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Cosas de la vida.

en Parodias

*Cosas de la vida.

-Si dios y usted lo permite, aquí nos veremos el próximo lunes en su programa, cosas de la vida, y mientras tanto, que dios los bendiga-.

Esta es la frase con la que la conductora Rocío Sánchez Azuara cierra su programa -Cosas de la Vida- cada noche, un programa en que presenta casos supuestamente reales, y aparentemente les da solución durante el mismo, lleva haciendo este tipo de programas desde hace mucho tiempo, pero un viernes algo cambio. Se corría el rumor de que su programa saldría del aire después de permanecer años en las pantallas del pueblo mexicano, a final de cuentas, el programa se seguirá transmitiendo, pero, ¿Cómo le hizo para que permaneciera y no la botaran?, o más bien deberíamos preguntarnos ¿Qué hizo?

Pues yo puedo contestar esa pregunta, estuve ahí sin que nadie se diera cuenta, lo presencié de primera mano, y he de decir, que la señora se jacta de que es una mujer recta, y dice que nunca haría nada indebido o denigrante con su persona para conseguir algo, pero, lo que yo miré aquella noche de Viernes, tira abajo todo lo que ella cree de ella misma, y ¿Quién soy yo?, al final les diré quién soy.

-¡Estamos fuera!-, dijo el productor cuando el programa finalizó, y mientras la señora Rocío se quitaba el micrófono, el mismo productor se acercó a ella y le susurró al oído, -al programa solo le queda una semana de transmisiones, ya que entran nuevos programas-.

-¿Qué?, ¿Cómo dices?, ¿Quién dio la orden?-, interrogó la gran señora con una expresión aterrada en el rostro, e igualmente en susurros.

-¿Pues quien va a ser?, los altos ejecutivos-, dijo el productor encogiéndose de hombros.

-Tendré que hablar con ellos, no me pueden sacar del aire, y menos avisarme una semana antes-, dijo la señora con altivez en la cara.

-Suerte, no me quisieron atender a mi-, mencionó el productor con sus ojos cansinos.

-Pues a mí me tendrán que ver, ¿todavía están aquí?-, dijo mientras empezaba a caminar.

-Sí, están en reunión, ya solo están 5 de ellos-, dijo el productor algunos metros atrás.

Rocío empezó a caminar incluso antes de que su productor terminara de hablar, salió del estudio sin cambiarse la ropa que llevaba puesta, iba enfundada en un vestido negro, de tela vaporosa, ajustado al cuerpo, entero, con breteles que dejaban ver su espalda desnuda, que cubría con un saco liviano que había colocado sobre sus hombros, los zapatos de tacones altos, exaltaban su figura y dejaban ver sus hermosas piernas, la habían maquillado sugerentemente y bien perfumada y con el cabello suelto, caminaba muy segura de sí misma, tal y como se mira en la pantalla.

Llegó a un par de puertas metálicas, pulsó el botón, y llamó al elevador, solo tuvo que esperar 2 minutos antes de que llegara, cuando se abrieron las puertas, la gran señora subió, dentro solo estaba el que controlaba el elevador, al verla, el hombre no pudo evitar abrir bien grandes los ojos al instante se recupero de ver a tan impresionante señora.

-Buenas noches, ¿A qué piso va?-, pregunto sin dejar de mirar el tablero de los números.

-Buenas noches, voy al último-, dijo Rocío serrando los ojos, -tengo que hablar con los jefes del canal-, repuso recostándose en una de las paredes del elevador.

A través de las paredes metálicas del elevador, el hombre no podía dejar de mirar a la señora, su cuerpo perfecto envuelto en aquel vestido, se miraba fabulosa ante los ojos del hombre, no podía creer que se viera tan bien a la edad que decía tener, sus tetas tan firmes, ese culo de infarto, esas piernas que invitan a perderse un buen rato entre ellas, su boquita de labios tan suculentos y perfectos para mamar, sus ojitos, su cabello, con todo esto, el pobre hombre no pudo evitar tener una potente erección que intentaba ocultar.

Sin que ella se diera cuenta, el hombre no dejaba de mirar a Rocío por las paredes del elevador, poco a poco le fue quitando el saco que traía, para inmediatamente sacarle el vestido, y dejarla en ropa interior, y más rápido que un flash, desaparecer el resto de prendas, y dejarla solo con sus tacones, todo esto lo hizo en 5 segundos, y después el hombre se vio mamando sus tetas, mientras ella le masturbaba, y gemía sin parar pidiendo más, al siguiente segundo, el hombre se miro empinando a la señora, y a él detrás de ella metiéndole la verga hasta lo más profundo, hasta llenarla de su leche caliente, en menos de 15 segundos, el controlador del ascensor ya se había cogido a Rocío Sánchez Azuara en su elevador, fue tan fuerte y vívida su fantasía, que el hombre terminó ensuciando sus pantalones de su propio semen, y sin haberse tocado.

Rocío no podía ver como el hombre frente a ella la miraba ya que iba con los ojos cerrados inmersa en sus pensamientos, no podía creer que fueran a cancelar su programa así como así, era algo injusto, y más que le avisaran una semana antes, no sabía cómo, pero ella tenía que convencer a los directivos de dejarla al aire, iba a hacer lo que fuera necesario para lograrlo, fue sacada de sus pensamientos cuando la campanilla del elevador y la voz del hombre anunciaron que habían llegado, inmediatamente abrió los ojos, y miró que el hombre estaba un poco sonrojado, se le hizo un poco raro, pero ella pensó que era por el calor.

-Gracias-, dijo mientras salía.

-No hay de qué-, contestó el hombre con la voz sofocada, y sin dejar de mirar ese par de nalgas que se alejaban por aquel pasillo frente a él.

Todo el camino a la sala de juntas donde estaban reunidos los jefes, la señora Rocío fue pensando en sus argumentos que diría para que no le cancelaran el programa, que si había ayudado a mucha gente, que si era el programa con más puntos de rating, que si era la que más seguidores tenía, en fin, pensaba en una y mil escusas que decir, no sabía cómo, pero tenía que hacer lo necesario para que no la sacaran, fuera lo que fuera, no importaba que fuese.

