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Mi chantage

en Hetero: General

Hola chicos y chicas de TodoRelatos, soy Dulce, aquí estoy de nuevo relatando otra experiencia de vida que tuve, varios de ustedes ya me conocen por mi descripción, pero para los que es su primera vez, me describiré rápidamente, soy más o menos alta, mido 1,67, cabello negro al hombro, delgada, piernas bien formadas, labios delgados, ojos cafés, y mis medidas son, 85 - 65 90.

Bien, entremos en materia, hace ya algún tiempo que me chantajearon, y me obligaron a tener sexo sin mi consentimiento, todo esto sucedió cuando yo tenía 19 años, y fue con mi primo con quien me obligaron, claro, al final, terminé disfrutando como nunca, y mi primo se convirtió en mi amante.

Lo pondré en la categoría de hetero General, pero el relato contiene auto satisfacción, lesbianismo, y amos filial, y un poco, pero muy poco de no consentido.

En aquellos tiempos como ya mencioné, yo tenía 19 años, hacía ya tiempo que había descubierto mi sexualidad, y por lo tanto ya tenía sexo abiertamente, pero nunca preví lo que me sucedería, además, estaba viviendo sola en un departamento lejos de donde vive mi familia.

Fue en un día cualquiera, bueno, no tan cualquiera, faltaban escasos 3 días para el día del amor y de la amistad, y yo me encontraba realizando algunas compras para ese día tan especial, cuando recibí una llamada a mi celular, -¿Bueno?.-, y una voz grabe del otro lado de la línea me contestó, -Dulce, no digas ni hagas nada precipitado, pero tenemos a tu familia con nosotros, si no quieres que les pase nada, será mejor que hagas exactamente todo lo que te digo, ¿entendiste?-, como te podrás imaginar, en el momento me puse muy nerviosa, pero tan fría y firmemente como pude, le dije, -No te creo-, y colgué mi teléfono.

Inmediatamente busque el numero de la casa de mi mamá, solo quería saber si estaba bien, y cuando lo marqué, y me contestaron, me quedé fría por lo que escuché al otro lado de la línea, -¿no me habías creído verdad?, como ya te había dicho, tengo a toda tu familia, y de ti depende que salgan de aquí con vida-, me quede fría en el lugar en donde estaba, mirando para todos lado, y con algunas lágrimas asomando a mis ojos, dije con la voz apagada, -esta bien, ¿Qué quieres?.

-Muy bien, escúchame con atención, se perfectamente que estas en un centro comercial, así que quiero que salgas, vallas a tu departamento, y te encierres ahí hasta que yo te vuelva a llamar, como ya te pudiste dar cuenta, te vigilo estrechamente, así que cualquier tontería que hagas, tu familia lo pagara-, y después de esto, colgaron el teléfono, y yo me quede como de piedra ahí donde estaba, después de algunos minutos, me fui recobrando lentamente, y poco a poco me dirigí con mis compras a pagar, para salir inmediatamente a mi departamento.

Al llegar a mi departamento, cerré la puerta con todos los seguros que tiene, dejé las compras sobre la mesa, y me dedique a cerrar todas las ventanas y puertas con seguro, con la intensión de que nadie pudiera entrar, cuando terminé, me encerré en mi habitación, y me eché a llorar de impotencia encima de mi cama, cuando escuche sonar de nuevo mi celular, rápidamente me sequé las lágrimas, y contesté, -¿diga?-, -que bien que hagas lo que te pedí-, me dijo algo seria aquella voz, -dime, ¿y crees que cerrando todo y poniendo seguros y candados por aquí y por allá te vas a librar de mi, o vas a salvar a tu familia?-, esta vez me lo dijo algo divertido.

-¿De que estás hablando?-, le dije yo un poco, o más bien, muy asustada, ¿como era posible que supiera todo lo que hice al llegar?, pero la respuesta no tardo en sonar en mis oídos, -¡ja ja ja!, mientras estabas en el centro comercial, me dediqué a colocar algunas cámaras en ciertos lugares de aquel bonito departamento, por supuesto, dichos aparatos están ocultos en donde no puedas encontrarlos tan fácilmente, así que no conviene que hagas nada fuera de lo normal, ni que llames a nadie ya que también intervine tu teléfono-, si ya antes estaba asustada, ahora estaba aterrada, se había metido a mi departamento mientras yo no estaba, lo peor era que no había tenido que forzar la cerradura.

-De acuerdo, ¿Qué es lo que quieres?-, le pregunte ya bastante aterrada, -lo que quiero es sencillo, por el día de hoy puedes estar tranquila, pero mañana a la hora que quieras, vas a ir de nuevo al centro comercial, y entraras a una de esas tiendas que se dedican a vender lencería, vas a comprar el conjunto más sexi que tengan, recuerda que te vigilo, y si no lo haces, tu familia pagara, bueno, después, regresaras a tu casa, y buscaras la ropa más sexi que poseas, te darás un buen baño, lavándote todo a conciencia, después te vestirás con lo que tienes, y esperaras mi llamada, ¿entendiste?-, -pero ¿para que quieres que haga todo eso?-, replique casi con un susurro, -eso es algo que no te importa por el momento, ya te enteraras, has lo que te digo, o empezare por tu mami, recuerda que ella es muy nerviosa, y cualquier susto fuerte, puede entrar en una crisis-.

Después de esto, se cortó la comunicación, y yo me quede sentada en mi cama, con el teléfono en las manos, llorando de rabia e impotencia, no sabia que hacer, lo único que sabia era que aquel tipo tenia razón, mi mamá es muy nerviosa, y de cualquier cosita se asusta, así que decidí hacer todo lo que aquel hombre, si es que se le puede decir así, me pidió, pero lo de la ropa lo haría ese mismo día, así que me levante resuelta, y me dirigí a mi armario,, empezando a mirar toda mi ropa, después de algunos minutos, me decidí por una minifalda, vaquera, cuya bragueta estaba a un lado, e iba de arriba abajo, una blusita de licra, de color negro, que se ceñía perfectamente a mi cuerpo, y unos zapatos de tacón alto, y de color negro.

-Hola, buenos días Dulce-, me dijeron al otro lado del teléfono, voltee a mirar el reloj, eran ya las 9:00 A.M, me había quedado dormida después de llorar por un buen rato por la noche, -hola-, respondí todavía con voz de recién despertada,  -hoy es el gran día, ¿estás lista?-, al escuchar eso, me senté en la cama como impulsada por un resorte, al contestar el teléfono, había olvidado el motivo por el que estuve llorando en la noche, pero al escuchar aquellas palabras, me llego a la cabeza todo lo que había sucedido el día anterior, -por favor, no me hagas hacer nada feo ni vergonzoso-, -no te preocupes, lo que vas a hacer, es algo que te va a gustar-, -pero…-, -pero nada, ahora levántate, y métete a bañar, te quiero bien limpiecita de todas partes, y cuando digo “de todas partes”, es de todas partes, ¿entendido?-, -si, está bien, pero, ¿mi familia está bien?-, -tu familia está excelente, y puede estar mejor, todo depende de ti y de que tanto cooperes-, se termino la llamada y caí de nuevo en la cama con los ojos cerrados, no tenía opción, tenía que hacer todo lo que el me pedía y me pediría a lo largo del día, por lo visto, sería el día más largo de toda mi corta vida.

