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El Experimento 4: El poder del instinto.

en Fantasías Eróticas

 "Una, dos... cuatro... seis..."

Seis mujeres completamente desnudas de piel blanca como la leche postradas ante mí en poses sumisas a la par que provocativas. Todas ellas poseían cuerpos despampanantes: con grandes pechos, anchas y perfectas caderas y espesas melenas rubias, castañas y pelirrojas. Ninguna de ellas era morena, todas tenían ojos verdes y azules y todas me miraban muy fíjamente.

Yo me sentía muy cómodo, parecía flotar en una nube. Y al moverme un poco, me dí cuenta de que tenía la cabeza apoyada entre los pechos de otra mujer. Mis hombros se estremecieron de la risa, estaba feliz y realmente no sabía por qué. ¿Qué estaba pasando?

Enseguida, esa misma mujer empezó a masajearme el corto e hirsuto cabello, produciendo unos sonidos rasposos y una agradable sensación sobre el cuero cabelludo. Pero no tuve mucho tiempo para disfrutar antes de que las demás se acercaran a mí y comenzaran a acariciarme con delicadeza, casi con veneración. Se escuchó un suspiro general. Sonaba tan femenino y sensual... No era ninguna sorpresa, yo sabía que todas ellas habían acudido únicamente por mí.

-¿Qué estáis... hacien...do?

La pregunta perdió todo el sentido nada más salir de mis labios, y las chicas no dieron señales de haberme oído. Sin decir palabra, emitiendo tan solo sendos suspiros que resonaban como un eco por toda la sala, todas ellas empezaron a lamer mi cuerpo. Parecían ansiosas mientras recorrían mi piel color café con lenguas imposiblemente largas, dejando estelas de saliva húmeda y caliente y provocándome espasmos de placer cada vez que rozaban las zonas más sensibles.

Tras las chicas que ya me rodeaban aparecieron más y más salidas de quién sabe donde, ocupando los espacios que dejaban las otras. Sentí como me agarraban de manos y pies y se dedicaban a la misión de no dejar nada sin chupar.

Era una sensación indescriptible. Tenía dos chicas lamiendo y mordiendo mis pezones de color incluso más oscuro que el resto de la piel a la vez que otra me chupaba los dedos de la mano derecha como si fueran caramelos, una rubia obligaba a mi mano derecha a acariciarle el coño y sentía un pie apoyado en algo blandito y caliente("¿Un pecho?")... y los estímulos seguían y seguían: en mis huevos, mi vientre, mis axilas, la parte de detrás de las rodillas... En cuanto empecé a gemir, una chica me metió su larga lengua en la boca y yo cerré los ojos, extasiado.

No se cuanto tiempo estuve así, pero en algún momento noté que me dolía la polla y todas la pararon de golpe incluída la que me estaba besando, que sacó su lengua de mi boca, goteando baba, y se volvió junto a las demás. Todas me miraban la entrepierna con los ojos muy abiertos.

Pasados unos segundos, una de ellas me agarró el miembro por la base y lo elevó como si fuera un faro a la vista de las demás. Todas soltaron inocentes grititos de admiración.

-Increíble...

-Es tan grande...

-¿Me va a caber...?

-Nunca había visto nada igual...

-Un hombre de verdad...

-Nuestros hijos van a estar muy bien dotados...

(risas, cuchicheos, más exclamaciones...)

Yo las miraba con una amplia sonrisa, orgulloso de mí mismo. Pero me vino un fugaz pensamiento, una extraña sensación de que algo estaba mal. Desde esas mujeres imposiblemente atractivas hasta ese lugar. No se veía el fondo ni las paredes, solo una espesa niebla de color cambiante. Y mi cuerpo... ¿Había tenido siempre la piel negra? Y mi pene era... era demasiado grande... no... definitívamente ahí pasaba algo raro.

