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¡Venga la alegría!

en Parodias

El siguiente relato no es de mi autoría, es de un autor que hace poco lo subió a esta misma página, pero me gustó tanto, que lo copié y lo guardé para mi, y para ser sinceros, también porque esta vieja me encanta, ahora que quise volver a leerlo en el sitio, resulta que no está, así que ahora lo subo yo, agradeciendo a “Ojobnipresente” el que me deje hacerlo.

TÁBATA JALIL.

Recuerdo bien aquella ocasión en que me cogí a un mujerón, es una de las mujeres más hermosas que haya visto en mi vida, es conductora de televisión, simpática, risueña, y algo bajita de estatura, ya que mide apenas 1,55 cm, pero lo que le falta en altura, le sobra en tetas y culo, Su nombre, Tábata Jalil.

La vi entrar a aquel restaurant al que había ido a comer con un amigo, dicho lugar está cerca de la televisora en la que ella labora, en cuanto entró, yo me quedé con la boca abierta, cuando la veía por la pantalla, la veía maravillosa, pero al verla en vivo y en directo, era espectacular, como dije, a pesar de su corta estatura, tiene unas tetas y un culo, que ¡hay por dios!, medidas perfectas, 89 – 64 – 89, es simplemente perfecta.

No fue sola, iba acompañada por dos hombres de traje muy formales los dos, ella llevaba un vestidito azul marino, cortito, le llegaba apenas por debajo de media pierna, escotado, por detrás el escote llegaba a media espalda, y por delante el escote dejaba ver el inicio de aquellas grandes y suculentas tetas, e iba montada en unos zapatos de tacón altísimos, e de calcular que el tacón medía entre unos doce o quince centímetros, se veía espectacular, con poco maquillaje, y un pintalabios rojo pación que perfilaba sus carnosos y deliciosos labios, al verla así, no pude evitar tener una gran erección dentro del pantalón.

Mi amigo tuvo que regresar a su trabajo, así que me quedé allí solo en el restaurant solo para seguir viendo a Tábata, la cual aún seguía hablando con aquellos hombres con los que había llegado, después de media hora aproximadamente, los tres se levantaron, y los dos hombres se despidieron de ella, y se marcharon dejándola ahí pidiendo de comer.

Dejé que pasaran algunos minutos, para que Tábata comiera con tranquilidad, después de que terminó su segundo plato, me decidí por fin a acercarme y a cruzar algunas palabras con ella, así que caminé lento, y al llegar a su mesa me quedé de piedra, de cerca era aún más bonita, y no solo eso, en vivo y en directo era mucho más sexi que lo que se veía en la pantalla de televisión, que mujer, rebosaba sensualidad, mi sueño por fin hecho realidad, estaba cerca de la mujer que había protagonizado gran parte de mis fantasías y a quien le había dedicado varias de mis masturbaciones.

-Hola, ¿te puedo ayudar?-, dijo dirigiendo sus bellos ojos a mi persona.

-Este… yo… este… Ho… hola-, fue lo único que pude decir, me sentí como un estúpido al escuchar su voz.

-¿Te puedo ayudar?-, me repitió con una sonrisita.

-¿Me puedo sentar?-, me armé un poquito de valor, -me gustaría charlar contigo, siempre te veo por la televisión, y no puedo creer que te tenga en frente, en vivo y en directo-

-Muchas gracias-, me dijo sonriendo más ampliamente, -siéntate y platiquemos-

Hice exactamente lo que ella me dijo, me tenía fascinado esa mujer, sus ojos, su sonrisa, su carita, su cabello, su modo de hablar, me estaban poniendo caliente sus labios, solo de imaginarlos alrededor de mi verga, yo sabía que era algo imposible, pero nada perdemos con soñar, pasamos casi media hora hablando de cualquier cosa, el clima, la ciudad, su trabajo, el mío, en fin, cosas banales, era una esplendida interlocutora, se notaba que salía en la tele, ella tampoco me quitaba la mirada de encima, de pronto, vi una pequeña chispa en sus ojos, fue tan fugaz, que creí habérmela imaginado, y una sonrisita diferente de la que tenía, apareció en sus labios.

-Sabes-, me dijo en modo confidencial, -el dueño de este lugar es mi amigo-

-¿Enserio?-, le pregunté del mismo modo.

