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Habitación de hotel 69 II

en Lésbicos

La semana, para Elena, transcurrieron mas lento que un caracol. Siete días interminables que le parecieron años, uno por cada uno. Ansiaba volver a encontrarse con Karina en la habitación de aquél hotel, y su marido ya empezaba a incomodarla con sus preguntas.

-¿Y...? ¿Cómo te fue con tu amiga?

-¿Quién?

-Tu amiga. De la Universidad.

-Aaahhh...Bien, bien.

-¿Tomaron un café, se divirtieron contando anécdoras?

-Mmmhh...Sí...

-¿Sí, qué?

-Sí, tomamos café y nos contamos montones de cosas.

-¿Le hablaste bien de mí?

-No.

-¿Ella está casada, tiene hijos, se divorció?

-No.

-¿Es linda?

-Sí

-¿Y está soltera?

-Sí.

-¿Podrías dejar de responrderme con momosílabos?

-Bueno...querido.

-¿Papá, qué son monosílabos?

Como siempre, el hijo de ambos se metía en medio de sus "conversaciones de adultos" y los descolocaba con sus preguntas.

-Nada, hijo. Ya lo verás en la clase lenguage.

-¿Y qué es lenguage?

-¿Elena, dónde dejamos el diccionario?

-Tú dónde lo dejaste, yo no tengo idea.

-Bueno. Al menos ya no me respondes con monosílabos.

-¿Papá, que es...?

-Ya va, hijo. Dame un minuto.

Su marido se entretuvo explicándole al niño qué significaba esto y aquello, mientras que Elena fue a encerrarse en su habitación, a rememorar cada instante de los vividos con Karina hacia tan pocos días. Tenía su número, pero le daba miedo llamar y que no le contestara. Le había dicho que esa semana estaría muy ocupada. Prefirió enviarla un mensaje de texto. Escribió y borró interminables veces hasta enviarle una palabras sencillas.

"Te extraño. Ya quiero volver a verte. Besos."

Presionó Enviar y se volvió a recostar, a seguir rememorando aquella tarde en la habitación 69 del hotel alojanmiento del que no recordaba el nombre. Cerraba los ojos, y sentía que volvía a trasladarse a esa habitación, que Karina la esperaba parada junto a la cama con el conjunto de ropa interior, que se desnudaba ante ella, que ella, Elena, se acostaba en la cama y Karina se ponía encima de ella, se arrodillaba sobre su vientre y se movía y se tocaba todo su torso desnuda. A esa altura, Elena ya estaba lo suficientemente excitada como para meter su mano bajo las bragas y masturbarse, como Karina le había enseñado. Eso a la vez le recordaba que Karina le había dicho que le faltaba mucho por enseñarle, y entonces se preguntaba: ¿Qué le enseñaría en el próximo encuentro?

Una tarde, ya habían pasado seis días y medio, su marido estaba trabajando y su hijo en la clase de natación, Elena recibió un mensaje de "KL69". Todavía no lo había leído y casi se pone a saltar de la alegría.

"Hola, hermosa Elena. Yo también te extraño, no puedo esperar a verte. El sábado estaré libre sin compromisos. Bueno, m unico comprmiso eres tú ;) Nos vemos en el hotel, no recuerdo cómo se llamaba, a la misma hora, te parece? Llámame en cuanto leas este SMS, estraño oír tu vos. Besos, linda."

Inmediatamente, Elena marcó el número de Karina, el tono de llamada sonó tres veces antes de que le atendiera.

-Aló?

-Karina! ¿Cómo has estado?

-¡Elena! Bien, ¿y tú?

-Mas o menos. Te extraño mucho.

-Sí, lo sé. Me escriste.

-Sí, gracias por responder.

-No hay de qué.

-Entonces...¿Nos vemos el sábado?

-Sí, ya sabes, misma hora, mismo lugar.

-Ajá...

-Y llevaré un par de cosillas para...divertirnos.

-Mmmhhh...¿Qué cosillas?

-Ya verás. Me tengo que ir, ando apurádisima para una reunión de trabajo, me llamas luego, ¿sí?

-Será un placer.

-Okay, chao, linda. Pórtate bien.

-Tú también.

-Yo siempre me porto bien. Chao.

Karina fue quién cortó la llamada. Elena la oyó muy apurada, pero le alegró el día haber escuchado su voz aunque fuera por menos de 30 segundos. Andubo con una sonrisa de oreja a oreja, y caminó por la casa diciendo a viva voz "¡Gracias a Dios que es viernes!"