Pero me distraje de mis pensamientos en cuanto una de las mujeres se levantó. Era alta y pelirroja, con los pezones grandes y rosados y unas aureolas a juego con su tamaño. La chica se arrodilló encima mío y usó la punta de mi polla para masajearse los labios vaginales... lentamente... empapándome el miembro con sus propios jugos.

La observé totalmente fascinado. Era un angel, una diosa que había acudido para cumplir con mis mayores fantasías sexuales. Si... esa zorra pálida se convertiría en mi onahole personal, un almacén de semen que desecharía en cuanto se quedase embarazada. Y luego pasaría a otra y a otra... ¿O por qué no varias a la vez...? Era todo tan sencillo... ellas harían todo lo que les ordenase.

-Ji ji ji... mi amo, Sougu...- dijo la chica con adoración, totalmente ajena a mis pensamientos.

"¡¿Sougu?! No, espera, yo soy..."- Sus palabras me habían descolocado un poco, pero me repuse en un momento.

-Yo seré la primera en quedarse embarazada, la primera en tener sus hijos... -Dijo la chica, despacio. Enseguida se empezó a reír con alegría- Estoy deseando ver la cara que pondrá mi novio cuando vea el color del bebé. ¡Jajajajaja!

"¡¿De su novio?!"- De alguna forma, eso me excitó todavía más y mi respiración se aceleró. Pero no podía quitarme la sensación de que esto no era real. De todas formas no tuve tiempo para pensar.

-¡Allá voy!

Con un fuerte impulso, la chica bajó sus caderas. Yo apreté los dientes por reflejo, preparándome para el momento en el que mi enorme y gruesa polla se estrechara para así caber en su pequeña vagina... pero para mi sorpresa no sentí nada hasta que su culo chocó contra mi pelvis con un golpe sordo.

-¿Pero qué...?

Ella me miró totalmente confusa, y yo hice lo propio para todo seguido mirar abajo, ya que mi pene parecía haberse esfumado. Me sorprendí todavía más cuando dos grandes montes blancos me taparon la vista casi por completo... Me sentía... distinto. Decidí incorporarme y entonces advertí que mis caderas y muslos se habían ensanchado y toda mi piel se había vuelto tan blanca como la de las chicas que me rodeaban. Los montes pálidos, que resultaron ser dos pechos, se bambolearon de un lado a otro. Me había convertido en una mujer.

Toda la sala se iluminó en un resplandor blancuzco, pero enseguida se oscureció hasta volverse de un color gris oscuro.

-¡No entiendo nada! ¡¿Qué me está pasando?!

Pero, como siempre, no obtuve respuesta. Y como si hubiese accionado un resorte, todas las chicas se levantaron, me dieron la espalda y empezaron a caminar a través de la niebla.

-¡¿Eh?! ¡N... no, esperad!

Me levanté con torpeza y traté se seguirlas con la mirada fija en sus culos, que se meneaban al son de sus pasos. Eran tan... hipnóticos...

-¡Por favor, aún no hemos terminado!- Aceleré el paso y empecé a trotar tras ellas, pero correr con ese cuerpo era realmente difícil. Mis pechos no dejaban de bambolearse de un lado a otro, molestándome y chocando entre sí constantemente. Además, mi balance era realmente extraño y perdí el equilibrio varias veces.

Pero pese a mis esfuerzos, ellas no dejaban de alejarse más y más...

-¡¡Volved, todavía podemos tener sexo aunque sea entre chicas!!- Me sentí estúpido al gritar eso, pero estaba desesperado por alcanzarlas, por volver a sumergirme en ese mar de sensaciones, por... -¡¡ESPE... AH!!

Perdí el equilibrio y acabé de nuevo en el suelo; pero esta vez, al apoyarme con las manos ví que las tenía más regordetas. Y los brazos... más cortos de lo normal. Traté de levantarme, pero mi balance había vuelto a cambiar de forma radical, así que me caí de culo. Mis pechos habían desaparecido y una barriga ancha y protuberante me tapaba la entrepierna. Mi respiración sonaba más profunda.

