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Mi chantaje (2)

en Lésbicos

Hola queridos lectores de la página, soy yo de nuevo, Dulce, ya e escrito otros tres relatos, pero este es la continuación del anterior, les

daré un pequeño resumen por los que no lo han leído, y gracias a todos los que me leen y comentan.

En un día de San Valentín, resibí una llamada diciéndome que tenían a mi familia, y que hiciera lo que me pedían, o ellos lo pagarían, no

tenía opción, era hacerlo o perder a mi familia, entonces dije que si, me pidieron que a otro día fuera al centro comercial, y comprara la

lencería más sexi que encontrara, para después regresar a mi departamento para buscar y ponerme la ropa más sexi que tuviera, lo de la

ropa lo hice ese mismo día, y a otro día estaba tan envuelta en mis pensamientos, que a la hora de vestirme, olvidé la ropa interior, grave

error para una chica como yo. Entonces, prosigamos con la historia.

Me quedé ahí de pie en medio de la habitación, con el celular en la mano, poco a poco la fui bajando, y mientras lo hacía, comencé a

preguntarme qué era lo que iba a pasar ese día, todavía no bajaba por completo la mano, cuando volvió a vibrar mi teléfono, era solo un

mensaje de un número desconocido, el cual decía así, "no olvides lo que te pedí ayer que hicieras hoy, eso de la lencería. P.D: muy bueno

el detalle de no llevar ropa interior. P.D 2: recuerda, te quiero ahí en el departamento en 2 hrs, apresúrate, te quiero fuera de ahí en 5 min.

besos", hasta ese momento caí en cuenta de dos cosas, 1.- el tipo tenía razón, no llevaba ropa interior, y 2.- que el tipo en verdad tenía

cámaras ocultas y estaba viéndome en todo momento, no podía ser, cuando me vestí, estaba tan absorta en mis propios pensamientos,

que olvidé mi ropa interior, y ya no tenía tiempo de ponerme una, entonces recordé lo de la lencería, el tipo me había dicho o más bien

exigido, que hoy fuera a una tienda de ese tipo de ropa, y comprara la más sexi y sensual, así que ya sin tiempo, tomé una decisión, y

agarrando mi bolso de la cama, me salí del departamento.

El centro comercial más cercano a mi departamento está a unos 15 minutos, así que decidí irme caminando para perder el tiempo y dejar

que las dos horas de plazo se fueran volando, en el camino a este tengo que cruzar por un parque, exactamente a la mitad, me arrepentí de

mi estupidez de olvidarme de la ropa interior, ya que había un grupo de varios hombres ahí, es increíble como los hombres se dan cuenta

inmediatamente cuando una mujer trae o no ropa interior, ya que cuando pase a su lado, todos se me quedaban viendo descaradamente a

mis tetas y/o a mis nalgas, a un principio tuve miedo, eran alrededor de unos 20 haciendo diferentes actividades, pero poco a poco la

situación empezó a gustarme, e incluso el arrepentimiento se fue de mi cabeza, y al instante mis tetas lo demostraron, dejando ver como

mis pezones se iban endureciendo, lo que a aquellos hombres les encantó, y no dejaron de admirarme mientras caminaba, a mi comenzó a

excitarme el saberme observada al no llevar ropa interior, pero ninguno de ellos se atrevió a acercarse, y gracias al cielo que no lo hicieron,

porque no sé qué hubiera pasado, lo más que llegaron a hacer, fue gritarme un par de cosas subidas de tono, refiriéndose a mi cuerpo y a

lo que me harían, pero nada más.

Para cuando terminé de cruzar el parque, mi respiración era trabajosa, y no por la caminata, si no por la excitación que tenía, mis pezones

se marcaban totalmente erectos en la blusa, y mi vagina ya estaba palpitando, y mis líquidos ya empezaban a asomar por entre mis labios

vaginales, no podía ser, necesitaba algo para relajarme, en eso vi un puesto de aguas frescas a una calle, eso era lo que me ayudaría, agua

fría, así que resueltamente me dirigí ahí, había de varios sabores, y quien atendía era un hombre de entre 30 y 35 años que no me quitaba

la mirada de encima, sabía perfectamente que veía, eran mis tetas con los pezones duros, pero no podía seguir pensando en ello,

necesitaba bajarme la calentura que tenía, y mejor con una buena agua fría, que con aquel tipo, no es que fuera feo, pero me había

prometido no hacerlo ni volver a hacerlo con desconocidos, así que pedí un agua sabor limón, pagué y me aleje caminando de nuevo al

centro comercial.