Me levanté muy lentamente de la cama, y con flojera me dirigí a la regadera, al llegar al baño, dejé la toalla en el retrete, y me comencé a desnudar muy lentamente, realmente no quería hacerlo, eso de hacer cosas por y para aquel tipo, pero mi familia estaba de por medio, ´hasta ese momento caí en la cuenta de que la noche pasada me había quedado dormida con la ropa puesta, no me había cambiado, me quité la blusa, y también el pantalón, quedándome solo con una tanguita azul eléctrico de encaje, me miré en un espejo frente al lava manos, me veía espectacular apenas vestida con aquel conjunto, y me sonreí a mi misma, después, sin quitarme del espejo, me quité el brasier, dejando al aire mis tetas, con mis pezones de rosadas aureolas, firmes y redonditas, luego me quite mi tanguita, dejando ver mi rajita con una leve capa de bellos, eso si, bien recortaditos, me mire así como estaba, desnuda y mi sonrisa se ensanchó.

Al verme así desnuda, se me olvido al instante todo lo que pasaba y pasaría, y no pude evitar excitarme, me senté sobre la taza del baño y subí las piernas abriendo mi vulva,, acerqué la mano temblorosa, empecé a deslizar mis dedos sobre los húmedos labios vaginales y no tardé en dedicarme a mi clítoris, empecé a gemir ligeramente a medida que mis propias caricias iban en aumento, sabía muy bien el ritmo que me convenía, y esa mañana pensaba recrearme para conseguir el mayor placer posible.

Cuando me introduje uno de los dedos volví a cerrar los ojos, no necesitaba mucho para alimentar la excitación, pero siempre me gustaba y me gusta pensar en cosas, a veces en ex novios, a veces en pequeñas situaciones muy lejanas, a veces en famosos o personajes de películas, en algún que otro amigo, pero todos siempre enseñándome la verga colgando entre las piernas, al imaginar esto, me vine gimiendo de placer mientras mis dedos no dejaban de introducirse con pasión en mi raja.

Tras el intenso orgasmo me levanté de la taza con las piernas temblorosas y el pulso acelerado, me acerqué a la regadera, abrí las llaves del agua, y deje que el agua caliente recorriera mi cuerpo para tranquilizarme. Después de bañarme, me enredé la toalla en mi cuerpo, recogí mi ropa, Salí del baño, y me fui caminando lentamente a mi recámara, cuando entré y vi la ropa acomodada en la cama, súbitamente recordé lo que estaba pasando, y un feo escalofrío recorrió mi cuerpo.

Me senté en la silla de mi escritorio, sin dejar de mirar la ropa que me pondría ese día, no podía creer que yo estuviera en aquella situación, de chantaje, que la verdad, no sabía a donde iba a ir a parar todo esto. Después de algunos minutos, me levanté y caminé resueltamente a la cama, para vestirme, claro, no sin antes colocarme crema por todo mi cuerpo, y después, ahora si me vestí, cuando terminé de hacerlo, me miré en el espejo de atrás de la puerta de entrada a mi cuarto, y la verdad, es que me veía espectacular, tan solo me faltaba maquillarme, ya que andaría con cabello suelto.

A los pocos minutos de terminar de arreglarme,  volvió a vibrar mi celular, -diga-, contesté algo nerviosa, -¿estás lista querida Dulce?-, me dijo aquella voz ya tan familiar para mi, -si, ¿que quieres?-, respondí resignada, -bien, para empezar, te e de decir que te ves muy bien con esa ropa, muy sexi y sensual e de agregar-, me quedé fría, y sin habla, por lo que el prosiguió hablando, -hmmmm, esa faldita vaquera que delicia, y esa blusita, se pega tanto a tu cuerpo, que la verdad, me encantaría estar ahí para arrancártela, pero en fin, veo que no dices nada, entonces, quiero que salgas de tu departamento, y vallas a dar una vuelta, no quiero que regreses hasta dentro de dos horas, y encontraras una sorpresa, a partir de ese punto comenzará la verdadera fiesta-, el se rió y a continuación se terminó la llamada.

Me quedé ahí de pie en medio de la habitación, con el celular en la mano, poco a poco la fui bajando, y mientras lo hacía, comencé a preguntarme qué era lo que iba a pasar ese día, todavía no bajaba por completo la mano, cuando volvió a vibrar mi teléfono, era solo un mensaje de un número desconocido, el cual decía así, "no olvides lo que te pedí ayer que hicieras hoy, eso de la lencería. P.D: muy bueno el detalle de no llevar ropa interior. P.D 2: recuerda, te quiero ahí en el departamento en 2 hrs, apresúrate, te quiero fuera de ahí en 5 min. besos", hasta ese momento caí en cuenta de dos cosas, 1.- el tipo tenía razón, no llevaba ropa interior, y 2.- que el tipo en verdad tenía cámaras ocultas y estaba viéndome en todo momento, no podía ser, cuando me vestí, estaba tan absorta en mis propios pensamientos, que olvidé mi ropa interior, y ya no tenía tiempo de ponerme una, entonces recordé lo de la lencería, el tipo me había dicho o más bien exigido, que hoy fuera a una tienda de ese tipo de ropa, y comprara la más sexi y sensual, así que ya sin tiempo, tomé una decisión, y agarrando mi bolso de la cama, me salí del departamento.

El centro comercial más cercano a mi departamento está a unos 15 minutos, así que decidí irme caminando para perder el tiempo y dejar que las dos horas de plazo se fueran volando, en el camino a este tengo que cruzar por un parque, exactamente a la mitad, me arrepentí de mi estupidez de olvidarme de la ropa interior, ya que había un grupo de varios hombres ahí, es increíble como los hombres se dan cuenta inmediatamente cuando una mujer trae o no ropa interior, ya que cuando pase a su lado, todos se me quedaban viendo descaradamente a mis tetas y/o a mis nalgas, a un principio tuve miedo, eran alrededor de unos 20 haciendo diferentes actividades, pero poco a poco la situación empezó a gustarme, e incluso el arrepentimiento se fue de mi cabeza, y al instante mis tetas lo demostraron, dejando ver como mis pezones se iban endureciendo, lo que a aquellos hombres les encantó, y no dejaron de admirarme mientras caminaba, a mi comenzó a excitarme el saberme observada al no llevar ropa interior, pero ninguno de ellos se atrevió a acercarse, y gracias al cielo que no lo hicieron, porque no sé qué hubiera pasado, lo más que llegaron a hacer, fue gritarme un par de cosas subidas de tono, refiriéndose a mi cuerpo y a lo que me harían, pero nada más.

Para cuando terminé de cruzar el parque, mi respiración era trabajosa, y no por la caminata, si no por la excitación que tenía, mis pezones se marcaban totalmente erectos en la blusa, y mi vagina ya estaba palpitando, y mis líquidos ya empezaban a asomar por entre mis labios vaginales, no podía ser, necesitaba algo para relajarme, en eso vi un puesto de aguas frescas a una calle, eso era lo que me ayudaría, agua fría, así que resueltamente me dirigí ahí, había de varios sabores, y quien atendía era un hombre de entre 30 y 35 años que no me quitaba la mirada de encima, sabía perfectamente que veía, eran mis tetas con los pezones duros, pero no podía seguir pensando en ello, necesitaba bajarme la calentura que tenía, y mejor con una buena agua fría, que con aquel tipo, no es que fuera feo, pero me había prometido no hacerlo ni volver a hacerlo con desconocidos, así que pedí un agua sabor limón, pagué y me aleje caminando de nuevo al centro comercial.

