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Mi hermano, deliciosa tentación

en Amor filial

MI HERMANO, DELICIOSA TENTACIÓN

Este es un relato adaptado de mi amiga Mariela, una compañera universitaria, de experiencias similares a las mías, y es que cada vez somos más las personas que nos atrevemos.

…………..

Soy una chica sexualmente activa. Mi primera vez fue con mi tío, hermano de mi madre, desde ahí mi gusto por el sexo fue de menos a más. Él vivió un tiempo en mi casa y siempre que mis padres salían nos encerrábamos en su cuarto a coger como locos, varias veces en un día. En uno de esos días a solas, fecha de mi cumpleaños, mi tío me llama a su cuarto para hacerme un buen regalo y al salir de su cuarto me tenía abrazada por detrás pero él sólo vestía ropa interior, mi hermano nos vio, se quedó mirándonos muy pensativo por ahí le dije una mentira, que sólo estaba ahí por el regalo prometido en mi cumpleaños.

En otra ocasión estando en casa con un noviecito, mi hermano, no sé si casual o me está vigilando pero me sorprende que el chico me acaricia los pechos.

Desde ese día, mi hermano ha estado provocándome con insinuaciones de todo tipo. El baño de mi casa está en medio de la habitación mía y de mi hermano porque el cuarto de mis padres tiene baño propio. Así al ir hacia mi cuarto debo pasar cerca del baño y algunas de las veces mi hermano, hace uso del baño miccionando en la tasa (orinando) y no cierra la puerta para que le vea su verga. En otro momento usa unos pantaloncillos cortos muy ceñidos al cuerpo pero sin ropa interior, marcándosele la verga y cuando se le para el bulto que se le forma es mucho más notorio, más excitante diría yo. Yo le increpo que es un sinvergüenza pero sin ánimo molesto y él solamente ríe.

Todas estas pequeñas bromas las hace cuando nuestros padres no están en casa. Varias veces ha rozado mi culo poniéndose detrás de mí haciéndome sentir su verga entre mis nalgas. Aprovecho los días que mis padres no están en casa para salir a pasear con un tipo mayor que yo, Roger de unos 42 años, padre soltero de un hijo buen mozo de unos 20 años, casi mi edad.

 Coincidió la ocasión que el hijo de Roger, viajó por motivos de estudio, y tuvimos la casa a nuestra disposición, fueron momentos de intenso placer entre nosotros, no era dueño de una gran verga pero sabía dejarme satisfecha, tenía una lengua voraz, que me lamía todo el coño y su lengua hurgaba dentro de mí, acariciando y golpeando mi clítoris, penetrándome con sus dedos y luego de mi gran orgasmo su verga dentro de mi coño haciéndome terminar deliciosamente.

No tardó el tiempo que Martín regresó a casa, hijo de Roger y nos conocimos, nos hicimos buenos amigos, a tal punto que empezó a desear mi cuerpo pero yo era la mujer de su padre y por el momento solo amistad entre nosotros. Es que durante ese tiempo Roger, me apoyó económicamente para afrontar mis gastos universitarios, lo cual me venía bien, creo que el amor se convirtió en interés.

No tardó el tiempo que Roger me hizo una propuesta que me dejó muda al principio, quería que tenga sexo intenso con su hijo estando el presente, al final acepté porque la recompensa monetaria era muy buena. Fue muy excitante como después de hacernos un 69, Martín y yo, sentir su verga que entraba y salía de mi coño ante la atenta mirada de su padre que no tardó en unirse a nosotros formando un trío maravilloso. No me dieron por el culo pero mis manos y mi boca se aplicaron bien con esas dos vergas. Roger echado en la cama, yo encima de él, cabalgándolo, y de pie frente a mí, sobre la cama, Martín, con su verga firme metiéndola a mi boca para chuparla; y luego un intercambio de roles que me llevaron a sentir el placer en toda magnitud. Doblemente gratificada en placer y en dinero.

