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¡Ellas arriba!, o ¿violadas?

en Parodias

Erase una vez, cuatro mujeres que trabajaban en una gran televisora de la capital, ellas eran: Amaranta Ruiz, Jimena Pérez (la choco), Shanik Aspe, y Paulina Mercado (la chula), también laboraban hombres a su alrededor, pero ese día, estaban solas en la redacción. Cuando la última junta terminó, ya era tarde, cansadas después de un largo día laboral, todas se habían puesto de acuerdo, y avisaron a sus respectivas familias y parejas que saldrían a tomar una copa a un bar cercano.

Cuando las cuatro llegaron al bar, solicitaron un espacio reservado solo para ellas, este estaba en lo más profundo del local, y les daba cierta privacidad, una vez instaladas en su pequeño mundo de seis por seis, comenzaron a platicar y a bromear sobre cualquier cosa, al poco rato, un camarero entró para tomar sus órdenes, al salir, Shanik no pudo evitar hacer un comentario subido de tono sobre el chico, cosa que las demás festejaron y secundaron con risas y aplausos, las bebidas llegaron, y al retirarse el mesero, Jimena alargó la mano y le tocó el paquete por encima del pantalón, el joven sorprendido no dijo nada, solo se limitó a darle una sonrisa cómplice a la choco.

Después de varias horas, y de cinco bebidas, las cuatro hembras ya estaban algo achispadas y desinhibidas, se reían a carcajadas por cualquier cosa, como habían pedido que se pusieran en funcionamiento los altavoces del reservado para que la música del exterior llegara a ellas, bailaban, a veces en parejas, a veces solas, e incluso hacían bailes algo eróticos para un público masculino inexistente, cuando la sexta copa para cada una llegó a la mesa, el camarero que las traía era otro, ninguna de las cuatro se percató del cambio, y menos de que sus copas de champagne tenían un extraño color rosáceo, en contraste con las demás copas que ya habían bebido, y no dieron importancia al ligero sabor amargo que sintieron en la boca al sorber el primer trago después del brindis por el éxito de su programa.

La sexta copa se esfumó tan rápido como las demás, y pidieron otra, esta era exactamente igual que la anterior, de color rosa, y ligeramente amarga, Jimena lo atribuyó a que ya estaban algo bebidas, a Shanik no le importó, a Amaranta le preocupó un poco, y Paulina hacia mucho que no bebía tanto, así que también pensó que era porque ya estaba algo borracha, poco a poco las cuatros se sintieron demasiado ebrias, no podían levantarse sin que todo diera vueltas, y a pesar de estar sentadas, todo giraba a su alrededor, la lengua la sentían pastosa, y no entendían lo que se decían una a la otra, comenzaron a ver borroso, Shanik intentó ponerse de pie, pero las piernas no la sostuvieron, y cayó al suelo, las otras no pudieron hacer nada, porque al instante cayeron inconscientes en la mesa.

La primera en recuperar la consciencia fue la choco, seguida por Amaranta, Paulina, y al último Shanik, no sabían donde se encontraban, solo veían un amplio cuarto de tabique rojo, una mesa redonda, y más allá una puerta, las cuatro permanecían sentadas en sillas de oficina, no estaban amordazadas, pero de todas formas, no querían gritar, estaban asustadas, y aún se sentían aturdidas por lo que habían bebido, solo se miraron unas a otras desconcertadas por aquel aparente rapto, una mirada más escrutadora de Shanik, le dijo que ya no estaban en el bar, y Paulina descubrió sus bolsos en la mesa.

-Por fin despiertan las bellas durmientes-, escucharon una voz grave a sus espaldas, -por un momento creí que nos habíamos excedido-, las cuatro mujeres brincaron del susto.

-¿Qué quieren?-, dijo Amaranta espantada.

-No tenemos dinero-, agregó esta vez Paulina.

-No se asusten-, dijo un hombre que entraba por la puerta que habían visto, el tipo venía armado, -hagan lo que les digo, y no tendré que matarlas aquí mismo, sería una pena perder a alguna de ustedes o a todas, habría un gran vacío en la televisión-

Las cuatro permanecieron sentadas, no se atrevían a hacer algo, pues de pronto el mundo giraba y a veces se detenía, y no estaban tan locas como para intentar algo con una pistola apuntándoles.

-Saquen todo lo que traigan en los bolsillos-, dijo el tipo frente a ellas, -también lo de valor que tengan en los bolsos-

Tras obedecer, los dos tipos se quedaron con el dinero de todas ellas, sus teléfonos celulares, que eran bastante caros, y las joyas, que aunque algunas eran reales y otras de bisutería barata, se las quitaron también, todo el botín lo echaron en una mochila que dejaron en la mesa frente a ellas.

-No hagan nada, y no me veré obligado a dispararles-, dijo el hombre que empuñaba el arma, y dirigiéndose a su cómplice, agregó, -átalas-

Las fue atando una a una, la primera fue Shanik, la cual lo sintió en su espalda, ató sus manos, y después ella apreció como las manos del tipo tocaban sus tetas por encima de la ropa, intentó resistirse, pero él las apretó con más fuerza, la dejó sentada en una silla, y se acercó a Jimena Pérez, ella obedeció, esperando que tras atarlas a todas se marcharían y que las ataban para que no se escaparan y llamaran a la policía, el individuo no tuvo reparos en tocarle el culo por encima de las prendas, incluso metiendo sus dedos por entre sus muslos, tocando su entrepierna por arriba de su falda.

Cuando Jimena ya estaba atada y sentada, fue el turno de Paulina, esta vez, el tipo besó y mordió el cuello de la chula, produciendo una mueca de asco en la mujer, entonces la sentó, y se dirigió a la mayor del grupo, Amaranta, ella creyó que iba a ser la última en ser atada, le vio avanzar hacia donde estaba, pero…

-A ella no la ates-

Amaranta no sabía porque no la querían atar, pero sus dudas se despejaron rápidamente.

-Tú eres muy guapa para la edad que tienes-, le dijo el tipo, -date la vuelta-

Amaranta obedeció, estaba aterrada, se preguntaba, al igual que sus amigas, ¿dónde demonios estaban? y ¿por qué les estaba pasando aquello?, de pronto recordó, no supo la razón, a un tipo fuera de la televisora que siempre había sido un vulgar, les guiñaba un ojo o les enseñaba la lengua cuando llegaban, les decía improperios propios de un obseso sexual, tales como -hoy estás riquísima- y cosas semejantes, que ellas intentaban ignorar lo mejor que podían, incluso alguna vez siguió a Shanik y a la choco hasta su auto, supo que al menos aquel tipo no era peligroso y nunca se atrevería a hacer más de lo que hacía, regresando a la realidad, El tipo llevó las manos al culo de su víctima, y lo sobó todo lo que quiso.

-Tienes un culo maravilloso-, le dijo al oído a Amaranta.

-Ya tienen todas nuestras cosas y el dinero que llevábamos encima-, le dijo ella, -por favor dejen que nos vayamos-

-Ese dinero es poco-, dijo el tipo que sostenía el arma, -van a tener que pagarnos tantas molestias de otra forma-

Todas se miraron entre sí, y temieron lo peor.

-Ven con nosotros-, dijo el tipo agarrando a Amaranta del brazo, -y ustedes-, agregó dirigiéndose a sus amigas, -hagan alguna estupidez y la mato aquí mismo-

Amaranta Ruiz es la mayor de todas, contando con cuarenta y cinco años de edad, pero a pesar de ello, es la que tiene el trasero más grande, gordo sin dejar de ser poco atractivo, sus tetas son grandes y sexis, de cabello negro, y su boca, con todo y sus dientes perfectos, es una boca carnosa y sexi que hacía pensar a más de uno de sus conocidos como sería sentirla rodeando su miembro, mamando.

Por desgracia, para todos los que la imaginaban mamando sus vergas, ese día solo sus violadores sabrían lo que se sentiría al meter sus miembros duros en aquella boca, así como penetrar su sexo azabache y ese ano virgen.

Porque Amaranta tenía novio, pero analmente, jamás había tenido sexo.

La metieron en una sala contigua, mientras sus tres compañeras permanecían atadas en aquella habitación, llorando, intuyendo lo que iba a sucederle a la buena de Amaranta Ruiz, y sabiendo que después les tocaría a ellas.

Nada más entrar, uno de los dos tipos la empujó contra una mesa ovalada que había en medio de la sala, no tenía más que eso, un pizarrón blanco y un viejo sillón en un lado.

-Vamos-, le dijo el jefe, -quítate la ropa-

Amaranta lo miró mientras lloraba, hizo un cálculo rápido de la situación, estaban solas con aquellos tipos, atadas e indefensas, y seguramente, ya habían cerrado la puerta para que nadie pudiera interrumpirles, ¿Qué otra salida tenían?, la muerte era amenaza suficiente para que ninguna, o al menos ella, quisiera hacerse la heroína e intentara escapar.

Se quitó la chaqueta blanca que llevaba, y se dejó una blusa algo escotada color rojo.

-Vamos, vamos-, le metió prisa uno de los tipos.

Amaranta deseaba que solo la manosearan, pero sabía que tendría suerte si salía ilesa de aquella habitación, lanzó un sollozo y se desabrochó el botón de sus pantalones vaqueros, los cuales se ajustaban a sus piernas y su trasero.

-mmmm, eso es-, dijo uno de los tipos al ver que colaboraba.

Bajó la cremallera de sus pantalones, y se deshizo despacio de su blusa, dejando al descubierto un brasier negro, el tipo de la pistola la miraba con lujuria, se acercó a ella y agarró la prenda por el escote con la mano libre, tiró de él con fuerza y Amaranta se sintió zarandeada, pero él consiguió su propósito, romper la tela, sus tetas se movieron al verse libres.

El tipo del arma dejó la pistola sobre el sillón, sabedor de que el miedo paralizaba a aquella mujer, y que no intentaría agarrarla, además, ella era una y ellos dos.

Amaranta sintió como aquellos dos hombres se acercaban a ella y la agarraban, sus manos comenzaron a tocarle las tetas desnudas, la espalda, el vientre, todo su torso, las sentía rudas y calientes, los dedos apretaban los pechos, como comprobando su ternura, su blandura, las yemas rodeaban los pezones y, casi inconscientemente, la hicieron gemir, aunque no de placer, sino de algo más extraño, quizás ¿sorpresa?

