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El taxi

en Hetero: General

Hola chicos y chicas de Todorelatos, aquí estoy de nuevo, mi nombre es Dulce, y es mi segundo relato, en el anterior, escribí acerca de cierto video, la verdad es que solo subí la primera parte, lo demás todavía no lo termino, pero ya pronto subiré la segunda parte. Bien, en esta ocación, les relato una aventurilla que tuve un día que salí para una fiesta.

OK, la vez pasada no me describí para nada, no dije nada de mi, pues bien, ahora si les diré, soy una chica algo revelde, inicié mi vida sexual a muy temprana edad, apenas a los 13 añitos, y ahora tengo 21, pero no me arrepiento, soy alegre, divertida, fiestera, y abierta sexualmente, no le tengo miedo a experimentar en ningún campo de la vida, mido 1,67 m, mi cabello es largo hasta el hombro, de color negro, tengo la tez blanca, ojos grandes y cafés, labios delgados, pero que besan muy bien, o al menos eso dicen, soy delgada, de tetas ni muy grandes ni muy pequeñas, pero están turgentes, y permanecen en su lugar, algunos hombres dicen que son de la medida perfecta, tengo unas nalgas paraditas y duritas, unas piernas bien formadas gracias al ejercicio que hacía en la escuela, mis medidas son, 85 - 65 - 90.

Bien, como ya les dije, inicié mi vida sexual a los 13 años, y a lo largo de estos 8 años que han pasado desde entonces, he tenido varias experiencias sexuales que recuerdo con cariño, pero una de las más significativas que he tenido, fue una vez que me subí a un taxi, no iba con ganas de tener sexo esa noche, pero el trayecto era algo largo, y la verdad me daba flojera pagarle al taxista, poco antes de llegar a mi destino, hice como que estaba buscando en mi bolso, pero después de algunos segundos puse cara de frustración, y le dije, -al parecer olvidé el dinero en casa, pero dígame cómo podemos arreglarlo, o si quiere nos damos el número de cel., y ya después le pago-, hasta ese momento, el total ascendía a $75 pesos en mi país.

Aquel día yo me dirigía a una fiesta, a la que me habían invitado, así que traía puesto una blusita de tirantes, negra, que se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, un saquito del mismo tono, una mini falda azul marino que llegaba a la mitad de mis piernas, y unos zapatos de tacón alto abiertos, y con unas correas que se abrochaban en los tobillos.

Cuando llegamos a mi destino,  el taxímetro ya marcaba $100 pesos, y como ya había dicho, me daba flojera pagarle, así que le volví a insistir en el asunto del pago, él me dijo –señorita, yo no sé cómo, pero usted me va a pagar, porque este es mi trabajo y de esto vivo, no sé, pídale a algún conocido prestado, y págueme, pero usted no bajará del taxi hasta que eso suceda-, entonces le dije, -aquí donde estamos  no conozco a nadie, solamente a la persona que me invitó, pero todavía no llega-, le mentí.

El hombre me miro a través del espejo retrovisor, era la primera vez que me veía en todo el recorrido desde que había abordado su taxi, y al mirarme, cruzo por sus ojos un destello tal, que inmediatamente supe que él estaba pensando en una forma de pagarle, entonces giro su cabeza por fin, y vi que realmente no era nada feo, era un hombre de mediana edad, tal vez entre los 40 y 45 años, de cabello negro, y peinado para atrás, de ojos claros, pero que cuando miré para abajo, me desilusione, ya que el tipo no era delgado y corpulento como había pensado, pero tampoco era gordo, y a simple vista, no se veía muy alto, me miro de pies a cabeza, o al menos, lo que él podía ver desde su posición, y me dijo, -ya sé la mejor forma en que me puedes pagar-, y otra vez aquel brillo volvió a cruzar sus ojos, entonces sabía que estaba hablando de sexo.

Serré mis ojos, queriendo parecer contrariada, lancé un suspiro al aire, y con voz resuelta le dije, -está bien, ¿cómo quiere que le pague?-, abrí mis ojos, y una sonrisa perversa se dibujo en los labios de aquel taxista, y con voz grave y dándose la vuelta para ponerse otra vez al volante, me dijo, -no te preocupes, no va a ser nada del otro mundo, solo algunos ejercicios con tu boquita para no arrugar tu bonita ropa-, y entonces se volvió a poner en marcha, nos fuimos del lugar de la fiesta, viajamos por alrededor de una media hora, hasta que le toco un semáforo en rojo, y entonces me dijo, -¿por qué no te pasas para adelante?-, yo me baje del auto, y por primera vez dude de lo que iba a hacer, pero la excitación en mi interior estaba empezando a nacer y a echar raíces, así que me decidí, y me pase para el asiento delantero.

