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Un trío con sorpresa (1ª parte)

en Bisexuales

Un trío con sorpresa (I)

 

     Mi nombre es Oyane, soy de Bilbao y vivo actualmente en Madrid. Vivo en pareja desde hace siete años con un hombre normal, de ideas liberales y sin prejuicios morales o religiosos, como yo, supongo. Ambos tuvimos pareja anteriormente y nos conocimos por un chat de Internet. Él tiene 42 años y yo 43, estamos muy bien económicamente pues somos directivos en las respectivas empresas en que ambos trabajamos. Hasta aquí todo parece normal, no obstante y después de leer algunos relatos de contenido erótico, me decidí a contar mi experiencia, ocurrida hace algunos años.

     Siempre fuimos liberales en el sexo, ambos nos contábamos cómo eran nuestras parejas anteriores en lo que a la cama se refiere, mi expareja anterior era muy refinado, aunque siempre le gustaba innovar, creo que con él practiqué todas las posturas habidas y por haber, eso sí, sin salir de las normas “cristianas”, nada de cosas raras o por el estilo. La ex mujer de Carlos, mi actual pareja, era, según él, algo fría en la cama, hasta el punto de sentirse Carlos un desdichado, sexualmente hablando.

     Nosotros, Carlos y yo, chateábamos con frecuencia, de hecho así nos conocimos, y siempre teníamos confianza el uno con el otro, respetando nuestras parcelas de intimidad. No niego que practiqué cyber-sexo estando unida a Carlos, también él lo ha hecho alguna vez, según me ha confesado. Este dato es importante porque define claramente cuan sólida era nuestra relación. Fue así, en nuestras tertulias diarias contando anécdotas que nos ocurrían en los chats, cuando comenzamos un día a plantearnos la idea de hacer sexo fuerte, intercambio de parejas, tríos para él o para mí, sado, sexo público, etc. Decidimos que nosotros seríamos capaces de disfrutar del sexo sin que se viera en peligro nuestra ya asentada relación de pareja, y comenzamos a buscar esas aventuras que las redes sociales, las nuevas tecnologías o los anuncios en los diarios nos pueden dar.

     Lo primero que decidimos fue hacer mostrar mi cuerpo públicamente, con el morbo que da estar rodeados de personas que ignoran que debajo de la minifalda no llevas bragas. Carlos con su cámara y yo con mi cuerpo paseábamos por estaciones de metro, subiendo y bajando escaleras, agachándome a conciencia y comprobando las caras de algún que otro transeúnte que se percataba del espectáculo, pocos la verdad, pues ignoran lo distraído que van los transeúntes cuando tienen prisa. Centros comerciales, cines, aeropuerto, estaciones de autobuses, donde quiera que hubiera aglomeración de gente, allí poníamos en marcha nuestro peculiar carrusel.

     Otra de las prácticas que pusimos en marcha fue hacer sexo con la ventana de la habitación con las cortinas recogidas y con la luz encendida, sabíamos que “alguien” estaría mirando en esos momentos en cualquier ventana de las miles que habían frente a nuestro edificio, sabedor de que la oscuridad de la noche mantenían su intimidad a costa de la nuestra. También tuvimos sexo en webcam para algunas paginas de chat con cams, eso sí, siempre con antifaces pues la intimidad nunca la hemos puesto en peligro.

     Pero lo que realmente encendió nuestra pasión/morbo fue el contacto directo con “otra” persona, tener sexo con un tercer miembro, un trío, vamos. Después de madurarlo decidimos buscar en los diarios escritos, concretamente en sus páginas de contactos, pues en los chats no resultó fácil por los chascos que nos llevamos. Decidimos buscar primero a una mujer, y contactamos para ello en los chats con dos chicas que estaban dispuestas, pero una no se presentó a la cita acordada y la otra, resultó ser una chica con tantos piercing y tatuajes que a Carlos no le gustó nada. En los contactos de los diarios a los que llamamos, nos decidimos por una chica, que cobraba lo suyo por cierto, pero que cuando nos citamos, fue del agrado de ambos, ella tenía experiencia, tendría unos 30 años aproximadamente y vestía elegantemente, además parecía dominar ese mundillo. Acordamos hacerlo en nuestro piso y hacia allí nos encaminamos. Una vez en el apartamento le ofrecimos una copa y ella aceptó mientras pidió ir al baño para prepararse, sin cerrar la puerta nosotros susurramos si pondríamos algún tipo de límites, y tanto Carlos como yo, decidimos que lo haríamos sin guión previo, lo que saliera bienvenido fuera. Cuando salió del baño iba vestida con un diminuto vestido transparente de seda negra, una tanga muy fina y unos ligueros negros que sujetaban unas medias blancas. Los tacones de aguja eran muy altos, tanto que la hacían caminar con inseguridad, pero que supongo le haría sobresaltar ese erotismo que buscaba.