Es  increíble cómo se pasa el tiempo cuando tienes que hacer algo y vas con el tiempo justo, cuando llegué al centro comercial, solamente habían pasado 30 minutos de las dos horas límite, así que me apresuré, en este centro comercial, hay 4 tiendas que se dedican exclusivamente a vender lencería, fui a la primera, pero solo vi por el mostrador, de la segunda, nada me llamo la atención, y en la tercera, después de algunos minutos de estar viendo, me metí, era mi última opción, ya que la cuarta tienda estaba serrada, una vez adentro, estuve viendo diferentes conjuntos, desde los normales, hasta los más sexis y provocativos, luego de algún tiempo, pregunté por un conjunto negro de mi talla que había visto y de los pocos que me habían llamado la atención, la vendedora me pidió que pasara a uno de los probadores.

Entré a un pequeño espacio de apenas un metro cuadrado, con el suficiente espacio para moverse, delante de la puerta estaba un espejo de cuerpo entero, y en una de las paredes laterales, pequeños ganchitos para colgar la ropa, y una agarradera para no perder el equilibrio, al instante de que entré, tocaron a la puerta del probador, abrí la puertezuela, y ahí estaba, realmente cuando pregunté por el conjunto, no me había fijado de a quien se lo había pedido hasta ese momento, era una chica ligeramente más alta que yo, rondaría el 1,75, y le calcularía unos 22 a 23 años, de tez un poco más oscura que la mía, de cabello oscuro, casi negro marrón, lo llevaba suelto, y si no me equivocaba, podría decir que le llegaba a media espalda, sus ojos contrastaban con todo, eran de color verde jade, su sonrisa era de súper modelo, y sus dientes eran perfectos, era delgada, sus tetas eran más grandes que las mías, más o menos de entre unos 90 o 95, piernas largas y bien formadas, en pocas palabras, era un ángel, un ángel vestido con un pantalón vaquero, bien ajustado, y una blusita de tirantes del mismo color de sus ojos, -aquí tienes mídetelo, y cualquier cosa me llamas, soy Melisa-, su voz era armoniosa, y me saco de mis pensamientos, tomé las prendas, y serrando la puerta di las gracias, esa chica realmente era bonita, que digo bonita, era hermosa.

Poco a poco me comencé a quitar la blusa, y bajé la bragueta de la falda hasta que me la quité, quedando desnuda de nuevo frente a un espejo, esta vez, de cuerpo entero, la simple imagen de mi cuerpo desnudo me excitaba, pero tenía que recordar el lugar en donde me encontraba, aunque era un poquito tarde, extrañamente, la imagen de aquella chica ya me tenía algo excitada, sus ojos, su sonrisa, su voz, pero sobre todo sus labios, sus labios me habían llamado más la atención, me sentía atraída, pero ¿cómo era posible eso?, ella era mujer y yo también, nunca había tenido ninguna experiencia lésbica, pero esa mujer me estaba gustando, me estaba atrayendo sexualmente.

Rápidamente saqué esos pensamientos de mi cabeza, ya que en verdad estaban haciendo mella en mi, y ya mis pezones estaban duros y mi vagina comenzaba a palpitar anhelante de deseo, entonces realmente coloqué mi atención en el conjunto que había pedido, como dije, era de color negro, el brasier era de media copa, de encaje con transparencias, de tirantes muy finos, y con el broche por delante, me lo coloqué sin abrochar aún, y tomé la parte de abajo, la cual era una tanga diminuta de encaje, del mismo color, que al ponerme, se metía entre mis nalgas, y adelante apenas cubría lo esencial, ya que por más que me la acomodaba, se alcanzaba a ver el inicio de mis labios vaginales, entonces si me abroché el brasier, volteé a verme en el espejo, me veía espectacular, muy sexi, sensual, se me veía magnifico, el único detalle en ese momento, era que los pezones se me notaban erectos a través del encaje, y eso hacía que me picara un poco en esa zona, pero de ahí en fuera, se me veía muy bien, y la tanga, cuando me giré para verme en el espejo, era increíble el tamaño de nalgas que se me notaban con aquel pedazo diminuto de tela, sentía como esa tira de tela se clavaba entre ellas, de tal manera que hacía que en el encaje que cubría mi vagina se delinearan perfectamente mis labios.

-¿Todo bien?-, su voz me sacó de mis cavilaciones sobre mi cuerpo, -¿te ha quedado bien aquel conjunto?-, me dijo Melisa desde fuera, -si claro, me ha quedado perfecto, yo creo que me lo llevo puesto-, le dije un poco nerviosa, no quería que me viera de esa manera apenas vestida, -¿me dejarías ver cómo te queda?-, me replico, -hmmmmmm, yo...-, no sabía que responder, estaba contrariada, por un lado, quería verla y que me viera, pero por el otro lado no lo quería, no estaba segura de lo que pasaría si la miraba, obviamente yo no era lesbiana, pero estaba claro que aquella chica me ponía nerviosa, y se podría decir que me excitaba, -vamos, déjame verte, somos mujeres, y entre nosotras nos podemos ayudar, y más cuando se trata de lencería-, con todo el nerviosismo del mundo, abrí la puerta, y ahí estaba ella, con esa sonrisa, sus ojos verdes, y su cabello suelto, me miro de los pies a la cabeza, dio un par de pasos, y se metió junto conmigo, -te queda muy bien-, me dijo sin dejar de mirarme, -gracias-, fue lo único que pude balbucear como respuesta, -solo ten cuidado, ese conjunto es muy pequeño tanto como provocativo, y si no tienes cuidado, en la parte del brasier, podrían asomar tus pezones, y en caso extremo, se podría salir toda la teta, ahorita solo asoma tu pezón izquierdo, déjame ayudarte-.

Entonces sus manos volaron a mis tetas, y se puso a manipular para acomodarme el brasier, cada que sus dedos rozaban mi piel, un escalofrío me recorría por completo, y más porque por más que ella acomodaba la tela, mis pezones se seguían escapando, y el colmo era que estaban totalmente erectos, y el rose de la tela más los hábiles dedos de Melisa, mi excitación iba en aumento, -no, no se puede, tendré que desabrocharlo para poder acomodarlo como realmente va, ¿no hay problema verdad?-, no podía hablar, si abría la boca saldrían gemidos de ella, así que solo sacudí la cabeza, esa mujer me estaba haciendo sentir cosas con sus caricias, además, aquel verde de sus ojos, me atraían más a ella, y sus labios eran toda una invitación a besarlos, sus labios me parecían muy apetitosos.

"Clic", hizo el broche del brasier cuando Melisa lo abrió, y cuando retiró la tela de encima de mis tetas, se quedó mirándolas por un par de segundos, y entonces vi cruzar un brillo especial por aquellos ojos verdes, y otro segundo después, ella me miro fijamente a los ojos, y me sonrió, una sonrisa entre pícara, y cómplice, la cual me hizo perder los estribos, en un momento me vi besándola, desnudándola, en pocas palabras, me vi haciendo el amor con ella, una fantasía lésbica, que de llevarse a cabo, mi primera experiencia del mismo tipo, y el imaginar eso me tenía muy excitada, y con mi vagina húmeda por lo mismo.