Al llegar a la puerta de la sala de juntas, la señora Rocío se detuvo un par de segundos, en el pasillo a excepción de ella, no había nadie, lo cual la intranquilizó un poco, y frente a ella, la puerta que definiría su destino en aquella televisora; exhaló un gran suspiro que nadie escuchó, levantó una de sus finas y delicadas manos, y con los nudillos tocó a la puerta, después de un largo minuto, aquella puerta se abrió, y apareció un hombre de traje negro, de buen corte, bien peinado, y no tan joven que la miró de pies a cabeza con los ojos como platos.

-Señora Rocío, ¿qué hace usted por acá?-, dijo aquel ejecutivo mientras abría más la puerta, y le daba la mano para saludarla.

-Necesito hablar con ustedes-, indicó ella mirándolo fijamente -¿puedo pasar?-.

-Claro, pase usted-, dijo haciéndose a un lado para que ella pasara, mientras lo hacía, él no quitaba la mirada de su cuerpo, y al darle ella la espalda, los ojos de aquel ejecutivo, se dirigieron inmediatamente a su trasero.

En la sala de juntas había una gran mesa redonda, con unas 15 sillas alrededor de ella, de las cuales solo dos de ellas estaban ocupadas en ese momento, la silla principal, con el respaldo un poco más alargado que los demás, era ocupada por el ejecutivo mayor, un hombre de unos 50 años, igualmente de traje, solo que azul marino, y que la miraba interrogadoramente, la silla de su derecha era ocupada por otro hombre, un poco más joven que el anterior, de traje gris, y este la miraba extrañado, después se les unió el que le había abierto la puerta, sentándose a la izquierda del jefe.

-Señora Sánchez Azuara, ¿en qué le podemos ayudar?-, dijo el jefe.

-Pensé que estaban 5 de ustedes-, mencionó ella dirigiéndose a quien le hablaba.

-Ho sí, claro que estábamos 5 de nosotros, pero lamentablemente dos se tuvieron que retirar por asuntos familiares, ahora, vuelvo a repetir mi pregunta, ¿en qué le podemos ayudar?-, volvió a hablar el jefe mientras se reclinaba en el respaldo de su silla, -si es breve, se puede mantener de pie, si no, puede tomar asiento-, dijo mientras con la mano señalaba una silla.

-No gracias, seré breve, solo tengo una pregunta, ¿por qué saldrá del aire mi programa?-, dijo ella mirando severamente a su interlocutor.

-por una simple y sencilla razón, vienen programas nuevos, y tenemos que renovarnos-, ahora habló el ejecutivo de su derecha.

-Pero…, llevo años con mi programa-, dijo ella sin dejar de mirar al principal.

-Ese es el detalle-, agregó el de su izquierda, -lleva usted años en pantalla, es hora de mostrar nuevas caras-.

-Ustedes no pueden sacarme así como así-, dijo la gran señora mientras se sostenía del respaldo de la silla más cercana a ella.

-Claro que podemos-, dijo el jefe, -de hecho, ya lo hicimos, y este viernes es su último programa, así que valla pensando en una buena despedida-.

-Por… favor…, no me saquen del aire, haré lo que sea, diré lo que ustedes quieran, pero no me quiten de la pantalla-, dijo la gran señora mirando sus manos que agarraban el respaldo de la silla, sabía que todo lo que había pensado decir no serviría de nada, así que solo quedaba la última opción, -suplicar-, ella sabía que le pedirían algo, no sabía qué, pero fuera lo que fuera, tendría que aceptar.

-¿Está segura de lo que ha dicho?-, dijo el que estaba sentado a la derecha del jefe.

-Si por supuesto, ustedes saben mejor que nadie que lo que digo lo cumplo-, dijo ella ahora si mirándolo a los ojos.

-Perfecto-, dijo el hombre, -ahora, háganos el favor de esperar afuera, necesitamos pensar y después le hablaremos-.

La gran señora salió de la sala inmersa en sus pensamientos, sin darse cuenta de la mirada lasciva del ejecutivo que le había pedido esperar afuera, al salir, Rocío se fue a sentar a unos pequeños sofás que aparentaban ser una sala de espera, la confusión reinaba los pensamientos de la señora, no sabía que le pedirían, pero fuera lo que fuera lo tendría que cumplir. El tiempo pasaba, y nada que le hablaban, antes de que el reloj del pasillo marcara las 9:00 p.m. decidió levantarse para caminar un poco, 5 minutos después, ella destinó sus pasos al WC para damas, entró, realizó sus necesidades fisiológicas, y al lavarse las manos, se miro al espejo, tomando su bolso para retocarse el maquillaje, se alisó el cabello, y se colocó algunas gotitas más de perfume, al sentirse perfecta, salió del lugar, y regresó a sentarse de nuevo en el sofá en el que había esperado. Cerca de las 9:30, se volvió a abrir la puerta que había estado viendo con tanta fijeza.

-Señora Sánchez Azuara, haga el favor de pasar-, ella se levantó, y caminó con paso decidido de nuevo adentro de la sala de juntas, volvió a ver la misma escena que había dejado al salir, y se colocó detrás de la misma silla que antes.

-hemos tomado una decisión-, dijo el jefe principal sentado al centro de ellos, -no sacaremos el programa del aire, pero…, tenemos condiciones-, volvió a hablar, la señora Rocío sopesó lo que le acababan de decir, pero lo que no sabía, era que mientras ella había estado afuera, lo que los tres hombres discutieron durante casi una hora, era el cuerpo que ella tenía, y como se veía con ese vestido, y como se vería desnuda.

-Lo que sea-, dijo ella sin saber bien a bien en que se estaba metiendo.

-Muy bien-, dijo el tipo que le había abierto la puerta mientras se reclinaba en su silla con una sonrisa maliciosa en la cara, lo cual hizo que Rocío se intranquilizara, -como dijimos, hemos decidido no sacar el programa del aire, pero si, y solo si usted se porta bien con nosotros tres, ¿me entiende?-.

-La verdad es que no sé de qué habla-, contestó la gran señora ya visiblemente nerviosa, y algo molesta.