Durante más de un año, Roger me extendía invitaciones a su casa, con algún amigo ocasional para pasar momentos de gran placer que me eran retribuidos también económicamente. Esto sucedía mayormente los fines de semana, es decir entre el viernes y lunes. Es así que un viernes por la noche nuestros padres nos comunicaron que saldrían al interior del país a visitar unos familiares por motivos de salud, como mi hermano y yo éramos ya mayores de edad pues no había problemas en dejarnos a solas para el cuidado de la casa, saldrían desde el sábado muy temprano y regresaría el domingo en la noche.

Y llegó el día sábado, mis padres tenían que salir por una emergencia familiar, quedándonos en casa mi hermano y yo hasta el domingo por la noche, como las once de ese día que retornarían.

Me llamó mi amigo, con el que siempre salía y tenía mis deslices, me dijo: “oye Mariela, mi jefe llegará en unos minutos, a eso de las 10 de la mañana, vente para tomar unos tragos y salir a divertirnos, le diremos a mi jefe que tú eres mi sobrina, y si te portas bien te doy un premio”. Fue música para mis oídos, sobre todo lo del premio, porque él nunca me había fallado. En el transcurso de la conversación me comunicó que su jefe tenía su pierna izquierda ortopédica de la cual solo tenía menos del 50%, eso no fue obstáculo para mí. Ya en casa nos tomamos unos tragos, él Roger, su hijo, su jefe, una amiga madurita de nombre Beatriz y yo. Después de más de una hora, al jefe de Roger, Fabricio, le pareció pequeño el lugar por lo que decidimos salir a divertirnos. Fuimos a restaurantes, peñas bailables y discotecas, nos la pasamos excelente. Ya la noche había llegado, serían como las once de la noche y regresamos a casa de Roger, donde nos esperaban unos buenos tragos.

En casa de Roger, él, su hijo Martín y Beatriz, nos dejaron solos para conversar entre ellos. Después de media hora de estar Fabricio y yo conversando, me entraron unas ganas de ir al baño, que queda al final de las habitaciones, por lo que tuve que pasar por el cuarto de Martín, allí pude observar al chico desnudo en la cama, Beatriz sobre él, y su coño comiéndole la verga a Martín, los pechos de Beatriz eran grandes y caían sobre la cara del chico, que intentaba lamer y chupar cuanto podía; detrás de Beatriz estaba Roger, que trataba de penetrarle el culo, de pie, junto a la cama; por unos minutos olvidé mis ganas de ir al baño, excitándome tan deliciosa escena.

