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Mi primer trabajo.

en Sexo con maduros

-¡Dulce!, ¡ven a mi oficina! ¡ahora!-, así inició el primer día de mi segundo mes de trabajo, habían pasado ya 30 días desde que empecé a trabajar, era y fue la primera y última vez que trabajaba, me había metido como secretaria de un licenciado, el cual era muy bueno en lo que hacía, y yo de lo contrario, no sabía nada de cómo ser secretaria, y hacia un mes que su secretaria había pedido permiso porque estaba embarazada y estaba a punto de dar a luz, por eso estaba yo, ya que ella era mi amiga, y me había pedido el favor de ayudarla, y no era la primera vez que el licenciado me pegaba de gritos, al no saber nada de como ser secretaria, era lógico, y algunas cosas no las hacía correctamente, y por eso me ganaba mis buenas regañadas, pero la de ese día, nunca la olvidaría.

A mi por lo regular me gusta vestir bien, es decir, faldas un palmo arriba de la rodilla, mini faldas, blusas, y zapatos de tacón alto, ese día me había puesto una falda a las rodillas, de color gris, una blusa blanca de botones y con un poco de escote, junto con unos zapatos de tacón altísimos, al color de la falda, con mi cabello suelto, y con poco maquillaje, para hacer notar un poco mis facciones, y hacer que resaltaran mis ojos.

Cuando entré a la oficina, el jefe un tipo de unos cuarenta y tantos, se me quedo mirando fijamente, y no era la primera vez, aquel tipo no era feo, pero tampoco guapo, era…, era algo normal, pero tenía algo que llamaba la atención y ese algo me gustaba, alto, de cabello entrecano, de ojos profundos, y manos grandes, -este trabajo está mal, tienes una de tres, o lo repites ahora, o te quedas después del horario de trabajo y lo haces, o te vas-, me dijo ondeando un folder que tenia media hora que le había entregado, era un reporte de su última junta, el cual acaparaba 20 hojas, -¿entonces?-, -pero, ¿Qué es lo que está mal?-, le dije todo lo fríamente que pude, -revísalo, y encuentra la falla-.

Salí de aquella oficina más enojada que nunca, a pesar de no saber nada de cómo ser secretaria, si cabía escribir, y estaba segura de que aquel trabajo no tenia error alguno, pero en fin, ese tipo era el jefe, y no podía contradecirlo, así que me senté en mi silla, y comencé a revisar esas hojas, las cuales, como sospechaba, no tenían errores, entonces volví a repetir ese maldito trabajo, lo cual me llevo bastante tiempo, tanto, que para cuando lo terminé, la hora de salida ya había pasado, y el jefe y yo éramos los únicos en aquel lugar.

Cuando imprimí el trabajo, toqué a la puerta de la oficina, -entra-, y pasé, -bien, ¿ya está el trabajo listo?-, me dijo sin voltear a verme, -si, aquí está-, le dije dejando el folder en su escritorio, -siéntate-, me dijo cuando abrió el documento, -vamos a revisar si esta vez hiciste las cosas bien-, dijo empezando a leer.

Después de algunos minutos de estar leyendo, bajo el folder, -esto sigue estando mal-, me dijo mirándome a los ojos, -¿no puedes hacer las cosas bien?-, -pero-, se me agolpaban las palabras en la garganta, -no hay pero que valga, esto no está bien, si quieres acércate y chécalo por ti misma-, me levante de la silla en la que estaba sentada, y fui a donde estaba el, empecé a leer el documento con atención para encontrar el error que el decía, pero ya había leído 3 páginas y no encontraba nada.

De pronto,-¿Qué hace?-, le increpé pues había sentido como posaba una de sus manos en mi trasero, -¿se ha vuelto loco?-, y con una sonrisita, me dijo, -es hora de que pagues tur errores, sabes que no admito errores en mis trabajos-, todo esto, sin dejar de sobarme las nalgas, lo que estaba haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumentara, al igual que mi excitación, y aunado a que el licenciado tenía algo que me gustaba, no hice mucho por pararlo.

