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Me deleite con el cuerpo de mi nuera Liz

en Hetero: Infidelidad

¿Cómo iniciar un relato que prácticamente es la confesión de un incesto? Creo que por el principio, como todas las cosas… sucedio hace algunos años...

Ella entonces tenía 23 años, se había casado hacia tres, justo cuando cumplió los 20 con mi hijo que es un año mayor que ella, su nombre es Lizeth, su vida como pareja podía decirse que era estable y tranquila. Mi hijo y ella acababan de conseguir muy buenos empleos y de adquirir su propio departamento, en la familia les preguntábamos con ansiedad que cuando tendrían hijos, aunque ignoro si ella deseaba que mi hijo la embarazara, pero sin preocuparnos demasiado por esto y a pesar de mi interés en ser abuelo, vivíamos nuestra vida muy a gusto como una gran familia, como lo suelen ser las familias mexicanas.

 Yo por mi parte en mi vida sexual nunca tuve problemas, me case con una mujer encantadora que ha sabido ser una madre amorosa y excelente ama de casa, aunque un poco pagada de sí misma ya que fue hija única de una familia de clase alta venida a menos, a pesar de todo educamos muy bien a nuestro hijo y mi mujer estaba siempre pendiente de mis necesidades, entre ellas las sexuales.

 Lizeth  y mi hijo eran una pareja ejemplar, mi vástago había sido su único novio formal y hasta donde sabíamos el único hombre con quien había tenido relaciones sexuales, casualmente escuche una conversación de ella con una amiga en donde se sinceraba diciendo que su joven esposo cumplía muy bien sus deberes conyugales dos o tres veces a la semana, y que mantenía firme su erección por bastante rato, lo cual me lleno de cierto orgullo paterno, en mi fuero interior pensé “!ese es mi hijo!” pero no pude evitar desear a Lizeth  cuando la vi bajar las escaleras con su amiga, nunca antes había pensado sexualmente en ella, ¡es la esposa de mi hijo! Pensé y deseche mis ideas pero no por mucho tiempo.

 Esa noche le hice el amor a mi mujer pensando en las largas y torneadas piernas de Lizeth, en sus pechos grandes y turgentes, en su culo redondo y respingón… y me sentí un poco culpable al día siguiente, pero pensé que no pasaría de ahí.

Pocos días después de eso, mi hijo tuvo que salir por razones de trabajo a un viaje al extranjero, estaría fuera por dos semanas en un curso de capacitación en un país al norte, como era debido acompañamos a la pareja al aeropuerto para despedirlo, antes de abordar el avión se acerco a mi esposa y a mí y nos pidió que mantuviéramos estrecha comunicación con su esposa, que estuviéramos pendientes de sus necesidades y yo le prometí que así seria.

  Como ya dije mi esposa pertenece a una familia de rancio abolengo en la ciudad, se dirigió a Lizeth  con esa cierta arrogancia que le caracteriza a aquellos que piensan que el resto de los mortales están por debajo de su condición diciéndole  “espero ir a verte de vez en cuando, pero puedes ir a la casa cuando quieras

 Sonreí con cierta sorna, mi hijo nos pedía apoyo moral para su mujer y mi esposa se limitaba a ser condescendiente, puse la mano sobre el hombro de mi hijo y le dije:

-Vete tranquilo, yo estaré pendiente de que nada le falte a tu mujer.

 Pasaron diez días, diez días en los que la rutina de Lizeth  cambió radicalmente, acostumbrada a la presencia de mi hijo en su vida no se terminaba de acostumbrar a la ausencia, maldecía internamente a la compañía papelera por haberlo mandado a dicho curso de capacitación, y odiaba que mi hijo solo le hubiera dedicado una llamada en ese lapso de tiempo, una llamada en la que lo más importante que le atino a decir, es que unos días después estaría ya de regreso.

 Ese día era viernes, Lizeth  acababa de regresar del trabajo y se dispuso a romper un poco la monotonía de esos días, se dispuso a arreglarse para salir de la casa a visitar a una amiga suya, la misma con la que la había yo escuchado platicar de su vida sexual y que me hizo verla con nuevos ojos, ambas tenían planes de ir a cenar pero involuntariamente se los eche a perder.