Cuando me di cuenta, mi brasier volvía a estar abrochado y con todo en su lugar, nada escapaba de él, y Melisa me miraba absorta, -hmmmmm, se te ve muy bien, te ves muy sexi, sea quien sea a quien vas a seducir, va a caer rendido ante ti, y más con esos pechos que tienes-, yo me quedé con la boca abierta al escuchar eso, y como no dije nada, ella prosiguió, -claro son muy bonitos, están en su lugar, y tu piel es tan suave, que...-, se quedó callada y no terminó la frase, -¿tan suave que qué?, por favor termina la frase-, le dije ya con la excitación pintando mi voz,, -vamos, ¿qué ibas a decir?-, la insté porque se había puesto roja, y había bajado la mirada, -que me dan ganas de acariciar  tus pechos-, me dijo sonrojándose más de lo que estaba.

-¿Es enserio lo que estás diciendo?-, le pregunté algo incrédula, aunque por dentro estaba deseando que lo hiciera, -disculpa, no sé qué fue lo que pasó, por lo regular no hago esto, pero es que hoy-, me dijo volviéndose a interrumpir, -no pasa nada, no te preocupes, pero dime, ¿es enserio?-, le dije acercándome un paso a ella, -yo... este... si-, me dijo ya notablemente nerviosa por mi cercanía, -bueno, claro que puedes tocar, solo con una condición-, le dije con una sonrisa pícara en los labios, -¿cuál?-, no dije nada, y salve la distancia que había entre las dos.

Sin decir nada, le comencé a quitar la blusita que traía, y después los vaqueros, -pero...-, me dijo algo sorprendida, la sorprendida fui yo, cuando Melisa quedó en ropa interior ante mí, era perfecta, como había dicho era delgada, pero delgada bien definida, con una breve cinturita, piel claramente bronceada, y se veía que hacía mucho ejercicio, traía un bonito brasier blanco, y una tanguita del mismo color, era maravillosa, y se veía muy bien, y parecía una niña con su cara roja de la pena que en ese momento estaba sintiendo.

-Vamos, esto solo va a llevarnos un minuto-, y tomando sus manos, las puse en mis tetas, al contacto, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, y la excitación se acrecentó, lo que hizo que cerrara mis ojos, -vamos, hazlo, has de cuenta que estas volviendo a poner mi brasier y mis tetas en su lugar, no te reprimas-, entonces sentí como tímidamente se comenzaban a mover sus dedos y manos por ambas tetas, lo que me estaba prendiendo, hasta que ya lo hacía sin ningún pudor, las tocaba y refregaba mis pezones con el encaje, lo cual en cierto momento me hizo suspirar, -sigue, no te detengas-, y "clic", se volvió a escuchar en aquel probador por segunda vez, y al instante sentí como mis tetas quedaban libres, y en poder de ella, el contacto de sus manos directamente sobre mi piel me hizo que por fin mi vagina se terminara de humedecer, y que mis pezones se tornaran aún más erectos de lo que ya estaban por tanto frotamiento.

Después de algunos minutos, por un momento ella dejo de tocarme para llevar sus manos a los tirantes de su brasier y bajarlo hasta el estómago, en donde lo desabrocho y colgó junto a toda la ropa, tanto la de ella como la mía, después volvió a posar sus manos en mis tetas, y sin ninguna invitación, yo hice lo mismo, lleve mis manos a sus tetas, y las comencé a masajear sin disimulo, su piel era suave, y las tenía bien colocadas, y sus pezones estaban igual que los míos, totalmente erectos, y apetecibles para mamar, pero solo me dediqué a frotarlos y a pellizcarlos delicadamente, hasta que le pude arrancar un gemido de placer segundos después de que ella lo hiciera conmigo, entonces nos miramos a los ojos, y pude ver la lujuria y la excitación llenando aquellos ojos verdes jade, y con aquel brillo lujurioso en ese bonito verde, ella me llamaba más la atención.

Sin dejar de mirarnos a los ojos, y sin decir ni una sola palabra, ella se abalanzó sobre mí, y nos comenzamos a besar con gran avidez, fue largo, tierno, pero al mismo tiempo, era apasionado, su lengua tenía un sabor delicioso, y besaba mejor que cualquier hombre que me hubiera besado antes, fue tanto el ímpetu con el que se arrojo a mí, que terminé recargada en el espejo del probador, Melisa ya no solo se dedicaba a masajear mis tetas, si no que sus manos comenzaron a vagar por todo mi cuerpo, y las mías hacían lo mismo, acariciaba su espalda mientras que ella pasaba sus manos por mis piernas, al mismo tiempo nos tocamos las nalgas, ella las tenía grandes y firmes, parecía que iba al gimnasio, y así fuimos tocándonos todo, hasta que ella se separó de mi, y se bajo directamente a mis duros pezones, los cuales empezó a mamar delicadamente, lo que me hizo lanzar un profundo y sonoro gemido, indicándole que iba por buen camino.

Mis manos aprisionaron su cabeza para que no dejara de hacerlo, ya que me estaba haciendo sentir muchas cosas, como había dicho antes, yo no soy lesbiana, y nunca había tenido una experiencia  de ese tipo, pero la que estaba teniendo con ella, era lo mejor que había tenido en mi vida, ella seguía mamando mis pezones, mientras que sus manos me tomaban de las nalgas, las acariciaba, las masajeaba, tocaba mis piernas, hasta que llevó una de sus manos a mi pubis, al sentirla, una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo desde mi vagina, hasta mi cabeza, su mano recorría toda la zona por encima de la tela de aquella tanga que me había puesto, pero para ese momento, era evidente la humedad que cubría aquella tela, pero a Melisa no le importó, ella siguió tocando mis labios vaginales, haciendo la mímica de querer penetrarme con un dedo, a estas alturas del partido, mis piernas estaban abiertas lo más que podía, ya que seguíamos de pie en aquel probador, pero eso no fue impedimento para ella, ya que de esa forma empezó a jugar con mi clítoris, lo que me llevó al éxtasis total, al tener mi orgasmo.

Ella volvió a besarme en los labios, a lo cual respondí con rapidez, esta vez, sus besos eran dulces, tiernos, y húmedos, y no tenía porque decir palabra alguna, ya que todo lo decía con sus manos en mi cuerpo, después de un par de minutos, y una vez recuperada de el intenso orgasmo que me había provocado, me abrazo fuertemente, y me dijo al oído, -ven conmigo-, y sin decir nada más, tomó toda la ropa que nos habíamos quitado, y salió del probador, conmigo de tras de ella, me llevó hasta el fondo de la tienda, en donde había una pequeña puerta, y créanme, en verdad era pequeña, apena le calculo que mediría un metro de altura, Melisa la abrió, entro en ella, y yo la seguí, ¿a dónde me estaba metiendo?, no lo sabía, pero lo que si sabía en ese momento, era que no me importaba a donde me dirigía, lo que me importaba, era que aquella chica me volviera a tocar, a acariciar, y a hacerme suya.

Después de la puerta bajamos tres escalones, y llegamos a una pequeña estancia, bien iluminada, medía alrededor de tres por tres metros, solo había un par de cajas que supuse que eran de más lencería, y al fondo, un escritorio lo suficientemente grande como para que cupiera una persona acostada, Melisa me llevó hasta ahí, después dejó nuestras prendas encima de las cajas, y se fue a cerrar la puerta, cuando regresó se dirigió directamente a mí, y nos besamos intensamente, sus manos volvieron a recorrer mi cuerpo casi desnudo, me tocaba las tetas, las nalgas, en fin, no había parte que no se quedara sin ser explorada.

