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Ideas para un domingo lluvioso 1

en Lésbicos

Angela se despertó primera, como es su costumbre, sale más temprano que Julieta a trabajar y tiene por defecto/virtud ser muy puntual. Abrió los ojos lentemente, oyendo el sonido de la lluvia cada vez más fuerte. Las persianas estaban bajas, se levantó de la cama con pereza, calzándose las pantuflas y caminando medio dormida hacia la ventana de la habitación. Levantó las percianas y afuera el cielo estaba gris oscuro, no llegaba a ser negro, si no fuera por el reloj de pared habría pensado que eran las 7 pm y ni siquiera eran las 9 am. Apoyó una mano sobre el marco de la ventana y se quedó observando el panorama.

A Angela le gustaban los días de lluvia, tienen ese no sé qué que uno lo ponen romántico o melancólico, y ni los palos de lluvia con arróz dentro se comparan con su verdadero sonido. Es muy relajante oír la lluvia, mientras no venga acompañada de truenos y relámpagos, claro. Angela cerró los ojos, y desnuda ante la ventana, se concentró en ese sonido único y especial, tanto, que no oyó a Julieta bostezar ni sus pasos hacia ella. Sus manos se posaron en sus hombros, sobresaltándola un poco.

-Bueno días, amor-, le susurró Julieta al oído.

-Bueno días.

Se rió para disipar el sustito que le dieron esas manos frías sobre su tibia piel, y comenzó a sentir cómo su cuerpo se pegaba al suyo, los pezones erectos frotando su espalda, su sexo rozando su culo, y sus manos que descendián acariciando sus senos, su torso y sus caderas. Julieta le besó el cuello, recorriéndolo, peinando la melena oscura de Angela de costado, lamiendo el lóbulo de su oreja. Angela no desperdició ningún suspiro, le cogía las manos a su amada y las guiaba por todo su cuerpo, deteniéndolas en esas zonas que le proporcionaban más placer, no precisamente sus senos. Julieta liberó una de sus manos y le acarició el pubis, deslizando más hacia abajo su mano, logrando cubrir todo su sexo con su palma. Le exhalaba su tibio aliento en el cuello, estimulando su clítoris con sus delicados dedos, haciéndola gemir y sacudir sus caderas, golpeandole el sexo con su culo, excitándose cada vez mas ante el más mínimo roce de sus pezones con la ardiente espalda de Angela.

Julieta retiró su mano, cogió a Angela de las cederas y la hizo girar tan facilmente como si se tratace de un maniquí sin prendas para exhibir. La empujó contra el ventanal y la rodeó con sus brazos, besándola dulcemente, prolongando cada beso con intensos roces de lengua. El frío cristal del ventanal le daba una nueva y desconocida sensación de placer a Angela, quien lejos re reírse como cada vez que algo frío le roza la piel, sonrió de placer, acariciando la espalda de Julieta, larga y delgada, no como la suya, ancha y de torso corto. Los pezones erectos de una se refregaban con los de la otra, en un abrazo sensual e interminable. Se acariciaban mutuamente sus senos, se besaban en los labios, las mejillas, el cuello, el hueco entre los hombros, despeinando su largas cabelleras que lo estaban menos cuando estuvieron acostadas.  

Julieta se apartó de los carnosos labios de Angela, la miró directa y seductura a los ojos, solo por un instante, para luego acuclillarse ante ella, acariciar sus largas y torneadas piernas, rozando con sus dedos el ya ardiente sexo de Angela, quien gemía desesperada y ansiosa por más. Comenzó a separar las piernas, dándole espacio suficiente para que Julieta metiera su cabeza entre ellas. Su viscoza lengua hizo contacto con los labios vaginales, lamiéndolos despacio y con suavidad, pasando a tratar el hinchado clítoris del mismo modo, y luego chuparlo presionándolo delicadamente con sus finos labios. Angela se deshacía en mil orgasmos, Julieta no sólo era un encanto besando, también lo era en el sexo oral, nunca perdía su delicadeza ni mucho menos a la hora de hacer el amor. Los jugos de Angela fluían sin que ella hiciera el menor esfuerzo por contenerlos, el primer orgasmo de la mañana se aproximaba, llegaba, se alargaba y del mismo modo se iba para dar lugar al segundo, ya que Julieta tenía energías de sobra por las mañanas, y sabía que si Angela le presionaba con su mano su cabeza contra su sexo, era porque estaba dispuesta a recibir más de lo que podía tolerar.

Pronto Angela se cansó de estar parada, liberó la cabeza de Julieta, la ayudó a ponerse de pie, caminó hacia adelante empujándola hacia atrás, para empujarla sobre la cama, irse sobre ella, besar todo su cuerpo recorriéndolo con sus manos a la par, lamer y chupar esos pezones morados por un buen rato, subir con sus labios por su cuello hasta sus labios, y darle un beso largo y pasional, abrazarse y refregarse con sus cuerpos desnudos, separando los labios para suspirar y gemir entre cada beso. Angela cogió las manos de Julieta, estendiendo sus brazos hacia atrás, se acomodó sobre su bajo vientre, se sacudía a la par de las manos de Julieta, que acariciaban sus senos, apretujándolos suavemente e incorporándose para darles el trato que se merecen un buen par de grandes senos como los de Angela. Ella volvió a empujarla sobre la cama, se giró e hicieron un largo y delicioso 69. No hay nada mejor que dos mujeres dándose sexo oral de esa forma, una sobre otra, oliendo el aroma de la otra, gimiendo casi al unísono, jadeando, llegando al orgasmo de forma simultánea. 

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Dejo mi relato acá, lo sigo más tarde, creo que voy a tener que hacer hasta una tercera parte, me encuentro muy inspirada ¡Viva la fotografía erótica! :D

Hasta la próxima.