 Ese día me había peleado con mi mujer por un asunto sin importancia, pero no me apetecía llegar a la casa en tales circunstancias, di vueltas un rato en mi auto y sin querer llegue a la casa de mi hijo, decidí pasar a saludar a mi nuera y ver si estaba bien.

 Mientras Lizeth  se bañaba descubrió que tenía un temperamento en verdad ardiente, extrañaba a su esposo, extrañaba tener sexo con él, ansiaba desahogarse y mientras el agua caliente recorría su piel apenas se pudo contener para no darse ella misma el placer que anhelaba luego de semana y media sin goce sexual.

 Era la primera vez en tres años de casados que no era tocada por su esposo, y esa misma noche acepto que en efecto, detrás de esa imagen de dama de día, se escondía una mujer muy caliente de noche, estaba ansiosa porque pasaran otros cinco días para que regresara su pareja y volver  a hacer el amor con él.

Ignorando todo aquello llegue a su hogar y me estacione a la sombra del edificio de departamentos, había sido un día caluroso, casi al mismo tiempo ella terminaba de bañarse, se coloco solamente una pequeña tanga que apenas escondía sus rasurados vellos púbicos casi rubios, y un sostén a juego que cubría solamente los pezones de sus enormes senos, si… eran muy grandes, y en una mujer tan delgada parecían más grandes aun, eran la fascinación de mi hijo y sin duda una de sus partes más deseadas, encima de eso una bata de baño para terminar de arreglarse, pero no pudo hacerlo, en ese momento justo yo toque el timbre de entrada.

 Lizeth  me abrió pensando en despachar rápido a quien fuera que sea, pero al verse sorprendida por mi presencia se quedo petrificada sin saber qué hacer, se quedo parada junto a la puerta y me franqueo el paso, apenas le dirigí una breve mirada y en medio de mis pensamientos distraídos por la pelea con mi mujer la salude entrando en su casa como si de la mía propia se tratara, en ese instante se me olvido mi enfado al percatarme de la belleza que tenía enfrente, le sonreí como siempre, como si nada pasara, pero no pude dejar de recorrer con la mirada sus bellas formas, que se adivinaban perfectamente bajo la tela, después ella me confesaría que no paso por alto mi escrutinio visual y ella inicio el suyo, comparándome con mi hijo, las diferencias entre nosotros, mi estatura, su esbeltez, el tono más claro de mi piel, me mantengo más o menos bien físicamente, practique muchos años karate, entre otros deportes, como el futbol y el baloncesto, y ella no pudo dejar de notarlo, mi hijo era más bien sedentario, había heredado eso de su madre.

Empecé a charlar con ella, le pregunte como había estado, me respondió cortésmente pero sin ambigüedades, “Bien”

Trate de hacer una plática amena, le pregunte si iba a salir, hablamos del clima, hacía un calor inusual para esos días de primavera, y en ningún momento me demostró que tuviera ansiedad por qué me fuera, por otra parte, a cualquiera le agrada la presencia de una mujer bella, y me la pase muy bien charlando de trivialidades en su compañía, la tarde se oscureció de repente y comenzó una de esas lluvias impertinentes que suelen caer en la parte central de México en esta época del año,  mucho viento… poca agua… pero el viento suele hacer que la lluvia sea molesta e incómoda para salir, al cabo de un rato el viento arranco una rama de un árbol y esta fue a caer en los cables del tendido eléctrico, provocando que un transformador estallara dejándonos sin luz eléctrica.

 El apagón no nos dejo a oscuras porque aun había luz de día, mientras la lluvia golpeaba fuertemente los cristales de las grandes ventanas del edificio, me acomode en el sillón de la sala y Lizeth  me ofreció una cerveza, no es mi bebida preferida pero acepte la bebida fría, que después fueron dos y tres cervezas porque no volvía la electricidad, ya estaba oscureciendo, le sugerí a Lizeth  que ya no saliera, el clima no estaba muy bien y ella obedeció sin chistar, tomo el teléfono y le llamo a su amiga argumentando que en verdad era complicadísimo salir con la lluvia y probablemente con varias calles sin semáforos funcionando por los problemas de apagones en la ciudad.