"No... no..."

Las chicas habían desaparecido por completo y todo estaba más oscuro. A mi izquierda apareció un espejo y, al no tener nada más que hacer, me levanté con dificultad y contemplé mi reflejo: me devolvió la mirada un chico rechoncho de pelo oscuro que me resultaba tremendamente familiar. Se me cortó la respiración y noté una sensación de vértigo.

"¡¡NOOOOOOO!!"

El espejo se convirtió en un abismo. El abismo me absorbió y empecé a caer en él. ¡Estaba cayendo! ¡Caía!...

 

 

 

Abrí los ojos.

Estaba tumbado en una cama mirando al techo, los rayos del sol mañanero iluminaban la habitación a través de una ventana entreabierta. Mi respiración se fue normalizando y la sensación de vértigo pasó. Solo había sido un sueño... un sueño húmedo que se había tornado en algo extraño.

Me incorporé un poco y me quité la manta de encima. Al contemplar mi entrepierna volví a tomar consciencia de la realidad. Efectivamente, la visión de esa gran polla negra que reposaba semierecta sobre mi vientre me confirmó que seguía dentro del cuerpo de Malik Sougu, el jóven africano que había poseído el día anterior. Me la agarré perezosamente y empecé a agitarla de un lado a otro como si fuera un látigo, golpeándome muslos y estómago y riéndome como un idiota.

Todavía distraído por ese juguecito, me dí cuenta de que tenía el pecho pegajoso y medio empapado en jugo preseminal. Me quedé un momento perplejo pero enseguida até cabos.

-"Hummm... cuando se me pone dura me llega casi hasta el pecho, ¿He acabado así por culpa de ese sueño?"- Era la única explicación que se me ocurría. Me pasé el dedo por el pezón y lo chupé, probándolo...

Y entonces me sobresaltó un movimiento a mi izquierda. Una mujer desnuda y todavía dormida, tumbada de lado. Lo recordé todo de golpe. Esa mujer era Janis, madre de familia a la que me había estado follando buena parte de la noche. El día anterior me había encontrado a Tania, su hija, en medio de la calle... y una cosa llevó a la otra. Sonreí al recordar como había poseído a la niña, a la que usé poco después para esclavizar al resto de la familia insertando parte de mi organismo dentro de sus cuerpos, a través de la boca... y así acabar llegando a sus mentes.

(La sustancia de que se compone mi organismo es una especie de moco azul de naturaleza desconocida que obedece por completo a mi voluntad. Por entonces desconocía muchas de las propiedades de la criatura en la que me había convertido tras ese accidente, aparte de la capacidad de dividirme a placer y de parasitar los cuerpos de las personas... pero poco a poco las iba a ir descubriendo).

Volviendo a aquellos a los que esclavizaba: Controlarlos por completo era muy difícil y requería una parte de mi organismo mucho mayor, así que había aprendido a manipular pequeñas zonas de sus mentes y sus subconscientes. Como por ejemplo: un profundo sentimiento de adoración hacia mi persona, sensación de euforia al obedecer mis órdenes, estrés ante el mínimo pensamiento de desobediencia, usar los estímulos sexuales, etc... controlar su producción de hormonas era realmente útil.

Y como resultado de mi aprendizaje, había conseguido controlar a toda una familia sin dificultad alguna: madre, hijo, hija e incluso al padre, que había mandado a dormir al desván. Hacían encantados todo lo que les ordenaba.

Me levanté con pereza y estiré los brazos. Me dirigí al baño totalmente desnudo, provocando ruidos sordos sobre la moqueta y notando como mi pene chocaba contra mis piernas como un péndulo. Incluso estando flácido llegaba casi hasta la mitad de mis muslos.