La mañana del sábado, Elena se levantó de la cama de un salto y preparó el desayuno para ella, su esposo y su hijo.

-¿A qué se debe esto?-, le pruguntó su esposo masticando un sandwich de mermelada de frambuesa.

-Nada. Sinplemente me dieron ganas de preparales algo rico.

-¿Es por tu amiga, verdad? Te pone de buen humor.

-Sí, de MUY buen humor-, exclamó Elena sirviéndole a su hijo el chocolate con leche caliente.

Por fin se hicieron las dos de la tarde, la familia terminó de almorzar, y su esposo dejó al niño en el club y a Elena en la esquina del hotel alojamiento, que se hallaba a mitad de calle.

-¡Ey, mira eso!

-¿Qué cosa?

-Un telo. Deríamos venir algún día, ¿no crees?

-Sí...algún día.

Su esposo sonrió y se rió con picardía, mientras volvía a arrancar el coche. Elena esperó a que doblara la otra esquina, y literalmente trotó hacia la entrada del hotel. Apenas puso un pie dentro, la recepcionista le echó un ojo, sonrió sutilmente a modo de saludo y le dijo "La esperan arriba, señora", volviendo a clavar sus ojos en una revista. A elena el trayecto del elevador desde la planta baja hasta el 5° piso le pareció eterno. cuando se abrieron las puertas, salió despedida del elevador y fue directo hacia la puerta con el número 69. Esta vez la abrió directamente, sin pararse delante en seco. Y allí estaba...

-¡Karina!

Karina pegó un salto. Estaba de espaldas parada ante las cortinas grises que tapaban la vista del Centro, con un conjunto de ropa interior negro, y se había alisado el cabello.

-¡Ah, Elena! ¿Por qué gritas así, mujer? Casi me matas del susto.

-Disculpa, es que yo...

-Ya sé, ya sé...- Karina avanzó lentamente hacia Elena, desfilando cual modelo de pasarela, y rodeó su cuello con sus brazos. -Me estrañaste.

-No sabes cuánto.

Elena la besó sin vueltas, mucho más apasionada que la vez anterior, feliz de volver a estar junto a su joven amante. Apoyó sus manos en las caderas de Karina, pegándola a ella, y Karina la besaba dulcemente, apasiguando su ansiedad.

-Estás preciosa.

-Gracias.

-Me gusta tu camisa.

Karina se apartó un poco para admirar la camisa blanca con estampado de cebra, pero todo en blanco, apenas notándose las líneas de las rayas.

-¿De veras? Mi esposo me la obsequió en mi cumpleaños.

-¡Vaya, un hombre con buen gusto! Esto no se ve todos los días. Tuviste suerte.

-Mejor suerte tuve de conocerte a tí.

-¡Ya, no me hagas sonrojar!

en efecto, las mejillas de Karina se pusieron rosadas al instante.

-A ver, hazme una vueltita, como hacen las modelos.

Elena se giró lentamente, mientras Karina sostenía su mano en el aire y la miraba de arriba a abajo, clavando sus ojos en su trasero, y luego en su escote.

-Te verías mucho más linda sin toda esa ropa puesta.

-Tú también.

-Okay, pero tú primero.

Karina no le dio tiempo a responder. Desabotonó su camisa, botón por botón, la hizo caer hacia atrás y se agachó para ponerla encima de la cama.

-No me gustaría arruinar tu regalo de cumpleaños.

-Tú no podrías arruinar...

Elena había echado una mirada a la cama, y lo que vio la dejó con la boca abierta. Un consolador beige, otro consolador rosado, uno transparente y curvo, y otro incrustado en un arnés. Volvió a clavar sus ojos en los de Karina con expresión de "¿Qué significa todo eso?"

-¡Oh! Supongo que no querías avanzar tan rápido. Discúlpame.

-No, no...Me...agradan esos...

-Juguetes.

-Sí, juguetes. ¿Son...Todos son tuyos?

-Sí, estuve en pareja cinco años hace un tiempo y...Bueno, adquirí mi propía colección.

-Son...lindos.

-Y grandes, lo sé. A mi ex le gustaban los juguetes grandes y gruesos.

-Okay, no necesito que me lo cuentes todo.

