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Ideas para un domingo lluvioso 2

en Lésbicos

Ella volvió a empujarla sobre la cama, se giró e hicieron un largo y delicioso 69. No hay nada mejor que dos mujeres dándose sexo oral de esa forma, una sobre otra, oliendo el aroma de la otra, gimiendo casi al unísono, jadeando, llegando al orgasmo de forma simultánea. 

(Final Parte 1)

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Angela gemía exhalando su aliento sobre el sexo de Julieta, que se entusiasmaba con el sexo oral y la lamía y la chupaba con asombrosa maestría. Con sus piernas rodeaba el cuerpo de Angela y valiéndose de la fuerza de su delgado cuerpo la hacía ponerse de lado y seguía con su nariz en medio de sus nalgas, olfateando el fuerte aroma de excitación que emanaba de lo profundo de Angela, quien mantenía sellados sus párpados, abriendo solo la boca para gritar de placer cuando ya no podía contener más las contracciones de sus músculos pélvicos. Julieta de a poco, lento, se fue deteniendo, y Angela, tambaleándose con el orgasmo aúna cuestas, se dio la vuelta y cayó vencida en sus brazos, acariciando su pecho y sintiendo las yemas de los dedos de su amado que recorrían su espalda de arriba a abajo infinidad de veces.

Se quedaron en silencio, calladas, respirando agitadas primero, luego más calmadas, y el sonido de la respiración de ambas fue lo único que se oyó por un buen rato.

-¿Quieres desayunar?- preguntó Julieta rompiendo el silencio.

-¿Acaso no hemos desayunado ya?

-No- dijo Julieta riéndose

-Ok, yo preparo el café.

Angela se levantó de la cama, se cubrió con una camia blanca de esas que usa para la oficina, le guiñó un ojo a Julieta que la observaba con los brazos rodeando sus piernas flexionadas y el mentón apoyado en las rodillas, y fue a la cocina a preparar el café para las dos.

Afuera la lluvia parecía no haberse tomado descanso. Lluvía menos fuerte, las gotas eran más finitas, y Angela veía el jardín a través de la ventana de la cocina, mientras servía el agua en la tetera y abría la lata del café sin despegar la vista de su bello jardín y sin tirar nada sobre la mesada o al suelo. El agua hirvió en pocos minutos, afuera hacía frío mientras que dentro el aire acondicionado del living mantenía la sala y la cocina calentitas. Angela servía el agua hirviendo para hacer el café, y en eso oye una risita de niña a sus espaldas, no necesita voltear para saber quién es, se sonríe y sigue con lo suyo, con la sensación de un par de ojos en sus espaldas. Justo cuando apoya la tetera en la mesada, siente primero las manos de Julieta apretujándole suavemente los pechos y luego sus pezones a través de la tela de su camisa.

-No te cansas, mujer. 

-Por supuesto que no.

Julieta le da un beso en la mejilla y Angela se voltea con las dos tazas de café en cada mano. Comprueba por sus ojos que Julieta también vite solo una camisa blanca de seda, ella coge su taza, la de flores violetas, y le da un sorbo al café.

-Mmmmhhh...Delicioso.

-No tanto como tú.

Las dos se sientan en el sofá a desayunar, sobre la mesa ratona siempre hay un platón con galletas de chocolate, redondas, cuadradas, en forma de rosca, corazón, estrellas, estas chicas aman el chocolate. Sorben sus tazas sentadas literalmente pegadas a la otra, unidas con sus piernas entrelazadas, dedicándose miradas y sonrisas de complicidad, sin intercambiar palabra, de nuevo en silencio, si se le puede llamar así puesto que el único sonido proviena de la lluvia y de los ruidosos sorbos de Julieta.

-¿Podrías hacermenos ruido?

-¿Qué? ¿De veras te molesta?

Angela no pudo evitar reírse a carcajadas del bigote de espuma de café que Julieta tenía sobre el labio superior. Julieta la miró con cara de no entender, y un poco espantada por la risa sonora de su novia.

-¿Podrías hacer menos ruido tú también?

Angela negaba con la cabeza si  parar de reír, se señalaba el labio inferior y Julieta seguía sin comprender. Angela se acercó a ella y le lamió, chistosa, el bigote de café. 

-Ah...Era eso...¿Ya no tengo más?

-No.

-¿Y ahora?

Julieta volvió a sorber ruidosamente el café y de nuevo tuvo bigote sobre el labio. Angela rió, sabía a dónde quería que llegaran las cosas. Esta vez la lamió lento y sensual, con un serpenteo de lengua, rozando sus labios. Julieta abrió la boca para suspirar y Angela introdujo su lengua entre sus labios. Apoyó su taza de café en la mesa ratona, manoseó sus senos por encima de la camisa que se traslucia y los pezones morados sobresalían erectos y oscuros. Desabotonó su camisa sin dejar de besarla, ahogándola con sus labios y lengua, sin que Julieta se resistiera. Le arrancó la camisa y la lanzó al aire. No vio que fue a dar sobre su taza de café, cubriéndola, sin mojarse. Julieta también la arrancó la camisa apenas pudo liberar sus brazos del peso del cuerpo de Angela. Se abrazaron para no desprenderse nunca más, refregando sus cuerpos, llegando a la cima del placer por medio de caricias y besos en sitios tanto comunes como nuevos. Pasaron un buen rato así, unidas, besándose con los ojos cerrados y las manos que no se despegaban de la piel de la otra. Angela las tapó con una manta con la que cubren el respaldo del sofá, con aire acondicionado o no, adentro refrescaba a medida que pasaban las horas y el cielo gris se esclarecía. Julieta se acurrucó sobre su pecho, gimiendo y susurrando frases cursis y melosas. Angela la cobijaba en sus brazos, apoyando su mentón sobre se cabeza. Afuera la lluvia parecía no querer tomarse un descanso ni de chiste. 

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No sé si lo habrán notado, pero estoy con el tema de la lluvia por acá (Buenoa Aires Arg) se nubla y llueve seguido, y bueno, aparte de la fotografía erótica (¡Viva!) la lluvia también inspira.

¡Hasta la 3era parte!