Al llegar frente al espejo, cogí un cepillo de dientes rosa con la imagen de una princesa Disney(debía de pertenecer a la hija) y me empecé a lavar la boca, que notaba muy pastosa tras una noche de sexo. Además, desde que había empezado a poseer los cuerpos de otras personas me había obsesionado con que no me oliera el aliento. Era extraño. No me importaba mear o cagar usando el cuerpo de otra persona; o sentir el sudor, la saliva, los jugos sexuales e incluso algunas malas costumbres como rascarme el sobaco o hurgarme la nariz. No me importunaban en absoluto, incluso llegaban a excitarme... Sin embargo, no soportaba que me oliera el aliento.

Mientras me lavaba la boca, no pude evitar pensar en ese sueño, pero solo al principio, cuando estaba rodeado de esas tías buenas y la pelirroja que me insinuaba lo de qudarse embarazada... "embarazada..." -empecé a divagar- "Hijos... esa chica poniéndole los cuernos a su novio... quedándose embarazada de otro... con el novio creyendo creyendo que el bebé es suyo... hasta que la chica le muestra, 9 meses después, un niño color chocolate(jujuju)... la cara del novio... la chica pelirroja riéndose de él... tan malévola y despiadada".

"Tendrías que haber visto a su padre.- le diría ella sin un ápice de compasión -En solo 10 o 11 años este niño la tendrá más grande que tú"- Entonces el novio lloraría y ella se reiría con esa risa aguda y estridente...

Dí un respingo al notar que llevaba medio minuto perdido en mis fantasías. Una gruesa gota de baba y espuma de pasta de dientes se me cayó por el pecho y acabó empapando mi vello púbico. Tenía la polla totalmente erecta y palpitante, y me dolía. Escupí en el bidet.

-Ah... ¿Pero qué... de donde ha venido eso? Yo nunca he tenido esos fetiches ¿...No sería esa la fantasía sexual de este cuerpo... de... de Sougu?

Sabía que Sougu tenía una mente bastante simple, ya que la había controlado con mucha facilidad. Pero su subconsciente, sus impulsos sexuales eran otra historia... este cuerpo soñaba con follarse a mujeres blancas y dejarlas preñadas.

-Y prefiere las rubias y las pelirrojas...- me reí ante ese descubrimiento y acaricié mi pene, pensativo. -Bien... veamos qué puedo hacer...

Volví a la habitación y contemplé unos segundos a Janis, de 33 años, que seguía durmiendo con su cabello rubio oscuro desparramado sobre la almohada. Me dolía la polla y quería aliviarme, pero antes cogí un pito de la mesa de noche que preparé el día anterior y soplé con fuerza. El agudo sonido se escuchó por toda la casa, y no tardaron en oírse pasos que se acercaban a la habitación. Por la puerta entraron Tania, la hija de 12 años; Cody, el hijo de 11 años y Josh, el padre, de 36. Todos ellos se situaron a mi lado con los ojos abiertos y expectantes. Ninguno pareció prestar atención a la madre, pese a estar totalmente desnuda.

-Cody, prepárame un baño caliente en ese jacuzzi gigante que tenéis por bañera. Tania, me harás un buen desayuno; follarme a tu madre da mucha hambre. Y Josh, coge tu móvil y grábanos, voy a impregnar a tu mujer otra vez.

-¡Sí!- exclamaron todos, entusiasmados. Enseguida corrieron a cumplir mis órdenes. Y en cuanto ví al marido sacar el smartphone y activar la cámara de vídeo me entró una risa casi demencial. Qué contento parecía el hombre.

Le quité las mantas de encima a Janis con un fuerte tirón, descubriendo su atractivo cuerpo de espaldas a Josh, que se había sentado en una silla y nos apuntaba con el móbil. Acaricié el culo de la mujer con una mano y me sujeté la polla con la otra exhibiéndola y sonriendo ante la cámara. el cubrecamas seguía húmedo de jugos varios desde la noche anterior.