-Tienes razón, no debería contarte de lo bien que mi ex y yo nos la pasábamos y...-Karina cogió las manos de Elena y las llevó a su espalda baja.-...de lo buena que era mi ex dándome nalgadas.

Las manos de Elena descendieron bruscamente a las nalgas de Karina. Elena la miró con los ojos sugerentes.

-¿Eres...sadomasoquista, acaso?

-No, solo me gusta que me den nalgadas suaves.

Elena nalgueó suavemente el culo de Karina, una, dos veces, y ante la expreción de goce de Karina, siguió nalgueándolo con cierta ternura maternal. Karina se abrazó a sus pechos, apoyó su cabeza bajo su mentón y ronroneó como una gatita. Elena frotó su espalda con su mano libre, y con la otra siguió haciendo lo suyo con el culo de Karina, que ronroneaba y gemía cada vez más a gusto. 

-Okay, ¿ya haz tenido suficiente?

-Mmmm no. Sigue. Lo haces mejor que mi ex.

-¡Qué honor! Pero, hay otras cosas que sé hacer mejor...

Elena comenzó a bajarle las tiras de las bragas, Karina la miró a los ojos y se entendieron con una mirada. Elena se acuclichó para quitarle las bragas y los zapatos con taco alto, Karina se dio la vuelta, poniendo su culo frente al rostro de Elena, quién lo apretujó con sus manos y se lo llenó de besos. Acarició sus nalgas, apretándolas y separándolas, rozando el orificio vaginal con la punta de los dedos. Se puso a lamer el culo de Karina, metiendo su lengua entre sus nalgas, sobándole el ano, despertando gemidos de placer en su joven amante.

-Ooohhh Elena...

Elena no respondía a sus gemidos, solo segía lamiendo su ano, logrando apenas, apenitas, penetrarlo con su lengua y sentir lo lubricado que estaba poniéndose. Se puso a frotar el sexo de Karina con sus dedos, dándole suaves golpecitos al clítoris, sin dejar de sobar su año.

-Ay, Elena...Oooouummmmhhh...

Elena seguía, pasando a lamer el orifico vaginal, apretando las nalgas redondas de Karina, separándolas, metiendo su nariz en su sexo, oliendo el aroma de sus jugos que comenzaban a fluir. Tragaba sus jugos, pues Karina sabía delicioso, además de oler bien. Ella se movía, cabalgando esa lengua voraz qu se movía como una serpiente bizcosa dentro suyo.

-Ay Elena...Aaaaahhh...

Karina por fin se vino, sus jugos fluyeron como una cascada orgásmica, y Elena los recibió gustosa en el interior de su boca.

-¡Ay, mujer! Tú sí que has aprendido bien, linda.

-Gracias a tí, preciosa.

Elena se paró de un salto, giró a Karina bruscamente, la abrazó y la besó de un modo voráz, tirándola en la cama, quedando encima de ella, acariciando sus pechos por ecima del sostén. Karina estaba a su merced. Le quitó el sostén de un tirón, chupó sus pezones sin dejar de acariciarla y frotar su cuerpo contra el suyo, refregando la tela de sus bragas contra su sexo húmedo y excitado. Karina suspiraba, Elena parecía dejarla sin aliento. La besaba salvajemente, se iba clamando y la besaba con suavidad, sin dejar de acariciarla por los costados. Karina acariciaba su culo, sus dedos subían arañando su espalda, y volviendo a descender, una y otra vez. Desabrochó su sostén y lo tiró al suelo, acarició los grandes senos de Elena, quien se incorporó, dejándo que sus pezones rozaran sus labios, y Karina mamó de ellos como una bebé, sosteniéndolos con sus manos, gimiendo y mirando a Elena a los ojos. Volvieron a besarse, y a ciegas, tanteando entre las sábanas, Karina cogió uno de los consoladores, y Elena se apartó de sus labios al ver que lo acercaba a su rostro.

-Quiero que me folles con esto.

Se lo pasó a Elena, quien lo sostuvo con cara de no saber qué hacer, pero no pensaba preguntar, no era tan ignorante como para no saber lo que se hacía con ese tipo de juguetes sexuales. Se arrastró sobre sus rodillas, hacia atrás, se detuvo ante el sexo húmedo, rosado y latente de Karina, quien extendió su mano, frotando su sexo. Elena, un poco dubitativa, acercó la punta del consolador a su coño, refregó el clítoris, a lo que Karina suspiró comenzando a sacudierse.