-¿Sabías que estas bien bonita?-, me dijo el hombre después de algunos kilómetros avanzando, -gracias-, le dije ruborizándome y mirando por la ventana, -en verdad-, repuso, y con mi mutismo continuó, -¿has de tener novio no?-, -no, por el momento no tengo-, le dije sin dejar de mirar afuera, -¿sabes?, tus piernas con esa faldita se ven deliciosas-, -gracias-, dije esto volviéndome a sonrojar.

Yo estaba demasiado nerviosa y excitada, no podía dejar de abrir y serrar mis piernas por debajo de mi bolso, entonces con un movimiento rápido me quito el bolso, y lo puso en el asiento trasero, yo proteste por aquella acción, y él me dijo, -solo es para que viajes más a gusto-, y volvió a insistirme, -tienes unas piernas bien bonitas-, yo solo volví a sonrojarme, -no te sonrojes, solo digo la verdad, es más, no sabes como quisiera tocarlas-, y entonces detuvo el auto en una calle solitaria, y que apenas estaba iluminada.

Empezó colocando su mano en mi rodilla, acariciándomela suavemente, yo tenía las piernas juntas, y mientras su mano comenzaba el camino de asenso por encima de mi falda, él apretaba mis piernas y las masajeaba de arriba a abajo, poco a poco me empecé a sentir más relajada, pero no podía dejar de ver a dos puntos, a su cara, y a la posición en la que se encontraba su mano, siguió subiendo por encima de la tela de mi falda, hasta que llego a mi entre pierna, cuando llego, sentí como espasmos en mi estomago, reclinándome para adelante por algunos instantes, para después regresar a mi posición, y con ese movimiento me deslicé un poco por el asiento, estaba disfrutando con eso, entonces la mano del taxista regreso a mi rodilla, y volvió a subir por mi pierna, solo que esta vez lo hizo por debajo de la falda, al sentir como sus dedos se deslizaban por mi muslo, no pude más, lance un suspiro de satisfacción, y abrí un poco la piernas, dejando que su mano se adentrara más entre mis piernas, era tanta la excitación que sentía, que no me di cuenta en qué momento se acercó más, hasta que me planto un beso tan caliente y húmedo, que realmente me hizo alucinar.

Cuando nos separamos, su mano volvió al ataque, pero esta vez sin ningún miramiento, entro directamente por debajo de mi falda, empezando a tocarme mi rajita por encima de mi tanguita, haciéndome lanzar largos y profundos suspiros, mientras que con su otra mano empezó a desabrochar mi saquito, y cuando lo tenía totalmente abierto, me lo quito, y me bajo lentamente uno de los tirantes de mi  blusita, hasta que dejo al descubierto una de mis tetas, a lo que ni tardo ni perezoso, se lanzó a mamar mi pezón que estaba totalmente duro.

-¿Te está gustando verdad?-,  me pregunto al oído, -si claro-, respondí apenas con un suspiro, -te voy a hacer sentir más rico, pero para eso tengo que quitarte esto-, me dijo tocando el borde de mi tanguita, -no, en eso no quedamos-, le dije, -de hecho, no quedamos en nada-, y al decir esto, bajo de nuevo a mis tetas, y dejando al descubierto mi otra teta, mordió delicadamente uno de mis pezones, lo que me hizo gemir de placer, -¿Por qué no, si te está gustando?-, y diciendo esto, comenzó a frotar con más fervor mi rajita que ya estaba demasiado mojada debido a la excitación, y mi cuerpo comenzó a reaccionar moviéndose de atrás para adelante.

Entonces sin que dijera o hiciera algo, sentí como él empezó a bajar mi tanguita, hasta que la dejo en mis tobillos, siendo detenida por mis tacones, yo me sentía arder, sabía que estaba totalmente roja debido a la excitación, tenía las piernas abiertas, y mi corazón latía a mil por hora, sentía que en cualquier momento se me saldría del pecho, entonces, entre todas mis cavilaciones, sentí como metió su mano de nuevo a mi rajita, alzándome esta vez la falda, dejando al descubierto mi vulva totalmente depilada, y húmeda.