-¡Despierta, zorra!(PLAS)- Le dí una fuerte palmada en la nalga.

-¡¡Iiiiic!!- La mujer se despertó de golpe -¡¿Qué pa...?! ¡¡AH!!

No le dí tiempo a reacionar. Levanté su culo, tirando hacia mí, mientras Janis instintivamente se agarraba a la almohada. Puse sus piernas entre mis rodillas, impidiendo que se ladeara y situé la punta de mi miembro justo sobre sus labios vaginales.

-Allá voy...

Como la noche anterior, mi polla parecía demasiado gruesa como para caber en ese aparentemente pequeño agujero. Pero, de la misma forma que la noche anterior, su coño se abrió como una fruta madura y la penetré produciendo un sonido viscoso(¡SCHLUP!).

-¡¡IIIH, AAAAAHHHH!! No... n... ¡¡OOOOOHHH!!

No estaba preparada y me costó meterla, pero en cuanto hice presión, el semen de la noche anterior comenzó a borbotear desde su vagina. Ya tenía un buen lubricante.

-JAJAJAJAJA ¡Ven Josh! Ven aquí. Ponte detrás de mis piernas y graba el coño de tu mujer.

Y el marido, obediente, se puso a grabar directamente el momento en el que mi polla le llegaba hasta el fondo, tocando la cérvix. Había conseguido meter casi la mitad, y la corrida que hasta que amaneció había estado almacenada en el vientre de la mujer chorreaba ahora por sus muslos y mis testículos, blanca y espesa.

-Ugh. Todavía estás demasiado estrecha... siento como, ¡Oooh! Tu vagina... ¡Ah!

Sin preliminares, su coño me apretaba demasiado; pero, tras pasarme un rato penetrándola lentamente, su vagina se fue dilatando, acostumbrándose al grosor de mi miembro.

-¡Igh! Aaaahh... hah... ah... ¡¡Aah!!

-Si... ooohh... mucho mejor... Follar con este cuerpo no es tan fácil como debería.

El principal inconveniente del cuerpo de Sougu, de tener la polla tan exageradamente grande, no era conseguir meterla. El gran problema era que encontrar un coño el cual pudiese llegar a abarcar la mitad era realmente difícil. Digamos que cuando se la metes a una zorrita hasta el fondo y tienes dos tercios de tu salchicha todavía fuera, entonces no tienes un buen punto de apoyo y cuesta follarla a placer sin que se te salga cada vez que meneas las caderas.

Y así estaba yo: obligado a detenerme cada varias sacudidas para volver a meterla con la mano por que se me resbalaba y se salía constantemente.

-Urg... ya me he hartado.

Planté mis pies sobre el colchón y rodeé su culo con mis rodillas, afianzando mi miembro dentro de su coño. Esperaba que así dejara de salirse.

-Hehehehe. Atiende bien, zorrita mía. Así follan los chimpancÉS!!- Se la clavé hasta el fondo y esta vez conseguí meter la mitad, pues la boca de su útero iba cediendo.

La mujer gritó. No se si de dolor o placer. Aunque en ese momento no me importó en absoluto, estaba claro que debía usar la postura del chimpancé más a menudo.

-¡¡Oh, oh, ungf, OH, JODER!! ¡¡ME ENCANTA TU COÑO!!

El eco de mis jadeos y los gemidos de Janis se mezclaban con el sonido húmedo que emitían nuestros sexos, amortiguados por las sábanas en las cuales había hundido la cabeza. Y así seguí follándola a placer sin descanso alguno, sin tomarme un minuto de respiro y dejando que los instintos de Sougu controlaran mis acciones.