-Sí, y ¿sabes?-, me dijo inclinándose sobre la mesa, sus tetas casi rozaban la superficie, -he notado que no dejas de verme-

-¿La verdad?-, le dije sonrojándome un poco, -¿cómo podría apartar mis ojos de ti?, eres una mujer bellísima-

-¿Tú crees?-, me dijo acariciando levemente mi mejilla con la punta de sus dedos, -¿te gusto?-

-¿Para qué digo que no?, me encantas-, le dije tomando su mano y dándole un beso en la muñeca.

Tábata cerró sus hermosos ojitos, y por un momento creí que ahí finalizaría nuestro fugaz encuentro, la verdad no me importaba, me daba por bien servido al haber podido cruzar algunas palabras con aquella hermosa y simpática mujer, ya podía morir en paz, había tenido frente a frente a la mujer que varias veces había protagonizado mis fantasías, pero de pronto, ella abrió sus ojos, me miró de manera significativa, me sonrió y se levantó.

-¿Me permites?-, me dijo sonriendo, y tomando su bolso, -voy al sanitario-

-Claro-

Así la vi alejarse por entre las mesas, como era de suponerse, no pude apartar mi mirada de su perfecto culo, paradito, y con ese vestido se le veía con forma de corazón, y a cada paso que daba, se movía, aquel meneo me puso la verga dura, lo bueno era que estaba sentado, y el mantel me cubría, sino todos se hubieran dado cuenta de mi erección, no dejé de verle el culo hasta que se perdió detrás de la puerta del sanitario para damas.

Me puse a mirar otras cosas, necesitaba dirigir mi atención a otras cosas para que mi verga perdiera dureza, gracias al cielo lo logré, un par de minutos después de que ella se perdiera en el sanitario, la tuve a mi lado, la verdad estaba tan absorto mirando el tránsito por la ventana, que no la escuché acercarse.

-Como te dije, el dueño es un muy buen amigo-, me dijo mientras me ofrecía la mano, -¿me acompañas?, quiero mostrarte algo-

Ni tardo ni perezoso me levanté, tomé su mano, y entonces ella me llevó, caminamos por un pasillo, y me di cuenta que nos dirigíamos a la cocina, entramos, el lugar estaba vacío, cosa rara al ser la cocina, porque de mínimo debería estar el pinche, o ayudante del chef, pero no, el lugar estaba desierto, nos dirigimos a un lugar apartado de ahí mismo, y nos detuvimos entre unas cajas que estaban recargadas en la pared, y que en la forma en que estaban acomodadas, formaban un escondite perfecto que nos ocultaban a la vista, y al mismo tiempo, el escondite nos permitía ver quien entraba y/o salía de ahí, y para mi suerte, estaban dispuestas de tal forma que si alguien quería acostarse a dormir un poco, lo podría hacer encima de ellas cómodamente.

-Te dije que te quería enseñar algo ¿verdad?-, me dijo poniéndose frente a mí, con una sonrisita que no supe interpretar, y al ser más bajita que yo a pesar de traer tacones, tuvo que alzar su cabeza para mirarme a los ojos, en los que vi aquella chispa que había aparecido fugazmente en la mesa.

-Este… si…- le contesté algo nervioso, no sabía que pasaría, -eso dijiste-

-Bueno-, dijo ampliando su sonrisa, y separándose de mi unos pasos, para empezar a caminar en reversa hasta poner su espalda en la pared, -pues pon mucha atención a lo que vas a ver-

Recargada en la pared, y sin dejar de mirarme, Tábata Jalil comenzó a acariciarse el cuello, su sonrisa nunca desapareció de sus sensuales labios, y aquella chispa de sus ojos se acentuó aún más, siguió bajando sus manos a su pecho, y después a sus tetas, cuando llegó a ese lugar de su anatomía, se acarició aún más lentamente, haciendo círculos alrededor de sus suculentas tetas, suspirando y lanzando algunos pequeños gemidos que me pusieron la verga más dura de lo que ya estaba, al poco, ya se intuían sus pezones como también se estaban endureciendo, a lo que ella se los pellizcó ligeramente, dejando escapar un suspiro de placer.