Es  increíble como se pasa el tiempo cuando tienes que hacer algo y vas con el tiempo justo, cuando llegué al centro comercial, solamente

habían pasado 30 minutos de las dos horas límite, así que me apresuré, en este centro comercial, hay 4 tiendas que se dedican

exclusivamente a vender lencería, fui a la primera, pero solo vi por el mostrador, de la segunda, nada me llamo la atención, y en la tercera,

después de algunos minutos de estar viendo, me metí, era mi última opción, ya que la cuarta tienda estaba serrada, una vez adentro,

estuve viendo diferentes conjuntos, desde los normales, hasta los más sexis y provocativos, luego de algún tiempo, pregunté por un

conjunto negro de mi talla que había visto y de los pocos que me habían llamado la atención, la vendedora me pidió que pasara a uno de

los probadores.

Entré a un pequeño espacio de apenas un metro cuadrado, con el suficiente espacio para moverse, delante de la puerta estaba un espejo

de cuerpo entero, y en una de las paredes laterales, pequeños ganchitos para colgar la ropa, y una agarradera para no perder el equilibrio,

al instante de que entré, tocaron a la puerta del probador, abrí la puertezuela, y ahí estaba, realmente cuando pregunté por el conjunto, no

me había fijado de a quien se lo había pedido hasta ese momento, era una chica ligeramente más alta que yo, rondaría el 1,75, y le

calcularía unos 22 a 23 años, de tez un poco más oscura que la mía, de cabello oscuro, casi negro marrón, lo llevaba suelto, y si no me

equivocaba, podría decir que le llegaba a media espalda, sus ojos contrastaban con todo, eran de color verde jade, su sonrisa era de súper

modelo, y sus dientes eran perfectos, era delgada, sus tetas eran más grandes que las mías, más o menos de entre unos 90 o 95, piernas

largas y bien formadas, en pocas palabras, era un ángel, un ángel vestido con un pantalón vaquero, bien ajustado, y una blusita de

tirantes del mismo color de sus ojos, -aquí tienes mídetelo, y cualquier cosa me llamas, soy Melisa-, su voz era armoniosa, y me saco de

mis pensamientos, tomé las prendas, y serrando la puerta di las gracias, esa chica realmente era bonita, que digo bonita, era hermosa.

Poco a poco me comencé a quitar la blusa, y bajé la bragueta de la falda hasta que me la quité, quedando desnuda de nuevo frente a un

espejo, esta vez, de cuerpo entero, la simple imagen de mi cuerpo desnudo me excitaba, pero tenía que recordar el lugar en donde me

encontraba, aunque era un poquito tarde, extrañamente, la imagen de aquella chica ya me tenía algo excitada, sus ojos, su sonrisa, su voz,

pero sobre todo sus labios, sus labios me habían llamado más la atención, me sentía atraída, pero ¿como era posible eso?, ella era mujer y

yo también, nunca había tenido ninguna experiencia lésbica, pero esa mujer me estaba gustando, me estaba atrayendo sexualmente.

Rápidamente saqué esos pensamientos de mi cabeza, ya que en verdad estaban haciendo mella en mi, y ya mis pezones estaban duros y

mi vagina comenzaba a palpitar anhelante de deseo, entonces realmente coloqué mi atención en el conjunto que había pedido, como dije,

era de color negro, el brasier era de media copa, de encaje con transparencias, de tirantes muy finos, y con el broche por delante, me lo

coloqué sin abrochar aún, y tomé la parte de abajo, la cual era una tanga diminuta de encaje, del mismo color, que al ponerme, se metía

entre mis nalgas, y adelante apenas cubría lo esencial, ya que por más que me la acomodaba, se alcanzaba a ver el inicio de mis labios

vaginales, entonces si me abroché el brasier, volteé a verme en el espejo, me veía espectacular, muy sexi, sensual, se me veía magnifico, el

único detalle en ese momento, era que los pezones se me notaban erectos a través del encaje, y eso hacía que me picara un poco en esa

zona, pero de ahí en fuera, se me veía muy bien, y la tanga, cuando me giré para verme en el espejo, era increíble el tamaño de nalgas que

se me notaban con aquel pedazo diminuto de tela, sentía como esa tira de tela se clavaba entre ellas, de tal manera que hacía que en el

encaje que cubría mi vagina se delinearan perfectamente mis labios.