No se cuanto tiempo seguí penetrándola ni cuantas veces me corrí en su interior hasta que mi bestia interior por fin se calmó. Pero en cuanto me recosté para tomar aliento y mi polla semiflácida chocó contra mi muslo provocando un sordo "schlop", Janis seguía en la misma posición con los brazos inertes y la mirada perdida. Los labios de su coño sobresalían de forma anormal y este seguía totalmente totalmente dilatado, mostrando un agujero por el cual podría haber metido mi puño sin dificultad. A cada espasmo de su cuerpo, el semen borboteaba surgiendo de su vientre hinchado para acabar en un gran charco que ya se había formado bajo sus piernas.

Me sentí un poco culpable al ver como había acabado la pobre mujer, nunca entonces habría sospechado que el cuerpo del etíope tuviera una líbido tan... potente. También había follado durante la noche pero, que recordara, no había sido ni la mitad de intenso. ¿Sería acaso por el agotamiento?

Choqué las palmas de las manos contra mis mejillas para despejarme y me dí cuenta de que el imbécil del marido seguía grabando con el móbil el coño de su mujer. Meneé la cabeza pero decidí dejarlo estar y me dirigí al baño, donde Cody me esperaba sentado en el bidet. Ya había preparado el jacuzzi y toda la estancia se había cubierto de vapor.

Probé el agua primero, y luego me fuí metiendo poco a poco hasta que me recosté con un suspiro, sintiendo el agradable calor especialmente ahí abajo, pues seguía muy sensible tras haberme corrido tantas veces. Sonreí al niño, que me observaba expectante.

-Cody... ve a mirar si tu hermana ha preparado ya el desayuno... y luego tráemela.

Cody se apresuró a la cocina, cumpliendo mis órdenes, y yo me quedé mirando al techo, perdido en mis fantasías.

"ahh... se está bien aquí dentro... el agua está más caliente que el coño de Janis..."

Traté de pensar, de elaborar un plan. Pero no importaba cuanto me concentrase, incluso en pleno reposo mi mente se llenaba constantemente de obscenidades, perdida en las fantasías sexuales de Malik Sougu. Chasqueé la lengua, frustrado. Cuando poseía un cuerpo, la parte cognitiva de mi organismo se fusionaba con su cerebro, suprimiendo su voluntad y su consciencia para seguidamente hacerme con el control de sus conexiones nerviosas y así controlar ese cuerpo como si fuera el mio, usando su cerebro para mis propios pensamientos...

Pero de alguna forma, el cerebro de Sougu no daba para tanto. Apenas había ofrecido resistencia a mi intrusión y problemas que en cualquier otro "cascarón" hubiesen resultado sencillos, en ese cuerpo me hacían fruncir el ceño. Pero aún teniendo la mente de un simplón, en cuanto esos grandes huevos negros empezaban a liberar sus hormonas, todo el cuerpo terminaba siendo presa de los instintos más bajos con una facilidad pasmosa. 

Estaba claro que había poseído a un estúpido, un estúpido con la líbido de un caballo en celo... y me encantaba -Sonreí- ...era como jugar con fuego.

¿No sería más sencillo darle lo que quería?

-Si... eso haré...

Y en aquel momento, Cody entró en el cuarto de baño seguido por Tania, su hermana.

Los observé a ambos. Para cumplir mis fantasías necesitaba un plan. Y para elaborar un plan, el cuerpo del etíope no era la mejor opción.

-Acercáos.

Los hermanos se acercaron a la bañera, como hipnotizados, mientras yo me levantaba chorreando agua y me sentaba en el borde. Como no se me ocurría cual elegir, empecé a toquetearlos con las manos, mirando bajo la camiseta de Tania o acariciando el cabello de Cody para luego continuar manoseando el culo de la chica o metiendo la mano dentro de los pantalones de su hermano para examinar su paquete. Tania tenía la piel muy suave y me gustaba su cabello, del color del de su madre, así que me decidí por ella.

-Abre la boca, preciosa.