-Quiero verla-, dijo apartando sus ojos de los míos dirigiéndolos abajo, -enséñame la verga-

No tardé nada en desabrocharme los pantalones, y bajarme los calzoncillos, para dejar mi dura y palpitante verga al aire apuntándola a ella, cuando Tábata la vio, se relamió los labios con sensualidad, y bajó más sus manos, acariciando su vientre, sus piernas, hasta que llegó al borde de su vestido, el cual comenzó a subir lentamente, revelando con ello más de sus firmes y torneadas piernas, no aguanté más, y me comencé a masturbar despacio, para no venirme al instante, y ella no dejaba de subir su vestido, hasta que solo le cubría un poco por debajo de donde se intuía su rajita.

Entonces, se lo subió de golpe hasta la cintura, dejándome ver que en primer lugar, no traía nada, ni tanga, ni pantaletas, ¡nada!, y en segundo lugar, que su rajita estaba completamente depilada, ni un solo bello se intuía en aquel lugar, ella me sonrió lascivamente, y abrió sus piernas, lo cual, si no hubiera detenido mi masturbación, me habría venido al ver eso, y aún así, sentí que terminaba.

-¿Te gusta lo que ves?-

No pude responderle de la impresión.

-No creas que siempre ando así, no…, bueno…, hay veces que sí, este…, la mayoría de las veces si…, pero hoy no venía así, traía una bonita tanga, ¿recuerdas cuando te dije que iría al sanitario?, pues allí me la quité, y la metí en mí bolso, veo que no contestas, pero tus ojos dicen que te gusta esto-, dijo tocando ligeramente su rajita, -pues a mí me gusta tu verga, es grande y larga…-, y sujetando su vestido con una mano para que no callera, y separándose de la pared, se acercó a mí.

-Me dejaste sin palabras-, fue lo único que pude balbucear.

-Y con lo que te voy a hacer, te vas a quedar aún más sin palabras-, me dijo al oído, y acto seguido, me dio un beso en los labios; un beso largo, húmedo, candente, y apasionado.

Con su brazo libre alrededor de mi cuello, y sin separar sus labios de los míos, me fue jalando hasta que volvió a tener su espalda recargada en la pared, después me dio la vuelta, siendo yo ahora el que estaba de espaldas a la pared, entonces, ella dejó de besarme, cuando Tábata se separó de mi, y la miré a los ojos, en ellos vi el deseo y la lujuria que en ella bullía, ahí supe que aquello aún no terminaba, y que ella lo deseaba tanto como yo.

En todo momento su vestido permaneció asegurado en su cintura por su brazo, teniendo aquel perfecto trasero y su rajita al aire, por la parte de arriba se marcaban en la tela sus pezones duros como piedras, Tábata me sonrió maliciosamente, y su mano libre la llevó a sus tetas de nuevo, acariciando sus pezones, después me acarició el rostro, el cuello, el pecho, y fue bajando hasta que su mano llegó a mi venuda y tiesa verga, apenas si le cabía en la mano, entonces ella fue bajando hasta que quedó en cuclillas y mi verga apuntaba directamente a su hermosa y linda carita.

-Te voy a hacer el mejor sexo oral que nadie te haya hecho en tu vida-, me dijo meneando su mano en mi verga un poco.

Yo al escuchar las palabras de Tábata, me estremecí de placer, más no podía pedir, resulta que mi más grande fantasía se estaba haciendo realidad, enseguida Tábata me la comenzó a mamar, deslizando su lengua por todo lo grueso y duro de mi verga, respiré profundamente, llenando mis pulmones de aire para disfrutar con mayor fuerza el placer que estaba recibiendo de la boca de aquella mujer.

Casi con devoción Tábata succionaba, acariciaba con su lengua toda mi verga, lo envolvía con sus labios, lo mordisqueaba levemente, presionaba, deslizaba, entraba y salía mi verga de su boca, en un instante me excitó a tal punto de estar a nada de venirme en su angelical boca.

-Me voy a venir-, le dije con la voz entrecortada.

Tábata sin hacer caso de mis palabras, siguió succionando, pero bajó la intensidad de la mamada, con lo que pude controlar mi ritmo de calentamiento y contener la eyaculación que me amenazaba, un poco más, y ahí se hubiera terminado mi maravillosa fantasía hecha realidad, ella siguió deleitándose con mi verga, y yo en las nubes, su boca fue muy elocuente, no necesitó palabra alguna, para hacerme saber que aquello le encantaba, y que no pararía hasta hacerme venir.