-Sus caricias se hicieron más osadas, y paso de sobarme las nalgas por encima de la falda, a acariciarme las piernas por debajo de esta, subiendo sus manos hasta la orilla de mi tanguita, y sobándome las nalgas con descaro, en ese momento no había más que decir, me tenía para él nada más, se levantó de la silla, se acercó a mí , me tomó de la cintura y empezó a besarme, al estar entre sus brazos pude sentir su cuerpo, su aroma, que hombre estaba a punto de cogerme, le quité el saco y la corbata, mientras que él desabotonaba mi blusa, tuvo frente a él mis tetas puestas en un corto sostén que dejaba ver casi en su totalidad mis pezones, mi respiración se hacía cada vez más rápida, y no decía ni una sola palabra, sólo pequeños gemiditos de excitación, en ese momento creo que ya no soportó más, y él mismo se quitó el cinturón, desabrochó su pantalón, y enseguida saltó su verga en toda su magnitud, yo al sentirlo lo tomé en mi mano y empecé a jugar con ella, me separé un poco de él para ver su verga, y después de verlo a los ojos con esa mirada retadora muy de mí, lo senté otra vez en su silla, lo miré, aún sin decir nada, me desabroché la falda que traía puesta, y cayó hasta el piso, donde me la quité totalmente levantando mis pies, estaba frente a él con mi tanguita blanca, me arrodillé delante de él, y empecé a mamarle la verga.

Yo era toda una experta en esos menesteres, mi lengua recorría toda su verga de arriba abajo, mientras mis manos apretaban sus huevos con mucha delicadeza, después empecé a chuparle la punta de su verga y con la punta de mi lengua le daba lamidas en aquella cabeza, volví a bajar a sus huevos en donde empecé a chuparlos sin compasión, sus manos sobre mi cabeza levantaban los cabellos que caían en mi frente, lo cual le permitía tener una perspectiva espectacular del trabajo que le estaba realizando, cuando me cansé me levanté y me quité la tanguita y el brasier, estaba casi totalmente depilada, con solamente un poco de vello púbico en la parte de arriba de mi rajita, me senté en el escritorio, justo al lado del monitor de la computadora, en donde recargué mi brazo, y con la voz más sensual que pude, y mirándolo a los ojos, le dije, -licenciado, le toca hacerme lo mismo-.

Al momento se acercó con su silla a donde yo estaba, y así sentado como se encontraba, empezó a lamer mi mojada rajita, yo coloqué mis pies sobre sus rodillas, y abrí totalmente mis piernas, lo cual daba toda la libertad que él pudiera desear, empecé a gemir cada vez más fuerte, mientras su lengua entraba en mi vagina, -¡ummmm!, ¡ahhh!, ¡ahhh!-,  era lo único que salía de mi boca, mientras hacía mi espalda y mi cabeza para atrás, dándome espacio para respirar y menear mi cintura, mis muslos presionaban su cabeza, y a la tercera vez que lo hice, ya no resistí más, y le dije, -¡cógeme ya!, ¡ya métemelo!-.

Yo no me moví del lugar en donde estaba, seguía sentada sobre el escritorio, él se puso de pie, tomó su verga y la apuntó sobre mi clítoris, en donde la colocó para rozarla aún más, a lo que llena de excitación le ordené,  -¡ya!, ¡ya mételo!-, Y así sin más, y de una sola embestida me la clavó hasta el fondo, cerré mis ojos fuertemente al sentir como aquel pedazo de carne se introducía en mi, y me abría en dos.

Él se quedó quieto en mi interior claramente dándome tiempo para que mi vagina se acostumbrara a su verga, después de un par de minutos comenzó a moverse lentamente, entrando y saliendo de mí, lo que me hacía gemir y gritar por las sensaciones, poco a poco comenzó a aumentar la velocidad, hasta que llego el momento en que él estaba como loco cogiéndome agarrado de mis nalgas, las cuales empujaba hacia él llegando más profundo en mi vagina, el brazo que estaba sobre el monitor lo quité y coloqué esa mano en su cuello de donde me agarré para poder tener más apoyo,  en cualquier momento iba a tener mi orgasmo, era cuestión de segundos, y de que él no dejara de meter y sacar su verga de mi interior.

Cerró los ojos, tensó su cuerpo, y de pronto, ¡wow!, sentí en lo más profundo de mi ser todo su semen, lo que me hizo tener mi orgasmo, el cual anuncié entre gritos y abrazándome más fuerte a él, vaya cogida que él me había dado,  sentí que arrojaba litros de semen en mi interior, al terminar sólo cayó sobre mis tetas mientras yo le acariciaba la espalda, era fantástico, esa cogida había estado de fantasía, nos quedamos quietos por un par de minutos, en los cuales él nunca sacó su verga, y después, al retirarse, pude ver como mis jugos y su semen mezclados escurrían al borde del escritorio, se sentó de nuevo en la silla, su verga estaba igual que mi rajita, llena de su semen y de mis jugos, en el ambiente se podía percibir el inconfundible olor del sexo, -no creas que esto ha terminado-, me dijo mirándome intensamente a los ojos, -límpiamela-, siguió pero ahora agarrándose la verga con dos dedos.