 Le sonreí, me puso de muy buen humor que una mujer tan linda me obedeciera, y lo admito, las cervezas me habían puesto un poco eufórico.

- Ni modo Liz, ya será otra vez,- le dije-  con esta lluvia no vas a avanzar mucho…oye, ¿me puedo quedar un rato más, no te molesta?

 – Por supuesto que no suegro, como creé, pero creo que el apagón va para largo…

- Me espero, tu suegra ya sabe que yo no tengo hora de llegada…

 Una duda me cruzo por la mente, no sé si por efecto del alcohol, ya que yo no tomo mucho, pero le espete una pregunta que la tomo desprevenida.

-oye, ¿y nada más pensabas salir con tu amiga?

La pregunta no tenía un doble sentido, pero ella prefirió ignorarla. No le dije nada, pero ese detalle me puso en un estado de alerta, como cuando sabes que algo no está muy bien del todo, luego de tres cervezas  me sentía de lo más confianzudo, así que me senté con toda la comodidad del mundo, después de todo, era la casa de m´ijo…

 Lizeth  me observo detenidamente, creo que le llamaron la atención mis brazos, no pudo evitar verme con detenimiento y no escapo a mi atención ese detalle, tampoco pudo evitar cierta reacción inconsciente al llegar a ella mi olor masculino y ciertamente notorio, aunque no desagradable.

Ella se sentía aún desnuda y me comento que iría a vestirse, la mire detenidamente y ella solo atino a pedirme permiso para ir a vestirse, asentí con la cabeza y se levanto contoneando su cuerpo de manera inconsciente pero tan sexy que no pude reprimir el deseo de seguirla, me olvide de llevar las latas de cerveza a la cocina, no sé qué intención tuve para seguirla a su recamara, pero la seguí y creo que no se dio cuenta porque estaba un poco encandilada con el brillo de la vela que llevaba en la mano… la verdad es que no sabía si me atrevería a espiar a la esposa de mi hijo, la puerta quedo entreabierta, y me quede parado con la mano en el picaporte pensando en si sería capaz de atravesar ese espacio físico y una frontera mas intangible todavía…

 Liz por su parte estaba en la recamara con apenas su tanga y su breve sostén de media copa a la luz de una vela, apenas estaba pensando en que ponerse y por su mente pasaba la idea de vestirse conservadoramente pero coqueta al mismo tiempo cuando un rayo ilumino el cielo y debió estar muy cerca porque el estampido sonoro no tardo mucho tras la intensa iluminación, los truenos asustan mucho a Liz, le dan miedo desde que era niña y no pudo evitar gritar asustada

-¡Aaaayyyy!!!

No lo pensé, reaccione casi de manera natural como lo haría cualquiera que quiere proteger a su hembra de peligro alguno, en menos de lo que lo escribo estaba yo parado junto a ella escrudiñando con la mirada y tratando de encontrar algún indicio de cualesquier peligro en la habitación.

– ¿Qué pasó?, ¿estás bien?

– ¡Don Ricario!, ¡estoy casi desnuda!

 No pude decir nada, mi mirada recorrió esa figura  femenina tan deseable, ella sintió la intensidad de mi mirada sobre sus senos, lejos de molestarse pareció gustarle, en cierta forma había un calorcillo que empezaba a subirle por las piernas y la espalda.

 Paso como un minuto, un largo minuto de silencio, ninguno de los dos dijimos nada, mi mirada le recorrió su figura de arriba abajo, no lo pude evitar, sé que mi mirada era lasciva pero era el deseo que me había provocado, ella no podía creer que su propio suegro la estuviera viendo de esa forma.

 Muy a su pesar sentía que le gustaba esa mirada, supongo que su autoestima estaba un poco abajo, pero a la luz de la vela me mostraba su cuerpo joven y bien formado, sus enormes senos destacaban en su esbelta figura, el sostén blanco apenas podía cubrir sus pezones porque la breve tela era incapaz de cubrir las prominentes carnes que por arriba y abajo escapaban de su prisión, yo no lo pude percibir, porque estaba vestido, pero Liz sentía hasta la escasa corriente de aire proveniente de la ventana apenas abierta desde el baño, el aire corría por sus piernas y su vagina se humedeció cuando eso se conjugo con mi mirada llena de deseo, escudriñando cada parte de su cuerpo, y aun se humedeció más cuando pensó que me había dado cuenta de que su vagina había humedecido su breve tanga, aguanto la respiración y al recuperar el aliento su olfato se lleno con mi aroma a hombre…

 Pero el hombre que tenía enfrente era yo, ni más ni menos que su suegro, y que prácticamente le estaba quitando las únicas dos prendas que tenía puestas.