-Bien, te lo pondré claro Rocío, dijo el tipo empezando a hablarle de -tú- a la señora, y poniéndose de pie para caminar a donde ella, -la verdad, tienes un cuerpo maravilloso, y queremos pasar un momento lindo contigo, que disfrutes y nos hagas disfrutar, de ti depende que la decisión que tomamos de dejar tu programa en pantalla siga de pie o se venga abajo, si lo piensas bien, verás que tengo razón, pero como dije, de ti depende-.

-Piénsalo bien, si coperas con nosotros, te prometo que tu programa no se cancela-, dijo el jefe.

Entonces Rocío entendió de que se trataba, aquellos hombres querían sexo para no sacarla de la pantalla, pero ahora ¿qué hacer?, ella empezó a temblar y a llorar para sus adentros de impotencia y rabia, ya que ella era una dama, y ella misma decía que nunca haría nada humillante para conseguir algo, pero ya la había regado al decir que -haría lo que fuera-, y no podía retractarse, estaba en las manos de aquellos tres hombres, no le quedaba otra salida.

-Está bien, acepto-, dijo ella mientras se quitaba el saco que traía puesto y lo dejaba en aquel respaldo del que se sostenía, entonces miró a los ojos de aquellos hombres, y notó el deseo y la lujuria que en ellos había.

Los dos hombres que se habían quedado sentados se pusieron de pie al mismo tiempo que el hombre que le había hablado pasaba un brazo por la cintura de la Señora Rocío Sánchez Azuara, ella caminó a lado de aquel hombre a donde los demás, y en el camino observó como los dos que la aguardaban se despojaban de sus sacos y sus corbatas, no podía creer lo que estaba a punto de hacer, era increíble, ella misma estaba a punto de romper su propia promesa de no conseguir favores a expensas de su cuerpo.

Al llegar a aquel sitio, sintió como el hombre que la había acompañado hasta ahí, pasaba la mano por encima de su vestido, tocándole las nalgas, al mismo tiempo, el otro hombre a lado del jefe, se acercó, le corrió los breteles y con ayuda del primero, la dejaron casi desnuda, parada frente a esos tres hombres, tan solo con un pequeño brasier sin tirantes, de media copa, liso, a juego una minúscula tanguita, ambas prendas de color negro, la gran señora se encontraba temblando más y más sin poder controlarlo, y cerró los ojos.

-Tranquila, solo déjate llevar-,le dijo uno de los tres al oído mientras la despojaba del brasier, dejando ver un par de perfectas tetas, , grandes sin exagerar, turgentes, y de una redondez exquisita, mientras que otras manos le bajaban aquella minúscula tanguita por sus preciosas piernas, hasta quitársela por completo, y dejarla desnuda frente a ellos.

-Hmmm, ahora si mamita, verás lo bien que lo vas a pasar con nosotros-, dijo uno de ellos, y la gran señora abrió sus ojos para ver qué pasaba, y descubrir que encima de la mesa, ya habían puesto una manta sacada de quien sabe dónde, entonces, desde detrás de ella aparecieron un par de manos que aferraron sus tetas sobándolas con vehemencia, mientras un miembro duro por debajo de un pantalón se frotaba contra sus nalgas, esto hizo que la temperatura de Rocío incrementara, y su respiración también sin que ella pudiera hacer algo para detener las reacciones de su cuerpo.

-Esperen, yo primero-, dijo el jefe mientras se empezaba a quitar la ropa, -tiene unas sabrosas tetas que quiero para mí-, luego la tomó por la cintura, la alzó y la sentó sobre la mesa que estaba cubierta, entonces el jefe acercó su boca a los pezones de Rocío y comenzó a chuparlos suavemente, mientras que con sus manos le amasaba ambas tetas, sintió enseguida como cambiaba la gran señora, , alterando su respiración y a medida que avanzaba con sus caricias, la gran señora Rocío Sánchez Azuara se abandonaba a sus jadeos, los otros dos individuos miraban como cambiaba el estado de ánimo de aquella mujer, y no lo podían creer, y a partir de esa visión, se integraron a la fiesta, para lo cual se despojaron de todas sus ropas.

Debido al repentino arrebato de sus sensaciones, ella volvió a cerrar los ojos, y podía sentir como los otros dos individuos metían mano por todo su cuerpo, la acostaron sobre la mesa, para acto seguido, abrirle las piernas, y que uno de ellos se acomodara entre ellas para chuparle su rajita, el jefe seguía jugando con sus tetas, mientras que el tercero le arrimaba

Empezó la gran señora a sentirse bien, a permitirse soltar sus jadeos, claro, no podía hacerlo con gran estruendo debido a la verga que se estaba comiendo por la boca, pero su cuerpo, a pesar de estar sometido a esos tres hombres, comenzaba a arquearse y contornearse de placer, esto fue advertido por los hombres con buen ánimo, ellos decidieron cambiar de posiciones, y así, el que le estaba metiendo la verga en la boca, quiso metérsela en su rajita, para lo que levantándose todos, fueron a un sofá que estaba cerca, a donde se sentó el hombre, para después sentar a la gran señora con las piernas bien abiertas, los otros dos le ayudaron a irse sentando poco a poco hasta que le entró totalmente, para dejarla bien clavada, entró muy fácilmente debido a la dilatación y a la excitación que tenía Rocío, estaba viviendo una pesadilla, pero era la pesadilla más excitante que jamás hubiera experimentado.

Montada sobre aquella verga, Rocío Sánchez Azuara comenzó a mover sus caderas lentamente llevando su propio ritmo, el hombre levantó las manos para amasar sus deliciosas tetas, pellizcó sus pezones y también comenzó a mover su cuerpo aún debajo del de ella, sus sexos se encontraban chocando constantemente haciendo que la penetración fuera completa, profunda y plenamente satisfactoria para ambos.