-Qué bonita se ve tu rajita-, me dijo otra vez al oído, mientras lentamente me iba introduciendo uno de sus gordos dedos en mi vagina, lo que me hizo suspirar, y la excitación y la humedad en ella aumentaron, por el rabillo del ojo pude apreciar como él con su otra mano se desabrocho el pantalón, se bajo la bragueta, y se saco una verga de considerable tamaño, era gorda, larga, y estaba totalmente dura como un fierro, no sé si por la excitación, o por la sorpresa, lentamente mi mano comenzó a dirigirse a ese pedazo de carne, para primeramente, tocarla con las puntas de los dedos, y acto seguido, serrar mi mano en su totalidad alrededor de ella, sintiendo que estaba caliente, y como palpitaba en mi mano.

Instintivamente comencé a apretar y a mover mi mano de arriba para abajo, esto lo volvió loco, al instante hizo su asiento para atrás, sin dejar que mi mano se separara de su verga, -que rico, se ve que tu si sabes cómo sobar una verga-, me dijo ya con los ojos en blanco, y yo no estaba muy diferente, ya que sentía que no tardaría en tener un orgasmo, pues los dedos de aquel hombre no habían parado de introducirse en mi vagina, y mucho menos de estimular mi clítoris,, por supuesto, yo solo dejaba escapar pequeños gemidos, pero en realidad, la excitación era tan grande, que quería gritar, grita el orgasmo que estaba llegando, porque ya no pude más, y mientras masturbaba a aquel tipo, yo me deje llevar, y llego mi orgasmo, el primero de la noche.

-No dejes de mover tu mano preciosa, lo estabas haciendo muy bien-, escuché en mi oído después de algún tiempo, al parecer, cuando tuve mi orgasmo, solo dejé de mover mi mano, y nada más tenía su verga entre mis dedos, pero los de él todavía no abandonaban mi vagina, y seguía introduciendo uno en ella, -lo siento, no me di cuenta-, le dije apenas con un hilo de vos, e inmediatamente comencé a masturbarlo de nuevo, y con esa misma rapidez, el calor y la excitación regresaron a mi cuerpo, haciendo que masturbara al tipo un poco más rápido, y después de un par de minutos, me dijo, -quiero que me la chupes-, yo solo asentí, y me preparé para hacerlo.

Entonces, sin dejar de mirarlo a los ojos, ya que quería que viera la calentura  que bullía dentro de mí, poco a poco y muy lentamente, comencé a inclinar mi cuerpo, hasta que mis labios tocaron la punta de su verga, y quedé hincada en el asiento del copiloto, con su mano derecha, terminó de llevar mi falda a mi cintura, dejando mis nalgas al aire, acariciándolas suavemente, lo que hizo que más me excitara y me comenzara a meter despacio su verga en mi boca, llegando hasta mi campanilla, para después sacarla con la misma lentitud, atrapando su glande con mis labios, para jugar en ese lugar con mi lengua moviéndola en círculos alrededor de ella.

Cuando hice esto, él cerró sus ojos, debido al placer que yo le estaba dando, y sin dejar de verlo a la cara, volví a engullir aquel trozo de carne, y me quedé así algún tiempo, con mi lengua jugando por todo el tronco, al estar así, con la cabeza quieta, me percaté de algunas cosas, él no paraba de acariciar mis nalgas, y en cada oportunidad, bajaba hasta mis muslos, toqueteando mi vagina desde atrás, lo cual me seguía prendiendo más de lo que estaba, hasta que solo acariciaba mis labios mayores, abriéndolos un poco para acariciar los menores, hasta que decidí actuar.

