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Mi chantage (3)

en Amor filial

Hola chicos y chicas que leen en esta página, soy Dulce. Gracias a todos los que me han leído, y a los que me han mandado sus comentarios.

Aquí está la tercera y última parte de mi relato.

Ya  tenía todo lo que aquel tipo me había pedido por teléfono, mis preocupaciones había regresado, por un momento me había olvidado de ellas, y de qué manera, pero ahora aquí estaban de regreso, vi el reloj, y solo me quedaban 20 minutos de las dos horas de plazo que me habían dado, tenía que llegar a mi departamento, así que salí del centro comercial, y me fui derecha al sitio de taxis que estaba cerca de ahí, abordé uno, le di la dirección, y llegué 5 minutos antes del tiempo límite, entonces subí rápidamente las escaleras hasta el departamento, y me quedé congelada a dos pasos  de la puerta, la puerta estaba entre abierta, ya habían estado ahí, o era probable que aún siguieran ahí dentro, ¿qué haría si seguían ahí?, y lo más importante, ¿qué me harían?, el vibrar de mi celular cortó el hilo de mis pensamientos, -hola querida Dulce, bienvenida a tu departamento, me alegra que llegues puntual a la cita-, no podía creerlo, aquel tipo sabía que estaba ahí, -¿y ahora qué?-, le dije, -ahora, va a dar inicio la verdadera fiesta, vas a entrar a tu departamento, te puedo asegurar que ya no hay nadie ahí dentro, vas a ir directamente a tu habitación, y ahí vas a encontrar una sorpresita, cuando ya estés ahí, te volveré a llamar para decirte que hacer, y más te vale que hagas todo lo que te diga, o ya sabes quién pagará tu estupidez, recuerda que lo veo todo-, y se terminó la llamada.

No sabía qué hacer, me parecía que todo mi cuerpo pesaba toneladas, pero entonces me acordé de mi mamá, y me decidí, terminé de dar los pasos que me faltaban, abrí más la puerta, entre, y todo estaba obscuro, las luces estaban apagadas, cerré la puerta, y con paso decidido me dirigí a mi habitación, la puerta estaba cerrada, pero antes de entrar, fui al baño, debido a los nervios me atacaron las ganas de orinar.

Cuando regresé, lo hice un poco más fresca, la puerta del baño está a algunos pasos de la de mi habitación, me paré frente a ella, suspiré, y abrí la puerta de golpe, entonces, la boca se me abrió, y me quedé congelada en el sitio, no podía creer lo que estaba viendo, ahí en el centro de mi cama estaba esposado con las manos a la cabecera, y con los oídos tapados, mi primo.

Mi primo es un chico un año más grande que yo, se preguntarán ¿que hizo cuando me vio?, pues he ahí la cuestión, mi primo es invidente, fue por eso que no le taparon los ojos, así que con los oídos tapados, él no podía saber quien estaba con él en la habitación, de lo que también me di cuenta, era de que mi primo estaba totalmente desnudo, y se esforzaba por liberarse, lo cual era inútil, por no decir que cansado y que solamente se lastimaba más.

Mi sorpresa se desvaneció al sentir como mi celular volvía a vibrar en mi mano, -diga-, dije sin quitarle los ojos de encima a mi primo, -¿qué significa todo esto?-, -esta es la pequeña sorpresita que te tenía, ¿a caso no te gusta?-, me dijo un poco divertido, y poniendo una voz seria, dijo, -bueno, ahora escúchame atentamente, y has todo lo que yo te diga, como ya te diste cuenta, tu primo se encuentra frente a ti, desnudo e indefenso, pues entonces, lo que quiero es que te lo cojas-, -¿qué?, ¡es mi primo!-, dije gritando al teléfono, -no me importa, quiero que te comportes como toda una puta viciosa del sexo, y que te lo cojas, recuerda que todo lo veo, y también lo gravo, y tu mami está aquí conmigo, ¡hazlo!-, y finalizó la llamada.

No sabía que hacer, el era mi primo, ¿Cómo podría hacerlo?, no podía hacerlo, no es que mi primo sea feo, pero era parte de mi familia, y viéndolo bien, no se veía tan mal desnudo en mi cama, también de lo que me percate en ese momento, fue de que aquel que era mi primo, estaba bien dotado, es decir, tenía una buena verga que haría babear a cualquier mujer, y escurrir la rajita de cualquiera de ellas, ¡pero no!, era mi familia, no es que tuviera problema con eso, de hecho, ya me había acostado con alguien de mi familia, y si ya lo había hecho una vez, ¿qué era lo que me detenía congelada en el marco de la puerta?.