De regreso con Fabricio, me seguía hablando de su familia, que era un tipo casado con una mujer mayor, el casi llegaba a los cincuenta y su mujer pues a los sesenta, tenía tres hijos que ya habían hecho su vida e independizado del hogar paternal, que nunca pensaría en separarse de su esposa pero que también tenía momentos para salir, divertirse y pasarla bien. Mientras me lo decía una d sus manos se deslizaba bajo mis faldas, sobre mi muslo izquierdo. Me sonreí y sobre su mano puse la mía y acariciaba la suya, esto le dio motivo para acercarse a mí y darme un beso en los labios a media boca abierta, los cuales no rechacé; ambos sabíamos a lo que nos conduciría aquellas caricias y toqueteos. Conocía de sobra el cuarto de Roger, así que nos dirigimos hacia dicha habitación. En el cuarto, sentados sobre la cama, siguieron los besos y las caricias, poco a poco, me fue quitando la blusa primero y luego la faldita, me echó en la cama, me besaba y acariciaba cada parte de mi cuerpo, deteniéndose más, entre mis pechos, mis piernas, mis nalgas y mi coño. Después de muchos minutos, me quitó mi calzoncito, me entreabrió las piernas, se inclinó, poniendo su cara a la altura de mi coño y al sentir su lengua que me lamía de arriba hacia abajo sentí un estremecimiento, me excitaba más, con dos de sus dedos me abrió los labios del coño, mi vulva, para meter su lengua más profundamente, me hizo mojar mucho más. Luego dos de sus dedos me entraban y salían de mi húmedo coño, su lengua jugueteaba con mi clítoris, buscando y hurgando con la punta de su lengua, golpeando con la punta de su lengua mi clítoris, mientras sus dedos mojados por mis jugos, me entraban y salían, sin detenerse; con su otra mano libre me apretaba los pechos cuanto podía sus dedos jugaban con mis pezones, apretándolos, acariciándolos; todos estos juegos previos, sin duda me llevaron al orgasmos, donde todos mis jugos, ensuciaron las blancas sábanas de la cama. Después de ese orgasmo en el que ambos sudábamos, se levantó y se desnudó completamente, pude observar que le faltaba una parte de su pierna izquierda, casi desde donde tenemos las articulación de las rodillas hacia abajo pero lo que más llamó mi atención fue su gran verga, dura y chorreante que tenía ante mis ojos. Subió y con dificultad a la cama; doblé mis piernas de modo que mis rodillas miraran el techo, mis nalgas y las plantas de mis pies en la cama, mis piernas estaban abiertas esperándolo. Con su mano tomó su verga y la condujo hasta la entrada de mi coño, como estaba bien lubricado me entró fácilmente; cuando la sentí toda dentro de mí, mis piernas rodearon su cuerpo, quedando mis pies sobre sus nalgas, como si quisiera que más de él entrara en mí, mis manos acariciaban su espalda, mi boca entreabierta unida a la suya en besos apasionados y lujuriosos, mis pechos pegados al suyo. Él ponía su culo hacia atrás levantándolo, sacando media verga dentro de mi coño y después empujaba con fuerza y rapidez como queriendo meter más, cada vez más, si hubiese podido hasta las bolas me hubiese metido pero ellas chocaban con los labios de mi coño. A pesar de no ser lo acostumbrado, estaba él sin preservativo y dejé que su leche inundara mi coño, echándonos luego sobre la cama, los dos desnudos a descansar, reposando mi cuerpo sobre el suyo en una escena algo romántica.

El alboroto de los dueños de casa, hizo que reaccionáramos para levantarnos y salir de la habitación. Ya en la sala, decidimos reanudar el consumo de las bebidas que se encontraban reposando el congelador, estaban en su punto, heladitas; esto disminuyó nuestros calores. En la sala, Fabricio, me hizo sentar a su lado, no deseaba que otras manos tocaran mi cuerpo, de rato en rato mi cara reposaba en uno de sus hombros como una enamorada sumisa, en cambio Beatriz estaba en medio de Roger y su hijo, con más ganas que antes. La noche transcurrió   y ya entrada las dos de la mañana del día domingo, decidí retirarme, siendo acompañada por Fabricio hasta la puerta de la misma; Beatriz decidió quedarse pues estaba de visita y no era de la misma ciudad, sabía que la pasaría delicioso toda la noche, no se sí con los dos, padre e hijo o si con los tres, el invitado que me hizo sentir las delicias del placer en poco más de dos horas, con largos intervalos de descanso.

A unos metros de mi casa, bajé del vehículo de Fabricio, acompañándome siempre él en todo momento, se despedía de mí, con prolongados abrazos, tiernos besos y caricias a mis nalgas, parecíamos dos enamorados, proponiéndome él ser su novia oficial, mejor dicho la amante oficial, que me llamaría, que saldríamos a pasear, viajar y muchas cosas más que acepté encantada y gustosa.

Desde cierto lugar de una ventana de la casa, mi hermano Juan, había estado observándonos. Se le notaba algo risueño, con síntomas de haber bebido alcohol, más tarde me dijo que había estado tomando con unos amigos del barrio, cerca de casa.