Lentamente comencé a subir y a bajar mi cabeza, succionando aquella verga, aumentando gradualmente la velocidad, en eso sentí como él introdujo dos dedos en mi vagina, eso me hizo gemir de placer, y con forme yo aumentaba la velocidad de la mamada, el también la aumentaba metiendo y sacando los dedos, estaba a punto de llegar a otro orgasmo, pero no estaba dispuesta a que el no llegara también, pero él fue más insistente, y después de 3 o 4 metidas de dedos más, mi segundo orgasmo llegó llenándole la mano con mis líquidos, pero yo no deje de mamar, y a los pocos segundos el me dijo, -lo haces tan bien, que ya me voy a venir otra vez, y quiero que te la tragues toda-, y diciendo esto, me lleno la boca con su semen, yo solo podía tragar y tragar con gula, no me importaba nada, trague hasta que ya no salió nada, y hasta dejársela bien limpia.

Después de algunos lametones más, me levanté, lo miré a los ojos, y le di un beso en los labios, al instante él me correspondió, tomándome de la nuca, metiéndome la lengua en la boca, haciéndome excitar de nuevo, era increíble, ese tipo me estaba excitando como nunca, y cuando bajé mi mano, ¡sorpresa!, su verga estaba dura de nuevo, ya no lo pensé más, y sin separar mi boca de la suya, medio me levanté de mi lugar dentro del auto, y me pasé a sentar encima y de frente a él aún con la falda enredada en la cintura, y con las piernas abiertas, llevé su mano derecha de nuevo a mi rajita, con uno de sus dedos comenzó a acariciar mi clítoris, lo que mandó una descarga eléctrica por todo mi cuerpo, mientras que su otra mano comenzaba a acariciar mis tetas, dejó de besarme en la boca, y me fue dando besos por mi cuello, mis hombros, y así fue bajando hasta que llego a mis tetas, y a mis duros pezones, los cuales comenzó a lamer y después a chupar, llevándome a la gloria, yo empecé a gemir como gatita en celo, y él seguía tocándome todita y a su gusto, ya no aguantaba más, y no hubo necesidad de hablar más, solo bastó separarnos un poco y quedarnos viendo a los ojos, para que él colocara delicadamente sus manos en mi cadera, y así darle paso a la penetración que para esas alturas ambos anhelábamos.

Era notorio que ninguno de los dos podíamos más con el deseo, me tomó más firmemente de mis caderas, viéndome fijamente a los ojos, me levantó un poco, apuntando con su verga a mi rajita, para después dejarme caer y meterme esa verga de un solo golpe, lo que hizo que soltara un pequeño grito de sorpresa más que de dolor, ya que la lubricación en mi vagina era demasiada, debido a los dos orgasmos anteriores, una vez pasada la conmoción inicial, y sin dejarnos de ver a los ojos, comenzó a meter y sacar su pedazo de carne de mi interior, tres o cuatro arremetidas más, y sin poder evitarlo, comencé a gemir y a gritar en serio, -¡oh si!, más duro-, y sin dudarlo, con la fuerza de un potro salvaje, me metió su verga más duro, y lo más profundo que podía, ¡por dios!, nunca antes me habían cogido de esa manera, ¡ninguno!, ¡nadie!, y ese taxista me estaba llevando a la gloria y más allá.

No tenía cabeza para nada, lo que aquel tipo me hacía sentir me estaba matando, me olvidé por completo de la fiesta, y de en donde estábamos, en mi cabeza solo estaba el pensamiento de aquella verga perforándome, y metiéndose hasta lo más profundo, me subía y me bajaba, mientras me lamía y chupaba los pezones, y gritos y gemidos eran lo único que salía de mi boca, de pronto, vimos como las luces de un auto iluminaron el interior del nuestro, inmediatamente detuvimos nuestros movimientos sexuales, quedándome clavada por esa verga, nos quedamos muy quietos y yo rezando porque no se detuviera detrás de nosotros, o que se fijara en el interior al pasar a un lado, mi corazón latía a mil por hora al ver que aquel auto se acercaba más y más, hasta tal punto que tuve que serrar mis ojos por que las luces me estaban deslumbrando.

Pero la excitación en mi no bajaba, esa situación era sumamente excitante, y sin abrir los ojos para ver qué es lo que había sucedido, comencé a mover mi cadera para motivar que esa verga no dejara de cogerme, inmediatamente lo comprendió ya que al instante empezó a moverse de nuevo como un pistón dentro de mí, para cuando abrí los ojos, todo estaba obscuro de nuevo, él me seguía cogiendo duro y con fuerza, eso me estaba gustando, entonces sentí el orgasmo más exquisito que hubiera sentido jamás, me vine, y seguía pidiéndole más, esa noche, en ese momento, me sentía realmente caliente, me sentía como toda una puta.