 No pude dejar de sentir un poco de celos, no es la manera en que te vestirías para ir a una simple reunión con una amiga, y ante la idea de que mi nuera pudiera tener una aventura rompí el silencio cuestionándola.

- ¿Y así ibas a salir a la calle?…

 Lizeth  dudo un poco, la pregunta le tomo por sorpresa, y trato de hilvanar una disculpa.

- Solamente iba a cenar, ya le dije…

- Dime la verdad Liz, ¿no andas con otro cabrón?

– Qué pregunta suegro, -dijo visiblemente turbada-  solamente iba a cenar con mi amiga Silvana, hemos sido amigas toda la vida…

 Mi lujuria se volvió exponencial, me acerque a la cama sin dejar de verla, mi mirada seguramente ya no era amable y coqueta, sin duda era completamente lujuriosa, mi respiración se agito haciéndose más fuerte, y Liz no era tan tonta como para no darse cuenta de que mi excitación era manifiesta, me estaba excitando con mi nuera, creo que era reciproco, aunque ella seguía pensando en el hecho de que soy el padre de su esposo y no estaba bien que estuviera casi desnuda a unos pasos de mi.

Me acerque a ella y en solo unos segundos estaba frente a Liz, ella reacciono casi de manera instintiva sentándose en la orilla de la cama y cerrando las piernas como temiendo que me diera cuenta de que su vagina estaba humedeciéndose. Pero sus pezones le delataron cuando mi mirada se poso sobre sus pechos, sus enormes senos pronto evidenciaron que sus pezones empezaron a crecer marcándose en la delgada tela que los cubría, ella intentaba evitarlo pero cada vez era más débil el pensamiento de que el hombre que estaba con ella en esa habitación era el padre de su único compañero sexual hasta entonces.

 Me senté en la cama junto a ella y mi siguiente pregunta fue demoledora:

 – ¿Y por qué estás tan excitada si solamente ibas a cenar con tu amiga?

 SU turbación fue evidente, no supo que contestar, de su boca apenas balbuceo un:

– No es que…como creé…

 Lizeth  se sintió un poco tonta al no poder contestar algo que pudiera explicar su excitación, o más bien, cualquier cosa coherente… sus pezones se miraban cada vez más duros, y su vagina cada vez mas húmeda, obviamente no paso desapercibido para mí su reacción y entonces me quite los lentes, y lentamente puse mi mano derecha en su rodilla, pero lo que más me llamaba la atención de ella era sin duda sus enormes pechos.

 Me tome un instante, como pensando mis palabras, respire y después de un suspiro le dije:

- ¿Estás ansiosa, verdad?, ya quieres hombre…

 Liz se sintió acorralada, abrió sus ojos aun mas, su boca se abrió un par de veces tratando de hilvanar algunas palabras que no salieron, al final solo pudo decirme:

- Yo solamente espero que regrese mi esposo…

- Pero falta casi una semana y la verdad no creo que aguantes hasta ese día… ¿O tú piensas que no se va a dar cuenta algún cabrón lo ansiosa que estás?…

- Pero no, no es eso…

- Faltan cinco días Liz, cinco, y mira nada más como estás…

Aproveche la coyuntura para meter mi mano entre sus piernas y palpar suavemente su vagina, que efectivamente ya estaba mojada, su ropa interior se impregnaba en sus jugos, dándome la confirmación de mis pensamientos.

 Hasta mi olfato había llegado su aroma, su ansia de macho, no me equivocaba, ella ya no aguantaba más, deje mi mano en su entre pierna y como no hizo ningún movimiento mi otra mano busco su sostén, lo jale hacia mí y levante el pulgar y de inmediato se abrió el broche dejando libres sus hermosos, bellísimos pechos…

 Después Lizeth  me confesaría que muy a su pesarle gusto sentir sus senos totalmente desnudos a la vista de un hombre distinto a su marido, a la vista de un hombre que en pocos minutos le había calentado ya… y desde luego, yo estaba extasiado admirándola, no me contuve y le pregunte.