El jefe la agarró de los hombros y la obligó a arrodillarse, en aquel momento Amaranta pareció reaccionar, pero solo en su mente.

-¿Por qué no hago nada?-, pensó, -¡van a violarme!-

Era como si alguien hubiera apretado el botón de pausa de su cuerpo, a pesar de que sabía lo que venía, era incapaz de defenderse.

Vio, delante de ella, el paquete del tipo, bajo sus pantalones vaqueros ajustados, supo que era un pene grande por la silueta que mostraba, y no tardó en comprobarlo.

Cuando el tipo descubrió el miembro, la punta, rosada y húmeda, estuvo a punto de chocar contra la cara de Amaranta.

-¡Chúpala!-

Ella negó con la cabeza, cerrando la boca, como si eso fuera alguna solución, la mano del tipo la agarró del cabello y estiro hacia atrás, Amaranta grito de dolor y, en ese momento, sintió como la verga invadía su boca virgen.

-Si me muerde te la cargas-, escuchó que le decía al otro tipo.

El sabor del miembro en su boca le resultó asqueroso, tuvo una náusea, que fue apagada por los movimientos que la mano del tipo comenzó a hacer con su cabeza, el glande entraba hasta casi el final de su boca y salía la saco, y un hilo de saliva quedó colgando desde el pene hasta los labios, cuando se desprendió, la baba fue a parar a su pecho.

-Por favor…-, suplicó.

Pero antes de terminar siquiera aquellas palabras, su boca fue envestida de nuevo.

Quiso dejar su mente en blanco y no pensar en nada, así, durante varios minutos sintió como la verga, erecta y palpitante, porque de verdad la sentía palpitar dentro de su boca, entraba y salía, al poco ya la tocaba con la lengua, la rodeaba, ya le daba igual, todo el mal, el que pudiera tener una mamada obligada, estaba hecho, esperaba que se contentaran con ello, aunque en el fondo de su ser, sabía que no iba a ser así.

Cuando el tipo sacó su verga, esta estaba repleta de su saliva, chorreando, y durísima, jamás había visto un pene tan erecto.

Los dos tipos la agarraron y la voltearon, dejándola de cara a la mesa, pronto sintió como tumbaban medio cuerpo en ella y quedaba con las piernas de fuera, el trasero levantado, indefensa, quería moverse, revelarse, pero estaba aterrada, paralizada por el miedo.

Sintió como las manos del tipo rodeaban sus nalgas, frente a ella estaba el otro hombre, que la miraba callado pero ansioso, sabedor de que el también probaría ese femenino cuerpo.

-Lindo trasero-, dijo, -eres la que tiene el culito más bonito de todas tus amiguitas-

Las manos del tipo se detuvieron, y dos dedos de la mano derecha se metieron por la entrepierna de Amaranta, ella se removió, intentó ponerse de pie, pero el tipo la empujó de nuevo con mucha violencia.

Sintió como le bajaba los pantalones, quedando solo sus bragas, nuevas, de pequeños corazones rosas, entre el tipo y ella, después no la tocaron, se preguntó que estaba haciendo y escuchó el sonido de la ropa de aquel hombre cayendo al suelo, solo entonces, como si hasta ese momento hubiera estado en una ensoñación, rompió a llorar, solo en ese momento, Amaranta Ruiz supo que, sin duda, iban a violarla las veces que quisieran.

-¡Por favooooor!-, lloriqueó Amaranta.

Cuando el tipo ya estaba desnudo, se acercó a Amaranta, y pegó su verga al culo y la rajita de ella que, bajo sus braguitas, esperaban la inevitable profanación, ella lo sintió caliente y pegajoso, seguramente por su propia saliva.

-Uff-, gimió el tipo, -que buena estás-

En aquel momento le rompieron las bragas con fuerza, convirtiéndolas en harapos, Amaranta intentó por fin zafarse, pero había reaccionado demasiado tarde, era la presa de esos dos bastardos.

El segundo tipo la miraba, frente a ella, Amaranta sintió de pronto la punta de un pene en la entrada de su sexo, como apretaban con fuerza y su cuerpo le lanzaba una alarma de dolor.

-Haaayyy-, gimió, -nooo, no, haaa, duele, no, duele-

El tipo que observaba lanzó una carcajada; la verga entró de golpe, no se detuvo ni un segundo, cuando había profanado todo el sexo indefenso de Amaranta, el hombre expulsó un largo gemido.

Se quedó quieto, y Amaranta sintió como la verga latía dentro de ella, la notaba en cada una de las paredes de su vagina abierta, caliente y húmeda, no era la primera vez que un pene se la cogía, su novio le hacía el amor casi todas las noches hasta que ambos se venían de placer, y antes había cogido con varios hombres con total libertad, pero nunca la había penetrado un miembro a la fuerza.

El tipo masajeó sus glúteos blandos y suaves, y después comenzó a moverse despacio, dentro y fuera, fuera y dentro.

Amaranta estaba desgarrada de dolor, tenía los ojos cerrados y la boca abierta, se sentía humillada, violada, ultrajada, solo podía llorar y esperar a que aquel cerdo acabara.

Su cuerpo era empujado hacia atrás con cada envestida, moviendo incluso la mesa del suelo y haciendo un ruido de arrastrar muebles que sin duda sus amigas escuchaban y adivinaban de que era, el tipo que observaba comenzó a desnudarse, su verga era más gorda que la que estaba penetrando a Amaranta.

Los gemidos de la mujer se hicieron inevitablemente latentes, al sentir tal miembro dentro de ella no pudo evitar gemir de dolor, las manos del tipo que la penetraba, comenzaron a manosearle la espalda y la alzaron después para tocar sus tetas.

Amaranta se sintió sacudida por esos brazos, que, fuertes y masculinos, hacían con ella lo que querían, la verga, tenía la sensación, llegaba hasta lo más hondo de sus entrañas y, a pesar de lo horrible de la situación, reconoció que aquel miembro era el más voraz, el más salvaje que la había cogido en toda su vida, y que ninguna verga que había recorrido su vagina húmeda era comparable con aquel pene que ahora la violaba sin parar.

-Ohooo-, gemía, -ahaaa, ahaaa, ohooo-

Su mente comenzó a confabular contra ella, como cuando sin querer, al ver una imagen erótica o algo parecido, se excitaba, sentir placer en aquel momento, en el cual estaba siendo violada, era para sí misma una vergüenza, pero después quiso, intentó comprender que el cuerpo humano, hasta donde ella sabía, era un organismo único, tenía un miembro varonil dentro de su vagina, penetrándola, abriéndole las sensibles paredes de su interior con la finalidad de eyacular dentro y llenarla de semen caliente. ¿Qué podía esperar, sino excitarse? Su sensación era de rabia, odio y placer, goce, aceptación, deseo...

Sus gemidos no cesaron, ni las manos que la tocaban.

-Ahaaa, ahaaa, mmmhaaa-

El tipo gemía y le susurraba barbaridades al oído, que hacían crecer esa excitación que no podía dejar de sentir.

-¡Siente mi verga!-, le decía, -¡siii, está dentro de ti!, ¡te está cogiendo y te está gustando!, ¡te gusta que te viole como a una puta!, ¡vamos pequeña, vente, pídeme más, si…!-

Amaranta cerró los ojos y se dejó llevar, ya todo estaba perdido, no podía luchar, no podía escapar, estaba siendo violada, y le gustaba.

Durante minutos se sumió en el goce de aquella violenta cogida, después sintió como su rajita le dolía, pero era un dolor agradable, todo su cuerpo se convulsionó y lo supo, estaba a punto de tener un orgasmo.

-¡Ahaaa!-, gritó entrecortada por el placer, -¡por! ¡Fa…! ¡Vor…! Ahaaa!-

Y entonces llegó su orgasmo, sintió como su propio liquido caliente salía a presión a causa de la verga que se la cogía y mojaba sus piernas desnudas para bajar por ellas, gotas de lluvia hasta sus pantalones, se tumbó sobre la mesa agotada, saciada, tratando de recuperar el aliento.

El tipo no había terminado, y Amaranta se preguntó que perverso plan tenía guardado para aquel fin, aquella eyaculación que ella se imaginaba violenta y sucia, quizás, pensó, quería venirse dentro de su femenina boca, haciendo que lo saboreara, caliente, dulzón, extraño… algo que ella nunca había probado, ni siquiera con su novio, a lo más que había llegado era masturbar a un pene, para después sentir como se venía en su mano.

Escuchó como el hombre escupía, y sintió el gargajo en el mismo orificio de su ano, se revolvió, adivinando lo que venía.

-¡Estate quieta, carajo!-, gritó el tipo, y le dio una nalgada.

-Por favor-, suplicó ella, -no, no quiero, haré lo que me pidan pero no eso-

-Desaprovechar un culo como este, sería un sacrilegio-, dijo el otro tipo, que miraba deseoso la escena.

Amaranta se aferró a la mesa llorando, tratando de no pensar en el inevitable dolor que iba a sentir cuando ese pene violara su ano virgen.

La punta de la verga se posó justo en la entrada de su esfínter, Amaranta lo sintió caliente, palpitaba como si fuera un pequeño animal, una de las manos de aquel bastardo acarició sus glúteos y su espalda.

-Procuraré no hacerte mucho daño-, escuchó que le decía el tipo, -aunque si te mueves te dolerá más-

Entonces comenzó a empujar, Amaranta gritó al sentir como su ano se abría, movía las piernas inútilmente ante el dolor y se aferraba a los bordes de la mesa sin poder apenas respirar.

Sintió como su ano se cerraba alrededor de ese glande, que había encajado a la fuerza en ella.

El tipo se detuvo y lanzó un largo grito de placer.

El hombre acarició de nuevo sus suaves glúteos, y Amaranta pensó que en el fondo él tenía razón, su trasero era atractivo, era ancha de caderas y siempre había necesitado una talla algo grande de braguitas, pero nunca se había imaginado que su culo atraería los deseos de penetración anal de los hombres; a pesar de que a su novio le gustaba tocarlo y apretarlo aún cuando no estaban cogiendo, y a veces le daba una palmadita en su trasero, que ella tomaba como graciosa.