-¿Todo bien?-, su voz me sacó de mis cavilaciones sobre mi cuerpo, -¿te a quedado bien aquel conjunto?-, me dijo Melisa desde fuera, -si

claro, me a quedado perfecto, yo creo que me lo llevo puesto-, le dije un poco nerviosa, no quería que me viera de esa manera apenas

vestida, -¿me dejarías ver como te queda?-, me replico, -hmmmmmm, yo...-, no sabía que responder, estaba contrariada, por un lado, quería

verla y que me viera, pero por el otro lado no lo quería, no estaba segura de lo que pasaría si la miraba, obviamente yo no era lesbiana,

pero estaba claro que aquella chica me ponía nerviosa, y se podría decir que me excitaba, -vamos, déjame verte, somos mujeres, y entre

nosotras nos podemos ayudar, y más cuando se trata de lencería-, con todo el nerviosismo del mundo, abrí la puerta, y ahí estaba ella,

con esa sonrisa, sus ojos verdes, y su cabello suelto, me miro de los pies a la cabeza, dio un par de pasos, y se metió junto conmigo, -te

queda muy bien-, me dijo sin dejar de mirarme, -gracias-, fue lo único que pude balbucear como respuesta, -solo ten cuidado, ese conjunto

es muy pequeño tanto como provocativo, y si no tienes cuidado, en la parte del brasier, podrían asomar tus pezones, y en caso extremo,

se podría salir toda la teta, ahorita solo asoma tu pezón izquierdo, déjame ayudarte-.

Entonces sus manos volaron a mis tetas, y se puso a manipular para acomodarme el brasier, cada que sus dedos rozaban mi piel, un

escalofrío me recorría por completo, y más porque por más que ella acomodaba la tela, mis pezones se seguían escapando, y el colmo era

que estaban totalmente erectos, y el rose de la tela más los hábiles dedos de Melisa, mi excitación iba en aumento, -no, no se puede,

tendré que desabrocharlo para poder acomodarlo como realmente va, ¿no hay problema verdad?-, no podía hablar, si abría la boca

saldrían gemidos de ella, así que solo sacudí la cabeza, esa mujer me estaba haciendo sentir cosas con sus caricias, además, aquel verde

de sus ojos, me atraían más a ella, y sus labios eran toda una invitación a besarlos, sus labios me parecían muy apetitosos.

"Clic", hizo el broche del brasier cuando Melisa lo abrió, y cuando retiró la tela de encima de mis tetas, se quedó mirándolas por un par de

segundos, y entonces vi cruzar un brillo especial por aquellos ojos verdes, y otro segundo después, ella me miro fijamente a los ojos, y

me sonrió, una sonrisa entre pícara, y cómplice, la cual me hizo perder los estribos, en un momento me vi besándola, desnudándola, en

pocas palabras, me vi haciendo el amor con ella, una fantasía lésbica, que de llevarse acabo, mi primera experiencia del mismo tipo, y el

imaginar eso me tenía muy excitada, y con mi vagina húmeda por lo mismo.

Cuando me di cuenta, mi brasier volvía a estar abrochado y con todo en su lugar, nada escapaba de el, y Melisa me miraba absorta,

-hmmmmm, se te ve muy bien, te ves muy sexi, sea quien sea a quien vas a seducir, va a caer rendido ante ti, y más con esos pechos que

tienes-, yo me quedé con la boca abierta al escuchar eso, y como no dije nada, ella prosiguió, -claro son muy bonitos, están en su lugar, y

tu piel es tan suave, que...-, se quedó callada y no terminó la frase, -¿tan suave que qué?, por favor termina la frase-, le dije ya con la

excitación pintando mi voz,, -vamos, ¿qué ibas a decir?-, la insté porque se había puesto roja, y había bajado la mirada, -que me dan ganas

de acariciar  tus pechos-, me dijo sonrojándose más de lo que estaba.

