra pierna formando una letra “n” para apoyarse e impulsarse y penetrarla bien duro sujetando su cintura con sus dos manos. Después de esto, mi hermano se sentó en la cama apoyado sobre la pared, Jazmín ardiente como es ella, tomó la verga en su mano y se la introdujo de un solo golpe pues ya estaba bien lubricada así que fue a lo salvaje y moviéndose rápido trataba de provocarse nuevos orgasmos mientras él la cogía de la cintura como no queriendo dejarla escapar y de rato en rato se adueñaba de sus pechos, acariciándolos, besándolos, mordiéndolos. Y finalmente ella se echó en la cama con las piernas ligeramente abiertas y él la fue penetrando duramente tomando cada una de sus piernas sobre sus hombros y pegándose a ella como doblándola en dos hasta que casi ella besaba sus rodillas perdiéndose la verga dentro de su coño sin parar. Luego se salió de ella y bajándole las piernas se las abrió ligeramente echada totalmente en la cama, penetrándola y cerrándole las piernas hasta que su verga quede apretada en su coño, con una pierna de él a cada lado de las dos piernas juntas de ella y moverse él tan rápido como si la vida se le fuese en ello, hasta dejar la última gota de energía en ello, tratando de alcanzar el placer máximo, disfrutándolo. Esa imagen me excitaba mucho y acariciando los cuerpos de los dos me masturbaba a un lado de ellos, frotando mi coño en la espalda de mi hermano siempre que podía. Después de hacerlo intensamente nos dimos un descanso, acariciándonos sin prisa y con pausas hasta volver a excitarnos, haciéndonos deliciosos 69 entre Carlos y Jazmín, entre Jazmín y yo, entre Carlos y yo, hasta que la verga de Carlos se ponía otra vez dura mientras Jazmín la sostenía con una mano penetrándose ella misma y moviéndose lentamente de menos a más. Esta vez mi boca buscó la boca de Jazmín y mis manos acariciaron sus pechos y ella moviéndose con la verga de mi hermano dentro de ella sin detenerse. Fueron varias horas de sexo interminable que continuó hasta en el baño donde mi hermano la cogía desde atrás sujetándola por la cintura y yo frente a ella acariciando sus pechos y besándola aún en esa incómoda pero deliciosa posición.

Nuestro gran encuentro fue el 24 de diciembre, cuatro días intensos, tres noches con contadas horas de sueño y muchas demostraciones de pasión, sexo y deseo entre nosotros. Esta vez fui yo que acostó a Jazmín sobre la cama y mis manos y mi lengua recorrieron todo su cuerpo, deseaba mucho besar y lamer ese delicioso cuerpo, acariciándolo con las yemas de mis dedos y la palma suave de mis manos. Esto provocó la excitación de mi hermano que de inmediato se fue sobre ella, penetrándola allí, ella echada en la cama y él sobre ella cerrándole las piernas y las de él ligeramente abiertas moviéndose muy rápidamente mientras yo acariciaba los cuerpos de ellos y besando lujuriosamente a Jazmín y a mi hermano. Y luego las manos de mi hermano estaban sobre los hombros de Jazmín metidas desde su espalda para sujetarla y moverse duro. Fueron días, tan llenos de pasión.

Aún recuerdo cada minuto de aquellos días en que nuestros deseos se atrevieron a explorarse mutuamente, nunca dejaré de pensar en ello, mi pequeña Jazmín.

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