“Más vale que te des prisa, yo tengo todo el tiempo del mundo, pero, ¿tu mami lo tiene?”, fue el mensaje que me llegó cuando estaba contemplando el cuerpo desnudo de mi primo, realmente me preocupaba la seguridad de mi madre, así que no tuve más opción, y decidí hacerlo, decidí dejarme llevar por aquella situación a ver hasta donde era capaz de llegar, y por último, decidí que pasara lo que pasara, lo disfrutaría al máximo.

Sabía muy bien que me estaban vigilando, y recordé que aquel tipo quería que me comportara como una puta viciosa, así que me aproximé a la cama con andares de verdadera puta, me monté hincada de rodillas en ella, y empecé a acercarme con lentitud, al sentir como se movía la cama, mi primo se volvió a agitar, entonces le puse una mano en el pecho y lo besé en los labios como señal de que se tranquilizara, su piel estaba caliente al tacto, me aparté lentamente hacia su verga, lo miré con una cara de puta lo mejor que pude, lástima que él no me podía ver, pero sí que me podía ver el que había planeado todo esto, acto seguido empecé a deslizar mi lengua sobre su capullo, luego la bajé recorriendo toda su verga hasta llegar a sus huevos que estaban más duros que una pelota de tenis, me metí uno en la boca y empecé a saborearlo, luego cogí el otro y finalmente los dos, nunca imaginé que me pudiera pasar algo así.

Después de saborear sus huevos me empleé a fondo con su verga, lo chupaba, lo saboreaba, pasaba mi lengua y succionaba, no pudo aguantar por mucho tiempo y soltó su esperma casi enseguida, este me sorprendió y tragué parte de su venida, luego me aparté y dejé que la leche le resbalara por su verga, de nuevo me abalancé sobre su pedazo de carne que al menor contacto con mi lengua se puso de nuevo dura, la chupaba con avidez y desesperación, y cuando de nuevo estuvo dura, dejé de mamar su verga, y me paré a un lado de la cama por unos instantes sin dejar de masturbarlo.

-¿Quién eres?-, me preguntó con la agitación reflejada en su voz, -por favor, seas quien seas, desátame, y déjame ir, no sé qué pasa, y tengo los oídos tapados, por favor, déjame ir-, realmente se oía preocupado y con bastante miedo, me compadecí un poco de él, y con mi mano libre le destapé los oídos, -gracias, pero ¿Quién eres?, ¿me soltarás?-, me acerqué a su oído y le susurré -no te preocupes, todavía no te puedo soltar, además, ¿puedes sentir como mi mano juega en tu verga?, pues bien, solo déjate llevar-, le estampé un beso en los labios, y me reincorporé.

Dejé de masturbarlo, y empecé a acercarme de nuevo a él, -bueno, como te dije, no te preocupes y solo déjate llevar-, me senté a horcajadas encima de su pecho y de la forma más erótica y sensual que pude, empecé a sacarme mi blusa, luego seguí con mi brasier de encaje, dejando mis tetas al descubierto, aquello me excitaba demasiado, ya no veía a mi primo como mi familiar, ahora lo veía como lo que era, un hombre, un hombre al que estaba deseando cogerme, entonces le puse mis tetas a la altura de la boca, -chúpamelas-, empezó a comerme las tetas con devoción, con fuertes chupetones, cuando se metía uno de mis pezones en la boca, jugaba con él y lo saboreaba, luego mordía débilmente, esto me excitaba aún más, y empecé a gemir por todas las sensaciones que estaban corriendo por todo mi cuerpo.

Mi excitación era demasiada, mi primo sí que sabía cómo mamarme las tetas, -sigue, no dejes de mamármelas-, ante estos comentarios sus chupetones ganaban en fuerza y ganas, -sigue, por favor no lo dejes que me voy a venir-, y dicho y hecho, no tarde en tener y gritar mi orgasmo, cuando lo tuve, me eché para atrás y casi se quedó con uno de mis pezones en la boca, yo solo hice un gesto de dolor, -tranquilo, todavía falta mucho, y tenemos tiempo-, le dije al oído, -por favor dime quien eres, y porque está pasando esto-, realmente se escuchaba afligido, -pronto, pronto te diré que pasa, mientras tanto, sigue disfrutando de tu suerte-.