La chica me obedeció. Entonces agarré su cabeza con fuerza y planté con firmeza mi boca contra la suya. Y con un fuerte sonido viscoso y algunas arcadas, pasé mi organismo del cuerpo de Sougu al de Tania.

Tras algunos segundos de confusión, abrí los ojos y parpadeé un poco. Delante mío, Malik Sougu se hallaba inconsciente sobre el borde del jacuzzi.

-Posesión completada- la voz cantarina que salió de mi boca fue todo un deleite para mis oídos.

En cuanto me puse en pie me sentí extrañamente... cómodo. Sin ninguna molestia. Todo mi cuerpo era pura suavidad, me sentía grácil y ligero. Sin ese molesto bulto en la entrepierna que conllevaba el cuerpo de un chico o esos dos orbes sensibles y pesados que eran los pechos de las mujeres más crecidas. En lugar de eso tenía dos protuberancias apenas perceptibles, una manejable copa A de sostén.

-Juju. El cuerpo de una chica de 12 años es aún mejor de lo que esperaba.

Enseguida terminé de examinar mi adquisición y me volví hacia el etíope, que estaba volviendo en sí. Le dí un par de cachetes en la cara y puse los brazos en jarras.

-¡Olle, tú, semental! Despierta de una vez y sal de la bañera.

Mi actitud mandona flaqueó un poco cuando Sougu se levantó obedeciendo mis órdenes y pude ver su gran polla flácida oscilando como un péndulo. Tragué saliva. Ya era bastante impresionante desde el punto de vista del etíope, pero desde la perspectiva de una chiquilla de 12 años virgen y menuda era incluso... atemorizante. Necesitaba poner orden a mis ideas.

-Ahora mismo vas a secarte. Luego vístete, Cody te traerá la ropa -Le lancé a mi "hermano" una mirada significativa y él corrió a cumplir mis órdenes.

Suspiré, algo más tranquila. Y mientras los chicos hacían lo que les decía me distraje con el espejo ligeramente empañado. 

Tania era preciosa, eso era indiscutible. Con grandes ojos azules y una expresión inocente en se cara en forma de corazón y enmarcada por una suave melena de cabellos rubios y ondulados. Sonreí a mi reflejo con picardía. Lo único que le faltaba a ese cuerpo eran unas buenas...

"Espera..."

Bajé la mirada a mi pecho, pensativo. -"Tal vez si..."

Concentré parte de mi organismo en el abdomen de Tania y, haciendo un gran esfuerzo mental, éste empezó a fluir hacia sus pechos... y ocurrió algo fenomenal: las células de mi organismo empezaron a fusionarse con con las de Tania, multiplicándose y formando nuevos tejidos. Sentí un picor muy fuerte y observé fascinado como mis pechos comenzaban a hincharse de forma lenta pero constante, hasta que decidí parar.

-Ah... oh, dios...

Me quité la camiseta con impaciencia y contemplé como dos tetas exuberantes, de por lo menos una copa C, se meneaban por la inercia. me toqué un pezón con el dedo.

-¡Hiiic! -eran sensibles, eran... de verdad.

Pero algo no estaba bien. Me sentía raro, como si hubiera consumido gran parte de mi organismo. Mis pensamientos eran erráticos y poco claros, pero pese a ello me pude volver a concentrar y me pregunté si funcionaría a la inversa.

Y en seguida, la parte de mi organismo que se hallaba en su sangre, se volvió a concentrar en los pechos de Tania y empezó a reabsorber los tejidos recién creados, convirtiéndolos de nuevo en mis propias células. Como resultado: observé como los pechos se volvían a reducir hasta su tamaño original.

Un millón de preguntas pasaron por mi mente como en un flash: ¿Qué más podría cambiar? ¿Podría crear algo diferente? ¿Puedo aumentar la cantidad de mi organismo de alguna forma? ¿Tal vez comiendo? ¿Cual es el límite?