Nos separamos por un segundo, segundo que aproveché y me acerqué a sus redondos, pequeños, y rosados pezones, y los comencé a besar, a chupar, y a mordisquear suavemente, a lo que Melisa comenzó a lanzar unos pequeños gemidos, mientras me comía una de sus tetas, le masajeaba la otra y se la pellizcaba, después me separé, y se las volví a amasar, para entonces yo ya estaba muy mojada, aquella pequeña separación ella la aprovechó, entonces ahora ella empezó a chuparme mis erectos pezones, yo estaba sintiendo muy rico, y cuando me los mordisqueaba era una sensación inimaginable, entonces, cuando ella hacía esto, yo comencé a acariciarme mi rajita por tanta excitación, pero ella me quitó la mano, -déjate, eso lo hago yo- me dijo con un susurro, y sin quitarme la tanga que aún llevaba, me empezó a mamar mi rajita.

Para cuando Melisa me empezó a hacer sexo oral, mi tanga y yo ya estábamos demasiado mojadas, me lamía tan rico, que me llevaba al mismísimo cielo, de pronto me quito la tanga dejándome completamente desnuda frente a ella, entonces me comenzó a meter la punta de su dedo, y así lo fue haciendo hasta que me lo metió por completo, cuando lo sentí, gemí, y entonces Melisa comenzó a meterlo y a sacarlo, mientras me lamía suavemente el clítoris, yo estaba que no podía con tantas sensaciones que estaba sintiendo, ella sacó su dedo, y mientras yo masajeaba mi clítoris rápidamente, ella me comenzó a hacer la mejor mamada que me han dado. Tanto mi excitación como mis gemidos iban en aumento, esa chica sí que sabía mamar, de vez en cuando levantaba su cabeza, me miraba a los ojos, y me decía, -¿te está gustando?-, -claro que si-, le respondía yo, -no dejes de hacerlo-, entonces, ya no pude más, y tuve mi segundo orgasmo, derrumbándome en aquella mesa en la que estaba, después de 10 minutos, me levante, y con una sonrisa pícara le dije, -ahora te toca a ti-, y bajándome de la mesa, hice que Melisa tomara mi lugar.

Inmediatamente la despoje de la tanga, dirigí mi cabeza a su rajita, y se la empecé a mamar como nunca, y créanme, nunca había mamado una rajita, pero la de Meli sabía bien, sabían tan rico sus jugos, después de algunas lamidas encontré su clítoris como la punta de una ostra, la cual se resbalaba cuando intentaba atraparlo con mis labios, abrió bien sus piernas, puso sus manos sobre mi nuca y me animó a lamer, a jugar con su raja, como ella había jugado con la mía hacía un momento, disfruté sintiendo que mi lengua podía excitarla, yo tenía cierto poder sobre ella, lo sentía mientras apretaba mi cara entre sus muslos y metía la lengua entre sus húmedos labios y ella se movía de un lado a otro y abría y cerraba sus piernas y apretaba aún más mi cabeza, lo sentía mientras sentía como era ahora su respiración la que se aceleraba, ignorando cómo se aceleraba la mía, cómo el flujo de su rajita empapaba mi cara, ignorando como mis jugos se deslizaban por mis muslos.

Conseguí llevarla a la locura, arqueaba la espalda y suspiraba, gemía, hasta gritaba mientras me tiraba del cabello y me arañaba suavemente con sus uñas, yo trataba de proporcionarle el mismo placer que ella me había dado, después de que su orgasmo pasó, me levanté, y me beso, yo tenía la boca llena de sus jugos, y pensé que se detendría por ese hecho, pero no, me beso aún con más pasión y lujuria si es que se podía, y luego me dijo, -¿llevas demasiada prisa?, esto aún no termina-, sabía que mi tiempo era justo, pero no me importaba, Melisa me había logrado enganchar, y solo quería saber que más me tenía preparado, -no, no llevo prisa-, no me dijo nada más, y con una sonrisa pícara volvió a salir de aquel pequeño cuarto.

Esperé alrededor de 5 minutos, en los cuales me fui calmando poco a poco, después Melisa regreso con un bolso, un bolso común y corriente, un bolso de mujer como el mío o el de cualquier otra lectora que este leyendo esto, colocó el bolso encima de nuestra ropa, lo abrió, y de su interior sacó un consolador de color plateado, en su mano me parecía enorme, y tenía una serie de correas, entonces caí en cuenta de que ella pensaba hacerme el amor como si de un hombre se tratase, -hmmmmm, ¿qué piensas hacerme?-, le dije con un tono de voz que rayaba entre la sensualidad y la inocencia, me volvía a excitar solo con aquella cosa colgando a la altura de su pubis, el consolador se mantenía medio erecto a pesar de que Meli se había empeñado en atar muy bien todas las correas, se dirigió de nuevo a mí, entonces me acosté en la mesa a todo lo largo, abrí bien y lo más que pude mis piernas, y sin vacilar se colocó entre mis piernas, Melisa avanzaba por mi cuerpo, besando desde mis rodillas, pasando por mis piernas, vientre, hasta que llego a mis tetas en donde se dedicó nuevamente a mis pezones, los cuales lamió, chupó, e hizo con ellos lo que quiso, mientras sentía como me tomaba de los muslos con firmeza.

Podía sentir como la punta de aquel consolador presionaba entre mis labios por abrirse camino al interior de mi vagina, no debía costarle mucho trabajo, ya que aún seguía mojada de la anterior sesión de sexo, y me seguía mojando al sentir todo eso, miraba a Melisa, y su cara de satisfacción me encantaba, me excitaba, y al mismo tiempo, me estaba volviendo loca, adoraba su cabello, aquellos ojos verdes que me decían toda la excitación que ella estaba sintiendo, pero sobre todo, adoraba aquellos labios que me habían besado tan tiernamente un tiempo antes, entonces sentí como de un solo golpe de cadera me lo metió entero, y suspiré con fuerza, aquello fue como una liberación para mí, la abracé con mis brazos y piernas, suplicándole con mis gestos que me hiciera el amor, y sugiriéndole con mis caricias que no se detuviera.

Empezó a moverse lentamente dentro de mí, nos abrasábamos y nuestros cuerpos estaban en contacto, sudábamos y la verdad, no nos importaba mezclar nuestros sudores, yo procuraba adaptar mi cuerpo al de Melisa, y ella luchaba por acoplarse a mí con más intensidad a cada una de las embestidas con las que me sacudía, el consolador me recorría por completo, salía y entraba de mi interior provocándome un inmenso placer, yo solo me preocupaba de mi placer, mientras que ella buscaba mi delirio, y créanme, lo estaba consiguiendo, ya que Melisa me hacía el amor de una manera ruda, pero al mismo tiempo, tierna y apasionada, mi vientre estaba a punto de estallar de todo el placer que sentía, mis tetas pesaban, y sentía como si el rose de sus tetas fuera la sensación más tierna que se podía sentir en el mundo.

Y por fin otro orgasmo, un orgasmo que me venía desde lo más profundo de mi ser, largo e intenso, mientras ella se esforzaba por ponerse a la altura de las circunstancias, mi orgasmo me venía como una de esas olas de las islas del Pacífico, era como la ola que arrasa con todo lo que se pone en su camino, que moja toallas, y arranca sombrillas, no pude ahogar mis gemidos que terminaron transformados en gritos de placer intenso, mientras Melisa cabalgaba encima de mí, y por alguna extraña razón, ella también gritaba y se convulsionaba como si también hubiera tenido el más intenso de los orgasmos.