El tipo empujó de nuevo y la verga entró un poco más, Amaranta gimió otra vez, de dolor, aunque su ano se había amoldado a aquel pene, todavía le dolía.

-Qué gran perra-, dijo el hombre que estaba de espectador.

El que la violaba acarició sus tetas y su torso.

-Voy a metértela del todo-, le dijo, -prepárate muñeca-

Amaranta le miró, con dificultad, pues estaba tumbada bocabajo.

-No, espera…-, intentó decir.

La verga entró de golpe y por completo, y Amaranta lanzó un largo grito de dolor.

-¡Ahhaahaaa!-

en aquel momento el tipo comenzó a moverse, a encularla, metiendo y sacando su miembro erecto del ano virgen de Amaranta, ella ni se movía, estaba dolorida, lloraba y se aferraba a donde podía para resistir los envites de aquel sádico.

Sentía el pene en todo su esfínter, llegando hasta donde su longitud le permitía, durante minutos enteros, el tipo que hasta ese momento había mirado no pudo más y se acercó a ella, acarició su cara como si Amaranta fuera un animal indefenso y ella se dejó hacer, ya que estaba casi desmayada, era ya un mero juguete de esos cabrones.

Las manos del tipo fueron después por su espalda y sus tetas, pero cesó pronto para poder desnudarse.

Amaranta sintió como la verga se hinchaba dentro de ella y como este aceleraba la velocidad, dispuesto a terminar dentro de ese culo, lo hizo con tanta fuerza que casi la levantaba de la mesa, haciéndola gritar.

-¡Ahaaa, nooo, ohooo, ahaaa!-

Con los ojos en blanco y la cara desencajada, aunque ya no por el dolor sino por la violencia de la violación, sintió como algo caliente llenaba sus tripas, era el semen, viscoso, violento, voraz.

El tipo se detuvo y después empujó una vez más, de golpe, haciéndola gritar por última vez antes de sacarla.

-eso es-, dijo, -magnífica puta estás hecha-

Amaranta respiraba profundamente, agradeciendo que la violación anal hubiese terminado, sentía el semen bajar por su ano, lo notaba agradable, calientito, como si se hubiera puesto un ungüento que aliviara la irritación del violento coito, y cuando salió de ella, sus piernas temblaron y ella lanzó un gemido tembloroso de placer.

El semen manchó sus piernas desnudas y sus pantalones.

El tipo le hizo un gesto a su compañero y ambos la agarraron, le dieron la vuelta y la tumbaron sobre la mesa, con las piernas fuera de esta.

Le quitaron los tacones altos y sacaron sus pantalones con violencia, Amaranta ni siquiera movió un dedo por evitarlo, y las cuatro manos masculinas acariciaron sus piernas, ahora después de tanto tiempo, estaba completamente desnuda.

La asieron y la dejaron de pie, Amaranta les miró, todavía cansada por su orgasmo, su rajita palpitaba, la cabrona desobediente parecía pensar por sí misma y quería ser penetrada de nuevo, algo que ella odió en aquel momento.

-Túmbate en el suelo-, le dijo el que la había violado.

Ella obedeció, una vez había sentido un orgasmo, ya ni siquiera podía, a su juicio, llamarse a eso violación, ¿Qué diría ante un juez? que había sentido como se venía de gusto mientras la forzaban; pensaba en como la mirarían sus familiares y sobre todo su novio, el cual tenía que cogérsela sabiendo ella que se había venido como nunca lo había hecho con él, con dos degenerados.

El tipo que hasta ese momento había sido un espectador, supo que era su turno, y aunque no lo fuera, no podía aguantar más, se tumbó sobre ella y la miró a la cara, Amaranta desvió la mirada mientras sentía las manos del hombre tocar todo su cuerpo.

-Eres preciosa-, escuchó que le decía el tipo.

Comenzó a mamarle las tetas con mucha avaricia, Amaranta estaba quieta, obediente, sentía la lengua del tipo rodear sus pezones, lamerlos y besarlos, y descender después al resto de sus frondosos pechos, lo hacía con codicia pero a la vez con una dulzura extraña, como si deseara modelarlas con sus labios, jugando con los pezones que estaban apuntando hacia arriba, respondiendo al juego, sentía placer, una lengua húmeda estaba lamiendo sus tetas y eso le estaba encantando.

Amaranta se estiró en el suelo, sabiendo que tarde o temprano tendría otro orgasmo, y curiosamente lo aceptó como si nada, lo malo había sido sentir el primero, pues había sentido vergüenza, pero ahora, que ya había sido profanada por todos sus agujeros, le daba igual incluso sus propios sentimientos.

La penetración la sintió profunda, latiente, y lenta, gimió de dolor, la verga avanzó, se detuvo, las manos tocaron sus tetas desnudas y el miembro retomó su avance de nuevo, ahora hasta el final.

Amaranta movió la cabeza y miró al tipo, este la besó, se sentía como si ese descabellado ser fuera su novio, y ella fuera una muñeca inflable o una puta bien pagada, de las que besaban.

El beso no le fue desagradable, podía decir que ese tipo era un violador limpio, sintió la lengua en su boca y respondió a ese beso, después abrazó el cuello del hombre con sus brazos y abrió las piernas todo lo que pudo.

-Ya está-, pensó, -soy una puta-

Al mismo tiempo que la penetraba el tipo besaba su cuello, gemía de placer, mientras ella comenzaba a gemir de goce sintiendo su vagina profanada.

-¡Ahhha!-, gritó, -¡siiiii!-

El hombre empujó con fuerza de repente haciéndola gritar, le miró, y el tipo la miró a ella, fijamente, en aquel momento comenzó a empujar con fuerza arriba y abajo.

Amaranta gritaba y gritaba de placer, era tal violencia con la que la violaban que la movían por el suelo enmoquetado arriba y abajo, arriba y abajo, sacudiéndola.

-¡Ahhhaaa!, ¡siii!, ¡Ahaaa!, ¡Ahaaa!, ¡Ahaaa!, ¡Ahaaa!-

Durante varios minutos estuvo en el séptimo cielo, teniendo orgasmos pequeños pero intermitentes, que mojaban su rajita y formaban un charco en el suelo que a su vez mojaban su trasero, aplastado contra aquella moqueta que era testigo de aquella orgía.

La verga se hinchó de repente, convirtiéndose en más gorda de lo que ya era y Amaranta sintió como todo su cuerpo se convulsionaba de nuevo, un escalofrío la recorrió y las palabras se trastocaron en su garganta de tanto placer que estaba experimentando.

-¡ya llegoo…, ya me vengooo… ca… ca… carajo…!-

Abrió todavía más sus piernas y un chorro de semen caliente la invadió, llegando hasta lo más hondo de su ser.

-¡Ahaaa, ahaaa!-, gimió, -¡me vengooo, ahaaa, me vengooo!-

El tipo no dejaba de empujar, otro chorro la llenó, después uno más, algo más apagado, pero igual de caliente, cuando se detuvo, dejó su verga dentro de ella, la besó vorazmente mientras de su glande salían las últimas gotas de leche caliente.

Cuando el tipo abrió la puerta, la empujó fuera desnuda, cayó al suelo frente a donde estaban sus amigas atadas y amordazadas, ellas la miraron sabiendo lo que había ocurrido, Amaranta Ruiz las miró y vio que la mayoría de ellas habían estado llorando por sus mejillas mojadas, de repente sintió vergüenza porque sabía que la habían escuchado pedir más mientras la violaban, se acercó a la pared y se sentó, rodeo sus piernas con los brazos y rompió a llorar, arrepentida por haberse comportado como una puta con aquellos cerdos.

Paulina mercado era la segunda más grande de todas, contando con 41 años de edad, casada y con un hijo de dieciséis años, a pesar de esto, todavía tenía buen cuerpo, blanca, de estatura media, y un cuerpo algo delgado, pero con curvas, sus compañeros, y porque no, sus compañeras, a espaldas suyas, siempre habían comentado que era la que mayor pecho poseía de toda la producción, y eso era verdad, sus tetas eran bastante grandes, tanto que las miradas de sus colaboradores no podían evitar ir a parar a aquellos pechos grandes y firmes, ella lo intuía, pero le daba igual, es más, era una inyección de autoestima para una mujer de su edad, y fuera de su trabajo, cuando salía con su marido, también le gustaba marcar sus pechos, y en más de una ocasión había notado una mirada lasciva de algún hombre hacia su generoso y maduro escote.

Cuando la desataron y la llevaron a la habitación, no dijo nada ni se opuso a ello, durante los minutos que hubo estado atada, había pensado en aquella situación, escuchando como su amiga era profanada con violencia y ella acababa cediendo, y pensó que ella tenía un hijo y un esposo, una familia, ¿debía, en serio, intentar escapar de aquellos hombres que, armados, podían matarla en cuanto quisieran?

Pero la idea de que iba a ser violada le aterraba, había tenido algunos novios, sin contar con su marido el guapo, de más joven fue aún más bella, y sus tetas todavía más, y había tenido relaciones con muchos hombres por simple placer hasta encontrar al que ahora era su esposo.

¿Qué debía hacer?

Estaba claro que escapar iba a ser difícil, si se resistía posiblemente la matarían.

Por eso había pensado resistir ese envite como fuera, su cuerpo había tenido mucho sexo, muchísimo, pero aquello sin duda era algo diferente, no obstante creía que, si obedecía, podría soportarlo y superarlo como un mal recuerdo que acaba olvidado en el desván de la memoria.

¿Qué debía hacer?

La visión de la pistola hizo que tomara una decisión.

-mira que tetas tiene-, dijo uno de los tipos con ansia.

-no me hagan daño-, dijo Paulina Mercado, -haré lo que ustedes quieran, pero por favor, no me maten-

-Nadie va a hacerte daño si obedeces-, dijo el jefe de los dos tipos, -así que vete desnudando despacio-

Paulina suspiró hondo y miró su propio cuerpo, sintió un miedo atroz que le recorrió todo su organismo, llevaba puestos zapatos de tacón alto y un vestido marrón, que realzaba sus tetas, con este vestuario había hecho el programa aquella tarde, lo agarró de la orilla inferior con ambas manos y lo alzó despacio ante la mirada de aquellos tipos, se desnudó mirando al vacío, con ningún gesto en su rostro, cuando por fin se quedó en ropa interior, uno de los hombres se acercó a ella y acarició su cara, sino hubiera sido por aquella situación, hubiese parecido un gesto incluso tierno.