Me empecé a reír de forma descontrolada. Una risa aguda y demencial impropia de una niña de 12 años. No podía parar, me agarré el vientre y caí de rodillas. Las lágrimas corrían por mis mejillas y me costaba respirar.

Pero al final conseguí calmarme y me restregué los ojos, de muy buen humor. Cody me miraba desde la puerta con estupefacción y detrás suyo se hallaba Sougu con un jersey color mate y unos boxers de Batman que le iban pequeños. Al ver el logo del murciélago extrañamente deformado en la zona donde abultaba su verga estuve a punto de romper a reír de nuevo. Pero en lugar de eso respiré hondo y les dije:

-Ahora mismo, los tres bajaremos a la cocina, donde nos pegaremos un buen banquete y, juntos, idearemos un plan para el resurgir de Batman.

Mientras tanto, dentro de una furgoneta Wolkswagen aparcada a 30 metros de la casa...

-¿Qué están haciendo, puedes ver algo?

-Toda la estancia está envuelta en vapor caliente, las cámaras térmicas apenas pueden distinguir nada.

La doctora Kate Bertrand soltó una maldición por lo bajo y tecleó unos parámetros en la pantalla del ordenador

-No los pierdas de vista, Fritz. Y analiza constantemente sus patrones de movimiento, necesitamos saber constantemente en qué cuerpo se ubica el KR17.

El hombre moreno de bata blanca asintió y se ajustó las gafas para a continuación ajustar los controles de las diferentes cámaras camufladas en 5 vehículos ordinarios estratégicamente aparcados alrededor de la casa.

Hacía 8 días, un grupo de estudiantes había realizado una visita académica al Laboratorio de Investigación Biológica y Experimentación(LIBE), donde Fritz trabajaba bajo la dirección de la doctora Bertrand. Poco antes de marcharse, el grupo anunció la pérdida de uno de sus alumnos que se había separado de los demás y su profesora se quedó en el edificio colaborando con el cuerpo de seguridad responsable de encontrarlo. Barrieron el LIBE durante dos horas, pero no hallaron ni rastro del alumno, hasta que uno de los científicos del centro encontró un montón de ropa suelta en una de las áreas de almacenamiento biológico, ropa perteneciente al alumno en cuestión de nombre Daniel Connoly.

Y justo al lado de las prendas, encontraron los restos rotos de un frasco el cual contenía una sustancia conocida por las siglas KR17, de propiedades desconocidas por todos salvo por el departamento de la doctora Bertrand, los encargados de su investigación.

Y es por ello que, cuando todos los demás pusieron patas arriba el edificio, acudiendo a las autoridades y empezando a buscar por toda la ciudad; la doctora Kate Bertrand tomo una dirección totalmente distinta y examinó el registro de entradas y salidas del área de almacenamiento. Lo cual le llevó directamente a la doctora Sarah Greenwood. 

Kate Bertrand actuó de espaldas a los demás y consiguió una muestra de sangre de la doctora Greenhood, dentro de la cual halló algunas trazas en degradación de KR17.

Y así siguió. Primero examinando las cámaras del edificio donde observó los movimientos de la Sarah poseída hasta que la pista le llevó a la mochila de Erik Holmes, un compañero de clase de Daniel Connoly.

Y por fin, tras varias horas de movilización, consiguieron la localización del actual poseedor del KR17.

Desde entonces lo habían estado siguiendo, observando sus movimientos.

-Doctora, creo que ahora es la chica de 12 años. ¿Cuando procederemos a la operación de recuperación?

Pero la doctora estaba distraída, examinando los vídeos de las cámaras.

-Es fascinante... Nunca imaginé que...

-¿Doctora?

-...Todavía no, Fritz. De momento continuaremos el seguimiento a distancia. Y procura no perder su localización.

Fritz se secó el sudor de la frente con un pañuelo. El estrés le estaba empezando a pagar factura.

-Sí, doctora.

CONTINUARÁ.