Estábamos las dos ahí desnudas y acostadas en aquella mesa, Melisa se quedo sobre mi besuqueándome con ternura, mientras yo estaba medio desmayada, con la respiración entrecortada, jadeante, y sintiendo el consolador todavía dentro de mí, para después sentir como emprendía la retirada, mientras ella me seguía besando en la boca, a lo cual yo respondía como podía, me besaba todo el cuerpo mientras se iba retirando, desde la boca hasta mis rodillas, pasando por mis tetas y mi vientre, besando y lamiendo cada palmo de mis muslos, hasta que se recostó como pudo a un lado mío, mientras se retiraba el consolador, -perdona, yo no suelo hacer esto, de hecho, es la primera vez que tengo sexo con otra mujer-, me dijo con algo de pesadumbre en la voz, me acerqué a ella, la tomé del cuello, y dándole un pequeño beso en los labios le dije, -no te preocupes, todo lo inicié yo, tu solo te dejaste llevar, y créeme, yo tampoco había estado con ninguna mujer antes, ha sido lo mejor, nunca pensé que una mujer me pudiera excitar tanto-, y diciendo esto, la abracé, y nos volvimos a fundir en un beso largo y apasionado.

-Espera-, le dije de repente, -tu me has hecho gozar a mí, ¿y tú qué?, déjame darte el mismo placer-, y entonces con una sonrisita me dijo, -no te preocupes, me has hecho sentir tanto como yo te hice sentir a ti-, y tomando el consolador me lo enseñó, aquel aparato era una maravilla, por la parte que iba pegada a su pubis, tenía una pequeña protuberancia, -esta cosita de este lado-, dijo poniendo el dedo en aquel sitio, -va pegada a mi clítoris, y antes de metértelo, lo encendí-, y entonces, la segunda maravilla, aquella cosita vibraba, -como ves, desde el principio yo he gozado tanto como tú, y a todo esto, ¿cuál es tu nombre?-, -Dulce-, le dije saliendo de mi asombro, -bonito nombre, y muy a doc. contigo-, me dijo mientras se levantaba de la mesa, -espera aquí, en seguida regreso-, y volvió a salir de aquel sitio.

Cuando regresó, yo estaba sentada en la mesa a punto de vestirme, tenía que salir de ahí, estaban a punto de cumplirse las dos horas de plazo, ya no me importaba lo de la ropa interior, entonces Melisa entró trayendo algo en las manos, -cuando entraste a la tienda me pediste esto-, y puso en mis manos el mismo conjunto que yo le había pedido, y por el  que había empezado toda aquella aventura lésbica, -del primero que me pediste quedó algo..., digamos que no se podrá poner a la venta otra vez-, ella tenía razón, del primer conjunto, la tanga había quedado totalmente empapada de mis jugos vaginales y de su saliva, -gracias-, le dije algo apenada, -¿cuánto?-, no me dejó terminar, ya que puso un dedo en mis labios, -no importa cuánto cuesta, llévatelo, es un regalo mío-, y tomando las prendas, me puso el brasier, acomodando todo en su lugar, estaba tan absorta en mis pensamientos, que pegué un respingo cuando sentí algo húmedo y frío en mi vagina, -tranquila, solo es una toallita húmeda-, ella me estaba limpiando, me limpiaba tan delicadamente, Melisa era toda ternura, después me dijo, -¿te pones la tanga o te la pongo yo?-, yo solo le sonreí, y me terminé de vestir mientras ella hacía lo mismo.

Cuando las dos volvimos a estar vestidas, salimos de nuevo a la tienda, todo estaba apagado, y las persianas cerradas, ahora entendía como era que Melisa había salido a este lugar desnuda en dos ocasiones, después de que nos fuimos al otro lugar, ella regresó para cerrar la tienda y apagar todas las luces, no había querido que nos interrumpieran, y estuvo bien, cuando llegamos a la puerta de entrada, me di la media vuelta para despedirme de ella, le di la mano, nuestros dedos se rozaron, y sentí un calambrazo en la nuca, ¿volveríamos a vernos?, ¿volveríamos a estar juntas, pero en otro sitio que no fuera un cuartito tras la tienda?, un beso en los labios me sacó de mis cavilaciones, -cuídate Dulce, y que tengas un bonito día, espero me vuelvas a visitar-, me dijo con una sonrisa en los labios, pero con la tristeza en el verde de sus ojos, -no te preocupes, volveré a comprar más lencería, me gusto la mercancía que muestras, pero sobre todo, me encantó el trato que me has dado, ¡por supuesto que volveré!-, y con otro beso en los labios, me di la vuelta, y salí de la tienda.

Ya  tenía todo lo que aquel tipo me había pedido por teléfono, mis preocupaciones había regresado, por un momento me había olvidado de ellas, y de qué manera, pero ahora aquí estaban de regreso, vi el reloj, y solo me quedaban 20 minutos de las dos horas de plazo que me habían dado, tenía que llegar a mi departamento, así que salí del centro comercial, y me fui derecha al sitio de taxis que estaba cerca de ahí, abordé uno, le di la dirección, y llegué 5 minutos antes del tiempo límite, entonces subí rápidamente las escaleras hasta el departamento, y me quedé congelada a dos pasos  de la puerta, la puerta estaba entre abierta, ya habían estado ahí, o era probable que aún siguieran ahí dentro, ¿qué haría si seguían ahí?, y lo más importante, ¿qué me harían?, el vibrar de mi celular cortó el hilo de mis pensamientos, -hola querida Dulce, bienvenida a tu departamento, me alegra que llegues puntual a la cita-, no podía creerlo, aquel tipo sabía que estaba ahí, -¿y ahora qué?-, le dije, -ahora, va a dar inicio la verdadera fiesta, vas a entrar a tu departamento, te puedo asegurar que ya no hay nadie ahí dentro, vas a ir directamente a tu habitación, y ahí vas a encontrar una sorpresita, cuando ya estés ahí, te volveré a llamar para decirte que hacer, y más te vale que hagas todo lo que te diga, o ya sabes quién pagará tu estupidez, recuerda que lo veo todo-, y se terminó la llamada.

No sabía qué hacer, me parecía que todo mi cuerpo pesaba toneladas, pero entonces me acordé de mi mamá, y me decidí, terminé de dar los pasos que me faltaban, abrí más la puerta, entre, y todo estaba obscuro, las luces estaban apagadas, cerré la puerta, y con paso decidido me dirigí a mi habitación, la puerta estaba cerrada, pero antes de entrar, fui al baño, debido a los nervios me atacaron las ganas de orinar.

Cuando regresé, lo hice un poco más fresca, la puerta del baño está a algunos pasos de la de mi habitación, me paré frente a ella, suspiré, y abrí la puerta de golpe, entonces, la boca se me abrió, y me quedé congelada en el sitio, no podía creer lo que estaba viendo, ahí en el centro de mi cama estaba esposado con las manos a la cabecera, y con los oídos tapados, mi primo.

Mi primo es un chico un año más grande que yo, se preguntarán ¿que hizo cuando me vio?, pues he ahí la cuestión, mi primo es invidente, fue por eso que no le taparon los ojos, así que con los oídos tapados, él no podía saber quien estaba con él en la habitación, de lo que también me di cuenta, era de que mi primo estaba totalmente desnudo, y se esforzaba por liberarse, lo cual era inútil, por no decir que cansado y que solamente se lastimaba más.