-No dejes de hacerlo, quiero más-, al tener mi orgasmo, él había dejado de cogerme, y se había quedado quieto, -claro que te voy a dar más, pero pásate para el asiento de atrás-, -¿perdón?-, le dije algo sorprendida, -si, pásate para atrás, ahí te voy a seguir dando-, al instante me saque aquella verga, y asiendo el asiento en el que estaba sentada para adelante, me senté atrás, vi como aquel tipo se metía la verga de nuevo al pantalón, y le dije, -¿Qué estás haciendo?-, -no te impacientes chiquita-, se bajo del auto, y se dio la vuelta, abriendo una de las puertas traseras, la que daba para la acera de donde estábamos estacionados, subiéndose y no serrando la puerta, -¿Qué haces?, cierra la puerta-, le dije algo preocupada pero aún caliente, -no te preocupes, ya nadie más pasará por aquí, simplemente relájate-.

Me volvió a besar antes de que yo pudiera decir algo, su beso como el anterior, era caliente, y eso me excitaba, al igual que sentir sus manos recorriendo mi cuerpo casi desnudo, como pudo me desabrocho la falda, y me la bajo, no sin complicaciones ya que estaba toda enredada y aparte, era de esas pegaditas, igualmente me saco la blusita, dejándome completamente desnuda en aquel asiento, tan solo vestida con mis tacones, yo no me quede atrás, y le desabroche y quite la camisa, y el mismo se quito el pantalón, el detalle de la puerta abierta ya no me importaba, solo me importaba que aquella verga me volviera a perforar, -espera-, me dijo, -acuéstate en el asiento, y abre tus piernas, ahora si te voy a coger-.

La simple mención de aquellas palabras me excitaron aún más, algo que yo creía imposible, porque según yo, ya estaba excitada al máximo, pero no, así que al instante él se bajó del auto, para esperar a que yo me colocara en posición, no lo dudé, lo único que quería era que me volviera a coger, me recosté en el asiento, abrí lo más que pude las piernas, atorando los tacones en los marcos de las ventanas, de esta forma, estaba totalmente desnuda y con las piernas abiertas esperando a que aquel tipo se colocara entre ellas y me volviera a coger.

Entonces el tipo que ya se había quitado los calzoncillos, se metió junto conmigo, él me volvió a besar, pero por pocos segundos, luego él bajó a través de mi cuerpo, hasta mi rajita, y separándome los labios vaginales, comenzó a lamer lentamente, pasando su lengua con suavidad, pero al mismo tiempo sorbiendo todos mis jugos que ya eran copiosos, introdujo en toda su extensión su lengua moviéndola por todos lados, recorriendo toda mi vagina, aquel hombre estaba tan metido entre mis piernas, que con su nariz presionaba mi endurecido clítoris, al hacerlo, pasó a succionarlo, yo me estremecí nuevamente, y agarrándolo de la cabeza lo presioné contra mi vagina para qué no abandonara esa posición ni la mamada que me estaba dando, -¡por dios!, ¡no dejes de hacerlo!, ¡no pares!-, era ya el orgasmo quien sabe que número iba, pero era maravilloso, nunca me habían hecho tener tantos orgasmos en una noche, ni siquiera cuando yo me masturbo tengo tantos.

Después, él me tomó de los muslos, me miró a los ojos, y muy lentamente se fue acercando apuntando con su verga directamente a la entrada de mi vagina, me empezó a rozar con la punta, se la empapó con mis jugos que aún seguían fluyendo, ya teniéndola bien mojada, me la fue metiendo lenta y suavemente hasta que me la volvió a clavar hasta el fondo, me estremecí al sentirme llena y lance un suspiro, y acomodándome bien en mi improvisada cama que era el asiento trasero de aquel taxi, lo abracé del cuello con mis brazos, y empezó a bombearme cadenciosamente y su verga completamente empapada por mis líquidos se deslizaba con gran placer dentro de mí, respiraba agitadamente, y gritaba y me estremecía a cada bombeada que me daba, al metérmela toda, sus bellos me producían un escozor agradable en mi entrada vaginal ya que yo la llevo sin un solo pelo, lo que me genera más sensaciones placenteras a la hora de coger.