     Los preámbulos fueron un poco fríos pues no sabíamos cómo comenzar, ella se decidió por mí y dejando el vaso en la mesita (estábamos en la sala), se acercó a mi cara y me espetó un beso en la boca mientras me agarraba por la nuca, me quedé de piedra pues no me lo esperaba. Yo iba vestida con la mini negra de cuero y una blusa carmesí abierta y abotonada por delante, resaltando mis pechos. Carlos iba con su eterno pantalón vaquero y camiseta negra. La chica me dio la vuelta y mientras me besaba la nuca, sus manos agarraban mis senos fuertemente pero sin hacer daño, me hizo ruborizar de placer, lo admito. Con agilidad profesional hizo saltar uno de mis senos fuera del sujetador, me sentí erotizada por completo, Carlos me miraba fijamente aún con el vaso en su mano. La chica me tenía a su merced y yo era su obediente sumisa.

     Pasados unos minutos me sacó el otro seno, yo tengo buenos pechos aunque algo caídos, así que ver mis senos fuera del sujetador me dio una sensación de placer como nunca había tenido con ninguna mujer. Me fijé que Carlos estaba manoseándose su paquete sobre la cremallera, era obvio que disfrutaba, la chica estaba en su labor cuando comenzó a desabrocharme la blusa desde su posición trasera y sin dejar de besarme la nuca y el cuello. Cuando hubo desabrochado todos los botones me sacó la blusa, así sin más, después desabrochó el sujetador desde atrás y lo dejó caer, fue entonces cuando cambió de posición y se colocó delante de mí, agarrándome por las muñecas y llevándome ambas manos a sus senos, quería que fuera más activa y capté el mensaje. Así lo hice y comencé entonces a devolverle sus besos, sus caricias, comencé a besarla también por el cuello y sus senos, ella descolgó su cabeza hacía atrás y su larga melena rubia cayó por detrás dándole un aspecto de diosa Venus.

     Carlos decidió unirse y comenzó por besarme a mí, mientras su mano iba directamente a mi entrepierna, debajo de la minifalda de cuero negro, debió sentir mi humedad porque se deleitó masajeando mi sexo un buen rato. La chica notó la presencia de Carlos y se giró hacía él para comenzar a bajarle la cremallera de los vaqueros, una vez abierta metió descaradamente su mano y al poco rato sacó con cierta dificultad la polla erecta de mi hombre. Yo estaba que explotaba, disfrutaba como una primeriza. La chica, desabrochaba ya los vaqueros de Carlos mientras él seguía metiéndome mano cada vez con mano más temblorosa, quizá motivado por la mano de nuestra experta. Me sorprendió que le bajara los vaqueros a Carlos tan rápidamente, creí que iba a jugar un poco con él, ella se agachó y ayudó a sacar los vaqueros por los tobillos, y después los calzoncillos siguieron el mismo destino. Carlos se encontraba desnudo de cintura para abajo y yo desnuda de cintura para arriba. La chica se giró hacia mí y se agachó metiendo sus manos bajo mi minifalda, sus manos buscaron mi tanguita y de un brusco tirón las bajó hasta medio muslo, tuve que ayudar con movimientos de piernas para que ella de un segundo tirón terminara de dejarme sin la tanga.

     Volvió a girarse y comenzó entonces nuestra particular invitada, a masturbar a Carlos mientras él se dejaba hacer totalmente complacido, acto seguido, y en un impulso natural, Carlos se desentendió ligeramente de mí, para dedicarse íntegramente  a ella, estaba excitadísimo, su polla resudaba por todos lados. Ella jugaba con el viril miembro a su antojo, lo dominaba, lo estrujaba, era un juguete en sus manos, iba a provocar que escupiera su seminal jugo si él no hubiera detenido su mano a tiempo. Carlos entonces decidió tomar la iniciativa y de un movimiento brusco la agarró por sus caderas y le dio la vuelta con cierta violencia, era a estas alturas un macho buscando a su presa, ella se dejó hacer de un modo casi disciplinado y se quedó de espaldas a él, entonces Carlos ya no tuvo más remedio que obligarla a inclinarse para poder montarla allí mismo, antes de que fuera demasiado tarde. Mi posición de observadora de primer orden me permitía ver la escena con todo lujo de detalle, la chica estaba totalmente mojada, yo misma colaboré para quitarle su diminuto tanga y ponerla en posición para Carlos, que apenas tuvo dificultad para encontrar la gruta deseada. Con sus poderosas manos masculinas la agarró por las caderas y mientras yo le sujetaba las nalgas a la chica, él arremetió sin contemplaciones hundiéndose en sus entrañas, bombeó durante un rato hasta que ella de súbito se puso de pie y buscó un condón en sus enseres, abrió el envoltorio con la mano y me lo entregó. Supe lo que tenía que hacer y lo hice con maestría, con mi boca le coloqué el condón a Carlos mientras él estaba a punto de estallar.

     La chica volvió colocar su trasero hacia Carlos, pero esta vez se puso en la alfombra con el culo levantado y su cara acostada en el suelo. Carlos no pudo más, la embistió y bombeó durante un rato hasta que se corrió con fuertes bramidos, ahogando los jadeos de ella. Así terminó el primer encuentro sexual entre tres personas, experiencia que para ambos era la primera vez….

(continuará)