 Estando en casa y habiendo reserva de bebidas, decidimos consumirlas, aprovechando nuestra soledad. La conversación pasó de sana a temas sexuales. Me decía en tono de burla y como queriendo saber algo:” ese tío está muy viejo para ti, es mayor que nuestro padre incluso, me imagino que serán su amante oficial porque ha de ser casado”

Acepté afirmativamente todo cuanto me dijo, sonriéndole y el seguía hablando: “ya veo que te tiene bien, con tus alhajas y ropita buena”. A todo esto mi hermano vestía solo un bóxer rojo, sin nada que le cubriera el pecho, y sin nada debajo de su insinuante pantaloncillo. A cada minuto de su conversación entreabría sus piernas o se acariciaba la verga por encima de sus ropas, tratando que mi mirada se dirigiera hacia ese gran bulto entre sus piernas. Y seguía: “seguro que te ha de coger rico para que sigas con él”. Para no quedarme atrás le afirmé: “sí, no me quejo, me deja satisfecha, después de dos horas intensas”.

Ya en tono más picante proseguimos:

Juan: “guau, sí que te salió potente este tío, además te engríe bien por los regalitos que te hace”

Mariela: “es muy generoso, no solo de amor se vive”

Juan: “ya entiendo el porqué de tus salidas los fines de semana, te has de mover bien, ojalá no lo mates de un ataque al corazón”

Mariela: “en la cama, parece un chico de 20 años, siempre con ganas, motivándome a cada minuto”

La conversación pasó de temas generales a temas íntimos, sexo explícito. El excesivo consumo de alcohol hizo que fuéramos al baño, mi hermano Juan, mostrando su gran bulto ante mis ojos, se levantó se la apretó frente a mis ojos, me dijo: “tengo ganas de ir al baño, ya regreso”. Mientras se dirigía al baño, bebí dos grandes vasos de ese fuerte alcohol, ya mi cabeza me empezaba a dar vueltas, mi extroversión estaba al límite y mi visión no era muy buena, eran como las cuatro de la mañana ya.

Como pude me levanté del mueble de la sala, caminando rumbo a mi habitación, el baño quedaba de camino a mi cuarto, pude notar que la luz del baño estaba encendida y con la puerta abierta, pensé que seguro se habría dormido o algo habría sucedido. Me detuve frente a la puerta del baño, casi a un metro de distancia, observando como mi hermano se sostenía su verga mientras orinaba con su bóxer bajado hasta medio muslo, lo estuve mirando hasta que terminó, se la sacudió y se la guardó, notando que le estaba creciendo mientras me veía. Me sonreí y seguí camino hacia mi cuarto, no pude divisar algo frente a mí y me caí, a lo que mi hermano acudió en mi ayuda no sin antes aprovecharse un poco tocando algunas partes de mi cuerpo, y aun así los dos llegamos a mi cuarto.

En mi cuarto seguía estimulando mi lado lujurioso, me decía: “es una pena que no esté tu viejito aquí, porque te hubiera dado una buena cogida, hasta que gimas de gusto”. El alcohol en exceso me había vuelto una contadora de infidencias, de narrar muchos detalles como dándome la importancia debida: no te equivocas, él tiene una lengua maravillosa y muy juguetona y sabe usar lo que tiene entre las piernas”

Después de esto los intercambios de palabras fueron constantes

Juan: “y lo tiene más grande que el mío o lo tiene chico” (diciendo esto se bajó el bóxer mostrándome su verga grande y se notaba dura por la excitación como es de suponer)

Mariela: “no sé, habría que medir eso (señalando a su verga que me mostraba descaradamente)

Juan: “si quieres mídelo” (y diciendo esto me trajo una regla de medida de plástico).

Tomé su verga en mi mano la recorrí con dicha regla y llegaba hasta 20 centímetros y como estaba algo incómoda pues casi segura que le medía un centímetro más.

Mariela: “pues tienes razón, es más grande que el de mi novio; cualquier mujer se sentiría contenta de tener esto dentro de coño”

Y mientras hablábamos, no me había percatado que seguía sosteniendo su verga, a lo que dije:

Mariela: “ya guarda esa cosa, que vayamos a cometer una locura que después nos arrepintamos”

Después de unos minutos, se alejó unos metros, se quitó lo que llevaba puerto, se la cogió y se puso a masturbarse frente a mí y en unos minutos, grandes líquidos de leche brotaron de su verga y ensució el piso de mi cuarto.