Me bajé de la cama, y entonces miré mi celular que tenía un mensaje que había llegado no hacía más de un minuto, “veo que estás disfrutando, que bien, una cosa más, la llave de las esposas está en el cajón de tu mesita de noche, por si quieres liberarlo”, entonces fui a el sitio que decía en el mensaje, y extraje una pequeña llave atada con un cordel no muy largo, tenía en mis manos la forma de liberar a mi primo, pero había tenido un orgasmo no hacía mucho, y la excitación aún palpitaba por todo mi cuerpo, entonces fue más grande mi calentura, regrese a la orilla de la cama, y empecé a bajarme la bragueta de la falda hasta que dicha prenda cayó al suelo, quedándome solo con la tanga y mis tacones, era una lástima que mi primo no me pudiera ver, pero en fin, me quité la tanga con delicadeza, quedándomela en la mano, entonces me acerqué a él de nuevo, y poniéndole la tanga a la altura de la nariz le dije, -¿puedes oler?, ese es el olor de la mujer que te habla, es el aroma de la excitación, ¿te gusta?-, -si, si me gusta-, me dijo lentamente, y prosiguió, -y más porque ya sé quién eres-.

Su confesión me sacó un poco de balance, pero no lo suficiente como para que la lujuria que me tenía poseída se esfumara, me volví a subir a la cama, me acerqué de nuevo a él, y dándole un beso en los labios le dije, -¿Quién soy según tu?-, y sonriendo ampliamente me respondió, -eres mi prima Dulce-, -perfectamente bien contestado-, le dije con la voz más sexi y sensual que poseía, -claro que soy yo, solo una cosa, ¿Cómo lo supiste?-, -por tu voz, la conozco lo suficiente como para saberlo-, y sin decir más, abrí mis piernas, y me senté en su vientre, me incline para adelante, y besándolo apasionadamente, fui bajando mi cadera hasta que la punta de su verga entró en contacto con la entrada de mi ardiente e inundada rajita.

Lentamente y sin prisa comencé a bajar introduciéndome su verga, deslizándola lenta y pausadamente, podía sentir como su pedazo de carne se abría paso por mi interior, mientras que no paraba de gemir porque no había interrumpido el beso que le estaba dando, cuando por fin sentí sus huevos chocar con mi cuerpo, me detuve por un par de segundos, y le dije, -bueno, pues ahora te estás cogiendo a tu prima, tienes la verga en mi interior, y tu querida primita te va a hacer disfrutar como nunca-, y diciendo esto, comencé a mover mi cadera muy lentamente haciéndolo disfrutar, podía verlo en su cara, -¿te gusta?-, -si claro-, entonces la velocidad que le imprimía a mis caderas la comencé a aumentar paulatinamente, empezando también a gemir y a gritar por el placer, -¡qué bien!, ¡que rico se siente!-.

 Yo seguía aumentando el ritmo de mis caderas, y no paraba de gemir y jadear, sintiéndome en la gloria, con aquel ritmo, ya había alcanzado dos orgasmos más, e iba por el tercero desde que me había metido la verga de mi primo, y llegó, llegó el tercero, llegó desde lo más profundo de mi alma, paré todos mis movimientos, y me dejé caer en el pecho de mi primo, estaba sudorosa, y lo miraba ya no como mi primo, si no como mi hombre, como mi amante, estire mi mano, tome la llave que había dejado a lado de mi celular, y entonces le quité las esposas, -gracias Dulce-, -no tienes nada que agradecer-, le dije en un susurro, -¿no piensas dejarme así verdad?-, me dijo mientras me abrazaba y empezaba a recorrer mi cuerpo, aún podía sentir su verga en mi interior, hasta ese momento me di cuenta de que él no se había venido, -siempre me has gustado, y soñaba con esto, pero siempre se había quedado en una simple fantasía-, siguió diciéndome, y entonces le pregunté, -¿qué es lo que más te gusta de mi?-, tardó en responder, -hmmmmm, tus nalgas-,y sin detenerme a pensarlo, le dije, -pues tómalas-, y acto seguido me saqué su verga, y me puse en cuatro en la cama, dándole mi preciado tesoro que yo mantenía virgen hasta ese momento.