Mi sorpresa se desvaneció al sentir como mi celular volvía a vibrar en mi mano, -diga-, dije sin quitarle los ojos de encima a mi primo, -¿qué significa todo esto?-, -esta es la pequeña sorpresita que te tenía, ¿a caso no te gusta?-, me dijo un poco divertido, y poniendo una voz seria, dijo, -bueno, ahora escúchame atentamente, y has todo lo que yo te diga, como ya te diste cuenta, tu primo se encuentra frente a ti, desnudo e indefenso, pues entonces, lo que quiero es que te lo cojas-, -¿qué?, ¡es mi primo!-, dije gritando al teléfono, -no me importa, quiero que te comportes como toda una puta viciosa del sexo, y que te lo cojas, recuerda que todo lo veo, y también lo gravo, y tu mami está aquí conmigo, ¡hazlo!-, y finalizó la llamada.

No sabía qué hacer, el era mi primo, ¿Cómo podría hacerlo?, no podía hacerlo, no es que mi primo sea feo, pero era parte de mi familia, y viéndolo bien, no se veía tan mal desnudo en mi cama, también de lo que me percate en ese momento, fue de que aquel que era mi primo, estaba bien dotado, es decir, tenía una buena verga que haría babear a cualquier mujer, y escurrir la rajita de cualquiera de ellas, ¡pero no!, era mi familia, no es que tuviera problema con eso, de hecho, ya me había acostado con alguien de mi familia, y si ya lo había hecho una vez, ¿qué era lo que me detenía congelada en el marco de la puerta?.

“Más vale que te des prisa, yo tengo todo el tiempo del mundo, pero, ¿tu mami lo tiene?”, fue el mensaje que me llegó cuando estaba contemplando el cuerpo desnudo de mi primo, realmente me preocupaba la seguridad de mi madre, así que no tuve más opción, y decidí hacerlo, decidí dejarme llevar por aquella situación a ver hasta donde era capaz de llegar, y por último, decidí que pasara lo que pasara, lo disfrutaría al máximo.

Sabía muy bien que me estaban vigilando, y recordé que aquel tipo quería que me comportara como una puta viciosa, así que me aproximé a la cama con andares de verdadera puta, me monté hincada de rodillas en ella, y empecé a acercarme con lentitud, al sentir como se movía la cama, mi primo se volvió a agitar, entonces le puse una mano en el pecho y lo besé en los labios como señal de que se tranquilizara, su piel estaba caliente al tacto, me aparté lentamente hacia su verga, lo miré con una cara de puta lo mejor que pude, lástima que él no me podía ver, pero sí que me podía ver el que había planeado todo esto, acto seguido empecé a deslizar mi lengua sobre su capullo, luego la bajé recorriendo toda su verga hasta llegar a sus huevos que estaban más duros que una pelota de tenis, me metí uno en la boca y empecé a saborearlo, luego cogí el otro y finalmente los dos, nunca imaginé que me pudiera pasar algo así.

Después de saborear sus huevos me empleé a fondo con su verga, lo chupaba, lo saboreaba, pasaba mi lengua y succionaba, no pudo aguantar por mucho tiempo y soltó su esperma casi enseguida, este me sorprendió y tragué parte de su venida, luego me aparté y dejé que la leche le resbalara por su verga, de nuevo me abalancé sobre su pedazo de carne que al menor contacto con mi lengua se puso de nuevo dura, la chupaba con avidez y desesperación, y cuando de nuevo estuvo dura, dejé de mamar su verga, y me paré a un lado de la cama por unos instantes sin dejar de masturbarlo.

-¿Quién eres?-, me preguntó con la agitación reflejada en su voz, -por favor, seas quien seas, desátame, y déjame ir, no sé qué pasa, y tengo los oídos tapados, por favor, déjame ir-, realmente se oía preocupado y con bastante miedo, me compadecí un poco de él, y con mi mano libre le destapé los oídos, -gracias, pero ¿Quién eres?, ¿me soltarás?-, me acerqué a su oído y le susurré -no te preocupes, todavía no te puedo soltar, además, ¿puedes sentir como mi mano juega en tu verga?, pues bien, solo déjate llevar-, le estampé un beso en los labios, y me reincorporé.

Dejé de masturbarlo, y empecé a acercarme de nuevo a él, -bueno, como te dije, no te preocupes y solo déjate llevar-, me senté a horcajadas encima de su pecho y de la forma más erótica y sensual que pude, empecé a sacarme mi blusa, luego seguí con mi brasier de encaje, dejando mis tetas al descubierto, aquello me excitaba demasiado, ya no veía a mi primo como mi familiar, ahora lo veía como lo que era, un hombre, un hombre al que estaba deseando cogerme, entonces le puse mis tetas a la altura de la boca, -chúpamelas-, empezó a comerme las tetas con devoción, con fuertes chupetones, cuando se metía uno de mis pezones en la boca, jugaba con él y lo saboreaba, luego mordía débilmente, esto me excitaba aún más, y empecé a gemir por todas las sensaciones que estaban corriendo por todo mi cuerpo.

Mi excitación era demasiada, mi primo sí que sabía cómo mamarme las tetas, -sigue, no dejes de mamármelas-, ante estos comentarios sus chupetones ganaban en fuerza y ganas, -sigue, por favor no lo dejes que me voy a venir-, y dicho y hecho, no tarde en tener y gritar mi orgasmo, cuando lo tuve, me eché para atrás y casi se quedó con uno de mis pezones en la boca, yo solo hice un gesto de dolor, -tranquilo, todavía falta mucho, y tenemos tiempo-, le dije al oído, -por favor dime quien eres, y porque está pasando esto-, realmente se escuchaba afligido, -pronto, pronto te diré que pasa, mientras tanto, sigue disfrutando de tu suerte-.

Me bajé de la cama, y entonces miré mi celular que tenía un mensaje que había llegado no hacía más de un minuto, “veo que estás disfrutando, que bien, una cosa más, la llave de las esposas está en el cajón de tu mesita de noche, por si quieres liberarlo”, entonces fui a el sitio que decía en el mensaje, y extraje una pequeña llave atada con un cordel no muy largo, tenía en mis manos la forma de liberar a mi primo, pero había tenido un orgasmo no hacía mucho, y la excitación aún palpitaba por todo mi cuerpo, entonces fue más grande mi calentura, regrese a la orilla de la cama, y empecé a bajarme la bragueta de la falda hasta que dicha prenda cayó al suelo, quedándome solo con la tanga y mis tacones, era una lástima que mi primo no me pudiera ver, pero en fin, me quité la tanga con delicadeza, quedándomela en la mano, entonces me acerqué a él de nuevo, y poniéndole la tanga a la altura de la nariz le dije, -¿puedes oler?, ese es el olor de la mujer que te habla, es el aroma de la excitación, ¿te gusta?-, -si, si me gusta-, me dijo lentamente, y prosiguió, -y más porque ya sé quién eres-.