Nos olvidamos del lugar en donde estábamos, ella siguió dándome una soberana mamada, mi verga endurecida por las ganas de las caricias de Tábata, ella disfrutando pero también su respiración empezó a acelerarse y a ser más voluptuosa para mamar.

-Tábata, por favor detente-, le dije excitado, -ahora me toca a mí, ¿me dejarías mamarte tu rajita?-

La tomé de las muñecas, y la ayudé a ponerse de pie, el vestido bajó un poco, sin cubrir toda su intimidad, me miró a los ojos, me sonrió, y entonces me besó, aquella suculenta y maravillosa mujer me volvió a besar, lo hizo aún con más pasión que antes, el deseo y la lujuria se intuía en la forma en que nos besábamos, sentí como Tábata se fundía junto conmigo en aquel instante, sentí su boca fresca y suave, saboreé su saliva dulce y deliciosa, jugué con mi lengua dentro de su boca, la apreté contra mi cuerpo, y ella se dejó aprisionar entre mis brazos, arqueando su cuerpo para tratar de pegar con desesperación su rajita a la punta de mi verga, cuando entraron en contacto, sentí una descarga eléctrica por todo mi cuerpo, que se intensificó al sentir como la cabeza de mi miembro era mojada por sus jugos vaginales.

Ahora yo le di la vuelta, volviendo a pegar su espalda a la pared, así estuvimos por no sé cuánto tiempo, solo sentía el desesperado palpitar de su corazón, sus manos recorrían todo mi cuerpo, y las mías cubrían toda su hermosa anatomía, lentamente comencé a levantar más su vestido, apareciendo su plano abdomen, y después sus turgentes tetas de pezones ardientemente hinchados, llenos de deseo, y llenos de pasión, no pude resistir las ganas, y al quitarle por fin el vestido, me lancé a ellos mamando con voracidad, con mi boca totalmente abierta quería meterme cada una de esas enormes tetas, por supuesto tarea imposible, y mi mano acariciando el otro pezón y la otra teta que apenas alcanzaba a abarcar, masajeándola dulcemente, haciendo que Tábata se estremeciera y suspirara.

Tábata quedó completamente desnuda frente a mí, tan solo con sus altos tacones, y recargada seximente en la pared, bajé una de mis manos que no se habían desprendido de sus tetas, y recorriendo dulcemente su cuerpo, la llevé hasta tocar sus labios vaginales, al sentir mi mano, ella lanzó un pequeño suspiro, y estremeciéndose una vez más, abrió lentamente sus piernas, esto me permitió deslizar mis dedos por toda esa deliciosa rajita, la fui acariciando con ternura, como queriendo fundir mi mano con su ardiente vagina, deslicé un dedo por la unión de aquellos suculentos labios vaginales, y con una leve presión, se fue introduciendo poco a poco.

Ella estaba completamente empapada, palpé su humedad que se precipitaba afuera de su cuerpo, la suavidad de su intimidad me hizo estremecer, ya que no esperaba que ella estuviera tan caliente debido a mi, sintió mi dedo en su interior, y contrajo su vagina, provocándome otro repentino choque eléctrico, que me hizo apretar todo el bulto vaginal de Tábata Jalil.

Me coloqué de rodillas delante de esa espectacular mujer que mantenía sus piernas abiertas, y abriendo con mis pulgares sus labios vaginales, empecé a lamer lentamente, pasando mi lengua con suavidad y al mismo tiempo, recogiendo los líquidos que del fondo de su vagina salían, mientras más chupaba, más me gustaban; introduje en toda su extensión mi lengua moviéndola para todos lados, recorriendo esa jugosa y ardiente cavidad por donde Tábata estaba recibiendo mis apasionadas caricias.

Tan metido estaba en la vagina de Tábata, que con mi nariz presionaba su endurecido clítoris, sintiendo como crecía, y no aguantando más, pasé a chuparlo, ella se estremeció nuevamente, y agarrándome de la cabeza, me presionó más contra su rajita para que no abandonara la mamada que le estaba haciendo.