-Ya, Elena...Follame...

Elena dudó apenas un segundo, que bastó para convencerla de lo que debía hacer. Empezó a penetrar la vagina delicadamente con el consolador, con cierto temor de lastimarla, pero Karina solo gimió largo y fuerte. Elena volvió a introducir el consolador entero, oyendo el choque de los jugos con el juguete sexual, lo cual la excitó e intusiasmó, y ya sin temor, folló a Karina tiernamente con el consolador, viendo cómo ella se sacudía y meneaba las caderas al ritmo de la penetración, gimiendo sin cesar.

-Más...Más...Más fuerte, Elena...

Elena no dudó en obedecer, y movió el consolador rápida y fuertemente, follando a Karina tan duro que la hacía jadear y gritar, lubricando el consolador con sus jugos, permitiendo que la penetrara más profundo. Karina se arqueó, señal de que se venía el orgasmo y la catarata de jugos. Elena solo podía admirar ese espectáculo de placer. Karina fue calmándose, con los ojos cerrados y la boca medio abierta, Elena retiró el consolador, acarició el sexo húmedo y lubricado de Karina, y le dio una probadita.

-Ya, Elena...Basta.

Elena apartó su cabeza de en medio de sus piernas, Karina se incorporó, arrodillándose, abrazó a Elena y la besó . Ella también la abrazó, y Karina logró liberar uno de sus brazos para coger el otro consolador, el rosado, y deslizarlo por entre medio de los dos cuerpos, hasta las bragas de Elena. Allí la frotó un poco para que ella se percatara, de tan concentrada que estaba besando a Karina no se había dado cuenta de nada. Abrió los ojos, pues los tenía cerrados, miró abajo y echó a reír al ver esa imitación de pene rosado.

-¿Te gusta?

-Es muy simpática.

-Le gusta hacer amigos. ¿Puedes presentarle a tu coño?

Elena se quitó las bragas entre risas y movimientos torpes, por fin las tiró al suelo sin dejar de reír, se recostó a lo ancho de la cama, y Karina se acurrucó a su lado, poniendo la cabeza del consolador en sus labios. Elena lo besó y lo chupó un poco, Karina frotó sus pezones conla punta del juguete, lo arrastró por la línea de su abdomen, y se detuvo en su sexo. Refregó un poco los labios vaginales, llegando a estimular el clítoris, y Elena la besó. Apartó sus labios de los de Karina, cuando ella, violentamente, introdujo el consolador completo en su vagina. Elena, abrió grande la boca, dejando escapar un suspiro largo y ahogado. Echó la cabeza hacia atrás y Karina la sostuvo de la espalda, folĺándola velozmente con el comsolador, que avanzaba más a medida que Elena se lubricaba.

-Ay Karina...Dios mío...Ooooohhh....

-Relajate, así...

-Aaaaaahhhhh...

Karina folló a Elena largo rato con el consolador, cada vez más aprisionado por los músculos vaginales que lo apretaban y soltaban con una fuerza pasmosa. Besaba su cuello y manoseaba sus senos y pezones con su mano libre. Elena se vino con un largo y agudo grito orgásmico, Karina retiró el consolador y agachó la cabeza para probar los jugos de Elena, quien presionó su cabeza para mantenerla allí, hasta que Karina casi la deja seca, y volvió a incoporarse para ponerse de cuatro, enseñándole su culo a Elena, quien se lo nalgueó y lo besó. 

-Coge ese.

Karina le indicó con su cabeza el consolador curvo y transparente. Elena lo cogió con una sonrisa pícara en el rostro.

-¿Este te lo metía tu ex por el ano?

-Sí, y no sabes que bien se siente.

-Pués tu vas a saberlo, no yo.

Y sin decir más, Elena introdujo el consolador anal en el ano de Karina, follándola suavemente, ya que ahí sí le preocupaba lastimarla. Karina gimió y movió su culo al ritmo del consolador, con una sonrisa de goce dibujada en su rostro, apoyando su cabeza en una pila de tres almohadones. Elena le besaba el culo, se lo lamía y lo nalgueba, viendo cómo se volvía a llenar de jugos el ano de su joven amante, quien no paraba de gemir ni de sonreír. Pasados unos cuantos minutos, Karina dijo ya basta y Elena le hizo caso. Karina se puso de pie ante la cama, cogió el arnés con el consolador y se ajustó las correas de látex a las caderas. Elena la observo maravillada y excitada con solo ver ese consolador beige, más grande y grueso que el anterior, que apuntaba hacia ella.

