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Primer amor lésbico - 4ta Parte

en Lésbicos

Salimos a la calle en un día cualquiera, soleado, un poco fresco, a hacer unas compras para llenar la heladera que Brenda no tiene ni a medio llenar. Fuimos a un supermercado, hasta ahí todo normal, pero Brenda me empezó a dar besitos y mimitos a la vista de todos. No sé que bicho le picó que cada 2x3 me besaba y me hacía cosquillas, eso era "aceptable", pero después me abrazó en medio de las góndolas de frío y no me soltaba. Una pareja de ancianos nos miró con una mueca de asco. y yo le decía a bRenda que parara, pero se ve que a ella nunca le ha importado lo que los demás opinen o piensan de ella; pues a mí sí.

- Ya basta Brenda...

- ¿Qué tiene de malo, amorsi...?

- La gente nos está mirando mal.

- ¿Y a mí que carajo me importa? Que miren a otro lado, por algo los humanos tenemos vértebras.

- Brenda, en serio, ya basta...

Me tenía atrapada entre sus brazos, pegada a su cuerpo, me seguía besando, estaba insoportable aunque al principio había sido tierno, pero yo ya no soportaba que la gente nos mirara.

- Te lo digo en serio, soltame...

- ¿Por qué si soy tu novia?

- Estás actuando como una pendeja.

- Es que soy una pendeja muy mimosa.

- Muy rompebolas, diría yo...

Trataba de zafarme, pero cuánto mas discutía mas gente nos miraba o se alejaba de nosotras. Me estaba avergonzando, menos mal que no soy hombre ni tengo un pene porque los hijos de Brenda serían tan insoportables como su madre.

- Ya basta Brenda, cortala...

- Nooo...Hace mucho frío acá...

- Bueno, vayamos a otro lado...

- No, así estoy mejor.

- ¿En qué quedamos?...Soltame, por favor.

- No.

- Brenda...- Bajé la voz - Soltame, la gente nos mira mal.

- Ya te dije que me importa tres quinotos esa gente.

Me abrazó mas fuerte y trató de llegar a mis labios pero yo me harté, le corrí el rostro, ella aflojó un poco sus brazos, sorprendida, logré liberar los míos y la aparté de mí apenas medio metro.

- Basta.

Se lo dije en tono firme, con los ojos en blanco como cuando me enojo. Brenda se quedó tiesa, no me dijo nada y agarró un paquete de salchichas y los metió en el changuito. Se fue hacia la otra góndola y yo la seguí, ella metía todo en el changuito, no me dirigía la palabra, estaba ofendida. Me sentí mal por lo que hice, pero recién en su auto me animé a pedirle perdón.

- Perdoname, Brenda...Ya pasó, no podes seguir enojada por una estupidez.

- A mí no me pareció una estupidez...¿Por qué te molesta tanto? ¿Porque soy una chica y no un varón?

Ella sola se respondió su pregunta. Siguió conduciendoy ninguna volvió a emitir una palabra. Llegamos al departamento, Brenda no me esperó a que entrara para cerrar la puerta, la cerré y la vi yendo a la habitación. Cerró la puerta y no salió para ayudarme a guardar las cosas en la heladera. Me quedé viendo la televisión, soy fanática de los programas de moda por los que Brenda finge interés pero los ve conmigo de todas formas. Pero esa tarde no llegué a ver media hora de programación y apagué el televisor. Llamé a la habitación y oí su voz diciéndome que no entrara. Decidí dejar que se le pasara. Me preparé un té y unas tostadas. La merienda me supo a nada, sin Brenda acompañándome todo era aburrido, y el té tenía gusto amargo aunque le había puesto tres cucharadas de azucar.

Pasaron las horas y nada, Brenda no salía de su cuarto. Supuse que debía estar menos enojada, entré sin tocar, y la vi sentada en la cama de espaldas a mí y mirando hacia la ventana con las persianas bajas.

- Brenda...

- Ya sé...Me porté como una pendeja.

- No, claro que no.

- Si vos misma lo dijiste. ¿Tan mal nos hice ver?

- Bueno...La gente nos miró mal.

- Ya sé que dije que me importa un carajo lo que opinen, pero la verdad es que sí me importa pero trato de ignorarlos.

- Yo también pero era imposible, parecía que se multiplicaban, solo se acercaban para ver y...no sé si habrán dicho algo.

- Una vez estuve así con una ex, en ese mismo supermercado, una monja pasó y nos empezó a decir que iríamos al infierno si seguíamos por el mal camino.

- ¿En serio?

- Sí...

Se giró para ver mi reacción y se me inflaron las mejillas y estallé en una risa descontrolada. Ella también se río, y en ese instante me alegré de que ya no estuviera enojada.

- Monja de mierda.

- No todos los días te encontrás con una.

- ¡Y menos mal! Si se nos hubiera cruzado una monja me muero.

- ¿Qué, les tenés fobia?

- No, pero...¿Vos viste cómo se visten las monjas? Creo que ni siquiera se depilan las piernas, van con la túnica las los dedos de los pies.

- ¡Qué asco!

- De solo imaginarlo agradesco a Dios ser atea.

Brenda se rió sola, a mí no me hizo mucha gracia, ya había derrochado todas mis carcajadas con su anécdota. Se volvió a quedar de espaldas a mí, yo me subí a la cama y me senté detrás suyo.

- ¿Seguís enojada?

- ¿Lo parezco?

- No...

La abracé fuertemente, cruzando mis brazos sobre su abdomen. Apoyé mi cabeza sobre su nuca.

- No me gusta que estés enojada.

- Ya sé, cuando me enojo soy capaz de no volver a hablarte en una semana.

- ¿De veras? Menos mal que no te ofendí tanto.

- Admito que fue una pavada y que estaba insoportable...

- Ya no sigamos hablando de eso...- la interrumpí.

Le besé la nuca y la sentí teblar. Peiné su cabello hacia adelante para despejar sus hombros y se los besé, recorriendo sus brazos con mis manos hasta los codos.

- Mmmmhhh...Que tierna sos cuando me pidís perdón.

- Puedo ser mas tierna - le dije al oído.

Dirigí mis manos al hueco entre sus piernas, la froté suavemente y Brenda se puso a gemir como una gatita. Puso una mano en mi rostro y se giró para besarme. Se montó sobre mí mientras lo hacía. Se apartó unos segundos para quitarse la blusa, me ayudó a quitarme la mía, nos abrazamos muy fuerte sin dejar de besarnos, yo me fui hacia atrás y Brenda quedó sobre mí.

- ¿Cómo sos cuando te enojas?

- No querrás saberlo. 

Nos reímos y la besé muy pasional, con la piel de su torso contra la mía. Hicimos el amor hasta altas horas de la noche. Cuando me desperté eran las tres de la madrugada. Me levanté para ir al baño, volví y Brenda se estaba retorciendo. Me miró con los ojos medio abiertos-medio cerrados.

- ¿Qué hacías?

- Fui al baño.

- Ah...- dijo extendiendo su mano. - Vení....

Tomé su mano y me metí a la cama. Me acurruqué sobre su pecho y me quedé doemida en menos de un minuto.

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Le puse mas romanticismo esta vez, un poquitín de erotismo, jeje, pero prometo mas para la 5ta parte ;-)

Hasta la próxima!

- Brasita.