Sabía lo que mi jefe quería, quería que le limpiara la verga con la boca, lo cual hice gustosa, me volví a arrodillar entre sus piernas, para ese tiempo, su verga ya estaba flácida, pero los jugos mezclados no dejaban de escurrir, comencé lamiendo por los huevos, hasta dejarlos bien limpios, para después pasar a meterme su verga en la boca, así, en su estado de reposo me cabía completamente, así que empecé a lamer y al mismo tiempo a chupar, recogiendo en su totalidad mis jugos y su semen, tragándomelo todo, mientras sentía como él posaba sus manos en mis tetas,  acariciándolas y pellizcando deliciosamente mis pezones, lo que estaba haciendo que me volviera a excitar, ya podía sentir como mi rajita volvía a humedecerse, y al mismo tiempo, podía notar como la verga de mi jefe comenzaba a crecer en mi boca producto de las lamidas y chupadas que le daba para limpiarla, aunque ya había terminado, pero me gustaba y me excitaba más el saber que la tenía otra vez en mi boca.

Aquella verga fue creciendo poco a poco hasta que tenía que abrir la boca por completo para podérmela tragar, -levántate-, me dijo quitando sus manos de mis tetas y separando mi cabeza de su pedazo de carne, -¿Por qué?-, le dije con voz mimosa, -no hagas preguntas, levántate-, así que sin otra opción, me levante, -¿y ahora qué?-, -date la vuelta, empínate y recarga las manos en el escritorio, y para tu culito todo lo que puedas separando las piernas-, me dijo como si me estuviera dictando algún documento que quiere, y yo obedecí con presteza, me di la media vuelta, me recargue en el escritorio, abrí las piernas, y me incline parando mis nalgas lo más que pude.

Al instante sentí sus manos en mis cachetes, los cuales sobo y separo, cuando hizo esto, note su aliento en mi ano, lo que más me excitó, pero enseguida su lengua húmeda recorrió mi rajita que termino de mojarse al sentir esto, me lamio totalmente, y de repente me llegaba a penetrar con la punta, y cuando ya estaba bien mojada, paso su lengua a mi ano, lo que me hizo estremecer, ahí se quedo por un par de minutos, los cuales no quería que se terminara, no quería que se terminara.

De pronto, su lengua desapareció, -¿Qué ha…?-, me quede a media frase cuando sentí uno de sus dedos hurgando en donde antes estuvo su lengua, -¿eres virgen de aquí?-, me dijo mientras metía otro dedo y empezaba a meterlos y a sacarlo, -no-, era todo lo que podía decir, ya que sentir eso me estaba matando de excitación, -que bien, así que eres toda una puta, me parece bien, aunque hubieras sido virgen de aquí-, dijo sin sacar los dedos, -de todas formas te la hubiera metido-, y diciendo esto, sentí como se volvía a poner de pie, y puso la punta de su verga en la entrada de mi culito, -prepárate porque te voy a dejar rota por no hacer bien las cosas-.

Comenzó a empujar hasta que el glande atravesó, lo cual me provocó un poco de dolor a pesar de que no era mi primera vez por ese lugar, se quedo quieto por unos segundos, y después volvió a empujar, metiendo un poco más su verga, esto hizo que el dolor se convirtiera en placer cuando el saco un poco la verga, para después volver a meterla, cada vez que hacia esto, metía un poco más la verga, hasta que la tuvo completamente dentro de mí, y sentí como sus huevos pegaban en mi rajita que ya estaba rebosando de mis líquidos por la excitación.

Nos quedamos en esa posición casi por un minuto entero, en ese tiempo pude sentir como sus manos acariciaban mis nalgas, mis caderas, subiendo por mi cintura, y poco a poco se fue recostando en mi espalda mientras sus manos seguían subiendo hasta que llegaron a mis tetas, sobándolas, estrujándolas, y jugando con mis pezones erectos, lo que me hizo suspirar y cerrar los ojos por el placer que sentía, al escuchar mi suspiro, el licenciado se puso en pie, me tomo de nuevo de las caderas, y empezó a sacar y meter su verga de mi culito, a un principio era suave, y mis gemidos eran apagados, pero con forme mis gemidos se convertían en gritos, el aumentaba la velocidad, o no sé si era al revés, con forme el aumentaba la velocidad mis gemidos se convertían en gritos, en fin, como sea que haya sido, la excitación estaba a mil en ambos, los dos gemíamos y gritábamos.