La gran señora no sabía si integrarse más a la fiesta o negarse a ello, estaba muy avergonzada, pero a su vez gozaba como una auténtica perra, para todo esto, el hombre que le había estado chupando la rajita, pasó a ponerle la verga en la boca, para que Rocío le devolviera la gentileza, y ella se la chupó con ganas y todo su esmero, pretendiendo devolver la gentileza y el buen trato recibido, tomando a esa verga por el tronco con una mano y con la otra acariciando los huevos delicadamente, todo sin dejar de mover sus caderas para que la verga de debajo de ella no dejara de cogerla, la señora se sacaba la verga, la escupía, y se la volvía a meter en la boca, jamás en la vida ella había disfrutado tanto mamar una verga como en aquella oficina, el trabajo oral fue a tal punto que el hombre le acabó en la boca y la obligó a que se tragara toda su leche sin desperdiciar nada, Rocío no solo tragó todo con una sonrisa en la boca, sino que pasó su lengua por los labios y hasta donde le alcanzó su largo, tratando de captar alguna gota de semen que hubiera caído afuera.

El jefe y el hombre al que acababa de despachar Rocío se quedaron viendo como ella y el otro de ellos seguían cogiendo en el sofá, la señora ya estaba completamente entregada a esa pequeña orgía, ella lo cabalgaba como loca, subía y bajaba dejándose caer con todo su peso, enterrándose la verga de aquel hombre hasta el fondo, y sin que él dejara de pellizcarle los pezones, los movimientos de ambos se hacían cada vez más rápidos, hasta que con un grito gutural, el hombre terminó dentro de la vagina de Rocío llenándola completamente de su leche caliente.

El hombre que estaba debajo de Rocío le ayudó a levantarse con delicadeza, sacando su verga del interior de ella, se encontraba ya muy cansada por lo vivido, creía que ya se había acabado, pero se equivocaba, el jefe la tomó del brazo, y la llevó de nuevo a la mesa, la hizo parar al borde de la misma, separando las piernas, y apoyando su cuerpo sobre la frazada, hizo que se tomara con las manos del centro de la mesa, para que no se callera ya que se le doblaban las piernas debido al cansancio, sintió la señora, apenas se había acomodado, como la cabeza de una verga se introducía en su vagina sin mayor dificultad, y después de dos o tres embestidas, sintió esa misma verga pujar en la entrada de su culito, pero debido a lo estrecho de aquel lugar le fue imposible hacerlo, y a causa del agotamiento de ella, no tuvo las fuerzas suficientes para negarse, y menos para decir que nunca se la habían metido por ese lugar.

El jefe no cejaría en tratar de meter su verga en aquel culito, así que se untó uno de los dedos con saliva, y poco a poco se lo metió a ella en ese agujerito, lo metió y lo sacó en repetidas ocasiones, después hizo lo mismo con un segundo dedo, luego le llenó el ano con más saliva, tomando a Rocío de los hombros con una mano, con la otra guió su verga a la entrada de aquel culito, y comenzó a presionar, hasta que ella más relajada debido a la aceptación, permitió la penetración, al disminuir la tención del cuerpo, la cabeza de la verga se abrió camino y entro en aquel ano virgen después de mucho trabajo.

-Por favor, sáquemela, duele mucho-, dijo Rocío apenas con un hilo de voz, y unas lágrimas asomando por sus hermosos ojos, ya que sentía un dolor increíble.

-Ya esta mamita-, dijo el jefe con un resuello, al sentir como aquel culito le apretaba deliciosamente la cabeza de la verga, -ya entró la cabeza, ahora te la voy a meter toda, y vas a ver cómo te gusta-.

-Está bien-, dijo ella con el mismo susurro, -solo que hágalo despacito que nunca lo había hecho por ahí-.

El jefe empezó a moverse con lentitud sacando y metiendo su verga y en cada arremetida, la metía un poco más hasta que sus huevos tocaron los labios vaginales de la señora, y así se quedó un par de segundos, segundos en los que la señora sentía como aquella verga le llegaba muy adentro, no podía creerlo, pero aquella nueva experiencia le estaba agradando demasiado, contrariamente del dolor, le gustaba, y le gustaba tanto, que a pesar de que sentía su ano adolorido, ya no quería que se la sacaran, y sentía como su culito antes virgen, se adaptaba al grosor de aquella verga.

Entonces el hombre comenzó a moverse, metiendo y sacando su verga del culito antes estrecho de la señora Rocío, a lo que los otros dos hombres miraban la escena con los ojos muy abiertos, ya que el jefe era el que tenía la verga más grande y gruesa de ellos tres, no podían creer como era que a ella le cabía por completo, y mucho menos como era que lo estaba disfrutando, porque de la boca de ella, ya empezaban a salir gemidos de placer y excitación, al mismo tiempo, ella sentía como su vagina volvía a estar húmeda de sus jugos, y como sus pezones ya erectos, rozaban la frazada, mandando un estimulo extra a sus sensaciones, excitándose cada vez más con cada embestida y cada frotamiento en sus tetas.

Los gritos y gemidos de excitación de la señora Rocío sacaron de su estupefacción a los dos hombres, y mientras el jefe bombeaba en aquel culo, uno de ellos se subió a la mesa, y acercó a la boca de ella su dura verga para que se la mamara, ella al sentir la punta en sus labios, se estiró lo más que pudo, y empezó a lamer con ganas, y a chupar con esmero y descaradamente, como la puta más puta del mundo, el jefe al ver aquello, dejó la suavidad que hasta el momento había tenido con el culo de Rocío, y se dispuso a darle verga con la fuerza que estaba reprimiendo, para lo cual se afirmó con las dos manos a las caderas de ella, y se comenzó a mover con más velocidad y fuerza, sin importarle si le hacía daño.

La señora Rocío debía sacarse la verga de la boca para respirar, y cada vez que lo hacía, el jefe le daba un azote en las nalgas, lo que también empezaba a darle calentura, ella no podía creerlo, en su matrimonio nunca le habían hecho eso, y ahora que se lo hacían, lo estaba disfrutando, le gustaba, le dolía, pero le gustaba, y mentalmente pedía más verga y más duro, mientras que con una de sus manos como podía se masturbaba para volver a tener un orgasmo, Rocío sentía que le venía el tan ansiado orgasmo, entre nalgadas, la verga que tenía en el culo que la partía, y la que se alojaba en su boca que le atravesaba la garganta, y entonces llegó, le llego tan fuertemente que gritó su orgasmo con ganas, a pesar de que el jefe le dio otra nalgada.