No se movió de donde estaba, -vamos, te estoy dando lo único virgen que aún conservo-, le dije al oído, -¿y si te hago daño?-, me dijo dubitativo, -yo sé que no me lo harás, te conozco, y sé que lo harás con cuidado y delicadeza, ahora levántate,  y desvírgame el ano-, me volvió a acariciar la espalda, y con un beso en los labios, se levanto, y se puso de tras de mí, acaricio mis nalgas con ternura, las beso, y con su lengua, colocó toda la saliva que pudo en mi ano, y me dijo, -¿estás segura?-, -si claro, hazlo-, le dije con la voz un poco ahogada, -bueno, pues entonces prepárate para gozar-, y empezó a hacer presión en mi ano, el dolor era fuerte, y más cuando por fin entro el glande de aquella verga, -¡espera!, solo espera un par de segundos-, le dije con una lágrima resbalando por mi mejilla.

Cuando mi ano se acostumbró, le dije, -continúa, pero ve metiéndomela despacio-, él me obedeció, y lentamente me la fue metiendo por mi ano, cuando sus huevos chocaron con mis nalgas, le dije, -espera un minuto, deja que me acostumbre a tu verga, después, cuando yo te diga, puedes empezar a cogerme-, y después de un minuto, -ya-, entonces la saco con la misma lentitud con la que la había metido, cuando sentí esto, casi vuelvo a tener otro orgasmo, pero me supe controlar, luego la volvió a meter, eso me estaba excitando de nuevo, y mi rajita otra vez se comenzaba a mojar, -hazlo un poco más rápido-, le dije, y él me la empezó a meter y sacar con mayor velocidad, mientras que yo llevaba mi mano a mi rajita para masturbarme, el se recostó en mi espalda, y me empezó a masajear las tetas y mis sensibles y endurecidos pezones.

Debido a lo que él me hacía, mis gritos y gemidos volvieron a escucharse por toda mi habitación, y entonces me salió lo puta, -¡sigue!, ¡sigue por favor!, ¡no dejes de hacerlo!, ¡más duro!, ¡más rápido!-, el aumento la velocidad, sin decirme nada, mientras que de mi vagina tres dedos de mi mano ya entraban y salían furiosamente, y sus manos y dedos no dejaban de tocarme y estimularme las tetas, de esta forma tuve otros dos orgasmos, y cuando tuve el segundo me dijo, -voy a terminar, te voy a llenar el ano de leche-, -hazlo, llénamelo con esa leche tan rica, vente junto conmigo-, y así tuve el segundo orgasmo, y así sentí como el soltaba su leche caliente en lo más profundo de mis entrañas, no podía más, mis piernas ya no tenían fuerza para sostenerme a mí y a él, y me derrumbe en la cama con el encima de mí, y con su verga aún metida en mi culo.

Cuando se salió de mi, se acostó a un lado de mi, -ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, gracias por esto Dulce, llevaba años soñando con esto, y hoy tu lo hiciste realidad, gracias-, me dijo mientras me abrazaba, -no tienes nada que agradecer, a mí también me ha gustado, y no sabes cuánto-, yo también lo abracé, lo bese,, y así nos quedamos por algunos minutos, estaba agotada, a lo largo del día, había muchos orgasmos que poco a poco me habían mermado mi energía, pero no lo lamentaba, habían sido los mejores orgasmos que había tenido, desde la mañana en el baño, después los que me arrebato Melisa en la tienda de lencería, y ahora los que me había dado mi primo, todo el día había disfrutado a pesar de la situación, entonces el vibrar de mi teléfono me saco de mis pensamientos, -¿me lo pasas por favor?-, cuando lo tuve en mis manos, -bueno-, -que bien Dulce, veo que cumpliste, y como yo te dije, yo tengo palabra, en estos momentos tu familia está libre, yo ya deje de grabar, ya te puedes vestir, y llevar a tu primo a su casa-, y se termino de nuevo la llamada.

-¿Quién era?-, me pregunto volviéndome a abrazar, -nadie, número equivocado-, me abracé a él, y me quedé dormida, cuando desperté, ya había anochecido, el seguía a un lado mío, y también estaba profundamente dormido, voltee a ver el reloj, y eran las 2:00 A.M, me voltee, lo besé, y me volví a quedar dormida.

Debido a esta situación, mi primo y yo desde entonces hemos sido amantes frecuentes, y no me arrepiento, no volví a recibir ninguna llamada después de eso, y con el paso del tiempo, me entere de que todo había sido planeado por mi propio primo, nunca hubo video ni cámaras en mi departamento, y los mensajes y las llamadas, fueron enviadas por un amigo de él, eso más que enfadarme, me gusto, no pude enojarme con él, ya que ese día había disfrutado como nunca, y además, había encontrado a mi amante ideal.