– Mira nada más, qué tetas tan enormes, ¿te digo algo Liz? desde que te conocí quise saber si eran naturales o te ponías algo…

Pareció dudar un momento y me respondió con cierto tono de timidez.

- Desde que estaba en la secundaria ya estaba así…

Mis ojos se abrieron como platos y exclame:

- ¡Qué cosas tan grandes!, ¿las puedo tocar un poco, verdad?

 Por única respuesta Liz se dejó caer hacia atrás estirándose a lo largo en la cama, y ante tal invitación mis manos se deslizaron directamente a su pecho para apretar esos enormes senos, era una caricia exenta de cariño, pero llena de deseo que en ese momento era enorme, mi nuera mantenía sus ojos cerrados y solo escuchaba su respiración agitándose como señal de su excitación, mis manos apretaban, sopesaban, acariciaban, y en un instante hubo más que solo eso…

-¡Aaay!- grito Liz al verse sorprendida por mi audaz movimiento, su grito fue simultaneo a mi primer lengüetazo, incluso brinco un poco al sentir mi lengua en uno de sus ya erectos pezones y luego mi espeso bigote frotando esos enormes senos, mis largas chupadas y lengüetazos eran fuertes, con ansias apenas contenidas, comencé lentamente y un par de minutos después mis manos grandes y enormes se cerraron en cada una de sus pechugas apretándolas con fuerza y con la boca y lengua alternándose entre cada una de esas enormes tetas.

 Liz siempre me pareció de piedra, pero no lo era, así que de sus leves gemidos iniciales al cabo de un rato gemía con fuerza, solo la lluvia golpeando en la ventana  acompañaban esa rítmica melodía de placer que ella cantaba,  ante ese placer hasta su miedo a los relámpagos se había olvidado y yo agradecía la intermitencia con que iluminaban la recámara y el cuerpo hermoso de mi nuera.

Después de varios minutos solté sus senos  tomando un descanso, y entonces ella se recostó bien sobre la cama y ahora fui yo el sorprendido cuando ella me abrió levemente las piernas, invitándome… aún tenía su prenda inferior puesta y me sonrió con cierta malicia al ver mi mirada lasciva sobre su entrepierna, yo me deleitaba la vista al mirar su pubis rasurado cubierto apenas por una minúscula tela delgada; pero tenía una invitación que corresponder y con uno de mis dedos empecé a frotarle la vagina masturbándola y calentándola aún más, en respuesta Liz abrió más las piernas para dejarme ver su delgado cuerpo ya casi desnudo, pero no duró mucho ese instante, porque en mi ansiedad en ese momento me incorporé y me despojé solamente de la camisa, el sudor ya me tenía un poco incómodo y mi aroma a macho excitado fue percibido claramente en la habitación.

  Lizeth  dejo ver que mi olor a hombre le encantó, porque se puso frenética, ahí ella se dio cuenta cuanto le gusta y excita el olor de un macho excitado; y no solo eso… mis pectorales marcados y los vellos espesos entre castaños y algunos plateados en mi pecho atraían su vista, estaba extasiada… Yo sabía la razón, mi hijo, es decir, su marido es muy lampiño.

Avente mi camisa a un lado y regrese a deleitarme con el joven y deseable cuerpo de mi nuera, empecé a besarle las piernas, inicie a recorrerla con mi boca desde las pantorrillas hasta las ingles, pero dejándome aún esa última prenda, el cosquilleo que le provocaba mi espeso bigote fue algo nuevo para ella, pero disfruto mis besos a lo largo de sus bien torneadas extremidades, luego avancé y llegue a ese templo del placer, mi aliento acaricio su piel previo a mis besos sobre la tela, de inmediato pase mi lengua por su ingle, humedeciendo la muy delgada tela que me separaba de esa cueva del deseo, provocándole nuevamente sensaciones intensamente agradables, Liz volvió a retorcerse y a gemir de placer auténtico, era fabulosa la sensación de tenerla así bajo mi control, yo sabía perfectamente como excitarle y prepararla, no solo por ser una mujer, una muy bella mujer, sino porque me inspiraba y de alguna manera yo intuía los lugares donde tocarla, donde acariciarle, como hacerlo... parecía que me lo dictaba de manera inconsciente de alguna manera, era una delicia.