-¿Tienes esposo?-, le preguntó el tipo.

Paulina se cuestionó a que venía esa pregunta.

-Si-, contestó.

-¿Hijos?-, le volvió a cuestionar.

-uno, si-, le contestó.

-Deben de ser muy afortunados al tener una mujer como tú en sus vidas-, dijo el tipo.

Paulina no contestó.

El tipo acercó su boca a la de ella y la besó, Pau se dejó hacer, ladeando la cabeza mientras jugaba con la lengua del hombre, pensando que así lo complacería, curiosamente, no le resultó desagradable aquel beso.

Cuando el tipo separó sus labios de los de Paulina, su mano bajó por su cuello, sus tetas, dos de los dedos del tipo acariciaron la teta izquierda de ella, haciendo círculos despacio, Pau no pudo evitar sentir un escalofrío de inevitable excitación y el pezón salió a relucir a través de la tela rosada.

-Si yo tuviera una madre como tú-, comentó el tipo, -Estaría todo el día masturbándome-

Antes de que Paulina pudiera pensar en lo asqueroso del comentario, el tipo puso la otra mano sobre su hombro, indicándole con esto que se arrodillara.

-Agáchate-, le ordenó suavemente al oído.

Paulina se agachó y quedó de rodillas, vio las vergas, erectas, señalándola a la cara, palpitaban, y las veía húmedas y rosadas.

Sabía lo que era una mamada, pues ella y el guapo, su marido, eran fieles seguidores de aquella práctica, y, al menos en aquel momento, no se sintió asqueada.

Tomó la verga del tipo que la había besado con una mano y la sintió pegajosa, dura como una barra de hierro caliente, tuvo la impresión de que él se merecía ser el primero, por aquel agradable beso y las caricias, la masturbó despacio, descubriendo su glande rosado y jugoso, el hombre gimió y ella agarró la segunda verga con la otra mano para repetir el tocamiento.

Durante varios minutos estuvo masturbando aquellas vergas, hasta que sintió la mano de uno de los tipos en su nuca, y su cabeza se vio abocada a la mamada, apenas tuvo tiempo de abrir la boca cuando ya sentía el glande dentro.

No le supo bien, pero aguantó, lo mantuvo dentro de su boca unos segundos y después lo tanteó con la lengua, movió la cabeza, lo succionó, y entonces, comenzó a comer aquella verga.

El tipo gemía sin parar mientras movía su cabeza al ritmo de la mamada, Paulina también gimoteaba algo, inconscientemente, pensaba en su familia, y no dejaba de repetirse que hacía aquello para volver a verlos.

-Mmmmm-, gemía mientras chupaba, -mmmhhmmm-

Sacó la verga de su boca y la vio ensalivada, brillante, el otro tipo la apremio para que se la mamara a él también y Paulina, se la metió en la boca sin decir nada.

Esta era más gorda, pero también le resultaba más suave, llevó la mano hacia los huevos y los acarició, calientes, colgantes y peludos, estaban listos para deshacerse de todo el semen que les sobraban.

El hombre que ahora estaba libre se agachó tras ella, sus manos tocaron las tetas de Paulina, apretándolos por encima de la tela del brasier rosa talla ciento veinte, y se introdujeron por dentro de la tela, deseosas de explorarlas.

Sus manos estaban calientes, y eran suaves a pesar de la rudeza de aquel hombre, apretaron despacio sus tetas, notando su blandura, los dedos se introducían entre ellas, acariciando el canalillo, la piel sensible entre ambas, después se concentraron en los pezones, la yema del dedo índice rodeándolos fue suficiente para que Paulina Mercado se agitara y sintiera como inevitablemente se ponían erectos. Una de las manos agarró la prenda por en medio de las copas y tiró con fuerza, arrancándola.

-¡Ammmimm!-, gimió Paulina sin dejar de mamar la verga que tenía en la boca.

Las tetas saltaron bamboleándose, blancas, turgentes, lozanas, y definitivamente, muy atractivas, sin envidiar nada a las de una veinteañera, colgando solo lo necesario para que resultaran seductoras y con unos pezones algo grandes, de un rosa obscuro.

-¡Que tetas!-, escuchó que decía el tipo.

Las manos del tipo al que se la estaba mamando la detuvieron, la separaron de su verga y Paulina le miró, sin saber muy bien porque, le sonrió, con sus carnosos labios mojados de saliva por chupar el miembro.

-Levántate-, le dijo el primer hombre.

Ella obedeció, no sabía exactamente la razón pero aquel individuo le resultaba atractivo, sobre todo cuando la había besado y le había dicho, aunque con sus propias palabras, que era hermosa.

La atrajo hacia él y en cuestión de segundos quedó tumbada encima de aquel tipo, cara a cara, las manos del hombre acariciaron su espalda mientras la miraba a los ojos, Paulina Mercado estaba avergonzada y aterrada, sintió como le apretaba los glúteos, los cuales eran gordos pero atractivos.

-Muévete sobre mí-, le dijo el hombre.

Pau se movió despacio, notaba la verga erecta, latiendo como un corazón acelerado, él agarró sus bragas por un lado y tiró, las rompió de un solo jalón.

-¡Auhggaa!-, gimió Paulina sorprendida por aquella pasión.

Ahora el tipo sobó su culo con total libertad.

El otro individuo estaba ansioso por cogérsela también, se masturbaba y resoplaba como una bestia en celo.

-No la acapares tu solo-, dijo, -deja que me la coja también, no seas cabrón-

El tipo la levantó de encima de él.

-No-, se quejó Paulina, -cógeme tú solo-

-Mámamela-, dijo el tipo como respuesta, -quiero venirme en tu boca-

Ella obedeció, sabiendo que en el fondo aquel hombre no era más que un violador sin alma, a los pocos segundos, Paulina volvió a saborear aquel miembro jugoso.

Sintió las manos del otro tipo apretando ahora su trasero, sus glúteos rollizos, y temió el acto del sexo anal, un tema que siempre había sido un tema tabú para ella, recordó que había sentido aquel miembro en su boca, no era muy grueso, y, dedujo que al estar mojado por su saliva, pues lo había mamado antes, entraría mejor.

Las manos del tipo separaron sus glúteos, y Paulina Mercado se encomendó al cielo.

Por suerte, la verga entró en ella, pero por su vagina.

-¡Ahaaaa!-, gritó abriendo la boca pero sin dejar que saliera la verga.

Le dolió, pero estaba segura de que en su ano le hubiera dolido más.

El hombre comenzó a penetrarla con fuerza, abriendo cada pared de su vagina, empujándola hacia adelante, hacia la verga que mamaba y entraba hasta el fondo de su boca.

Pensó en su familia, en el guapo, y que pensaría si la viera allí, cogida por dos sádicos y sin resistirse, entregada a ellos, colaborando con sus penetraciones, y como más de una vez él le había insinuado acudir a uno de esos lugares que ella tenía como peligrosos donde las parejas se intercambiaban, en aquel momento supo que no habría sido tan malo concederle ese deseo.

-¡Aaaggghhh!, Aaaggghhh!, Aaaaggghhh!-

¿Y si fuera verdad y ambos barones de su familia se masturbaban pensando en ella?, ¿Qué haría su hijo si la viera allí, entregada, violada, ensartada y deseando todavía más?, ¿se masturbaría sin remedio, observando con los ojos muy abiertos aquel gang bang de la que era presa su propia madre?

También pensó que aquellas vergas, vergas ajenas que ahora estaban dentro de ella, que avanzaban hasta donde les permitían su anatomía, las sentía calientes, palpitantes, duras y a la vez cavernosas.

-¡Aaaghhh!, ¡agguggg!, ¡gmgmgmghhh!-

Un salivajo salió de su boca, y la verga se hinchó todavía más, de ella salió el líquido pre seminal, elástico, transparente y dulzón, temió una buena venida, por parte de los tipos y de ella, pues la verga que estaba violando su vagina lo hacía rápido y sin titubear, despojándola de todo el control de su cuerpo.

De repente se imaginó a su hijo y al guapo en aquella habitación, ambos se masturbaban viéndola, también estaba su padre y algunos de sus amigos varones, todos observaban como se la cogían, y esa fantasía la volvió loca.

-Mmmmm-, comenzó a gemir, -maaahmmm-

Gemía como nunca antes lo había hecho, sabiendo que iba a tener un orgasmo en cualquier momento, sus tetas se balanceaban en el vacío y su rajita parecía temblar con cada envite.

El tipo que tenía la verga en su boca se apartó y Paulina se sintió libre para gritar de placer.

-¡ohooo!, ¡mmmmaaaasssss!-

Se convulsionó de placer y su vagina estalló de gozo, sintió como se venía, como su líquido orgiástico salía disparado con una decidida penetración y mojaba sus muslos desnudos.

-¡Ahhaaahaahhahaha!-, gritó sin miedo a que la oyeran.

El tipo dejó de penetrarla y Paulina se sentó en el suelo, los miró desde abajo, sudorosa, violada.

-Acuéstate-, le ordenó uno de ellos.

Se acostó en el suelo boca arriba y el tipo que se la cogía por la boca se tumbó sobre ella, no hizo falta que le dijera que abriera las piernas, las manos fueron a sus grandes tetas y llevó su boca hacia ellas, cuando comenzó a lamerlas Paulina Mercado cerró los ojos, sintió los labios del tipo mordiendo sus tetas, la lengua lamiendo sus pezones y se sumió en el gozo que siempre había sentido cuando le hacían aquello.

Tras un rato, el tipo la miró, Paulina le miró y el empezó a cogérsela despacio, ella llevó sus manos a su espalda y le abrazó del todo, ya no le importaba si daba muchas muestras de colaboración.

Sentía la verga abriéndola, lubricada con su saliva y pronto su rajita se ofreció de nuevo, no le desagradaba aceptar que aquello le gustaba, aquel miembro cogiéndosela descaradamente, ya ni se reconocía, y ni le importaba.