-¡Por dios!, si que eres bueno, ¡que delicioso y rico!, ¡má…, má…, más!-

Pegando totalmente su espalda a la pared, y levantando sus caderas lo más que podía, Tábata abrió con rapidez sus piernas, y respirando aceleradamente, me soltó en plena boca su copioso orgasmo, como pude recibí todos sus líquidos, al sentir su orgasmo, y como ella se tensaba, yo aceleré el movimiento de boca y lengua dentro de su vagina, para hacerla desfallecer de placer, no aguantó más, y de su garganta salió un alargado grito lleno de sensualidad, y sobrecargado de excitación y placer.

Temblando de ansiedad, me levanté, tomé a Tábata por la cintura para que no callera, ya que la fuerza de su orgasmo había minado la de sus piernas, la recosté sobre las cajas que teníamos a un lado, de tal modo que su vagina quedara justo en la orilla, como las cajas estaban a nivel de piso, me tuve que arrodillar, le abrí las piernas, y Tabatita me ofreció su hermosa y jugosa vagina, la tomé por sus muslos, y lentamente me fui acercando apuntando con mi verga directamente a la entrada de su rajita, la empecé a rosar con la mera punta, la empape con sus jugos que seguían fluyendo, ya teniéndola bien mojada, presione un poco, y se la fui metiendo lenta y suavemente, centímetro a centímetro, sin pausa, hasta que se la clave hasta el fondo por primera y única vez, ella se estremeció voluptuosamente, y acomodándose bien en la improvisada cama que eran aquellas cajas, empecé a bombearla cadenciosamente, disfrutando ese inmenso placer de estarme cogiendo a Tábata Jalil.

Seguí empapándome con sus líquidos, mi verga completamente mojada se deslizaba con alucinante suavidad dentro de Tábata, ella respiraba agitadamente y se estremecía a cada bombeada que le daba, debido a que al metérsela toda, mis bellos le producían un escozor agradable en su totalmente depilada rajita, lo que le producía más sensaciones placenteras, detuve un poco las arremetidas que le estaba dando a Tábata, y le dejé toda mi verga adentro.

-Tábata, eres maravillosa y estás deliciosa-, le dije al oído, -es un gran placer para mi estar dentro de ti-, le seguí diciendo, -no sé cómo explicarte lo que siento al estar así contigo, para mi es la locura total ver como mi verga desaparece en tu rajita-

-¡Dios mío!-, dijo Tábata, -yo también estoy enloqueciendo de placer, me tienes trastornada-, continuó diciéndome, -esto es una locura, pero me está gustando entregarme a ti, ¡estoy caliente!, ¡y me gusta!-

-¡Ho sí!-, le dije, -que dichoso soy de estarte cogiendo-, le di un beso en los labios y proseguí, -si pudiera detener el tiempo, así quisiera quedarme, con toda mi verga dentro de ti-

Tábata ya no habló más, sus pezones estaban por explotar de lo hinchados que se veían, empezó a mover sensualmente sus caderas debajo de mi, sacándose y metiéndose lentamente mi verga, tomó un ritmo delicioso que me volvía loco, le levante las piernas a la altura de mis hombros, comenzando a lamer y mordisquear sus pantorrillas, una cada vez, ella no aguanto más estas caricias, y con un enronquecido grito y un estremecimiento empapó mi verga con su siguiente orgasmo.

Mi verga quedó totalmente mojada con los cálidos líquidos que salían de su vagina, aceleré mis arremetidas a su rajita, para que disfrutara plenamente de su orgasmo, y sus contracciones vaginales me anunciaban el ardiente goce que Tábata estaba experimentando, haciéndome sentir como un consumado amante, sensación que también me hizo estremecer y a punto de venirme, preferí detenerme por completo para no terminar y poder seguir gozando de aquella experiencia, de ese modo, pude disfrutar de las convulsiones y las contracciones de Tábata, que poco a poco se fueron calmando.

Tábata al recobrar la calma y el control de sí misma, aflojó lentamente su cuerpo, y yo me mantuve adentro de su vagina; podía sentir los escurrir los hilos de sus líquidos, con su aroma tan característico, aroma que aspiraba con deleite y gozando el haberle provocado tan ardiente orgasmo, nuestras respiraciones se iban acompasando y para terminar de controlarnos, nos volvimos a besar tal y como si de una pareja traviesa nos tratásemos.