-¿Es enserio lo que estás diciendo?-, le pregunté algo incrédula, aunque por dentro estaba deseando que lo hiciera, -disculpa, no sé que

fue lo que pasó, por lo regular no hago esto, pero es que hoy-, me dijo volviéndose a interrumpir, -no pasa nada, no te preocupes, pero

dime, ¿es enserio?-, le dije acercándome un paso a ella, -yo... este... si-, me dijo ya notablemente nerviosa por mi cercanía, -bueno, claro

que puedes tocar, solo con una condición-, le dije con una sonrisa pícara en los labios, -¿cual?-, no dije nada, y salve la distancia que

había entre las dos.

Sin decir nada, le comencé a quitar la blusita que traía, y después los vaqueros, -pero...-, me dijo algo sorprendida, la sorprendida fui yo,

cuando Melisa quedó en ropa interior ante mi, era perfecta, como había dicho era delgada, pero delgada bien definida, con una breve

cinturita, piel claramente bronceada, y se veía que hacía mucho ejercicio, traía un bonito brasier blanco, y una tanguita del mismo color,

era maravillosa, y se veía muy bien, y parecía una niña con su cara roja de la pena que en ese momento estaba sintiendo.

-Vamos, esto solo va a llevarnos un minuto-, y tomando sus manos, las puse en mis tetas, al contacto, un escalofrío recorrió todo mi

cuerpo, y la excitación se acrecentó, lo que hizo que cerrara mis ojos, -vamos, hazlo, has de cuenta que estas volviendo a poner mi brasier

y mis tetas en su lugar, no te reprimas-, entonces sentí como tímidamente se comenzaban a mover sus dedos y manos por ambas tetas, lo

que me estaba prendiendo, hasta que ya lo hacía sin ningún pudor, las tocaba y refregaba mis pezones con el encaje, lo cual en cierto

momento me hizo suspirar, -sigue, no te detengas-, y "clic", se volvió a escuchar en aquel probador por segunda vez, y al instante sentí

como mis tetas quedaban libres, y en poder de ella, el contacto de sus manos directamente sobre mi piel me hizo que por fin mi vagina se

terminara de humedecer, y que mis pezones se tornaran aún más erectos de lo que ya estaban por tanto frotamiento.

Después de algunos minutos, por un momento ella dejo de tocarme para llevar sus manos a los tirantes de su brasier y bajarlo hasta el

estómago, en donde lo desabrocho y colgó junto a toda la ropa, tanto la de ella como la mía, después volvió a posar sus manos en mis

tetas, y sin ninguna invitación, yo hice lo mismo, lleve mis manos a sus tetas, y las comencé a masajear sin disimulo, su piel era suave, y

las tenía bien colocadas, y sus pezones estaban igual que los míos, totalmente erectos, y apetecibles para mamar, pero solo me dediqué a

frotarlos y a pellizcarlos delicadamente, hasta que le pude arrancar un gemido de placer segundos después de que ella lo hiciera conmigo,

entonces nos miramos a los ojos, y pude ver la lujuria y la excitación llenando aquellos ojos verdes jade, y con aquel brillo lujurioso en

ese bonito verde, ella me llamaba más la atención.

Sin dejar de mirarnos a los ojos, y sin decir ni una sola palabra, ella se abalanzó sobre mi, y nos comenzamos a besar con gran avidez, fue

largo, tierno, pero al mismo tiempo, era apasionado, su lengua tenía un sabor delicioso, y besaba mejor que cualquier hombre que me

hubiera besado antes, fue tanto el ímpetu con el que se arrojo a mi, que terminé recargada en el espejo del probador, Melisa ya no solo se

dedicaba a masajear mis tetas, si no que sus manos comenzaron a vagar por todo mi cuerpo, y las mías hacían lo mismo, acariciaba su

espalda mientras que ella pasaba sus manos por mis piernas, al mismo tiempo nos tocamos las nalgas, ella las tenía grandes y firmes,

parecía que iba al gimnasio, y así fuimos tocándonos todo, hasta que ella se separó de mi, y se bajo directamente a mis duros pezones, los

cuales empezó a mamar delicadamente, lo que me hizo lanzar un profundo y sonoro gemido, indicándole que iba por buen camino.