-¡Ahaaa!-, comenzó a gemir, -¡ahaaa!, ¡ohoooo!-

El tipo besaba su cuello sin dejar de meter y sacar su miembro de dentro de ella, sudoroso incluso al sentir como el cuerpo de Paulina aceptaba todo aquello.

-¡Siiii!-, gimió, -vamos por ese orgasmo, vamos, siente mi verga rompiendo tu rajita-

Paulina Mercado se retorcía en el suelo de gozo, estirando sus piernas desnudas y deseando sentir más y más placer.

-Ahaaa-, gimió con algo de timidez.

Se estremeció y el tipo aumentó la velocidad, Paulina se aferró a él y cerró los ojos con fuerza mientras su cuerpo sentía lo que siempre experimentaba cuando el guapo la penetraba en la intimidad de su cama, sus piernas se movieron como electrizadas y gimió gustosa, se vino, el orgasmo la invadió de pies a cabeza.

-¡Ohooo, diosssss!-, gimió llena de placer, -¡Ohooo, siii!-

Sus líquidos salieron de su vagina y mojaron el suelo, el hombre se mantuvo sobre ella, mirándola y tocando sus tetas antes de apartase; su verga no había eyaculado aunque estaba segura de que estaba a punto.

La agarraron y la sentaron en el viejo sillón, destinado a solo estar abandonado en aquella habitación, el hombre se acercó a ella y Paulina mercado vio como colocaba su verga entre sus grandes tetas, ella comprendió al instante lo que quería y se recostó, estaba claro que, teniendo aquel pecho, quisieran sentir su verga entre ese par, pues incluso con el guapo lo hacía a veces.

Apretó sus propias tetas contra la verga y vio surgir de entre ellas, el glande, como la cabeza de una tortuga, aquello le gustó, era caliente y lo sentía cómodo, excitable, entre sus tetas.

Miró al tipo y le vio emitir un largo gemido, ella le sonrió como la puta en la que se había convertido.

El otro tipo la tomó por sorpresa, pues estaba detrás del primero y no podía verlo, agarró sus piernas, puso una a cada lado de sus caderas y la penetró con fuerza, todo rápidamente, Paulina solo pudo gritar cuando se sintió invadida.

Aquello era para ella inconcebible, el ser penetrada mientras hacía una cubana, se quedó como muerta, dejando que ellos la manejaran, las manos apretaban sus tetas hacia la verga, sentía sus tetas masajeadas mientras una verga la penetraba con fuerza, violando su vagina, el sillón se movía chocando contra la pared mientras ella tenía otro orgasmo, pequeño pero que anunciaba otro mayor, los dedos del hombre que tenía la verga entre sus tetas, acariciaron sus pezones, haciéndola gemir, ella reaccionó y puso sus manos sobre las del tipo y le ayudó a aplastar su miembro entre aquellos descomunales pechos, se miraron a la cara, Paulina Mercado sintió pequeños orgasmos involuntarios, sudaba de placer y pedía más.

-¡Si…! ¡Aha…! ¡Si…! ¡Háganmelo más!, ¡cojan… cójanme!-

De repente le sobrevino el padre de todos los orgasmos que había tenido, todo su cuerpo comenzó a convulsionarse y a descontrolarse, jamás, ni siquiera con su esposo, había sentido aquello.

-¡Máááásssss!-, gimió casi al borde del desmayo, -¡quiero más!, ¡cójanme!, ¡más, más, más!, ¡si, si, siiii!-

Sus piernas se movieron como locas mientras su rajita casi le dolía de placer, abrió la boca para gritar pero el grito se quedó en su garganta, atorado de tanto placer, miró al tipo que estaba sobre ella y de repente sintió un chorro de semen en su cara, aquella visión hizo que el hombre gritara de placer y eyaculara nuevos lechazos hacia ella, manchando su cuello y de nuevo su cara, su boca, sus labios...

Paulina Mercado sintió como el otro tipo la llenaba de semen por dentro, un gran chorro que invadió su vagina, los hombres de su vida continuaban allí, masturbándose mientras la violaban, su hijo terminó de gusto al ver como su madre culminaba en aquel sucio placer.

Cuando la soltaron, se dejó caer en el suelo mientras el semen salía de su rajita abierta, suspiró profundamente y se miró las tetas, entre ellas había semen, semen caliente todavía, por su escote también lo había y en su cuello.

No quería que sus compañeras vieran su cuerpo manchado de esperma, agarró sus pantaletas rotas y se limpió despacio, en su boca también tenía semen y decidió probarlo, era más dulce que el de su esposo, más penetrante, le gustó.

Cuando salió, todavía tenía gran cantidad de semen en su boca, caminó firme y se sentó en el suelo cerca de Amaranta Ruiz, sus compañeras la miraron sin decir nada, y ella las vio sin dirigirles la palabra.

Shanik Aspe es, todos lo dicen, la mujer más sexi de las cuatro que conducían el programa, sus tetas de talla noventa eran un sueño para todo los hombres que trabajaban con ella, que cuchicheaban entre ellos cuando no estaba, diciendo cosas como -¿has visto que buena se ve hoy Shanik?-, -me gustaría cogérmela por todos lados-, comentarios así circulaban por todos los pasillos después de que el exuberante cuerpo de la rubia pasaba.

Siempre había sido muy abierta sexualmente, aunque ahora no tenía novio, no le faltaban pretendientes y, cada que lo quería, estaba allí una cola de hombres dispuestos a cogérsela.

Cuando escuchó como violaban a Amaranta Ruiz, rompió a llorar, y estuvo llorando, diciéndose a sí misma que antes tendrían que matarla si es que querían violarla, durante largo rato, cuando vio salir a su amiga, desnuda y violada, de la habitación, sintió rabia y desprecio, cuando escuchó a Paulina Mercado, solo quedaban ella y Jimena Pérez por ser penetradas, y ambas ya sabían que era inevitable, la escucharon gemir y pedir más, tener varios orgasmos, y, no sabía si la choco también, pero ella no había podido evitar excitarse algo, no mucho, lo normal que puede excitarse cualquier ser humano ante la situación de imaginar a una mujer atractiva siendo penetrada por varios hombres.

Al parecer no había sido la única en excitarse, pues al mirar de reojo a Amaranta, la cual se había ido a sentar al suelo frente a ellas dos, observó como discretamente a pesar de haber estado llorando, se tocaba ligeramente sus tetas y su rajita, y alcanzó a escuchar cortos y casi inaudibles gemidos, al ver salir a la chula, desnuda y con semen escurriendo por sus piernas, no se veía precisamente lo que se dice alterada, al contrario, se miraba extrañamente cansada pero feliz, Paulina la volteó a ver sin decirle nada, y se fue a sentar junto a Amaranta.

Cuando la desataron sintió ganas de llorar, pero ya no le quedaba más llanto en el cuerpo, además sabía que no podía hacer nada, que iba a obedecer, que iba a hacer violada.

Cuando Shanik entró en la habitación, lo primero que vio fue la ropa de sus amigas esparcida por el suelo, prueba fehaciente de las violaciones, las pantaletas rotas le hicieron sentir miedo.

-Ponte de rodillas y mámanos las vergas-, dijo uno de los tipos.

Shanik Aspe llevaba puestos unos leggins, el cual, sabía resultaba muy sexi porque perfilaba sus atractivas piernas, unos zapatos de tacón alto, los cuales estilizaban aún más sus bellísimos muslos, y una camiseta de tirantes azul que marcaba todas sus perfectas y redondas tetas, se arrodilló y, sin decir ni pío, comenzó a tocar suavemente los miembros, estaban húmedos y suaves, calientes, siempre le había gustado la visión de una buena verga, pero en ese momento estaba tan aterrada como para disfrutar de lo que veía.

Agarró una de las vergas, la del jefe, y la acercó despacio a su boca, sacó la lengua y tocó la punta del glande, estaba blando y duro a la vez.

-Mmmm-, gimió el tipo mirándola, -muy bien-

Shanik cerró los labios sobre aquel glande y alzó los ojos para ver el rostro del tipo, succionó un rato, mordiéndolo despacio con sus labios, después cesó en la mamada y se apartó su largo y rubio cabello hacia un lado, quería no tener estorbos para comer aquel tuvo caliente de carne.

Sacó la lengua y, desde la base del pene, lamió despacio el tallo de aquella verga hasta la punta, lo cual hizo que el tipo sintiera un escalofrío de placer, con la lengua fuera, Shanik rodeó varias veces el glande y sintió la mano del hombre en su nuca, apremiándola para que por fin se la comiera, y así lo hizo.

-Mmmmhhh-, escapó de su boca cuando tragó la verga.

Comenzó a mamar la verga, dentro y fuera de su boca, y lo hacía con una gula impropia de ella, mojándolo tanto con su saliva que esta goteaba entre el miembro y sus labios hacia su barbilla y su cuello, ladeando la cabeza, jugando con aquel glande latente y deseoso de su rubia rajita.

Se la sacó y comenzó a mamar la otra verga con velocidad, sin dejar de gemir, sin dejar de sentirse una zorra que era cogida en un obscuro callejón, lo curioso era que le encantaba sentirse así.

No era la primera vez, y sabía que no sería la última, si salía con vida de allí, que mamaba una verga, era algo que hacía con naturalidad, y muy bien, y que le encantaba, tal y como estaba demostrando en esos momentos.

Cerraba los labios en torno del tronco de aquella verga, duro y firme, sentía su sabor a sexo y sus palpitaciones, envolvía con la lengua el glande, arrancando al tipo gemidos de placer, tocaba el agujero de este, movía la cabeza atornillando la chupada.

-Mmmm-, gemía mientras mamaba, tocando los huevos calientes.

Un tipo se apartó y quedó sola con el otro, continuó mamando aquella verga, escuchando los gemidos y piropos del cabrón que iba a terminar en su sexi boca.

-¡Ahaaa!, nunca me la habían mamado así, eres una diosa...-

Pronto Shanik sintió como la verga temblaba, la notó ardiente y como la punta se mojaba, era la venida, que iba a llenarle la boca, lanzó un largo gemido deseando aquel sabor que era el del semen.