-Ven acá, Elena.

Elena se paró delante de Karina, separadas por el consolador.

-Arrodíllate.

Elena se arrodilló sin quitarle los ojos de encima a los de Karina. Ella sostuvo el consolador con una mano y se lo refregó en la naríz. Elena rió.

-Chúpalo, linda.

Elena tenía astante experiencia practicándole sexo oral a su esposo, por lo que eso no fue un gran desafío, aunque sí un gran placer. La textura del consolador era de látex suave al tacto con sus labios y lengua, ella gemía tanto como Karina excitándose al verla manipular ese falso miembro masculino con excelente maestría.

-¡Válgame, mujer! Tu esposo no puede quejarse de tí.

-No...No puede...-, dijo Elene sin dejar de chupar el consolador.

-Ponte de cuatro, linda. Te voy a castigar por ser tan perra.

Elena se puso de cuatro al borde de la cama en un abrir y cerrar de ojos. Karina le pegó una fuerte nalgada.

-¡Ay, qué malota!

-Voy a ser bien malota contigo.

Diciendo esto, y sosteniendo el consolador, Karina lo introdujo de una por detrás en la vagina de Elena, la folló suave e incansáblement, apoyando las manos en sus caderas, oyendo a Elena gemir sin cesar.

-Ay, Karina...Oooohhh qué rico.

-¿Quieres que pare?

-¡No, no! Sigue, linda, sigue...

-No voy a deternerme hasta que tú me lo pidas.

-Okay-, gimió Elena, y se abandonó para quedar a merced de Karina hasta que decidiera dar por terminado esa follada lésbica. Realmente, Elena no quería pedirle a Karina que parara, porque sabía que sino, estando las dos tan exhaustas, el encuentro terminaría allí y tendría que regresar a su vida rutinaria. Pasaron varios minutos hasta que Karina se cansó de follar a Elena con esa juguete.

-Ya está Elena, me cansé.

-No...-, gimió Elena por lo bajo, miestras Karina retira el consolador y se acostaba panza arriba, con los senos y el coño al aire.

-No...doi...más...Quedé...¡exhausta!

-Yo no lo estoy. Sigamos.

-No, no....

-Anda. Enséñame más.

-La próxima.

-No puedo esperar otra semana.

-Elena-, Karina se incorporó apoyándose sobre sus manos.-, ¿acaso te has vuelto ninfómana?

-No. Yo...la paso bien contigo.

-¿Te has enamorado de mí?

Elena dudó si decir que sí o que no, por la expresión de Karina.

-Eeehhhmm...No.

-Ajá...¿Y por qué dudaste?

-Porque...porquee sí.

-Okay, dejemoslo así. Descansemos. Luego te alcanzo hasta tu casa.

-¿Me lo dices en serio? ¿Y si te ve mi esposo?

-Dile que soy una vieja amiga de la universidad.

-Es la mentira que le he estado diciendo.

Las dos mujeres se echaron aaron durmiendo una siesta de dos horas. Karina se despertó primero y reír a carcajadas, cruzando los brazos en el abdomen y doblándose en dos de la risa. Acabaron durmiendo una siesta de dos horas, Karina despertó primera y levantó a Elena sacudiéndola y golpeándola con los almohadones. Se vistieron y Karina la alcanzó hasta su casa.

-¿Pasas?

-No, mejor no. Me pondría nerviosa delante de tu esposo.

-Pero él no es lindo.

-¿Y por qué te casaste con él?

-Porque cocina bien.

-Hombre que tiene buen gusto para la ropa y cocina bien ¡Eres una reveranda suertuda!

-Gracias.

-De todas formas ni pienso cambiarme a tu bando.

-Gracias por traerme. Adios.

-Nos vemos, preciosa.

Elena esperó a que el auto de Karina se alejará un par de calles e ingresó en su casa. Su esposo salió a recibirla.

-Hola, amor ¿Quién te trajo?

-Eeehhh....Mi amiga.

-¿La de la universidad?

-La misma.

-La hubieras invitado a cenar con nosotros.

-Andaba apurada, amor. Tenía que irse.

-Okay. La próxima la invitas.

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Es todo por hoy, lo hice largo pero entretenido, jeje.

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