-Que ardiente eres-, me dijo en un susurro, dejándome de besar por un segundo, -me has hecho sentir en la gloria-

-Gracias-, le respondí en un resuello, tú no te quedas atrás-, y le sonreí.

Yo continuaba con mi verga a la espera de que se enfriara un poco, y sin perder la erección aprovechar este momento de tener a Tábata Jalil clavada con mi verga convertidos en amantes, ya no me importaba nada, solo el deseo ansioso de ser el que satisficiera a aquella mujer en ese momento, comencé de nuevo a bombear a Tábata, ella de nuevo caliente, se acomodó mejor y sensualmente sobre aquellas cajas, ya repuesta de sus orgasmos anteriores, también se dispuso a deleitarme con su deliciosa rajita, yo veía embelesado como en su vagina se perdía mi verga, vigorosa y altiva, queriéndome comer todo aquel manjar que a mi disposición tenía.

Tábata también empezó a mover sus caderas debajo de mi, poco a poco ambos fuimos incrementando la velocidad de nuestros movimientos, yo entraba y salía de su vagina a velocidad de vértigo, mientras que nos besábamos en la boca, o la besaba en el cuello, al tiempo que ella gritaba y gemía tan sensualmente, o bajaba más y le lamia y chupaba esos deliciosos pezones que estaba duros como piedras, lo que la hacía gritar aún más fuerte, de pronto, ella rodeo mis caderas con sus bien torneadas piernas, atrayéndome más a ella, sentí que me vendría, así que me volví a detener, con toda mi verga adentro de ella, comprimiendo con mi pubis los carnosos labios íntimos de Tábata, mientras ella aflojaba el abrazo con sus piernas y las bajaba poniendo de nuevo sus tacones en el suelo.

-Sácamela por favor-, me dijo al oído en un susurro, -no hagas preguntas, ya entenderás-

Le obedecí con rapidez, y saqué mi verga de su interior, provocando en Tábata un largo suspiro, me puse de pie, y ella se levantó de las cajas y se agachó sobre las mismas, colocándose en la bien famosa posición del perrito, o sea, a cuatro patas, ofreciéndome sus redondas, firmes y bellísimas nalgas, jugosas y ansiosas de ser penetradas, entendí enseguida el mensaje y sin decir nada, y sin esperar a más, se la dejé ir hasta el tope, sentí su estremecimiento al volver a tener dentro de ella mi verga; su vagina comenzó a contraerse provocándome escalofríos en todo mi cuerpo, ya que mi verga recibía toda la presión vaginal, y me enardecía, revolucionando mis ardientes y lujuriosos deseos de estarme cogiendo a tan singular mujer.

Aceleré mis envestidas sobre la rajita de Tábata, y ella empezó a respirar agitadamente, a gemir, y después a gritar a cada arremetida a su vagina, me sostuve de sus caderas para controlar los movimientos de los dos, y sus espasmos me anunciaron que Tábata estaba a punto de volver a tener otro maravilloso y magnífico orgasmo, bajé un poco el ritmo de las bombeadas, la tomé de sus brazos y medio levantándola con mi verga bien metida hasta el fondo, ella inició un movimiento circular con sus nalgas que me estaban volviendo loco de placer, créanme si les digo que Tábata es excelente moviendo las nalgas, ensartándose ella misma toda mi verga, me hizo alucinar.

-¡Tábata!-, dije entre arremetida y arremetida, -¡con estos movimientos me vas a hacer explotar!-

-¡No importa!-, me dijo igualmente entre cada envestida, -¡quiero que veas de lo que soy capaz!-

-Como quieras-, repliqué casi sin aliento, -pero donde sigas moviéndote así, me voy a venir pronto-

Tábata se fue enderezando lentamente hasta que mi verga salió de su vagina, se dio la vuelta y arrodillándose frente a mí, comenzó a darme otra deliciosa mamada, el aroma de la mezcla de nuestros líquidos sexuales y su saliva, pronto llegaron a mi nariz y de mi nariz a mi cerebro, rebotando como relámpago por todo mi cuerpo y más sobre mi verga que en automático impulsó a mi cuerpo a un movimiento de vaivén en su boca