El semen salió de golpe, sorprendiéndola, intentó tragar y solo pudo adueñarse de un poco.

-Uglglglglugug-, emitió su boca cuando el semen escapó de ella.

Grandes cantidades de esperma cayeron por su barbilla y su cuello, cuando sacó la verga de su boca, dejó escapar un suspiro como si tomara aire, tenía toda la boca llena de semen, toda la lengua cubierta y las encías manchadas, jamás había tenido tanta leche en su boca.

Shanik miró al tipo sentada en el suelo, no dijo nada, pero su mirada desvelaba que tenía que terminar aquello, que si no violaban su vagina indefensa tendría que masturbarse ella hasta venirse varias veces.

-Desnúdate-, le ordenaron.

Se puso de pie y se desnudó sin titubear, sin mirarles, su falda vaquera cayó al suelo desvelando un tanga rojo, se preguntó, ¿Por qué precisamente ese día se lo había puesto?, se quitó la camiseta y mostró un brasier blanco de media copa, que dejaba entre ver parte de sus pezones, los dos tipos al verla así, no aguantaron más y se abalanzaron contra ella.

Uno de ellos la agarró por detrás y tomó su brasier por en medio, ella gritó mientras se lo arrancaban de un tirón, la tanga tardó menos en ceder, pues solo era un fino hilo de tela, su rajita se reveló, rubia y con el bello bien recortado, pero atractiva, y es que aquella vagina había sido el disfrute de muchos afortunados y el sueño de otros no tanto.

El tipo que no había terminado en su boca la agarró y la atrajo hacia él, ella se dejó dominar y él la tomó en brazos, Shanik sintió la verga pegada a su rajita, latiendo, deseosa de entrar en ella, la llevó a la mesa y la sentó sobre ella, con las piernas de fuera.

Shanik se apoyó con las manos en la mesa, ya que el hombre agarró sus piernas para violarla, ella, se dejaba maltratar, le miró a la cara, veía como el tipo alzaba sus piernas por debajo de sus muslos y se acercaba inexorablemente.

-Me va a violar-, pensó, -me va a violar, ¡ni madres!, ¡va a cogerme!-

Cuando lo hizo, cuando la violó, la miró a la cara, la verga entró de golpe y Shanik Aspe gritó al sentirlo dentro.

El tipo comenzó a penetrarla con rapidez, moviéndola sobre la mesa, haciendo que esta se arrastrara incluso por el suelo, el otro tipo observaba cayado, tenía la verga erecta pero aguantaba, sabía que tendría la oportunidad de venirse dentro de aquella belleza igual que había terminado en su atractiva boca.

Shanik gritaba con la cabeza agachada, sus tetas se movían con cada embestida y se sentía dolorida, pero, reconocía, también excitada, aquella escena, en la cual dos desconocidos la dominaban y la violaban como querían, era para ella algo atrayente.

El hombre rodeó sus tetas con las manos, unas tetas turgentes y firmes, con pezones rosados, no muy extendidos por los senos, pero erectos y juguetones, sus tetas eran blandas y manejables, y entonces, Shanik Aspe se abandonó a aquel placer, y es que si algo le excitaba era eso, sentirse dominada y que le masajearan las tetas.

-¡Ahaaaa!-, gemía, -¡Ahaaa!, ¡mi rajitaaaaa!-

El hombre empujaba con fuerza y Shanik sentía la verga llegar hasta casi su útero, en su interior, su vientre violado, sus labios vaginales siendo frotados por aquel miembro descomunal, sentía escalofríos de placer y deseaba que continuara por horas.

El hombre la agarró y la atrajo hacia él, Shanik tuvo que asirse al cuello de él para no caer, el tipo se tumbó en el suelo y ella quedó sobre él, lo miró, se sentía insultada por tener que hacer aquello, por tener que estar desnuda sobre un tipo como aquel, siendo violada, pero no iba a parar, no iba a detenerse hasta quedar satisfecha sexualmente.

Las manos del tipo apretaron con fuerza sus tetas y ella desvió la mirada excitada, movió sus caderas y Shanik se sintió alzada, casi empalada, la verga estaba en lo más hondo de su ser y parecía querer llegar a sus tripas, se movió obligada y se dejó caer, gimió.

-¡Ahaaa!-

Comenzó a moverse, sintiéndose penetrada, ladeando la cabeza de placer y gimiendo.

Cabalgaba sobre él violándose a sí misma sin ninguna piedad, sus tetas se movían al ritmo de la cogida, sentía como aquella verga llegaba muy adentro y le gustaba, las manos del hombre acariciaban sus caderas, su vientre, sus muslos, mientras gemía con ella, sentía como su vagina tenía pequeños orgasmos seguidos, como le entregaba calambres de placer indescriptibles que recorrían todo su desnudo y femenino cuerpo.

No tardó en tener un orgasmo, moviéndose con más rapidez sobre ese miembro.

-¡No!-, exclamó sabiendo lo que venía, -¡nooo!, ¡no!, ¡ahaaa, ahaaa!-

Y por fin se vino, de tal manera que dejó caer su torso sobre el del hombre.

-¡Siiiii!, ¡ahhhhh!, ¡Dámelo todo!-

Después, continuaba sintiendo la verga dura, estaba exhausta, casi desmayada, todavía movía un poco sus caderas para apurar los últimos rescoldos del orgasmo que había sentido, con la cabeza sobre el pecho del tipo y sonriéndose a sí misma, casi desvanecida de placer, el hombre bajo ella comenzó a moverse, no se había venido, el otro tipo se colocó tras ella, dispuesto a aprovechar la otra entrada a su cuerpo.

-¡Nooo!-, gritó Shanik, -¡eso no!-

El tipo hizo caso omiso a su suplica y abrió sus nalgas con ambas manos, la verga entró despacio, obligada, mientras Shanik daba un grito de desgarrador dolor, aunque no era la primera vez que practicaba sexo anal, siempre lo habían hecho de una manera más delicada que aquella, pudiera decirse que con amor, aunque en esa situación ella misma hubiera mandado el amor al carajo, solo deseaba sexo sucio y violento.

El tipo que se la cogía vaginalmente la besó en los labios y ella, llorando y dominada por el dolor anal, correspondió ese beso, después, ambos empezaron a cogérsela con un ritmo demencial, siendo sacudida ella como una puta que no paraba de gemir en medio de ese sándwich sexual, sacudiendo la cabeza, manejada como ellos querían, sintiéndose llena toda por dentro, el dolor anal, a la fuerza, tenía que desaparecer, sabía que las paredes de su ano se amoldarían a aquel pedazo de carne caliente.

Se sentía desgarrada por dentro, y como ambas vergas parecían querer encontrarse dentro de su cuerpo, sentía como si fueran a partirla en dos, o que se correrían dentro de ella y la inflarían como un globo que es llenado de agua.

-¡Ohooo, que ano tan estrecho!-, gimió el tipo que le abría el culo.

Shanik Aspe sintió como ambas vergas se inflaban dentro de ella y supo que iba a ser rellenada como un pavo, por la propia inercia del placer, comenzó a excitarse y a gemir, moviéndose como una perra en celo, semen caliente iba a llenarla, semen caliente y viscoso que la conduciría al placer más deseado.

Sintió un nuevo orgasmo y como las vergas terminaban dentro de ella, llenándola de semen caliente y orgiástico.

El semen la invadió por todos lados, un gran chorro por la vagina, el cual sintió en su interior con un cosquilleo lleno de goce que la hizo retorcerse de gusto, después sus tripas se volvieron calientes, su ano había sido rellenado de golpe, un nuevo chorro en su útero indefenso y el culo, de nuevo, invadido, esta vez salió a presión al exterior, al no poder retenerse dentro.

La dejaron en el suelo sentada, y sintiendo como de sus orificios salían gruesos hilos de semen que manchaban el suelo, respirando exhausta y sin creerse que hubiera podido sentir tanto placer siendo violada por dos degenerados.

-Esta ha sido la mejor-, dijo uno de los tipos.

-Sí, sin duda, pero todavía falta una-, dijo el otro tipo.

-ya veremos cómo es la otra-

Shanik los miró desde el suelo, desnudos, cuando la levantaron creía que iban a dejarla ir, pero estaba equivocada, querían atiborrarse con ella, se había ganado ese honor al ser, hasta ese momento, la más puta de sus compañeras.

-Déjenme ir-, pidió.

-No tengas tanta prisa-, dijo uno de los tipos, -todavía tienes mucho que dar-

-¿Qué van a hacerme?-, preguntó ella, más con curiosidad que con miedo.

Los dos tipos no respondieron, sacaron un paquete de cigarrillos de su ropa y se fumaron uno en silencio, Shanik se sentó callada en el suelo, ya no tenía miedo ni nada, solo le dolía el ano violado y la garganta de gemir y gritar mientras se la cogían.

-¿Fumas?-, le preguntó uno de los hombres.

Shanik que era fumadora pasiva, solo se fumaba uno al día para calmar sus nervios, esta vez lo ameritaba, aunque ya se había echado el del diario, aceptó, fumó en silencio, pensando en lo sorprendida que estaba de sus propios sentimientos.

-¿Tienes novio?-, le preguntaron.

-Algo así-, dijo ella, -se podría decir que si-

-Pues entonces te ha venido de perlas la cogida-, dijo uno de los tipos.

-¿Qué van a hacernos después?-, preguntó ella.

-no te preocupes-, le dijo el hombre, -no vamos a matarlas, después las dejaremos libres, pero no les digas nada a tus amigas-

-¿En dónde estamos?-, preguntó.

-Un motel en la carretera, a dos horas del D.F-

Shanik no preguntó más, bajó la cabeza y fumó en silencio.

Después de un rato, apagaron los cigarros, la agarraron y la pusieron a cuatro patas, apoyándola en el sillón.

-El último asalto con esta zorra-, dijo el tipo que parecía más loco de los dos.

Shanik sintió como le abría los glúteos con ambas manos.

-¡Nooooo!-, gimió mientras sentía la verga entrar nuevamente en su ano.

Se la cogieron de prisa, embistiéndola hacia delante, Shanik Aspe gemía con cada empellón que recibía, pero ofreciendo su culo a esos hombres, le gustaba, le gustaba que se la cogieran por el culo, y gemía de placer.