Mis manos aprisionaron su cabeza para que no dejara de hacerlo, ya que me estaba haciendo sentir muchas cosas, como había dicho

antes, yo no soy lesbiana, y nunca había tenido una experiencia  de ese tipo, pero la que estaba teniendo con ella, era lo mejor que había

tenido en mi vida, ella seguía mamando mis pezones, mientras que sus manos me tomaban de las nalgas, las acariciaba, las masajeaba,

tocaba mis piernas, hasta que llevó una de sus manos a mi pubis, al sentirla, una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo desde mi

vagina, hasta mi cabeza, su mano recorría toda la zona por encima de la tela de aquella tanga que me había puesto, pero para ese

momento, era evidente la humedad que cubría aquella tela, pero a Melisa no le importó, ella siguió tocando mis labios vaginales, haciendo

la mímica de querer penetrarme con un dedo, a estas alturas del partido, mis piernas estaban abiertas lo más que podía, ya que seguíamos

de pie en aquel probador, pero eso no fue impedimento para ella, ya que de esa forma empezó a jugar con mi clítoris, lo que me llevó al

éxtasis total, al tener mi orgasmo.

Ella volvió a besarme en los labios, a lo cual respondí con rapidez, esta vez, sus besos eran dulces, tiernos, y húmedos, y no tenía porque

decir palabra alguna, ya que todo lo decía con sus manos en mi cuerpo, después de un par de minutos, y una vez recuperada de el intenso

orgasmo que me había provocado, me abrazo fuertemente, y me dijo al oído, -ven conmigo-, y sin decir nada más, tomó toda la ropa que

nos habíamos quitado, y salió del probador, conmigo de tras de ella, me llevó hasta el fondo de la tienda, en donde había una pequeña

puerta, y créanme, en verdad era pequeña, apena le calculo que mediría un metro de altura, Melisa la abrió, entro en ella, y yo la seguí, ¿a

donde me estaba metiendo?, no lo sabía, pero lo que si sabía en ese momento, era que no me importaba a donde me dirigía, lo que me

importaba, era que aquella chica me volviera a tocar, a acariciar, y a hacerme suya.

Después de la puerta bajamos tres escalones, y llegamos a una pequeña estancia, bien iluminada, medía al rededor de tres por tres metros,

solo había un par de cajas que supuse que eran de más lencería, y al fondo, un escritorio lo suficientemente grande como para que

cupiera una persona acostada, Melisa me llevó hasta ahí, después dejó nuestras prendas encima de las cajas, y se fue a cerrar la puerta,

cuando regresó se dirigió directamente a mi, y nos besamos intensamente, sus manos volvieron a recorrer mi cuerpo casi desnudo, me

tocaba las tetas, las nalgas, en fin, no había parte que no se quedara sin ser explorada.

Nos separamos por un segundo, segundo que aproveché y me acerqué a sus redondos, pequeños, y rosados pezones, y los comencé a

besar, a chupar, y a mordisquear suavemente, a lo que Melisa comenzó a lanzar unos pequeños gemidos, mientras me comía una de sus

tetas, le masajeaba la otra y se la pellizcaba, después me separé, y se las volví a amasar, para entonces yo ya estaba muy mojada, aquella

pequeña separación ella la aprovechó, entonces ahora ella empezó a chuparme mis erectos pezones, yo estaba sintiendo muy rico, y

cuando me los mordisqueaba era una sensación inimaginable, entonces, cuando ella hacía esto, yo comencé a acariciarme mi rajita por

tanta excitación, pero ella me quitó la mano, -déjate, eso lo hago yo- me dijo con un susurro, y sin quitarme la tanga que aún llevaba, me

empezó a mamar mi rajita.