 Un instante después la húmeda punta de mi lengua presiono la tela de su bikini, podía sentir como su vagina se abría por la excitación y se volvía a humedecer, esa  sensación me arrebato y de un rápido movimiento me deshice de ese pedazo de tela prácticamente arrancándolo del camino y entonces Lizeth  se abrió completamente estirando sus piernas para que la viera totalmente desnuda, ella no pude ver mi reacción porque al estirarse su cabeza cayo en sentido contrario, pero a los pocos segundos sintió mi bigote pegado a sus vellos recortados y mi lengua frotando los labios de su vagina francamente húmeda, pero luego de ese beso superficial, le di uno más profundo y entré dentro de mí nuera y ambos casi gritamos ante la placentera sensación, Liz casi sintió un orgasmo al darle paso a mi gruesa y ágil lengua que se abría paso en su gruta sorbiendo sus jugos vaginales, pero a mí su sabor me fascinó, probar su néctar me provocó un larguísimo gemido de placer muy intenso.

Durante varios minutos seguí moviendo mi lengua rebuscando por todas partes, alguna vez ella me confesaría que su marido hacía eso ocasionalmente pero por un lapso corto, pero Yo, el padre de su esposo le tenía ahora atrapada por un buen rato, sus manos me agarraban del cabello mientras las mías la sujetaban desde la parte inferior de las nalgas y no cesaba de mamarle esa ardiente vagina; no fue difícil encontrar su clítoris y entonces Liz pasó del gemido al grito sin control, casi llegó al orgasmo pero no lo pudo alcanzar, por lo que redoblé el ritmo de mis lamidas, entonces algo paso, a pesar de todo… a pesar de tener a mi nuera desnuda en su cama, y mamándole con fruición su más íntimo rincón, entendimos que ninguno de los dos estaba seguro de que algo más fuera a pasar, pero en ese momento Liz se decidió justo entonces comprendió que lo único en que pensaba era en ser cogida por su propio suegro y en su propia casa..

 -ya…- fue todo lo que dijo, tan inaudible que me detuve un instante para tratar de comprender lo que había dicho… lo repitió de nuevo, un tenue “ya”, fue suficiente para darme a entender que la tenía ya a mi disposición y que se había convertido en una hembra ansiosa, como nunca antes lo había estado.

Me incorpore y rápidamente me deshice de mis zapatos que salieron arrojados por ahí, luego desabroche mis pantalones  quedándome solo en mi ropa interior, a Liz le gusto ver mis grandes piernas, no pasó por alto el enorme bulto que se me veía entre mis ajustados boxers, no la hice esperar y aunque le quise pedir que me ayudara a quitármelos lo hice yo mismo deleitándome al ver como Lizeth  abría sus ojos un poco más al no poder evitar sorprenderse al ver lo que su suegro tenía entre las enormes piernas: una verga grande, gruesa, nada que ver con la de su marido; sabiendo que la tenía cautivada y toda su atención en mi miembro en ese instante, yo mismo recorrí hacia atrás la piel del prepucio de mi enorme instrumento y le deje ver un glande muy grueso y ya totalmente lubricado por su propia excitación, a mis 45 años mantenía una erección firme aunque por el tamaño, mi órgano sexual se curvaba ligeramente hacia abajo; una enorme mata de vellos negros ocultaba en parte mi par de testículos igualmente grandes y ella miraba con deleite el conjunto.

