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Habitación de hotel 69 III

en Lésbicos

La semana esta vez pasó más rápido, Elena tuvo mucho para entretenerse, su hijo a cada rato la acorralaba en la cocina con sus cuadernos, estaba en tercer grado y ya lo sobrepasaban con deberes. Su marido le insistía con ir a aquél telo, pero Elena se oponía argumentando que no le gustaban ese tipo de lugares, cuando en realidad la pasaba a mil con Karina y se había propuesto llegar más temprano para admirar los cuadros eróticos.

Ese sábado no esperó a que su hijo ni su marido estuvieran listos, se subió a un autobus y llegó 20 minutos antes. Al ingresar la recepcionista estaba entretenido con una revista.

-¿Alguién me está esperando?

La mujer levantó la cabeza de un salto.

-¿Eh?...¡Ah, es usted! No, no, nadie la está esperando.

-Bien, ¿me da las llaves, por favor?...Gracias.

-De nada.

Por primera vez, Elena se subió al elevador sin estar apresurada, ansiosa o nerviosa, y no salió como despedida de un cañón cuando llegó al 5° piso. Se detuvo mas o menos un minuto a observar cada cuadro de cada pared. Casi todos ilustraban poses sexuales, y unos pocos, hombres o mujeres en pleno extasis. A Elena le atrajo uno en el que una mujer negra con LAS curvas, desnuda sobre un fondo rojo bordó, melena al viento y el cuerpo arqueado, posaba su mano en su sexo y su espresión orgásmica le recordaba los pocos pero buenos momentos compartidos con Karina.

-¿Elena? ¿Eres tú?

Elena giró su cabeza a su izquierda, y al verla se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Karina!

-¿Qué haces aquí tan temprano?

-Quería ver...esto-, dijo Elena señalando la pintura.

-¡Ah, sí! Es preciosa.

Karina se plantó junto a Elena, la mirada fija en la pintura, la miró de arriba a abajo y se mordió el labio inferior. Suspiró como quien recuerda algo lindo.

-¿Conoces el dicho de que, una vez que pruebas el negro no vueles al blanco?

-Sí, lo conozco.

-Con las mujeres es igual.

Elena se puso un tanto celosa de suponer que una negra con más y mejores curvas que ella hubiera pasado por la cama de Karina. Siguió caminando a paso lento, y Karina la siguió, sin apartar la vista de la pintura de la mujer negra.

-¡Iug! ¡Ese es horrendo!

Una pintura mostraba a un hombre fornido y vigoroso, pelado y con cara e malo, masturbándose. A Elena tampoco le gustó mucho que digamos.

-Sí, es horrendo.

-Espero que tu esposo sea mejor que esto.

-Es mil veces mejor.

-Pero me prefieres a mí.

-Por supuesto, linda.

Karina apoyó su mano en la nuca de Elena, impulsándola hacia ella, y la besó con ternura. Elena la abrazó, y se quedaron allí, besándose, ignorando a una pareja hetero que pasó a su lado y las miró de arriba a abajo, entre sorprendidos y exsitados. Ellas ni se percataron. Karina se apartó de Elena y la miró entre seductora y pensativa. Clavó sus ojos en su escote y comenzó a, literalmente, arrancar sus botones ferosmente.

-¿Karina, qué haces?

-¿Tú qué crees?

Karina le arrancó la camisa a tirones, se abalanzó sobre el cuello de elena y comenzó a besarlo y lamerlo entero, enloquecida. Elena estaba tan sorprendida como excitada por el atrevimiento de su amante, que al parecer, se proponía hacerla suya allí mismo, en el pasillo repleto de cuadros eróticos y pornográficos que incitarían a cualquiera a un rapido en cualquier rincón. Karina descendió a los pechos de Elena, sacudiendo sus narices entre ellos, besándolos, lamiéndolos, luchando con el broche del sostén.

-¿Te ayudo?

-Por favor-, gimió Karina con desesperación.

Elena se desabrochó el sostén y Karina lo arrojó al suelo. Sostuvo los grandes pechos de Elena y se puso a mamarlos como si estuviera sedienta, succionando y lamiedo los pezones por tiempo indeterminado. Elena ahora estaba mas excitada que sorprendida, acariciaba el cabello de Karina, que a estas alturas ya estaba súper despeinada y se veía mas sexy que con el cabello prolijamente alisado y peinado.

-¿Te he dicho que tienes las tetas más lindas que he tenido en mis manos?-, le dijo Karina manoseándo sus senos.

-No...Nunca me lo dijiste.

-Bueno, ya lo hice.

De un tirón, le bajó la falda de jean a Elena, y lo mismo con las bragas, hasta los tobillos. Karina se acuchilló a los pies de Elena, levantó su pierna izquierda apoyándola sobre su hombro derecho, y allí mismo, presionando, arañando sus glúteos, le practicó sexo oral. Lamió su vulva, chupó su clítoris y penetró su vagina con una voracidad que Elena desconocía hasta ese instante en que creía que tocaba el cielo con las manos y sus ojos se deshorbitaban a causa del placer. Su cuerpo se sacudía como si recibiera una descarga electrica, y su mano cogía un mechón de cabello de Karina, presionando su cara contra su sexo, ahogándolo en sus jugos y un olor a mujer excitada que invadió todo el pasillo.

-Ooohhh sí...¡Ay, Karina!...¡Aaaahhhhhh!- Cascada de jugos=orgasmo.-¡Qué loca eres, mujer!-, suspiró tratando de recuperar el aliento.

-Tú me vuelves loca, Elena-, gimió Karina poniéndose de pie y ahogando un suspiro de Elena en su boca, que olía a sus jugos. 

Karina le levantó las bragas a Elena y le acomodó la falda.

-Te has portado muy mal, Karina.

-Entonces vayamos a que me castigues, elenita.

-No me gusta que me llamen así-

-Oh, disculpa...Elena,- le suspiró al oído.

Elena la besó en los labios y Karina la abrazó por encima de los hombros. Atravesaban el pasillo a paso rápido, cuando Karina le apretó una nalga a Elena, con tanto ímpetu que la hizo saltar.

-¡Opa! ¿Alguien quiere ser castigada en serio?

-Me encanta que me castiguen-, le dijo al oído.

-Pues vas a ver, loquilla.

Elena le dio una nalgada y Karina saltó, pero con cara de contenta y sacudiendo los pies en el aire. Elena abrió la puerta e hizo pasar a Karina. Ya empezaba a fantasear cómo castigarla.

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Llego hasta acá porque si lo hago más largo se me empieza a tildar la compu y por eso tengo muchos errores ortográficos.

¡Hasta el próximo cap!

;-)