-Tábata, tu boca es de seda- le dije en un resuello, -siento en mi verga una suavidad que me enloquece, hasta me parece que se agranda cada vez que entra y sale de tu boca-

Con mis manos acariciaba suavemente las jugosas tetas de Tábata, y en cuanto pude, la paré nuevamente frente a mí, y la besé en la boca, quedando nuestros cuerpos fundidos en un beso indescriptible de pasión y deseos contenidos de ambos, mis manos y brazos recorrían ansiosos el voluptuoso cuerpo de Tábata, llenándome de infinito placer, disfrutando de la suavidad de su piel, el calor sensual de su cuerpo, su respiración entre cortada por pequeños estremecimientos al sentir mis caricias, y sus manos acariciándome, me parecía la más sublime de las sensaciones de dos seres entregados al placer del sexo.

-Si yo fuera tu marido, no me cansaría de amarte-, le dije, apretándola contra mi cuerpo, -estoy trastornado por ti-, la besé en el cuello, haciéndola soltar un suspiro, -me estás volviendo loco de tanto placer que me estás dando-

Por toda respuesta, me volvió a besar, y jalándome del cuello para abajo, Tábata se volvió a sentar en las cajas que eran nuestra improvisada cama, y se acostó de lado en ellas, mirándome con lujuria me indicó sin palabras que me acostara con ella, me acomodé atrás de ella, y nuevamente la penetre suavemente, tan suavemente que Tábata con un profundo suspiro aprisionó toda mi verga, y lo mantuvo por unos instantes.

-Estoy sorprendida de lo mucho que me has excitado-, me dijo en voz tan baja, que tuve que pegar mi pecho a su espalda para escucharla.

-Me alegra y me emociona poder ser tu hombre el día de hoy Tábata-, le dije al oído, -me haces sentir como si fuera realmente un excelente amante-

Con estos comentarios, la sangre que ya la tenía enardecida, circuló en mi cuerpo con más furia y ´repentinamente aceleré mis envestidas sujetándola de su cintura, o a veces de sus tetas, solo para darme más impulso, con lo que las arremetidas fueron más profundas y vigorosas, me entregué a un frenético vaivén sobre la vagina de Tábata, mi verga se perdía completamente en su ardiente interior, salía y entraba, deslizándose como pistón, de esta forma, y con ella estremeciéndose, pude arrancarle otro gran y duradero orgasmo, contraccionó sus músculos vaginales, sintiendo esta deliciosa presión y clavándole toda la verga, exploté dentro de Tábata, llenando por fin con mi leche caliente toda su vagina.

-¡Por fin me estoy viniendo!-, le dije mientras la tomaba de las tetas, -¡Tábata, que divino es vaciar mi semen dentro de ti!-

Tábata volvió a contraer su vagina, aprisionando mi verga, y extrayéndole hasta la última gota de leche que fui capaz de darle, a pesar de las suaves contracciones de la vagina de Tábata, mi verga se fue poniendo flácida y poco a poco salió del horno que aún era su vagina, con lo que finalizaba mi encuentro con ella.

-Eres todo un hombre-, me dijo apenas con un hilo de voz, -estoy como entre nubes, nadie me había excitado tanto como tú-

-Es tan solo que nos excitamos demasiado Tábata-, le dije mientras me volteaba mirando al techo, y ella también se daba la vuelta para subir una de sus piernas a las mías, y poner una de sus suaves manitas en mi pecho acariciándome, -yo también estoy que no creo esto, eres divina Tábata… muy divina, exquisita, ardiente, y deliciosa-, le dije al tiempo que le acariciaba su carita de ángel, -estoy orgulloso de ser yo quien te disfrutara el día de hoy Tábata-

Una vez algo repuestos de nuestro lance sexual, nos levantamos de aquellas cajas que soportaban nuestros cuerpos, siendo testigos mudos de lo que entre Tábata Jalil y yo había sucedido allí mismo, mientras ella buscaba su vestidito, yo me vestí en un instante, y acercándome a ella desde atrás, la abracé por su cinturita, la besé en el cuello, ella se dio la vuelta con su vestido en la mano, y se empezó a reír con esa risita de niña que tiene, la acallé volviéndola a besar en la boca, con Tábata correspondiendo a mi beso.