Evidentemente mis atributos fueron del agrado de mi nuera, por lo que yo, su querido suegro le sonreí mientras tomaba con la diestra el miembro que inevitablemente le iba a clavar, ese enorme trozo de carne la tenía curiosa y temerosa, pero Liz estaba ansiosa, muy caliente y ya totalmente lubricada…

Sin tiempo que perder me subí a la cama y a la luz de las velas y de los ocasionales relámpagos me coloque de rodillas frente a mí nuera, con mis piernas abrí las suyas que se habían ido cerrando y entonces puse un brazo al lado suyo, con la otra mano dirigí la verga hacia su húmeda cavidad, su rajita también estaba ansiosa, al contacto con sus labios vaginales no pudo evitar un estremecimiento que fue claramente perceptible a mis sentidos, entonces comencé a frotar mi glande contra su entrada, dejándola mojada con mi líquido pre seminal que no cesaba de salir. Por un momento ella odio que su amado esposo no hubiera heredado esa parte de mi anatomía.

Mi glande se abrió paso y Liz lo recibió con una descarga de jugos, mi nuera verdaderamente estaba loca de deseo y yo había olfateado perfectamente sus ansias de macho… y de sexo; cuando sentí que la punta de mi falo estaba ya dentro, coloque mis brazos en la cabecera de la cama y apoyado en las rodillas empuje las caderas poco a poco, a pesar de su calentura mi nuera sentía un poco de molestia al irme abriendo paso por su cueva de amor centímetro a centímetro, pero en esa posición pronto pudo percibir mi olor a hombre mezclado con la fragancia de mi Gray franel, Lizeth  podía distinguir con claridad el aroma de mi transpiración como el que le llegaba desde mi entrepierna y que era aún más almizclado; eso le ayudó a mantenerse sumamente excitada porque para mí nuera era algo nuevo y sumamente delicioso.

Pese a la enorme calentura de ambos, me di tiempo para penetrarla poco a poco, lo hice con maestría, me llevo algunos minutos recorrerla con todo mi tronco, lentamente, milímetro a milímetro… mantuve una lenta pero constante penetración, para mí nuera era fabuloso sentir como era ensanchada por la vergota de su suegro, primero sintiendo como casi le ardía pero a medida que se acostumbraba, verdaderamente lo disfrutaba.

- Eso es Liz, esto era lo que querías, ¿verdad?,-le cuestione, solo asintió con su cabecita, por lo que nuevamente pregunte:-  ¿no te duele?

 – Un poquito, es que es muy grande…

Sonreí al escucharla, con un poco de ego le conteste.

- No mucho, pero veinte centímetros sí tiene…por ahora es tuya linda, nada más tuya…

Un largo y ahogado gemido me indicó cuando su rasurado pubis entró en contacto con mi tupida mata de vellos largos y negros, paralelamente sentí en su culo sus henchidas pelotas. Entonces pegue en sus tetas mi firme pecho y al frotar los vellos de mi pectoral sus pezones tuvieron un estímulo adicional. Me convencí de que Liz siempre había querido eso: ser cogida por un macho maduro y experto… aunque ahora fuera el padre de su marido.

Cuando lo tuvo todo dentro me mantuve así, sin moverme, así en esa postura mi espeso bigote recorrió su cuello y hombros, mientras esperaba que ella se acostumbrara a mi presencia en su interior, fue ella la que empezó a mover las caderas, entonces ya fuera de sí misma Liz me abrazo por la espalda y movió sus caderas y consecuentemente las arremetidas a su vagina crecieron frenéticamente, estaba como loca y me decía…

– Cójame Ricario, cójame…

- Pues eso estoy haciendo Liz…

- Pero muévala, muévala fuerte su verga…

No hay nada más excitante que una mujer suplicando placer…

- ¿Qué?, a ver dímelo otra vez Liz, dímelo…

- ¡Qué mueva fuerte su vergota!

Esa petición llena de lujuria surtió efecto, de inmediato se la empecé a meter y a sacar con furia, ya estaba totalmente adaptada al tamaño y sus jugos de chorreante líquido se mezclaron con los míos para lubricar su rajita, así que el vaivén fue delicioso, yo me agarré a la cabecera y ella se abrazaba a mi cuerpo y me besaba, mi olor masculino se le impregnaba, estaba Liz comportándose como una puta, como una perra en celo, y yo había logrado sacar esa parte de lo más profundo de su ser; los dos gemíamos y gritábamos de placer, a veces le sacaba el enorme falo y luego lo dejaba ir dentro con furia mientras ella me gritaba al sentir como se abría paso hasta pegar mis bolas en su culito.