El tipo tocaba sus tetas desnudas y blandas, Shanik incluso babeaba por tal cogida, y recibió el semen del hombre junto con un salvaje orgasmo.

-¡Me… vengooo!-, atinó a decir, -¡me vengooo de nuevooo!-

El tipo relleno su ano, y dejó paso a su compañero, el cual agarró con fuerza sus caderas y la volteó de golpe, la puso con la espalda sobre el asiento del sillón, de una forma algo incómoda, le abrió los muslos, a Shanik la rajita no dejaba de palpitarle como loca, el tipo se arrodilló delante y ella separó aún más sus piernas, una a cada lado del cuerpo de aquel semental que ahora le parecía incluso atractivo, y la penetró de una sola estocada.

El hombre acarició sus tetas, blandas y blancas, y comenzó a cogérsela de tal forma que el sillón se movía por el suelo.

Sus gestos eran de autentico placer, la verga avanzaba dentro de su vagina abriendo sus paredes de carne y obligándola, fue rápido, el hombre estaba deseando llenarla de leche calenturienta y ella la quería, la deseaba, quería sentir el semen caliente llenándola por dentro y cuando ocurrió sintió un gran chorro que le llenaba el útero, y después otro, rebelde, que se quedaba en el recorrido de su vagina.

-¡Ahaaa!-, gritó de una manera descarada, -¡siiiii!, ¡siiiii!-

Quedó en el sillón, desmadejada por el intenso orgasmo, su cuerpo estaba sudoroso, y respiraba entrecortadamente, dos minutos después, cuando ya empezaba a recuperarse, uno de los tipos la levantó, Shanik Aspe no supo cual de los dos, y la llevaron a la otra habitación.

Cuando abrieron la puerta, vio que la chula, Paulina Mercado, tenía estrechamente abrazada a Amaranta Ruiz, en un gesto protector, y miraba al tipo con desconfianza, y a la vez con algo más que Shanik no supo descifrar, la única que faltaba por ser violada era Jimena Pérez la choco, y sabiendo que ella seguía, estaba muy tranquila incluso se diría que se veía resignada.

Shanik fue y se sentó en el suelo al otro lado de Amaranta, viendo como Jimena era desatada y llevada a la otra habitación, aún en ese momento, La choco no habló, solo se limitó a mirar a sus compañeras con tristeza, pero la única que vio ese gesto, fue Shanik, sabía lo que se le venía, en parte la compadecía, y en silencio, le deseaba que lo gozara.

Jimena Pérez no había dicho una sola palabra desde que se había hecho a la idea de que inexorablemente la violarían, cuando la desataron y la metieron en la habitación, le ordenaron desnudarse y ella obedeció.

Viendo hacia la nada, y muy lentamente, se fue desabrochando los botones de la blusa azul que traía, de tela delgada y con un escote discreto pero sexi, la dejó caer al suelo, y siguió con la falda floreada, que le llegaba un palmo arriba de las rodillas, la deslizó por sus piernas, revelando un conjunto de brasier de media copa y una breve tanguita de encaje negro, de los cuales también se despojó con parsimonia.

La choco tenía un pequeño secreto, ella ya había sido violada antes.

Había sido hacia dos años más o menos, cuando en medio de la noche un tipo la había empujado a una puerta y la había conducido, a punta de pistola, a su casa, allí, en la sala, en uno de los sillones, la había lanzado y le había arrebatado la falda que ese día llevaba.

En el suelo, peleando con aquel sádico, sintió como el pene la traspasaba de golpe por un lado de su tanga, sin avisar, haciéndola gritar.

Todavía recordaba el miedo, el asco y como el pene había profanado su rajita de pelo castaño, recordaba, como si lo sintiera en esos momentos, como aquel tipo la había conducido a un fatal orgasmo y el semen caliente llenándola, y como después se había quedado quieta, llorando, mientras ese hombre la miraba riéndose, después la había agarrado y la había desnudado y atado a su cama para violarla otras dos veces más, en las que la choco había mojado aquellas sábanas de su propio líquido mientras tenía innumerables orgasmos.

Nadie sabía de esta experiencia, ni su familia, ni su marido, ni su cuñada Atala Sarmiento que se presumía eran buenas amigas, nadie, era un secreto que se llevaría a la tumba, y más sabiendo que había gozado tanto con aquel tipo, incluso más que cogiendo con Rafa su marido.

Cuando por fin estuvo desnuda, la miraron de arriba abajo, sus tetas eran grandes y sus piernas algo rollizas, atractivas, rajita de pubis totalmente depilado y boca carnosa, tenía un buen trasero, firme y perfilado, y un vientre plano atractivo, era una mujer muy bella.

Uno de los tipos la atrajo hacia él y comenzó a besarle el cuello, ella no supo cómo reaccionar así que no lo hizo, sintió la mano del hombre apretar sus carnosas nalgas, la llevo hasta la mesa y la puso frente a ella, Jimena se tumbó bocabajo y abrió las piernas, simplemente esperaba que la violaran y que todo aquello terminara.

Las manos del tipo tocaron su espalda desnuda y bajaron hasta su rajita, decididamente, dos dedos se introdujeron en su interior.

-Ahuuu-, gimió la choco.

Los dedos comenzaron a meterse dentro y salir después de su interior, haciendo que la pobre mujer se moviera incomoda, gimiendo de dolor, no obstante las paredes de su vagina se amoldaban a aquellos dedos a la perfección y se humedecieron poco a poco.

El tipo sacó los dedos después de al menos estar cinco minutos metiéndolos en la vagina de la choco, la tomó por los pies y tiró hacia fuera, Jimena se asustó, pues temía que su cuerpo saliera de la mesa y diera contra el suelo, en aquel momento sintió como el tipo metía su cabeza entre sus piernas y la alzaba.

Estaba desconcertada y aterrada a la vez, aquella posición era igual a la del 69, solo que de pie, tenía a pocos centímetros de su cara la verga erecta del tipo, limpia por las mamadas de sus amigas y de nuevo dura y viva.

-Espera-, quiso decir.

En aquel momento el tipo comenzó a mamarle la rajita con una avaricia tremenda y la choco solo pudo lanzar un gemido de sorpresa, la boca del hombre se cerraba en torno a su vulva, besaba su clítoris para lamerlo después, la lengua se introducía dentro de ella.

-Cómemela, carajo, hazlo-, dijo el tipo.

Abrazándola con la mano derecha y pegando su torso invertido al suyo, agarró su pelo con la mano izquierda e hiso que Jimena tragara de golpe su tremendo miembro.

-¡Esperagghghgmmmm!-

Comenzó a succionar, sentía placer, pues si algo le gustaba era que le mamaran su rajita, y aquel sádico se la estaba mamando muy bien, a la vez no podía negar que le gustaba el sabor de aquel miembro en su boca, mientras el empujaba su cabeza para que el glande llegara hasta donde pudiera.

Sentía las babas del individuo bañar su rajita y bajar por su pubis depilado, caliente, en pocos minutos tuvo que reconocerse a ella misma que estaba casi llena de placer, y que simplemente deseaba que la penetraran de una vez para coger más y más, se convulsionó, la lengua del tipo estaba dentro de ella, se movía de forma circular dentro de su vagina, abriéndola, masajeándola, y le sobrevino por sorpresa un pequeño orgasmo, algo de líquido salió de su rajita, pero se desparramó por su pubis, bajando por su plano vientre.

-Mmmmmm-, gimió el tipo, -te voy a llenar la boca de leche caliente-

La verga entraba a golpes en su boca, haciéndola soltar escupitajos que se quedaban prendidos alrededor de sus labios, casi se atragantaba con ella, pero no le importaba, solo quería y deseaba coger y coger, Jimena no se reconocía, sabía que estaba gozando como aquella vez que aquel tipo la había violado, su cuerpo cada vez respondía más y más al placer recibido, sabía que ya no era dueña de sí misma, y se dejó llevar por la lujuria.

El hombre empujo su verga y su cabeza a la vez y Jimena Pérez notó como el glande llegaba casi hasta su esófago, intentó moverse para sacarla, pero era inútil, sintió como el pene se hinchaba y en aquel momento su rajita casi le dolía de placer, iba a venirse como una puta que se entrega al primer desconocido que encuentra por la calle, el miembro expulsó un potente chorro de semen que recorrió todo su esófago a la vez que Jimena -sentía un orgasmo atroz.

Un nuevo chorro de leche caliente salió e inundó su boca, dulzón, violento y excitante, aquel miembro no dejaba de expulsar leche, el semen se desbordaba por la comisura de sus labios, lo sintió en sus mejillas, en su nariz, y tuvo que cerrar los ojos para que no le entrara.

El tipo por fin la dejo en el suelo, tenía todo el vientre manchado de sus propios líquidos y la cara toda blanca de semen.

-Toma, límpiate-, le dijo.

Le dio unas bragas que había por el suelo con toda la ropa de sus amigas y la suya propia, Jimena la miró, era blanca con corazones rojos, no sabía de quien era pero obedeció y se limpió bien toda la cara.

El tipo que había observado toda la escena la sujetó por los brazos y la puso a cuatro patas en el suelo, Jimena supo inmediatamente lo que le tocaba, esperaba daño y dolor, el sexo anal era casi desconocido para ella, había pocos hombres a los cuales les había dejado profanar su ano, siempre con sendas condiciones y con un buen baño preliminar de vaselina en el miembro que se la cogería, ni siquiera a su marido en los años que llevaban de casados le había dejado cogérsela por ahí, solamente una vez, y se acabó, pero aquello era inevitable, sabía que le dolería mucho, pero para su sorpresa la verga entró despacio y limpiamente en su ano y no le dolió más que cuando el glande la abrió de golpe.

El hombre empujo despacio y la empalo de lleno, la choco miró al suelo esperando que simplemente acabase, aunque gemía con cada sacudida de aquel degenerado.

Sentía el miembro abriéndole el ano y recordó el día en que la violaron por primera vez y como aquello le había gustado, sabía que esta vez sería igual, que aquel momento marcaría sus noches en vela, cuando solitaria en su casa se masturbara pensando en aquello.

