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Un trío con sorpresa (2ª parte)

en Bisexuales

Un trío con sorpresa (y II)

 

     …Tras despedirnos de la chica y comentar nosotros el breve, pero excitante, encuentro sexual, decidimos que había que repetir esa experiencia. Y lo hicimos, usamos el mismo método, llamada a un par de contactos y elegir el que más nos convenía.

     Esta vez decidimos que sería un chico, Carlos estaba de acuerdo en que yo eligiera al partenaire. Recuerdo que al contacto del teléfono le solicitamos un chico atlético, joven, exótico y experimentado. El chico que nos enviaron era un fornido moreno de ojos verdes, marcando músculos, y paquete, vamos un tipo de unos 27 ó 28 años, de 1, 85 mts. de estatura y por lo menos 105 kgs. de peso. Un verdadero animal. Carlos sonrió maliciosamente cuando lo vio, y me guiñó un ojo un tanto divertido.

     Este chaval era de Brasil, aunque llevaba muchos años en nuestro país. La verdad es que ha sido el mejor sexo que he disfrutado jamás, aquella velada siempre la recordaré con nostalgia. Prácticamente fuimos al grano, decidimos poner un poco de música y mientras el chico se ponía a tono, pues la verdad entró al baño y salió apenas con un tanguita que le marcaba lo que parecía ser el mayor pollón que he visto en mi vida, bueno descomunal. Me puse excitadísima, hablamos durante un rato y nos explicó que llevaba ya tres años haciendo esto, que tenía mucha experiencia en sexo de todo tipo. En fin, para la ocasión yo me había puesto muy sexy, medias y liguero, un mini vestido que cortaba la respiración de cualquier tío, una tanguita de hilo dental y me había quitado previamente mi sujetador, dejando que mis senos se marcaran totalmente en el ajustado vestido de color blanco. Carlos por su parte seguía fiel a sus vaqueros, aunque esta vez se puso una camisa de botones de manga larga y corbata.

     El chico, así vestido, o más bien casi desnudo, pues sólo llevaba ese tanga diminuto, marcando todos los pectorales y con aquellos muslos enormes, me sacó a bailar al son de la música que sonaba en el equipo. Accedí y noté enseguida ese olor a sudor que da a algunos hombres un aspecto viril. Me sentí deseada, aquel macho me estaba poniendo a mil. De repente me apretó hacía él haciendo que nuestros cuerpos fueran uno solo, noté el bulto en mi barriga, yo mido solamente 1,65 mts. y  peso 69 kgs. así  que aquel enorme ser me haría sentir una verdadera mujer en cuanto me hiciera suya. Mi corazón palpitaba de excitación, él tuvo que notarlo pues sus manos se fueron directamente a mis nalgas haciendo que mi corazón se acelerara. Carlos seguía contemplando la escena sin inmutarse, con su vaso en la mano y su cómplice sonrisa me hacían sentir bien, sabía que él disfrutaba también.

     El corpulento joven, aprovechando la música y sin dejar de contonearse, me giró totalmente, de repente me vi de espaldas a él, de frente a Carlos y con el bulto del morenito aprisionando mis nalgas, estaba fuera de mí, no entendía por qué dilataba tanto la escena, -¡tómame ya!- pensaba para mí. Era evidente que quería hacerme sufrir, ese era su juego, hacerme esperar para así tener un final mejor. Ahora sus manos se posaron en mis senos, sus amplias manos agarraron por completo mis voluminosas tetas, ya estaba mojada, no aguantaba mucho más, iba a tener un orgasmo de un momento a otro, lo presentía. Carlos se sobaba su paquete, parecía que iba a ser un mero espectador, disfrutaba, lo sé.

     El chico decidió bajar una de sus manos y palparme mi abultado sexo, ya a estas alturas muy mojado. Jugó con él un rato, lo agarraba, lo masajeaba, lo acariciaba, estaba fuera de mí. Vi a Carlos desabrocharse el pantalón y bajárselo, se sacó su miembro fuera de los calzoncillos y se masturbó, después se quitó también la prenda íntima y se quedó sólo con la camisa y su corbata, estaba gracioso con los calcetines negros puestos.