Al sentir, ver, y oír como acababa de venirse Rocío, los dos individuos tuvieron su respectivo culminación casi simultáneamente, uno en el culo, dejándoselo a rebosar de leche calientita, y el otro en la boca, haciendo que la señora Rocío se tragara todo su semen hasta la última gota, al terminar, y dejar aquella verga limpia, ella se dejo caer en la mesa, agotada por la excitación, la calentura que sentía, y todo lo vivido en esa sala de juntas, los tres hombres decidieron darle un pequeño descanso ya que eso no había terminado aún, y después de descansar 5 minutos, uno de ellos ayudo a la señora a llegar al pequeño baño privado a limpiarse.

-Eres maravillosa a la hora de coger-, dijo el que le ayudaba, -¿Quién lo pensaría?, te manejas como una dama, pero eres toda una puta, date prisa, porque esto todavía no se acaba-, terminó de decir, y la dejó sola.

Una vez sola en el WC, Rocío vio con agrado que tenía un lavamanos, y había toallas, así que sin pensarlo dos veces, mojó una, y se la pasó por todo su cuerpo para quitar el sudor que tenía, cuando terminó, sintió como el semen que aquellos hombres le habían echado en sus dos agujeros, todavía le escurría por sus piernas, con la misma toalla se limpió, pero al pasarla por su rajita, la textura suave de la tela le produjo de nuevo excitación, era evidente que esa parte aún estaba sensible, pero no pudo dejar de pasarse la toalla por aquel lugar, haciendo que poco a poco se comenzara a excitar de nuevo, por más que quería resistirse, su cuerpo le comenzaba a pedir más, y ya no pudo razonar, se dejó llevar como antes, y estaba dispuesta a continuar con lo que aquellos tres hombres quisieran, a pesar de su cansancio.

La señora Rocío, se limpió lo mejor que pudo, y al salir, solo encontró a dos de los hombres que se la habían cogido, al jefe sentado en su silla aún desnudo, y al hombre que le abrió la puerta, y le hizo la propuesta sexual, también desnudo, y de pie a un par de metros de donde estaba ella, no pudo evitar mirar directamente a su verga erecta, y al mirar, su cuerpo volvió a pedirle más, no se reconocía, estaba hecha toda una puta caliente, y así mismo se sentía, una puta rogando por trabajo.

-Hmmmm, ¿y el otro?-, dijo la señora sin dejar de ver aquella verga que llamaba su atención, y caminando a donde estaba su propietario.

-Nuestro compañero se tuvo que retirar de esta pequeña fiesta-, dijo el jefe poniéndose de pie, -tenía algunos asuntos familiares-.

-Así que ahora solo seremos nosotros tres-, dijo el otro individuo, -como te dije, esto aún no termina, nuestro compañero quedó satisfecho con tu desempeño, y el está de acuerdo de que tu programa se quede en pantalla, pero…, nosotros dos, aún no estamos del todo seguros, ¿cierto jefe?-.

-Así es licenciado-, dijo el jefe acercándose desde atrás a la señora Rocío, -aún no quedamos bien convencidos-, agrego al mismo tiempo que apoyaba su dura verga entre las nalgas de la señora, y pasaba sus manos por debajo de sus brazos, aprisionando sus voluminosas tetas, empezando a sobarlas y a apretujarlas tan ricamente, que la señora ya no supo más de decoro, principios ni reglas, se abandonó al deseo, la calentura, y sus ganas de verga, mientras sentía aquellas manos tocando sus tetas, mientras que otros dedos le acariciaban su rajita que ya estaba completamente húmeda.

-Quiero esa jugosa rajita-, dijo el jefe al oído de Rocío.

-Es tuya-, replicó ella casi sin voz debido a la excitación que iba creciendo.

-Yo quiero ese culito-, dijo el otro individuo en el otro oído de la señora.

-También es tuyo-, dijo ella con el mismo tono de voz, -todo mi cuerpo es suyo, hagan conmigo lo que quieran-, agregó mientras entrelazaba sus brazos alrededor del cuello del hombre que hundía sus dedos en su rajita, los dos hombres se vieron a los ojos brevemente, y asintieron, con una sonrisa de satisfacción y un brillo lujurioso en los ojos, sabían que aquella señora era completamente de ellos por esos momentos, y no desaprovecharían aquella oportunidad.

Llevaron a la señora Rocío al mismo sofá en el que había cabalgado furiosamente a uno de los tres, se sentó el jefe, y el otro hombre hizo que Rocío se arrodillara frente a él, era la primera vez que veía realmente la verga del jefe, ya que solo la había sentido meterse en su culito antes de aquella noche virgen, y en verdad la vio enorme, en ese momento ella misma se preguntó sorprendida -¿cómo era posible que aquello le hubiera cabido en su ano tan cerrado y estrecho?-, no lo entendía, pero no tuvo tiempo de seguir pensando, ya que una mano fue guiando su cabeza a la entrepierna del jefe, al instante la señora cayó en cuenta de que le pedían mamar aquel gran pedazo de carne, no sabía si le cabría en la boca, pero haría el intento, su calentura se lo exigía.

Rocío Sánchez Azuara estaba dispuesta a hacerle la mejor mamada de su vida al jefe, claro, todo lo que ella hacía, tenía que hacerlo bien, y si no, buscaba perfeccionarlo hasta que saliera como ella quería, , y eso no iba a ser la excepción, entonces mirándolo a los ojos, y sin dejar de hacerlo, comenzó a frotar sus tetas en sus piernas, para después recorrer con su lengua toda la longitud de aquella verga, y cuando su boca rodeó la cabezota, el jefe pensó que para ser una señora supuestamente decente, sí que sabía cómo mamarla, y la mamaba realmente de campeonato, luego el jefe la tomó por la nuca, impidiendo que la señora viera todo lo que pasaba a su alrededor, entonces sintió las manos del otro hombre en sus caderas, agarrándola para que levantara su culito ofreciéndoselo.