-Gracias-, le dije al oído, -esta siempre había sido una de mis fantasías, y el día de hoy gracias a ti se hizo realidad, ¿nos vamos?, no creo que tarden mucho en entrar aquí-

-No tienes nada que agradecer, también a mi me gustó todo esto-, me dijo cuando se ponía su vestido, ocultando de nuevo su voluptuosa figura, -¿sabes?, a un principio, solo quería calentarte enseñándote algo más, y tal vez metiéndome un dedo frente a ti, pero al ver cómo te masturbabas, y al verme de rodillas chupando tu miembro, me excité de más, y se me salió todo de las manos, aunque no importa, lo disfruté, y eso es lo que importa, que los dos lo gozáramos-, y dándome un beso en la mejilla me dijo, -ahora, no te preocupes por mí, ve a la mesa en la que estábamos y espérame allí, yo tengo que ir de nuevo al sanitario para limpiarme, no puedo regresar al trabajo toda llena de tu semen, puedo sentir como me escurre lentamente por mis piernas, ¡ja ja ja…!-, se dio la media vuelta, la seguí, y salimos de aquella cocina.

Yo fui a la mesa en la que minutos antes estábamos sentados, recordando aún el maravilloso y desnudo cuerpo de Tábata, me senté, y me dispuse a esperar a aquella mujer, pedí dos vasos con agua bien fría, uno de ellos era para mí, ya que tanto ejercicio me había secado la boca, diez minutos después, ella salió del sanitario, y se volvió a sentar frente a mí.

-Te pedí un vaso de agua-, le dije tomando un sorbo de mi vaso.

-muchas gracias-, me dijo tomando su vaso, -no sabes cuánto lo necesitaba, ¡ja ja ja…!-

Cuando nos terminamos el agua, pedimos nuestras respectivas cuentas, yo como todo un caballero le pedí a Tábata su cuenta, y pagué las dos, nos pusimos de pie, y tomados de la mano salimos de aquel restaurant, una vez ya en la calle, y habiendo caminado un par de cuadras, nos despedimos con un beso en las mejillas, un beso en los labios, y un prolongado abrazo, en el que sentí una de sus manos meterse en uno de los bolsillos de mi pantalón.

-¿Podremos volver a repetir lo de hoy?-, pregunté inocentemente.

Tábata me miró a los ojos, me sonrió, puso uno de sus dedos en mis labios y me dijo:

-El día de hoy fue maravilloso, no solo para mí, sino que también para ti, así que no lo creo, lo que pasó hoy no tiene repetición, no te hagas falsas esperanzas, soy una mujer casada, solo recuerda el día de hoy como el mejor de tu vida-

Se dio la media vuelta, y se fue caminando por la calle adyacente, yo la vi alejarse moviendo ese par de deliciosas nalgas, y cuando la perdí de vista, me fui caminado por otra calle a mi casa, cuando llegué, recordé que una de sus manos se había metido en uno de mis bolsillos, y sin esperanza metí la mano, encontrando un pedazo de tela, cerré el puño alrededor de aquello y lo saqué, cuando abrí la mano, no podía creerlo, tenía en mi mano una bonita tanga azul, de encaje, y muy diminuta, y envuelta en ella, una pequeña nota.

-Gracias por el día de hoy, como te dije, nadie me había excitado tanto, este es un pequeño regalito de mi parte por haberme hecho gozar tanto, y para que siempre recuerdes lo que pasó. Un beso.

Tábata-

Una sonrisa se dibujó en mis labios, ¿o sea que si llevaba una tanga y solo se la había quitado por mi?, ese día estaba completo, había excitado tanto a Tábata Jalil que me la había podido coger, y para terminar de a completar ese día, me había dado su tanguita, era maravilloso, nunca lo olvidaría. Como era de esperarse, en repetidas ocasiones regresé a aquel restaurant solo para ver si me la volvía a encontrar, no la volví a ver, pero aquel día nunca salió de mi mente.

Recuerdo bien aquella ocasión en que me cogí a un mujerón, es una de las mujeres más hermosas que haya visto en mi vida, es conductora de televisión, simpática, risueña, y algo bajita de estatura, pero lo que le falta en altura, le sobra en tetas y culo, aquel día si vino la alegría al cogerme a Tábata Jalil.

Hay que mirar más allá de lo que se ve.

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