     Ya llevábamos así durante un buen rato cuando el chico me giró y me hizo inclinarme, quedé con mi cara frente a su bulto, aún tapado por su prenda ajustada. Lo saboreé y lamí y por fin decidí bajar aquella prenda que me impedía ver lo que quería ver. Su pollón era descomunal, estoy segura que medía al menos 23 cmts., venosa, ligeramente curvada hacia la izquierda, totalmente depilada, sus huevos caían como dos enormes aguacates que sujetaban aquel enorme palo. Sin pensarlo me lo metí en la boca y comencé a ensalivarlo y engullirlo glotonamente. Con la boca totalmente ensalivada me levantó y me besó bebiendo todo el líquido que encontró en las comisuras  de mis labios. De repente me aupó en el aire y su enorme fortaleza hizo que me sentara en su enorme polla, él quería que notara que me tenía a su merced y así actuaba.

     Carlos seguía en su quehacer sin dejar de observar la escena. El chico me puso en el suelo de nuevo y con sus manos agarró mis senos y los soltó fuera del vestido, después se arrodilló ante mí y sus manos fueron directas a mi entrepierna, me abrí instintivamente para dejar pasar aquellas manos, él quería agarrar mis diminutas braguitas y con cierta dificultad lo consiguió, de un tremendo tirón las arrancó de cuajo, esa acción violenta me dejó totalmente fuera de sí, podría a esas alturas hacer lo que quisiera de mí. Se llevó las braguitas a su nariz y tras olfatearlas las arrojó al suelo, después me agarró por los hombros estando él todavía arrodillado frente a mí y me hizo ponerme igualmente de rodillas, frente a él, con las piernas ligeramente abiertas. Se inclinó y me besó en la boca durante un rato, su lengua buscó y buscó en mi boca hasta entrelazar su lengua con la mía, iba a desfallecer, me sentía como una perra en celo. El chico se separó y me dio la vuelta, su mano me agarró por la nuca y me obligó a agacharme, obedecía sin más, mi cabeza estaba apoyada en el suelo, la cara pegada a la alfombra, luego él sólo tuvo que abrir más mis piernas. Acto seguido se colocó  y tras notar la cabeza de su enorme polla depilada en la entrada de mi sexo, noté como con toda facilidad entraba en mí. Me montó con tal virulencia que mi orgasmo no tardó nada en llegar, mis gritos de placer eran la prueba de que estaba disfrutando como nunca. Carlos estaba más feliz que cuando hicimos el trío con la chica, se le veía disfrutar. Ya ni siquiera se masturbaba, sólo contemplaba el pollón que aquel chico tenía dentro de su mujer.

     El chico ralentizó por un momento sus embestidas, para acto seguido reiniciar con fuerzas renovadas sus empujes, mis gritos ya no podía contenerlos, unos espasmos debilitaban mis fuerzas haciendo que casi no pudiera aguantar mi peso, señal inequívoca de que un segundo orgasmo estaba a punto de venirme. De repente se detuvo y se incorporó para colocarse él mismo un condón, tras lo cual volvió a colocarse detras de mí y volvió a montarme como un animal, esta vez bombeaba y bombeaba sin parar, una y otra vez, su cuerpo chocaba contra mis nalgas enrojecidas, estaba a punto de perder la posición del perrito, él siguió ahora con más fuerza agarrándome por el cabello obligándome así a echar la cabeza para atrás. Sus embestidas se volvieron brutales, hasta el punto de que caí al suelo con él pegado tras de mí, siguió y siguió sin dejarme tregua. En esa posición se le hizo difícil y se le salió la polla fuera de mi coño enrojecido y babeante, haciendo un pequeño descanso que yo aproveché para inspirar aire y relajarme. Así de bruces como estaba, era totalmente vulnerable a que me montara de nuevo, además lo deseaba más que nunca, no obstante él se levantó y agarró el vaso para beber, todavía con la música de fondo se puso a contonear su escultural cuerpo aún con el condón puesto, siguiendo el compás de la música. Él bailaba y bailaba, me incorporé también y me acerqué a él, lo besé y me correspondió, Carlos estaba con su miembro en erección, supongo que esperando a que se reanudara la escena.