Ya no era necesario que el jefe le siguiera sosteniendo la cabeza a la señora Rocío, ya que ella llevaba un ritmo de mamada constante, el cual hizo que el jefe entrecerrara los ojos solo un poco para no perder un solo detalle de todo ello, el hombre sentía como su lengua se paseaba por el tronco de la verga, para después juguetear en círculos en su glande, lo que hacía que el hombre sintiera latigazos de placer recorrer toda su espina dorsal, a todo esto, la señora pudo sentir como el otro individuo hundía su cara entre sus nalgas, y recorría con su lengua toda la línea divisoria entre estas, deleitándose en aquel culito recién estrenado, no pudo evitar cerrar los ojos, perdiendo el contacto con los del jefe, y menos reprimir un gemido que quedó ahogado sobre la verga que tenía en la boca.

Rocío gemía cada vez que aquel tipo le dedicaba cierto tiempo a su culito, después de unas cuantas lamidas más, ella sintió como le escupía en aquel lugar, e inmediatamente como apoyaba la cabeza de su verga en su entrada trasera, ella detuvo la mamada al jefe, esperando la penetración, lo que el jefe agradeció, ya que de seguir aquella lengua jugando con su verga, no tardaría en eyacular en aquella boquita, ella no pensaba resistirse a la penetración, ya se lo habían desvirgado, y a pesar del dolor que había sentido, lo había disfrutado mucho, entonces se produjo lo que ella con tanta ansia esperaba, y sintió como la cabeza de aquella verga le abría su culito otra vez, poco a poco el hombre se la fue metiendo muy lentamente, Rocío sentía como se abría paso el resto de aquella verga en su culito, lo cual disfrutaba de sobremanera.

Cuando los huevos del hombre chocaron con la rajita de Rocío, él se quedó quieto disfrutando aquella estrechez que le oprimía la verga tan deliciosamente, ella gimió de placer, indicándole al tipo que estaba disfrutando, entonces la señora retomó su mamada a la verga que aún tenía en la boca, y el tipo se puso a sacar y meter su verga de aquel culito tan estrecho a pesar de haber sido desvirgado hacía poco tiempo, y poco a poco fue incrementando la velocidad de sus embestidas, el jefe no sabía si era su imaginación o que era, pero la mamada que estaba recibiendo de labios de Rocío, le parecía la mamada más rica y sabrosa que hubiera recibido en su vida entera, en verdad la estaba disfrutando más que la anterior.

El jefe sabía que de seguir así, no podría aguantar por mucho más tiempo, las rápidas envestidas de su colega en aquel culo, marcaban al mismo tiempo el ritmo y la intensidad de las succiones que ella daba a su verga, era magnífico sentir su verga deslizarse dentro de aquella boquita, mientras ella lanzaba gemidos de placer que prendían más a los dos hombres, dos o tres embestidas más a aquel culito, y por consiguiente, dos o tres arremetidas más en la boquita de aquella hermosa señora, y el jefe estalló entre gritos y gemidos, en la eyaculación más grande, abundante y fenomenal de la que tuviera recuerdo, el hombre sentía sus piernas debilitarse, poco le faltó para desfallecer y perder el sentido.

La señora Rocío se vio obligada a tragar todo aquel semen que el jefe depositaba en su boca, no podía separarse de ese pedazo de carne, en parte debido a que el hombre que la enculaba, estaba pegado a sus nalgas bombeando como un perro a su perra, sosteniéndola por sus caderas o de las tetas, imposibilitándola para moverse o separarse, y en parte, porque ya le había encontrado el gusto a aquella leche caliente, y limpiaba aquella verga con deleite de todo resto de semen que quedara, al seguir aquel miembro rodeado por los labios de Rocío, y al seguir recibiendo caricias de su lengua, no tardó en ponerse dura de nuevo adentro de su boquita, llenándola por completo otra vez, el hombre detrás de ella no paraba de meterle y sacarle la verga con gran vigor.

-Espera-, dijo el jefe con la voz estrangulada, -déjame sacársela de la boca y metérsela en su rajita, porque si sigo con la verga en su boca, no voy a aguantar y se la voy a llenar de leche otra vez.

-Está bien-, dijo el hombre con un resuello, y acto seguido, se separó de entre las nalgas de Rocío, observando con exultante gozo que aquel culito antes cerrado, había quedado muy dilatado, se había formado algo así como un cráter entre las dos nalgas, pero el hombre quedó más sorprendido al mirar otra cosa, la mano de aquella señora entre sus piernas, -¿por dios!, esta perra se estaba masturbando mientras le metíamos la verga-, dijo mirando al jefe, y en efecto, tres dedos de la mano derecha de la señora entraban y salían furiosamente de aquella rajita empapada en líquidos, en tanto no dejaba de mamar la verga que tenía enfrente con los ojos cerrados, y gimiendo cada que sus dedos se metían en ella.

El jefe reincorporó a la señora Rocío, sacando suavemente su verga de aquella boquita que tan bien le había tratado, ella no protestó ya que aún se encontraba con los dedos metidos hasta lo más profundo de su rajita, al mirar esto, el jefe la abrazó, y suavemente retiró la mano de ella de donde estaba, mientras le decía algo al oído, ella abrió sus ojos mirando al hombre con lujuria, el permaneció allí sentado esperando, Rocío Sánchez Azuara se sentía realmente caliente, bajó su mirada a la verga del jefe, y el deseo y la lujuria, terminó de invadir cada célula de su cuerpo.

La señora Rocío le sonrió al jefe, y arrodillándose en el sofá con las piernas abiertas, se acomodó de frente a él, la tomó por las nalgas, y acercó su boca a las tetas de ella, mamando sus pezones alternativamente, haciendo que Rocío gimiera de placer, después, ella bajó lentamente, agarró la verga del jefe, la acomodó en la entrada de su rajita, siguió bajando, y aquella verga le fue entrando lentamente, cuando estuvo toda adentro, ella comenzó a cabalgarlo rítmicamente, luego de unos 5 minutos, sintió una mano en su espalda, la cual le indicaba que se inclinara, ella obedeció y se abrazó al cuello del jefe.