Para cuando Melisa me empezó a hacer sexo oral, mi tanga y yo ya estábamos demasiado mojadas, me lamía tan rico, que me llevaba al

mismísimo cielo, de pronto me quito la tanga dejándome completamente desnuda frente a ella, entonces me comenzó a meter la punta de

su dedo, y así lo fue haciendo hasta que me lo metió por completo, cuando lo sentí, gemí, y entonces Melisa comenzó a meterlo y a

sacarlo, mientras me lamía suavemente el clítoris, yo estaba que no podía con tantas sensaciones que estaba sintiendo, ella sacó su dedo,

y mientras yo masajeaba mi clítoris rápidamente, ella me comenzó a hacer la mejor mamada que me han dado. Tanto mi excitación como mis

gemidos iban en aumento, esa chica si que sabía mamar, de vez en cuando levantaba su cabeza, me miraba a los ojos, y me decía, -¿te está

gustando?-, -claro que si-, le respondía yo, -no dejes de hacerlo-, entonces, ya no pude más, y tuve mi segundo orgasmo,

derrumbándome en aquella mesa en la que estaba, después de 10 minutos, me levante, y con una sonrisa pícara le dije, -ahora te toca a ti-,

y bajándome de la mesa, hice que Melisa tomara mi lugar.

Inmediatamente la despoje de la tanga, dirigí mi cabeza a su rajita, y se la empecé a mamar como nunca, y créanme, nunca había mamado

una rajita, pero la de Meli sabía bien, sabían tan rico sus jugos, después de algunas lamidas encontré su clítoris como la punta de una

ostra, la cual se resbalaba cuando intentaba atraparlo con mis labios, abrió bien sus piernas, puso sus manos sobre mi nuca y me animó a

lamer, a jugar con su raja, como ella había jugado con la mía hacía un momento, disfruté sintiendo que mi lengua podía excitarla, yo tenía

cierto poder sobre ella, lo sentía mientras apretaba mi cara entre sus muslos y metía la lengua entre sus húmedos labios y ella se movía de

un lado a otro y abría y cerraba sus piernas y apretaba aún más mi cabeza, lo sentía mientras sentía como era ahora su respiración la que

se aceleraba, ignorando cómo se aceleraba la mía, cómo el flujo de su rajita empapaba mi cara, ignorando como míos jugos se deslizaban

por los muslos.

Conseguí llevarla a la locura, arqueaba la espalda y suspiraba, gemía, hasta gritaba mientras me tiraba del cabello y me arañaba

suavemente con sus uñas, yo trataba de proporcionarle el mismo placer que ella me había dado, después de que su orgasmo pasó, me

levanté, y me beso, yo tenía la boca llena de sus jugos, y pensé que se detendría por ese hecho, pero no, me beso aún con más pasión y

lujuria si es que se podía, y luego me dijo, -¿llevas demasiada prisa?, esto aún no termina-, sabía que mi tiempo era justo, pero no me

importaba, Melisa me había logrado enganchar, y solo quería saber que más me tenía preparado, -no, no llevo prisa-, no me dijo nada más,

y con una sonrisa pícara volvió a salir de aquel pequeño cuarto.

Esperé al rededor de 5 minutos, en los cuales me fui calmando poco a poco, después Melisa regreso con un bolso, un bolso común y

corriente, un bolso de mujer como el mío o el de cualquier otra lectora que este leyendo esto, colocó el bolso encima de nuestra ropa, lo

abrió, y de su interior sacó un consolador de color plateado, en su mano me parecía enorme, y tenía una serie de correas, entonces caí en

cuenta de que ella pensaba hacerme el amor como si de un hombre se tratase, -hmmmmm, ¿qué piensas hacerme?-, le dije con un tono de

voz que rayaba entre la sensualidad y la inocencia, me volvía a excitar solo con aquella cosa colgando a la altura de su pubis, el

consolador se mantenía medio erecto a pesar de que Meli se había empeñado en atar muy bien todas las correas, se dirigió de nuevo a mi,

entonces me acosté en la mesa a todo lo largo, abrí bien y lo más que pude mis piernas, y sin vacilar se colocó entre mis piernas, Melisa

avanzaba por mi cuerpo, besando desde mis rodillas, pasando por mis piernas, vientre, hasta que llego a mis tetas en donde se dedicó

nuevamente a mis pezones, los cuales lamió, chupó, e hizo con ellos lo que quiso, mientras sentía como me tomaba de los muslos con

firmeza.