Para ese momento, mis pezones estaban a punto de explotar de lo inflamados que se veían, debido a tanta excitación, y nuestros movimientos eran cada vez más rápidos, nuestro ritmo a pesar de ser rápido era delicioso, se podía escuchar el golpeteo que nuestras pelvis hacían al chocar, me tomo de las tetas, y empezó a lamer y a chupar mis pezones, no pude aguantar ese tipo de estímulos, y con un enronquecido grito y un estremecimiento, empapé su verga con mi orgasmo de nuevo, y sin dejar de metérmela, el aceleró sus arremetidas en mi vagina, alargando más mi orgasmo, haciéndome disfrutarlo más plenamente, así siguió por alrededor de un minuto, y después sin decirme nada, me besó apasionadamente, y con un gemido salvaje explotó dentro de mí, llenándome por completo con su leche caliente, el sentir como su leche terminaba de llenarme, me hizo tener otro orgasmo, el más grande e intenso orgasmo que hubiera sentido esa noche, y seguimos cogiendo un poco más, hasta que mi cuerpo y su verga se relajaron y él se salió de mi.

Él desatoró mis tacones de los marcos de las ventanas, para bajar mis piernas, ya que a mí no me quedaban fuerzas para hacerlo por mí misma, y sentándose en el asiento, puso mis pies descansando en su regazo, también se le veía cansado, yo estaba agotada, pero feliz, después de algún tiempo, fuimos recuperando energías, entonces él sacó una botella de agua de debajo de su asiento, y me ofreció, los dos tomamos de la botella, él cómo pudo se volvió a vestir, dejándome ahí acostada y desnuda en el asiento de atrás, y se salió a fumar un cigarro, y desde la puerta me comento, -te ves muy bien, tienes un cuerpo maravilloso-, medio adormilada le contesté, -¿es en serio?, ¿te gusta mi cuerpo?-, con una sonora carcajada me dijo, -por supuesto, estás muy bien, tienes todo en su lugar, y coges, de maravilla-, y sentándome le dije, -entonces, el viaje está pagado ¿no?-, y mirándome a los ojos agregó, -claro, está más que pagado, ahora, hasta yo te salgo debiendo, vamos vístete, te regresaré a tu fiesta-.

Mientras él regresaba a su lugar detrás del volante, yo tomé mi bolso, saqué unas toallitas húmedas, y me limpié lo mejor que pude, poniendo especial dedicación a mi vagina, luego me solté el cabello, dejándolo caer a mi espalda, y me pasé una toallita por la cara, cuando me miré en el espejo retrovisor, él frenó tan de repente, que casi me paso para adelante, -¿qué te pasa?-, le pregunte algo molesta, -es que, si antes me parecías bonita, ahora que te veo sin maquillaje, eres más bonita de lo que pensé-, ante ese comentario, no pude más que sonrojarme, y un poco apenada le dije, -gracias-, y seguí a lo mío, mientras él retomaba su camino, a tientas busque mi blusa, y mi falda, pero por más que busqué, no encontraba mi tanguita, -¿buscas esto-, me dijo él viéndome por el espejo, yo solo le sonreí, y le dije, -¿la quieres?, es toda tuya-, él la olió, y se la metió en el bolsillo del pantalón, yo me vestí, y en un semáforo, me pase otra vez al asiento del copiloto, y unas calles antes de llegar a donde era la fiesta, volteé a ver al taxista, y le dije, -mejor regrésame a donde te aborde, ya no tengo ganas de ir de fiesta-, y así me llevo hasta mi casa, me despedí de él con un abrazo y un beso, y me metí a mi departamento.

Al buscar mi celular en mi bolso, encontré una tarjeta que decía, "soy Orazio, cualquier cosa que quieras, solo márcame y de inmediato estoy contigo, y recalco, cualquier cosa que quieras", una sonrisa se colocó en mi rostro, entonces tomé mi celular, y mandé un mensaje a mi amiga, que me disculpara, pero que no podría ir, después me metí por media hora a la tina con agua caliente, al salir sequé mi cuerpo perfectamente, y me tire en mi cama a dormir, teniendo uno de los mejores y más reparadores sueños que he tenido. Desde entonces, aquel taxista y yo, nos hemos encontrado varias veces, y en esas veces, accidentalmente olvido mi dinero en casa, y le pago de otra manera.