El hombre que estaba detrás, se colocó de nuevo entre las nalgas de Rocío, las cuales eran abiertas por las manos del jefe, volvió a apuntar a aquel culito, y la ensartó de un solo movimiento, ella no dijo nada, al contrario, al sentir como la volvían a coger por el culo, simplemente sonrió, su sonrisa se ensanchó cuando los dos hombres se empezaron a mover, como era obvio, el que estaba en su culo se movía más que el que estaba debajo, pero igualmente estaba disfrutando, al tener las dos vergas dentro de ella, la gran señora Rocío Sánchez Azuara, se sentía realmente como una puta, ella sabía que jamás en la vida había sentido tanto placer teniendo las piernas abiertas, y lo mejor era que lo estaba disfrutando.

Estando así, Rocío tuvo un nuevo orgasmo, el cual fue anunciado con gritos y gemidos que se pudieron haber escuchado por todo el piso, cuando todo pasó, ella se recostó sobre el pecho del jefe sin moverse, todo su cuerpo temblaba, pero ellos no paraban de cogérsela, sudaba como nunca, ni siquiera cuando hacia ejercicio sudaba tanto, el jefe también estaba sudoroso, lo que contribuía a que sus cuerpos empapados se hicieran un tanto resbalosos.

-Como te gusta ¿verdad zorra?-, dijo el hombre que le perforaba el culito.

-Me encanta-, dijo ella con una voz que apenas se escuchaba –sigan…, quiero más-.

Ellos siguieron dándole como ella había pedido, pero ya no aguantaba más en esa posición, así que hizo que los dos se detuvieran, se levantó, sentó al hombre que le daba por el culo, se colocó de espaldas a él, agarró su verga, y se la acomodó en su culito, luego bajó hasta que la tuvo toda adentro de nuevo, después se recostó en su pecho, y le abrió las piernas al jefe para que se la metiera en su rajita y se la cogiera otra vez, el jefe tomó sus piernas, las levantó un poco, y se la comenzó a meter, sin dudas, la señora sabía que era la mejor cogida de su vida, el olor a semen era intenso, el descontrol era inimaginable, y el placer que ella estaba sintiendo, no era capaz de expresarlo con palabras, más bien, no era capaz de expresar algo con palabras, ya que solo pensaba en que le dieran más, y que no pararan, ya había llegado a dos orgasmos más con aquellas dos vergas dentro de ella.

Los dos hombres se decían cosas acerca de la señora, pero ella ya no prestaba atención, sus jadeos eran tan intensos que casi no podía escucharlos, lo único que escuchaba era cuando le decían -puta-, -zorra-, y adjetivos similares, estaba entregada por completo, jamás creyó poder aguantar tanto tiempo una verga en el culo, y menos el mismo día que se lo desvirgarían, ya ellos no tenían ninguna consideración, se la enterraban demasiado fuerte, pero a ella le gustaba, por lo que no podía ni quería quejarse, el jefe le comenzó a mamar las tetas, y la manera en que lo hizo, fue sensacional para ella, aquello le hizo tener un nuevo orgasmo, y al mismo tiempo, el jefe explotó dentro de ella, en lo más profundo de su vagina, una gran descarga, la señora no lo podía creer, sintió como la llenaba de leche, había soltado tanta, que pensó que hasta los sesos los había sacado por la verga.

El jefe se retiró de ella con las piernas temblorosas, pálido, y lleno de sudor frío, parecía que estaba a punto de darle un ataque después de cogerse a tan singular señora, y se fue a sentar a una de las tantas sillas que allí había, dejándola únicamente con el hombre que no dejaba de taladrarle el culo, le agarraba las tetas con fuerza, y le metía los dedos en la vagina, sacándolos llenos de leche del jefe y jugos de ella misma, para después meterlos en la boquita de la señora, a lo que Rocío los chupaba con deleite como si fueran una verga, todo sin dejar de rebotar en el regazo del hombre, sintiendo como aquella verga se le metía en lo más profundo de sus entrañas.

El jefe desde su lugar observaba todo lo que pasaba, ya no quería nada más, estaba más que satisfecho con la cogida que le había dado a aquella señora, veía como su colega y ella disfrutaban de lo lindo estando uno a uno, el hombre le dio un poco más por el culo, luego se detuvo, levantó a Rocío, la arrodilló en el suelo, y la puso a que se la mamara, ella no tardó en meterse aquella verga en su boca, se veía lujuria en sus ojos, mientras se metía y sacaba aquel pedazo de carne, y sus dedos entraban y salían de su rajita, no duró mucho mamando, ya que el hombre la tumbó en el suelo, le abrió las piernas, y se la volvió a meter de una sola estocada, a lo que ella respondió con un grito animal y ahogado que la llevo a la gloria mientras el hombre empezaba con el mete y saca del placer.

Nadie en aquel lugar podía creer lo que pasaba, el jefe nunca había visto una cogida de tal intensidad, los dos estaban sudorosos y a todo lo que daban, ambos se besaban, se acariciaban, parecían una pareja cogiendo como siempre, Rocío completamente loca de excitación, sabía que nadie la forzaba a nada, ella sola respondía e incluso había momentos en que rebasaba al hombre que tenía encima en todo lo que este le hacía, el hombre alucinaba, nunca creyó que algún día pudiera cogerse a aquella señora que se las daba de ser toda una dama, pero en esos momentos, se estaba cogiendo a toda una puta que a cada minuto le pedía más, y más fuerte.

Así estuvieron por un buen rato, ninguno de los dos lograba llegar al orgasmo, no sabían qué hora era, pero ya era tarde, entonces, la primera en anunciar su orgasmo con gritos, gemidos, y clavando sus uñas en las nalgas, fue la señora Rocío, la cual puso los ojos en blanco, y tensó todo su cuerpo, era uno de los mejores orgasmos que ella había sentido en todo aquel caos sexual, entonces, al ver y sentir esto, el hombre tampoco tardó en eyacular también en lo más profundo de la vagina de la señora, sacando una gran cantidad de leche caliente, que ella disfrutó como nunca, ella estaba muerta de cansancio, y adolorida de todos lados.