Cuando ambos estábamos a punto de llegar al orgasmo, el bajó la velocidad de sus embestidas, y sin dejar de moverse, llevó sus manos a mi rajita, metiéndome un dedo de golpe, lo que hizo que de mi boca saliera un grito de excitación  así como de placer, entonces el sacó aquel dedo, y lo llevó a mi boca, haciendo que lo chupara con mis propios líquidos, hasta que lo dejé limpio, eso me excitó aún más, por lo cual comencé a mover mi trasero en forma circular, lo que incitó a que él se moviera más rápido, e igualmente, volvió a meter tres de sus dedos en mi vagina, cogiéndome con su verga por el culo, y con sus dedos por mi rajita.

Mis pezones reclamaban atención, así que sosteniéndome con una sola mano, con la otra me comencé a pellizcar mis endurecidos y muy excitados pezones, cuando hice esto, un orgasmo me sorprendió, haciéndome gritar y retorcerme por las sensaciones, en ningún momento él dejó de cogerme por mis dos agujeritos, lo que potenciaba todo lo que sentía, así estuvimos por largo tiempo, tanto que mis piernas comenzaban a entumecerse, hasta que él aumento más la velocidad, anunciándome que estaba a punto de sacar toda su leche, le pedí que no parase, y que no se saliera, ya que yo también sentía que en cualquier momento tendría mi orgasmo.

Tres envestidas más a mi culo con su verga, tres más a mi vagina con sus dedos sobando con su pulgar mi clítoris, y un par de pellizcos a mis pezones, y los dos explotamos, en un gran y bestial orgasmo, a pesar de que él ya se había venido en una ocasión, podía sentir como depositaba grandes chorros de semen en mi culito, mientras que de mi vagina también escurrían líquidos sin parar, y nuestros gritos eran bestiales, poco a poco los dos nos fuimos apagando, hasta que él se salió de mi interior, y yo me desplomé sobre el escritorio un poco agotada.

Cuando tuve un poco de fuerzas, me levanté como pude, me di la vuelta, y lo vi a él ahí tirado en su silla, sin fuerza, y con los ojos aún en blanco, me miré, y por mis piernas escurrían líquidos de ambos, por mi ano salía todo el semen que él ahí había dejado, y también resbalaban mis propios líquidos, tome un poco de ambos en mis manos, y me los llevé a mi boca, después me arrodille de nuevo, y al ver que él no me decía nada, decidí limpiarle la verga con mi boca hasta dejársela limpia, cuando estaba a punto de terminar él me dijo, -Dulce, por dios, eres toda una putilla-, yo solo lo mire a los ojos, y le sonreí con su miembro aún en mi boca.

Cuando terminé de limpiarle la verga, me levante, y con las piernas temblorosas, y así como estaba, Salí de la oficina por mi bolso, como a esas horas ya no había nadie, la verdad no me importó, volví a dentro, y de mi bolso saqué unas toallitas húmedas que utilizo para desmaquillarme, y me trate de limpiar todo el cuerpo lo mejor que pude, hasta que no quedo rastro de nada, después de esto, empecé a vestirme de nuevo, pero al buscar mi tanga no la encontré al instante, cuando levanté la mirada, lo vi con ella en la mano, -¿le gusta licenciado?-le dije acercándome a él, , -claro-, entonces se la quite de las manos, la hice una bolita, y frente a él y muy despacio me la metí en mi rajita la cual aún estaba mojada, la saqué, la extendí, y se la dejé en la mano, me di la media vuelta, y fui a recoger toda mi demás ropa, lentamente me vestí frente a él, como si estuviera en mi propia habitación, y cuando termine, lo mire a los ojos, y le dije, -bueno licenciado, ¿ve que si se hacer bien las cosas?-.

No dejé que me respondiera, salí rápidamente de su oficina, pero era evidente que se había dado cuenta, con velocidad recogí mis cosas que estaban en el escritorio, y me fui a mi casa, cuando llegué, me di un largo y refrescante baño pensando en lo que había pasado, después me fui a mi cama, y dormí tranquilamente, a otro día, me desperté con una idea en la cabeza, no acudí a trabajar a mi hora habitual, fui casi a medio día, y le presenté mi renuncia al licenciado, esa era mi idea, no di ningún motivo, pero a pesar de que me había cogido como nadie, ya no tardaba en regresar mi amiga a la que cubría, y sabía que de quedarme el tiempo que faltaba, no iba a querer dejar aquel puesto ni a aquel licenciado.

Mi primer y último trabajo, lo empecé mal, y lo terminé con una espectacular cogida, cerré con broche de oro, después de esto, el licenciado me busco un par de veces más, pero me negué rotundamente, porque no lo necesitaba a él para que me cogieran rico, al ver que no accedía, se busco a otra a quien cogerse, y yo seguí disfrutando con mi querido primo.

 Besitos.