Su confesión me sacó un poco de balance, pero no lo suficiente como para que la lujuria que me tenía poseída se esfumara, me volví a subir a la cama, me acerqué de nuevo a él, y dándole un beso en los labios le dije, -¿Quién soy según tu?-, y sonriendo ampliamente me respondió, -eres mi prima Dulce-, -perfectamente bien contestado-, le dije con la voz más sexi y sensual que poseía, -claro que soy yo, solo una cosa, ¿Cómo lo supiste?-, -por tu voz, la conozco lo suficiente como para saberlo-, y sin decir más, abrí mis piernas, y me senté en su vientre, me incline para adelante, y besándolo apasionadamente, fui bajando mi cadera hasta que la punta de su verga entró en contacto con la entrada de mi ardiente e inundada rajita.

Lentamente y sin prisa comencé a bajar introduciéndome su verga, deslizándola lenta y pausadamente, podía sentir como su pedazo de carne se abría paso por mi interior, mientras que no paraba de gemir porque no había interrumpido el beso que le estaba dando, cuando por fin sentí sus huevos chocar con mi cuerpo, me detuve por un par de segundos, y le dije, -bueno, pues ahora te estás cogiendo a tu prima, tienes la verga en mi interior, y tu querida primita te va a hacer disfrutar como nunca-, y diciendo esto, comencé a mover mi cadera muy lentamente haciéndolo disfrutar, podía verlo en su cara, -¿te gusta?-, -si claro-, entonces la velocidad que le imprimía a mis caderas la comencé a aumentar paulatinamente, empezando también a gemir y a gritar por el placer, -¡qué bien!, ¡que rico se siente!-.

 Yo seguía aumentando el ritmo de mis caderas, y no paraba de gemir y jadear, sintiéndome en la gloria, con aquel ritmo, ya había alcanzado dos orgasmos más, e iba por el tercero desde que me había metido la verga de mi primo, y llegó, llegó el tercero, llegó desde lo más profundo de mi alma, paré todos mis movimientos, y me dejé caer en el pecho de mi primo, estaba sudorosa, y lo miraba ya no como mi primo, si no como mi hombre, como mi amante, estire mi mano, tome la llave que había dejado a lado de mi celular, y entonces le quité las esposas, -gracias Dulce-, -no tienes nada que agradecer-, le dije en un susurro, -¿no piensas dejarme así verdad?-, me dijo mientras me abrazaba y empezaba a recorrer mi cuerpo, aún podía sentir su verga en mi interior, hasta ese momento me di cuenta de que él no se había venido, -siempre me has gustado, y soñaba con esto, pero siempre se había quedado en una simple fantasía-, siguió diciéndome, y entonces le pregunté, -¿qué es lo que más te gusta de mi?-, tardó en responder, -hmmmmm, tus nalgas-,y sin detenerme a pensarlo, le dije, -pues tómalas-, y acto seguido me saqué su verga, y me puse en cuatro en la cama, dándole mi preciado tesoro que yo mantenía virgen hasta ese momento.

No se movió de donde estaba, -vamos, te estoy dando lo único virgen que aún conservo-, le dije al oído, -¿y si te hago daño?-, me dijo dubitativo, -yo sé que no me lo harás, te conozco, y sé que lo harás con cuidado y delicadeza, ahora levántate,  y desvírgame el ano-, me volvió a acariciar la espalda, y con un beso en los labios, se levanto, y se puso de tras de mí, acaricio mis nalgas con ternura, las beso, y con su lengua, colocó toda la saliva que pudo en mi ano, y me dijo, -¿estás segura?-, -si claro, hazlo-, le dije con la voz un poco ahogada, -bueno, pues entonces prepárate para gozar-, y empezó a hacer presión en mi ano, el dolor era fuerte, y más cuando por fin entro el glande de aquella verga, -¡espera!, solo espera un par de segundos-, le dije con una lágrima resbalando por mi mejilla.

Cuando mi ano se acostumbró, le dije, -continúa, pero ve metiéndomela despacio-, él me obedeció, y lentamente me la fue metiendo por mi ano, cuando sus huevos chocaron con mis nalgas, le dije, -espera un minuto, deja que me acostumbre a tu verga, después, cuando yo te diga, puedes empezar a cogerme-, y después de un minuto, -ya-, entonces la saco con la misma lentitud con la que la había metido, cuando sentí esto, casi vuelvo a tener otro orgasmo, pero me supe controlar, luego la volvió a meter, eso me estaba excitando de nuevo, y mi rajita otra vez se comenzaba a mojar, -hazlo un poco más rápido-, le dije, y él me la empezó a meter y sacar con mayor velocidad, mientras que yo llevaba mi mano a mi rajita para masturbarme, el se recostó en mi espalda, y me empezó a masajear las tetas y mis sensibles y endurecidos pezones.

Debido a lo que él me hacía, mis gritos y gemidos volvieron a escucharse por toda mi habitación, y entonces me salió lo puta, -¡sigue!, ¡sigue por favor!, ¡no dejes de hacerlo!, ¡más duro!, ¡más rápido!-, el aumento la velocidad, sin decirme nada, mientras que de mi vagina tres dedos de mi mano ya entraban y salían furiosamente, y sus manos y dedos no dejaban de tocarme y estimularme las tetas, de esta forma tuve otros dos orgasmos, y cuando tuve el segundo me dijo, -voy a terminar, te voy a llenar el ano de leche-, -hazlo, llénamelo con esa leche tan rica, vente junto conmigo-, y así tuve el segundo orgasmo, y así sentí como el soltaba su leche caliente en lo más profundo de mis entrañas, no podía más, mis piernas ya no tenían fuerza para sostenerme a mí y a él, y me derrumbe en la cama con el encima de mí, y con su verga aún metida en mi culo.

Cuando se salió de mi, se acostó a un lado de mi, -ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, gracias por esto Dulce, llevaba años soñando con esto, y hoy tu lo hiciste realidad, gracias-, me dijo mientras me abrazaba, -no tienes nada que agradecer, a mí también me ha gustado, y no sabes cuánto-, yo también lo abracé, lo bese,, y así nos quedamos por algunos minutos, estaba agotada, a lo largo del día, había muchos orgasmos que poco a poco me habían mermado mi energía, pero no lo lamentaba, habían sido los mejores orgasmos que había tenido, desde la mañana en el baño, después los que me arrebato Melisa en la tienda de lencería, y ahora los que me había dado mi primo, todo el día había disfrutado a pesar de la situación, entonces el vibrar de mi teléfono me saco de mis pensamientos, -¿me lo pasas por favor?-, cuando lo tuve en mis manos, -bueno-, -que bien Dulce, veo que cumpliste, y como yo te dije, yo tengo palabra, en estos momentos tu familia está libre, yo ya deje de grabar, ya te puedes vestir, y llevar a tu primo a su casa-, y se termino de nuevo la llamada.

-¿Quién era?-, me pregunto volviéndome a abrazar, -nadie, número equivocado-, me abracé a él, y me quedé dormida, cuando desperté, ya había anochecido, el seguía a un lado mío, y también estaba profundamente dormido, voltee a ver el reloj, y eran las 2:00 A.M, me voltee, lo besé, y me volví a quedar dormida.

Debido a esta situación, mi primo y yo desde entonces hemos sido amantes frecuentes, y no me arrepiento, no volví a recibir ninguna llamada después de eso, y con el paso del tiempo, me entere de que todo había sido planeado por mi propio primo, nunca hubo video ni cámaras en mi departamento, y los mensajes y las llamadas, fueron enviadas por un amigo de él, eso más que enfadarme, me gusto, no pude enojarme con él, ya que ese día había disfrutado como nunca, y además, había encontrado a mi amante ideal.