Rocío Sánchez Azuara estaba tan cansada, que se quedó ahí tirada en el piso, con las piernas abiertas, mirando y sonriéndole al jefe y al otro hombre que se había ido a sentar a otra silla de manera agradecida, porque a pesar de que todo aquello había iniciado como un chantaje, le habían dado la mejor cogida de su vida, podía sentir como escurría el semen de su rajita, hasta llegar a su ano, su cuerpo estaba empapado de sudor, y apenas si podía sentir las piernas, estaba agotada, pero en verdad muy satisfecha, y no se diga de los dos hombres, se veían realmente cansados, pero también felices.

Rocío como pudo se puso a cuatro, intentó ponerse de pie, pero las piernas le fallaron, entonces a cuatro y gateando, se dirigió al baño, al ver esto, los dos hombres se apresuraron a donde ella, y entre los dos la levantaron y la llevaron a donde ella quería ir, cuando la dejaron sola, con las mismas toallas que había utilizado antes, la señora se secó el sudor de todo su cuerpo, y se limpio lo mejor que pudo el semen que manaba de ella, pero mientras más se limpiaba, más semen le brotaba.

-¿Se puede?-, escuchó Rocío del otro lado de la puerta.

-Adelante-, dijo ella sentada en el retrete, y después de gritar tanto, con voz algo ronca, entonces la puerta se abrió, y entró al baño el tipo con el que había estado al último, este ya estaba vestido completamente, y en sus manos llevaba el vestido, y los zapatos de tacón de ella, Rocío estaba sorprendida del aguante de aquel tipo, nadie se la había cogido como él, era quien más le había hecho gritar.

-Aquí está tu ropa-, dijo el dejándola en el lavabo, -te esperaremos para acompañarte a tu auto, ¿ya viste la hora que es?-, y diciendo esto, se marchó dejándola sola otra vez.

En efecto, la señora Rocío no se había percatado del tiempo, y quedó bastante sorprendida al mirar en su pequeño reloj de pulsera que ya solo faltaban 15 minutos para las 3:00 A.M, nunca había cogido por tanto tiempo, y en el fragor de aquella orgia, el tiempo se le había pasado volando. Ya un poco más repuesta, por fin pudo ponerse de pie, se volvió a colocar el vestido, su ropa interior no la habían llevado, supuso que ellos se quedarían con ella, se acomodó el vestido, se arregló el cabello, se puso los zapatos, y salió con aire triunfal a la sala en donde la esperaban.

-Entonces, ¿tenemos un trato?-, dijo Rocío mirando a los dos hombres a los ojos.

-Lo meditaremos por el fin de semana, y la semana que viene le informaremos nuestra decisión-, dijo el jefe, -mientras tanto, ya tiene un voto a su favor-.

Rocío se sintió bien al escuchar eso, no le importaba que le avisaran hasta la siguiente semana, sabía que se había comportado a la altura de las circunstancias, así que no le preocupaba. Los tres salieron de la sala, ella abría el camino al elevador, y los dos hombres no dejaban de mirar aquellas nalgas que hace menos de 10 minutos habían sido de ellos, en el elevador ya no estaba nadie, y bajaron los tres en silencio hasta el estacionamiento, y no la dejaron hasta que ella se subió a su auto, lo puso en marcha, y se fue, dejándolos ahí saludándola. Al llegar a su casa, se dio una buena ducha, y sin despertar a su marido que dormía plácidamente, se metió a la cama, y se durmió enseguida, sin pensar en nada más

(Jueves de la siguiente semana, 8:30 P.M).

-Si dios y usted lo permite, aquí nos veremos el día de mañana a la misma hora, en su programa, -Cosas De La Vida-, mientras tanto, que dios los bendiga-.

-¡Estamos fuera!-, gritó el productor, y acercándose a donde estaba Rocío, le dijo con la voz baja, -ya no supe, ¿hablaste con los jefes?-.

-Si claro-, contesto ella con la mirada perdida, recordando lo que había tenido que hacer en aquella sala de juntas, y lo mucho que había disfrutado, nunca le diría a nadie, ese sería su secreto de vida, y se iría con ella a la tumba, -por supuesto que estuvimos hablando por mucho rato, de repente las cosas se ponían duras, pero al final, todos se ablandaron con lo que dije, y me dijeron que lo pensarían, ¿por qué?, ¿sabes algo?-.

-Si-, dijo el hombre con una sonrisa de felicidad en el rostro, -no sé que les dijiste, pero mañana no es tu último programa al aire, bueno si, pero no es lo que tú piensas-, repuso al ver la cara de la señora, -es tu último programa en este horario, lo recorrieron una hora, lo dejaran a las 6, y va a durar una hora-.

Rocío Sánchez Azuara sabía que lo que lo que hizo había rendido sus frutos, estaba pletórica de felicidad, no saldría del aire, pero había tenido que pagar un alto precio, pero lo había pagado con gran placer, pensaba que al día siguiente de su gran cogida, había tenido que entregarle por primera vez el culo a su esposo, algo que debió haber sido de él desde hace mucho tiempo.

-Señora, esto es para usted-, dijo uno de sus asistentes que iba corriendo a ella con un ramo de flores, -lo envían los jefes-.

Ella tomó el presente, y a sus ojos saltó una pequeña tarjetita, la tomó, dejó el ramo en una mesa cercana a ella, y leyó.

-Felicidades Rocío, tu programa se recorre a las 4:00 P.M, con una duración de una hora, sabemos que ahora tiene una duración de hora y media, si quieres negociar más tiempo, ven a vernos cualquier viernes que quieras, y lo discutimos-.

La señora aún no se ha decidido si quiere más tiempo, se encuentra bien con una hora de programa, pero nunca nadie lo sabe, a lo mejor en un tiempo futuro se decida a ir a ver a sus jefes, a discutir la probabilidad que le aumenten una hora, en ese caso, ¿qué debería de usar?, no lo sabe, eso también lo decidirá cuando necesite más tiempo.

He aquí la historia de cómo es que esta señora aún sigue en las pantallas del público mexicano, y como es que seguirá por mucho tiempo, o al menos, mientras siga dando su cuerpo.

Y, volverán a preguntarse, ¿Quién es este que nos ha relatado tan maravilloso capítulo de la vida de esta puta?, yo soy nadie, un simple espectador, un fantasma que está en todos lados, que todo lo ve, y lo que mira, se los cuenta.

Hay que mirar más allá de lo que se ve.