     Decidí ir a orinar, aprovecharía esta pausa para hacer pis y volver con fuerzas renovadas. Corrí hacia el baño, al fondo del pasillo y me senté en el water pensando que lo que había ocurrido era lo más explosivo que había vivido nunca. Estiré la mano y cogí un cigarrillo de la cajetilla que siempre había en la repisita de cristal, tras encenderlo me tomé mi tiempo, -¡qué placer Dios mío!- pensé, aspiré el humo lentamente y lo solté igual de lento, tras unos minutos me sequé mi sexo, totalmente enrojecido por la refriega y decidí volver a la sala.

     Mientras me bajaba el diminuto vestido ajustado por el pasillo, sentí los jadeos de Carlos, era evidente que había decidido correrse sin esperar a que yo llegara, seguro que por la excitación que había vivido momentos antes. Al entrar en la sala me quedé parada durante un momento, lo que vi fue lo que nunca hubiera imaginado, no porque lo recriminara sino por la sorpresa propia del momento. Carlos se encontraba, aún con la camisa y su corbata puestas, además de sus calcetines negros de mal gusto, inclinado hacia delante en posición de cuatro, apoyadas sus manos en la pequeña mesita de la sala mientras el chico lo tenía agarrado por ambos hombros. Lo montaba con tal violencia que la mesita se rodaba poco a poco con sus embestidas. Vi como aquella polla abría por completo el culo de Carlos, puesto que el chico era capaz de meterla toda y sacarla de nuevo en toda su longitud. Carlos casi aullaba de placer, me acerqué todo lo que pude y me metí debajo de Carlos, agarré su polla y me la metí en la boca, desde esa posición pude ver con toda claridad cuan descomunal era el miembro de este chico, pero lo que me llamó la atención es que su polla cabía totalmente dentro de Carlos, Carlos no era pues, virgen analmente, gran sorpresa para mí. El chico lo montaba a destajo, cuando la sacaba del todo, Carlos no era capaz de cerrar el agujero antes de que volviera a embestirlo de nuevo. Dejé de mamar la polla de mi compañero para deleitarme con aquel espectáculo. Pude ver como su semen se estrellaba contra la mesita en la cual estaba apoyado. El striper era el dueño absoluto de Carlos, que ahora estaba perdiendo virilidad pues su polla comenzaba a colgarse, sin embargo el vigoroso atleta seguía montando a mi hombre como un macho cabrío, no hacía falta estrujarse el cerebro para comprobar que aquel chico moreno de ojos verdes y extranjero, tenía su putita y no era yo. La cadencia de las embestidas aumentó repentinamente y el chico en un momento en que sacó sus 23 cmts, de carne de las entrañas de Carlos con admirable maestría  se quitó el condón y volvió a hundir su enorme pollón dentro de goloso culo de Carlos, ahora sí que las embestidas se volvieron más rápidas y más violentas, mientras cabalgaba a mi pareja le agarró fuertemente por los pelos para afianzar su poderío sobre él, pasado unos minutos de virulencia y gritos de placer, se corrió dentro de sus entrañas. El macho moreno de ojos verdes, aguantó unos segundos en esa posición y sacó su polla del culo de mi, ya no sé como calificarlo, hombre, pareja, putita, en fin Carlos. El chico me cogió por el brazo y me arrastró hasta sentarme frente al castigado culo de Carlos, que aún continuaba en la posición inicial, segundos más tarde, de ese mismo culo salía un borbotón de espuma y líquido blanquecino que salpicó la alfombra y mi vestido, era la marca del nuevo dueño de mi pareja.

     Esa es la historia y así se las he contado.

Oyane Oyarzabal