Los relámpagos ya habían pasado, algunas gotas caían en los cristales, pero el mundo había desaparecido, solamente existíamos una hembra con su macho que tenía encima; que además resultaba ser su suegro deportista y bonachón, ahora convertido en el macho más excitante que Liz hubiera imaginado, el segundo hombre en cogérsela resultaba ser una maquinita sexual de larga duración.

 Lizeth  acuso los estertores de una inminente corrida, sus piernas empezaron a cosquillearle, su abdomen bullía y sentía que sus senos crecían al anunciarse la llegada de su orgasmo…fue delirante, un choque eléctrico auténtico mientras mi enorme verga   estimulada por los jugos de ese orgasmo aceleraron su vaivén. Porque sentí francamente como con sus jugos su vagina se volvía un rio de lubricación que me facilitaba las embestidas permitiéndome aumentar el ritmo en que la tomaba.

 No pare, seguí cogiéndomela ahora en un ritmo más rápido, para entonces ya estaba empapado de sudor y por consiguiente ella también, no sabía que su segundo orgasmo no tardaría en llegar pero yo quería alcanzar el mío mientras mi nuera era cogida sin piedad, sus manos tocaban mi cuerpo todavía firme y musculoso, acariciaba mis hombros, los bíceps, mi espalda y mis caderas; Lizeth  estaba encantada de tener encima un macho tan atractivo y caliente.

A los pocos minutos Liz sintió como su segundo orgasmo venía en camino, descubrí que el segundo para mí nuera era siempre demoledor y esta vez no fue distinto, grito de placer, se agitó, gimió y apretó sus brazos alrededor de mi cuerpo al sentir como se estremecía por este segundo orgasmo y cuando seguía disfrutando ese placer incomparable, adiviné que yo iba a hacer lo mismo, mis huevos se encogieron acercándose a mi cuerpo y mi corazón empezó a latir con fuerza, mi cuerpo se puso más rígido, varios gemidos ahogados se sucedieron y entonces mi verga empezó a dispararle una avalancha de semen espeso y caliente, una y otra vez sentía como me estaba vaciando en el interior de mi nuera, el golpeteo de mi líquido seminal saliendo con fuerza de mi enorme órgano mientras seguía estremeciéndola por la intensidad de mi primer orgasmo que se unía al segundo orgasmo de mi nuera; fue increíble que los dos casi hubiéramos terminado al mismo tiempo, Liz estaba agotada al grado que no sentía ni mi peso y no le importaba nada haber quedado empapada de mi sudor, ya estaba perdida en el placer del orgasmo aunque sentía perfectamente uno a uno los disparos de mi verga en los estertores finales de mi corrida.

Solté un largo suspiro y termine de eyacular hasta la última gota de mi semen en el interior de mi nuera y cuando mi verga comenzaba a perder su erección la saque de su interior, era evidente el orgullo que sentía al haberme cogido con semejante falo a mi propia nuera, a manera de final la golpeé con mi glande en su rajita y la impregné con la última gota de semen que afloraba en mi instrumento, coronando con mi roció su flor, como una rúbrica a la fenomenal cogida que acabábamos de darnos.

 Aún en ese estado de semi-flacidez mi verga era enorme para ella que solo conocía una hasta ese dia, había sido una experiencia fenomenal haberla tenido dentro. No dije mas, estaba satisfecho y me levante para vestirme rápidamente, teníamos casi dos horas desde que había llegado a su recámara; Lizeth  quiso levantarse al ver que me disponía a marchar, pero vi claramente su cansancio, asi que le dije que descansara, pero no me fui sin antes llevarme un recuerdo, tome su diminuta ropa interior y la guarde en una bolsa de mi pantalón, aun antes de irme me di cuenta que Lizeth  quedo dormida como tronco y eso me lleno de más orgullo, dejarla completamente satisfecha, totalmente desnuda y empapada por dentro y por fuera con mi semen, sudor y saliva.

Cerré la puerta de la recamara y después salí del departamento con sentimientos encontrados, una pelea entre mi deseo y mis remordimientos, el tiempo diría cual se impondrían en futuras reuniones familiares… pero eso, eso será motivo de nuevos relatos.