Mariela: “se nota que tenías ganas, todo mi piso está sucio, ya límpialo antes que alguien más lo vea”

Acto seguido, regresó y se puso a limpiar. Lo que me pareció gracioso es notar como su verga se había reducido y le colgaba como algo sin importancia para él.

Lo miraba fijamente y le decía: “así como la tienes que, parece un moco de pavo, toda gelatinosa y aguada. Me decía: “tócala y verás que enseguida crece, solo está descansando”.

Y sin más que hablar, al acercarse a mí, se la cogí, la tenía muy suave que me gustó, en unos segundos después le empezó a crecer entre mis manos. Fue un momento excitante. En seguida, quité mi mano de su verga que esta vez se movía lento como un palo duro de arriba había abajo. Él me decía: “mastúrbame, para que se me quiten las ganas de coger”

Se me fue acercando con una clara intención que la tome entre mis manos, se acercó tanto que estaba a unos centímetros de mi cara, le dije muy lastimeramente: “otro día quizás, porque estoy muy cansada". Me di media vuelta, quedando mi culo al filo de la cama con mis pies en el piso, medio cuerpo dentro de la cama. Él se me acercó hablándome entre susurros: “Mariela, no te duermas, sigamos conversando”.

Y mientras se acercaba para hablarme sentía su verga entre mis piernas que me tenía inquieta. Al darse cuenta que no respondía, puso sus manos sobre mis nalgas y me movía como masajeando mi culo, ya ni ganas de hablarle tenía. Por unos segundos, imaginé que estaba con Fabricio, sentí que me subían la falda, bajaban mi calzón y creo que dije casi sin pensarlo: “no Fabricio, por el culo no, que me duele”, tiempo después es lo que mi hermano me corroboró, porque tenía borrosas las imágenes.

Ya después en mis cinco sentidos, estaba con el calzón abajo y mi hermano sosteniéndose su verga. Le dije: “anda duerme, y déjame descansar, otro día conversamos”

Salió del cuarto, me quedé pensativa mientras me volvía a dormir en la cama, serían como las cinco de la mañana por lo menos. Desperté como al mediodía, me había dormido vestida y despertado totalmente desnuda; mi hermano estaba a mi lado también totalmente desnudo, su ropa estaba en el mismo lugar donde la dejó cuando se masturbó para mí. Había tenido sexo sin disfrutarlo, eso me incomodaba, no me iba a poner en plan de santa ni puritana, después de todas las cosas que habían sucedido, en plan de juego, excitando e incentivando al otro a seguir adelante.

Me quedé un rato así como estábamos en la cama, esperando que el pillo de mi hermano despierte. Una hora después esto sucedió, se levantó de la cama pensando que seguía durmiendo, a lo que intentaba salir, le dije: “recoge tu ropa, y recoge la mía que la has dejado tirada en el suelo, ponla donde está lo demás”.

Parte de mi ropa estaba al filo de la cama en el piso, de modo que al recogerla tuvo que inclinarse dándome la espalda, pude aprovechar para darle un buen pellizco en una de sus nalgas, sí que le dolió y le quedó su nalga roja, diciéndole: “aparte de pajero (masturbador), también eres violador”. Mientras le hablaba se puso frente a mí, cogí su verga y se la empecé a masajear masturbándolo suavemente que se le volvió a poner dura como antes de masturbarse para mí. Acerqué mi boca a su verga, le lamí el tronco y metí dentro de mi boca la cabeza de su verga, le dije que había despertado con ganas, que quería un delicioso mañanero, nos miramos a los ojos sin decir palabra, regresó a la cama, seguíamos desnudos; con la punta de su verga acariciaba la entrada de mi coño y desde ese momento todo fue placer hasta el orgasmos más sublime.

 

 

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