Podía sentir como la punta de aquel consolador presionaba entre mis labios por abrirse camino al interior de mi vagina, no debía costarle

mucho trabajo, ya que aún seguía mojada de la anterior sesión de sexo, y me seguía mojando al sentir todo eso, miraba a Melisa, y su cara

de satisfacción me encantaba, me excitaba, y al mismo tiempo, me estaba volviendo loca, adoraba su cabello, aquellos ojos verdes que me

decían toda la excitación que ella estaba sintiendo, pero sobre todo, adoraba aquellos labios que me habían besado tan tiernamente un

tiempo antes, entonces sentí como de un solo golpe de cadera me lo metió entero, y suspiré con fuerza, aquello fue como una liberación

para mi, la abracé con mis brazos y piernas, suplicándole con mis gestos que me hiciera el amor, y sugiriéndole con mis caricias que no se

detuviera.

Empezó a moverce lentamente dentro de mi, nos abrasábamos y nuestros cuerpos estaban en contacto, sudábamos y la verdad, no nos

importaba mezclar nuestros sudores, yo procuraba adaptar mi cuerpo al de Melisa, y ella luchaba por acoplarce a mi con más intensidad a

cada una de las embestidas con las que me sacudía, el consolador me recorría por completo, salía y entraba de mi interior probocandome

un inmenso placer, yo solo me preocupaba de mi placer, mientras que ella buscaba mi delírio, y créanme, lo estaba consiguiendo, ya que

Melisa me hacía el amor de una manera ruda, pero al mismo tiempo, tierna y apasionada, mi vientre estaba a punto de estallar de todo el

placer que sentía, mis tetas pesaban, y sentía como si el rose de sus tetas fuera la sensación más tierna que se podía sentir en el mundo.

Y por fin otro orgasmo, un orgasmo que me venía desde lo más profundo de mi ser, largo e intenso, mientras ella se esforzaba por ponerse

a la altura de las circunstancias, mi orgasmo me venía como una de esas olas de las islas del Pacífico, era como la ola que arrasa con todo

lo que se pone en su camino, que moja toallas, y arranca sombrillas, no pude ahogar mis gemidos que terminaron transformados en gritos

de placer intenso, mientras Melisa cabalgaba encima de mi, y por alguna extraña razón, ella también gritaba y se combulsionaba como si

también hubiera tenido el más intenso de los orgasmos.

Estábamos las dos ahí desnudas y acostadas en aquella mesa, Melisa se quedo sobre mi besuqueándome con ternura, mientras yo estaba

medio desmayada, con la respiración entrecortada, jadeante, y sintiendo el consolador todavía dentro de mi, para después sentir como

emprendía la retirada, mientras ella me seguía besando en la boca, a lo cual yo respondía como podía, me besaba todo el cuerpo mientras

se iba retirando, desde la boca hasta mis rodillas, pasando por mis tetas y mi vientre, besando y lamiendo cada palmo de mis muslos,

hasta que se recostó como pudo a un lado mío, mientras se retiraba el consolador, -perdona, yo no suelo hacer esto, de hecho, es la

primera vez que tengo sexo con otra mujer-, me dijo con algo de aflixión en la voz, me acerqué a ella, la tomé del cuello, y dándole un

pequeño beso en los labios le dije, -no te preocupes, todo lo inicié yo, tu solo te dejaste llevar, y créeme, yo tampoco había estado con

ninguna mujer antes, a sido lo mejor, nunca pensé que una mujer me pudiera excitar tanto-, y diciendo esto, la abracé, y nos volvimos a

fundir en un beso largo y apasionado.

-Espera-, le dije de repente, -tu me has hecho gozar a mi, ¿y tu qué?, déjame darte el mismo placer-, y entonces con una sonrisita me dijo,

-no te preocupes, me has hecho sentir tanto como yo te hice sentir a ti-, y tomando el consolador me lo enceñó, aquel aparato era una

maravilla, por la parte que iba pegada a su pubis, tenía una pequeña protuberansia, -esta cosita de este lado-, dijo poniendo el dedo en

aquel sitio, -va pegada a mi clítoris, y antes de metértelo, lo encendí-, y entonces, la segunda maravilla, aquella cosita vibraba, -como ves,

desde el principio yo e gozado tanto como tú, y a todo esto, ¿cuál es tu nombre?-, -Dulce-, le dije saliendo de mi asombro, -bonito nombre,

y muy a doc contigo-, me dijo mientras se levantaba de la mesa, -espera aquí, en seguida regreso-, y volvió a salir de aquel sitio.