Las manos del hombre fueron hasta sus tetas y las estrujaron, haciendo que la choco gimiera más todavía, entregándose de nuevo al placer, la verga parecía llegar hasta sus tripas, y la sentía caliente y palpitante, con la punta mojada.

-¡Oh!-, gimió, -¡termina adentro!, ¡vente dentro de miiii!-

El tipo comenzó a empujar con más fuerza y Jimena sintió como el ano se le llenaba de la venida de aquel macho, una sensación extraña la sobrevino, caliente, que llenaba sus tripas violadas, le encantó sentir como la rellenaban, como sus entrañas eran repletas de semen caliente, cuando el hombre sacó la verga de su ano un chorro de leche caliente salió de este, haciéndola gemir.

Se dejó caer en el suelo, sobre la ropa de todas ellas, y miró a los tipos, estaba exhausta, despeinada y todavía excitada, pues con aquella cogida anal no había podido terminar, su rajita le palpitaba y el tipo que había terminado en su boca ya tenía su miembro listo de nuevo, se acercó a ella y Jimena abrió las piernas deseosa de aquel macho.

-quieres que te coja, ¡verdad?-, dijo el tipo, -pues voy a metértela hasta que te vengas conmigo-

Se tumbó sobre ella y apretó sus tetas con las manos, la choco gimió y sintió como el tipo después comenzaba a besarlos y a lamerlos, a metérselos en la boca con avaricia.

-Aummm-, gemía Jimena Pérez. Se revolvía en el suelo llena de placer, haciendo incluso mohines con la boca cada vez que aquel tipo lamía sus pezones rosados y erectos.

El hombre dejó sus tetas y subió, la besó con fuerza y después la miró a sus hermosos ojos, Jimena también lo miró, al tiempo que sentía como aquella verga se abría paso por su vagina, abrió la boca y lanzó un largo grito de placer.

Inmediatamente el hombre comenzó a cogérsela violentamente, empujando con rapidez su verga dentro de ella, a la choco, lejos de molestarle, le gustaba, gemía como una loba cada vez que el pene entraba y parecía llegar hasta la entrada misma de su útero, le encantaba como el cuerpo de aquel sádico sonaba al chocar contra el suyo, como sus testículos chocaban contra la parte baldía entre la vagina y el ano cuando la violaba.

Estaba loca de placer y ni siquiera se reconocía, jamás había sentido tanto goce en su cuerpo, y lo único que deseaba era más y más como si los orgasmos fueran una droga y ella una adicta de la leche caliente.

-¡Siiiii!-, gritó mientras tenía un orgasmo que casi la dejaba sin respiración.

Abrió sus piernas para recibir más verga, quería que aquel tipo la moliera a cogidas como la puta que se sentía en aquel momento, el miembro la golpeaba por dentro, la violaba, y le gustaba.

-¡Ohooo!-, gimió el hombre, -eres la mujer más puta que me he cogido en mi vida-

La choco se retorció en el suelo casi sin habla, el miembro que la invadía se hinchó de repente y Jimena Pérez se estremeció.

-¡Ohooo!-, gritó, -¡Siii!, ¡me voy a venir!, ¡Siii!, ¡métemela más cabrón!, ¡me vengo, me vengo, me vengo!, ¡ahaaaaa!-

El tipo empujo con fuerza y eyaculo dentro de ella, invadiendo su útero de semen caliente y dulce mientras Jimena Pérez se estremecía de inimaginable placer, el otro tipo no aguantaba más la escena y, nada más apartarse su compañero ocupó el puesto libre entre sus piernas, la choco grito cuando la penetraron de nuevo a pesar de que de su rajita goteaba semen del primer hombre, al nuevo no le importó y comenzó a forzarla, Jimena cerró los ojos y, con la boca abierta de placer, continuo gritando, el orgasmo que había sentido venía acompañado de orgasmos nuevos pero igualmente de intensos.

-¡Siiii!-, dijo ya llorando de indescriptible placer, -¡Siiii!, ¡háganmelo!, ¡por… favor… no paren de cogerme…!, ¡se los pido…!, ¡no paren!-

El tipo no tardó en llenarla de semen, la dejaron tumbada en el suelo, casi desmayada, mientras de nuevo fumaban, después la agarraron y la pusieron a cuatro patas.

-¡Felicidades!, te has ganado una cogida de culo por ser la más puta de tus amigas-, le dijeron.

Jimena Pérez no dijo nada, la penetraron de nuevo y de golpe, miró a su derecha y vio la puerta, se la habían cogido de tal forma que la habían desplazado por el suelo de la habitación, lloraba de vergüenza y sentía todo el cuerpo adolorido, pero le gustaba sentir la verga en su ano.

-Mmmmm-, gimió, -por favor…, no puedo más…-

El hombre se la cogía analmente, empujándola hacia adelante, se vino dentro de su ano y dejó paso a su amigo, que ni siquiera la dejó respirar para cogérsela de nuevo.

-¡Ahaaa!-, gimió Jimena, -¡mi… ano!-

Se la cogió a gran velocidad y ella comenzó de nuevo a gemir de placer, sintiendo su ano molido y sus tripas movidas por el gran miembro que la forzaba, babeaba como una cerda y su vagina se venía ya sin ser penetrada, por el propio gusto anal.

-¡Ahaa!, ¡Ahaa!, ¡Ahaa!, ¡siiii!, ¡más, más, más!, ¡quiero más!-

En aquel momento el otro tipo abrió la puerta y la choco giró la cabeza, allí estaban sus amigas enfrascadas en un pequeño trío lésbico, deseó poder estar con ellas, pero no podía dejar de gemir, observó los cuerpos de sus compañeras desnudos y rozándose y tocándose con gran deleite, se las imaginó como ella en ese momento, siendo profanadas y pidiendo más y más verga, eso y aquella imagen, la excitó de una manera inimaginable.

-¡Siii, cógeme!-, gritó sin ninguna vergüenza, -¡Cógeme!, ¡quiero que me cojas!, ¡siiii, quiero más verga!, ¡siiii!-

Sintió un nuevo orgasmo que gritó sin disimulo, y después de llenarle el ano por enésima vez, los dos sádicos por fin la dejaron en paz, adolorida y despatarrada en el suelo después de tan tremenda cogida.

Al salir los dos tipos a la otra habitación, vieron como las tres mujeres restantes, Shanik, Amaranta y Paulina, se seguían dando placer entre ellas, ambas madura mamaban las tetas de Shanik, al tiempo que las dos metían sus dedos en la rajita de la güera, y ella utilizaba sus manos para masturbar a ambas mujeres,, los tipos se quedaron viendo un poco más, pero después de ver como Paulina y Amaranta hacían que Shanik se viniera, se fueron, no sin antes dejarle una nota a una desmadejada pero muy feliz Jimena Pérez en la que les dejaban el nombre y la dirección del motel en donde estaban.

Cuando las tres hembras terminaron su trío, entraron a la habitación en la que todas habían gozado, encontrando a Jimena aún tirada en el suelo, jadeando, con las piernas abiertas y con semen saliendo de sus dos agujeros, Shanik no pudo resistir, y acercándose a donde la choco, se arrodillo entre sus piernas, y comenzó a lamer su rajita, haciéndola gemir y en pocos segundos, llevándola a un nuevo y agotador orgasmo.

Después de quedarse descansando unos minutos más, las cuatro mujeres se vistieron con lo que quedaba de sus ropas, las bragas y los brasieres rotos terminaron en un contenedor de basura en la calle, no vieron a persona alguna cerca de aquel lugar, por lo que nadie las vio salir de allí, cosa que agradecieron, pero al tiempo se lamentaron porque no sabían cómo regresarían a la ciudad, de lo que si se percataron, era de que ya empezaba a amanecer.

Ninguna volvió a hablar de lo sucedido aquella noche, cada una se invento una escusa diferente para sus respectivas familias, pero sin duda aquel hecho las cambió a todas, en mayor o menor medida, pero las cambió.

Por ejemplo, Paulina mercado pensó durante meses lo que aquel tipo le había dicho, que si fuera su hijo no dejaría de masturbarse con ella, curiosa, comenzó a investigar a su hijo, una vez que estaba en la escuela entró a la habitación y comenzó a buscar por los cajones, cuando creía que no encontraría nada vio lo que parecían unas braguitas, las reconoció al instante, eran suyas, hacía tiempo que las había perdido y ya ni las buscaba porque había comprado más, al tomarlas, las sintió húmedas y viscosas, junto a ellas había un sobre blanco de papel, cuando lo abrió vio fotos suyas, la primera era ella con un vestido rojo, largo, pero que marcaba mucho su pecho, otras dos eran de las vacaciones que habían pasado en los cabos, pero habían sido recortadas y solo salía ella, estaba en bikini y podía verse sus piernas, su vientre y sus tetas bajo las copas del brasier, sin duda grandes. Ahora tenía la certeza de que su hijo de dieciséis años se masturbaba y tenía fantasías con ella.

No hizo nada y lo dejó tal y como estaba, pues sintió vergüenza y realmente no sabía lo que podía hacer, pensó mucho en ello y, sin saber por qué, eso le sirvió como fantasía para masturbarse durante varios días.

En cuanto a Shanik Aspe, aquello la cambió para bien, sexualmente hablando, decidió tener novio y dejarse de rollos de una sola noche, no tardó en encontrarlo dado su portentoso físico, y, como aquello la volvió tan liberada sexualmente, cogía cada que podía con él, después de ese tiempo, aún sigue con él.

Amaranta Ruiz continuó con su novio, siguió trabajando en el canal de televisión y su vida es normal en todos los aspectos, salvo porque desde ese instante incluyó el sexo anal su favorito, en sus relaciones.

Jimena Pérez (la choco), continuó con su matrimonio, un par de meses después, descubrió que le daría un hermanit@ a su hijo Íker, desde aquel momento, casi todas las semanas salía sola de su casa, argumentando trabajo a su marido, se metía con un hombre diferente aún estando embarazada, incluso se vio envuelta en experiencias de sexo en grupo. Cuando fue madre dejó todo aquello pero aún hoy, a veces sigue dejando que algún extraño se la coja.

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hay que mirar más allá de lo que se ve.