Cuando regresó, yo estaba sentada en la mesa a punto de vestirme, tenía que salir de ahí, estaban a punto de cumplirce las dos horas de

plaso, ya no me importaba lo de la ropa interior, entonces Melisa entró trayendo algo en las manos, -cuando entraste a la tienda me

pediste esto-, y puso en mis manos el mismo conjunto que yo le había pedido, y por el  que había empezado toda aquella aventura

lésbica, -del primero que me pediste quedó algo..., digamos que no se podrá poner a la venta otra vez-, ella tenía razón, del primer

conjunto, la tanga había quedado totalmente empapada de mis jugos baginales y de su saliba, -gracias-, le dije algo apenada, -¿cuanto?-,

no me dejó terminar, ya que puso un dedo en mis labios, -no importa cuanto cuesta, llévatelo, es un regalo mío-, y tomando las prendas,

me puso el brasier, acomodando todo en su lugar, estaba tan absorta en mis pensamientos, que pegué un respingo cuando sentí algo

húmedo y frío en mi vagina, -tranquila, solo es una toallita húmeda-, ella me estaba limpiando, me limpiaba tan delicadamente, Melisa era

toda ternura, después me dijo, -¿te pones la tanga o te la pongo yo?-, yo solo le sonreí, y me terminé de vestir mientras ella hacía lo

mismo.

Cuando las dos volvimos a estar vestidas, salimos de nuevo a la tienda, todo estaba apagado, y las percianas cerradas,ahora entendía

como era que Melisa había salido a este lugar desnuda en dos ocaciones, después de que nos fuimos al otro lugar, ella regresó para cerrar

la tienda y apagar todas las luces, no había querido que nos interrumpieran, y estuvo bien, cuando llegamos a la puerta de entrada, me di

la media vuelta para despedirme de ella, le di la mano, nuestros dedos se rozaron, y sentí un calambraso en la nuca, ¿volveríamos a

vernos?, ¿volveríamos a estar juntas, pero en otro sitio que no fuera un cuartito tras la tienda?, un beso en los labios me sacó de mis

cavilaciones, -cuídate Dulce, y que tengas un bonito día, espero me vuelvas a visitar-, me dijo con una sonrisa en los labios, pero con la

tristeza en el verde de sus ojos, -no te preocupes, volvere a comprar más lencería, me gusto la mercansía que muestras, pero sobre todo,

me encantó el trato que me has dado, ¡por supuesto que volveré!-, y con otro beso en los labios, me di la vuelta, y salí de la tienda.

Ya  tenía todo lo que aquel tipo me había pedido por teléfono, mis preocupaciones había regresado, por un momento me había olvidado

de ellas, y de que manera, pero ahora aquí estaban de regreso, vi el reloj, y solo me quedaban 20 minutos de las dos horas de plaso que

me habían dado, tenía que llegar a mi departamento, así que salí del centro comercial, y me fui derecha al sitio de taxis que estaba serca de

ahí, abordé uno, le dí la dirección, y llegué 5 minutos antes del tiempo límite, entonces subí rápidamente las escaleras hasta el

departamento, y me quedé congelada a dos pasos  de la puerta,la puerta estaba entre abierta, ya habían estado ahí, o era probable que

aún siguieran ahí dentro, ¿qué haría si seguían ahí?, y lo más importante, ¿qué me harían?, el vibrar de mi celular cortó el hilo de mis

pensamientos, -hola querida Dulce, bienbenida a tu departamento, me alegra que llegues puntual a la cita-, no podía creerlo, aquel tipo

sabía que estaba ahí, -¿y ahora qué?-, le dije, -ahora, va a dar inicio la verdadera fiesta, vas a entrar a tu departamento, te puedo asegurar

que ya no hay nadie ahí dentro, vas a ir directamente a tu habitación, y ahí vas a encontrar una sorpresita, cuando ya estés ahí, te volveré

a llamar para decirte que hacer, y más te vale que hagas todo lo que te diga, o ya sabes quien pagara tu estupidez, recuerda que lo veo

todo-, y se terminó la llamada.